Empezó con todo, con el arrebato propio de los
niños prodigios. Aún no había terminado su adolescencia y ya estaba tocando los
teclados con dos ídolos del rock argentino: primero, en el grupo de Nito Mestre; y luego con el Flaco, Luis Alberto Spinetta, nada menos; en la fabulosa Banda Spinetta de 1978, que inauguró los conciertos en el mítico Estadio Obras.
Corrían los años de plomo de la Dictadura militar más sangrienta de la
historia, y el rock resistía como podía. Allí transitaba sus primeros pasos
como músico profesional Edu Zvetelman, el protagonista de esta historia tan particular. Pianista y tecladista,
docente, compositor, arreglador, productor, director, sesionista… En su carrera
hizo de todo, ya sea escribir música para obras teatrales, bandas sonoras o la musicalización
de programas de tv, documentales y publicidades. Ganó premios y prestigio, y hace
poco tiempo le llegó la concreción de un sueño añorado que se hizo esperar: la edición
de su primer álbum solista, Cosecha Tardía.
Para conocer su historia recorrimos las calles concéntricas
y singulares de Parques Chas, a punto de perdernos. Afortunadamente,
encontramos su estudio de grabación, en donde iniciamos esta charla que luego
devino entrevista. Aquí está, Eduardo
Zvetelman, en primera persona.
ENTREVISTA> ¿Cómo te inicias como
músico?
Como tenía un piano en casa, desde muy chiquito disfrutaba tocando y sacando
canciones de oído. Creo que a los siete u ocho años me pusieron mi primer
profesor de música, al que mucha pelota no le daba, porque él me insistía con
que estudiara el Clementi, el Diabelli, todos estos libros de
enseñanza, o la “Sonatina”; y yo estaba a full con los Beatles. Aunque mi vieja tocaba el piano, y leía muy bien música,
yo me resistía a leer música, debido a estos métodos que mi profesor me hacía
estudiar, por eso –gracias a que tenía bastante oído-, cuando me pedía que
prepare alguna pieza, yo se la daba a mi vieja para que la tocara, así –mirando
como ella la interpretaba-, la aprendía de memoria al toque, y luego la tocaba
para que la escuchara el profesor.
El
viejo truco…
Tal cual. Hasta que un día el tipo se avivó, porque me paró en un determinado
momento de mi interpretación –él ya venía sospechando-, y me señaló la
partitura, diciéndome: “seguí desde acá”. Y yo empecé para la mierda,
haciendo cualquiera… (risas) Bueno,
así empecé, sacando canciones, esa fue la mejor forma de aprender armonía,
porque tenía mi propio método, en el que vinculaba lo que escuchaba a las
sensaciones que me hacía sentir la música, y cuando yo lo tocaba y sentía la
misma sensación quería decir que estaba bien lo que había sacado, si no pasaba
esto, seguía buscando hasta encontrarlo…
¿Pero seguiste estudiando con profesores de música,
no?
Sí, cambiando de profesor, seguí estudiando hasta
mi adolescencia. Apenas terminé el secundario –yo estudiaba en el Pellegrini-,
mientras seguía tocando en un grupo, comienzo a estudiar Medicina –estuve un
año estudiando en la facultad-, y ahí me sale mi primer trabajo como músico
profesional, acompañando a una cantante, y vamos a tocar al mismo lugar en
donde ensayaban Nito Mestre y Los
Desconocidos de Siempre, y el pianista de ese grupo –Osvaldo Caló- era profesor mío. Justo ahí, Osvaldo es llamado por Astor Piazzolla para integrarse a su Octeto Electrónico, e irse de gira por
Europa. Por supuesto, Osvaldo acepta la propuesta, pero, antes de irse, le
recomienda dos nombres a Nito Mestre para que lo reemplacen: uno era Alejandro Lerner y el otro yo.
Entonces, empieza Alejandro a tocar con ellos, pero a la semana se fue, y así entré
a Los Desconocidos de Siempre. Estuve tocando con ellos 6 meses, más o menos. O
sea, que, de la nada, a los 3 meses estaba tocando en el Luna Park con ellos en
un concierto compartido junto a León
Gieco…
¿Y por qué te vas del grupo?
