lunes, 29 de octubre de 2018

LULA BERTOLDI: "Una buena chacarera tiene más potencia que cualquier riff de guitarra..."


Érase una vez en Córdoba, cuando Lula Bertoldi (voz y guitarra), Brenda Martin (bajo y voces) y Gabriel Pedernera (batería y voces) formaron Eruca Sativa. Diez años y cinco álbumes más tarde, estos músicos siguen unidos por la química y la electricidad que han logrado dar a algunas de las composiciones más significativas de la escena actual, dotando al rock que ejecutan de una frescura, potencia y eclecticismo que ya lleva tiempo llamando la atención de público y crítica por todo el país y en el extranjero. Su último disco, Barro y Fauna (2016), fue considerado por muchos como uno de los mejores álbumes de los últimos años y nos deja expectantes acerca de que nos ofrecerán en el futuro. Y es que, sin permanecer aferrados a anteriores esquemas, la obra de Eruca Sativa no deja de evolucionar y reinventarse, disco a disco, show a show.


De todo eso hablamos con Lula Bertoldi en esta entrevista. Sí, con una de las voces con más personalidad de nuestro rock. La misma que cantaba de chica todos los temas de Fabiana Cantilo y su Golpes al Vacío, sacando el disco de punta a punta con su guitarra, de oído. Una talento autodidacta y que da muestras sobradas de coherencia y humildad. 


ENTREVISTA> ¿Cómo definirías el sonido Eruca Sativa?
Eruca es una banda que busca hacer canciones y nos sale “vestirlas” de diferentes maneras. A veces más pesadas, otras más folclóricas, algunas más rifferas, otras más melódicas pero siempre el objetivo es hacer buenas canciones y creo que es la parte más difícil también.

¿Cómo es el proceso de composición de los temas? ¿Alguien tira la idea inicial de los temas y los otros van puliendo, o los arman entre los tres?
De todas las formas. A veces unx trae una idea, otras veces sale de una zapada en la sala. También puede ser a partir de una temática o frase, o bien a algunx se le ocurre algo en una acústica. Somos abiertos a las distintas modalidades porque de distintas formas surgen distintos tipos de temas.


¿Cuál fue el origen de Barro y Fauna? ¿Lo considerás un disco conceptual?
Barro y Fauna es un concepto en sí mismo, un universo y una apertura hacia ese universo nuevo. El quiebre musical que logramos con Huellas Digitales un poco se ve plasmado en este nuevo material de estudio. Esa búsqueda que tiene que ver con distintas sonoridades del trío, con explorar elementos más digitales o de samplers, con poder acoplar sonidos electrónicos y acústicos.

En las letras de Eruca se lee una búsqueda personal, ¿coincidís?
Sí. La búsqueda personal de cada unx de lxs integrantes del grupo. En algunos momentos, nuestras búsquedas se tocan porque tenemos muchos puntos en común y esa es la parte que intentamos reflejar en las canciones. También hay muchas letras que son de cada uno y responden a sentimientos personalísimos.


¿Cuáles son las formas en las que el grupo ha mutado desde los primeros álbumes?
Creo que hemos ido mutando de un sonido más crudo a algo un poco más elaborado o producido. De todas formas la base de nuestros discos está en los tres tocando luego se suman a eso otras capas. Lo que hemos ido incorporando es el apoyo en otras instrumentaciones para trabajar o producir.

¿Cuál fue el aporte de un productor como Adrián Sosa y mezclar con Aníbal Kerpel, una leyenda del rock progresivo argentino?
Fue puro aprendizaje, son dos grandes de la música y además unas personas hermosísimas que nos enseñaron sin recelo, con todas las ganas de mostrarnos su mundo y que nosotros podamos tomar de ellos lo mejor. Es hermoso cuando los músicos se brindan de esa forma al trabajo de otros músicos. Todo se potencia y el resultado es maravilloso.


¿Cuál es tu tema preferido de los que hicieron hasta ahora?
¡Muchos! Cada uno tiene su historia, su “detrás de escena”, su por qué. Creo que de los últimos mi preferido es “Justo Al Partir”.

Hablanos un poco de la grabación del videoclip para “Nada Salvaje”. ¿De dónde surgió la idea?
El video surge de una idea estética o una imagen mental que teníamos sobre este nuevo sonido de Eruca, el retro-futurismo, la distopía, el steam-punk. Con todas esas imágenes lo llamamos a Fede Beret porque lo habíamos visto laburar en otros videos (entre ellos uno de Camiones en la Casa) y nos flasheó su estética y su uso de los recursos. Lo más loco de todo es que nuestros encuentros fueron siempre vía Skype y al cabo de un mes Fede tenía el video listo. Eso nos impactó muchísimo. Había entendido a la perfección la idea que teníamos en mente. Es un monstruo para laburar, un grande. ¡Tiene muy merecido ese Gardel que nos llevamos a Mejor Videoclip 2016!


Varias letras critican a la sociedad de consumo, a la prefabricación de estereotipos sociales o mediáticos, ¿pensás que hay una forma de salir de todo eso sin terminar convirtiéndose en un outsider?
Sí, claro, proponiendo. O te salís de la crítica para proponer nuevos modelos o sos unx de ellxs. Creemos, firmemente, en que pasando la crítica está la propuesta que es mucho más revolucionaria.

Barro y Fauna se publicó en vinilo. ¿Cuál es tu relación con este formato?
No me aferro a los discos físicos salvo que tengan algún significado especial o que sean ediciones imposibles de conseguir, o estén dedicados. No tengo bandeja. Soy fan de Spotify (risas). Tengo todas mis colecciones, playlists y lo que te imagines en mi cuenta. En cuanto a espacio físico, prefiero ocuparlo con libros.


¿Qué músicas y artistas te gustan escuchar en la actualidad?
Escucho mucha música nueva. Me gusta explorar, descubrir, escuchar de todo. Por ejemplo, hay tres discos que estoy escuchando ahora: Grand Paon de Nuit de la banda francesa Palatine, 1, 2, Kung Fu! de Boy Azooga y A Song For Every Moon de Bruno Major. 

Y ¿qué tema de otro artista te hubiera gustado componer?
Cualquiera de Cerati (risas). ¡Maestro!

¿Ya están componiendo material para un nuevo álbum?
Sí. Estamos laburando mucho en la sala y en mi casa. Hacer el próximo disco es un gran desafío.  

Mucha gente te ve como una guitarrista rockera, sin embargo, tu base tiene bastante del folclore. ¿Cómo conjugas ambos mundos musicales a la hora de componer y tocar?
(Risas) Ojalá tuviera más folclore, ¡soy de madera! La verdad que toco folclore muy vagamente. De todas formas, creo que el folclore y sus rítmicas tienen un poder intrínseco que pocas veces he escuchado en el rock. Me fascina escuchar a lxs folcloristas, las chacareras y ese sentimiento tan arraigado me parte en dos. ¡Ojalá pudiera tener algo de eso! Admiro mucho ese don. Una chacarera tiene más potencia que cualquier riff de cualquier banda tocado al re palo…

¿Qué creés que es lo que te distingue a la hora de tocar la guitarra?
¡Uh, la verdad que es difícil decirlo desde adentro! Creo que más que nada es que soy muy personal. No tengo mucha técnica y claramente no soy una virtuosa pero tengo un estilo muy propio que he ido trabajando con el tiempo.


