lunes, 26 de marzo de 2018

CANCIONES SIN TESTIGOS, entrevista a Pol Medina

Pol Medina es un músico de culto del rock y el power pop argentino. En los noventa, formó parte de Superchango, una banda híper talentosa y efervescente, reverenciada por los más grandes de la escena rock local, antes de auto prenderse fuego. Luego de esta experiencia, en el 2000, grabó un único álbum solista homónimo, que fue un soplo de aire fresco para los que estaban hartos del rock chabón. Y es que en la música de Medina se conjugan miles de influencias sonoras, en un caleidoscopio espectacular que incluye el pop británico clásico, la electrónica y sus estudios de música clásica contemporánea. Compositor y multiinstrumentista muy solicitado, Pol es un artesano de la canción, un laburante del rock. Afortunadamente, está de vuelta en la Argentina, y grabando su esperado segundo disco. En esta entrevista nos cuenta todo eso… Y más…

ENTREVISTA: Contanos como fue este regreso al país, luego de estar viviendo casi una década en Estados Unidos…
Como decís, estuve viviendo un tiempo largo en Nueva York, entonces, cuando regresé al país empecé a ver para dónde ir, si seguir con los proyectos musicales que tenía… y lo primero que salió fue lo del grupo Horizonte, que estuvo buenísimo como para hacer un EP y empezar a tocar. Y después me llamaron los chicos de Poncho porque querían empezar a tocar en vivo todas las canciones que tenían grabadas y para eso necesitaban formar una banda, entonces me incorporaron a mí. Así, empezamos a desgranar esas canciones y sonidos que conforman una música bastante complejo y Hi-Fi. Nos llevó mucho laburo poder reemplazar esos sonidos grabados para tocarlos en vivo. Hubo que incluir guitarra, bajo, etcétera. Fue una muy linda tarea y aunque difícil, muy agradable y muy mágica. También pusimos un coro góspel. Y llevamos tocando más de diez fechas, entre ellas participamos del Lollapalooza de Argentina 2017. Otra fecha muy linda fue la de Niceto en la que hubo invitados. Vino Dani Melingo a cantar una canción de la que él compuso la letra, Mimí Maura con Sergio Rotman, Juliana Gattas y después hubo un momento muy emotivo que fue el tema que Poncho grabó con el Flaco Spinetta, y que por primera vez hicimos en vivo. Escuchar la voz de Luis es tan emocionante. En los ensayos llorábamos todos. Entonces, estoy muy metido con esta banda porque como hay muchos shows hay que ensayar mucho. Por otro lado, estaba con un proyecto de canciones para niños con Andy Chango que quedará para cuando él vuelva de España. 
Acompañando a Marcelo Moura
También estoy componiendo bastante con Marcelo Moura, por ejemplo, hice un tema para su disco solista y grabé en otros. También estuve visitando el estudio de Cachorro López que siempre tiene proyectos para hacer discos o hacer composiciones para algunos artistas.  Y, paralelamente, estoy terminando un nuevo disco solista, ya tengo 12 canciones. Este año, entonces, la idea es terminar este disco en que van a participar, también, muchos músicos amigos, como María Eva Albístur o Juan Pablo Absatz, porque las canciones que tengo, luego de hacerlas y deshacerlas, ya quedaron como yo quería. Las toco en guitarra y me gustan, en piano y me gustan, y esa era la idea que tenía: hacer canciones que sirvan para cualquier temática, que las puedas bailar, escuchar solo con los ojos cerrados, tocar en un fogón.


Con Lea Lopatín, Uki Goñi y Ale Sergi

Este nuevo material, ¿tiene alguna relación con el disco anterior o es otra onda?
El anterior era muy introspectivo, yo estaba muy solo en ese disco. Aunque tenía a Warner atrás y a Fito (Páez), que había bancado la situación con su estudio de grabación. Justamente, estuve hace poco ahí, grabando unas unos arreglos vocales para unos temas de Turf y me trajo muchos recuerdos de aquella época en la que estaba yo solo con Ulises Butrón grabando; pero él, por problemas familiares de ese momento, no pudo seguir. Entonces, a veces estaba grabando solo y tenía que inventarme voces. Mi primer álbum solista es un disco para escuchar muy atentamente. Si bien hay temas que podrían ser hits, en realidad, los hice de una manera que no es tan fácil. Tal vez no es un disco para poner de fondo mientras hacés otra cosa. En mi nuevo disco hay algo de ese espíritu aunque será diferente, más despojado, menos complejo. También, hice algo que no había hecho antes: de la mitad de los temas primero compuse la letra y después la música. Esta vez tenía letras a las que había que ponerle música. Además incluye un par de grabaciones que traje de Nueva York, pero, en general, son grabaciones que estoy haciendo ahora en mi estudio o estudios de amigos.

