Es
enero y en Buenos Aires hace muchísimo calor, el centro porteño es un denso caos
pero Colegiales duerme su siesta casi provinciana. Estamos en el Bar del Fotógrafo,
un lugar mágico que recorremos visualmente mientras esperamos a nuestro
entrevistado que baja de su bicicleta justo en el horario de nuestra cita.
Hoy
pienso, qué inimaginable y lejana era en ese momento, para nuestro país, la
situación actual de aislamiento frente al nuevo virus del Covid 19 y me alegra
haber podido juntarme con él cara a cara para charlar largo y (dis)tendido.
Juan Absatz
nos contó cosas de su vida y su excelsa carrera musical de esta manera…
ENTREVISTA> ¿Cómo fueron tus inicios?
Primero
estudié unos meses con una guitarra que había sido de mi tío, y al tiempo
trajeron a casa un piano de mi abuela. Yo me volvía loco con el piano y como
tenía buen oído, sacaba melodías, probaba cosas… hasta que terminé diciéndoles
a mis viejos que quería estudiar piano. Fui a una profesora, y después empecé a
estudiar en forma desordenada. Más tarde conseguí un bajo… Me gustaban todos
los instrumentos pero no era muy serio a la hora de estudiar. A los quince años
conseguí una porta estudio Yamaha que ayudó mucho a mi formación y me volvió
loco cuando me di cuenta que podía grabar en varios canales. Eso fue
fundamental porque pude entender la música como pedazos de cosas, es decir,
muchas cosas que terminan armando una sola… Y aunque no era buen
instrumentista, sí era bueno en el armado de las grabaciones, en cómo hacer
funcionar las cosas. Eso fue la génesis de lo que más tarde fue mi labor como
productor porque tenía una buena mirada global.
¿Tu
formación musical fue clásica?
Fue
una formación desordenada, con baches pero con cosas muy buenas. Cuando tenía
20 años estaba estudiando piano con una profesora pero mi amigo Axel Krygier me recomendó estudiar con Klaus Rabiosky, un profesor alemán que
era un genio. Paralelamente, estudié muchísimos años de canto con Lucía Maranca. Aunque nunca tuve una
formación clásica rigurosa eso me volvía loco. De hecho, pasé por una etapa más
seria en donde llegué a hacer ciclos de conciertos de Schumann o de Schubert. También
estudié armonía y contrapunto con un par de buenos profesores. Incluso tengo
etapas en las que leo libros de piano por cuenta propia y me copo mucho con el
instrumento, estudiándolo bastante. Por ejemplo, sonatas de Beethoven, libros
de Bach.
¿Y
cuáles eran tus influencias principales?
Desde
muy chico siempre vi discos en mi casa. Mi papá escuchaba Chico Buarque, Roberta Flack… Mi hermano mayor es un rockero
clásico, que escuchaba a los Beatles,
Pink Floyd, Genesis… En mi adolescencia me empecé a copar con Bowie, James Brown, Prince… Todo eso me
fascinaba.
¿De
dónde surge tu versión de la canción “Marucella”?
Las
canciones italianas siempre me gustaron mucho porque para mí tienen una
tradición melódica única. Algo que viene desde Puccini, la ópera, las arias hermosas; desde la canción clásica
italiana hasta las canciones medios grasas del Festival San Remo, siempre
tuvieron una línea melódica muy definida, muy picara, muy emocional. Con mi
profesora de canto Lucía Maranca, que era italiana, siempre cantábamos
canciones italianas. Eso fue una escuela hermosa, más allá del género que uno
haga: entender la potencia de una buena melodía. En eso, creo que Italia es el
país número uno. Y esa melodía de “Marucella” en particular, que es una canción
napolitana, tiene también una melodía que está muy influenciada por la música
del norte de África, el mundo árabe, por los moros. Por eso es una canción que
siempre me fascinó mucho. Mi versión es mucho más lenta que otras, más
tranquila, más abajo; y creo que quedó muy linda, que llegó a un nivel muy alto
del disco. Fue un gusto que me di.
¿Cuáles
son las diferencias que encontrás entre tus discos?
Hay
una mirada que los une vinculada al cinismo de algunas de sus letras pero, es
verdad, que desde el encare de la producción son distintos. Mi primer álbum [Descarriado, 2006] fue muy puntilloso,
controlé muchísimo toda la producción desde la ejecución de los instrumentos
hasta el sonido general. En el segundo disco [Nadie tiene la culpa, 2011], rompí bastante con eso; grabé las
voces al mismo tiempo que la banda lo cual era la pérdida del control, tocamos
y cantamos al mismo tiempo por eso tenía que funcionar bien del principio a fin.
