Ácido Canario
es un grupo multifacético comandado por Zelmar
Garín, que en cada disco lleva a cabo distintas
experiencias, desde tocar canciones, improvisar o realizar performances. Cada
dos años aproximadamente cambia la formación, la música y el concepto sonoro.
Desde
sus comienzos en 2007 en formato de dúo junto a Nahuel
Creche, hasta su última formación en cuarteto pasando por un trio,
quinteto y sexteto. Ácido Canario trabaja con materiales nuevos, viejos,
destruidos y reciclados. Composiciones que derivan a lugares insospechados,
paredes de ruidismo, paisajes sonoros que van de lo kitsch a la desolación,
colchones austeros de sonido pero con raíz en estos suelos también. Canciones
de formación mutante dibujan preguntas en el espectador, quedando las
respuestas en un viaje hacia la duda de su propia existencia. Llevan grabados
ocho discos desde 2008, un ep y dos singles (uno a pedido de Daniel Melingo) todos editados por Noseso Records. Su propuesta ha sido
recomendada por artistas consagrados como el propio Melingo, Andrea Prodan, Carlos Alonso y Diego Capusotto. El último álbum, disponible
en todas las plataformas digitales, se llama Volumen 8: Encuentra tu forma y fue lanzado en 2024.
En esta nota que hoy les presentamos, Zelmar Garín (compositor, multiinstrumentista y factótum del sello artesanal de rock experimental Noseso Records) nos cuenta todo acerca de esta última producción de Ácido Canario. Un disco que contó con la participación del propio Zelmar en batería y voz; su hermano Waldemar Garín en guitarra, Matías Díaz en bajo y Nahuel Creche también en guitarra.
ENTREVISTA> ¿Cómo fue el proceso de creación de este octavo disco de Ácido Canario?
Tuvo
un proceso larguísimo. Lo terminamos el año pasado y enseguida fue editado.
¿Cómo
lo craneaste? ¿Cómo se grabó y de dónde vienen estas composiciones?
En
Ácido Canario cada dos o tres años cambiamos las formaciones. Cuando estaba
haciendo el disco de la pandemia en 2021, nos juntamos para formar una banda
que pudiera presentar ese proyecto. Fue una banda grande en la que tocó hasta
mi sobrino, mi hermana, mi hermano, Nahuel y Matías. Gisela Peláez, mi pareja, hizo unos cortos, hizo un videoclip y
tocó el violín en dos temas. Yo tenía una idea clara: En todos los demás
proyectos de Ácido nunca toqué la batería, siempre estuve como guitarrista y
cantante, entonces le dije a Nahuel que él tocara la guitarra y yo tocaba la
batería. Así empecé a pensar las nuevas canciones desde la batería. Eso es algo
relativamente nuevo para mí.
¿Cómo se grabó el disco?
Lo
grabamos en Estudio Casa, que es la casa de Charly Acconcia, en donde grabamos casi todo. La grabación la
pensamos casi en vivo. Es un disco bastante en vivo, está grabado todo en una
pieza, una especie de salón que tiene Charly en la casa, con divisores, como un
estudio profesional. Pero, en las tomas de las guitarras, la batería y el bajo,
casi no hay pinchadas, y hay muy pocas sobre grabaciones, que era mi idea: que
sonara como los discos de antes. No es que el disco tenga un sonido vintage,
aunque siempre haya un eco de eso, pero sí que no tenga esa cuota artificial o
de laboratorio que abunda ahora. Y aparte porque a los chicos; mi hermano, Matías
y Nahuel los conozco hace muchos años. Hemos construido un código de la forma
de tocar, de plantear la música; y me parecía que correspondía para la música que
estábamos armando ahora que el disco sea de esa forma.
¿Las
influencias musicales de este disco por dónde van?
Me
parece que fue una decantación de una forma de encarar la música. No es que los
últimos cinco o seis años estuve copado con algo en particular sino que van
sucediéndome cosas. Yo estoy todo el tiempo en contacto con discos, con música,
con archivos sonoros. También voy a escuchar bandas y solistas de diferentes
estilos y géneros, porque estoy tocando continuamente. Todo el tiempo escucho
artistas que van desde la música experimental hasta la canción más despojada,
pasando por el punk; a todo eso sumale que trabajo en un instituto con archivos
sonoros y vengo escuchando tangos del año 1906… Por ejemplo, el tango con el que
empieza este nuevo disco de Ácido Canario (“El pensamiento”) siempre me gustó.
