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martes, 9 de agosto de 2022

CARCA HOMENAJEANDO AL DISCO PESCADO 2 EN EL CCK...


Fotos: Guillermo Prat
Alrededor de las 20 del domingo 7 las luces se apagaron en el escenario 
de la ballena del Centro Cultural Kirchner. Había misticismo en el aire: hasta ese momento solo se sabía que Carca dirigiría un homenaje al disco Pescado 2, de Pescado Rabioso.

 

Algo se intuía cuando, por los costados, ingresaron las coristas Emma Pardo y Florencia Andrada y con ellas la pared del groove: Panky Malissia (batería) y Tuta Torres (bajo); laderos de Carca en su aventura solista. Mientras tanto, por el costado izquierdo se asomaba Carlos Hernán Carcacha, con su prolija camisa negra, portando la emblemática sirena de policía que solía llevar el Flaco Spinetta en el lomo durante los conciertos de Pescado cuando nos preguntaba: “¿Estamos todos locos? ¿Estamos todos locos o pasó una hormiga, Cacho?”. Lo acompañaba una pista de teclado lúgubre que se repetía en loop, montada como una especie de marcha imperial mientras el “Panadero Ensoñado” avanzaba raudo, como “Iniciado del Alba”. El misterio pronto quedará develado, cuando Carca, junto con Diego Outon (piano), se hace cargo de las interpretaciones de “Poseído del alba” y “Viajero Naciendo”.

 

La música se sumerge en un blues ácido y las versiones resultan en meras apropiaciones del intérprete. Uno de los puntos más altos del show fue la versión soul de “Como el Viento voy a Ver”, en donde ingresaron Migue Mactas y Pipe Correa, de Los Espíritus. Mientras que en “Hola dulce viento”, la dulce mixtura entre las congas y la guitarra slide matizaron el clima musical casi ceremonioso del CCK.

 

El rocanrol se hizo presente con “Nena boba”, en donde Carca deslumbró con su voz cercana al primer Sandro, sumando, además, la destreza de Pablo Hadida en el lap Steel. Un momento exquisito del show. Hadida también participó en “Madre selva”, que tuvo una inolvidable intervención de las coristas.

 

Como es su costumbre, Carca se hizo cargo de las canciones y jugó con ellas a su agrado, como en “Peteribí”, realizando una mixtura de dub y trip hop (cortesía de Torres y Mactas), que le calzaba justa a la furia compacta del ahora power septeto.

 

Despojada de sus cromatismos y ribetes de samba, “Credulidad” nos introdujo en un rito casi tántrico, montada sobre riffs duros y precisos con una batería seca y constante. Los coros de sus invitadas, por momentos Negro Spirituals del siglo XXI, otorgando una pesada atmosfera de invocación en tándem con el groove profundo del Tuta Tutein y la voz del brujo. Uno de los momentos más sofisticados y con una marcada influencia del genial Baxter Dury.


La noche se cerraba oscura, el cantante y sus músicos abandonaron el escenario con prudencia y solemnidad. Un viejo eslogan reza que los músicos siempre vuelven y esta no fue la excepción. Todavía había tiempo para tres canciones más. En soledad sobre el escenario, una luna dibujaba la forma del extraño ser anfibio de la tapa de Pescado 2.

 

Afuera el viento de agosto resoplaba, y adentro la frecuencia oscilante de un Theremín jugaba con los acordes finales.

 

Pablo González y Mauro Feola




martes, 24 de marzo de 2020

CADA VEZ QUE ESCUCHO EL ÁLBUM BLANCO



Si nos proponemos definir al Álbum Blanco se encendería el piloto automático y brotarían frases como: “fenómeno cultural de inmensa importancia”, “el disco doble emblemático del grupo más prodigioso de la historia del rock”, “caleidoscopio caótico y genial de la música popular”.

Aún hoy, a medio siglo de su edición, las dimensiones musicales de esta obra ensombrecen las carreras de más de un grupo musical y son la inspiración de otros varios. La razón es que es un disco incomparable tanto en amplitud como en variedad. Resulta imposible, entonces, congelar este manojo de canciones en solo un par de sensaciones. La mirada que cada uno tenga del Álbum Blanco dependerá de la conexión sensorial que estableció con este material.