Eso fue genial porque me convirtió en otro músico. Y en este tercero [Un elefante en el salón, 2017], trabajamos
mucho con David (Bensimon) en la búsqueda de una
sonoridad distinta. Empezamos con percusiones raras como golpear chapones con
cadenas o cosas parecidas, trabajamos sobre un toque más animal que melódico de
los pianos, menos afectado, menos amanerado. Otras de las cosas que cambiaron
tienen que ver con las temáticas que de las canciones. Uno va creciendo y
aborda los temas de distintas maneras aunque siempre se esté hablando de las
mismas cuatro o cinco temáticas. No reniego de las buenas canciones de amor pero
uno empieza a ver otras cosas como el paso del tiempo o la locura del mundo.
Van cambiando el enfoque y los abordajes de los distintos temas.
Tu
música es muy visual. Encajaría bien en bandas sonoras de películas…
¡Dios
te oiga! (risas) Me encantaría. Me gusta ese efecto sinestésico donde un
sentido te evoca otro. Donde una canción evoca una imagen. Lo tomo como un
halago porque creo en que la música tiene la posibilidad de trascender el
sonido y abrirse a otro campo de los sentidos…
Es
lo que se aprecia en tu canción “Marley”, por ejemplo. Esa canción es la
traducción sonora de un momento vivido por eso a uno lo trasporta a ese
concierto final del que habla la letra…
Así
es. Esa canción la compuse luego de ver el hermoso documental Marley sobre la vida de Bob. Me pegó
mucho la parte en la que se lo ve haciendo su último show y dándolo todo… Esa
imagen siempre se me venía a la cabeza y a partir de ella salió la canción. Me
lo imaginaba a él en ese concierto… fue increíble, te hace llorar de la
emoción.
¿Alguna
vez un libro te inspiró la composición de una canción?
Sí.
En mi primer disco hay un tema, “Corre el conejo”, que está basado en un libro Corre conejo de John Updike que me había
gustado mucho. Tenía la música del tema escrita desde hacía mucho tiempo pero
nunca le había encontrado una letra acorde, hasta que una noche me levanté
tarareando la melodía y me di cuenta de que las estrofas podían llegar a contar
la historia del libro.
Me
impresionan mucho tus canciones de amor. Como por ejemplo, “Caja negra”. Son
desgarradoras pero no exageradas, tienen letras fuertes pero naturales.
La
canción de amor es un género bravísimo porque está tan trillado que es muy
difícil hacer algo bueno. Para mí la frase “te quiero” puede ser o una pavada o
la cosa más hermosa del mundo según si está dicha de verdad o no. Así son los
lugares comunes: cuando son dichos como si fueran un estándar no son nada, son
como una cáscara. Pero cuando los lugares comunes están rellenos de sustancia
pasa algo. Como cuando alguien te dice “no somos nada”. Si realmente lo siente,
tiene la potencia de la verdad y no la ligereza del lugar común. En el caso de
“Caja negra”, está hecha en carne viva por eso tiene esa potencia. Yo no digo
que uno debe estar a punto de suicidarse para hacer un buen tema pero sí te
tenés que ponerte en la piel del que realmente lo siente.
Bueno,
también recurrís al humor como en el caso de “Guiso de ayer” de tu último
disco…
Sí.
Siempre me pudrió el tema de la solemnidad en cualquier cosa y en la música ni
hablar. Me gusta romper con eso. Se puede hacer un tema en joda o en serio pero
que rompa con la solemnidad. “Guiso de ayer” es eso, un abordaje que quiebra lo
solemne, habla de cuando una cosa ya no da para más, ni raspando el fondo del
tarro…
¿Y
cómo se dio la participación de Fito Páez en tu canción “Dios”?
Fue
una experiencia buenísima y le estoy súper agradecido. De hecho, fue muy
graciosa la situación porque con David (Bensimon) hablábamos acerca de invitar
a alguien pero no estábamos seguros. Y lo dejamos así. Y un día estaba cenando
con Fito, creo que en Lima, luego de un concierto, y me dice: “¿Qué pasa con tu disco? ¿No me vas a
invitar a cantar?” Me sorprendió pero, por supuesto, le dije sí de
inmediato. Era un honor. Me sentí muy halagado. Fue un gesto muy generoso de su
parte.
¿Qué
te fueron dejando las diferentes bandas por las que pasaste o los artistas con
los que colaboraste?
