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miércoles, 4 de junio de 2025

TESTIGO, entrevista a Ada Moreno

 

Ada Moreno vivió más de mil vidas en una. Nómade, estuvo en tantos lugares, fue testigo de cientos de historias, sacó fotos clásicas de ídolos y vivió varias aventuras en la contracultura de los años 70, 80 y 90, tanto en el naciente rock argentino como en el post punk neoyorquino. También hizo decenas de visitas a la India y Brasil. Volvió a fines de los 90 de Nueva York y siguió disfrutando de su estatus de leyenda en la bohemia rock de Buenos Aires. Aquí escribió varios libros, empezando por el autobiográfico No Soy Una Extraña [2022, con reedición ampliada en 2024], el libro de relatos cortos Vampiros en Manhattan [2024], de Pequeñas Anécdotas Sobre Clics Modernos [2024, junto a Facu Soto] y el reciente Una Mosca En La Pared [2025]. En esta nota hablamos de algunas de esas mil historias circulares…

ENTREVISTA> ¿Cuáles son tus orígenes?

Mi familia era muy humilde, yo nací en Córdoba, prácticamente en la villa, a la orilla del rio, en un lugar que le dicen “El Bajo de los Perros”. Mi casa estaba en un barrio que se inundaba. Lo que me salvó de todo eso fue que mi papá tenía un quiosco de diarios, revistas y libros. Entonces, yo me quedaba horas y horas leyendo. Así, a los 14 ya accedía a todo tipo de literatura. Por eso tuve una cierta base, cuando lo conocí a Jorge Álvarez, porque yo sabía que él había sido un editor famoso.

¿Cómo te metiste en el mundo del modelaje?

Porque yo vivía en Córdoba y, luego de terminar el secundario, me fui en ómnibus a Brasil. En Brasil me meto en una comunidad hippie. Estando allá, viviendo entre San Pablo y Río, me explotó la cabeza, porque estábamos todo el día “en arte”, haciendo artesanías y demás; era un disfrute. Imagínate el contraste con lo que se vivía acá con el gobierno de Onganía. Cuando vuelvo a Córdoba, una modelo rosarina amiga me propone que la acompañe a hacer un book con un fotógrafo muy famoso de la época, llamado Jorge Fisbein. Yo acepto. Una vez que estuvimos en el book, Fisbein me propuso ser modelo.

¿Ahí tuviste ganas de hacerte modelo?

No, de ninguna forma. No era mi perfil. Yo siempre fui calladamente rebelde. No quería entrar en el sistema de ninguna forma. Aun hoy no quiero. Pero Fisbein insistió y yo accedí. Ahí también empecé una relación amorosa con él. Mi amiga volvió a Córdoba y yo me quedé en Buenos Aires. Así, gracias a Fisbein conozco a [José Luis] Perotta, y por Perotta conozco a Jorge Álvarez.

Contalo más en detalle…

En 1972. Yo era modelo y posaba para el fotógrafo Perotta, que era amigo mío. Un día, él me lleva a una reunión que estaban haciendo Pipo, Spinetta, Grinberg y demás; con miras a ver si se podían despegar de la sociedad Álvarez-Billy Bond. Ahí escuché todo lo que decían de esta sociedad, cuando bajamos de la oficina, le dije a Perotta que me llevara a conocerlos. Ese mismo día nos fuimos a Microfon, y los conocí, y me enganché con ellos. Ahí también me puse de novia con Billy Bond, que se estaba divorciando de la mujer. Así me convierto en la tercera persona en la oficina de Microfon, la testigo (de acuerdo a las palabras del propio Álvarez) de todo lo que pasaba en el lugar en ese momento.

¿Cómo fue conocerlo a Álvarez?

Increíble. Él era un tipo con una cultura increíble, nunca había conocido a una persona así. Jorge había estado con Perón, había estado con García Márquez; en su editorial había publicado a Cortázar, a Onetti, a Walsh… Álvarez era un personaje insigne de la cultura argentina.  Así, tanto Perotta como Álvarez se convirtieron en mis mentores.

¿Vos aun no habías tenido ningún acercamiento con la cultura del rock?

No, para nada. Pero me enganché enseguida, apenas entré a Microfón. Tuve una educación acelerada en el tema.

¿Cómo era estar en Microfón?

Era una locura total. Íbamos en remis a ver las bandas. Estaba en las sesiones de grabación.

¿Cómo era Álvarez? Porque hay opiniones contradictorias acerca de su figura entre los músicos de la época.

Fue un tipo clave para la historia del rock nacional. Sin él, no te digo que no hubiese pasado; pero gracias a Álvarez se facilitaron un montón de cosas para que el rock argentino surgiera como surgió. Tanto Álvarez como Billy Bond fueron importantísimos. Porque músicos había un montón, pero el Bondo tenía un oído magnifico para detectar cuales eran los mejores para grabar. Billy Bond era un gran aglutinador de músicos, una especie de John Mayall argentino; y Álvarez era el intermediario, el tipo que organizaba la compañía. Esto viene de la época de Mandioca, cuando Pedro Pujó, Arroyuelo y López Sánchez convencen a Jorge Álvarez que sea el intermediario, porque a ellos tres las radios no los atendían, cuando iban a pedir un espacio. Álvarez enseguida entendió como venía la mano, y accedió a hablar por ellos.  Lo que está claro es que Mandioca es el inicio del rock. Sin Mandioca no hubiese habido rock. Eran los creadores más zarpados que había. Pienso que el rock nacional le debe todo a Jorge. No te digo que sin él no hubiese pasado pero lo que pasó finalmente es que tanto Jorge como Billy se jugaron para que pase. Álvarez se la jugó para que pase. En un principio él perdió su editorial, luego se tuvo que ir del país amenazado. Jorge puso los huevos para que pase todo lo que pasó, les guste o no les guste.  Así empezó su camino como intermediario, que se acrecentó en la época de Microfón.