Esta nota no es más que la descripción de una de esas tantas conexiones posibles: una particular, la mía. La prioridad no será lo técnico sino mi experiencia personal. Algo que queda un poco de lado en la mayoría de las notas que hablan de este álbum. Por eso podrás coincidir más o menos con mis líneas. Eso lo veremos más adelante cuando te cuente lo que siento cada vez que escucho estas entrañables canciones.

En el Álbum Blanco hay canciones de todo tipo. Algunas risueñas e ingenuas, otras profundas y serias; algunas baladas, otras, rocanroles violentos que metían miedo; hay country y folk; music hall; vanguardia y música contemporánea. Es una obra que rompió todos los esquemas, difícil de abarcar pero ensoñadora, adictiva y legendaria. En este disco las personalidades de los cuatro Beatles está bien marcada: la rudeza melancólica del John Lennon más descarnado sirve como contrapeso a la melosidad rockera de Paul McCartney mientras que George Harrison hace esfuerzos ímprobos para afirmarse al lado de esos dos titanes y la naturalidad de Ringo Starr frena algunos excesos de los otros tres. Alquimistas intuitivos lograron escribir la biblia musical del Siglo XX.

A lo largo de su carrera, los Beatles fueron un grupo inquieto que se renovó constantemente tomando la iniciativa y arriesgándose siempre. Muestra cabal de esta actitud (y aptitudes) es este material.

El Doble Blanco ya desde su tapa minimalista pero que planteaba un viaje incomparable del sonido y la multiplicidad de las canciones. Todo un caos en ebullición controlada. Desprolijo, disperso y fascinante, uno de sus trabajos más intrépidos y delicados. Ying y Yang y todo lo que hay en el medio.

El contexto. En febrero de 1968 los Beatles fueron a la India a buscar un poco de paz y orientación espiritual. Efectivamente, meditaron y estudiaron con el Maharishi, en la aldea de Rishikesh, sin tener alrededor el círculo mediático que los había rodeado en sus últimos cinco años. En ese ambiente de calma y tiempo libre terminaron componiendo tantas canciones que el material resultante terminó llenando dos discos. Un álbum doble de 30 canciones que fue grabado entre mayo y octubre de 1968.

DISCO 1 LADO A:

. “Back to the URSS”: Así empieza este viaje por mi copia mono, número 48.993, edición nacional de EMI. Un disco fusilado, rayadísimo, pero que no cambio por ninguno. ¿Y qué decir de esta canción? En mi consideración, es una de las mayores genialidades que haya hecho el grupo en toda su historia. Un rocanrol que suena como la mixtura entre Chuck Berry y los Beach Boys cantado con acento norteamericano pero que habla de la Unión Soviética ¡en plena Guerra Fría! Un pastiche de música y palabras que hace reír y pensar.

. “Dear Prudence”: Prudence era Prudence Farrow, hermana de Mia, la famosa actriz norteamericana. Ambas estaban, también, en la comuna en Rishikesh. Según parece la chica meditaba encerrada largas horas, algo  que inspiró a John a escribir esta hermosa canción de invitación a la vida. Allí, John hace una interpretación muy profunda y sentida en la que, al margen de la jovencita, pareciera invitarnos a todos a salir de nuestro propio encierro personal.

. “Glass Onion”: Una cadena de significados. John haciendo referencia a muchas de las canciones del grupo –incluyendo “Strawberry Fields”, “I´m the Walrus”, “Lady Madonna”, “Fixing a Hole”, “Fool on the Hill”-. Las estrofas aleatorias sin narrativa coherente aparente parecen estar metidas a presión para confundir a los fans que insistían en analizar cada una de las canciones que el grupo hacía. Un cuento imposible de resolver pero delicioso.

. “Ob La Di Ob La Da”: “La vida continua”. Un tema que me volvía loco de chico y con el correr del tiempo descubrí que era muy tonta. ¿Qué pensó McCartney cuando lo compuso? Sin embargo, no podemos negar que es un ska acaramelado que tiene cierto encanto innato… a pesar de ser una de las tres peores canciones del canon beatlesco…

. “Wild Honey Pie”: Una broma en forma de canción elaborada por Paul en soledad y que Charles Manson concretó en su literalidad más absoluta. La canción no está mal…como tema de relleno.