Yo tengo el disco original de 1913. Los tipos tocan ahí con una impronta del
tango de la guardia vieja, que está más arraigada a lo que podría ser la murga
porteña que a lo que después fue el tango de la década del 40. Porque tiene un
constante acompañamiento de una guitarra afinada en un tono más grave, con
formas rítmicas de las frases muy negras… Después me enteré que el chabón que
había hecho este tango vivía a tres, cuatro cuadras de donde vivía hasta hace
poco, en La Boca. Así que con mi hermano, también fanático de ese tango, lo
llevamos al terreno de la murga, el rock, el free y el tango mismo. Me parece
también que en nuestro rock, tal vez por pudor o estigmatización, siempre se
valorizó solo la figura de Piazzolla,
todo lo demás no. Se entiende por la cuestión generacional, ¿no? Pero, salvo en
la adolescencia, a mí siempre me atrajo más ese primer tango que el tango de
Piazzolla. Soy fanático de Gardel y
me encantan todas esas cosas que están relacionadas con el carnaval, que es
algo que siempre he investigado y que me une muchas veces a proyectos
vinculados a la murga argentina. Por eso pienso que esto son decantaciones, algo
que siempre estuvo pero ahora lo llevamos a cabo adentro de la banda, lo cual
es nuevo y me encanta como quedó. Porque armábamos los ritmos de la murga en la
batería con chatarra, también con fuzzes. Por ejemplo, el bajo en un momento
hace la melodía y le pone distorsión, y así como están encaradas las bases, el
canyengue que tiene eso está bastante laburado, en vivo es súper divertido.
Después sigue “Presentación, Volumen 8”, ¿ese tema cómo lo hicieron?
En
todos los discos aparece la voz del canario, tirando alguna línea. En este tema
hay una nota pedal, porque yo toco un cuenco que da una nota, un sonido continuo
de Si Bemol. Aproveché eso y laburamos a partir de la micro tonalidad. Las
cuerdas de la guitarra le dan con un slide al Si Bemol pero se van desplazando
milimétricamente. Así armé una estructura libre, sin pulso, con una armonía
libre, en donde hago cosas más ambientales… Cuando la tocamos en vivo,
intercepto el espacio… Tiene toda una estructura que es por tiempo. Después
tiene un desarrollo rítmico, totalmente separado de lo que ocurre con las
cuerdas, con la guitarras y con el bajo, y en un momento se unen y van a la
canción siguiente que es “Encuentra tu forma”, la que le da nombre al disco.
¿Por qué el título “Encuentra tu forma”?
Es
un poco lo que dice al final: “Hoy traje sorpresas, tiempo de soñar, buscando
la aurora. Hoy trata de buscar, siempre hay un lugar para tu sombra. Hoy, bajo
la sombra, sueña algo real, encuentra tu forma…” Es un poco lo que nos pasa a
todos, en mi caso también siendo músico: Encontrar el lugar propio en el tiempo
actual. Encontrar la forma para lo que vos viniste a este mundo. La canción en
sí tiene una batería que va en 2/4, pero el riff está en 3/4. Entonces, todo el
tiempo se van chocando los acentos rítmicos y yo juego con eso mientras canto
la melodía. Joder con los acentos es algo que me gusta bastante… El tema es
medio folclórico y milonguero, si analizás lo que hacen las guitarras. Es como
si fuera un valsecito con una batería que va en 2/4. Eso viene de otras músicas
ligadas a lo que hacía, por ejemplo, Captain
Beefheart, o mismo el folklore.
De
ahí saltamos a “Salamanca virtual”…
Ese
debe ser el tema más folclórico del disco. Es una especie de zamba, chacarera
psicodélica… Creo que es uno de los mejores temas del disco, me gusta mucho la
armonía que tiene. El título hace referencia a la leyenda esa de ir caminando
por Santiago del Estero y supuestamente hay en un lugar una especie de cueva
que es el infierno. Eso está muy bien retratado en Nazareno Cruz y el Lobo, la película de Leonardo Favio. Un poco es ese espíritu. En realidad, el tema
también habla sobre los desaparecidos, en una parte que se pone más serio y se
queda sin ritmo, habla un poco de las voces de los olvidados. También somos
todos los que no tenemos oportunidades de poder expresarnos y hacer sentir
nuestra voz. Es algo onírico sobre alguien que entra a la salamanca. También se
llama “Salamanca virtual” porque está todo lo que tiene que ver con la
virtualidad que todo el tiempo te chupa, te pone como cosas urgentes a
cuestiones que en realidad no son importantes. Toda esa mezcolanza forma parte de
la canción.
¿Cuál sería el concepto que sobrevuela el disco?