Tocando en Poncho
Esta introspección de la que siempre hablás ¿es lo que hizo que no siguieras apuntando a ser solista?
Yo soy un músico muy curioso y me gusta mucho componer entonces puede ser que pierda un poco la noción de lo que es “hacer una carrera”. Así, hice un disco y de repente me fui a Nueva York, cuando tal vez tendría que haber hecho otro enseguida, pero me dieron muchas ganas de ir allá a aprender jazz y tocar en bandas por ahí. Después, esto de empezar a hacer temas para otros artistas también hizo que mi carrera sea muy versátil. No es una carrera típica. Creo que hay algo con la falta de noción del tiempo, como que me pierdo un poco. Entonces, para mí quizá no pasó mucho tiempo y de pronto fueron varios años. Pero, en realidad, siempre estoy produciendo pero desde un lugar desde el que tal vez la gente no se entera. Es más, en redes sociales recién estoy desde hace unos meses. Son etapas y este año sí es el momento de sacar un disco con estas canciones que me encantan.

¿Renegás del mainstream?
En realidad, no, porque muchas de las canciones que compuse para otros artistas fueron muy radiales. Tal vez lo reniego para mí, cuando soy yo el que pone la cara. Pero me encanta hacer canciones hiteras. Es más, también, hago bastante música para películas, me llaman de agencias de publicidad, con las que trabajo con mucha libertad, para hacer canciones instrumentales tipo jingleras. Por ejemplo, hice una para Quilmes, otra para la campaña de Claro con Juana Molina. Es más, los temas que estuve componiendo en el estudio de Cachorro fueron para intérpretes femeninas. Entonces, es como meterse en esos disfraces.


El nuevo disco, ¿saldrá de forma independiente?
Eso lo veré una vez terminado. Porque el tema de las compañías está muy extraño ahora. Lo haría más independiente o de última iría viendo, sobre todo para la circulación fuera de nuestro país. Por Internet va a salir por todos lados, pero para hacer shows, tal vez sí necesite la ayuda de algunos sellos. Pero no quiero que me pase lo que me pasó con Wagner, que bueno, es una plataforma enorme pero en la que vos no podés hacer todo lo que querés, por ejemplo en cuanto a la promoción, porque ellos ponen sus cláusulas, y a la vez tampoco es que le dieron mucha bola al material. Es medio una jaula de oro. Mi objetivo principal es que sea un discazo y que los temas estén buenísimos y que las personas que lo escuchen sean felices.

¿Y la propuesta sigue siendo eclética como siempre?
Sí, sí. Bueno, hay mucho de lo que no voy a poder zafar (risas) porque está en mi sangre. Por ejemplo, caer hacia el sonido Beatles. Pero sobre todo va a haber mucho de algo que yo tenía antes de escuchar a los Beatles. Yo toco el piano clásico desde muy chiquito entonces estoy recuperando un poco eso. Una música que tocaba en piano y que tenía que ver con impulsos míos antes de acercarme a cualquier tipo de influencia. Una profunda conexión con mi “elefante de madera”, como llamo a mi piano de siempre que es como mi mano derecha. Este disco va a tener mucho de eso: una conexión con un estilo y una forma de componer de mi infancia.


¿Cuánto tiempo viviste en Estados Unidos?
Diez años. Pasa que ahí el tiempo pasa muy rápido y pasaron cosas muy hermosas. Toqué en la banda Chunis con Flor Zabala, hice DJ´s sets con Didi Gutman Brazilians Girls, tocamos en el Metropolitan Museum, también en un show homenaje a Gabriel García Márquez, en Nueva York, producido por el consulado. También compuse música para un espectáculo teatral, junto a Richard Coleman. Además, toqué mucho jazz en bandas pequeñas. En resumen, fue como nutrirse de otro mundo musical donde aprendí muchísimo aunque no hay muchos testigos (risas). Y en lo nuevo, algo de eso también va a salir. 
  
¿Por qué volviste?
Porque llegó un momento en el que me di cuenta que pasó mucho tiempo y me dieron ganas de volver a Buenos Aires, a su vez mi padre no estaba muy bien y yo quería estar con él. Es más, yo estaba tramitando la visa de artista para Estados Unidos, y el mismo día que me llegó, decidí quedarme en Buenos Aires. Algo muy significante. Y bueno, acá empezaron a suceder cosas; empecé a laburar con la música en varias bandas y con músicos amigos, tuve una hija…

¿A Estados Unidos llegaste con proyectos?
No. Nos invitó una pareja de amigos. Y fuimos con Florencia Zabala, mi novia de ese momento, con la que tenía la banda Chunis, a probar suerte, sabiendo que nos iba a gustar mucho; y enseguida nos metimos en una movida de músicos en Brooklyn y empezamos a tocar sin parar. Nueva York es un lugar que te atrapa y que si te podés mantener, como yo que trabajaba haciendo música para películas, no te das ni cuenta del paso del tiempo.

