miércoles, 15 de julio de 2020

UNA PARTE DE LA ORQUESTA, entrevista a Gustavo Jamardo



Cuando hablás con Gustavo Jamardo dialogás con un verdadero apasionado de la música. Un tipo que si no tiene el bajo colgado siente que está perdiendo el tiempo. Con él las charlas pueden discurrir por los terrenos habituales acerca de cómo se relaciona con su instrumento hasta los más recónditos recovecos de cómo es su historia musical, de cómo se fue metiendo cada vez más en su profesión. Y también un repaso de todos y cada uno de sus referentes musicales. El bajista de Gran Martell es un idealista y defiende a ultranza sus pareceres, pero siempre está abierto a lo nuevo, a vivir la música como un intercambio con sus semejantes. Como bajista y maestro de música, Jamardo transmite generosamente su pasión en cada palabra, en cada concepto, en cada experiencia. Un verdadero capo de las cuatro cuerdas.

ENTREVISTA> ¿Cómo estás pasando la cuarentena?
Reinventándome. Porque venía trabajando mucho con Gran Martell, íbamos a tener un show en el Marquee, y también estaba haciendo laburo como sesionista. Por otro lado, también estaba tocando jazz con un saxofonista en Palermo para grupos de turistas. O sea, estaba tocando todo el tiempo y todo se suspendió. No venía dedicándome a la enseñanza, si bien he enseñado durante muchos años, pero al verme en esta situación en la que todo lo que venía haciendo no lo podía hacer más por la cuarentena, empecé a enseñar bajo online. Al principio intenté con Skype o video llamada pero no funcionó, así que empecé a enseñar por videos de WhatsApp y se empezaron a enganchar los alumnos, por suerte. Ahora la docencia es lo único que hago. Estoy contento con esto pero extraño tocar. Me dio una gran pena lo de Gran Martell porque habíamos preparado un show increíble, con características que nunca habíamos abordado. Por ahora fue reprogramado para octubre.

¿Cómo fueron tus inicios en la música?
Mis primeros recuerdos vinculados a la música vienen por el lado de mi hermano mayor. Tengo un hermano doce años más grande que yo y él tenía vinilos de los Beatles. En mi casa mi viejo tenía muchos vinilos de tango, folklore y música clásica, y mi hermano era el que tenía los discos de rock. Así arrancó todo ya que él me hizo escuchar el Álbum Blanco a los cinco años, una información demasiado demoledora para un niño. Mientras las amigas de mi hermana –que es melliza de mi hermano- me regalaban discos de música infantil yo los desechaba porque ya estaba escuchando a los Beatles. A los siete años me compré Sgt. Pepper´s y aparte de eso ya tenía discos de Simon & Garfunkel, Crosby, Stills & Nash, Queen, Creedence… Mi hermano era un idealista: le tenía bronca a los Rolling Stones porque le gustaban los Beatles. Luego yo me hice fanático de los Stones y a él no le gustó mucho. En la adolescencia empecé a escuchar rock sinfónico: Yes; Emerson, Lake & Palmer; King Crimson… Luego me hice fanático de los Who a full, que para mí es la banda de rock por excelencia.

Y en los Who tenés a John Entwistle que es uno de tus referentes…
Claro. Todos me dicen que tengo muchas cosas de John y de Jack Bruce, que fueron los primeros bajistas de rock con un rol protagónico junto con Paul (McCartney), que a veces está un poco infravalorado pero también es muy importante en la vida de todos los bajistas. En base a eso empecé a escuchar mucho de jazz, en especial a Coltrane, del cual soy fanático, y Miles Davis; hasta que escuché a Zappa y me cerró todo. Porque cuando escuché a Zappa me di cuenta de que podía desarrollarme en el rock y me hice muy fanático de él, tengo todos sus discos… Por supuesto, todos pasamos alguna vez por alguna etapa “Pastorius”, pero siempre me gustaron más los bajistas de base y yo toco muchas bases, armo bloques pero no deja de ser base. Volviendo al inicio, me gusta mucho el clásico sonido del rock inglés: Badfinger, Humble Pie, Cream