Todo
es una academia, todo enseña. Dicho en broma, le “robé” a cada uno de los
artistas con los que trabajé… porque aprendí mucho. Me acuerdo de lo que hacían
Pol (Medina) y Andy (Chango) en los Superchango cada uno con su gracia y con sus puntos fuertes, de la
tenacidad en el estudio de Javier
Calamaro, del poder de comunicación que tiene Fito con el público. ¡Ni hablar! Su búsqueda de la excelencia en el
escenario es infinita… También aprendí mucho de la gente a la que produje
porque producir es un camino bidireccional, no vertical. Es un menjunje, un
toma y daca entre las dos partes. Todo lo que me interesa, lo atesoro. Trato de
observar y aprender de los demás.
Me
imagino que los ensayos con Páez deben ser muy rigurosos…
Son
increíbles. Es puntilloso a niveles que nunca vi pero genial. Otra cosa que no
vi en nadie, ni siquiera a bandas de chicos jóvenes, es transpirar la camiseta
literalmente en los ensayos generales para un concierto grande, lo he visto ensayar
como si estuviera en el propio show. Cuando ves a un músico probándose a sí
mismo y viendo si funciona en ese nivel de emotividad y de entrega, en una sala
de ensayo donde solo estábamos cuatro músicos y un sonidista además de él, siempre
impresiona mucho.
En
general, te sale primero la melodía que la letra, ¿no?
Casi
siempre, sí. Soy más músico que letrista. Pero a veces pasa que junto letras
con música negociando entre ambas un poco.
Una
pregunta que le hacemos siempre a nuestros entrevistados: ¿Qué tema de otro
artista te hubiese gustado componer a vos?
Uff…
Un montón. Muchísimos. Por ejemplo, “Life on Mars” y “Starman”, de David Bowie; “Yendo de la cama al
living”, de Charly; “CJ”, de Los Fabulosos Cadillacs…
¿Y
cuáles son tus proyectos a futuro?
Estoy
en los albores de las canciones. Grabar, probar, todavía lejos del demo.
Probando melodías. Más en una época de brainstorming…
La idea cuando tenga un par de canciones listas es grabarlas o subirlas a
alguna plataforma. Quiero hacer buenos temas y, por su puesto, salir a
tocarlos.
Superchango
fue uno de los mejores grupos de culto del rock argentino de los 90. Efímeros,
se prendieron fuego mientras muchos los aplaudían. Otros tantos ni alcanzaron a
conocerlos. Duraron muy poco, apenas un par de años a mediados de los noventa, pero
dejaron un discazo homónimo, editado en 1996, que pide a gritos ser reeditado,
y grandes conciertos que sobreviven en el recuerdo de su público. Eran Andy Chango (voz,
teclados y guitarra), Juan Pablo Absatz (guitarra y
voz), Pol Medina (voz, guitarra,
piano), Gabriel Boluntieri(bajo) y Adrián
Maisano (batería). Esta es la historia contada por sus protagonistas…
ENTREVISTA>¿Cómo
resumirías la historia de Superchango?
Pol Medina: La
historia de Superchango fue muy rápida. Ni bien nos juntamos, salió todo
rapidísimo. Hicimos un demo con un par de canciones, se las mostré al productor
Fernando Moya, y les gustó. Creo que
él fue el que se las mostró a Fito (Páez), a quien le encantó, y nos invitó
a tocar en un show que hizo al aire libre, cerca de la Facultad de Derecho. Fuimos
banda soporte de Fito ahí, enseguida Charly
(García) se copó también, y nos
empezaron a ayudar mucho. Todos los que recuerdan esa época, recuerdan eso: que
había mucha bola de músicos consagrados ayudándonos. Entonces estábamos tocando
mucho. El disco lo grabamos en Panda, producido por nosotros. La grabación
estuvo buenísima, salió rápida también, con algunos amigos que nos vinieron a
ayudar, como Axel Krygier, Alejandro
Terán, Andrea Álvarez…
La
de Superchango es una historia de vorágine, de mucha vivencia de amistad;
tocábamos mucho, salió el disco y a la gente le gustó, éramos muy chicos… Lo
que pasó es que la cosa terminó medio abruptamente, porque me fui de viaje con Andy a España, parando en lo de Andrés (Calamaro). Intentamos tocar un poco allá, pero ahí se empieza a
desarmar la banda, porque justo en el momento en que nos tendríamos que haber
quedado en el país, y armar el segundo disco del grupo, nos fuimos. Como
siempre, el “desvarío”, el disfrute de la música y sus historias sin pensar en
“lo que hay que hacer”. Claro, eso tiene sus pros y sus contras: tiene el
beneficio de vivir nuevas experiencias y, por otro lado, el boicot a algo
propio que está funcionando… Pero estuvo muy buena la experiencia de
Superchango. Duró poco todo, ni sé si llegamos a durar tres años, pero hicimos
muchos shows, y construimos con Andy una dupla para escribir canciones, que
estaba buenísima. Una dupla que luego se prolongó y siguió en varios proyectos
que fuimos teniendo. Con Juan Pablo
Absatz también; con él trabajé un montón, aún hoy; hicimos comedia musical
juntos y miles de situaciones más, en donde colaboramos ambos.