¿Talent funcionaba dentro de Microfón?

Sí, era una oficina que funcionaba ahí. Era la parte rockera de Microfón.

¿Y porque algunos músicos no estaban de acuerdo con los manejos de Álvarez?

Sí, es cierto, Jorge se quedaba con restos de plata. De cualquier manera, convengamos que hasta que apareció Sui Generis –que fueron los primeros que tuvieron éxito masivo-, no había plata. Algunos músicos ahora dicen: “Jorge Álvarez me robó”, cuando apenas si vendían 3000 o 5000 discos, no más que eso. Hay mucho mito al respecto, como si les hubiesen robado una plata extraordinaria. Jorge murió en la pobreza, ¿a quién le robó entonces? Lo cierto es que mucha de esa plata se reinvertía. Se usaba también para sacar fotos y hacer afiches, para promoción. El Fariseo (Álvarez) era más grande, más vivo, que sus representados, pero tampoco había ganancias extraordinarias. Había que alquilar equipos, instrumentos… por eso, siempre es como lo mires. Igual, no niego que no hubiese cosas no muy claras. Lo cierto es que hasta el último día de su vida, hasta que entró en coma, yo iba a verlo a Álvarez y él siempre tenía ideas fabulosas. A Jorge hay que hacerle un monumento porque era un prócer.

¿Cómo era ser la pareja de Billy Bond?

Era un tipo hiperactivo. Fue la primera vez de mi vida que me tenía que levantar a las siete de la mañana porque a las ocho había que estar en el estudio de grabación. Fueron capaz dos años, pero parecieron 200. Yo vivía adentro del estudio, pasaban miles de cosas a cada momento. Otra cosa, éramos perseguidos. Porque, además de que había que pelearse con los proveedores, con los músicos y con los teatros, no te olvidés que esa fue una época muy difícil; había represión. Estábamos en la mira de la cana, los milicos y los guerrilleros. Ninguno de los tres grupos nos quería, además de los padres, de la sociedad establecida y demás. Porque los guerrilleros también te hostigaban, te decían que si no estabas comprometido con la revolución, éramos hippies que no servíamos para nada. Por otro lado, los milicos nos metían en la misma bolsa que los subversivos.

¿Te acordás del Festival BaRock del 72?

No lo llegué a ver. Ahora, cuando veo las fotos, me doy cuenta de que en el público eran todos chabones, porque, hasta el momento en que entraron los Sui Generis, no había mujeres entre el público de rock. Había muy pocas chicas, recién con los Sui se empieza a abrir esa brecha…

¿Quiénes eran tus amigos entre los músicos?

Yo tenía mucho contacto con Claudio Gabis y su familia, Isa Portugueis, Pinchevsky, Alejandro MedinaPappo también. Nos pasaba a buscar en la pickup, y manejaba con medio cuerpo afuera, gritándole cosas a la gente que iba en los autos de al lado: “Señora, se nota que lleva un consolador en la cartera…” (risas)

¿Cómo eran los shows que hacía La Pesada?

Bardos, quilombos, todo lo que te imagines. Cortes de luz, la gente no entendía y te rompían los equipos, tiraban botellazos… Eran recitales problemáticos. Bueno, los de Sui Generis también podían no llegar a terminar. Y yo fui a todos, tuve el privilegio de ir a todos los recitales que hizo Sui Generis, y a todos los de La Pesada, desde la época en que entré a Microfón.

En esa época ya te estabas metiendo en la fotografía, el vestuario y el maquillaje, ¿no?

No es que me fui metiendo, porque siempre estuve interesada. Era otra época, no había telefonitos, había que tener una máquina, había que comprar rollos y revelarlos. Todo eso había que hacer para poder tomar una foto. Y, a veces, era milagroso poder hacerlo. Lamentablemente, la mayoría del trabajo que hice en Microfón se perdió. Eventualmente, pude sacar alguna foto que después salió en Pelo… Pero la mayoría de mi trabajo se usó para gacetillas de prensa y cosas de Microfón, y después los negativos fueron a parar al archivo y terminaron tirando todo… Casi que no quedó nada de eso.

Y también colaboraste con la realización de algunas tapas, asesorando en el vestuario y en el maquillaje, como la del  primer disco de David Lebón o el de Kubero Díaz y La Pesada…

Sí, porque tanto Perotta como Fisbein, y obviamente mi amigo Juan Gatti, siempre confiaron en mi ojo y en mis sugerencias.

¿A Gatti lo descubrió Álvarez?

Al principio estuvo Melgarejo haciendo toda la gráfica, como por ejemplo los viejos posters de Manal. Cuando Melgarejo se fue a trabajar a los Estados Unidos, llega Gatti a Microfón, porque ambos se conocían de Mar del Plata, eran amigos y uno recomendó al otro.

Así Gatti se convierte en el diseñador de casi todas las tapas de Microfón…

Sí. Yo pasaba mucho tiempo con él, éramos muy amigos. Estaba parada al lado mientras él en la mesa dibujaba. Hablábamos, escuchando los discos, mientras Juan hacía las tapas. Gatti es puro arte, estética, su cuerpo de trabajo es extraordinario, a nivel mundial. Hizo tapas como la de Los Delirios del Mariscal, de Crucis, que es mítica, insuperable. Siempre fue muy cambiante, por ejemplo, la tapa de Instituciones, de Sui, la hizo con fibras; las de Espíritu con aerógrafo… Siempre iba cambiando, siempre innovaba. Lo sigue haciendo hasta el día de hoy, asesorando en moda, estética y diseño, tanto en Europa como en los Estados Unidos.