Lo
primero que aparece es una unión de sonidos, un bloque, ya que, excepto el
último tema, está todo grabado en vivo; y el concepto es el de siempre:
encontrarse a uno mismo dentro de algo que te quiere proponer la música. En
este caso hay mucho relevamiento de nuestras raíces musicales. Por eso está la
murga, que es un ritmo totalmente marginal; la guardia vieja y los tangueros de
esa época, que es algo tampoco muy valorado; las raíces de nuestro rock vinculadas
a tocar en vivo de las décadas de los 60 a los 90, incluso hay cosas medias
sónicas en el disco. Incluye todo lo que el rock no revisitó por prejuicio.
Hubo una chispa en los 70 y otra en los 80, pero hay un prejuicio tan grande
con lo que tiene que ver con el folklore y el tango que me parece que hoy los
grupos cada vez suenan menos argentinos, y me parece que eso no está bueno.
“Falsa libertad, carnet de gil” también había salido como single, ¿no?
Eso
fue lo primero que sacamos. Está dedicado al personaje gorila típico argentino
que nos llevó en cierta forma al gobierno que tenemos ahora. También está esa
cosa típica de estar remarcándole al otro permanentemente sus errores y no
poder vivir el ahora y ver lo bueno que tenemos. La cosa empática, ¿no? Hay
mucha gente que solo puede mirarse el ombligo. Es un “ego-trip” bastante pesado
que cunde mucho en las redes sociales también.
¿Cuál es el mensaje de “Mersa”?
Le
puse “Mersa” porque es una canción de amor. Empieza con dos tonos típicos,
medios calipsos, de las canciones románticas de los años 50, 60… Básicamente,
habla de un desengaño amoroso. Lo que me gusta mucho del tema es que hicimos
una especie de contrapunto milonguero con las guitarras, tocando en terceras,
con unos fuzzes súper comprimidos que junto a la batería y el bajo le dan un
arreglo que me encanta. Es una situación milonguera que no deja de ser una
balada.
De ahí saltamos a “Promiscuo”…
Ese
tema tiene dos partes, pero está todo arreglado con el ritmo de murga porteña
con una armonía bastante rara, con una letra bastante onírica que habla de
alguien que está pasando por unos periodos medios raros en donde le van sucediendo
distintas situaciones y termina con una especie de vals, medio jazzeado, con un
gran solo de Waldemar, que por la forma en que está tocado me hace acordar a
algunas cosas de Invisible. Me parece
una canción súper emotiva y tiene un ritmo que está poco trabajado en nuestro
rock, en nuestra música popular.
De
“Ermitaño”, ¿qué nos podés decir?
Es
un tema con sus dotes de humor, con una letra bastante azarosa, tiene bastante
de eso que ahora llaman “indie”, entre la Velvet
Underground y Sonic Youth, una
de las guitarras tiene las dos cuerdas afinadas en Si, lo que le da una especie
de chorus medio raro… Es un tema en
donde parece que está sonando siempre lo mismo pero no… El disco, en sí, está
pensado para ser tocado en vivo, porque es un tema que dejamos para el final y
en el concierto también lo tocamos al final de los shows. Es un tema que
redondea el clímax de cómo se toca en vivo. La letra es azarosa. Yo suelo
tirarme el Tarot, me gusta como disparador de cosas, para pensar y relacionar imágenes
con preguntas que me surgen… Estaban por venir los chicos y casi no había hecho
nada del tema y le pregunté al Tarot sobre que tenía que hablar y salió la
figura del Ermitaño, que es un señor anciano que alza una lámpara y se alumbra
el camino. De eso habla la letra…
La misma figura que aparece en The Song Remains The Same, la película de Led Zeppelin…
Claro,
mismo en el Volumen 4 de Led Zeppelin, cuando abrís el vinilo
está la figura. Bueno, [Jimmy] Page es bastante brujito, como sabés…
Sí, estaba ahí siguiendo a Aleister Crowley y demás…
Sí,
se compró la mansión que había sido de Crowley.
Bueno en ese disco, si te fijas en la parte muerta del vinilo, hay una frase de
Crowley: “Haz lo que tú quieras…” Bueno, Crowley también aparece entre las
figuras de las tapas de Sgt. Pepper´s,
¿no? Pero bueno, siempre se lo pone como algo diabólico y todo eso, pero para
mí es un instrumento para trabajar el inconsciente y un poco habla de eso la canción
“Ermitaño”.
¿De qué trata “EMAÚS”?
