lunes, 19 de diciembre de 2016

Salgamos al sol, de nuevo...: B.A.ROCK, 35 años después

Vuelve B.A.Rock, la leyenda viva de nuestra música joven. El festival que cambió y empezó a forjar la historia del rock argentino con sus cuatro ediciones entre 1970 y 1982. Ya fue confirmada la realización del evento por el mítico fundador de la revista Pelo, Daniel Ripoll, quien también lideró la organización de las ediciones anteriores.  En principio, según se dijo en la multitudinaria conferencia de prensa llevada a cabo en La Trastienda por la comisión organizadora del mismo, la quinta edición del evento se realizará a lo largo de cuatro días durante la primera quincena de octubre de 2017, en los predios aledaños al estadio Malvinas Argentinas, y contará con un escenario principal y dos alternativos. Habrá que armarse de paciencia para volver disfrutar de este festival multitudinario en donde no solo regresa con todo la fuerza del rock con un bagaje de cinco décadas sino que también supone –nada menos que- el primer B.A.Rock bajo un gobierno democrático.  

CUANDO TODO ERA NADA…

En 1970, el incipiente rock argentino gozaba de buena salud gracias a un joven puñado de acérrimos seguidores, dispuestos a  bancar a capa y espada las propuestas de una nueva generación de artistas. Este público veía en estos grupos y solistas el reflejo de un cambio, que si bien era reciente contaba con todas las armas para combatir el establishment del mercado musical de la época. Pero su mayor oponente fue la dictadura de Onganía. No obstante, el accionar represivo de este régimen no logró su cometido, que era el exterminio de un género musical que según ellos violaba los principios morales de la familia argentina, occidental y cristiana. Las autoridades gubernamentales, una y otra vez, impedían que se llevaran a cabo festivales de rock, porque desde su óptica propiciaban el consumo de drogas, el sexo desenfrenado (por fuera del sacro y santo matrimonio) y demás malos hábitos  que contradecían así  la tan mentada moral nacionalista católica, resumida en instituciones muchas veces tan vituperadas como la patria y la familia. 

Pero ya en ese año 70 en donde agoniza el onganiato luego del Cordobazo de 1969 y del secuestro y posterior ejecución del general Aramburu por Montoneros, en mayo del 70; pero antes de eso se produce un hecho significativo que será muy importante para el incipiente movimiento de rock argentino, que contaba con tan solo un lustro de existencia, cuando en febrero nace la revista más constante en difusión del quehacer rockero del momento: Pelo. Fundada por un joven periodista llamado Osvaldo Daniel Ripoll, que venía de ser secretario de redacción de la Pinap, publicación en donde aún convivían los nuevos artistas rock con otras expresiones vinculadas al beat adolescente y complaciente.

Lo que cambia radicalmente con el advenimiento de la Pelo es que -desde el primer número de la revista- el medio que contó con la aceptación de los músicos y el público, que había estado esperando impacientemente la salida del primer medio abocado por entero a la cultura rock. Pelo resultó ser en aquellos primeros años el ABC de lo nuevo que se iba cocinado en cada sala de ensayo, en cada teatro o discográfica que se aventuraba a hacer de estos irreverentes un producto rentable. Ya fuera el anuncio del primer disco de La Pesada del Rock n´Roll, liderada por Billy Bond,  la presentación en vivo del primer trabajo de Arco Iris, en una sala porteña; o una amplia nota a los miembros de Vox Dei, anunciando su inminente álbum basado en La Biblia. Todas y cada una de esas notas fueron devoradas por adolescentes lectores, ávidos de información rockera.

Pero claro nada superaría a la estupenda noticia publicada a mediados de 1970, que anticipaba que en el mes de noviembre se llevaría a cabo un mega festival al aire libre bautizado como B.A.Rock. Algo así como el “Woodstock argentino”. La flamante buena nueva despertó a un malón de eufóricos jóvenes comprometidos con la causa que deseaban una Buenos Aires más rockera y eléctrica.

Justamente, los afiches de este primer festival, que se llevaría a cabo en el  Velódromo de la Ciudad de Buenos Aires, anunciaban que el 7 de noviembre iban a tocar Moris y Alma y Vida. Luego, el 11 de noviembre, Los Mentales, Contraluz y una troupe de músicos de la ciudad de La Plata que se hacían llamar La Cofradía de la Flor Solar, quienes terminarían deslumbrando con su propuesta psicodélica. Las fechas siguientes contaban con una grilla ya más consolidada en  los escenarios porteños: el  14, 21 y 28 de noviembre pasaron por el B.A.Rock Pappo, Engranaje, Vox Dei, Manal, Miguel Abuelo, Almendra, Arco Iris, La Barra de Chocolate, Los Gatos y otros tantos músicos que convocaron durante todo el mes unas 30.000 personas, para escuchar a tres solistas y nada menos que 31 conjuntos. Una cantidad más que considerada para la época, teniendo en cuenta la aún escasa difusión del género. Según cuenta Miguel Grinberg en su magnífico libro Como Vino la Mano, “un incidente del último día ilustra el clima imperante entre el público. Cuando Rodolfo Alchourrón, director del grupo Sanata y Clasificación, decidió invitar como cantante al complaciente Carlos Bisso. Craso error: la lluvia de monedas fue tremenda.” Ya no había terminó medio, o se estaba de un lado o del otro, o se era rockero progresivo o seguidor de la música pop complaciente. No habría retorno, el rock empezaba a erigirse como la única música sólida y contundente para representar el devenir de los jóvenes argentinos.