¿Qué recordás de la audición de Sui Generis con Jorge Álvarez y Billy Bond?

Tuve la suerte de conocerlos el mismo día en que vinieron a hacer la prueba con Jorge Álvarez y Billy Bond. Me acuerdo que ese día se presentaron en la oficina de Álvarez, acompañados por María Rosa [Yorio] a dar la prueba, por lo que yo creí que eran un trío tipo Peter, Paul & Mary. De movida me parecieron unos chicos divinos. Sin embargo, para ellos era tan solo una prueba más, se ve que no tenían demasiadas expectativas porque ya los habían rechazado de varias grabadoras. Así que, de inmediato, con Charly en la guitarra, cantaron “Canción para mi muerte”. Sorpresivamente, apenas terminan, Álvarez dice: “Ese es un tango genial”,  agarra el teléfono, marca el número del estudio Phonalex ¡y pide horas de grabación para el otro día! Así de simple, así de rápido. Aun hoy Nito me cuenta que no lo podían creer”.

Y luego Sui Generis llega a la masividad, algo inédito en el rock argentino hasta ese momento…

Hay que recordar que hasta ese momento el rock y los recitales eran cosa básicamente de hombres  y con Sui entraron la mujeres, y se volvió el primer fenómeno masivo del rock de acá.

¿Y la tapa del disco de Kubero Díaz? ¿Es aerosol lo que tiene en la cara?

No, es maquillaje. Yo lo maquillé. Perotta sacó la foto, puso un cielo atrás de una propaganda que había hecho y así se hizo. Con un teleobjetivo, y un ventilador. Así se creó esa tapa tan impresionante.

La tapa del primer álbum de David Lebón, ¿cómo se hizo?

Yo le presté la ropa. La idea de Gatti era inspirarse en el glam rock, que ya despuntaba fuerte a nivel mundial. Entonces puso un poco de brillo.

Hablando de Instituciones, vos hiciste las fotos del grupo, que venían en el insert del disco…

Sí. Son fotos del estudio, mientras grababan. Porque siempre andaba con la máquina sacando fotos, mientras estaba ahí.

¿Cómo es la historia de la censura de Instituciones?

Yo me acuerdo de conversaciones en el bar que estaba enfrente a Microfón, en donde Álvarez le decía a Charly que aflojara con las letras porque nos iban a desaparecer a todos. Además, la forma en que se lo explicaba Álvarez era muy simple: Si vos querés mandar un mensaje, no lo podés mandar en forma directa, tenés que mandarlo entrelineas. Primero, por el peligro y segundo porque era la forma en que iba a perdurar el mensaje, con la ironía, con el sarcasmo acerca de lo que estaba pasando y demás. Álvarez le dijo que bajara un poco los decibeles. Charly no quería, él quería que prevaleciera  su forma acerca de cómo quería expresarlo.  Pero si lo hacía así nos iban a censurar todo y después no se iba a poder sacar el disco. Álvarez ya había vivido la represión, él había estado en cana, y le habían quemado la librería de un bombazo porque había sacado un libro de Marx, etc. Álvarez sabía cómo venia la mano.

¿Y cuál es la historia detrás de la foto que sacaste para el Adiós Sui Generis?

Bueno, con esa imagen empapelaron toda la ciudad, y luego se convirtió en la fotografía emblemática de Sui, porque fue usada en varios compilados, posters, etc. Esa fue la primera vez que logré que me prestaran un estudio profesional con flashes para trabajar. Usé una cámara Hasselblad. La hicimos en el estudio de mi exnovio, Jorge Fisbein, en la calle Castelli y Valentín Gómez, en Once, un mes y medio antes del show del Luna. Salió rápido, tan solo un par de tomas, porque Charly y Nito tenían la mejor predisposición. Por supuesto, esa imagen también contó con el arte y el estilo de mi amigo Juan Gatti, el gran artista gráfico. Por eso todo se conjuró para que esa imagen tenga la magia que la hizo inolvidable. Es la foto de dos chicos de 23 años, que mantiene la misma frescura que hace 50 años, casi tanto como la música de Sui. La foto del Adiós Sui Generis ya no me pertenece, ahora está en todos lados.

¿Cómo fue la ida de Billy Bond y vos a Brasil en medio de la represión?

Nos vamos porque Billy estaba amenazado. Allá, yo era la fotógrafa personal de Ney Matogrosso. Viajábamos por todo Brasil en los conciertos de Ney. A mí me trataban como una reina. Me acuerdo que el Bondo y Gabis trabajaban en la banda. Pero llegó un momento en que el Bondo estaba grabando 24 horas al día, y se va degastando nuestra relación. Yo estaba sola en la montaña, días, semanas… Entonces me vine para acá y me quedé con Jorge. Ahí me quedé con Álvarez permanentemente hasta que en el 77 nos fuimos a Estados Unidos.

¿Cómo sigue tu devenir acá cuando volvés de Brasil?

Cuando Sui se separa, yo pasé mucho tiempo con La Máquina de Hacer Pájaros. De ahí me enganché mucho con Crucis, en especial con Gustavo Montesano, con el que empecé una relación y nos terminamos casando. Los ensayos de Crucis en la sala de Flores eran espectaculares, nunca había visto nada igual.

¿Para vos Crucis fue el grupo de rock más potente que hubo en la Argentina?