En
sí, la de Superchango fue una historia que estuvo muy buena, y que mucha gente aún
recuerda y añora esos momentos. Por eso, a veces con Andy hablamos acerca de
que tendríamos que haber continuado la banda un poco más.
Vos
y Andy se conocen desde chicos, ¿no?
Pol: Sí. Incluso hay
una foto de Andy a los 4 años, señalando la panza de mi mamá, que estaba
embarazada, conmigo adentro. Nuestros padres eran neurólogos, y también
conformaron una dupla, escribieron cuatro libros juntos: la serie Convulsiones en la Infancia (I, II, III
y IV). De dos neurólogos, y dos madres psicólogas, salimos estos dos
enfermitos, que somos Andy y yo… (risas)
¿Desde
chicos jugaban a hacer canciones?
Pol: Sí, desde muy chiquitos.
Y a los catorce años hicimos unas tarjetitas que decían “Canciones de Amor por
Encargo”, que las repartíamos; promocionando un emprendimiento en donde
componíamos canciones románticas a pedido. Obviamente, los únicos que las
compraron fueron amigos de nuestros padres. Pero, sí, enseguida tuvimos mucha conexión,
y tenemos veinte mil canciones que hicimos juntos, que deben estar por ahí,
guardadas en casetes. Y con Juan Pablo
también hicimos un montón de cosas juntos.
Vos,
¿cómo los conociste, Juan?
Juan Absatz: A Andy lo conocí
cuando teníamos 13 años. Mi amigo –y gran guitarrista- Gonzalo Córdoba, lo introdujo en el que fue nuestro primer grupo
adolescente llamado Súper Hijitus.
Pol tocaba en el grupo La Madre con Ruy Krygier, otro gran compinche. Gaby Boluntieri era muy amigo de Pol,
con quien también tocaba. Y Recuerdo que Pol, el Negro Gabriel Boluntieri y yo
nos estábamos juntando en casa a tocar, y empezaban a pasar cosas buenas. Un
día vino Andy a visitarnos y enseguida quiso unírsenos. Además, como era mucho
más ejecutivo que el resto, enseguida consiguió una fecha, que nos metió la
presión necesaria para cerrar algunos temas y conseguir baterista (Adrián Maisano). Adrián vino por el lado de Andy. Y así fue.
¿Y
vos, Gabriel?
Gabriel Boluntieri: Como
dijo Juan, conocí a Pol a los 14, 15 años por amigos en común y empezamos a
tocar juntos en un grupo junto a nuestro amigo Ruy Krygier. Creo que fue algo
natural que nos juntáramos con Andy y Juan Pablo y formáramos Superchango. De
alguna manera todos ya nos conocíamos. Andábamospor las mismas calles y los mismos bares.
Entonces,
al toque que se juntaron como Superchango grabaron…
Pol: Sí, porque el demo
estaba muy bien grabado. Lo había hecho Juan Pablo, quien ya sabía grabar
perfecto. Estábamos con muchas pilas y ya sabíamos que las canciones iban a
funcionar.
Juan Pablo:
En realidad, al demo lo planificamos entre todos. Teníamos mucha entrega para
que todo saliera de la mejor manera posible. Nadie se guardaba nada, así que
reservamos un par de días en el estudio Panda, con el técnico Christian Algarañaz y grabamos tres
temas que, por más que fueran un demo, perfectamente podían ir a parar a un
disco.
¿De
dónde salió el nombre del grupo?
Pol: No teníamos
nombre, entonces se nos ocurrió ponerle Superchango, de una. Después nos
enteramos que había un tema de Mano
Negra que se llamaba igual, pero ya no lo íbamos a cambiar. Entonces nos
fijamos si estaba registrado, y como no estaba, lo registramos nosotros.
Juan,
¿cómo fue para vos grabar el disco, la composición, los arreglos?
Juan Pablo: Fue
muy emocionante. Era nuestro primer disco, y para nosotros, entrar al estudio
era como para un pibe de 17 años debutar en la primera de un club.
Más
allá de algún tema mío, las canciones eran casi todas de Pol y Andy. Todos
éramos muy musicales, y cada uno aportaba sus ideas para los temas de los
demás. Los arreglábamos mayormente en la sala, aunque también se nos ocurrían
muchas cosas en el estudio, que reemplazaban o se sumaban al planteo original.
