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sábado, 10 de septiembre de 2022

VENDIENDO INGLATERRA POR UNA LIBRA 2, entrevista a su autor Norberto Cambiasso




El que espera desespera. Pero por fin, este mes, salió a la venta el segundo tomo de una venerable saga, Vendiendo Inglaterra por una Libra 2 (2022, Gourmet Musical Ediciones). La monumental investigación erudita y amena de Norberto Cambiasso sobre la historia social del rock progresivo británico se sumerge durante algo más de 450 páginas en el pasado para contextualizar la tradición, la nostalgia y las transformaciones en los futuros pasos del rock progresivo. Desde el papel crucial de la Incredible String Band marcando la zona de confluencia entre el folk y el prog. También, un repaso por la parte central de la obra de Genesis y Jethro Tull. Todo eso y mucho más es lo que nos espera en esta obra indispensable para todos los fans del género y de la música en general. Para adentrarnos un poco más en el libro conversamos con su autor.

ENTREVISTA> ¿A qué refiere el subtítulo del libro: Del Revival al Progresive Folk?

Empiezo hablando de lo que algunos llaman el segundo revival, a partir de los años 50, con gente como AL Lloyd y Ewan MacColl, etc. Hay toda una primera parte del libro que se llama “Antes del prog” en donde cuento la metamorfosis del folk y ciertas cosas ligadas a la psicodelia, incluso a los Beatles y los Rolling Stones. La línea de este segundo volumen empezó con ver la relación que tenía el progresivo con el folk, una relación que rápidamente empezó a aparecer por todas partes, y después se convirtió un poco en el intento de averiguar qué era lo específicamente británico, o incluso inglés, que había originado al rock y al progresivo en particular entre finales de los 60 y los 70.

¿Cómo es la organización del libro?

Tiene dos partes muy marcadas: Una es la correspondiente al prog, en la que en los dos primeros capítulos se habla del revival folk y un segundo capítulo que plantea como ese revival se va transformando en folk rock. Es un capítulo que termina con Pentangle. Los dos capítulos siguientes tienen que ver con el proceso que se dio a mediados de los 60 por el cual el pop británico empieza a apropiarse de tradiciones un poco más autóctonas, en particular todas las que están ligadas al music hall. Entonces es un capítulo sobre los Beatles y los Stones del periodo intermedio, que sería el tercero; y un cuarto capítulo que habla de bandas ligadas a la psicodelia pero también aparece el primer disco de David Bowie o el periodo intermedio de los Kinks. Esa es la primera parte y se llama “Antes del prog” porque todo ocurre en los 60, obviamente. Es todo lo que ocurre antes del álbum debut de King Crimson, para poner una fecha emblemática. Después, la segunda parte, va desde el acid al progresive folk. Empieza con un capítulo de Incredible String Band y después rastrea una serie de bandas ligadas al folk ácido y al folk progresivo, y después concluye con dos capítulos sobre Genesis y Jethro Tull.

¿Cuál era el entorno social cultural que rodeaba al rock progresivo británico en esos años?

El rock progresivo bebe de estímulos muy variados. Un poco la voluntad del libro es romper con ese mito ligado a cuatro o cinco bandas sinfónicas muy importantes que tiende a hacer creer que el progresivo es la mera modificación de los clásicos de la música burguesa y nada más. La idea es que el rock progresivo en Gran Bretaña es un género fuertemente británico y la búsqueda de algo británico es algo que, efectivamente, empieza con los revival folk. Pero, también, está presente el intento de mostrar cómo se constituye un pop británico a mediados de los 60 con bandas como los Beatles, los Stones, los Who o los Small Faces que, de alguna manera, sientan precedente para lo que después van a ser las búsquedas del prog más consolidado.

La Incredible String Band es una banda muy olvidada, ¿no?

Sí, así es. En el capítulo dedicado al grupo marco eso. En realidad fue una banda muy popular entre 1967 y 1968, y muchos dicen que fue inspiración para los Beatles y los Rolling Stones. Si vos pensás en tres bandas multi populares de Inglaterra: Beatles, Rolling Stones y Led Zeppelin, todos ellos eran fans de la Incredible String Band. Entonces uno se pregunta por qué si tuvieron una centralidad tan fuerte después quedaron olvidados.