. “The Continuing Story of Bungalow Bill”: Cuenta la leyenda que mientras los muchachos estaban en la India, un joven norteamericano acaudalado llamado Richard Cooke III fue a visitar a su madre que también formaba parte del contingente que estaba estudiando con el Maharishi. Cooke y su madre fueron a cazar tigres y mataron a uno. Luego, volvieron a meditar. Esta canción se basó en ese suceso que resultó indignante para los Beatles. El despliegue vocal de Lennon es inmejorable en este tema y nos cuenta una historia infantil como las de Buffalo Bill que pasaban los sábados a la tarde en la televisión cuando éramos chicos.

. ”While My Guitar Gently Weeps”: Sin dudas, llegamos a una de las mejores canciones compuestas por George que, para aquel momento, ya comenzaba a dar muestra de su maestría. Los solos de guitarra de Eric Clapton, como músico invitado, te revuelven las tripas. La música y los arreglos son excelentes pero además el piano tartamudeante de la intro ya te anticipa que lo que vas a escuchar es una canción de otro planeta.

. “Happiness is a Warm Gun”: Otro gran tema de Lennon, y quizás su canción más llena de significantes sin significado. Ideas aparentemente conectadas entre sí pero tan poderosas en sí mismas que no necesitan conexión para que el sentido emerja. Temazo en mayúscula. No apto para corazones sensibles, o sí, bueno, depende…

LADO B

. “Martha My Dear”: Una amorosa canción de McCartney dedicada a su perra, la ovejera inglesa Martha (1965-1981), compañera inseparable del músico. La canción comienza como si fuera un ejercicio de piano, al que luego se une la voz del compositor y una mini orquesta. Un tema con armonías gentiles y apacibles, cambios de ritmos y en el que Paul toca todos los instrumentos. Me identifica profundamente como mascotero que soy.

. “I´m so Tired”: Una de las grandes temáticas lennonianas es el sueño, las ganas de tirarse a dormir. John la escribió después de estar tres semanas en la India. Él amaba dormir pero en ese momento le costaba mucho hacerlo. Después de pasarse tanto tiempo meditando, no podía relajarse al acostarse. Una canción letárgica pero con furiosos crescendos que dan cuenta del sentimiento de su autor. Un tema de cabecera para los que somos noctámbulos…

. “Blackbird”: Acá tenemos a un Macca íntimo cantando con un coro de pajaritos de fondo. Hermosa canción, casi de fogón, a cuya letra resultó muy en línea con un tema contemporáneo a ella, la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos. La letra es una alegoría excelente. Entiendo, que no está hablando acerca de un ave literalmente sino acerca de las personas que buscan la libertad, que buscan escapar de las persecuciones que sufren.  

. “Piggies”: Una deliciosa melodía barroca made in Harrison. A pesar de (o debido a) su tono, aquí George se burla de los horribles hombres de negocio (los cerdos) capitalistas. Harrison la canta muy bien, casi dulcemente, mientras lo acompaña el delicado sonido del clavicordio. Como ustedes sabrán, esta es otra de las canciones que Charles Manson tomó en forma literal ordenando a sus seguidores a masacrar a sus víctimas con cuchillos y luego, dejar escribir con su sangre el mensaje “pigs” en la pared.

. “Rocky Raccoon”: Comenzó como una improvisada canción de Paul, en broma, sobre el lejano Oeste. Y eso es lo que es: la simple historia de un vaquero que cree que se la sabe todas hasta que “le sale el tiro por la culata” y pierde un duelo, y casi herido mortalmente espera que una pequeña biblia de los Gedeones lo redima en su hora final. Delicioso ese piano de saloon que repiquetea de fondo…

. “Don´t Pass Me By”: El primer tema propio grabado por Ringo, un country tocado a lo bestia. El baterista lo había empezado a componer en 1964 pero tardó cuatro años en terminarlo. Simplemente, una canción country y western con un atractivo violín añadido. Una linda canción con letra tonta.

. “Why Don´t We Do it in the Road?”: Macca solo, solito y solo, rockeándola. No se puede decir demasiado de este tema más allá de que la pregunta retórica del título fue inspirada tras haber sido testigo del acto de apareamiento de dos monos en plena calle. Pienso que si nos propusiéramos responder esa pregunta deberías recorrer caminos filosóficos, políticos y sociológicos interminables…pero valdría la pena.

. “I Will”: Dulce como un caramelo, un tema redondo de Macca. Una gran canción con lindas armonías y letra. No hay mucho más que decir al respecto. La grabación fue muy desestructurada, con Ringo y John tocando percusión como quien respira.