Pol junto a Uki Goñi, Alejandro Alvarez (Barco), Javier Zuker y Simón Poxyran.

¿Qué escuchás ahora?
Tengo etapas. Ahora escucho mucha música clásica y mucho jazz porque estoy aprendiendo a tocar la trompeta. También los chicos de Poncho me acercan cosas nuevas o inéditas. Pero más que de escuchar soy de quedarme tocando en el piano o tocar arriba de los discos. Porque por ejemplo, con Spotify es como que me mareo con tantas posibilidades. Entonces, ahora que recuperé mi colección de vinilos, pongo discos de hace mil años y me quedo mirando las tapas como cuando éramos chicos. Todos mis discos de Billy Holiday, Thelonious Monk, Electric Light Orquestra, Echo & The Bunnymen, Elvis. En general, toco arriba con el piano mientras escucho, es como que enseguida empiezo a participar.

Pol, junto a Poncho, en Lollapalooza Argentina
¿Cómo es tu forma de trabajo para componer?
Estoy todo el tiempo maquinando, cuando sueño, cuando juego con mi hija... No sé, voy por la calle y si se me ocurre algo, lo grabo en el momento, ya sea en mi celular o en un grabador portátil; o siempre llevo partituras y un lápiz en la mochila y si surge algo, lo escribo. Entonces, algunas cosas van a parar a composiciones de otros artistas porque justo voy para un ensayo, o cuando me siento a componer dedicándole, por ejemplo, todo un día, se van uniendo esos fragmentos. A veces imagino toda la orquesta y los instrumentos en mi cabeza, entonces sí tengo la necesidad de llegar e intentar plasmar lo más fielmente posible lo que imaginé. Ver si eso que está en mi cabeza puede tener lugar en la realidad. A veces resulta mejor lo que plasmo que lo que imagino, y a veces no. Otras veces me doy cuenta que es algo que jamás va a salir de mi cabeza y otra vez no va a haber testigos (risas).

¿Qué canción de otro artista te hubiera gustado componer?
Más que nada hay pasajes musicales, cositas, mixturas, mini elementos que pienso “¿cómo no se me ocurrió?” Eso me pasa con temas de jazz. Y en cuanto a una canción, algunas de Spinetta o de Charly que ahora no se me vienen a la mente para poder decirte…


Hay una faceta casi desconocida tuya, que es la de actor, ¿qué recordás de esa película que hiciste junto a otros músicos?
Jajaja... Sí, tal cual. Todos músicos que veníamos del Festival Argentina Vivo Alternativo, en donde yo toqué a las dos semanas de haber sacado mi primer disco solista. Fue un cortometraje dirigido por Albertina Carri, llamado No quiero volver a casa; incluido en una película que se llamaba Historias de Argentina en Vivo (2001). La historia se trataba de un mundo de extraterrestres (representados por todos los músicos que participamos en el Festival) que congelaron a los humanos y buscan la pócima para salvarlos. Así que tuve que hacer de marciano, imaginate... (risas) El largometraje fue presentado en los cines del Village Recoleta y la banda sonora tiene temas de mi disco solista y de los otros "marcianos" músicos que participaron del Festival Alternativo: El Otro Yo, María Gabriela Epumer, Leo García, Rosario Bléfari (cantante de Suárez), Richard Coleman, Francisco Bochatón y yo.

Entonces, la pregunta obvia sería, ¿cuando edites, de acá a poco, tu segundo álbum, se vendrá tu segunda participación en el cine, también?

Afortunadamente... para el público... ¡No! (risas) Es en la música donde tengo mi lugar... Las otras facetas, quedaran, otra vez, sin testigos...



Emiliano Acevedo

Una escena de "No quiero volver a casa", junto a Leo García



Con Juliana Gattas

Poncho en vivo, Pol junto a Nekro

Con Daniel Melingo

DEEP PURPLE, Machine Head: El disco de nuestras infancias rockeras...















Machine Head fue el sexto disco de estudio de Deep Purple. Grabado en 1971 en Montreux, Suiza. Fue lanzado el 25 de marzo de 1972 y se convirtió, al cabo de unos meses, en el disco más vendido de esta banda inglesa de culto rockero. Hoy, 46 años mas tarde, se puede decir sin duda que se trata de uno de los más grandes discos de rock pesado de toda la historia.

Y es que, sin dudas, en este trabajo Purple demuestra todo su potencial. Abarcando en sus temas un amplio espectro, incluyendo características del rock más clásico e incluso algo de blues y primeras pizcas de funk. Un verdadero Dream Team del Hard Rock, en su pico de creatividad: Ian Gillan (voz), Ritchie Blackmore (guitarra), Jon Lord (teclados), Ian Paice (batería) y Roger Glover (bajo); ellos fueron los músicos que llevaron a cabo esta obra maestra. Y tan solo siete temas les alcanzaron para romper moldes, abrir cabezas y dejar recuerdos imborrables, que aun quedan flotando en nuestra mente en forma de notas y ritmos indelebles.

