Vuelve
B.A.Rock, la leyenda viva de nuestra música joven. El festival que cambió y
empezó a forjar la historia del rock argentino con sus cuatro ediciones entre
1970 y 1982. Ya fue confirmada la realización del evento por el mítico fundador
de la revista Pelo, Daniel Ripoll, quien también lideró la organización de las
ediciones anteriores. En principio,
según se dijo en la multitudinaria conferencia de prensa llevada a cabo en La
Trastienda por la comisión organizadora del mismo, la quinta edición del evento
se realizará a lo largo de cuatro días durante la primera quincena de octubre
de 2017, en los predios aledaños al estadio Malvinas Argentinas, y contará con
un escenario principal y dos alternativos. Habrá que armarse de paciencia para
volver disfrutar de este festival multitudinario en donde no solo regresa con
todo la fuerza del rock con un bagaje de cinco décadas sino que también supone
–nada menos que- el primer B.A.Rock bajo un gobierno democrático.
CUANDO TODO ERA NADA…
En
1970, el incipiente rock argentino gozaba de buena salud gracias a un joven
puñado de acérrimos seguidores, dispuestos a
bancar a capa y espada las propuestas de una nueva generación de
artistas. Este público veía en estos grupos y solistas el reflejo de un cambio,
que si bien era reciente contaba con todas las armas para combatir el
establishment del mercado musical de la época. Pero su mayor oponente fue la
dictadura de Onganía. No obstante, el accionar represivo de este régimen no
logró su cometido, que era el exterminio de un género musical que según ellos
violaba los principios morales de la familia argentina, occidental y cristiana.
Las autoridades gubernamentales, una y otra vez, impedían que se llevaran a
cabo festivales de rock, porque desde su óptica propiciaban el consumo de drogas,
el sexo desenfrenado (por fuera del sacro y santo matrimonio) y demás malos hábitos que contradecían así la tan mentada moral nacionalista católica,
resumida en instituciones muchas veces tan vituperadas como la patria y la familia.
Pero
ya en ese año 70 en donde agoniza el onganiato luego del Cordobazo de 1969 y
del secuestro y posterior ejecución del general Aramburu por Montoneros, en
mayo del 70; pero antes de eso se produce un hecho significativo que será muy importante para el
incipiente movimiento de rock argentino, que contaba con tan solo un lustro de
existencia, cuando en febrero nace la revista más constante en difusión del
quehacer rockero del momento: Pelo. Fundada por un joven periodista llamado Osvaldo
Daniel Ripoll, que venía de ser secretario de redacción de la Pinap,
publicación en donde aún convivían los nuevos artistas rock con otras
expresiones vinculadas al beat adolescente y complaciente.
Lo
que cambia radicalmente con el advenimiento de la Pelo es que -desde el primer
número de la revista- el medio que contó con la aceptación de los músicos y el
público, que había estado esperando impacientemente la salida del primer medio
abocado por entero a la cultura rock. Pelo resultó ser en aquellos primeros
años el ABC de lo nuevo que se iba cocinado en cada sala de ensayo, en cada
teatro o discográfica que se aventuraba a hacer de estos irreverentes un
producto rentable. Ya fuera el anuncio del primer disco de La Pesada del Rock n´Roll,
liderada por Billy Bond, la presentación
en vivo del primer trabajo de Arco Iris, en una sala porteña; o una amplia nota
a los miembros de Vox Dei, anunciando su inminente álbum basado en La Biblia. Todas
y cada una de esas notas fueron devoradas por adolescentes lectores, ávidos de información
rockera.
Pero
claro nada superaría a la estupenda noticia publicada a mediados de 1970, que
anticipaba que en el mes de noviembre se llevaría a cabo un mega festival al
aire libre bautizado como B.A.Rock. Algo así como el “Woodstock argentino”. La
flamante buena nueva despertó a un malón de eufóricos jóvenes comprometidos con
la causa que deseaban una Buenos Aires más rockera y eléctrica.
Justamente,
los afiches de este primer festival, que se llevaría a cabo en el Velódromo de la Ciudad de Buenos Aires, anunciaban
que el 7 de noviembre iban a tocar Moris y Alma y Vida. Luego, el 11 de noviembre,
Los Mentales, Contraluz y una troupe de músicos de la ciudad de La Plata que se
hacían llamar La Cofradía de la Flor Solar, quienes terminarían deslumbrando
con su propuesta psicodélica. Las fechas siguientes contaban con una grilla ya más
consolidada en los escenarios porteños: el 14, 21 y 28 de noviembre pasaron por el B.A.Rock
Pappo, Engranaje, Vox Dei, Manal, Miguel Abuelo, Almendra, Arco Iris, La Barra
de Chocolate, Los Gatos y otros tantos músicos que convocaron durante todo el
mes unas 30.000 personas, para escuchar a tres solistas y nada menos que 31
conjuntos. Una cantidad más que considerada para la época, teniendo en cuenta
la aún escasa difusión del género. Según cuenta Miguel Grinberg en su magnífico
libro Como Vino la Mano, “un
incidente del último día ilustra el clima imperante entre el público. Cuando
Rodolfo Alchourrón, director del grupo Sanata y Clasificación, decidió invitar
como cantante al complaciente Carlos Bisso. Craso error: la lluvia de monedas
fue tremenda.” Ya no había terminó medio, o se estaba de un lado o del otro, o
se era rockero progresivo o seguidor de la música pop complaciente. No habría
retorno, el rock empezaba a erigirse como la única música sólida y contundente
para representar el devenir de los jóvenes argentinos.