¿Por algo en particular?

Yo creo que fueron asociados a lo que fue la contracultura hippie de la época, entonces quedaron muy marcados como una banda paradigmática de ese periodo. Mientras que los Beatles y los Stones tuvieron distintas reencarnaciones y se fueron reinventando de manera diferente. Hubo una recuperación del legado de Incredible en lo que fue el free folk de los años 90 y comienzos del siglo XXI, pero dentro de un ámbito más acotado.


¿Cuál es el periodo de Genesis que tratás en el libro?

Llego hasta 1974 cuando Peter Gabriel se va del grupo. El último disco que reviso con detalle es The Lamb Lies Down on Broadway porque todo lo que planteo de Genesis tiene que ver con lo que está ligado al universo de esa primera época. Con la ida de Gabriel se van, también, los disfraces, los juegos de palabras y las aliteraciones y el grupo empieza a ser más, estrictamente, musical.

 

De Jethro Tull, ¿qué podemos decir? ¿Qué periodo cubre este volumen?

Arranco con el primer disco, This Was, que no deja de ser un producto del segundo revival del rhythm and blues y llego a lo que muchos llaman la trilogía folk de finales de los 70: Song From the Wood, Heavy Horses y Stormwatch. Recorro un poco el periodo de la formación clásica de Jethro antes del disco A. Porque en los 70, más allá de que siempre Ian Anderson fue el líder indiscutido del grupo, en discos como Thick As a Brick se nota un trabajo más de conjunto, una colaboración en los arreglos. [David ´Dee´] Palmer y [John] Evan eran realmente importantes a la hora de componer. En general, los capítulos de Vendiendo… nunca se pasan de los 70 porque la idea es revisar el momento dorado del progresivo. Claramente, creo que la música progresiva tuvo en ese momento una centralidad que nunca más volvió a tener. No es que no hubo más progresivo a partir de ese momento, decir eso sería una tontería, sino que se perdió la centralidad que el género tuvo especialmente en la primera mitad de los años 70. Esa importancia, por supuesto, está ligada a los grandes discos del rock progresivo porque Red, de King Crimson; o Seling England by the Pound, de Genesis; o Close to the Edge, de Yes, son ejemplos claros de una época. Después uno puede discutir si le gusta más A, de Jethro; o Drama, de Yes; pero, claramente, esos no son los discos con los que uno asociaría rápidamente a esas bandas. A eso me refiero un poco con la idea de la época central del rock progresivo…


En tus libros hay una idea esencial que contrasta con lo que habitualmente se dice del origen del rock progresivo, como si hubiera sido simplemente la unión del rock psicodélico con la tradición romántica europea…

Sí. Para mí todo es más complicado que eso. Pero hay una parte en el capítulo 3, que es el dedicado a los Beatles y los Rolling Stones, en la que trato de demostrar la idea de lo que yo llamo una suerte de interludio “rockista” entre la psicodelia y los inicios de la progresiva. O sea, hacia 1968 se da una voluntad de retornar a las raíces, cuando muchos grupos británicos parecen cansarse de la fiebre psicodélica de finales del 67, un back to the roots, que, de manera distinta, también se da en el contexto de la psicodelia californiana. Para mí el paradigma de eso es el Beggar´s Banquet de los Rolling Stones, también presente en los temas más duros del Álbum Blanco de los Beatles, así como en Estados Unidos tiene que ver con el John Wesley Hardin de Bob Dylan. Lo llamo interludio rockista porque esas obras sumadas al segundo revival del rhythm and blues, con grupos como el primer Fleetwood Mac, Savoy Brown o Chicken Shack, incluso los inicios de cierto hard rock que después se va a popularizar con Led Zeppelin, conforman una reacción rockera y rockista a lo que había sido la estación psicodélica de los meses previos. Se retoma la idea del power trio, el sonido fuertemente amplificado de gente como The Who o The Jimi Hendrix Experience. Los inicios de la progresiva, esos inicios más vacilantes de los primeros discos de Genesis, Van Der Graaf o de Yes, tienen que ver con una reacción a este rockismo que a su vez reaccionaba a la psicodelia. Entonces ahí estoy tratando de trazar un marco, de decir que el progresivo no es simplemente la continuación del linaje contracultural psicodélico, sino que lo que hay es una reacción en contra del rockismo del 68 de lo que después van a ser grandes bandas progresivas que, en ese momento inicial, estaban buscando su sonido. Eso está ligado a una recuperación de alusiones inglesas y británicas que ya habían empezado a darse en el pop británico de 1966 y 67.