¿Cómo llegás al bajo?
De casualidad. Cuando tenía 14 años, tenía un amigo llamado Juan Manuel De Gregorio, que por suerte sigue tocando y también es pintor, y él era el único que tocaba música en el barrio, y cada vez que lo pasaba a buscar para ir a bailar tenía que esperar que terminara de tocar. Y a mí siempre me llamó la atención que con la música él tuviera un mundo propio. Un día se le ocurrió armar una banda, y había una batería y un bajo disponibles, y como yo llegué tarde a la batería me dieron un bajo. Un bajo Faim SG, y cuando llegué a mi casa dije: “Me recagaron…” (risas)

Así empezaste a practicar…
Claro. Escuchaba los discos de los Rolling Stones y decía: “Saqué el bajo” y me decían: “No, sacaste la segunda guitarra…” Ahí empecé a poner el oído en los graves. Por eso siempre digo que los bajistas tenemos más oído que todos los músicos, sobre todo los que empezamos a principios de los ochenta o fines de los setenta, porque los bajos en los discos no se escuchaban. Los eliminaban de la mezcla, por lo que, si no tenías un súper equipo de amplificación, escuchar un bajo de (Bill) Wyman era muy complicado. Eso me hizo rayar miles de discos o destrozar cientos de casetes tratando de escuchar un bajo. Hoy en día los pibes tienen muchas más facilidades para las cosas pero capaz que no tienen una ideología tan clara, ese amor por el arte. En lo artístico, te tiene que costar para valorarlo. En 1989, después de muchos años de trabajar de cualquier cosa, me pude comprar un bajo Fender Precision, que es el instrumento que sigo teniendo hasta hoy. Tengo un bajo Signature que me hizo Cáceres, con dos micrófonos, pero cuando agarro el Fender hago la diferencia porque me hice especialista.

En vos hay más estudio que práctica autodidacta…
Yo soy de la última escuela de tipos que estudiaron música en rock. Fui también autodidacta, pero creo en todo. Creo en la cuestión autodidacta, en la intuición, en el oído, en la formación y en la vivencia. En todo, todo hace a todo. En la música no hay una única forma. Uno es la mezcla de todo. La influencia está, vos tenés que hacer es nutrirte de la influencia y no robar, después ser vos mismo. A mí no me gusta ser un bajista que solo toca bases, me gusta ser una parte de la orquesta, también formar parte de la sección melódica, teniendo en cuenta que tenés que tener claro la parte rítmica. Pero me gusta meterme con el bajo a “conversar”…


¿Cómo fuiste puliendo tu estilo?
Primero desarrollé un buen sonido de mano derecha, eso lo logré con el Precision. Yo traté sacar ese golpe de bombo con la derecha, y me rompí la mano hasta que lo logré. Creo que primero hay que tocar muy fuerte con la mano, después, cuando esa mano ya tiene fuerza podés matizar. Con respecto al instrumento, me gusta utilizar desde la nota más grave que tengo hasta la más aguda. Trato de armar frases desde lo más grave hasta lo más agudo, eso es un conocimiento de intervalos que uno tiene que tener para que se te achique el instrumento. Las escalas te las olvidás, de lo que no te olvidás es de los grados que tenés. Una Tónica, una Tercera, una Quinta, ir buscando entre los intervalos simples dentro de todo el mango del bajo. Entonces el instrumento se empieza a achicar porque vos vas viendo el circuito de tónicas, que son como campos minados y después se va uniendo todo eso. Para mí no hay mucho secreto, hay que sentarse y pelarse el culo. Y lo que no te sale hay que tratar de desarrollarlo, no quedarse en la zona de confort. Yo vengo de influencias de la música inglesa, pero lo que tuve que hacer para tocar el bajo es adaptar a la música negra, me tuve que “disfrazar de negro”, porque si no no iba a poder tocar así como toco ni loco. Empecé a darles bola a muchos bajistas negros como Stanley Clarke, Louis Johnson, Larry Graham, Ron Carter, Paul Chambers… Porque los negros tienen una forma muy contundente de resolver la parte rítmica, no son tan armónicos. Además inventaron el jazz y el blues, por supuesto. Es increíble la música que inventaron.