Por
supuesto, luego del éxito de su primera edición, B.A.Rock contó con dos ediciones
más en los setenta. La primera se realizó durante los cinco sábados del mes de
noviembre de 1971 en el Velódromo Municipal, desde las 13.30 hasta la puesta
del sol. En esta segunda edición del Festival, la cantidad de bandas
desconocidas superó a las ya consagradas. Esta fue, sin dudas, una propuesta
interesante por parte de Ripoll, que abrió las puertas a bandas que hasta el
momento de pisar el escenario no tenían en sus espaldas una historia que los
avalase. Pero de eso se trataba el B.A.Rock: hacer trascender a jóvenes músicos de
talento carentes de oportunidades de mostrar su arte. Si bien algunos quedaron
a mitad de camino como Bang, Lágrimas (de Rosario, con el futuro El Reloj, Eduardo Frezza), Homus o La Cría Rockal, entre los varios que animaron esas
tardes soleadas también estuvieron Pedro y Pablo, Alma y Vida, Arco Iris, Litto
Nebbia, Vox Dei, Moris, Héctor Starc Trio, Raúl Porchetto y el dúo acústico Miguel
y Eugenio - con la misma propuesta de los ya consagrados Pedro y Pablo. Como
novedad también participaron bandas del exterior como Spirit of John Morgan
(Inglaterra), Fabio (Brasil); y los uruguayos Tótem (con Rubén Rada en voz y
percusión), Psiglo (con el futuro Crucis, Gonzalo Farrugia en batería) y Opus Alpha. Pero la perla del festival resultó ser un jovencísimo y
carismático guitarrista de Santa Fe: León Gieco, apadrinado por Gustavo
Santaolalla, amigo y su profesor de guitarra,
quien también subió al escenario del festival con su banda Arco Iris.
LA LEYENDA PLASMADA EN CELULOIDE
Luego,
el tercer B.A.Rock se llevó adelante en septiembre de 1972, el mismo mes en que
Perón hizo su primer regreso a la Argentina después de diecisiete años de
exilio. Esta edición del Festival se realizó en la cancha auxiliar del club
Argentinos Juniors. En esta oportunidad fueron de la partida León Gieco, Raúl
Porchetto, Litto Nebbia (acompañado por Domingo Cura), Pappo´s Blues, Color
Humano, Vox Dei, Arco Iris, Pappo´s Blues, La Pesada del Rock n´Roll, Gabriela,
Piel de Pueblo, Escarcha, Orion´s Beethoven, Porchetto, además de bandas del
interior del país como La Pequeña Banda Tricupa de Tucumán, Cadenas de Rosario,
Virgem de Santa Fe, y las bandas uruguayas Días de Blues y Psiglo. Por
supuesto, hay que destacar el debut de Sui Generis, un dúo de dos
chicos de Caballito que eran promovidos por la sabia muñeca de esa sociedad
formada por Billy Bond y Jorge Álvarez. Aunque
aún no habían terminado de grabar su primer álbum, Vida, Charly García y Nito
Mestre hicieron su primera actuación ante un público masivo. Y aunque cierto
público rockero ortodoxo no les dio mucha pelota, tildándolos de “blandos”, hubo
bastante público que les aventuró un fructífero porvenir.
Sin
embargo, lo más importante de este tercer B.A.Rock –último de la década del 70-
es la llegada de estos artistas a la pantalla grande con la filmación de varias
de las actuaciones que quedarían inmortalizadas en el film Rock Hasta que se
Ponga el Sol, dirigido por Aníbal Uset y estrenado a principios de 1973.
NUEVA DÉCADA, NUEVAS GUERRAS Y
PERSPECTIVAS
Tendría
que pasar una década para que nuevas generaciones de jóvenes y músicos se
reúnan en un festival de tamaña envergadura y eso terminaría ocurriendo a fines
de 1982, pocos meses después de la Guerra de Malvinas. En esta oportunidad el
evento tuvo lugar en la cancha de hockey de Obras Sanitarias, en donde durante
cuatro semanas actuaron 40 grupos, que fueron vistos por 40 mil personas. Era
el encuentro de dos generaciones de público y artistas, algo que generó
discrepancias entre los presentes. Ya se venía el recambio de nombres con el
advenimiento de nuevos artistas y propuestas que se querían renovar un rock
nacional al que venían anquilosados, luego de tanta represión dictatorial y
censura. Y por supuesto, todo cambio produce un choque generacional y el B.A.Rock
82 no fue una excepción a la regla. Esto se vio bien clarito cuando subieron a
tocar Los Encargados, la propuesta de pop electrónico de Daniel Melero, quienes
debieron ser asistidos por los paramédicos debido a los monedazos que se
ligaron de la irascible tribu hippie; o los V-8, que desafiaban con su heavy
metal a este público hostil e intransigente. Estas eran dos propuestas de
música totalmente antagónicas, pero que formaban parte de la sangre nueva de
este rock de los ochenta, y que no contaron con el apoyo de un público aun
conservador, que esperaba a los viejos dinosaurios del rock autóctono.