El álbum nos da la bienvenida con “Highway Star”, uno de los clásicos más reconocidos del grupo. Una canción bien heavy, con mucha calle y rebeldía. Con la batería fuerte de Paice que va delineando un ritmo veloz, los solos de guitarra de Blackmore, llenos de distorsión, y la voz furiosa de Gillan que llega al extremo de su maestría. Jon Lord señaló, alguna vez, que se inspiró para su sólo de teclados en este tema en la música clásica de Bach, lo que develaría la construcción de una banda que sabía muy bien lo que estaba haciendo.

Continuando el viaje aparece “Maybe I´m Leo” cómo un tema muy blusero. Aquí, Ritchie Blackmore muestra a su viola, un poco más apesadumbrada, mientras el genial bajo distorsionado de Glover nos brinda una sensación de sonido continuo. En “Pictures of Home” vuelve el hard rock, con muy buenos solos de bajo y de guitarra, dibujando en el aire gloriosos riffs. Este tema nos va envolviendo y acercándonos hacia el metal en un ritmo que por momentos nos eleva y nos atrapa. “Never Before” se presenta como un clásico tema de rock, cargado de guitarras y de potencia. Sin embargo demuestra también en algún punto un dejo Beatle, algo psicodélico y cierta cercanía a “Day Tripper”.

Sin embargo, el éxito de este álbum y su trascendencia en el tiempo se deben, sin lugar a dudas, a la presencia de un himno inmortal: “Smoke on the Water”. Ese épico riff, inmortalizado por Ritchie Blackmore con su guitarra Fender Stratocaster, se ha convertido en uno de los más famosos de la historia del rock mundial. Sí, el mimo que todo estudiante de guitarra quiere aprender. Y es que este tema fue uno de los puntapiés iniciales hacia el heavy metal. Introduciendo mucha distorsión, tonos graves y solos de gran extensión. En este sentido se puede destacar también “Space Truckin´”, que nos carga de adrenalina, con el impresionante andamiaje rítmico de Paice, mucha distorsión y la voz de Ian Gillan, innovando la forma de cantar, con grandiosos agudos.



Completa el disco otro gran clásico de Deep Purple: “Lazy”. Un tema mayormente instrumental, con otra destacadísima labor de Ian Paice en la batería, además del genial trabajo de Lord en el órgano Hammond. Definitivamente este tema nos transporta a otra dimensión, en donde generan fascinación esos juegos que van creando Lord y Blackmore, casi como si fuera una jam session entre amigos, donde el arte surge con maestría y naturalidad.



En resumen; simplemente, dos palabras: Machine Head. Un disco imperdible para amantes del rock, para fanáticos del metal y sobre todo para todo aquel melómano que quiera disfrutar del arte de una banda que ya dejó su huella en la historia.


Gustavo Rosatto



viernes, 9 de marzo de 2018

LLEGANDO LAS VENTIZCAS DEL OESTE, entrevista a Alejandro Schanzenbach



Dice que no es un artista de culto, y habrá que creerle nomás, aunque varios piensen lo contrario. Lo cierto es que Alejandro “El Alemán” Schanzenbach, hace años que viene forjando su propia leyenda de rock, desde el margen, largo y sin prisa. En los años 80 integró la banda Autobús, uno de los primeros grupos denominados “modernos” del rock nacional, tras lo cual tocó el bajo como músico acompañante de Andrés Calamaro (con quien grabó en los álbumes Por mirarte y Nadie sale vivo de aquí) y de Moris. Luego llegaría su labor como solista, a partir de los 90, aunque antes formara un grupo denominado con su propio apellido: Schanzenbach. La presentación masiva de esta banda se daría en La TV Ataca, el recordado programa de televisión conducido por Mario Pergolini. Así llegaría el segundo disco del grupo, Símbolo de los tiempos. Luego de que terminara este proyecto, Alejandro grabaría Ácido y miel y más tarde formaría otra banda, La Tolva, un power trio con los que tocó en la Antártida Argentina.

Esta es la historia de Schanzenbach, un auténtico rockero del no tan lejano Oeste, ahí donde está el agite…

ENTREVISTA: ¿Cómo fueron tus inicios en la música? ¿Cómo te formaste como músico?
Empecé a tocar la guitarra a los 8 o 9 años. Al principio, leía lo básico en lo que respecta a material clásico, también tango y folclore. En esa época, en las fiestas, en mi casa se juntaba mi familia, y había unos tíos míos que tocaban guitarra, bandoneón… Hasta un baterista había… (risas) Eran unos viejos locos y copados, y esa creo que fue mi influencia más grosa. Bueno, seguí estudiando, y por ahí dejaba un tiempo, pero como tocaba no era necesario estar con maestros. Así estuve, estudiando música, a veces sí, a veces no; hasta que luego de los 12 o 13 años no estudié más. En eso, un día vino un amigo de mi barrio (San Antonio de Padua) y me invita a tocar el bajo en un grupo. Ahí eran todos más grandes que yo. Imaginate que cuando me invitó a tocar le pregunté que era un bajo… ¡Yo no tenía ni idea! Él me dijo que era como la guitarra pero con cuatro cuerdas… (risas) Así que fui y ya no lo dejé más. Yo tenía 15 años