¿Cómo fue tu trayectoria inicial como músico hasta llegar a Porco?
Yo iba al Conservatorio Manuel de Falla. En esa época armé una banda llamada El Círculo con unos compañeros del conservatorio, en el año 88. Luego toqué en varias bandas y al mismo tiempo empecé a hacer un curso del teatro en el Rojas y ahí empecé a tocar con Arnaldo Taurel, el batero de Porco y me propusieron tocar en la banda. Al principio me negué porque a mí me gustaba más otro tipo de música. Yo era muy “hippie” y Porco me parecía muy oscuro, una banda que estaba entre Living Colour, King Crimson y el dark. Participé en una composición del grupo y me fui. Después pasó el tiempo y volví a entrar al grupo debido a la insistencia de Sergio Álvarez. Mandé el curso de teatro a la mierda y me enfermé la cabeza con 25 partituras que me dio Sergio con cintas porque tenía que debutar con ellos en vivo en dos semanas. Pero no solo eso, tenía que hacer performance para poder manejarme en el escenario con Gabo Ferro que se me tiraba encima, te desconcentraba por completo. Ósea tenía que tener todo muy afiatado. Yo creo que con Porco pasé de grado, prácticamente, empecé a ser un bajista que ya tocaba muy bien. Gracias a Porco, a la experiencia que me dio manejar métricas irregulares, música de alto nivel, porque había composiciones que parecían de Thelonious Monk. Sergio es un gran compositor, lo que hace es una locura total. Él es un tipo de los míos. Tocar con él es algo energético.

¿Cómo se define como grupo Gran Martell?
Gran Martell es una banda de rock, por la disposición de los instrumentos y porque es una banda que tiene presión de audio, que no es lo mismo que tocar fuerte, sino una cuestión que sale del sonido. Y lo que tratamos de hacer todo el tiempo es no quedarnos con la primera idea, sino desarrollar una búsqueda. Es un grupo en el que me siento muy cómodo, porque logré tener una amistad con Jorge (Araujo) y con Tito (Fargo), y aparte de eso logré tener un grupo que cuando se junta te mata. Ya cuando nos vemos sabemos que va a pasar algo importante. De raro no tenemos nada, somos tres tipos que se juntan a tocar y lo que sale es eso, una composición conjunta… Ellos son buenos tipos y buenos músicos. Gente honesta.


¿Nunca pensaste en hacer un disco solista?
Sí, lo voy a hacer. Es una cuestión que estoy haciendo con Mariano Sassone, que es un muchacho que puede llegar a ser productor ejecutivo del álbum. El punto es ver como se acomodan las cosas para haya tiempo para hacerlo y que los componentes sean los adecuados y que yo pueda buscar algo que realmente esté bueno. Es algo que requiere mucho trabajo. Porque no es una cuestión de hacer 50 canciones y ver qué pasa. Va a ser un buen desafío personal para ver qué es lo que puedo llegar a hacer, que es lo que puedo componer. Ahora también estoy estudiando mucho armonía para eso. Para ver que cosas se me van ocurriendo. Hay que probar mucha cantidad de ideas. Me gustaría hacer un disco que cuando salga sea recordado, no algo que termine siendo un fetiche personal, no me interesa eso. Sin entrar en la paranoia de que sea un proyecto que me lleve diez años. Ahora estoy tocando bastante el piano, es algo que me saca un poco del bajo y hace que la composición pueda ser más rica. Me gustan mucho los discos solistas en los que el bajista sale un poco de su rol. Hacer un disco de canciones.