. “Julia”: El último tema en grabarse para el Álbum Blanco es el que cierra el primer disco. Una hermosa letanía de John dedicada en partes iguales a la memoria de fallecida madre (de ahí el nombre de la canción) y a Yoko Ono. John creía que Yoko había tomado el lugar de su madre, en lo que respecta a influencia, inspiración y objeto amoroso. No por nada, luego denominaría a Ono como “Madre”. Todo eso está descripto en la hermosa letra de esta dulce canción, que John canta como los dioses, ejecutando la guitarra con el estilo finger-picking que le había enseñado el cantautor Donovan, cuando estuvieron en la India. Edipo rules!

DISCO 2, LADO A:

. “Birthday”: No es una gran canción pero cumple con todos los requisitos para ser recordada por más que su letra sea simple y obvia. Caracterizada por su buen ritmo basto tan solo una grabación rápida y espontánea para registrar este número de Paul, conocido por casi todos. Sin embargo, para John no era más que “basura”…En mi caso, era el tema obligado en el día de mi cumpleaños. Debo decir, de fecha incierta durante mucho tiempo por lo que ha sonado varias veces en la misma semana.

. “Yer Blues”: Temazo que se burla de todos los estereotipos del blues británico. Grabado por los cuatro tocando al mismo tiempo (algo poco habitual en los temas de este álbum doble) en un estudio chiquito. La letra es depresiva y contiene guitarras cortantes de fondo y esa voz corrosiva de Lennon, singularmente, “muteada” en la vuelta final de la canción. Ostias, tío, ¡qué tema antológico!

. “Mother Nature´s Son”: Otra vez, un Macca íntimo, cantando al lado del fogón en medio de la noche. Supuestamente inspirado por una lectura que le había dado el Maharishi acerca de la unidad del hombre con la naturaleza. Para los que amamos el campo este es un himno.

. “Everybody´s Got Something to Hide Except Me and My Monkey”: Un tema proto punk en el que brillan esos cencerros que Macca y Ringo tocan delirantemente. Otro gran producto lennoniano (y van…) que además es la canción con el título más largo de todo el repertorio beatle. Dicen que el “mono” era Yoko, otros que era tan solo un monito que tenía el Maharishi y también que el mono en cuestión no era más que una referencia a la heroína. Hay teorías para todos y todas, lo único que importa es que es otro rockazo.

. “Sexy Sadie”: Dedicada al Maharishi por un desilusionado John ante los supuestos manejos del gurú. Luego, la letra fue transformada en la historia de una chica (Sadie) que había tomado por tontos a todos. Hermosa canción. Punto.

. “Helter Skelter”: Una canción que nos daba miedo de chicos. ¡Cuánta fuerza! ¡Qué locura! ¿De dónde había salido semejante rock? ¡¿El primer heavy metal de la historia?! Nunca nada había sonado tan fuerte como este tour de force y la verdad es que aún hoy impresiona. Nos gustaría haber oído la versión entera pero nos conformaremos con esta editada que se va y vuelve en fade y termina con Ringo gritando: “¡¡¡Tengo ampollas en mis dedos!!!”

. “Long Long Long”: Otro buen tema de Harrison. Una canción de amor envuelta en sopor que suena como si fuera un tren que se va yendo mientras George la canta casi susurrando.

LADO B

. “Revolution 1”: Segunda versión de “Revolution” (la primera, rockera, había sido el lado B del single “Hey Jude”). Suena relajada y divertida y no es para menos: Lennon la grabó tirado en el suelo. Los coros finales son imperdibles porque el “shooo bee doo” lo hicieron a la manera de los Beach Boys.

. “Honey Pie”: Otra parodia de Paul. En este caso, un ragtime de los años 20 acerca de una chica del norte de Inglaterra que hace carrera en Hollywood. Lindo tema de music-hall típico de banda de jazz sin demasiado más que agregar.

. “Savoy Truffle”: Otra joya oculta de George, dedicada a su amigo Eric Clapton quien era fanático de los chocolates. La canción se destaca, en especial, por la complementariedad entre esos saxos saturados que suenan estupendamente bien.