Al principio a Eruca se lo veía como un power trío con influencias que iban de los Red Hot Chili Peppers a Divididos, pero en la actualidad tienen un estilo propio muy marcado que excede cualquier comparación. ¿Cómo lograron demarcarse de esas comparaciones y ser tan eclécticos como músicos?
Es difícil decirlo uno, desde adentro. Pero creo que nuestra personalidad como banda está muy marcada desde el primer disco. Tal vez hemos ido reforzándola o trabajándola desde otras aristas pero siempre quisimos ser nosotros. Siempre alguno te dirá, “este pasaje me hace acordar a” o “acá escucho influencias de”, pero es imposible escapar de eso. También somos nuestras influencias. Lo importante es trabajar esas influencias como eso, influencias, y no que sean parte de la identidad de la banda. Las influencias se trabajan para poder sonar a uno mismo.

¿Cuáles son tus guitarras y equipos preferidos?
Eso va variando según las épocas. Algunos años estuve tocando con Telecaster luego pasé a las guitarras de luthier (Baccaglioni) después encontré una PRS que me voló la peluca, y ahora estoy flasheando con una Strato G&L que me encontró y que no puedo soltar. No me podría definir con una sola guitarra o un solo sonido.


Hace poco, tuve oportunidad de disfrutar el verte tocando algunos temas de música popular en una charla en Centro Cultural Rojas y se me ocurrió si, en un futuro y al margen de Eruca, no te ves en un proyecto solista. Por ejemplo, en plan acústico.
No lo sé. Hoy Eruca cubre todas mis “necesidades musicales”. No siento que me falte nada sino saldría a buscarlo en otro proyecto. Con Eruca soy todo lo que me gusta ser o todo lo que siento que soy.

¿Cómo se preparan para el show junto a Blondie? ¿Sos su fan o te gusta su música?
No soy fan pero la admiro muchísimo como mujer de la escena. Es una pionera, una motivadora, una generadora. Para el show nos preparamos con mucho entusiasmo ya que siempre estos festivales nos permiten llegar a otros tipos de públicos muy diferentes al nuestro.

Emiliano Acevedo


sábado, 27 de octubre de 2018

BUDDY HOLLY & THE CRICKETS: El recuerdo de lo que pudo ser


The ‘Chirping’ Crickets fue el disco debút del trascendental Buddy Holly y el único de sus LP en el que será acompañado por los Crickets. Fue editado en 1957, grabado en el estado sureño de Nuevo México en Estados Unidos, y producido por Norman Petty, quien no solo representaba artistas sino que también cumplía el rol de ingeniero de sonido.

Hollly, como gran admirador de Elvis Presley, usó los patrones estéticos propios del rockabilly (un cantante y guitarrista acompañado de una base de guitarra, contrabajo y batería, adornados con voces de fondo), pero gracias a su dulce timbre de voz y a la inusual claridad final alcanzada en los instrumentos y arreglos corales, despojó a este estilo de su característica rudeza y lo trasladó al terreno del pop, logrando un sonido novedoso y abriendo las puertas a distintos públicos, incluyendo aquellos que se encontraban del otro lado del océano (no debe olvidarse que los Beatles se llamaron “escarabajos” inspirados en los “grillos” de Buddy) El líder de los Crickets, que se destacaba como un singular guitarrista, contaba además con el baterista Jerry Allison, quien proponía frecuentemente nuevas formas de tocar y se adaptaba a los ritmos propuestos por aquél con gran versatilidad.


Además de la calidad sonora lograda en el estudio, otra razón del éxito de este disco radica en su contenido lírico. El furor que el rock & roll había generado en 1956 por su carácter controversial e innovador, a lo largo y a lo ancho de Estados Unidos, estaba empezando apagarse a principios del año siguiente. Esto se debió principalmente a que había dejado de ser una novedad, por lo tanto se necesitaban nuevos esquemas y fórmulas de composición y grabación, combinados con temáticas que siguieran respondiendo a las necesidades de un mercado conformado mayoritariamente por el público adolescente.

Así, empezó a crecer el volumen de canciones referidas a las problemáticas de los más juveniles, contexto en el que Holly supo desempeñarse notablemente, siendo el autor de algunos de los mayores éxitos de la época que trataban de las relaciones amorosas. En este álbum se destacan  “That’ll Be The Day”, tema en el que Buddy, con tono provocador pero a la vez alegre y armonioso, le advertía a su amada: “dices que vas a dejarme / sabes que eso es mentira / porque ese será el día / en que moriré”. En “Not Fade Away” se mostraba firme y autoritario: “voy a decirte cómo va a ser / me darás todo tu amor a mí”. Mientras, “Oh Boy” refleja la excitación propia de un muchacho antes de concurrir a su cita: “toda mi vida estuve esperando / esta noche no habrá titubeos”.

En sólo dos años, Buddy Holly generó una influencia considerable en la generación de artistas que gozarían del éxito en los 60. Le dió forma al prototipo de banda pop que sería repetido infinitas veces y derribó el estereotipo de frontman seductor y galán, luciendo orgullosamente sus inmensos lentes. Sin embargo, su carrera musical finalizó abruptamente el 3 de febrero de 1959, cuando perdió la vida en un accidente aéreo junto con los músicos Ritchie Valens y J.P. “Big Bopper” Richardson. Años después, el cantante folk Don McLean –en su canción “American Pie”- nombraría esta fecha como “el día en que la música murió”.

Juan Irurueta


domingo, 21 de octubre de 2018

Pinchevsky: el violinista mágico al que todos quieren


El pasado 10 de septiembre el mayor violinista del rock argentino, Jorge Pinchevsky, hubiera cumplido 75 años. Para mantener más que viva su memoria y por ser uno de los artistas más sencillos, mágicos y bohemios de este suelo; recurrimos a varios músicos que lo conocieron para que nos cuenten en primera persona cómo los atravesó en su historia, su música y su actitud. 



Por Javier Tucci

Hacía poco tiempo que me había mudado a la ciudad de La Plata para comenzar a estudiar periodismo y me alojaba en un monoambiente re oscuro, justo enfrente a Plaza Italia. Un par de días antes del show que dieron los Redondos en el estadio Monumental, en diciembre de 2000, los pibes del pueblo habían caído a las diagonales para vibrar la previa. Y fue ahí, entre mate, viola criolla y bongó, que de repente un chabón se nos vino encima y sacó de una mochila un violín y se puso a improvisar sobre la base hippie que estábamos tocando. No cruzamos más que un “¡Hola, cómo va, qué copado lo que salió!” Y se fue. Uno de los pibes que estaba aquella tarde alrededor de la zapada era un compañero de la facultad que jugaba de local, quien nos preguntó “¿Saben quién era ese loco?” “Ni puta idea”, respondimos. Se trataba de Jorge Pinchevsky, rosarino de nacimiento y platense por adopción. El mismo que un día, en la morada donde se alojaban los cófrades de La Flor Solar conoció al negro Alejandro Medina y a Billy Bond, para dejar de lado el sonido clásico de orquesta y conservatorio y cambiarlo por el electrificado del rock (ver anécdota de Billy Bond (https://bit.ly/2Mv2LG1), aunque nunca se apartaría de las raíces clásicas, folklóricas y tangueras.

