Todos
sabemos que estos últimos días Bob Dylan
fue noticia mundial. La Academia Sueca lo eligió como premio Nobel. Y los
medios comenzaron a hablar de él, pero la sorpresa fue su inesperada respuesta.
Dejó a más de uno sin palabras.
Primero
sepamos, ¿Quién fue Nobel? Vale la pena aprenderlo. Nobel, fue el apellido de Alfred. Él nació en
Estocolmo, Suecia el 21 de octubre de 1833. Se destacó por ser un reconocido
químico e ingeniero. A partir del año
1901, comenzó a ganar fama, pero esta vez no por sus inventos, sino por los
premios anuales que llevaban su nombre. ¿Y por qué? Porque antes de morir, el 10 de diciembre de
1896, dejó testamentado que parte de la fortuna heredada por su propia inventiva,
sea para premiar a los mejores exponentes de la Literatura, la Fisiología, la
Medicina, la Física, la Química e incluso para los merecedores luchadores por
la Paz.
Ahora,
veamos la historia de Bob. Su nombre real es Robert Allen Zimmerman. Nació el
24 de mayo de 1941 en Duluh, Minessota en el seno de una familia judía. El
cantautor cultivó una larga trayectoria. Lo ameritan sus 500 canciones.
Recorramos parte de su vida.
En
la zona rural, donde transitó la niñez y adolescencia, conoció la música
tradicional americana de origen europeo. En 1959, ingresó a la Universidad de
Minnesota. Y en los bares de la ciudad, se conectó con la música folk y las canciones
de protesta. Pasaba largas horas tocando la guitarra y la armónica. En ese
ambiente bohemio, descubrió al poeta y cuentista galés Dylan Thomas. Y decidió
llevar utilizar su nombre como apellido. Al poco tiempo abandonó los estudios y
se trasladó a Nueva York.
Allí
comenzó a cantar en las de cafeterías de Greenwich Village, lugares concurridos
por los fanáticos del folk. Grabó su primer disco en 1962, a través de Columbia
Records. Dándose a conocer. Y conociendo a músicos como Pete Seeger; Peter; Paul and Mary o Joan Baez. Involucrándose en
los acontecimientos que sucedían en la época, compuso “Blowin' in the Wind”, considerada un himno
contra la Guerra de Vietnam. Al igual que “A Hard Rain's Gonna Fall”, otros de sus
temas renombrados de esta primera etapa de su carrera, perteneciente al disco The Freewheelin. En 1963 participó de la Marcha de Washington;
organizada por Martin Luther King.
Las
canciones demostraban una fuerte influencia literaria, de figuras como Arthur Rimbaud o William Blake, propia de una contracultura liderada por la Beat Generation, que tenía como
exponentes a Allen Ginberg; Jack Kerouac;
William Burroughs, que junto a otros escritores manifestaban expresiones
literarias al mejor estilo post guerra. El ritmo tenía ese sello propio de folk
inspirado en el músico Woody Guthrie.
En
1965 salió Highway 61 Revisited, que
incluye el tema “Like a Rolling Stone”, en donde aparece un Dylan más rockero. Al año siguiente ingresó a Europa por la
puerta principal del Olympia de París, un importante teatro de la época,
reconocido por su acústica. Meses después
sufrió un accidente en moto, volviendo a los escenarios luego de dos años de
recuperación.
Y
es ahí que el séptimo arte le abre los brazos con El precio del fracaso, película dirigida por Sidney J. Furie. Incluyendo su banda sonora. Tres años después,
salió Pat Garrett y Billy The Kid, de
Sam Peckinpah, retrato cinematográfico
de dos bandidos reales del western. En esta oportunidad, el viejo Bob, incluso,
tuvo una pequeña participación en el film, en el que, por supuesto, tambien se
ocupó de la banda sonora. Esto lo animó a rodar su primera película, llamada Renaldo y Clara. Bajo una trama
surrealista, donde fue protagonista junto a su esposa Sara Dylan; y su ex pareja, Joan
Baez. Fue filmada en la gira de Rolling
Thunder Revue. Y publicada en 1978. Tambien participó en el documental de
la despedida de The Band, El último vals (1976), dirigido por Martin Scorsese. Material que fue
presentado el Día de Acción de Gracias en Winterland, en la ciudad de San
Francisco, donde estuvieron mú sicos notables como Eric Clapton, Neil Young y Ringo
Starr.
En
las Letras, también dejó huellas. Con un primer libro de nombre Tarántula, que es un compilado de
poesías surrealistas, publicado en 1966. Y el segundo, Crónicas. Volumen 1, bajo el formato de autobiografía, que cuenta
los primeros años de su formación en Nueva York; y cómo ingresó al folk hasta
el disco Oh Mercy, de 1989. A esto se suma, la fluida edición de material
discográfico, que año a año fue editando de una manera voraz, propia de un
artista que nunca se detiene. Incursionando en diferentes géneros musicales, como el
country; el rock and roll; el rockabilly; el blues; el góspel; el jazz y el
swing; en donde con su guitarra, el teclado y la armónica, dibujó una
trayectoria impecable. Sigue dibujando.
Tuvo
una extensa lista de premios. En el 2000 ganó el primer Oscar a la Mejor Canción
y un Globo de Oro por el tema “Things Have Changed”. Al año siguiente salió Love and
Theft, material que incluyó rockabilly; swing; jazz y baladas,
galardonándolo con el Grammy al Mejor Álbum de Folk Contemporáneo. Recibió el Premio Polar de la Real Academia
Sueca de Música, el Premio Príncipe de Asturias de Las Artes y el Premio Pulitzer.
En el 2012, Obama en la Casa Blanca,
lo condecoró con la Medalla de la Libertad, renómbralo como uno de sus poetas
favoritos.
Parece
ser que después de tanto camino andado, Bob con sus creativos 75 años de
experiencia vital, siente que la vida ya lo premió. Y ante tanto silencio generado
luego de la nominación del Nobel, es recurrente pensar que la respuesta, mi amigo,
está soplando en el viento…
Carol
Calcagno
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