¿Qué música escuchás actualmente?
Últimamente estuve escuchando bastante jazz, me interesa el tema armónico del género, como se manejan esas cuestiones. Lo escucho desde un lugar didáctico pero me gusta mucho también. Y de bandas de rock, me gustaría ir a ver a Radiohead, me parece muy interesante lo que hacen, como una continuación de la obra de los grupos ingleses de alto nivel.

¿Qué bajistas argentinos admirás?
Hay un montón de bajistas buenos. Me gusta mucho Machi, el Negro Medina, Arnedo, Vadalá, César Franov, Semilla Bucciarelli… Todos con distintas formas de tocar y distintas funciones. Por ejemplo, no hay ningún bajista que toque canciones como Semilla, tocó canciones toda su vida. Bueno, Malosetti es un muy buen bajista, Pedro Aznar… Argentina, en verdad, ha dado un montón de bajistas buenísimos.

¿Qué tema de otro te hubiera componer a vos?
Me vienen 150 mil canciones a la mente. Dejame pensar. Ya está. Me hubiera gustado componer “Name of the Game”, de Badfinger. De los Beatles hay un montón también, por supuesto. Por ejemplo, “Every Little Thing”, es otro tema que llevo en el corazón, como si fuera mío.

Emiliano Acevedo


sábado, 11 de julio de 2020

LO QUE VIENE, entrevista a Juan del Barrio


En esta serie de entrevistas realizadas en el contexto de aislamiento social y preventivo, tuvimos la oportunidad de dialogar con Juan del Barrio, que como tantos otros músicos, tuvo que adecuarse a esta nueva realidad. En lo que respecta a su actividad profesional, sus proyectos junto a la nueva formación de Los Abuelos de la Nada –que incluía una gira y grabación de nuevas versiones de los clásicos del grupo con músicos invitados- y su trío de jazz progresivo Tres Eléctrico, quedaron en stand by. Pero continúa con su labor docente dando clases online. Acerca de esta nueva modalidad de enseñanza y de su implementación hablamos en esta nota.

ENTREVISTA> ¿Cómo estás pasando la cuarentena?
Más allá de complicarnos la vida, por otro lado, generó cosas positivas porque me puso un freno a la fuerza lo cual bajó mi nivel de ansiedad. A su vez, si bien la actividad de tocar en vivo se detuvo, en lo que respecta a dar clases, al principio hubo dudas de cómo seguir pero rápidamente todo se alineó por el hecho de dar clases online. Si bien no es lo mismo que las clases presenciales, tenemos la suerte de contar con estas herramientas tecnológicas que nos permiten dar clases en vivo. En esta situación no hubo más remedio que implementar esto tanto para los cursos de composición que doy en el instituto TAMABA como en las clases particulares. Tanto clases grupales como individuales se pueden hacer gracias a la tecnología. Es una experiencia nueva. Antes, a pesar de que se podía hacer, no se usaba tanto.

¿Qué plataforma elegiste para hacerlo?
Bueno, probamos otras plataformas y la que mejor funcionó fue Zoom.  Las transmisiones a través de Zoom son bastantes buenas aunque haya, incluso, una limitación por parte del equipo que tenga cada usuario. No es una plataforma perfecta pero funciona. La gente que toma clases particulares conmigo vive en Buenos Aires. Pero con esta plataforma también lo podría hacer con alguien que estuviera viviendo en China.  Eso es muy loco y es admirable esta posibilidad porque se puede aplicar muy bien a la enseñanza musical.