. “Cry Baby Cry”: Linda canción de John que a él le parecía una mierda. Una especie de cuento infantil. Luego de su final se pueden oír unos pocos segundos de la proto canción improvisada de Paul “Can You Take me Back” que anticipa a…

. “Revolution 9”: No tiene letra, casi no tiene música (más allá de los loops que se repiten una y otra vez), y debe ser la “canción” menos oída por los fans Beatles. Sin embargo era un tema ideal para asustar a las chicas en las fiestas, jajaja… Tan solo un experimento avantgarde llevado a cabo por John, George y Yoko, quienes recolectaron y mezclaron un montón de sonidos, cintas en reversa, conversaciones sobre grabadas y desechos sacados de los archivos. Tiene su encanto, pero más de uno debe sentir un alivio cuando termina y comienzan los primeros acordes de…

. “Good Night”: Este tema fue compuesto por Lennon para su hijo Julian. Ringo lo interpreta acompañado por una orquesta que realiza un pastiche de melodías a lo Hollywood, cuasi llegando a las bandas sonoras de las películas de Walt Disney. Una buena manera de dar las buenas noches y de despedir el álbum.

¡¡Ufff!! Un disco largo, pero que valió la pena recorrer con ustedes otra vez. Un catálogo maravilloso, estupendamente secuenciado por Lennon, McCartney y el productor George Martin. Un disco problemático para el grupo, difícil casi de principio a fin pero que mantiene intacto su encanto aun hoy como un recorrido musical excitante a través de una gran variedad de géneros y estilos, con canciones que van desde lo ensoñador hasta lo pesadillesco. Es lírico, quilombero y revolucionario… como quisiéramos ser todos, ¿no? Un disco que viene cambiando nuestras vidas desde hace cincuenta años. El Álbum Blanco.

Nacho Melgarejo

  

viernes, 31 de enero de 2020

Clínica de batería de Andrea Álvarez en Notorious (23/01/2020)


En esta crónica hablaremos de la clínica y charla que brindó el último 23 de enero Andrea Álvarez en un evento, organizado por el Instituto Nacional de la Música (INAMU) en conmemoración del Día del Músico, que se celebró en Notorious, una disquería resto-bar que se encuentra frente al Palacio Sarmiento en la Recoleta.

Andrea comenzó a tocar la batería a fines de los 70 y a lo largo de su trayectoria trabajó con una gran variedad de músicos reconocidos por todo el mundo (Charly García, Soda Stereo, Alex Acuña, Celia Cruz y muchos artistas más). También es cantante, percusionista y compositora. Y a esta altura, todo un emblema de la escena rockera argentina.

Cuando se abre el micrófono en Notorious, Andrea  sentencia con sinceridad: “No me gusta dar clínicas”. En relación a esta afirmación recuerda su primera experiencia en este tipo de evento: “Había muchos músicos profesionales viendo cómo tocaba. Estuve practicando durante cinco meses, ocho horas por día para demostrar que podía tocar. Luego de esa experiencia dije ‘basta, no quiero demostrarle a nadie nada más… me agarró una crisis muy profunda…’”. Sin embargo, a raíz de esa clínica, la llamaron para suplantar a Federico Gil Solá en Divididos.

En alusión a su disgusto por dar clínicas, también, comenta una experiencia protagonizada por uno de sus ídolos: Chester Thompson (baterista de Frank Zappa, Weather Report, Phil Collins, etc.). En esa oportunidad, Andrea presenció una clínica en la que Chester demostró algunos ejercicios básicos y, para su sorpresa, el músico cometió diferentes errores en varias oportunidades. Andrea, señala, que se puso tan mal que atinó a irse pero, por suerte, el productor del evento la buscó para que reingrese al auditorio. En ese momento, Chester llamó al pianista Álvaro Torres y a un bajista para comenzar a tocar en trío, entonces, Andrea comenta: “Le agradecí al señor haber vuelto a la sala. Chester Thompson tiene que hacer eso, tiene que tocar música porque no tiene perfil pedagógico. Hay músicos que tienen más facilidad para enseñar que para tocar y viceversa”.

Andrea plantea que “no hay una técnica perfecta” y que “de cada una se saca un poco y se crea la que a cada uno le sale hacer”. Retóricamente, se pregunta: “¿Qué es lo que te hace ser baterista?” y continúa: “comunicarte desde el instrumento, y no importa si trabajás de otra cosa, lo importante es que cuando estás sentada en la batería puedas comunicar desde el cuerpo que es el instrumento real”.