Sí. Los ensayos eran espectaculares. Eran pibitos pero tocaban soberbio su música, mezclada con pedazos de músicas de Yes o de Purple. Ellos tenían una mentalidad totalmente extraordinaria para la edad y para el lugar en el que vivían. Moris, Charly, Moro, todos los músicos iban a su sala de ensayo para verlos tocar, todos querían tocar algo con los Crucis…

Charly los ayudó en la grabación del primer disco…

Claro, él quería participar, no se iba a quedar afuera de eso. Lo de Crucis duró poco pero fue muy intenso.

¿Y por qué duró poco?

Cada uno iba por su lado. Cuando es así, es muy difícil que a esa edad no se te suba la fama a la cabeza. Imaginate: Dieron un recital en el Astral para que viniera Álvarez y la grabadora a verlos, al otro día están grabando, a los cinco meses estaban llenando el Luna Park… Entonces, tenés que estar muy bien plantado para seguir con la banda, otros grupos se han separado por mucho menos que eso.

¿De dónde sale la idea de la foto de Crucis con los overoles?

Una broma interna. Porque de la forma que ensayaban, tan meticulosa, se comentaba que ellos eran como “obreros” o “mecánicos”, como si manejaran maquinaria. Era como si estuvieran en un taller haciendo sonido. A Gatti se le ocurrió lo de los overoles. La foto la saqué en Parque Lezama, debajo de un ombú. Si vos te fijas, el negativo quedó sucio, manchado, y al ampliar la imagen le dio otro matiz a la foto.

¿Había una idea de llevar el grupo a Estados Unidos?

Estaba la idea pero a Gustavo no le gustaba estar allá. Eran muy chicos, demasiado jóvenes para instalarse allá. Aparte en Estados Unidos no los conocía nadie. Era muy difícil.

¿Por qué Álvarez decide irse del país?

Después de un recital de La Máquina de Hacer Pájaros en La Bola Loca, Álvarez estuvo en un barco con Torre Nilsson y unos militares que estaban también viajando. Había una fiesta y ahí uno de los militares se le acerca a Álvarez y lo advierte, diciéndole: “Usted está muy tranquilo. Mire que ahora le estamos dando a las barras de los fierros, pero ni bien terminemos con eso vamos a seguir con los intelectuales…” Entonces, cuando terminó la fiesta, Torre Nilson le dijo a Jorge: “Andate”. Y ahí Álvarez sacó un pasaje y se fue… De ahí partimos hacia Nueva York.

¿Y cómo sigue tu historia cuando te vas con Álvarez?

Nos instalamos con Álvarez y Montesano en Estados Unidos. A Gustavo no le gustó Nueva York y se vuelve y luego se radica en España. Gatti también termina yéndose a España.

¿Tu relación con Montesano se termina ahí?

Sí, cuando él decide venir para acá de vuelta. Yo no quería volverme, estaba bárbara en Nueva York. Me había reencontrado con una amiga cordobesa que diseñaba ropa y así había conseguido un trabajo mínimo suficiente para alquilar un pequeño departamento.

¿Ahí te metés en la movida punk?

Inmediatamente después de que nos separamos con Montesano, yo empecé a trabajar con mi amiga y ella hacía ropa punk. Para mí era toda una novedad. Así empiezo a frecuentar la movida punk en el downtown, en Manhattan. La música que sonaba era la de los Sex Pistols, de la mano de muchos ingleses que se habían radicado en Nueva York trayendo toda esa movida punk. Yo entré en esa y me olvidé de todo lo que pasaba en Argentina. Ahí aparece Liliana Lagardé, la ex mujer de David Lebón, que estaba en Miami, viene a visitarme y se queda. Así seguimos, haciendo zapatos y demás. A ella la querían mucho los chicos de The Clash.

Vos seguiste con la venta de ropa…

Seguí por un tiempo. Yo sacaba fotos, salía todas las noches a discotecas… Lamentablemente, todos pagamos el precio de las adicciones, la vida demasiado intensa. Por suerte estamos vivos. Conocí el fondo y no me quedó otra que salir.

Contame alguna anécdota tuya con famosos en Nueva York…

Amistades no tuve, pero conocí a Jagger. Yo frecuentaba un boliche que se llamaba Nell´s y ahí iba todo el mundo, muchos famosos. Don Johnson, Mick Jagger, Prince… Estábamos todo el tiempo ahí.

¿Cómo fue la realización del sobre interno de Clics Modernos?

Para mí es lo mejor que me pasó con las fotos. En 1983 en Nueva York con Charly nos estábamos divirtiendo con Charly sacando fotos Polaroids con una máquina de plástico. Yo iba a todas las sesiones de grabación de Clics Modernos en los estudios Electric Lady y me había quedado en el subconsciente esa parte de [“Bancate ese defecto”] “la nariz no hace juego con tu cara” y se me ocurrió hacer una nariz de cartulina para las fotos. Le pinte la cara y estábamos jugando a hacer las Polaroids, así salió el sobre interno del disco con esas fotos porque a Charly le encantaban.

¿Cuándo empieza tu faceta más espiritual, con los viajes a India y demás?

A principios de los 80 conocí al mismo gurú de David Lebón. A partir de ahí entré en ese círculo. Ahí, por muchos años, eso queda como flotando durante mis épocas más alocadas en Nueva York. Incluso, recuerdo que cuando Charly fue a Nueva York a grabar Clics Modernos, yo llevé a la grabación al hermano del Majaraji, al que García conocía por Lebón. Después tuve idas y vueltas de Miami a Nueva York. Ya estando aquí de vuelta, en Córdoba, por alguna razón toqué fondo, se me viene abajo toda la vida que había vivido. Me bajoneé… No sabía qué hacer y me vine a Buenos Aires. Estando acá, con una amiga de Córdoba empezamos a fantasear con la India. Ya eran los últimos años de los 90. No teníamos un mango pero igual se me da la oportunidad de ir. Así empiezo a ir a partir de 2000 y me enamoré de la India. Fui más de diez veces. La parte espiritual está entretejida en la vida de la India. Inclusive, aunque yo no soy hinduista, al mismo tiempo siempre hay un sustrato allá que es espiritual. Mismo verlos como ellos se mueven con su religión, como lo vinculan con lo material, eso para mí es muy poderoso. Cuando voy no planeo nada. Un taxi me va a buscar y me lleva a un departamento y ahí planeo lo que voy a hacer. No llevo hoja de ruta ni nada, voy y listo. Una vez que estoy allá me entrego al hecho que hay un sustrato espiritual que es muy vivido.