¿Qué proyectás para la realización del próximo volumen de Vendiendo Inglaterra…?

La idea del próximo libro es hacer algo más ligado al jazz en el que entrarían Van Der Graaf y King Crimson. Claramente, esos dos grupos van a estar. Después quiero mostrar un poco cómo buena parte de los músicos que constituyeron la música pop más característicamente británica provenían del jazz, empezando, por ejemplo, por Jack Bruce y Ginger Baker en Cream, hasta los miembros de Colosseum, por decirte una banda que uno identificaría como claramente progresiva. Probablemente, va a haber un capítulo sobre brass bands, bandas de bronces, en donde hablaré de esos grupos que se pusieron muy de moda en la transición de los 60 a los 70 y quiero escribir, también, sobre muchas bandas de progresivo oscuro que quedaron fuera del radar o no tuvieron éxito, que grabaron uno o dos discos y después desaparecieron por completo como Affinity, Cressida, Catapilla, The Room, Samurai… El problema es que son decenas y decenas, entonces aún no sé cómo lo voy a armar. Otro capítulo que quiero escribir tiene que ver con Soft Machine y Nucleus, dos bandas que inauguran una línea muy clara de jazz rock británico. También pensaba, pero no sé si llegaré a hacerlo, terminar con un capítulo sobre Henry Cow y Rock In Oposition… Pero todo esto que te digo es a vuelo de pájaro, muy ambicioso y todavía no está confirmado que vaya a ser así hasta el momento en que me ponga a escribirlo. Está todo en veremos pero la idea está. Lo que no es negociable es Van Der Graaf y King Crimson, que van a estar sí o sí.

 

Emiliano Acevedo

sábado, 15 de septiembre de 2018

GENESIS, Abacab: Que otros muerdan el polvo...



Sin dudas, el cambio estilístico paulatino de Genesis, acentuado durante la época liderada por Phil Collins, generaría una de las mayores polémicas entre los fans de un grupo, como pocas veces se vio en el rock. Por un lado, el público progresivo del grupo de la primera hora lo interpretó como una traición, y no le perdonaría jamás al trío formado por Collins, Mike Rutherford y Tony Banks haber traicionado sus querencias “sinfónicas”, de cuando la banda era un quinteto que incluía también a Peter Gabriel y Steve Hackett. Sin embargo, sería insensato negar que algo de bueno tuviera la segunda etapa del grupo, más allá de haber sido tachada como comercial.

El álbum que marca el punto de quiebre en la historia del grupo y que, sin embargo, es uno de los más logrados del trío es Abacab, que fue editado en septiembre de 1981, el mismo año que Face Value, el primer opus solista de Collins. Sin dudas, dos producciones que tendrían bastante que ver con la veta creativa llevada a cabo por Genesis desde principios de los 80 hasta el final de su carrera discográfica en 1997.

A pesar de cualquier reproche artístico, indudablemente, Abacab es una gran producción, tan solo hace falta escuchar sus temas para corroborarlo. Comenzando con “Abacab”, una gran canción que mixturaba en forma acertada algunos de los rasgos progresivos del grupo con el pop. Por el contrario, uno de los momentos más polémicos de este disco están vinculados a la utilización de los vientos de Earth, Wind & Fire en “No Reply at All”, un tema simple pero con gancho. A esta canción la seguía “Me and Sarah Jane”, un tema muchísimo más vinculado a la primera etapa del grupo que a la estética pop, por la historia fantasmal en la que está basado y también por la gran performance de Banks en los teclados, quien da vida a una textura inimaginable de climas musicales que funciona como resumen musical de todas la etapas de Genesis.