De ahí en más no paró de rockearla y formó parte de La Pesada del Rock and Roll, grabó un disco solista bajo el título de Pinchevsky, Su Violín Mágico y La Pesada  con la participación de sus compañeros de La Pesada; con Sui Generis participó del Tema de Natalio” (https://bit.ly/2xKmtZw) del disco Pequeñas Anécdotas sobre las Instituciones; y también estuvo en el álbum Cristo Rock (https://bit.ly/2zArlBM) de Raúl Porchetto y en la versión de La Biblia por El Ensamble Musical Buenos Aires (https://bit.ly/2NO3Xtx).

Luego emigró una temporada a Buzios y después a Europa, donde tocó a la gorra en el Barrio Latino de Paris. Más tarde, tocó con la banda francesa Clearlight para terminar formando parte de la banda anglo-francesa de rock progresivo Gong, que por aquel entonces estaba producida por el batero de Pink Floyd, Nick Mason. Con Gong grabó el discazo Shamal (https://bit.ly/2xx15Gc), donde metió destellos de carnavalito, zamba y tango aplicados al sonido progresivo y psicodélico.

Y si bien esta nota intenta ir por otro lado -adonde llegaremos en unas líneas más- no está demás decir que Pin se piró para Europa huyendo del clima de violencia que empezaba a despertarse en 1974, en la Argentina de la Triple A. Luego, en 1981, la revista Expreso Imaginario publicó la noticia de su fallecimiento a partir de un rumor difundido por Miguel Abuelo, quien también estuvo en Europa durante aquellos años. De hecho, la madre de Pin murió creyendo que su hijo había muerto.

En 1985, con la democracia recién inaugurada y en medio de los juicios a la junta militar, Pinchevsky regresó al país y se instaló en Mendoza, donde tocó con la banda de blues Alcohol Etílico. Para 1994 Charly García lo convocó para grabar en el disco La hija de la lágrima, hecho que revitalizó su carrera nuevamente y lo llevó a  grabar un año después su segundo disco solista junto a la Samovar Blues Band.



Pero adentrémonos a lo que fuimos a buscar, que no es otra cosa que los testimonios de una generación de jóvenes -y no tanto- que compartieron momentos con el viejo, ya sea en los años 80, finales de los 90 y principios del nuevo milenio. Entre ellos, Nachito Bruno (ex cantante y armoniquista de La Jaula del Rey Elvira y Narvales); Yamil Salvador (guitarrista actual en los Gardelitos; tecladista y saxo en Negusa Negast; saxo en Guapo y tecladista en los Guasones); Juampi Medrano (guitarrista y cantante en Botellas Vacías y Los Corazones Destruidos); Toby Villa (bandoneonista y ex cantante y guitarrista de la Flower Power) y el compositor y violinista platense, Sergio Poli. Además, encontrarán algunas de las voces de violinistas rockeros, entre ellos las de Edu Schmidt (ex Árbol) y Fede Terranova (Fútbol), quienes se coparon en contar en primera persona cómo era y cómo los atravesó el viejo Pin.

Nacho Bruno, quien además de músico es el secretario general de la Juventud Sindical de La Plata, Berisso y Ensenada, contó cómo fue conocer, tocar y hasta compartir pieza con Pinchevsky, en su regreso a La Plata en los años 1999 y 2000: “Con la Jaula éramos muy amigos de Diego Pinchevsky, el hijo del comandante intergaláctico, quien tenía un kiosco frente a donde ensayábamos. Un día nos cruzamos y nos dice ‘vuelve mi viejo’… imagínate nosotros, nos pusimos re eufóricos y, además, le había dicho a Diego que nos quería conocer. De hecho el primer contacto que Pin tiene con músicos al regresar a las diagonales es con La Jaula y así empezamos a ensayar. El loco estaba sin casa donde parar y fue ahí que lo invité a quedarse un par de días a mi casa, justo cuando mi viejo había salido de viaje a visitar a unos familiares. Cuando regresó le digo: ‘Che papá tengo un amigo que se está quedando unos días en casa’. Y el viejo me preguntó: ‘¿Quién es?’. ‘Se llama Pinchevsky, capaz que lo conocés’. Al instante, mi viejo abrió los ojos como dos huevos fritos y dijo: ‘¿Pinchevsky, el violinista? ‘Sí, le contesté’… a lo que retrucó medio en chiste, medio en serio: ‘Estás re loco, sácalo ya de acá’. Y claro, mi viejo lo conocía, era un músico de su época.
Fue así que comenzamos a hacer un show en Gitana como Jorge Pinchevsky y La Jaula, y tocó nuestros temas. Nosotros ya veníamos tocando “Luciana”, un tema suyo, y flasheó cuando se enteró que lo hacíamos, imagínate lo que fue interpretarlo con él en el violín. Recuerdo que ese día tuvimos un encontronazo con Pin, porque terminamos de tocar y muy amablemente cargué algunos instrumentos, entre ellos su violín, bagayo que fue cargado en un taxi para que fuera directo a la sala. Y en un momento sale Pin diciendo: ´me robaron el violín, dónde está mi violín’, hasta que le digo: ‘tranquilo, que lo cargamos con todos los instrumentos y está al resguardo en la sala de ensayo’. Se agarró tal bronca que me salió a correr, pero a los metros terminamos juntos yendo a buscar su instrumento a la sala, algo que nos depositó en una zapada que se extendió hasta la mañana siguiente, en un estado etílico considerable.
Luego de esa travesía con La Jaula, el viejo empezó a formar Jorge Pinchevsky y Los Hongos Mutantes (formación que tuvo con Tobi Villa, Yamil Salvador, etcétera), un proyecto que luego terminaría siendo la Flower Power, y me invitó a tocar la armónica en las primeras fechas que se realizaron en el café de los poetas. Fue muy emocionante transitar esos dos años de la vida con él. Además, mi paso por la música no habría sido el mismo si no lo hubiera conocido. Indudablemente el violín del rock es y será el del viejo Pin”.