ENTREVISTA: Emiliano Acevedo

FOTOS: Hugo Panzarasa y archivo Ada Moreno

lunes, 15 de marzo de 2021

RELIQUIAS DEL ROCK, entrevista a Nacho Smilari



Nacho Smilari
 es una auténtica leyenda del rock argentino. A lo largo de su trayectoria, que arranca hace más de cincuenta años, se ha desempeñado como guitarrista de varias bandas que han sido la piedra basal en el movimiento rockero de nuestro país. Un currículum en el que se cuentan desde La Barra de Chocolate, Piel de Pueblo, Cuero hasta La Pesada del Rock and Roll y Vox Dei.

En esta entrevista imperdible, Nacho nos cuenta este recorrido musical, que abarca sus primeros pasos en La Cueva hasta su calidad de invitado estable de La Renga desde hace alrededor de 10 años.

ENTREVISTA> ¿Cómo fueron tus inicios en la música?

Empecé estudiando baile de chiquito y después aprendí a tocar el piano. La profesora de piano me vio muchas condiciones por lo que me preparó un par de años para llevarme a dar un examen de ingreso al Conservatorio López Buchardo. Estuve seis años en el Conservatorio. Cuando tenía 16 años una banda de mi barrio me convocó para que toque con ellos. En ese momento, Los Teen Tops tenían mucho éxito y nosotros quisimos hacer un grupo a ese estilo. Empezamos a conseguir algunos lugares para tocar y nos iba bien, íbamos a tocar a las fiestas escolares. En esos lugares iba y tocaba, porque había piano pero, también, empezamos a tocar en clubes de barrio o las peñas más humildes donde no había. Entonces, terminaba tocando la pandereta y cantando los coros.

¿Y ahí llegaste a la guitarra?

Lo que pasa es que, en los ensayos, cuando el guitarrista dejaba la guitarra yo la agarraba y comenzaba a tocar algunas cositas porque mis abuelos eran guitarreros (de folklore) y me habían pasado las notas. Hasta que en una oportunidad unos días antes de tocar en los carnavales, nosotros aún éramos amateurs, a nuestro guitarrista le ofrecieron tocar pagándole y se fue. Entonces los otros muchachos del grupo decidieron que la guitarra la tocara yo. Eso era un martes y nosotros teníamos que tocar el viernes, entonces nos encerramos a ensayar, más o menos, de dos de la tarde a doce de la noche sin parar. Así que ese viernes, primer día de los bailes de carnaval, debuté como guitarrista. Cuando terminamos los chicos me llevaron en andas, me dieron vuelta por todo el club. Desde ese día quedé loco, fascinado por la guitarra. Así, de a poco me hice guitarrista.

¿Cómo se llamaba ese primer grupo en el que estuviste?

Le pusimos The Parkers, como la lapicera. Cuando se separó el grupo me uní a unos amigos que tocaban en Las Sombras y buscando en dónde tocar encontramos La Cueva. En ese momento era un boliche que estaba vacío porque la cana se había llevado hasta las mesas. Entonces le ofrecimos al dueño del lugar tocar gratis a cambio de que nos dejara ensayar ahí para no pagar sala de ensayo. Al tipo le gustó la idea y así empezamos. En ese momento no venía nadie al local. De a poquito empezaron a venir un par de personas que iban a escuchar la música. Así que hicimos un arreglo con el dueño: tocar todos los días de diez de la noche hasta las cuatro de la mañana, media hora tocando y media hora descansando, a cambio de que nos tirara unos pesos. Estábamos enloquecidos. Era la primera vez que ganábamos plata y yo todavía ni era mayor de edad. Así fueron apareciendo Pajarito [Zaguri], Javier [Martínez], Moris… Ellos, que eran un poco mayores que yo, ya conocían el lugar de la época anterior cuando se llamaba La Cueva de Pasarotus y se tocaba jazz.

¿También empezó a venir Tanguito?

Claro, él ya estaba ahí. Así, Javier y Moris se acercaban y se ponían a tocar en los momentos que descansábamos nosotros porque el dueño los conocía y estaba todo bien. Así se fue armando de a poco todo ese movimiento que luego daría origen al rock nacional.

¿Ahí entrás a La Barra de Chocolate?

Sí, me convocó Pajarito. En ese momento no existía ese tipo de conjunto. Como yo era el que tenía más idea de teoría musical, hacía todos los arreglos en el grupo. Así nos presentamos en el Festival Internacional de la Canción [1969]. En ese momento no existía lo que hoy llamamos rock nacional. Se nos llamaba “música beat”. Nosotros participamos con la canción “Alza la voz” que salió ganadora del Festival. El premio era una batería de doble bombo. Nos dieron una copa y hasta fuimos al programa de Mirtha Legrand… Así arrancamos haciendo shows. Tocábamos en Canal 9 los sábados. Todavía no habían arrancado ni Vox Dei ni Manal ni Pappo, que llegaron después. Los que sí ya estaban eran Los Gatos.

¿Y vos curtías la onda de ir a La Perla de Once?