¿Qué artistas y discos eran tus preferidos en esas épocas iniciales?
En esa época, iba a bailar y veía muchas bandas. Me gustaba mucho el rock pesado, pero escuchaba de todo. La verdad, en vivo era emocionante ver a grupos como El Reloj, Pappo´s Blues, Aeroblues, La Máquina de Hacer Pájaros, Invisible, Spinetta… También vi a Pastoral, Los Jaivas, y un montón más…

¿Cómo era iniciarse como músico de rock a fines de los 70, principios de los 80?
En mi caso, en el año 79 fui a laburar al circo Real Madrid, que tenía una orquesta de 10 u 11 músicos y estaba buenísimo. Me pagaban buena plata y yo era feliz. Eso duró hasta el último día del 79 porque en el 80 tenía que hacer la colimba. Así que largué el circo y seguí tocando por aquí y por allá. Durante esa época ya me había comprado el (bajo) Fender Precision que todavía tengo, y bue… Se me vino el Servicio Militar encima, nomas. Esa experiencia tuvo cosas interesantes porque allí aprendí a tocar el tambor, y también el bajo, con la banda del RI 6 de Mercedes. Así que todo bien, seguía tocando, armamos una banda hecha con pibes de afuera y compañeros de la colimba, y tocábamos en Mercedes y en otros lugares. Hacíamos covers y temas nuestros. También laburaba con los milicos durante los carnavales, tocando música de artistas internacionales. Cuando me dan la baja ya estábamos en mayo del 81, y a partir de ahí armé varias bandas, y seguí tocando por la zona Oeste del Gran Buenos Aires, hasta que me convocan y acuartelan para la Guerra de Malvinas.

¿Y cómo fue tu participación en Malvinas, y cuál es el tipo de reclamo al que estás adhiriendo en la actualidad?
Lo que pedimos es que se nos reconozca como partícipes de la Guerra de Malvinas. Estuvimos con un píe en el Hércules, y no es justo que ni siquiera nos tengan en cuenta. Sobre todo pensando que hay miles de tipos que cobran pensión de excombatientes y no fueron. Bueno, nada, creemos que es justo que haya un escalafón y se nos reconozca. No estuvimos en Malvinas, pero estábamos listos para ir y hacíamos logística en el continente. No pretendemos ser iguales que los compañeros que fueron a Malvinas, pero estuvimos ahí. En junio del 82 me dieron la nueva baja y así retomo mi historia con la música.

¿Qué balance hacés de tu experiencia en Autobús?
Pasó que, tocando, en algunos viajes me crucé varias veces con los Autobús, que en esos tiempos eran un trío acústico. Incluso, con Miguel Gabanelli (guitarra) habíamos tocado en otras bandas, y con Meno (Rubén Fernández, voz) nos conocíamos de Padua. En esa época, éramos pocos los que hacíamos música en la zona, y por eso nos conocíamos todos... Cuando deciden electrificar a Autobús me dan un casete que traía tres o cuatro temas, para que los escuchara. Los saqué y fui a un ensayo de la banda, y nos pusimos a tocar. En ese momento, también habían entrado al grupo Gaby Kerpel (teclados), Ricky (Ricardo González, batería), junto a Miguel y Meno. Así empieza la historia de Autobús como grupo. Empezamos a tocar y no paramos hasta diciembre del 85. Fueron tres años de no parar de tocar, hicimos dos discos (Maten al Último Romántico, 1983; y Bailando Sobre los Escombros, 1984) y nos presentamos junto a todas las bandas y solistas de la época: Soda Stereo, Sumo, Zas, GIT, Lebón, Páez, Los Abuelos de la Nada, Suéter, Los Twist, Charly, Virus, Los Enanitos Verdes, etc… Luego, paramos, nos fuimos a una quinta en Merlo, y empezamos a trabajar en lo que sería el tercer disco del grupo, pero ya no era lo mismo. Se había ido Kerpel y la banda estaba sin brújula.