Creo que había un tema relativo a la formación, imagínate que era 1977, y,
mientras ellos estaban metidos en el rock,
yo venía desde otro lugar: egresado del Pellegrini, con un criterio
universitario, y con mucha conciencia política de lo que pasaba en ese momento.
Además, era muy chico y un bicho raro para ese medio, no tenía demasiado rock encima aun. Creo que tuvo
que ver con eso, por algo después entró en mi lugar Ciro Fogliatta, un pionero del rock de acá, un tipo que sí era del palo… Bueno, luego seguí con
mi grupo, y a los pocos meses me llamó Spinetta
para tocar con él.
¿Así, como si nada?
No sé cómo fue que me llamó, pero fue muy gracioso, porque justo yo estaba con
uno de los músicos de mi grupo, trabajando en mi casa, tocando el piano,
preparando arreglos… Yo aún vivía con mi vieja, y ella viene a mi cuarto a
avisarme que me llamaban por teléfono, y cuando le pregunto “¿Quién?”
Ella, como si nada, me dice: “Luis Alberto Spinetta” (risas) Yo no sé si ella sabía muy bien
quien era… Ahí le digo: “Mamá, no jodas…” Obvio, yo no entendía nada.
Luego nos encontramos con Luis y ahí
me ofrece formar parte de la banda que estaba armando. Así me convertí en una
especie de ladero de él, ayudándolo a terminar los temas, con lo que tenía que
ver con las armonías y demás. Además, (esta forma de trabajo) a mí me venía
bárbaro porque necesitaba ensayar un montón más que el resto de los músicos de
la banda, que eran muchos más experimentados que yo, tené en cuenta que en ese
grupo también estaban Machi Rufino (bajo),
Luis Cerávolo (batería), y Bernardo Baraj (saxo). Era la época del
jazz rock, en donde había que tocar difícil, rápido y complicado… Con
esa formación estuvimos tocando un año, y luego hicimos unos demos para Luis,
porque él tenía una propuesta para ir a grabar a EEUU…
El
disco norteamericano producido por Guillermo Vilas…
Sí, me acuerdo que Vilas venía a los
ensayos, y todo. En principio, íbamos a ir nosotros con Luis a grabar allá,
pero finalmente él fue sólo y grabó con músicos norteamericanos. Si bien Luis
tenía la idea de hacer un disco al estilo argentino, una vez allá, le
impusieron el estilo norteamericano de producción, y cuando volvió, disolvió la
banda. Tocando con Luis, conocí a Emilio
Del Guercio; un tipo que me cayó muy bien de entrada. Él siempre nos venía
a ver tocar, y demás. Entonces, al año siguiente que dejé de tocar con Luis, Emilio
me llamó para que forme parte de su grupo: La
Eléctrica Rioplatense. En ese grupo estuve tocando bastante tiempo, en
varios lugares, entre ellos el Festival
de Jazz del ´80, y finalmente participé de la grabación de su disco solista
Pintada (1983), en donde hice los
arreglos junto al guitarrista Luis Borda.
Luego, empecé a dejar de tocar con él, porque comencé a meterme en distintos
proyectos, pero aun Emilio sigue siendo uno de mis mejores amigos.
¿Cómo siguió tu formación musical?
Estudié solo y aprendí mucho trabajando, porque después de mi paso por la banda
de Spinetta, entré en una vorágine laboral, tocando en hasta seis grupos al
mismo tiempo, haciendo distintos tipos de música, daba clases, acompañaba (con
el piano) clases de expresión corporal y de danza; y después de unos cuantos
años empecé a hacer música para publicidades. En algún momento me agoté de
tocar en vivo y dije basta. No quise tocar más para otros, había decidido
volver a tocar en vivo sólo cuando tocara mi propia música. Había pasado seis
años metido en un ritmo infernal, durmiendo cuatro horas por día, porque me la
pasaba laburando como un animal, haciendo arreglos, dirigiendo, tocando,
enseñando…
¿Qué te pareció meterte a hacer música para publicidades?