El Negro Gaby siempre buscaba tocar lo que mejor le viniera a cada canción,
dejando de lado cualquier ego infantil de instrumentista. Y Adrián era nuestro
hombre más terrenal, que aportaba el peso y la calle, que el resto de nosotros
cuatro no tenía.
¿Cómo
fue trabajar sobre los temas que traían al estudio Andy o Pol?
Juan Pablo: Era
un placer, porque desde chicos, son dos talentos con mucho vuelo y canciones
buenísimas. Yo quizá tenía un poco más claro cómo hacer que la banda sonara
bien, y que una grabación quedara buena.
LAS CANCIONES
. TENOCHITLAN (Andy Chango – Medina):¿Sale
de los libros de Don Juan, de Castaneda; de la experiencia de tomar ayahuasca?
Pol: Había algo ahí al
respecto, porque estábamos un poco en esa sintonía, de una manera muy infantil
también, no es que nos tomábamos el tema muy enserio, ni mucho menos…Por eso las letras tienen humor también.
Pero, sí, está bastante inspirado en un viaje que habíamos hecho con Andy a Tánger,
en África; y también habíamos estado en México, y habíamos probado esa
experiencia, con el librito de Castaneda
abajo del brazo…entonces, más que
tomarnos esa experiencia tan seriamente, empezamos a juguetear con eso y con
los sueños, con la psicodelia; más que con las frases y el mensaje de
autoayuda, que algunos buscan en esa experiencia. Eso es, en resumen, la letra
de esta canción: un delirio de imágenes que nos vinieron en sueños. Y creo que
el disco de Superchango tiene mucho de eso, de imágenes y cosas, pero con
letras entendibles.
. TIEMPO DE SUBSTANCIAS (Andy Chango):
¿Este es el tema Stone del grupo? ¿En una
onda Beggar´s Banquet?
Pol: Sí. A mí me
encanta el rock and roll, y teníamos muchas canciones en esa onda. Sobre todo,
este era un tema que era muy lindo para tocar en vivo. Tanto en este tema como
en “Paraguay” es como que se loopea la melodía, de alguna manera, y esto genera
algún tipo de groove. Por más que no
sea el típico groove musical, hay
algo en la manera de la estructura de esas melodías que groovean.
¿El
título del tema es un alegato lisérgico acerca de la experimentación con
substancias?
Pol: Y… Ya estaba Andy
queriendo impregnar su mensaje… (risas)
Todo eso es culpa de él… (más risas) Pero
sí, hay todo un mensaje acerca de la experimentación con substancias. También
era otra época en que las substancias no eran lo que son ahora, en donde
abundan los productos sintéticos de laboratorio, y termina siendo un gran
peligro la experimentación, porque no sabés que es lo que estás tomando… Ahora
abunda el veneno a gran escala, por eso pasa lo que pasa, y se terminan
muriendo tantos pibes en fiestas y demás. En esa época estaba todo más cuidado,
eran substancias puras, nada que ver… entonces, uno se permitía jugar más con
esas letras, no sentíamos que nos estaban haciendo mal, porque se trataba de
experimentar. No eran metanfetaminas de laboratorio, o pseudoefedrinas, como
abundan hoy; estábamos hablando de experimentar con el Ácido Lisérgico, la Ayahuasca,
el Peyote y demás… Substancias que son más curativas o que, a lo sumo, te abren
más la cabeza. No tenía que ver con el problema de la drogadicción.
. NO TENGO FIEBRE (Andy Chango –
Medina):¿De dónde sale la música de rítmica tan
extraña de esta canción?
Juan Pablo:
Con respecto a la composición, habría que preguntarle a Pol, que es quien la
hizo. La banda la grabamos tocando todos juntos en la sala grande de arriba. El
bajo del Negro, la bata de Adrián y la guitarra principal de Pol quedaron de
esas tomas. Después reemplazamos el teclado que yo había grabado por el piano
de verdad, Andy grabó una guitarra acústica que tocaba en ese tema y, al final,
agregamos un par de eléctricas de Pol y un loop que le daba un buen empujón a
la coda. También, a partir del último estribillo agregamos los trombones y la
flauta de Axel Krygier.
Pol: Sí, este es un
tema mío, que ya traje muy armado al estudio de grabación. Juan Pablo me dio
una gran mano en la grabación del tema, Andy también colaboró. Siempre
funcionábamos así. Uno llevaba un tema, más o menos armado, y los otros
integrantes del grupo lo ayudaban o sugerían cambios. Los arreglos también los
hicimos nosotros.