Su pasión por la búsqueda de información nació de una necesidad muy profunda y sobre ello expresa lo siguiente: “En los ochenta, cuando las clínicas empiezan a salir en formato VHS, podía ver a los bateristas que me gustaban. También, nos juntábamos en el Club de Bateristas donde era la única mujer. Cada uno traía un VHS de un baterista distinto y los mirábamos”.

Recuerda a su maestro Horacio Gianello (Baterista de Arco Iris) como el coleccionista de VHS de clínicas de baterías más grande del mundo y como quien la influenció para suscribirse a la revista Modern Drummer. De esta publicación había algo que le resultaba llamativo: en las tapas, solo salían varones salvo raras excepciones como Hilary Jones o Sheila E. que, además, posaban solas mientras que todos los hombres salían con su instrumento. Algo que Gianello, su profesor, siempre le marcaba eufórico: “¡Mirá salió Sheila E. en la tapa, sin la batería, salió re linda!” En ese momento los asistentes al evento se ríen y ella agrega: “Esas son las cosas que me pasaban a mí”.


Las clínicas estaban asociadas con el virtuosismo y durante muchos años ya a principio de los 90, Álvarez tenía la necesidad de demostrar su talento, así encontró en la percusión una buena forma de acceder a las ligas mayores. Fue Charly García quien le sugirió que de esa manera podía comenzar a hacerlo ya que eran muy pocas las bateristas mujeres; como fue el caso de Sheila E. junto a Prince o, más tarde, Cindy Blackman con Lenny Kravitz. Lo que sí era muy común era incluir a una percusionista mujer (que también hacía coros).

Con respecto a Sheila E., Andrea cuenta lo siguiente: “A Sheila E. me la nombró por primera vez Lito Vitale, mi primer profesor de batería. Lito había ido a un festival de jazz en Río de Janeiro y me dijo que había visto a una chica tocando la batería con Billy Cobham y George Duke. Después me la nombró Gianello… esos eran grandes despertares.
En otra oportunidad, escuché en la radio (los periodistas tenían mucho poder y te direccionaban) un baterista tocando con Al Jarreau que tocaba raro; entonces, llamé a mi profesor y le dije que ya no quería tocar más como Phil Collins que ahora quería tocar como aquel baterista que había escuchado en la radio, uno que tocaba con el cencerro. Gianello me dijo que era Steve Gadd, baterista del cantante Al Jarreau y Steely Dan, entre tantos otros”

“También hay discos que te cambian la vida como Spectrum, de Billy Cobham. Recuerdo que (Roberto) Pettinato me regaló el casete grabado de Heavy Metal Bebop (The Brecker Brothers) donde toca Terry Bozzio la batería con 18, 20 años y… pocos discos en vivo están tan bien tocados como ese, así como el disco de Joni MitchellShadows and Light. También gracias a Spotify hoy me abro a lo que traen mis alumnos para escuchar.”

Andrea hace hincapié sobre la nueva forma de abordar el conocimiento a través de tutoriales por YouTube y de cómo los niños y adolescentes tienen un acceso total al aprendizaje, lo que habilita a las nuevas generaciones a aprender más rápido y eficazmente la información técnica de los instrumentos como es el caso de Yoyoka Soma de la cual Andrea es fan: “Cuando yo era muy chica le pedí a (Oscar) Moro que me dejara tocar la batería en un show de Serú Girán, entonces vinieron Pedro (Aznar) y Charly y le pidieron que me deje. Me senté en la batería y solo sabía hacer dos cosas y yo me pensaba que era la ídola total, que era Billy Cobham, y Charly me decía tocá una base, y yo no le hice caso porque lo que pensaba, en mi infantilismo, es que no me dejaban progresar porque era una chica. Yo me empecinaba –una característica mía- en no hacerles caso. Por eso siempre es importante escuchar lo que el otro está tocando”.

El primer estadio de Andrea como percusionista de Soda Stereo – 23/01/1990
(Archivo fotográfico de Andrea Alvarez)

Andrea tocó en su primer estadio grande de la mano de Soda Stereo en el Derby Rock Festival, casualmente, un 23 de Enero de 1990, hace exactamente 30 años. Un verdadero hito en su carrera que cambió su visión acerca de la producción de espectáculos de semejantes magnitudes, como música referente de un movimiento que, si bien ya se venía gestando, cobraba cada vez mayor valor en todos los aspectos.