¿Qué desventajas tiene en relación a lo presencial?
No sé si te lo puedo explicar. A veces se pierde el gesto, la seña. Todo lo que tiene que ver con la comunicación gestual. La “telepatía” de la presencia, estar conectado con el alumno de una forma que es superior a lo online. Todo lo que no se puede explicar, justamente. El vínculo es diferente. Lo positivo es que en las clases online, también, se tiene el material rápidamente accesible. Es decir, herramientas gráficas, textos, para apoyar el aprendizaje. Ahora, hay un problema en la educación musical académica tradicional: no todo pueda ser explicado con textos. La música es un fenómeno dimensionalmente más complejo. Pero la observación es solo una parte de lo que pasa. La música no son solo sonidos que suenan y se combinan, es un montón de cosas más: sensaciones, recuerdos, asociaciones… Un fenómeno cultural muy complejo y poderoso. Por eso, hacer hincapié nada más que en la teoría musical puede conducir a no desarrollar otras cuestiones que tienen más que ver con la música como, por ejemplo, es el oído. Percibir la música con el oído y no solo con los ojos. Estas nuevas herramientas permiten eso: también que la otra parte te escuche y que no sea solo algo teórico.

La modalidad de enseñanza online, ¿vino para quedarse?
Nadie sabe aún qué va a pasar pero creo que esto va a seguir porque, difícilmente, cuando se alcanza un lugar determinado luego se lo abandona. En todo caso, se lo incorpora. Lo que sí no sé es qué va a pasar con las clases presenciales. Por ahora, doy el mismo contenido en las clases de ambas modalidades. A futuro, no sé si este nuevo sistema puede generar que varíen los contenidos en base al medio de comunicación. Me imagino algo mixto, también. Las personas que viven lejos o que no quieren salir de sus casas, las tomaran online; otras seguirán con las clases presenciales.

¿Y cómo venían tus proyectos profesionales?
Estábamos empezando a trabajar con una nueva formación de Los Abuelos de la Nada. El 7 de marzo fue el primer concierto pero el resto de la gira se suspendió. De a poco se irá reprogramando. También, estaba trabajando con Tres Eléctrico, mi proyecto de jazz progresivo. Pero, bueno, ahora se detuvo todo por obvias razones. No obstante, ambos proyectos están vivos y esperando el momento para volver a funcionar.

Emiliano Acevedo


viernes, 3 de julio de 2020

CAMBIANDO EL PARADIGMA, entrevista a Diego Mizrahi



La cuarentena por la pandemia del Covid-19 supone un gran desafío de adaptación para muchas actividades y profesiones, una de ellas es la referida a los músicos, quienes en este momento de párate socio económico se ven impulsados a reinventarse o sucumbir. En esta nota, Diego Mizrahi nos cuenta cómo se las arregla para seguir generando nuevos proyectos en este contexto. Una charla abierta y sincera en la que el virtuoso guitarrista, docente, conductor y productor televisivo nos habla de su interesante visión del presente y futuro de este nuevo mundo.

ENTREVISTA> ¿Cómo estás pasando la cuarentena?
En verdad, me mantuve muy activo. Al principio la noticia de la cuarentena me pegó mal, me bajoneó y me dejó en una situación bastante vulnerable, principalmente, en lo económico. Me llevó unos días entender que esto venía para largo, entonces agarré y empecé a generar situaciones musicales y artísticas, desde todas las plataformas: Facebook, Instagram y YouTube. Empecé a hacer videítos. Primero, videos así nomás, dando clases, enseñando guitarra, y después empecé a generar videos con mejor contenido. Videos en los que me disfrazaba, me ponía una peluca, hacía payasadas… y me empezó a gustar. Una cosa llevó a la otra, y de tanto usar pelucas, de hacer diferentes personajes, todos relacionados con la música, inventé un programa para cable que se llama De la peluca, en donde soy un presentador musical pero con diferentes identidades. Todos los personajes van presentando videos de bandas. Fue algo que salió de casualidad, pero nunca dejé de hacer música y de presentar artistas a través de YouTube. Así grabé con un montón de gente de todas partes, hasta con gente que nunca vi ni voy a ver en persona.

¿Cuántos años hace que sos profesor de guitarra?
Más de treinta años. Toda la vida. Ahora tengo una escuela de música con varios profesores, así que dejé de dar clases hace unos años. Ellos son los que dan las clases bajo mis normativas.