Por su parte, “Keep it Dark” mostraba un economía de recursos musicales, que casi rozaba el minimalismo. Esta canción también tuvo un curioso video clip en donde los integrantes de Genesis caminaban por un suburbio holandés -mientras Tony tocaba un teclado Casio de juguete-, y en donde hasta se animaban de hacer la famosa pantomima de los monos a la "no veo, no escucho, no hablo..."; casi una metáfora acerca del nuevo rumbo musical del grupo… Por el contrario, “Dodo / Lurker” es otro tema progresivo dividido en dos partes. Sin dudas, una obra maestra y uno de los mejores temas de Genesis de los 80.


En “Who Dunnit?” Genesis peca de gracioso, auto indulgente y pretencioso; pero, lamentablemente, más allá del homenaje obvio a Agatha Christie, la canción termina siendo muy poco vanguardista, más allá de sus intenciones, volviéndose densa. “Man in the Corner” estaba bien, aunque haya sido injustamente olvidada por los fans intransigentes del rock sinfónico; al igual que “Like it or Not”, un tema que aunque no se lleva las palmas, no desentonaría en cualquiera de los discos solistas de Rutherford; y en donde, además, su título funciona casi como una declaración de principios de las intenciones creativas del grupo: “Esto es Genesis ahora, te guste o no “o, mejor, como diría Charly García: “Lo que ves es lo que hay...”. Y así llegamos a “Another Record”, una canción repetitiva que no aporta demasiado, más allá de su buen entramado rítmico y casi mecánico en el que el trío se relaja, jugándola casi de taquito.

En resumen, final del álbum y comienzo de una pregunta eterna: ¿Genesis se prostituyó o, simplemente, se hicieron millonarios apostando a una propuesta artística sincera? Si hacemos caso a las definiciones de Tony Banks  –vertidas en la brillante antología Genesis: El libro de las revelaciones, 2007- deberíamos inclinarnos por la segunda definición, y asumir que el grupo eligió hacer esa música más simple porque lo sintió así: “Cuando empezamos a componer el material para Abacab, parecía que corríamos el riesgo de repetirnos (…) Parecía un buen momento para nosotros cambiar de dirección, hacer que nuestro proceso de composición y grabación fuera más racionalizado y sencillo. Así que nos deshicimos de los grandes estribillos y las panderetas y los solos de teclados y buscamos que todo fuera más afilado, algo que también intentamos reflejar en el diseño abstracto de la tapa del disco. Subrayamos este cambio de dirección en Abacab incorporando un nuevo productor. Teníamos una buena relación con Dave Hentschel, pero para conseguir un cambio significativo en lo que hacíamos también necesitábamos realmente un cambio de productor. Así ingresó Hugh Padgham a trabajar con nosotros (…) Aunque Abacab no es uno de mis discos favoritos, creo que le dio lugar a algunos resultados buenos. Por encima de todo nos dio una sana patada en el culo. Aunque parecía que éramos más populares y que comercialmente teníamos más éxito, eso fue un efecto secundario del hecho de estar componiendo de manera más espontanea. A menudo tocaba algo que normalmente hubiera desarrollado hasta hacer un tema largo, pero Mike o Phil me detenían y decían, “no, es genial, déjalo así”. Me ayudó a centrarme más en las buenas ideas.”

El rock progresivo había entrado en su ocaso y ellos no querían convertirse en una mera caricatura de su propio grupo. En resumen, actualizaron su sonido y se adaptaron a un nuevo paradigma musical. Una decisión acertada. Que otros muerdan el polvo….

Emiliano Acevedo


lunes, 13 de febrero de 2017

PETER GABRIEL ( I ): Libertad plena sin concesiones...



Peter Gabriel cuenta porque se fue de Genesis en  "Solsbury Hill", el hermoso tema acústico que anunció cuales iban a ser las intenciones artísticas de este músico de aquí en más. Esta canción muestra el talento de Gabriel al natural, así como su poesía y fineza musical. Además, sin dudas, su primer álbum solista (editado el 25 de febrero de 1977, y producido por el gran Bob Ezrin) es una obra de arte sublime, atractiva, seductora, delicada y compleja. 
 