Sí, lo normal era que todos los que tocábamos en La Cueva íbamos caminando por Pueyrredón hasta Once a tomar un desayuno. En La Perla no nos trataban bien porque Javier se ponía a tocar ritmo con los palitos arriba de las sillas, Tango se iba al baño con la guitarra y se ponía a cantar, y éramos como ocho tipos y tomábamos dos cafés nomas… Nos quedábamos desde las cinco de la mañana hasta las nueve, once… así que llamaban a la cana para que nos fuéramos. Después, con el paso del tiempo, nos hicieron una placa con todos los honores pero al principio, no nos podían ni ver…

¿Cómo se da tu ingreso a Vox Dei?

Yo había viajado a Estados Unidos a comprar instrumentos con el bajista de La Barra de Chocolate. Allá vi a los más grandes de la música: Eric Clapton, B.B. King, Jimi Hendrix… y cuando vine para acá me agarró un bajón, no quería escuchar ni la radio. No quería tocar más. Y me terminé yendo de La Banda de Chocolate. Así que estaba en mi casa y me vinieron a buscar Ricardo Soulé, Willy Quiroga y Rubén Basoalto. Y me explican que habían hecho La Biblia y [YodiGodoy se había ido dejándolos en banda. Ya tenían laburo, giras, y me entusiasmaron con eso pero les dije a todo que no. Que no me interesaba bajo ningún concepto. Entonces me dijeron que lo piense mejor, que iban a volver. Después de que se fueron, mi suegra me aconsejó aceptar la propuesta porque era un buen trabajo. Así que, a los tres o cuatro días cuando volvieron los muchachos, les dije que sí. Me dijeron que me agarrara mi equipo y mi mujer para irnos tres meses a una quinta a ensayar y preparar La Biblia para tocarla en vivo en el Teatro Alvear. La presentamos por el interior de la Argentina con un éxito bárbaro, increíble. Después hubo un problema por derechos de autor por La Biblia, entre Willy y Ricardo –que ya empezaban a discutir desde esos momentos- y ya se puso fea la onda en el grupo. Ahí ya me salí.

Después empezás con Piel de Pueblo, una auténtica banda de culto en nuestro país…

Sí, algo así. Ahí toqué de vuelta con Pajarito. Lo que pasaba era que no ganábamos nada de plata, no tocábamos en ningún lado. ¡Nos fue bárbaro!… (risas) Igualmente, ese material era muy interesante. Las letras siguen estando vigentes y la forma musical era muy progresiva. Era una onda bien distinta, no eran canciones comunes.

¿Cuero Crecimiento [1974] fue una fase más jazz rock en tu carrera?

Claro. Es un vuelco que pude hacer hacia formas musicales que venía elaborando. Todos los temas fueron compuestos y arreglados por mí. No intervino nadie más. Al principio, [en 1973] Cuero era un trío con [Enrique] Masllorens (bajo) y [Carlos] Calabró (batería), y cuando se separó la formación me había quedado con el contrato de grabación e hice Crecimiento, un disco de afro jazz con músicos amigos que habían sido también de La Cueva, como Osvaldo Cevasco, Ricardo Lew, Bernardo Baraj, Raúl Parentella, Osvaldo López

También participaste de la presentación de La Biblia con el Ensamble de Música de Buenos Aires, ¿no?

Exactamente. Claudio Gabis había hecho la grabación en el disco, y después viajó a Brasil y no estaba presente para cuando hubo que hacer la presentación en vivo. Entonces, como yo también era de La Pesada, me llamaron a mí para que lo reemplazara. Así que hice la preparación de la obra, con ocho meses de ensayo con Charly García, Carlos Cutaia, Rinaldo Rafanelli, Moro, Juan Rodríguez, Pinchevsky, etc… Y lo presentamos en el Gran Rex. Cinco presentaciones viernes, sábado y domingo, con el Ensamble Musical Buenos Aires. Por primera vez sesenta músicos de la sinfónica tocando con un seleccionado de las bandas de rock. Lástima que no haya nada filmado de eso porque estuvo muy bueno. Por primera vez se transportaron los equipos de un estudio de grabación al teatro y el sonido fue descomunal.



¿Cómo fue tu paso por Avalancha [1975]?

Cuando se fue Botafogo del grupo los chicos me llamaron. Agarramos viaje y nos hicimos muy amigos y la pasamos bárbaro, tocamos en un montón de lugares.

¿Y después que pasó, te retiraste de la música?

Bueno, viajé a Brasil, allí viví muchos años. Hice de todo, toqué por todos lados. Cuando llegué a Brasil me dio una mano Billy Bond, que estaba allá. Billy tenía un bar que se llamaba Be Bop a Lula, en San Pablo. Era una rockería en donde iban a tocar conjuntos. Él me consiguió un bajista y un batero y nos hicimos amigos e hicimos una banda que se llamaba Neblina, la primera banda de blues que hubo en Brasil. Tocamos en televisión y todo. Después toqué con Made in Brazil, un conjunto fuera de serie que es como los Ratones Paranoicos de allá, con ese estilo Rolling Stones. Toqué todas las guitarras de su disco Pauliceia Desvairada. Pero como yo estaba en Brasil como turista, me pagaban menos de lo que me correspondía porque no podía trabajar en blanco. Así que me peleé a las piñas con el manager del grupo y me fui muy enojado. Cuando el disco salió a la venta, por resentimiento, pusieron el nombre y la foto del pibe que me reemplazó pero en verdad el que toca la guitarra en ese álbum soy yo.

¿Y seguiste tocando en Brasil?

Sí. Siempre viví de la guitarra y de la música. Tocaba en todos lados.