Por su parte, Juampi Medrano cuenta cómo fue compartir una fecha con el viejo y la camaradería de una jornada álgida en el almanaque de la historia reciente (20 de diciembre de 2001), en la localidad bonaerense de Las Flores, cuando tocaba en Botellas Vacías: “Llegó como un duende con su pelo blanco empapado, en una tardecita de pueblo algo alborotado por el diluvio. Nosotros estábamos en unas incansables jornadas de ensayo cuando de repente desde un violín algo fatigado salió una melodía que hasta entonces desconocíamos: “Un ángel”. Así cayó nomás, como un espíritu sin tiempo y así nomás comenzó a compartir su música con nosotros, unos chicos de un arrabal lejano sin mucho conocimiento de su obra y, para colmo de males, algo desafinados. Estuvo tres días en la ciudad de Las Flores, días que parecieron eternos, un poco por lo nada que pasaba en esa época y otro poco por su incansable andar que nos sacaba de la rutina pueblerina.
Una noche tocó sólo, en otra fuimos su banda estable y en la última lo hizo en solitario con Botellas Vacías, con la luna y con las estrellas. En su despedida, unos amigos lo dejaron en la desolada terminal de ómnibus con los pasajes en mano, pero su sueño pudo más, aunque siempre sospechamos que en silencio decidió no irse nunca más.
Como todo en esta vida y sobre todo a esa temprana edad por la que transcurríamos, no supimos dimensionar su paso, solo el tiempo, las historias y su magia nos dibuja una sonrisa cada vez que lo nombran o vibran en el aire sus cuerdas”.



En tanto, Edu Schmidt, uno de los multinstrumentistas más completos de la escena rock local -pero sobre todo violinista desde pibe-, se animó a narrar una anécdota de cuándo tenía doce años y se escapó de su casa en Ramos Mejía para llegar al Samovar de Rasputín en el barrio de la Boca, donde tocaba Pinchevsky: “Recuerdo que hace treinta años su personaje me resultaba algo misterioso, porque si bien había grabado algunos discos, no se sabía mucho y era difícil seguirle el rastro. Un día me entero que tocaba en el Samovar, un lugar de zapadas, donde iban todos los bluseros y donde caía gente del rock todos los jueves. Con doce años me tomé varios colectivos para llegar desde Ramos Mejía a la Boca. Llegué temprano, me daba un poco de miedo todo porque estaba solo y había gente muy grande tomando vino y comiendo fideos. En alguna mesa por ahí estaban Alejandro Medina y Willy Crook y de un momento a otro comienza a tocar Pinchevsky… para mí fue una emoción muy fuerte porque desde los nueve años venía tocando música clásica con el violín, pero de a poquito me estaba metiendo en el rock.
Lo que más me acuerdo de aquella noche es que se trataba de un personaje muy bohemio, que tenía un violín acústico, o sea de caja -no me acuerdo si tenía un micrófono incorporado o incluso lo microfoneaban con uno de aire- pero tenía rota la tapa de arriba y él, mientras improvisaba y fumaba, tiraba las cenizas del pucho en la caja del violín. Más allá de la escala en la que toque el músico o el virtuosismo, saber que un tipo que estuvo en las mejores orquestas del país o en formaciones grosísimas como Gong, agarre el violín y se ponga a improvisar un blues y lo use de cenicero, eso fue una señal de lo que significa descontracturar todo y dar vuelta la historia de la música, una actitud ante la vida”.

Asimismo, el compositor y violinista platense, Sergio Poli, rememora cuando Pin todavía no era Pin, cuando todavía no se había topado con el rock y sobre un encuentro en los 80: “El señor que solía ver cuando mi viejo (Roberto Poli, contrabajista) me llevaba a algún ensayo de la Orquesta del Teatro Argentino o de la Orquesta de Cámara de la Municipalidad de La Plata, de pelo corto y corbatita, poco y nada tenía que ver con aquel personaje que vi fascinado años después con una gorra amarilla al lado de Billy Bond y La Pesada, poniendo su violín eléctrico en “Tontos”, en esa inolvidable película llamada Rock hasta que se ponga el sol.
Recuerdo haber visto su firma en algún documento que firmaba toda la Orquesta de Cámara en pie de guerra, cuando el intendente del onganiato, Franco Icazatti, intentó borrar del mapa a la Orquesta (casi cincuenta años después la tarea sería completada por el Intendente de la Alianza Cambiemos, Julio Garro).
La única vez que lo vi, a su regreso, fue en un boliche de 5 y 46. Cambiamos muy pocas palabras, se emocionó cuando le dije que era el hijo de Roberto y quedamos en algún día hacer algo juntos, pero no pudo ser. Jorge nos dejó la impronta del violín rocker en nuestro país, fue el primero y ese rótulo no se lo puede quitar nadie”.

Por su parte, el talentosísimo violinista de la banda Fútbol, Federico Terranova, quien reconfigura lo mejor del violín de Pin, se adentra como fan de esas vibraciones que todavía sobrevuelan en el rock de acá: “Antes que nada soy muy fan de Pin, no sólo por el instrumento sino por todo lo musical que se ve reflejado en todo lo que hizo. Es más, me compré el disco La Hija de la lágrima, de Charly, sólo porque toca él (https://bit.ly/2N396bH),  y así como ese hay varios que fui persiguiendo como En el 2000 también, de Pajarito Zaguri, donde hace un solo increíble. Por otro lado, la vida que tuvo es una gran novela, el tipo es todo una obra, no sólo por lo que tocó o con quiénes tocó, sino cómo vivió y cómo terminó sus días también.
Además me pega por otro lado más cercano a él, porque durante seis años toqué con Alejandro Medina en la Medinight y Ale siempre me tiró la onda de un montón de yeites. Aprendí muchísimo en esa época, sobre todo cuando nos poníamos a hacer dúo de guitarra y violín (ver a partir del minuto 3:33 https://youtu.be/31iiuj7eowM?t=213), algo que Alejandro había hecho con Pinchevsky en los 90, imagínate. Le pregunté mucho por el viejo y Ale siempre accedió a contarme cosas que nunca salieron a la luz en ninguna entrevista. Si Pappo es la guitarra del rock de acá, si Ale es el bajo, Pinchevsky es el violinista del rock”.  

En medio de una gira patagónica, Tobi Villa, ex cantante de la Flower Power, proyecto que nació en el 2003 como legado de Pinchevsky, relató cómo fue conocer al viejo en una noche de bar platense que casi termina todo mal, cómo fue grabar con él y sobre su despedida en el cementerio de Berisso, donde decenas de músicos tocaron hasta altas horas de la madrugada: “Luego de enterarnos por el diario que el Pin tenía un ciclo los jueves en el Café de los Poetas (en la calle 7 entre 39 y 40), y teniendo en cuenta que a muchos de nosotros -éramos como diez del  barrio, todos musiqueros- nos re cabía La Pesada del Rock & Roll, la Samovar y todo lo que hizo, le caímos. Así llegamos al bar, un lugar donde no se cobraba entrada, pero tenías que consumir algo. Nos paramos atrás y entramos a sacar un par de vinos y cuando el loco del lugar nos quiere cobrar le dijimos que no teníamos guita, medio que lo sacamos cagando. Al terminar la primera mitad del show, el tipo del bar le cuenta la secuencia a Pin quien se nos acerca re caliente y nos dice: ´¿Quiénes se piensan que son ustedes, que se van a venir a colar?…’. Y todos nos quedamos mirándolo y nadie decía nada, hasta que yo le dije: ´Mire, maestro, disculpe, nosotros no tenemos ni un centavo pero venga…´ y saco una piedra de faso que tenía y la parto a la mitad y le digo: ´Le pagamos con esto’. Al segundo, el viejo la agarra y nos dice: ‘A partir de ahora ustedes son mis nuevos amigos’ (risas) A partir de ahí fuimos todos los jueves hasta que terminamos tocando con él. Siendo sus nuevos amigos lo invitamos a grabar a mi casa y salió este disco al que llamamos Pinchevsky en La Cumbre, que data de los años 2002 y 2003 (https://bit.ly/2Nid2dE). Ese laburo lo presentamos en el bar Caetano (47 E/ 10 y 11), que si quieren ver y escuchar lo pueden encontrar en YouTube, así como Pinchevsky en La Cumbre. A los quince días de esas presentaciones el viejo fallece. Recuerdo que su velorio fue súper alegre, como él lo había pedido, tocando la viola, cantando, chupando y fumando hasta que lo enterramos en el cementerio de Berisso, en donde nos quedamos guitarreando hasta el otro día”.