. AJUAR (Absatz): ¿De dónde salen los arreglos de esta canción, toda esas melodías de
escalas ascendentes y descendentes, que están presentes durante toda la
canción?
Pol: Bueno, este tema
lo trajo Juan Pablo; lo que pasó es que todos veníamos de estudiar piano, que
es muy diferente a componer con una guitarra, ¿no? Habíamos estudiado mucho
piano, desde chicos, muchos estudios de música clásica barroca. Pasábamos mucho
del clásico al barroco, porque aún no habíamos incursionado en el jazz y otros
géneros. Y había mucha verborragia del piano en lo que hacíamos. Existía esa
necesidad intrínseca en lo que componíamos, de ir cambiando melodías, rítmicas,
etcétera. Eso también es el aspecto genuino que tiene la música de Superchango,
más allá de ser una banda rock, hay muchas estructuras musicales que tienen que
ver con la música clásica, y también, por qué no, con una parte medio “cabaretera”
del piano. Eso también pasa en otros temas, como “Octambul”. Es esa mezcla que
también mamamos de discos como Sgt.
Pepper´s, con los arreglos clásicos de piano que hizo siempre George Martin para los Beatles, esa cosa barroca y clásica.
Además, este era nuestro primer disco, y nos daba mucha ilusión escuchar esa
música que hacíamos a lo grande, arreglada con violines y demás. Estábamos
viviendo el sueño de plasmar nuestra música, y nos dábamos manija para hacerlo
a todo trapo.
Juan Pablo:
La canción tiene mucho de inseguridad adolescente, emoción y nervio. La música
es bastante lúdica. Los aportes juguetones del piano de Andy, la guitarra
sugerente de Pol y la base contundente de Gaby y Adrián fueron imprescindibles
para el resultado final.
¿Hay
un poco de música clásica contemporánea ahí?
Juan Pablo:
Puede ser. Escuchábamos mucha música, y todo de algún modo se cuela. También,
con todo lo que fueran instrumentos sinfónicos, nos ayudaron Alejandro Terán y
Axel Krygier, dos titanes de la música, que también eran amigos nuestros.
Pol: Por supuesto, hay
música clásica. Totalmente. Muy influenciados por Igor Stravinski, Bela Bartok… Todo mezclado con liricas que
hablaban de desestructurar ciertas cosas de la realidad, Porque aunque éramos
muy chicos, también veníamos leyendo mucho acerca de la época beat, William Burroughs, Kerouac y demás… por
eso son canciones que aunque se pueden cantar tranquilamente en un fogón,
también tienen momentos de rítmicas inesperadas, que pueden molestar a un
oyente distraído, porque te llevan a otro lado, bastante distinto al que venias
transitando…
Cómo
poner un efecto de bocinas pasando en el medio de un tema…
Pol: Claro, pegar
volantazos en el medio de la canción…
. DADA VUELTA (Andy Chango – Medina): La letra de esta canción me hace acordar a
una Road Movie demente, ¿tiene que
ver algo con eso?
Pol: Sí, sí. Viene de
una experiencia que le pasó a Andy en un auto, con una chica, donde luego me
fue a buscar a mí. Una situación bastante loca… Y ahí también tenés ese loop de
melodía del que te hablaba antes. Una melodía repetitiva, que nos imaginamos
como propia del auto que maneja el personaje de la canción, ese sonido propio
de los autos en las maquinitas de juegos electrónicos que jugábamos en los
flippers cuando éramos chicos. Y también tenía que ver con esas películas
antiguas en donde no se filmaba los viajes en auto de verdad, sino que ponían
una película de fondo, simulando que los protagonistas iban moviéndose por
diferentes paisajes, viajando en autos que, en realidad, estaban fijos en un
estudio. Como esos juegos del Italpark, en donde había juegos con movimiento,
que acompañaban las imágenes que veías. Hay mucho de eso en esta canción, y en
varias de las letras del disco. Muchas referencias a lo visual.
. CHAMAMÉ GIOL (Andy Chango – Medina):
¿Este tema anticipa la melodía de “Paraguay”,
cómo se les ocurrió?
Pol: Estaban Terán y
Axel probando los arreglos que hicieron para “Bodega Giol”, y en un momento que
estábamos esperando que pongan los micrófonos para empezar a grabar, Axel y
Alejandro empezaron a jugar con el saxo tenor y otro instrumento de viento, a
tocar casi sin soplar, no sé bien que hacían… Algo bien loco, pero propio de
tipos talentosísimos como son ellos dos. Lo inventaron ellos, de una. Por eso
se escucha tan raro, se escuchan las teclas del saxo, y desde muy lejos… Nos
encantó eso que hacían. Intentamos grabarlo arriba del tema, como un arreglo;
pero no funcionó. Pero como funcionaba muy bien solo, agarramos ese pedacito de
música, y lo pusimos como una previa a la canción, porque nos parecía hermoso.