EMAÚS
es como El Ejército de Salvación. Al EMAÚS lo inventó un cura francés. Es un
lugar en donde la gente dona cosas, de las cuales, cuando son vendidas una
parte de los ingresos sirve para pagarle a los empleados y otra para hacer
donaciones. La gente rica hace años que les dona cosas al EMAÚS, que tiene
sucursales en todo el mundo. El tema en sí es autobiográfico, en mi caso,
porque una de las centrales de EMAÚS está en Isidro Casanova y ahí empecé a ir
desde chico a comprar discos y otras cosas. Yo trabajaba toda la tarde con mi
madre y unos hippies enrollando cositas de cerámica para hacer collares y con
lo que me pagaban me iba al EMAÚS a comprarme discos, libros y ropa. Parte de
mi cultura viene de cosas que compré ahí, aún sigo yendo. Para mí es un lugar mágico,
que me da materia espiritual, una comida espiritual. El tema es una especie de chámame,
con un arreglo de guitarra a lo Zitarrosa.
El
disco se cierra con “Forma deforme”, que es otra declaración de principios…
Sí,
así cerramos siempre los discos, con la última palabra del Canario. Con este
disco se cierra una etapa, porque costó mucho trabajo el tocarlo, aparte uno va
creciendo y juntarse con los amigos cada vez se hace más difícil. Estamos lejos
entre nosotros, con compromisos varios y demás… Además, con Ácido Canario la
pasamos bárbaro tocando, pero no ganamos dinero, por lo cual el proyecto se
hace muy cuesta arriba.
¿Por qué?
La
profesión del músico se ha ido bastardeando desde hace muchos años. También lo
que pasa en Buenos Aires es que hay una oferta cultural muy zarpada, y en el micro
mundo de Capital Federal tenés muchos conciertos a la vez. Ya no estamos hablando
de los 60 o principios de los 70 en donde había diez bandas de rock. Ahora
levantás una baldosa y hay cinco bandas de rock, y hay mucha gente que toca por
hobby. También hay mucha gente que toca covers y todos tienen una banda de rock
paralela… Eso está bien, pero, por ejemplo, nosotros fuimos a Europa en septiembre
de 2023 con Los Peyotes y ahí me di
cuenta de que, al ser más cortas las distancias entre los diferentes pueblos, uno
puede armarse un circuito para tocar. Acá tenemos Buenos Aires, algunos lugares
fuera de la Capital, en provincia; y en las demás provincias tenés para tocar Rosario,
Córdoba y no mucho más. Entonces, la oferta es bastante chica. También hay una sobrepoblación
de proyectos y de cosas. Acá, a diferencia de Europa, se armó una cultura de
que las entradas a los shows están muy baratas porque no hay plata. En Europa,
cualquier ticket de una banda chica o semi chica sale lo que equivale a tres
cervezas, ¿viste? Que es lo que históricamente costó. Y acá tenés que una
entrada a un show equivale a lo que sale una birra, entonces se hace muy difícil.
Imaginate lo que es la repartija de la plata cuando son tres bandas, a lo que
hay que descontar lo que se queda el bolichero y con lo que te tenés que pagar
el flete o los costos para mover los instrumentos… Ósea, lo que es el under o
los conciertos más a pulmón, se hace muy cuesta arriba. Además, por más que
mucha gente te pague la entrada cuando tocás, hay una cultura malísima instalada
en la que hay un montón de tipos que directamente te manguean la entrada todo
el tiempo y después, como la entrada está muy barata los números no cierran
nunca. Eso acá está impuesto, porque después si ponés la entrada a 20 lucas,
por decir algo, después no va nadie. Estamos todos en la misma. En Europa hay
más lugares, un circuito más organizado para tocar y la gente sale todos los días.
Por otro lado en lo que es difusión de lo que hacés, en los últimos diez años cambiaron
mucho las reglas de juego. Cuando vos querés presentar tus trabajos, no hay
gente que haga prensa en forma tradicional, cambió todo el lenguaje, la
llegada. Y aparte nosotros no tenemos el aval… Los avales para las músicas nuevas
están en otro lado. Ahora se habla todo el tiempo de la música urbana y demás,
todo está copado por eso; hubo un recambio y eso hace que los grupos de rock
under no estemos en la mira. O sos un recontra clásico o estás en otro mambo o
sos un mediático… Esa es la única forma de estar nuevamente en esos canales de difusión.
¿Cuáles
son los proyectos de Ácido Canario?
Ahora
se vienen dos fechas en vivo para despedir el disco. Una en Montevideo, Uruguay,
el sábado 3 de mayo, que compartimos con el amigo Fer Henry que tiene una banda llamada Cuarzo junto a otras dos músicas; y otra banda llamada María y los Aviones Amarillos. Ambas
bandas son del under uruguayo y es muy interesante lo que hacen. Para
finalizar, el 16 de mayo tocamos en Roseti con [Guillermo] Piccolini, un
verdadero prócer, y Amalgama, que es
un trío muy joven de muchachas que hacen un indie dark muy copado e interesante.
Emiliano Acevedo