En tanto, el músico y productor Yamil Salvador contó una anécdota con Pin que lo marcará por el resto de sus días: “A Pinchevsky lo conocí en el 2001. Yo tenía un amigo en la facultad -Tobi Villa- que tocaba con él y a los dos minutos de conocerlo me invitó a tocar. Tuve la suerte de patear con él durante sus últimos dos años de vida, de hecho le produjimos el último disco con Tobi, en su estudio ubicado en La Cumbre (La Plata).
Teníamos un ciclo en un lugar que se llamaba La Oveja Negra, que estaba en 122 y 56, un lugar bastante tenebroso. Ya en los camarines el viejo hace la lista de temas con veinte canciones y al salir al lugar nos encontramos con dos personas, un matrimonio que estaba sentado en un rinconcito. Entonces lo miro al viejo como diciéndole ¿Vamos a tocar? Y me dice ‘por supuesto que vamos a tocar, así haya diez mil personas o una, es lo mismo. Porque tiene el mismo derecho esa pareja que está ahí, como si el boliche estuviera lleno’. Así que salimos e hicimos el show completo con los veinte temas. Tenía esas cosas el viejo. De paso me enseñó la lección de que todo el mundo por igual tiene el mismo derecho a disfrutar de un show, por más que sea uno solo. A partir de ahí nunca más me asusté cuando tuve que tocar y había poca gente en el salón”. 

Pin: “El rock debe ser siempre un reflejo de la sociedad”

Durante el tiempo que duró la construcción de este delirio testimonial para seguir recordando a Jorge Pinchevsky me topé con un montón de violinistas tocando en las calles y en los subtes, como si algo de él estuviera sobrevolando en el ambiente diciendo: “Hay violines por todos lados y son rockeros, loco”. Es más, a horas de entregar esta nota al editor, en el subte línea H me crucé con Agustina, una violinista que estaba tocando para juntar la guita necesaria para mandarse a mudar de la ciudad, porque días atrás la habían echado del departamento donde vivía por no poder pagar el mes en tiempo y forma. Pero ahí estaba, firme, poniéndole la mejor jeta para yugarla en medio de toda la mierda que generaron estos chetos que gobiernan. Me estaba yendo y le conté el trasfondo de lo que ustedes ahora leen, y me contestó: “Qué grande Pinchevsky, un ser libre. Me parece que levanto un poco de guita, me dejo atravesar por su espíritu y me compro un pasaje a donde sea, como hizo él… y después vuelvo, obvio”.

Quizá estas voces, las más anónimas, estaban ahí para contar esos momentos donde él siempre estuvo para crear magia.


viernes, 19 de octubre de 2018

SUPERCHANGO: Una historia de culto en primera persona


Superchango fue uno de los mejores grupos de culto del rock argentino de los 90. Efímeros, se prendieron fuego mientras muchos los aplaudían. Otros tantos ni alcanzaron a conocerlos. Duraron muy poco, apenas un par de años a mediados de los noventa, pero dejaron un discazo homónimo, editado en 1996, que pide a gritos ser reeditado, y grandes conciertos que sobreviven en el recuerdo de su público. Eran Andy Chango (voz, teclados y guitarra), Juan Pablo Absatz (guitarra y voz), Pol Medina (voz, guitarra, piano), Gabriel Boluntieri  (bajo) y Adrián Maisano (batería). Esta es la historia contada por sus protagonistas…

ENTREVISTA> ¿Cómo resumirías la historia de Superchango?
Pol Medina: La historia de Superchango fue muy rápida. Ni bien nos juntamos, salió todo rapidísimo. Hicimos un demo con un par de canciones, se las mostré al productor Fernando Moya, y les gustó. Creo que él fue el que se las mostró a Fito (Páez), a quien le encantó, y nos invitó a tocar en un show que hizo al aire libre, cerca de la Facultad de Derecho. Fuimos banda soporte de Fito ahí, enseguida Charly (García) se copó también, y nos empezaron a ayudar mucho. Todos los que recuerdan esa época, recuerdan eso: que había mucha bola de músicos consagrados ayudándonos. Entonces estábamos tocando mucho. El disco lo grabamos en Panda, producido por nosotros. La grabación estuvo buenísima, salió rápida también, con algunos amigos que nos vinieron a ayudar, como Axel Krygier, Alejandro Terán, Andrea Álvarez


La de Superchango es una historia de vorágine, de mucha vivencia de amistad; tocábamos mucho, salió el disco y a la gente le gustó, éramos muy chicos… Lo que pasó es que la cosa terminó medio abruptamente, porque me fui de viaje con Andy a España, parando en lo de Andrés (Calamaro). Intentamos tocar un poco allá, pero ahí se empieza a desarmar la banda, porque justo en el momento en que nos tendríamos que haber quedado en el país, y armar el segundo disco del grupo, nos fuimos. Como siempre, el “desvarío”, el disfrute de la música y sus historias sin pensar en “lo que hay que hacer”. Claro, eso tiene sus pros y sus contras: tiene el beneficio de vivir nuevas experiencias y, por otro lado, el boicot a algo propio que está funcionando… Pero estuvo muy buena la experiencia de Superchango. Duró poco todo, ni sé si llegamos a durar tres años, pero hicimos muchos shows, y construimos con Andy una dupla para escribir canciones, que estaba buenísima. Una dupla que luego se prolongó y siguió en varios proyectos que fuimos teniendo. Con Juan Pablo Absatz también; con él trabajé un montón, aún hoy; hicimos comedia musical juntos y miles de situaciones más, en donde colaboramos ambos.
En sí, la de Superchango fue una historia que estuvo muy buena, y que mucha gente aún recuerda y añora esos momentos. Por eso, a veces con Andy hablamos acerca de que tendríamos que haber continuado la banda un poco más.