Por supuesto, luego del éxito de su primera edición, B.A.Rock contó con dos ediciones más en los setenta. La primera se realizó durante los cinco sábados del mes de noviembre de 1971 en el Velódromo Municipal, desde las 13.30 hasta la puesta del sol. En esta segunda edición del Festival, la cantidad de bandas desconocidas superó a las ya consagradas. Esta fue, sin dudas, una propuesta interesante por parte de Ripoll, que abrió las puertas a bandas que hasta el momento de pisar el escenario no tenían en sus espaldas una historia que los avalase. Pero de eso se trataba el B.A.Rock: hacer trascender a jóvenes músicos de talento carentes de oportunidades de mostrar su arte. Si bien algunos quedaron a mitad de camino como Bang, Lágrimas (de Rosario, con el futuro El Reloj, Eduardo Frezza), Homus o La Cría Rockal, entre los varios que animaron esas tardes soleadas también estuvieron Pedro y Pablo, Alma y Vida, Arco Iris, Litto Nebbia, Vox Dei, Moris, Héctor Starc Trio, Raúl Porchetto y el dúo acústico Miguel y Eugenio - con la misma propuesta de los ya consagrados Pedro y Pablo. Como novedad también participaron bandas del exterior como Spirit of John Morgan (Inglaterra), Fabio (Brasil); y los uruguayos Tótem (con Rubén Rada en voz y percusión), Psiglo (con el futuro Crucis, Gonzalo Farrugia en batería) y Opus Alpha. Pero la perla del festival resultó ser un jovencísimo y carismático guitarrista de Santa Fe: León Gieco, apadrinado por Gustavo Santaolalla, amigo y su profesor  de guitarra, quien también subió al escenario del festival con su banda Arco Iris.

LA LEYENDA PLASMADA EN CELULOIDE

Luego, el tercer B.A.Rock se llevó adelante en septiembre de 1972, el mismo mes en que Perón hizo su primer regreso a la Argentina después de diecisiete años de exilio. Esta edición del Festival se realizó en la cancha auxiliar del club Argentinos Juniors. En esta oportunidad fueron de la partida León Gieco, Raúl Porchetto, Litto Nebbia (acompañado por Domingo Cura), Pappo´s Blues, Color Humano, Vox Dei, Arco Iris, Pappo´s Blues, La Pesada del Rock n´Roll, Gabriela, Piel de Pueblo, Escarcha, Orion´s Beethoven, Porchetto, además de bandas del interior del país como La Pequeña Banda Tricupa de Tucumán, Cadenas de Rosario, Virgem de Santa Fe, y las bandas uruguayas Días de Blues y Psiglo. Por supuesto, hay que destacar el debut de Sui Generis, un dúo de dos chicos de Caballito que eran promovidos por la sabia muñeca de esa sociedad formada por Billy Bond y Jorge Álvarez.  Aunque aún no habían terminado de grabar su primer álbum, Vida, Charly García y Nito Mestre hicieron su primera actuación ante un público masivo. Y aunque cierto público rockero ortodoxo no les dio mucha pelota, tildándolos de “blandos”, hubo bastante público que les aventuró un fructífero porvenir.

Sin embargo, lo más importante de este tercer B.A.Rock –último de la década del 70- es la llegada de estos artistas a la pantalla grande con la filmación de varias de las actuaciones que quedarían inmortalizadas en el film Rock Hasta que se Ponga el Sol, dirigido por Aníbal Uset y estrenado a principios de 1973.

NUEVA DÉCADA, NUEVAS GUERRAS Y PERSPECTIVAS

Tendría que pasar una década para que nuevas generaciones de jóvenes y músicos se reúnan en un festival de tamaña envergadura y eso terminaría ocurriendo a fines de 1982, pocos meses después de la Guerra de Malvinas. En esta oportunidad el evento tuvo lugar en la cancha de hockey de Obras Sanitarias, en donde durante cuatro semanas actuaron 40 grupos, que fueron vistos por 40 mil personas. Era el encuentro de dos generaciones de público y artistas, algo que generó discrepancias entre los presentes. Ya se venía el recambio de nombres con el advenimiento de nuevos artistas y propuestas que se querían renovar un rock nacional al que venían anquilosados, luego de tanta represión dictatorial y censura. Y por supuesto, todo cambio produce un choque generacional y el B.A.Rock 82 no fue una excepción a la regla. Esto se vio bien clarito cuando subieron a tocar Los Encargados, la propuesta de pop electrónico de Daniel Melero, quienes debieron ser asistidos por los paramédicos debido a los monedazos que se ligaron de la irascible tribu hippie; o los V-8, que desafiaban con su heavy metal a este público hostil e intransigente. Estas eran dos propuestas de música totalmente antagónicas, pero que formaban parte de la sangre nueva de este rock de los ochenta, y que no contaron con el apoyo de un público aun conservador, que esperaba a los viejos dinosaurios del rock autóctono.