Igual, volviste…

Me vine porque en Brasil tuve problemas con la documentación. Me deportaron, tuve un quilombo bárbaro. Además, estaba saturado. Tenía un hijo acá y me pegó la de ver al nene… ¿Para qué mierda vine? Terminé laburando de tachero… Y después largué todo a la mierda y me volví a Brasil. Llegué allá, me pusieron un faso en la boca y salimos a tocar… Estuve 12 años tocando en Brasil por todas partes: Porto Alegre, Río de Janeiro, Belo Horizonte…

Cuando volviste a la Argentina ya estábamos casi en los 90, ¿no se te dio por tocar en alguna banda?

No, estaba en otra. Como no era la primera vez que podía tocar en una banda no tenía tanta desesperación por empezar de vuelta… ¿Te parece poco todo lo que había hecho? Ya había tocado con todos, así que lo deje pasar. Igual, no me alejé nunca del todo porque siempre iba a algún lugar y tocaba o participaba en alguna grabación. Así, grabé con Pajarito en el disco de la pizza [Y en el 2000 también, 1994]. Estuve haciendo eso hasta que me descubre La Renga. De ahí hace 10 años que estoy con ellos y somos muy amigos.

Vos estabas dando clases de música, ¿no?

Más o menos. Yo era muy amigo del batero [Daniel El Buda Giordano] que tocaba en el grupo gótico de la mujer de Chizzo. Y ella le preguntó si conocía un músico de rock argentino para aprender a tocar y él me nombró. Así se hizo el contacto y vino a mi casa. Recuerdo que cuando me escuchó tocar dijo: “Vos tenés que ir a tocar con La Renga…” Yo ni sabía que era La Renga… Ellos ya eran grosos, ya tenían la quinta acá en Ezeiza y todo. Eso fue un miércoles, y el viernes me invitaron a comer un asado y a zapar. Desde ese día no nos separamos nunca más… Somos muy amigos y vecinos, cuando me llaman tardo en llegar diez minutos.  

Hasta grabaste con ellos y todo…

Sí, grabé un solo en un tema del disco Algún Rayo. Toqué un montón de veces con ellos, viajé a Chile dos veces, también a Uruguay… Cuando me subo en la mitad del show para tocar uno o dos temas, ellos me presentan como “una reliquia del rock nacional”. En La Renga toco lo que a mí me gusta, hago lo que yo quiero. Me cuidan, me protegen, me dan mucho cariño.

Emiliano Acevedo



viernes, 28 de diciembre de 2018

Bondo, ¡Gracias al Cielo!


El carismático artista y productor Giuliano Canterini, más conocido como Billy Bond, presentó, el pasado 31 de Octubre, en The Roxy La Viola Bar la re-edición en vinilo del icónico primer volumen del disco Billy Bond y la Pesada del Rock and Roll y el video de la re-versión de “Gracias al Cielo”, junto a artistas como Charly García, Hugo Fattoruso, Rubén Rada, Daniel Melingo, Pablo Lezcano, Gualicho Turbio, Las Bodas Químicas y muchos más. 

Fue una celebración muy animada con un Bondo que se paseaba entre el público y gentilmente firmaba vinilos, hablaba, bromeaba, puteaba y se sacaba fotos junto a todos los medios especializados presentes y con figuras como Carlos Tito Villalba (Alma y Vida), Isa Portugheis (La Pesada del Rock and Roll), Ada Moreno (fotógrafa emblemática del rock nacional), entre otros.

Un gesto de bondad y altruismo que cabe destacar es que todo el dinero recaudado de las regalías por el video serán donados a Alejandro Medina, nuestro bajista del blues por excelencia, partícipe insigne del colectivo musical La Pesada del Rock and Roll.

En la conferencia de prensa de Billy Bond se tocaron diversos puntos sobre su carrera, la de otros artistas, el futuro de La Pesada y la música. A continuación algunas de las palabras del excéntrico artista.

El Rol del INAMU
“Es fantástico porque de alguna forma ellos fueron los que consiguieron que tengamos los derechos, esto significa que te dejan re-editar y la grabadora no viene queriendo cobrarte cosas; ya robaron mucho, digamos… Gracias a INAMU, se puede reeditar, no solo este long play, sino también los de muchísima gente, como Alejandro Medina, Kubero, etcétera, que recuperaron sus derechos…”

Los próximos volúmenes de Billy Bond y la Pesada
“Solo puedo re-editar los discos que son míos en la banda, como así también el de Billy Bond and the Jets, mis discos viejos.  Respecto a los demás volúmenes deben preguntarle a Pelo (Aprile) o la gente de la grabación, porque van a tener una programación ya que no puede sacar cuatro discos al mismo tiempo. El motivo de sacar un disco en vinilo se debe a que nos dimos cuenta que muchísima gente tiene los discos originales, pero como son muy pocos los que hay, los cobran fortunas. ¿Que hicimos? muy simple, pusimos un disco que cuatro tipos que son ustedes (risas) que no pasan más de eso, lo puedan comprar un precio barato y que no caigan en manos de los dealears o de los narcotraficantes…”

En esta pálida actual
“Cuando escuchás el primer disco de La Pesada te das cuenta que tiene que ver con 2018, con casi todo lo que pasa, porque lo que escuchás en el disco tiene que ver con la realidad argentina de nuevo.  Lamentablemente, es eso, hemos tenido un retroceso en algún nivel político, la gente no tiene plata de nuevo, hay represión, el video de “Gracias al Cielo” va a responder por si solo…”