Vos y Andy se conocen desde chicos, ¿no?
Pol: Sí. Incluso hay una foto de Andy a los 4 años, señalando la panza de mi mamá, que estaba embarazada, conmigo adentro. Nuestros padres eran neurólogos, y también conformaron una dupla, escribieron cuatro libros juntos: la serie Convulsiones en la Infancia (I, II, III y IV). De dos neurólogos, y dos madres psicólogas, salimos estos dos enfermitos, que somos Andy y yo… (risas)

¿Desde chicos jugaban a hacer canciones?
Pol: Sí, desde muy chiquitos. Y a los catorce años hicimos unas tarjetitas que decían “Canciones de Amor por Encargo”, que las repartíamos; promocionando un emprendimiento en donde componíamos canciones románticas a pedido. Obviamente, los únicos que las compraron fueron amigos de nuestros padres. Pero, sí, enseguida tuvimos mucha conexión, y tenemos veinte mil canciones que hicimos juntos, que deben estar por ahí, guardadas en casetes. Y con Juan Pablo también hicimos un montón de cosas juntos.

Vos, ¿cómo los conociste, Juan?
Juan Absatz: A Andy lo conocí cuando teníamos 13 años. Mi amigo –y gran guitarrista- Gonzalo Córdoba, lo introdujo en el que fue nuestro primer grupo adolescente llamado Súper Hijitus. Pol tocaba en el grupo La Madre con Ruy Krygier, otro gran compinche. Gaby Boluntieri era muy amigo de Pol, con quien también tocaba. Y Recuerdo que Pol, el Negro Gabriel Boluntieri y yo nos estábamos juntando en casa a tocar, y empezaban a pasar cosas buenas. Un día vino Andy a visitarnos y enseguida quiso unírsenos. Además, como era mucho más ejecutivo que el resto, enseguida consiguió una fecha, que nos metió la presión necesaria para cerrar algunos temas y conseguir baterista (Adrián Maisano). Adrián vino por el lado de Andy. Y así fue.

¿Y vos, Gabriel?
Gabriel Boluntieri: Como dijo Juan, conocí a Pol a los 14, 15 años por amigos en común y empezamos a tocar juntos en un grupo junto a nuestro amigo Ruy Krygier. Creo que fue algo natural que nos juntáramos con Andy y Juan Pablo y formáramos Superchango. De alguna manera todos ya nos conocíamos. Andábamos  por las mismas calles y los mismos bares.

Entonces, al toque que se juntaron como Superchango grabaron…
Pol: Sí, porque el demo estaba muy bien grabado. Lo había hecho Juan Pablo, quien ya sabía grabar perfecto. Estábamos con muchas pilas y ya sabíamos que las canciones iban a funcionar.
Juan Pablo: En realidad, al demo lo planificamos entre todos. Teníamos mucha entrega para que todo saliera de la mejor manera posible. Nadie se guardaba nada, así que reservamos un par de días en el estudio Panda, con el técnico Christian Algarañaz y grabamos tres temas que, por más que fueran un demo, perfectamente podían ir a parar a un disco.

¿De dónde salió el nombre del grupo?
Pol: No teníamos nombre, entonces se nos ocurrió ponerle Superchango, de una. Después nos enteramos que había un tema de Mano Negra que se llamaba igual, pero ya no lo íbamos a cambiar. Entonces nos fijamos si estaba registrado, y como no estaba, lo registramos nosotros.

Juan, ¿cómo fue para vos grabar el disco, la composición, los arreglos?
Juan Pablo: Fue muy emocionante. Era nuestro primer disco, y para nosotros, entrar al estudio era como para un pibe de 17 años debutar en la primera de un club.
Más allá de algún tema mío, las canciones eran casi todas de Pol y Andy. Todos éramos muy musicales, y cada uno aportaba sus ideas para los temas de los demás. Los arreglábamos mayormente en la sala, aunque también se nos ocurrían muchas cosas en el estudio, que reemplazaban o se sumaban al planteo original. El Negro Gaby siempre buscaba tocar lo que mejor le viniera a cada canción, dejando de lado cualquier ego infantil de instrumentista. Y Adrián era nuestro hombre más terrenal, que aportaba el peso y la calle, que el resto de nosotros cuatro no tenía.

¿Cómo fue trabajar sobre los temas que traían al estudio Andy o Pol?
Juan Pablo: Era un placer, porque desde chicos, son dos talentos con mucho vuelo y canciones buenísimas. Yo quizá tenía un poco más claro cómo hacer que la banda sonara bien, y que una grabación quedara buena.

LAS CANCIONES

. TENOCHITLAN (Andy Chango – Medina): ¿Sale de los libros de Don Juan, de Castaneda; de la experiencia de tomar ayahuasca?
Pol: Había algo ahí al respecto, porque estábamos un poco en esa sintonía, de una manera muy infantil también, no es que nos tomábamos el tema muy enserio, ni mucho menos…  Por eso las letras tienen humor también. Pero, sí, está bastante inspirado en un viaje que habíamos hecho con Andy a Tánger, en África; y también habíamos estado en México, y habíamos probado esa experiencia, con el librito de Castaneda abajo del brazo…  entonces, más que tomarnos esa experiencia tan seriamente, empezamos a juguetear con eso y con los sueños, con la psicodelia; más que con las frases y el mensaje de autoayuda, que algunos buscan en esa experiencia. Eso es, en resumen, la letra de esta canción: un delirio de imágenes que nos vinieron en sueños. Y creo que el disco de Superchango tiene mucho de eso, de imágenes y cosas, pero con letras entendibles.

. TIEMPO DE SUBSTANCIAS (Andy Chango): ¿Este es el tema Stone del grupo? ¿En una onda Beggar´s Banquet?
Pol: Sí. A mí me encanta el rock and roll, y teníamos muchas canciones en esa onda. Sobre todo, este era un tema que era muy lindo para tocar en vivo. Tanto en este tema como en “Paraguay” es como que se loopea la melodía, de alguna manera, y esto genera algún tipo de groove. Por más que no sea el típico groove musical, hay algo en la manera de la estructura de esas melodías que groovean.

¿El título del tema es un alegato lisérgico acerca de la experimentación con substancias?
Pol: Y… Ya estaba Andy queriendo impregnar su mensaje… (risas) Todo eso es culpa de él… (más risas) Pero sí, hay todo un mensaje acerca de la experimentación con substancias. También era otra época en que las substancias no eran lo que son ahora, en donde abundan los productos sintéticos de laboratorio, y termina siendo un gran peligro la experimentación, porque no sabés que es lo que estás tomando… Ahora abunda el veneno a gran escala, por eso pasa lo que pasa, y se terminan muriendo tantos pibes en fiestas y demás. En esa época estaba todo más cuidado, eran substancias puras, nada que ver… entonces, uno se permitía jugar más con esas letras, no sentíamos que nos estaban haciendo mal, porque se trataba de experimentar. No eran metanfetaminas de laboratorio, o pseudoefedrinas, como abundan hoy; estábamos hablando de experimentar con el Ácido Lisérgico, la Ayahuasca, el Peyote y demás… Substancias que son más curativas o que, a lo sumo, te abren más la cabeza. No tenía que ver con el problema de la drogadicción.