¿Cómo te integrás a la banda de Calamaro?
Paralelamente a esto que te contaba, Calamaro produce el segundo disco de los Enanitos Verdes, y de ahí viene la conexión con Andrés, porque un par de personas de la producción le propusieron formar una banda al Cala. Fijate, si leés en el librito del disco Nadie Sale Vivo de Aquí, hay una parte que dice “banda fundada por Quique García y Oscar Saavedra. Ellos fueron los que mediaron para que nos juntáramos con Andrés y empezáramos a tocar. Calamaro ya nos conocía de Autobús, y nosotros a los Abuelos, pero nunca habíamos hablado, sólo nos conocíamos a la distancia. Bueno, así fue que nos juntamos en el invierno del 86 en una sala de (la calle) Montañeses, en Belgrano. Empezamos tocando Ricky, Andrés, y yo. Luego vino Gringui (Herrera) y ahí, digamos, se formó la que luego sería la banda de rock de Calamaro. Más tarde, se sumó al grupo el venezolano Petrina, que un año después sería remplazado por Ariel Rot. Ariel solía venir bastante seguido a nuestros ensayos porque era amigo de Cala. En fin, todo éste proyecto se iba desarrollando, y paralelamente seguía tocando en Autobús. Es más, llegamos a hacer algunas presentaciones en el recordado programa de TV Feliz Domingo, Autobús y Calamaro, tocando ambos grupos el mismo día. Esa era una época en que se tocaba bastante en la TV, ¡y en vivo! Eso estaba bueno porque tenía mucha llegada a la gente, y sobre todo al interior del país, en donde era difícil llegar, por los gastos y demás cuestiones. Así que seguí adelante con ambos proyectos musicales. Como te decía, a comienzos del 87 grabamos el tercer disco de Autobús (El Amor es un Sueño Americano), que sonaba muy bien, pero había un cambio evidente en la música. En cuanto al sonido del grupo, éramos otra cosa, y fuimos perdiendo fuerza en el proyecto. Al mismo tiempo, con Calamaro empezábamos a tocar cada vez más.


Y así llegan a grabar Por Mirarte...
Sí, a fines del 87 nos encerramos en la sala de los Soda, en (la calle) Naón –en los que después fueron los estudios Supersónico- y preparamos Por Mirarte… Cuando digo “preparamos”, hablo en plural porque toda ésta historia la veníamos haciendo con mi compañero de Autobús Ricky González, él en batería y yo en bajo. Si bien, con Autobús habíamos compartido escenario con casi todo el mundo, ya con Calamaro nuestra colaboración fue bastante más lejos, ya que participamos del (festival) Rock in Bali (en enero del 87), junto a Fricción, Sumo, Soda, Virus, Los Violadores, y todo eso. Grabar Por Mirarte fue una experiencia muy buena por lo rico que era "trabajar" con Andrés. Había una propuesta clara: todos tocábamos los que había que tocar y no se hablaba. Sólo se tocaba. Todos sabíamos que era lo que hacía falta, y así se armó ese disco, con algunos temas que tocábamos en vivo y muchos que se terminaron de armar en el estudio. Luego, tuvimos un año 88 muy movido. Porque, al contrario de lo que se dice, Por Mirarte fue un éxito. Por lo menos para nosotros, que no paramos de tocar durante todo ese año, de norte a sur y de este a oeste… No parábamos, estábamos de gira siempre. Justo cuando salió Por Mirarte dejamos Autobús, y Autobús se termina luego de unos shows en Paraguay...

Luego participaste de la grabación de Nadie Sale Vivo de Aquí (1989), el que algunos consideran uno de los mejores álbumes de la carrera de Calamaro, aunque no haya sido un éxito de ventas...
Con respecto a Nadie Sale Vivo de Aquí, ese disco se grabó en plena época de hiperinflación. Había mucha locura, veníamos tocando mucho, y cuando fuimos al estudio nadie sabía que era lo que íbamos a hacer, ni siquiera Calamaro… Así que nos encerramos en (los estudios) Panda, y así salió ese disco fresco, simple y profundo. Era una época de cambio para todos. Muchas giras, mucha música, y mucho de todo… Éramos una Banda –así en mayúscula-, porque, si bien había una cabeza visible, todos trabajábamos en equipo, y por eso salieron esos dos discos. Creo, en rigor de verdad, que si hubiésemos firmado todo lo que hicimos, casi todos los temas tenían participación de todos nosotros. Pero la realidad es otra, casi siempre, y así uno va creciendo y aprendiendo de las trampas que tiene la música, acerca de lo que uno gana y lo que tendría que ganar, lo que se esconde, lo que te dan y lo que no… Empezás a pelear por tus derechos, y, en mi caso, ahí terminé -o comencé, mejor- una nueva historia con 4 Caras, previo paso de tocar con Moris. En el 90 toqué en la despedida de Calamaro, antes de que fuera a España, y dos meses después del regreso de Moris, ya estaba trabajando en mi propio material.