Luego de su salida de Soda Stereo quería probarse a sí misma que sabía tocar la batería y que no era la chica de la percusión ni la corista. Así incursionó en el mundo de las clínicas de batería ya que, en aquella época de convertibilidad, venían los mejores instrumentistas del mundo como Jack DeJohnette o Terry Bozzio.

Andrea Alvarez junto a Hiram Bullock (Archivo fotográfico de Andrea Alvarez)

Cuando estuvo en Nueva York aprendió batería con el gran Kenwood Dennard, gracias al virtuoso guitarrista Hiram Bullock que la incentivó a tomar clases con él. Ambos músicos tocaron con Jaco Pastorius en las sesiones en vivo en New York, punk-jazz-fusión de alto vuelo.

Entre las enseñanzas que relataba, junto a esta eminencia, una es que la obligaba a contar fuerte y que le regaló la biblia de los bateristas: 4-Ways Coordination; que sirve para coordinar los cuatro miembros y lo recomienda para todos los bateristas: “Con haber estudiado las dos primeras hojas te tocás todo porque es muy, muy difícil…”.

Libro 4-Way Coordination (Presente que le regala Kenwood Dennard)

Dennard la conectó con el percusionista Frankie Malabé y éste a su vez con Madeleine Yayodele Nelson para aprender a tocar el Shequere (instrumento de percusión que es una suerte de calabaza con cuentas), quien le recomendó, para perfeccionarse en el instrumento, ir a un edificio subvencionado por el estado norteamericano para músicos, donde ella vivía, también John Scofield y en los sótanos ensayaban muchos músicos de elite como Gil Evans.

Nos señala que nunca debe perderse esa capacidad de sentarse como un alumno: “Todos y cada uno de los maestros que tuve me ayudaron a  hacer mis discos. El primero fue Fernando Martínez, que recién venía de Berklee y tenía mucha data, con él compuse el disco Andrea Álvarez (2001). Luego, tomando clases con Jorge Araujo -recomendado por Fernando Diéguez- me disparó el disco ¿Dormís? (2006). Más tarde fui con Sebastián Hoyos, un maestro de varios grosos, quien se obsesionó con una forma de técnica que nos sirvió mucho a muchos bateros para aflojar y para dar clases, leyendo la musculatura, los cuerpos de los alumnos, ahí compuse el disco Doble A (2008). Últimamente estuve muy mal, técnicamente, familiarmente y empecé a tomar clases con Ezequiel Díaz (alumno de Sebastián Hoyos y baterista de Axel) para entrenar un poco. Siempre es importante eso…”

Andrea Alvarez junto al bajista Lonnie Hillyer




Terminada la charla nos deleitó con un set junto a su bajista Lonnie Hillyer con quien tocaron varios pasajes de temas instrumentales con citas ineludibles a baterías propias del rock psicodélico, con mucho contrapunto, hi-hat abierto y la técnica característica de esta gran heroína y estandarte femenino del rock local.

Para el final le hicimos una pregunta sobre la influencia que tuvo de Javier Martínez Manal, considerando que ella canta y toca la batería contestándonos lo siguiente: “A mí me genera mucho, yo soy muy fan de Manal. Tengo los vinilos, soy muy admiradora de Javier, de lo que componía, su forma de cantar. Uno de mis temas preferidos de rock nacional es ´Porque hoy nací´ y me gusta mucho ´Para ser un hombre más´. En una época en donde nadie hacia nada, se genera una música como la de Manal, que era como Cream en ese momento. Es más, empezaron tan alto que no pudieron superar eso, porque empezaron arriba de todo. Parece gente más grande, pero, ¿cuántos años tenían? Veinte años. Toda la música de rock que a uno le gusta está hecha por gente de veinte años. Son discos que quedaron para siempre. Cuando uno escucha ´Una casa con diez pinos´, en esos temas hay poesía urbana, como en ´Avellaneda Blues´… La forma de tocar la batería y cantar a la vez; Javier era el único que lo hacía en ese momento, cuando muy pocos lo hacían en el mundo. Sin dudas, es un héroe del rock nacional”.


  
Andrea Alvarez se presentará el próximo sábado 1 de febrero junto a Knei y Sol Bassa a las 20:30h en Niceto Club (Av. Cnel. Niceto Vega 5510).Entradas a la venta: http://nicetoclub.com/shows/locales/6339_andrea-alvarez-knei 

Mauro Feola