. NO TENGO FIEBRE (Andy Chango – Medina): ¿De dónde sale la música de rítmica tan extraña de esta canción?
Juan Pablo: Con respecto a la composición, habría que preguntarle a Pol, que es quien la hizo. La banda la grabamos tocando todos juntos en la sala grande de arriba. El bajo del Negro, la bata de Adrián y la guitarra principal de Pol quedaron de esas tomas. Después reemplazamos el teclado que yo había grabado por el piano de verdad, Andy grabó una guitarra acústica que tocaba en ese tema y, al final, agregamos un par de eléctricas de Pol y un loop que le daba un buen empujón a la coda. También, a partir del último estribillo agregamos los trombones y la flauta de Axel Krygier.
Pol: Sí, este es un tema mío, que ya traje muy armado al estudio de grabación. Juan Pablo me dio una gran mano en la grabación del tema, Andy también colaboró. Siempre funcionábamos así. Uno llevaba un tema, más o menos armado, y los otros integrantes del grupo lo ayudaban o sugerían cambios. Los arreglos también los hicimos nosotros.


. AJUAR (Absatz): ¿De dónde salen los arreglos de esta canción, toda esas melodías de escalas ascendentes y descendentes, que están presentes durante toda la canción?
Pol: Bueno, este tema lo trajo Juan Pablo; lo que pasó es que todos veníamos de estudiar piano, que es muy diferente a componer con una guitarra, ¿no? Habíamos estudiado mucho piano, desde chicos, muchos estudios de música clásica barroca. Pasábamos mucho del clásico al barroco, porque aún no habíamos incursionado en el jazz y otros géneros. Y había mucha verborragia del piano en lo que hacíamos. Existía esa necesidad intrínseca en lo que componíamos, de ir cambiando melodías, rítmicas, etcétera. Eso también es el aspecto genuino que tiene la música de Superchango, más allá de ser una banda rock, hay muchas estructuras musicales que tienen que ver con la música clásica, y también, por qué no, con una parte medio “cabaretera” del piano. Eso también pasa en otros temas, como “Octambul”. Es esa mezcla que también mamamos de discos como Sgt. Pepper´s, con los arreglos clásicos de piano que hizo siempre George Martin para los Beatles, esa cosa barroca y clásica. Además, este era nuestro primer disco, y nos daba mucha ilusión escuchar esa música que hacíamos a lo grande, arreglada con violines y demás. Estábamos viviendo el sueño de plasmar nuestra música, y nos dábamos manija para hacerlo a todo trapo.
Juan Pablo: La canción tiene mucho de inseguridad adolescente, emoción y nervio. La música es bastante lúdica. Los aportes juguetones del piano de Andy, la guitarra sugerente de Pol y la base contundente de Gaby y Adrián fueron imprescindibles para el resultado final.

¿Hay un poco de música clásica contemporánea ahí?
Juan Pablo: Puede ser. Escuchábamos mucha música, y todo de algún modo se cuela. También, con todo lo que fueran instrumentos sinfónicos, nos ayudaron Alejandro Terán y Axel Krygier, dos titanes de la música, que también eran amigos nuestros.
Pol: Por supuesto, hay música clásica. Totalmente. Muy influenciados por Igor Stravinski, Bela Bartok… Todo mezclado con liricas que hablaban de desestructurar ciertas cosas de la realidad, Porque aunque éramos muy chicos, también veníamos leyendo mucho acerca de la época beat, William Burroughs, Kerouac y demás… por eso son canciones que aunque se pueden cantar tranquilamente en un fogón, también tienen momentos de rítmicas inesperadas, que pueden molestar a un oyente distraído, porque te llevan a otro lado, bastante distinto al que venias transitando…

Cómo poner un efecto de bocinas pasando en el medio de un tema…
Pol: Claro, pegar volantazos en el medio de la canción…

. DADA VUELTA (Andy Chango – Medina): La letra de esta canción me hace acordar a una Road Movie demente, ¿tiene que ver algo con eso?
Pol: Sí, sí. Viene de una experiencia que le pasó a Andy en un auto, con una chica, donde luego me fue a buscar a mí. Una situación bastante loca… Y ahí también tenés ese loop de melodía del que te hablaba antes. Una melodía repetitiva, que nos imaginamos como propia del auto que maneja el personaje de la canción, ese sonido propio de los autos en las maquinitas de juegos electrónicos que jugábamos en los flippers cuando éramos chicos. Y también tenía que ver con esas películas antiguas en donde no se filmaba los viajes en auto de verdad, sino que ponían una película de fondo, simulando que los protagonistas iban moviéndose por diferentes paisajes, viajando en autos que, en realidad, estaban fijos en un estudio. Como esos juegos del Italpark, en donde había juegos con movimiento, que acompañaban las imágenes que veías. Hay mucho de eso en esta canción, y en varias de las letras del disco. Muchas referencias a lo visual.

. CHAMAMÉ GIOL (Andy Chango – Medina): ¿Este tema anticipa la melodía de “Paraguay”, cómo se les ocurrió?
Pol: Estaban Terán y Axel probando los arreglos que hicieron para “Bodega Giol”, y en un momento que estábamos esperando que pongan los micrófonos para empezar a grabar, Axel y Alejandro empezaron a jugar con el saxo tenor y otro instrumento de viento, a tocar casi sin soplar, no sé bien que hacían… Algo bien loco, pero propio de tipos talentosísimos como son ellos dos. Lo inventaron ellos, de una. Por eso se escucha tan raro, se escuchan las teclas del saxo, y desde muy lejos… Nos encantó eso que hacían. Intentamos grabarlo arriba del tema, como un arreglo; pero no funcionó. Pero como funcionaba muy bien solo, agarramos ese pedacito de música, y lo pusimos como una previa a la canción, porque nos parecía hermoso.


. BUDAPEST (Medina): Ese es un tema tuyo, Pol. ¿De dónde salió tu inspiración?
Pol: La letra habla de un viaje que hice con amigos a Europa, luego de terminar la secundaria; en donde estuve en Paris, ahí conocí a una chica húngara. Una chica de la que me enamoré perdidamente, por la que abandoné el viaje que estaba haciendo con mis amigos para irme a Hungría con ella. Estuve tres meses en Hungría viviendo con ella. Hacía apenas dos meses que habían derribado el Muro de Berlín, imagínate. Había ido a Hungría, una república que había estado en la órbita soviética, en donde la realidad era “en blanco y negro”, viviendo en la casa de esta chica… Ahí me enteré que su padre era nazi… Y yo soy judío… En fin, una situación bastante compleja. Me acuerdo que el padre me mostraba orgulloso fotos en las que se lo veía con esvásticas y demás… Pero fue una experiencia buenísima, igual. La melodía se me ocurrió caminando por la calle. Tiene una cosa medio mccartniana, ¿no? (tararea la canción) En realidad, la letra habla de una historia previa a ir a Budapest. Estaba en Viena aún, y me había pasado el dato de la casa de una chica, en donde podía dormir. Eran las tres de la mañana en Viena, fui a la casa de esta chica, me cocinó, y yo ya pensaba que me iba a quedar a dormir ahí, pero no, me fletó… (risas) Me quedé a gamba, medio borracho, en Viena, sin saber a dónde ir, y ahí empecé a tararear la letra: “Me iré a Budapest, ahí seguro seré feliz…”