Para empezar, esta es una producción que no guarda ninguna relación con el material compuesto por Gabriel en su ex grupo. Esto demuestra la capacidad de este artista para reinventarse, alejándose de cualquier posibilidad mínima de anquilosamiento. A su vez, la música incluida en esta ópera prima es densa y vibrante. Seamos claros, lo que consigue Gabriel a partir de este disco es comenzar a hacer todo lo que siempre quiso (musicalmente hablando). Eso significaría menos desarrollos instrumentales que los incluidos en Genesis -cuando la mayor parte del sonido descansaba en la figura omnipresente del tecladista Tony Banks-, además de incluir arreglos musicales bastantes extravagantes -a veces minimalistas, a veces pomposos- en algunas composiciones (como los de la apertura de "Morbund the Burgermeister"). 

Además, Gabriel suena atractivo, seductor o "sexy"; como sucede con su actitud "rocker" puesta en juego en "Modern Love". Pero su abanico estilístico no se agota ahí, como podemos apreciar en la atractiva "Excuse Me", casi una pieza de estilo "doo wop"; incluso, cercana a un estilo clásico de "cabaret"; y también en "Waiting for the Big One", donde hay finísimos arreglos jazzísticos. Muchos de los momentos más enérgicos del disco los podemos apreciar en temas como "Slowburn" o en esa monumental mezcla de orquesta con música disco de "Down the Dolce Vita"; así como en el gran cierre del disco con la emotiva "Here Comes the Flood", uno de los temas paradigmáticos de toda la trayectoria de Gabriel

Quizás escapando de la rígida dirección impositiva británica, y de las expectativas que acarreaba su figura luego de irse de Genesis, Peter Gabriel fue grabado en los estudios Soundstage en Toronto, Canadá. Allí, Gabriel y Bob Ezrin trabajaron a sus anchas, sin prisas, entre julio de 1976 y enero del 77; aunque a esta altura ya habían vuelto a Londres, en donde completaron el disco, en los históricos estudios Morgan y los Olympic.
Gabriel y  Ezrin utilizaron durante la grabación a prestigiosos músicos invitados, como Robert Fripp (guitarra), que venía de desarmar King Crimson dos años antes; Tony Levin (bajo), por supuesto, luego también integrante de Crimson y colaborador full time de Gabriel de aquí en más; el baterista Allan Schawartzberg, el percusionista Jimmy Maelen, el guitarrista Steve Hunter; y los tecladistas Jozef Chirowski y Larry Fast, quienes se ocuparon de los efectos sonoros y los sintetizadores.

Finalmente, luego de la edición del álbum, Gabriel armaría una banda para tocar en vivo que incluiría al díscolo Fripp (quien utilizaría el seudónimo “Dusty Rhodes”), Hunter en guitarra, Levin en bajo, Fast en sintetizadores, Schwartzberg en batería, Phil Aaberg en teclados y  Jimmy Maelen en percusión. 

En resumen, Gabriel hizo casi todo bien en este disco: primero, exorcizó cualquier fantasma "genesiano" que podría haberlo molestado -recordemos que, en esa misma época, Genesis (ya sin él) comenzaba a despegar y a tener un inédito éxito comercial-, y por el otro lado, con esta obra sentaría los cimientos de una trayectoria propia, a años luz de cualquier preconcepto, que, a la postre, lo mostraría como uno de los artistas más coherentes y respetados de la música rock de los últimos 40 años.

E. A.

viernes, 14 de noviembre de 2014

GENETICS: ACTITUD PROGRE



El sábado 4 de octubre en el Teatro Coliseo, a sala llena, nuevamente los integrantes de la banda argentina Genetics consiguieron el efecto al que aspira cualquier grupo tributo: el de hacer creer a más de 1500 espectadores, que si cerraban los ojos estaban asistiendo a la reunión nunca realizada de Genesis, en su formato quinteto y liderado por Peter Gabriel, interpretando en su totalidad el álbum doble  The Lamb Lies Down on Broadway (1974). 