Me interesó mucho, porque ahí no sólo componía, sino que también me tenía que
ocupar de todo un trabajo integral, ya que al mismo tiempo componía, arreglaba,
producía… Trabajaba en el estudio, que era algo mucho más calmo que lo que
había vivido antes, cuando había estado yirando de un lado para el otro,
tocando en vivo en un montón de lados; y además, por ahí, con un laburo en
publicidad ganaba más plata que lo que había hecho todo un mes rompiéndome el
orto, tocando en vivo… Me dediqué muchos años a eso.
¿A
partir de que época empezás?
Creo que a partir del 86, 87. Hice de todo: publicidades –para las marcas más
importantes-, institucionales, cortinas de programas de TV. En algún momento
también hice música para cine, teatro; fui volcándome más a lo que tenía que
ver con la composición y producción.
¿Cómo se te ocurrió hacer trabajos de música publicitaria?
Por un alumno mío que trabajaba como director creativo de una agencia. Como yo
ya tenía las pelotas al plato, con todo lo que tenía que trabajar, un día le
pregunté cómo era el tema de las publicidades, y así empecé en ese mundo, que
es muy especial, muy interesante por un lado, y superficial por el otro; un
lugar en el que te podés encontrar con gente muy brillante y también con tipos
muy mediocres y soberbios, que se creen que por escribir dos frases ingeniosas
ya son Borges…
¿Y
cómo es la dinámica de trabajo para realizar música para publicidades?
Con el correr de los años fue cambiando. Cambió mucho el manejo interno de las
agencias de publicidad, su organización y forma de trabajo. Cuando yo empecé en
esto, la música tenía un lugar muy importante, ya que, primero, se hacían
muchos más jingles que ahora –y todo tenía música-, pero, además, te pedían que
compusieras música de antemano, para venderle la idea al cliente. Entonces,
ellos tenían tres o cuatro ideas posibles –campañas o ideas para comerciales-,
luego, se dibujaban los storyboards,
te pedían la música, y así, iban a vender la idea. Entonces, uno empezaba a
trabajar desde la génesis misma del proyecto, había mucha conjunción del
laburo, te llamaban a las reuniones de pre producción, se intercambiaban ideas…
Con el tiempo empezó a desvirtuarse un poco eso, porque empezó a ponerse discos
(en los spots) –algo que, por ley,
antes estaba prohibido-, ya que en los 90 –como sabemos- se “liberalizo” y
desregularizó todo, y así, luego de tirar a la mierda todas las leyes de
producción, lo que antes no se podía hacer pasó a estar permitido… Con eso se
hizo mierda –como pasó en otros ámbitos laborales, durante esa época- la
industria de la producción de comerciales, porque a las empresas le comenzó a
salir más barato traer un comercial extranjero, al que simplemente le cambiaban
la locución, doblándolo al castellano; y acá se dejaba de filmar, se dejaba de
hacer música, de locutor, de actuar los actores, de dar laburo a los modelos…
Por eso, esta nueva situación, la famosa globalización –sumado luego al
advenimiento de Internet, y la posibilidad de bajar cortinas musicales de
cualquier lado-, fue cambiando los paradigmas de laburo; tanto es así que, si
hoy me llamaran para hacer un trabajo en publicidad, difícilmente habrá una
reunión, ya que seguro me enviarían un mail con el guión –o la película ya
filmada-, o alguna referencia musical, y me van a decir: “Quiero algo parecido
a esto…” Ya en esa época era muy común –y sigue siendo- que, como es muy cara
la utilización de una canción original, te pidieran que hicieras algo “al
estilo de…”. Fue mutando, se volvió algo más impersonal, con menos trabajo de
equipo, pero buscando lograr un trabajo eficiente, con una respuesta rápida…
Sin embargo, eso de que te pidan hacer cosas “al estilo de…” me ha resultado
fantástico como dinámica de trabajo porque así he aprendido a hacer de todo,
cualquier música. Parece una pedantería, dicho así, pero mi trabajo me obligó y
enseñó a poder encarar cualquier producción y llevarla adelante. Ojo, no estoy
hablando de que hago genialidades, si no de que puedo escribir para orquesta,
hacer rock n´roll, folklore, temas étnicos –o de world music-… Cada música que te piden es un desafío re interesante
para ver “cómo se hace esto”, y hacerlo.