. PARAGUAY (Andy Chango): ¿Y ésa de dónde salió?
Pol: Era Andy el que vivía acá, en la calle Paraguay. Era un juego de palabras entre Paraguay, la calle, y la seccional de policía que quedaba ahí. Algunos nos acusaron de “prejuiciosos”, por ponerle “Paraguay”… Me acuerdo que una vez fuimos a tocar a Paraguay y no la tocamos… Pero no era prejuicio para nada, tan solo jugar con las palabras…

. FANTASMAS (Andy Chango – Medina): Esta parece una música medio de película, con ese ritmo latino, ¿no?
Pol: Sí. Porque la grabamos una vez en un bar, tocándolo en piano solo con Andy, los dos a cuatro manos, y nos gustaba mucho el murmullo, el ruido de la gente alrededor nuestro. Así que grabamos el murmullo de esa vez –por eso se escuchan copas, mozos y gente- y lo mezclamos con el resto de los instrumentos grabados en estudio. Es divino ese tema, me encanta…

. OCTAMBUL (Medina): ¿De dónde salió? Parece una canción de los Kinks…
Pol: Sí, totalmente, es muy Kinks. Yo amo a los Kinks. La letra me la inspiró la lectura de los tres tomos de Las Mil y Una Noches. Estaba muy metido en ese mundito de los reyes, de las fabulas… Viene por ese lado, llevado un poco a la actualidad. Tiene varias referencias a Las Mil y Una Noches, los que lo leyeron se darán cuenta.



. CORTAME (Andy Chango – Medina - Krygier): ¿Es una onda Primal Scream?
Pol: Sí. Tiene algo de eso, pero sin haberlos escuchado aún. Tiene ese espíritu. El estribillo viene de una canción previa de Ruy Krygier, que decía, justamente: “Cortame las venas, nena… Te necesito, te necesito”. A partir de esa parte hicimos el resto de la canción.

. ALERGIA (Andy Chango – Medina): ¿Cómo se les ocurrió este tema, con esa parte en inglés al final?
Pol: Ese era un tema mío, que yo venía tocando con una bandita que tenía antes. Al principio era más “The Clash” su estilo. Se unió a esa parte en inglés, de un tema de Lou Reed, que siempre cantábamos con Andy. Nos encantaba cantarlo y por eso los unimos. Terán puso unos arreglos muy lindos ahí.

. GANGSTERS (Andy Chango – Medina): Un tema que viene casi desde tu adolescencia junto a Andy…
Pol: “Gangsters” lo hicimos a los 16 años. Yo tenía mi profesora de piano, Violeta Gainza, quien hacía conciertos en el Teatro San Martín con sus alumnos. Un día pasó Andy a buscarme, y le tocamos la canción a Violeta, a cuatro manos en el piano, y le encantó. Creo que incluso la puso en uno de sus libros de enseñanza de piano, con pentagrama y todo. Era medio gracioso, porque con Andy la tocábamos siempre, hasta una vez que conocimos a Charly García. Incluso la tocamos en la televisión, en un programa de Raúl Portal.

Es como un Diabelli demente…
Totalmente, es eso… La letra la inventamos en el momento, y la canción la grabamos en vivo.

Como si “Hansel y Gretel” terminaran mal…
Claro, la parte oscura de Hansel y Gretel… (risas) Como si en Elige tu propia aventura, Hansel y Gretel hubiesen ido por el lado oscuro de la vida… (más risas)

. COME TOGETHER (Lennon – McCartney): ¿Cómo se les ocurrió hacer un cover de los Beatles? ¿Cómo laburaron el tema de los sonidos, los diferentes loops de sonidos?
Juan Pablo: Cuando escuché “Give it Away” de los Red Hot Chili Peppers por primera vez pensé: “¿Qué es esto? ¿Una versión alucinante de “Come Together”?”. Resultó que era un tema de ellos. Así que decidí samplear la parte del medio, que no tiene voz cantada, y hacer mi propia versión, toda con pedazos de distintos temas. Entonces lo consideré un juego, un collage musical, algo parecido a lo que hoy llamamos “mash up”.
Yo era bastante nerd de las máquinas. Tenía un sampler básico (AKAI S900), pero al que le sacaba mucho jugo, y una procesadora Yamaha SPX90. Buscaba en discos los pedazos de temas que iba a samplear, después con el AKAI los cortaba, loopeaba y ponía a tempo, y con la SPX le daba el toque final de afinación, ya que entonces, las computadoras y los samplers de uso casero -al menos el mío- no podían cambiar la altura de una grabación sin modificar también su velocidad (o tempo). Cuando cada sample estaba listo, lo tocaba desde un teclado y lo grababa en una grabadora Fostex de cinta abierta de 8 canales.
Al resto de la banda le gustaba mucho esta versión, y decidimos que fuera parte del disco.

COLOFÓN:

¿Por qué pensás que el grupo no pudo continuar un poco más?
Juan Pablo: Durante toda la primera etapa nos potenciábamos mucho entre nosotros. Después las cosas se trabaron un poco y nos resultaba más difícil canalizar lo que cada uno quería. El funcionamiento de los grupos puede ser complejo, sobre todo cuando los roles no están claramente definidos. Imaginate un equipo de fútbol en el que todos quieran ser delanteros. Y... se complica.
Gabriel: La experiencia Superchango duró poco tiempo pero fue muy intensa. En lo particular a mí el rock ya no me despertaba muchas emociones.

¿No hubo posibilidades de volver?
Juan Pablo: Creo que cada uno está contento con lo que está haciendo, pero igual estamos hablando de amigos súper talentosos que hacen música y están vivos, así que nunca digas nunca.
Pol: Hubo un par de charlas al respecto, pero justo estábamos haciendo otras cosas…  Bueno, aún tenemos veinticinco años… (risas) ¿Qué edad tenemos? Aún puede pasar, ¿por qué no? En esta vida eterna, o que creemos que es eterna…
Gabriel: Somos todos muy amigos. Estamos en contacto permanente. Hasta hemos tocado un par de canciones cuando Andy presentó su espectáculo en Argentina.

¿Cómo piensan que soñaría Superchango si estuviera tocando hoy?
Juan Pablo: Lo que hacíamos, en ese momento, estaba buenísimo. Y pertenece a ese momento. Ahora no tengo idea de cómo sonaría.

¿Qué balance hacés, a la distancia, de toda la experiencia de Superchango?
Juan Pablo: Fue genial. Un época muy divertida y musical de mi vida. De mucho aprendizaje también.

¿Y en qué te nutrió esta experiencia en toda tu carrera posterior hasta hoy?
Juan Pablo: Pude observar y experimentar los beneficios y dificultades de trabajar en grupo. Haber tocado con ellos fue decisivo para el modo en que seguí escribiendo canciones. Creo que la gente que está más cerca, es la que más te puede influenciar. Así que, tener un grupo con ellos me dio el privilegio de aprender del cancionista y melodista genial que es Pol, con un vuelo y desenfado únicos y, también, de absorber algo de la magia y la locura de Andy, que es otro talentazo argentino y es tan singular al mismo tiempo.

Emiliano Acevedo