Y es que el público de Genetics concurre a sus shows con la seguridad de que va a escuchar una interpretación perfecta de las composiciones originales de Genesis, nota a nota, sin dejar casi espacio para la improvisación. Satisfacción garantizada, entonces, para esa multitud de fanáticos del rock progresivo, que no solo incluye a cincuentones con panza, barba y pelada, si no también a un número nada despreciable de jóvenes y adolescentes dispuestos a disfrutar con esta interpretación de uno de los discos conceptuales mitológicos de los ´70. 



Sin dudas, Genetics es un ejemplo acabado de este fenómeno imperecedero de las bandas tributo, que recrean el repertorio de varios grupos clásicos de rock. Curiosamente, a diferencia de lo que sucede con los shows tributo a Queen, en donde se privilegia la segunda parte de su discografía, en el caso de Genesis la mayor parte de los grupos homenaje -salvo los reconocidos Bad Dreams- se centran más en la primera etapa liderada por Gabriel, de mayor vuelo artístico y elaboración, que en su posterior época pop ultra exitosa (en términos comerciales), en la que Phil Collins pasó de la batería al micrófono, y del quinteto original “solo quedaban tres…”


Técnicamente, el show que brindó Genetics fue impecable, tanto en la ejecución como en el espectáculo. Si bien la puesta fue austera, no faltó la pantalla de fondo en donde se iban proyectando las imágenes que acompañaban los diferentes temas. También estuvo el estrambótico disfraz del Slipperman, que Gabriel utilizaba en uno de los momentos culminantes del show original. Esto no es una novedad ya que los canadienses The Musical Box (la llamada “banda tributo oficial de Genesis”) viene realizando, desde hace más de una década, el mismo show de The Lamb… Sin embargo, el mérito de los argentinos es igualmente destacable, y más teniendo en cuenta que nuestro país nunca fue visitado por Genesis en ninguna de sus encarnaciones.


De esta manera, tras una breve introducción en castellano de Ignacio Rodríguez Genta, el cantante de Genetics, acerca de la historia de Rael (el personaje proto punk protagonista del álbum), arranca la melodía ultra reconocible de piano de la intro de “The Lamb Lies Down on Broadway”, ejecutada en forma impecable por el tecladista Horacio Pozzo. Por supuesto, el show incluye las impresionantes secciones instrumentales del álbum “Fly on a Windshield”, “Hairless Heart” y “The Waiting Room”, en donde todos los integrantes del grupo, que completan Leo Fernández (guitarra eléctrica), Claudio Lafalce (bajo, guitarra y coros), y ese doble perfecto de Phil Collins llamado Daniel Rawsi (batería, percusión y coros), dan muestra de su excelencia como instrumentistas. 
                                                                                                                                      Rodríguez Genta merece un párrafo aparte por cargarse al hombro la parte más histriónica del concierto, personificando en gran forma a Gabriel, tanto en voz como en su despliegue escénico, que incluyó jocosas explicaciones del guion de esta “película” sonora, durante la presentación de cada una de las cuatro partes de la obra. Su vocalización en inglés es perfecta, y se luce especialmente en temas como “In the Cage”, “Counting Out Time”, “The Carpet Crawlers”, “The Chamber of 32 Doors”, “Lilywhite Lilith”, “Anyway” o “It”. 


Luego de la interpretación de The Lamb… Genetics concluyó su show con los bises que incluyeron “The Fountain of  Salmacis” y “The Musical Box” (ambos, del álbum Nursery Cryme, de 1971); y “Firth of Fifth” (uno de los mejores temas de toda la historia del grupo, perteneciente a Seeling England by the Pound, de 1973), en donde Pozzo se mostró dubitativo por única vez en toda la noche, sudando la gota gorda a la hora de interpretar la difícil intro de piano compuesta por Tony Banks. Aunque hay que decir que no era para menos, ya que ni el propio Banks solía tocarla en vivo. Por eso es un detalle menor que no empaña la extraordinaria labor interpretativa de Pozzo, en especial en los difíciles solos de sintetizador de temas como “The Colony of Slippermen” o “Riding the Scree”.

En definitiva, casi dos horas y media de show con 26 perlas “sinfónicas y genesíacas”, interpretadas con destreza, entusiasmo y pasión, por unos músicos excelsos tan fans de Genesis como su público.

Por Emiliano Acevedo
Fotos: Facebook Genetics (ex Rael)