. BUDAPEST (Medina): Ese es un tema tuyo, Pol. ¿De dónde salió tu
inspiración?
Pol: La letra habla de
un viaje que hice con amigos a Europa, luego de terminar la secundaria; en
donde estuve en Paris, ahí conocí a una chica húngara. Una chica de la que me
enamoré perdidamente, por la que abandoné el viaje que estaba haciendo con mis
amigos para irme a Hungría con ella. Estuve tres meses en Hungría viviendo con
ella. Hacía apenas dos meses que habían derribado el Muro de Berlín, imagínate.
Había ido a Hungría, una república que había estado en la órbita soviética, en
donde la realidad era “en blanco y negro”, viviendo en la casa de esta chica…
Ahí me enteré que su padre era nazi… Y yo soy judío… En fin, una situación
bastante compleja. Me acuerdo que el padre me mostraba orgulloso fotos en las
que se lo veía con esvásticas y demás… Pero fue una experiencia buenísima,
igual. La melodía se me ocurrió caminando por la calle. Tiene una cosa medio mccartniana, ¿no? (tararea la canción)
En realidad, la letra habla de una historia previa a ir a Budapest. Estaba en
Viena aún, y me había pasado el dato de la casa de una chica, en donde podía
dormir. Eran las tres de la mañana en Viena, fui a la casa de esta chica, me cocinó,
y yo ya pensaba que me iba a quedar a dormir ahí, pero no, me fletó… (risas) Me quedé a gamba, medio
borracho, en Viena, sin saber a dónde ir, y ahí empecé a tararear la letra: “Me
iré a Budapest, ahí seguro seré feliz…”
. PARAGUAY (Andy Chango): ¿Y ésa de dónde salió?
Pol: Era Andy el que vivía
acá, en la calle Paraguay. Era un juego de palabras entre Paraguay, la calle, y
la seccional de policía que quedaba ahí. Algunos nos acusaron de
“prejuiciosos”, por ponerle “Paraguay”… Me acuerdo que una vez fuimos a tocar a
Paraguay y no la tocamos… Pero no era prejuicio para nada, tan solo jugar con
las palabras…
. FANTASMAS (Andy Chango – Medina): Esta parece una música medio de película,
con ese ritmo latino, ¿no?
Pol: Sí. Porque la
grabamos una vez en un bar, tocándolo en piano solo con Andy, los dos a cuatro
manos, y nos gustaba mucho el murmullo, el ruido de la gente alrededor nuestro.
Así que grabamos el murmullo de esa vez –por eso se escuchan copas, mozos y
gente- y lo mezclamos con el resto de los instrumentos grabados en estudio. Es
divino ese tema, me encanta…
. OCTAMBUL (Medina): ¿De dónde salió? Parece una canción de los
Kinks…
Pol: Sí, totalmente, es
muy Kinks. Yo amo a los Kinks. La letra me la inspiró la lectura de los tres
tomos de Las Mil y Una Noches. Estaba
muy metido en ese mundito de los reyes, de las fabulas… Viene por ese lado,
llevado un poco a la actualidad. Tiene varias referencias a Las Mil y Una Noches, los que lo leyeron
se darán cuenta.
. CORTAME (Andy Chango – Medina -
Krygier): ¿Es una onda Primal Scream?
Pol: Sí. Tiene algo de
eso, pero sin haberlos escuchado aún. Tiene ese espíritu. El estribillo viene
de una canción previa de Ruy Krygier, que decía, justamente: “Cortame las
venas, nena… Te necesito, te necesito”. A partir de esa parte hicimos el resto
de la canción.
. ALERGIA (Andy Chango – Medina): ¿Cómo se les ocurrió este tema, con esa
parte en inglés al final?
Pol: Ese era un tema
mío, que yo venía tocando con una bandita que tenía antes. Al principio era más
“The Clash” su estilo. Se unió a esa parte en inglés, de un tema de Lou Reed, que siempre cantábamos con
Andy. Nos encantaba cantarlo y por eso los unimos. Terán puso unos arreglos muy
lindos ahí.