Aparte, tenés que redondear una idea en pocos segundos…
En pocos segundos, y además aprender a producir en muy poco tiempo porque, hoy
mismo, me pasa que te pueden llamar un día a las cuatro de la tarde pidiéndote
que tengas lista una música para las ocho de la noche, y a esa hora les tengo
que mandar una composición original, grabada, producida, y que suene bien como
para salir al aire. Está bárbara esa dinámica, aunque, por momentos, sea un
trabajo de mucha presión.
¿Cómo
fue tu trabajo para los canales?
Hice cosas institucionales, en alguna época, por ejemplo, en Telefé, cuando
estaban las bolitas, que eran como dibujitos animados haciendo distintas cosas
y situaciones. Bueno, yo hacía la música para esos separadores. Hice una música
que terminó siendo muy popular, como cortina para el programa La Movida del Verano, que conducía Juan Alberto Mateyko, que estuvo seis,
siete años en el aire. En fin, de todo. Al mismo tiempo, en esa época, también
trabajaba haciendo música de teatro para el San Martín, con criterios casi
opuestos a los que desarrollaba en la TV.
¿Nunca
te ofrecieron tocar en vivo en un programa, como, por ejemplo, la banda estable
que tuvieron Roberto Pettinato o Nicolás Repetto?
Sí, hace mucho me ofrecieron ser el pianista de un muy famoso programa de TV
conducido por una señora rubia…
¿La diva de los teléfonos?
Sí… (risas) Me lo ofrecieron dos años
seguidos, pero me negué.
Claro, vos trabajabas para el mismo canal…
Sí, yo trabajaba ahí, pero no me interesaba hacer algo diferente a lo que venía
haciendo. Igual, no quiero que parezca que yo hago una especie de valoración,
diciendo que un tipo de trabajo es más importante que otro, simplemente, que
haber trabajado ahí no era para mí. Yo he rechazado algunos trabajos porque
sentía que no me interesaban demasiado, además no quería exponerme…
Aparte, ese programa significaba una exposición diaria…
Tal cual, una cosa diaria, de mucha exposición, y una exposición que a mí no me
aportaba nada. No me interesa la exposición por la exposición misma, no tengo
ansias de divo, eso no es importante; yo soy músico y compositor, y lo
importante es lo que pueda hacer o no. Obviamente, que el tipo de laburo que
hago requiere hacerse público en algún momento, pero eso es parte del trabajo y
no puede ser el objetivo del trabajo.
¿Cómo, luego, te decidiste a mostrar en vivo tu propio proyecto musical?
Bueno, durante 20 años –mientras me dediqué a hacer mi trabajo para
publicidades-, me había agarrado una locura, y no quise tocar más en vivo, así,
no toqué con nadie, ni para nadie, salvo por un par de oportunidades en las que
toqué con Emilio, hace un par de
años, por ejemplo, en un homenaje a Eduardo
Rogati, un guitarrista que había tocado con nosotros. Esto fue así, hasta
que un día me decidí y volví a tocar en vivo para mostrar mi música.
¿Cómo se te ocurrió?
La excusa era otra, había pasado mucho tiempo, además de tener muchas deudas
pendientes con eso, tenía ganas de hacer un disco con mi música, volver a armar
mi grupo y salir a tocar. Es muy heterogénea mi música, y me gusta que sea así.
Los recitales que hice fueron, equilibradamente, intercalando música
instrumental con temas cantados. En lo instrumental hay muchas cosas que hice
para cine, o teatro, que luego les hice una reversión para poder tocarlas en
vivo, las canciones no eran conocidas, obviamente, porque aún no habían sido
grabadas…
¿Vos haces las letras?
Sí, son mías…
¿Y cómo estaba formado tu grupo?