Aun se recuerdan aquellas tardes calurosas y primaverales del 82, cuando los dueños del escenario fueron David Lebón , haciendo una memorable versión de “Despiértate nena”, de Pescado Rabioso, junto a su amigo Héctor Starc ; o Pappo, que arrasó con su nuevo grupo Riff, en donde brilló ese look de cueros, tachas y cadenas, hasta el momento desconocidas, para deleite del aun escaso público metalero; además de un brillante Luis Alberto Spinetta, comandando con sutileza su grupo Spinetta Jade; además de sendas actuaciones de Memphis la Blusera, La Torre, Aucán, Los Abuelos de la Nada, Alejandro Lerner y La Magia, Demo y Púrpura. Este B.A.Rock también fue filmado para la película Buenos Aires Rock, dirigida por Héctor Olivera y estrenada a principios de 1983.

Por supuesto, no todos comulgaban con las “buenas ondas” del manso y tranquilo Piero, y su set acústico junto a Raúl Porchetto, en donde no faltaron flores a granel para deleite de la tribu hipona local. Por allí también desfiló  un desconocido joven Ricardo Iorio, a la sazón el bajista y uno de los líderes de V-8, quien quedaría inmortalizado despotricando no solo del evento, sino también peleándose con quien se le cruzase  en su camino. Y es que el músico metalero estaba sumamente irritado por el ambiente hippie reinante en el festival, señalando que todo eso era una la farsa, mientras se torturaba y mataba en centros de detención clandestina, como la ESMA, a menos de doscientos metros del estadio de Obras.

LA VUELTA EN PLENO SIGLO XXI

Han pasado más de 45 años del primer B.A.Rock. Por supuesto, ha corrido mucha agua bajo el puente, algunos pioneros ya no están con nosotros, otros continúan como dignos exponentes de nuestro rock, esa música que ya no es under sino que ahora mueve innumerables intereses comerciales y auspicios. Incluso el público, las tribus rockeras actuales están en las antípodas de aquellas pequeñas audiencias de los primeros años setenta. 

Sin embargo, el pasado lunes 5 de diciembre se llevó a cabo el anuncio de la presentación oficial del B.A.Rock 2017, la primera edición en 35 años, nada menos. Esta conferencia de prensa, encabezada por el mismísimo Daniel Ripoll se llevó a cabo en La Trastienda, en el porteñísimo barrio de San Telmo. Allí se hicieron presentes innumerables músicos y periodistas del rock vernáculo. Y es que la expectativa era y es mucha, ¡volvía el B.A.Rock!

Quizás por eso, cuando Ripoll subió al escenario junto a su equipo, el aire se cortaba con una hoja, el silencio era manifiesto y no volaba ni una mosca en el recinto. Por fin, el legendario pionero del periodismo rockero abrió la conferencia y manifestó sentirse muy orgulloso de contar con un excelente grupo humano que lo ayudará a llevar adelante este quinto B.A.Rock, que tendrá como sede el estadio Malvinas Argentinas, durante el mes de octubre del año que viene.

Si bien la grilla de las bandas a presentarse aún no ha trascendido –en gran parte, debido al hermetismo de quienes conforman la organización-, el fundador de la Pelo aseguró que este nuevo B.A.Rock tendrá la misma esencia, el mismo espíritu de los anteriores: “Todos aquellos que han tenido la posibilidad de haber vivido esa maravillosa experiencia, saben bien de que se trata”.

En en 82 hasta hubo un elefante. ¿Y ahora?
Ripoll confirmó que todavía no hay ningún artista confirmado para la grilla del Festival, aunque, señaló, “tenemos tiempo y vamos a armar una programación con buen gusto, porque B.A.Rock siempre fue un festival selectivo y no acumulativo. Nosotros elegíamos a los grupos que creíamos que ese año tenían que estar presentes porque expresaban el aire del momento y ahora vamos a hacer lo mismo".

Entre los otros organizadores del evento que tomó la palabra en La Trastienda, se destacó la figura del mítico disk jockey Alejandro Pont Lezica, actual productor artístico de B.A.Rock, quien agregó: "Queremos que estén todos: los históricos, los de hoy y los que vienen. De ninguna manera va a ser un festival de la nostalgia sino una fotografía del presente del rock argentino, dándole lugar a los que nos permitieron llegar hasta acá y a los protagonistas de hoy”. 

Patricio Fernández Abregu



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