. GANGSTERS (Andy Chango – Medina): Un tema que viene casi desde tu adolescencia
junto a Andy…
Pol: “Gangsters” lo
hicimos a los 16 años. Yo tenía mi profesora de piano, Violeta Gainza, quien hacía conciertos en el Teatro San Martín con
sus alumnos. Un día pasó Andy a buscarme, y le tocamos la canción a Violeta, a
cuatro manos en el piano, y le encantó. Creo que incluso la puso en uno de sus
libros de enseñanza de piano, con pentagrama y todo. Era medio gracioso, porque
con Andy la tocábamos siempre, hasta una vez que conocimos a Charly García. Incluso la tocamos en la
televisión, en un programa de Raúl
Portal.
Es
como un Diabelli demente…
Totalmente,
es eso… La letra la inventamos en el momento, y la canción la grabamos en vivo.
Como
si “Hansel y Gretel” terminaran mal…
Claro,
la parte oscura de Hansel y Gretel… (risas)
Como si en Elige tu propia aventura, Hansel
y Gretel hubiesen ido por el lado oscuro de la vida… (más risas)
. COME TOGETHER (Lennon – McCartney): ¿Cómo se les ocurrió hacer un cover de los
Beatles? ¿Cómo laburaron el tema de los sonidos, los diferentes loops de
sonidos?
Juan Pablo: Cuando
escuché “Give it Away” de los Red Hot
Chili Peppers por primera vez pensé: “¿Qué es esto? ¿Una versión alucinante
de “Come Together”?”. Resultó que era un tema de ellos. Así que decidí samplear
la parte del medio, que no tiene voz cantada, y hacer mi propia versión, toda
con pedazos de distintos temas. Entonces lo consideré un juego, un collage
musical, algo parecido a lo que hoy llamamos “mash up”.
Yo
era bastante nerd de las máquinas. Tenía un sampler básico (AKAI S900), pero al
que le sacaba mucho jugo, y una procesadora Yamaha SPX90. Buscaba en discos los
pedazos de temas que iba a samplear, después con el AKAI los cortaba, loopeaba
y ponía a tempo, y con la SPX le daba el toque final de afinación, ya que
entonces, las computadoras y los samplers de uso casero -al menos el mío- no
podían cambiar la altura de una grabación sin modificar también su velocidad (o
tempo). Cuando cada sample estaba listo, lo tocaba desde un teclado y lo
grababa en una grabadora Fostex de cinta abierta de 8 canales.
Al
resto de la banda le gustaba mucho esta versión, y decidimos que fuera parte
del disco.
COLOFÓN:
¿Por
qué pensás que el grupo no pudo continuar un poco más?
Juan Pablo: Durante
toda la primera etapa nos potenciábamos mucho entre nosotros. Después las cosas
se trabaron un poco y nos resultaba más difícil canalizar lo que cada uno
quería. El funcionamiento de los grupos puede ser complejo, sobre todo cuando
los roles no están claramente definidos. Imaginate un equipo de fútbol en el
que todos quieran ser delanteros. Y... se complica.
Gabriel: La
experiencia Superchango duró poco tiempo pero fue muy intensa. En lo particular
a mí el rock ya no me despertaba muchas emociones.
¿No
hubo posibilidades de volver?
Juan Pablo: Creo
que cada uno está contento con lo que está haciendo, pero igual estamos
hablando de amigos súper talentosos que hacen música y están vivos, así que
nunca digas nunca.
Pol: Hubo un par de
charlas al respecto, pero justo estábamos haciendo otras cosas… Bueno, aún tenemos veinticinco años… (risas) ¿Qué edad tenemos? Aún puede
pasar, ¿por qué no? En esta vida eterna, o que creemos que es eterna…
Gabriel: Somos
todos muy amigos. Estamos en contacto permanente. Hasta hemos tocado un par de
canciones cuando Andy presentó su espectáculo en Argentina.
¿Cómo
piensan que soñaría Superchango si estuviera tocando hoy?
Juan Pablo: Lo
que hacíamos, en ese momento, estaba buenísimo. Y pertenece a ese momento.
Ahora no tengo idea de cómo sonaría.
¿Qué
balance hacés, a la distancia, de toda la experiencia de Superchango?
Juan Pablo: Fue
genial. Un época muy divertida y musical de mi vida. De mucho aprendizaje
también.
¿Y
en qué te nutrió esta experiencia en toda tu carrera posterior hasta hoy?
Juan Pablo: Pude
observar y experimentar los beneficios y dificultades de trabajar en grupo. Haber
tocado con ellos fue decisivo para el modo en que seguí escribiendo canciones. Creo
que la gente que está más cerca, es la que más te puede influenciar. Así que,
tener un grupo con ellos me dio el privilegio de aprender del cancionista y
melodista genial que es Pol, con un vuelo y desenfado únicos y, también, de
absorber algo de la magia y la locura de Andy, que es otro talentazo argentino
y es tan singular al mismo tiempo.