La formación instrumental era bajo, batería, guitarra y violín; y yo en el
piano y cantando. Puede variar alguna cosa, pero esa es la formación que
utilizo. Tocamos mucho en bares, boliches, hemos tocado en Notorius, La Vaca
Profana, y en uno que cerró que se llamaba La Revuelta.
¿Y la gente que te a iba a ver seguro te
preguntaba cuando editabas tu disco, no?
Sí, y no tenía respuestas para darles… Yo soy muy desastre con eso. A veces me
ha pasado en mi vida profesional, que me es muy difícil compatibilizar el deseo
artístico con la necesidad de laburar para comer, y para las responsabilidades
que uno tiene: hijos, casa, etc. Por eso, tanto el deseo como las responsabilidades,
a veces, se llevan a las trompadas, uno con el otro. Por ahí, si en algún
momento me hubiese decidido a hacer un camino distinto, mi sustento lo hubiese
podido lograr con mi música, con una propuesta más artística, pero se ve que no
lo supe hacer, o no me animé, y por eso me dediqué a un aspecto más profesional
de la música, ya sea haciendo de sesionista o componiendo música para otros, en
cine, teatro o publicidad. Entonces, se van generando dos caminos que no
siempre son paralelos, ya que a veces se abren, se bifurcan… Por eso te decía
antes que me siento en deuda, ya que la parte de la música que más me gusta, si
trabajo, se me empieza a alejar… A mí, también me pasó, que, antes de empezar a
realizar música publicitaria, tuve un par de reuniones con gente de la
industria discográfica, y éstos, en un par de oportunidades –primero siendo
pendejo y luego cuando era más grande-, me ofrecieron hacerme grabar como
solista (yo tenía grupos en ese momento). Y, con el tiempo, recién me di cuenta
de lo que querían que yo sea, pero en aquel momento yo estaba muy aferrado a mi
ideales musicales, y por eso les dije que no, porque me proponían –en especial,
la segunda vez- en hacer música al estilo de fulano, o de grupos que estaban de
moda en los 80; pero me negué porque, para hacer jingles, o música comercial,
me dedicaba a la publicidad, en donde no tengo que poner la cara, no le miento
a nadie, y no estoy engañándome. Así que, por fin, me llegó la hora de poder
plasmar lo que creo que tiene que ser mi música. No me interesa si este
material vende 50 discos, 18, o lo que sea; porque tampoco voy a salir a hacer
un producto pre digitado, que no me representa. Así que no estoy disconforme
con lo que he hecho, por más que no tenga 10 discos editados –como podría tenerlos-,
porque aún estoy en camino, y tengo mucho por hacer…
¿Paralelamente
a la grabación de tu disco, qué otros proyectos estuviste haciendo?
Estuve, afortunadamente, haciendo cosas muy diversas y enriquecedoras. Hasta
2013, trabajando bastante, componiendo y produciendo música para
institucionales y videos para Presidencia de la Nación, el Anses y otras
instituciones y campañas políticas.
En 2012, hice los arreglos y la dirección musical
del disco Cancionero Malvinas, con la
producción ejecutiva de la Universidad Nacional de Lanús y la producción
artística de Emilio del Guercio, en
el que participaron importantísimos artistas de diversos géneros musicales. Una
experiencia muy buena y de enorme aprendizaje.
Luego de eso, empecé a abocarme a la pre producción
de mi primer disco solista, Cosecha Tardía, que, finalmente,
grabé a lo largo de 2014 y salió a la venta a principios de 2015.
Asimismo, estuve trabajando componiendo y
produciendo para diferentes obras de teatro: Piel de Judas (protagonizada por Susana Giménez) y El
Quilombero (ambas dirigidas por Arturo
Puig y producidas por Gustavo
Yankelevich), dentro de lo que podría denominarse teatro comercial y para
una obra de Danza Teatro, Las Bernardas,
dirigida por Teresa Duggan.
¿Estás grabando material nuevo en la actualidad?
Estoy pensando en la producción de un nuevo disco
solista, pero no grabándolo aún. Supongo que hasta el año próximo no podré
encarar ese proyecto.