¿Y ahora los profes de la escuela cómo se organizan en este contexto?
Las clases las dan por WhatsApp o por Skype. Esto recién empieza pero creo que es un cambio de paradigma que llegó para quedarse. Los lugares van a ser menos concurridos, menos multitudinarios y con transmisiones. O sea, las salas de teatro no van a poder hacer funciones con el 100% del público sino que va a ser un 30% y el resto todo streaming. Esto cambia para siempre. Nosotros, acá en el estudio, nos vamos poniendo a tiro de apoco con estas nuevas tecnologías y aprendiendo porque hay mucho para aprender. Mi programa va a seguir.

¿Qué ingresos tenés en la actualidad?
Nada… Estoy viviendo de ahorros. Yo tengo la productora de televisión, que produce no solo los míos sino también programas de otros. Pero como el trabajo también está frenado, debido a la cuarentena, hay muy pocas producciones y lo poco que hay apenas alcanza para pagar los sueldos. Así que hoy vivo de ahorros, de algún derecho de autor como compositor y espero que esto termine pronto.

¿Y cuáles son tus proyectos a futuro?
Siempre estoy en algo. Justo ahora estoy con un lindo proyecto que es de folklore, y voy a ir lanzando de a un tema por mes. Va a tener carnavalitos, versiones de temas, y está producido por Pampa Records. Ahí me di el gusto de tocar la viola, nada más. El material está casi todo terminado. Por otro lado, estoy empezando a cocinar un nuevo disco, la continuación de Delay, mi último álbum físico. Estoy haciendo los demos muy lentamente. A fin del año pasado también saqué Primera Toma, que es un disco de jams sessions [Nominado en la categoría “Mejor Álbum Banda de Sonido de Cine y TV” de los Premios Gardel 2020], que está en Spotify. También voy a sacar otro disco de música de películas. Bueno, en fin, yo nunca paro de grabar…

¿Va a salir en disco físico?
Noooo… Ya fue. Eso es para los nostálgicos. El disco físico pasó a la historia. Me da bronca pero no queda otra. Hay que adecuarse a las nuevas tendencias y estar a tiro con lo que se viene, porque vos sacás un disco, invertís un capital, y después nadie te lo compra porque no tiene en dónde escucharlo. Ni yo tengo en dónde escucharlo, ¿entendés? Es algo del pasado. Quien quiera puede gastarse $2000 o $3000 en un vinilo pero tenés todo en Spotify…

Claro, pero es que el ritual de poner un disco es inigualable…
Sí, pero es de otra época. Lamentablemente, para los nostálgicos como yo que nos gusta tener un álbum en CD, eso quedó desfasado… Es lo que hay, es lo que se viene, y se viene mucho más ahora porque se empiezan a haber shows u obras de teatro con venta anticipada de entradas por streaming, sin público. O sea, hay todo un cambio de paradigma muy grande y uno tiene que estar a tiro con eso.

¿Y cómo ves el futuro del rock en Argentina?
Hay mucha y muy linda oferta pero el público no responde. Hay oferta pero no hay demanda. Yo veo bandas nuevas todo el tiempo en los programas que hacemos (Mete Púa y Puro Heavy), veo grupos sin parar y hay muchos realmente muy buenos pero no hay público. El público va a lo conocido, a lo seguro. Al público le cuesta descubrir cosas nuevas. En algún momento dado, va a haber que hacer un volantazo y replantearse qué hacemos con tanta oferta musical. Yo no lo sé, es muy difícil… quizás segmentar sea una opción. Va a haber que encontrarle la vuelta y más ahora con la cuarentena… olvídate.

¿Qué te gusta escuchar?
Yo siempre escucho jazz, a full. Me gusta Miles Davis, Coltrane, Charlie Parker… Después escucho mucho a los crooners: Frank Sinatra, Tony Bennett, Michael Bublé… Yo sé que está mal decir que escucho a Bublé, pero no me importa porque me encanta… Escucho de todo un poco. Jamie Callum, John Mayer

Y Satriani, a full…
Sí… claro, eso nunca se olvida…

Emiliano Acevedo