¿A Moris cuándo lo conocés?
En el 88, cuando Calamaro lo invitó a tocar unos temas en Cemento. Después, en el 90 armamos Basterrícolas, un grupo que habrá hecho unos 7 u 8 shows, y Moris vino a ver varias de esas presentaciones. Ya sabíamos que Calamaro se iba a España. Por su lado, Rot iba y venía. En eso, Moris empezó a preparar su vuelta a la Argentina, y a tocar en el (Teatro) Coliseo. Así, empezamos un periodo en el que no paramos de tocar juntos. En el medio de todo eso, con parte de esa banda y algunos otros viejos amigos, grabamos 4 caras en Panda, en mayo del 91, y estuvo guardado hasta setiembre del 92, que es cuando fue editado el disco...

Así llegamos a tu grupo Schanzebach ¿Qué recordás de ese proyecto?
Bueno, yo me había unido a (Jorge) Daffunchio, y trabajábamos las letras juntos, sobre todo las del primer disco. Yo era consciente que todo era igual de importante: letra, música, músicos… En fin, todo. Empecé grabando demos, y de ahí salió 4 Caras (1992). Ese fue un disco de demos, y eso explotó.

¿Por qué se termina Schanzebach y te hacés solista?
No hay demasiada diferencia entre mi labor en la banda Schanzebach y mi trabajo posterior como solista. Yo siempre trabajé como solista, no hay quiebre en los tres discos. En uno salí a tocar como trío, el segundo (Símbolo de los Tiempos, 1994) fue hecho por un cuarteto, y Ácido (2003) casi lo grabé yo solo. La única diferencia es que en los dos primeros discos había banda y en el tercero no…

¿Por qué estuviste tanto tiempo sin editar material nuevo, entre tu segundo y tercer álbum?
Sin embargo, en el 97 empecé el proyecto Underbach (instrumental, con algunos temas que luego incluí en Ácido y Miel), y toqué mucho con el formato instrumental hasta el 2000. En 2001 empecé a estudiar el profesorado de Lengua. Si bien seguí tocando -porque, al mismo tiempo, armé una banda- le di duro al estudio, y hasta el 2004 me mantuve cursando la carrera en el profesorado en Moreno (me faltan tres materias para terminar tercer año, y me queda cursar cuarto año para recibirme). En resumen, el tema es que colgué con el estudio, y recién ahí medio que retomé la música en serio e intenté armar una banda que luego devino en mi proyecto actual La Tolva...

En los 90, propuestas artísticas como la de tu grupo tenían buena difusión, apareciendo en programas de televisión y radio. ¿Por qué pensás que eso ya no existe más?
El hecho de que yo haya tocado en TV y radios grandes tuvo que ver con un momento, y con un disco que le gustó a los difusores y en vivo era muy fuerte. Tenía todos los atractivos para que sonara en todos lados y eso fue lo que pasó. Así, no paramos hasta tocar en River con los Guns, y seguimos… Ahora, si vos hacés un disco bueno o muy bueno, tenés contactos, y la banda suena bien, tenés posibilidad de que eso funcione, pero tienen que estar los astros alineados. (risas) Durante años, he trabajado mucho, produciendo a varios personajes a los que les ha ido más que bien, pero eso del negocio de la música es muy ingrato. Muchas veces, el tema de la difusión fue difícil. Siempre fue igual: en los 70, 80, 90, etc., etc… Ahora, quizás, sea más difícil aun, pero hay lugares en donde se puede tocar, y también hacer TV en canales abiertos. Cada época tiene lo suyo. Hoy, creo que hay que estar más atentos. El pop arrasa pero el rock también tiene lo suyo, Internet ha cambiado casi el formato del disco, ahora tenés mp3, mp4, cd, vinilo, casete… Hay de todo y para todos. Solo hay que encontrar el conducto para poder desarrollar un proyecto musical. Con mi proyecto actual de La Tolva creo que estamos alcanzando un muy buen nivel de temas, el grupo suena, y ahora hay que terminar de grabarlo, mezclarlo, y que salga… Pero eso cuesta guita, mucha guita. Nosotros lo estamos haciendo por "monedas", en base a nuestra experiencia, y después habrá que tener el culo suficiente para que pueda entrar por algún lado, que llegue a la gente.

Contanos acerca de algún show que recuerdes especialmente, tanto aquellos que hayas presenciado como espectador como aquellos en que hayas participado como músico arriba del escenario.
No hay un único show en particular que me haya marcado. Recuerdo a muchos artistas que vi en vivo. Demasiados, creo: Prince, Jaco Pastorius (con Weather Report), Stanley Clarke, Albert King, B.B King, James Brown, Lou Reed, Iggy Pop, Los Ramones, Peter Hammill, Robert Fripp, Buddy Guy, Neil Young, John FogertyTodos ellos -y muchos más- influyeron en todo lo que hice y hago. También admiro muchísimo a músicos como Hendrix, Marley, los Beatles, los Stones, los Doors, Elvis, Bo Diddley, Vaugham (tanto Jimmie como Stevie), Peter Tosh, Cream, Allman Brothers… Creo que haber tocado con músicos argentinos muy conocidos –y no tanto- , así como tomar café, charlar, y pasar horas junto a ellos, es algo de lo que uno puede siempre va a estar contento, y algo que me encanta poder seguir haciendo.