¿De qué se va a tratar este nuevo material?
Lo tengo pensado como un disco casi exclusivamente
instrumental, en lo posible orquestal, donde volcar muchas de mis obras
compuestas para cine y teatro.
¿Va a ser un disco de canciones independientes
entre sí o conceptual?
Tiendo a pensar que, así como Cosecha Tardía, si bien puede tratarse de obras diferentes y hasta
con un criterio bastante ecléctico, lo conceptual aparece, si o si, cuando el
alma y el deseo que las motoriza, son una misma cosa y tienen la misma persona
como origen.
¿Seguís tocando en vivo?
Estuvimos haciendo, con mi grupo, algunas
presentaciones en Boris, Notorious y Mediterránea.
¿Qué opinas de la actualidad del rock argentino?
No creo tener la información suficiente para emitir
una opinión certera.
Sin embargo, el movimiento contra cultural que fue
el llamado Rock o Música Progresiva de los 70, tuvo el mismo final que todos
los intentos contraculturales, es decir, finalmente fueron cooptados por el
mercado y poco y nada es lo que quedó de las intenciones e ideologías que los crearon.
Tengo la sensación de que se ha ido vaciando de
contenido y de calidad, manteniendo ciertas apariencias y conductas que
"parecieran" asemejarse a los orígenes pero, me temo, son más
cosméticas que de fondo. Todo, finalmente, responde a intereses comerciales y,
mientras venda, poco importa si es bueno o malo, genuino o inventado en un
escritorio, y si tiene algo que ver con el rock nacional original o
absolutamente nada.
¿Dentro de este presente del rock qué artistas
encontrás interesantes?
Me están resultando muy interesantes artistas que
no se encuentran dentro de lo que ahora llaman rock.
Algunos fusionan distintos estilos de manera
maravillosa, como Aca Seca Trio, Puente
Celeste. Me siguen gustando mucho compositores como Fandermole, el Negro Aguirre
o intérpretes excepcionales como Nahuel Pennisi, por citar sólo algunos.
¿Qué sentiste con respecto a la muerte de Spinetta?
¿Pensás que en vida se reconoció su figura en su justa medida o recién ahora se
alcanza a comprender su trascendencia?
En principio, obviamente, sentí mucha tristeza.
Asimismo, me siento agradecido por haber tenido la oportunidad de haber
compartido con él una riquísima etapa en los comienzos de mi carrera, donde
todo era aprendizaje y asombro.
Creo también, que han proliferado Spinettólogos
desde abajo de las piedras luego de su muerte y, penosamente, hay muchos
músicos que se disputan el cetro de herederos o viudos de él y su obra. Esto me
resulta verdaderamente patético.
Su obra está muy por encima de cualquier miseria
humana que pretenda sacar provecho de ella.
Una pregunta que le hacemos a todos nuestros
entrevistados: ¿Qué tema de otro artista te hubiese gustado componer a vos?
Uh...Montones. Desde “Rapsodia en Blue”, de Gershwin; la “Serenata para vientos”,
de Mozart; “First Circle”, de Pat Metheny; “La felicidad”, de Pablo Milanés; “Brindis por Pierrot”,
de Jaime Roos; “Canción del remanso”,
de Fandermole... y podría seguir con
la lista... Por suerte hay tantos artistas talentosos que nos regalan su arte y
lo van renovando...
¿Qué música estás escuchando ahora? ¿Qué artistas
de los que estás escuchando recomendás a nuestros lectores?
Escucho un poco de todo. Me llama mucho la atención
Jacob Collier, tiene un talento
avasallante y deslumbrante, como así también Snarky Puppy, un grupo que toca impresionantemente bien y se abre a
compartir proyectos con diversos artistas.
Para terminar, Edu, contanos tus proyectos a
futuro…
Además del proyecto futuro de mi disco, estoy gestionando
la posibilidad de hacer alguna presentación con orquesta.
Y, en estos precisos momentos, estoy comenzando a
trabajar en los arreglos orquestales de un musical que se estrenará en Buenos
Aires en Marzo de 2017.
Emiliano Acevedo