Aun
se recuerdan aquellas tardes calurosas y primaverales del 82, cuando los dueños
del escenario fueron David Lebón , haciendo una memorable versión de
“Despiértate nena”, de Pescado Rabioso,
junto a su amigo Héctor Starc ; o Pappo, que arrasó con su nuevo grupo Riff, en
donde brilló ese look de cueros, tachas y cadenas, hasta el momento desconocidas,
para deleite del aun escaso público metalero; además de un brillante Luis
Alberto Spinetta, comandando con sutileza su grupo Spinetta Jade; además de
sendas actuaciones de Memphis la Blusera, La Torre, Aucán, Los Abuelos de la
Nada, Alejandro Lerner y La Magia, Demo y Púrpura. Este B.A.Rock también fue
filmado para la película Buenos Aires Rock, dirigida por Héctor Olivera y
estrenada a principios de 1983.
Por
supuesto, no todos comulgaban con las “buenas ondas” del manso y tranquilo
Piero, y su set acústico junto a Raúl Porchetto, en donde no faltaron flores a
granel para deleite de la tribu hipona local. Por allí también desfiló un desconocido joven Ricardo Iorio, a la sazón
el bajista y uno de los líderes de V-8, quien quedaría inmortalizado
despotricando no solo del evento, sino también peleándose con quien se le
cruzase en su camino. Y es que el músico
metalero estaba sumamente irritado por el ambiente hippie reinante en el
festival, señalando que todo eso era una la farsa, mientras se torturaba y
mataba en centros de detención clandestina, como la ESMA, a menos de doscientos
metros del estadio de Obras.
LA VUELTA EN PLENO SIGLO XXI
Han
pasado más de 45 años del primer B.A.Rock. Por supuesto, ha corrido mucha agua
bajo el puente, algunos pioneros ya no están con nosotros, otros continúan como
dignos exponentes de nuestro rock, esa música que ya no es under sino que ahora
mueve innumerables intereses comerciales y auspicios. Incluso el público, las
tribus rockeras actuales están en las antípodas de aquellas pequeñas audiencias
de los primeros años setenta.
Sin
embargo, el pasado lunes 5 de diciembre se llevó a cabo el anuncio de la presentación oficial
del B.A.Rock 2017, la primera edición en 35 años, nada menos. Esta conferencia
de prensa, encabezada por el mismísimo Daniel Ripoll se llevó a cabo en La
Trastienda, en el porteñísimo barrio de San Telmo. Allí se hicieron presentes
innumerables músicos y periodistas del rock vernáculo. Y es que la expectativa
era y es mucha, ¡volvía el B.A.Rock!
Quizás
por eso, cuando Ripoll subió al escenario junto a su equipo, el aire se cortaba
con una hoja, el silencio era manifiesto y no volaba ni una mosca en el
recinto. Por fin, el legendario pionero del periodismo rockero abrió la
conferencia y manifestó sentirse muy orgulloso de contar con un excelente grupo
humano que lo ayudará a llevar adelante este quinto B.A.Rock, que tendrá como
sede el estadio Malvinas Argentinas, durante el mes de octubre del año que
viene.
Si
bien la grilla de las bandas a presentarse aún no ha trascendido –en gran
parte, debido al hermetismo de quienes conforman la organización-, el fundador
de la Pelo aseguró que este nuevo B.A.Rock tendrá la misma esencia, el mismo
espíritu de los anteriores: “Todos aquellos que han tenido la posibilidad de
haber vivido esa maravillosa experiencia, saben bien de que se trata”.
En en 82 hasta hubo un elefante. ¿Y ahora? |
Ripoll
confirmó que todavía no hay ningún artista confirmado para la grilla del
Festival, aunque, señaló, “tenemos tiempo y vamos a armar una programación con
buen gusto, porque B.A.Rock siempre fue un festival selectivo y no acumulativo.
Nosotros elegíamos a los grupos que creíamos que ese año tenían que estar
presentes porque expresaban el aire del momento y ahora vamos a hacer lo
mismo".
Entre
los otros organizadores del evento que tomó la palabra en La Trastienda, se
destacó la figura del mítico disk jockey Alejandro Pont Lezica, actual productor
artístico de B.A.Rock, quien agregó: "Queremos que estén todos: los históricos,
los de hoy y los que vienen. De ninguna manera va a ser un festival de la
nostalgia sino una fotografía del presente del rock argentino, dándole lugar a
los que nos permitieron llegar hasta acá y a los protagonistas de hoy”.
Patricio Fernández Abregu
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