Y a nivel general, ¿qué tipo de música y artistas te gusta escuchar? ¿Cuál es tu opinión del presente de la música rock y pop internacional?
El rock actual no me interesa. Me parece que todo es un gran negocio y que no hay nada nuevo, todo es copia de copia. En mi opinión, la música en general murió con el disparo de Kurt Cobain. Con el fin de Nirvana se terminó todo. Por supuesto que hay tipos interesantes como Beck, John Mascis de Dinosaur Jr., Sonic Youth, y un montón más; pero la música perdió la brújula. Quizás tenga que ver con que la cantidad de oferta es abrumadora. Es una invasión. Cuando fui a ver a Ringo Starr, me rompió el bocho con su show de rock y, por supuesto, por toda esa movida que hizo el loco, al poner a tocar en su banda a tipos que se estaban rehabilitando, y hacer una gira con ellos. Así, rescató a un montón de músicos que estaban en el horno. Otra movida similar fue la de Ry Cooder con el Buena Vista Social Club, cuando sacó de gira a viejos músicos cubanos, que muchos pensaban que ya estaban muertos; y resulta que era todo lo contrario. En el rock nacional no creo que haya nada nuevo. Las bandas nuevas que escucho en la radio son todas muy pop, una mezcla de Fito con Calamaro, Charly García, Pappo y, ahora, Spinetta… Muy pobre nivel. Creo que Miranda! fue, de lo último que apareció, lo único que mostró algo diferente, pero lo suyo no es lo mío. En Padua tengo mi negocio en donde vendo libros y music, doy clases de bajo, guitarra y canto; grabo, pre produzco, etc.; y tengo posibilidad de escuchar de todo, pero, como te decía antes, no hay nada nuevo. Por eso siempre termino escuchando a Hendrix, los Beatles, Tom Waits, Bowie, y todo lo que me gusta. No me da para escuchar nada nuevo, por lo menos un disco entero de nadie. Por otro lado, las compañías discográficas, con el tema de los contratos, venden shows, discos, videos, etc.; pero todo es mero business. Un tipo que me parece interesante es Santaolalla. No me gusta mucho lo que hace, pero me parece bueno que el tipo se las arregle para vender tango y folclore electrónico al mundo, y eso está bueno…

¿Cómo te relacionas con la fama derivada de tu actividad artística? ¿Te considerás artista de culto?
No me considero de culto, soy un músico que trabaja, y la verdad es que no tengo demasiado claro eso de la llegada. Muchas veces me hacen llegar videos o grabaciones mías. Es divertido hacer cosas y que otros las tomen en cuenta.

¿Cuáles son tus proyectos actuales, y en un futuro inmediato?
Desde hace unos años estoy trabajando con mi trío La Tolva. Hemos editado tres EP, y ahora estamos terminando nuestro primer disco grande, que incluirá 12 temas. Con este proyecto de La Tolva hasta fuimos a tocar a la Antártida. Fuimos el primer grupo que tocó en la Base Marambio. Mi idea, con La Tolva es seguir el ”Plan A”, que es hacer una canción que se inmortalice. Espero lograrlo por lo menos una vez. Con 4 Caras estuve cerca, o en algún otro punto logré el cometido, pero ahora voy por más; con la diferencia de que en La Tolva trabajamos como grupo. Siempre es difícil empezar proyectos casi desde cero, pero estamos muy bien encaminados. El grupo está formado por Fatiga (Paulo Dacal) en batería y voz, Diego Boris en guitarra y voz, y yo toco el bajo, trabajo con las bases, y en las grabaciones también toco guitarras, teclados y canto. Somos un trío de tres cantantes.

¿Cómo llegaron a tocar en la Antártida?
Lo de la Antártida salió, por un lado, trabajando, y también por tener contactos que están relacionados con el tema de la Ley de la Música, y su intensión de expandir el arte hacia todos los lugares… Ah, me olvidaba… Tengo un disco acústico, que en algún momento voy a editar, con canciones que están relacionadas con eso que hoy te decía de trabajar con el formato de canción y trabajando con letras, también estoy tocando en vivo con mi esposa "Brene", desde hace poco más de un año, un material tradicional de country - folk en inglés, y es una experiencia muy rica, por el hecho de tocar canciones que traspasaron el tiempo, y por subir a un escenario con la familia.
Como siempre, vinculado a la emoción de tocar. Lo mismo que vengo haciendo desde 4 Caras. Como ya sabés, siempre es lo mismo: Hay que seguir, la canción sigue siendo la misma, y si aparece una buena, puede pegar. Nunca se sabe, lo que sí es que no hay que parar...

(Entrevista realizada en septiembre de 2012)

Emiliano Acevedo