Su rol en este nuevo proyecto
“Yo no soy un líder, un carajo, de nada; soy amigo de todos.  Los músicos se juntan y no hay ego, no hay competencia, yo no hago mal a nadie y nadie hace mal a mí.  La gran formula de La Pesada fue la dignidad, y el tratamiento del respeto por los otros músicos, y eso es lo que ha hecho que a través del tiempo, después de 40 años, tenemos que grabar dos o tres temas, con más de 50 músicos, que están entre “Loco, no te sobra una moneda” y en “Gracias al cielo”. Había tantos músicos que se brindaron solidariamente al proyecto, la intención fue muy simple, porque está desprovista de ego, nadie es estrella, son todos iguales, y ese tratamiento los músicos lo reconocen y mucho. Por eso te dan el aval, firman y ponen la cara en cosas y proyectos como estos…”
“Ya lo dije antes, todo lo que son las vueltas, son curros, bien claro, son curros, no existen.  Billy Bond y La Pesada no vuelven nunca más porque sería un curro hacer eso. Porque considero que los músicos el tiempo pasa, y vos no te podés juntar nada más que por el dinero. Algunos se juntan para llenar un River, un no sé qué, pero media hora después se pelean de nuevo y uno lo manda a la concha de su madre al otro. Eso es un verso, es cierto que yo accedí a hacer esto de “Loco…” y “Gracias al Cielo”, pero en esos temas, los royalties, regalías, etcétera, todo es para Alejandro Medina, que lo necesita… (aplausos) Sepan que no es una vuelta, ni para vender más, tanto es así que no quiero cobrar un sope. No me confundan con ese negocio de las vueltas…”.

Isa Portugheis y Billy Bond (Archivo Isa Portugheis)

Nuevos valores
“Yo no soy ningún pelotudo, si no abrís cancha a los nuevos pendejos, a los nuevos músicos, si no le das bola a eso, van a parecer todos como Isa (Portugueis) o como yo, dos viejos chotos ¿viste? Y yo creo que esto se tiene que heredar, alguien tiene que heredar todo este laburo que hicimos. Yo me rompí el orto para hacer que alguien te haga una entrevista de radio hoy. En el 71 no te entrevistaban ni para café con leche, nadie te daba bola y hoy todo el mundo está montado arriba del Rock and Roll, cualquier pelotudo que tenga pelo largo es rockero o el pelo corto, todo es rock…”.

La ópera sobre Charly García.
“Vamos a hacer una ópera con la vida de Charly García, con una orquesta semi-sinfónica más una orquesta de rock en la cual se va a contar toda su trayectoria a través del tiempo. Charly chiquito, Charly medio, Charly loco que se tira a la pileta… (risas) Va a ser muy interesante porque vamos a hilvanar todas las músicas de tal forma que las letras combinen con la historia y va a ser realmente como una especie de ópera. Yo estuve con él y ya está haciendo tres músicas…”
“Se va a presentar en el año 2020, porque vamos a esperar las elecciones para a ver qué pasa y para donde carajo vamos. A partir de eso vamos a decidir el lugar, como hacerlo. La tendencia para hacerlo no sería en un lugar como el Gran Rex, donde el sonido es una mierda, no se escucha un carajo y los shows que se hacen ahí parecen karaoke…”

El futuro de la música.
“No soy Nostradamus, yo puedo decir lo que pasa en el mundo, que normalmente tiene tendencias, el Rock and Roll no fue inventado por Litto Nebbia (risas)…”
“El Rock and Roll no fue inventado por Los Gatos, viene de antes, de Eddy Pequenino, de Johnny Tedesco, del propio Nicky Jones, toda una historia viene de antes.  Eso pasa… y luego viene el beat, los Rolling Stones y todos boludos con el flequillo, después Led Zeppelin con los pelos largos, todos los boludos otra vez ahí…”
“El mundo tiene como tendencias y la música se va reciclando, es como un bicho vivo, y va apareciendo. El más fuerte gana. Ahora, por ejemplo, la cumbia te rompió el orto.  A nadie lo obligan, lo atan, a ver… ¿Dónde te dicen tenés que escuchar esto? Si vos no querés, no escuchás. El que escucha cumbia que se yo, que escuche cumbia, que se joda…”

El Vinilo
“Es un fenómeno mundial, la gente descubrió el CD, pero lo digital pierde armónicos. Lo digital achica el sonido. ¿Por qué? porque lo tiene que comprimir para poder caber. El vinilo lo expande, la púa pasa y lo manda a un amplificador y él se abre.  En el vinilo, vas a escuchar millones de cosas que pasan en el aire que son los armónicos, que pasan en el espacio, si escuchás bien este disco tiene mucho de eso. Porque en la época del monoaural, del estéreo, se hacía mucho eso de usar los espacio que la música te da.  Cuando es digital el sonido se achata y en el vinilo se expande, es mejor…

Carlos Villalba, Isa Portugheis y Billy Bond.

Conclusión Final
“La Pesada no se fue, nosotros estamos en el espíritu de ustedes, nosotros sembramos una semilla en un terreno muy fértil. ¿Cuál era el terreno fértil? Un pendejo que en el año 71 tenía 12 años, que viajaba y pensaba. Nosotros se la metimos en el orto a todos los militares porque fuimos directo a la yugular, le metimos una semilla, un pendejo que tenía 12 y hoy tiene 60.  Cuando vos sembrás eso, se va a pasando a través de los años ese espíritu de gente en gente, por eso el rock o lo que llamen rock se ha convertido en un fenómeno local argentino. Solamente en argentina paso eso y se ha convertido en el gran negocio y le ha dado de comer a millones de tipos. Pero él sigue, estoy hablando de lo ideológicamente correcto, aquel rocanrol que se peleaba por todo, él sigue en cada violerito de Villa Crespo, en cada Pappito, en cada Isa Portugueis de La Plata, está vivo ahí…”

Mauro Feola