Mostrando entradas con la etiqueta La Máquina de Hacer Pájaros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta La Máquina de Hacer Pájaros. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de abril de 2018

CHARLY GARCÍA: Decadencia y renacimiento (enero de 1977)



En esta nueva entrega de nuestra sección Decíamos Ayer, retrocedemos cuatro décadas para encontrarnos con la Revista Roll, casi una hermana menor de la Pelo, editadas ambas por la editorial Magendra. Aunque duró tan solo once números, editados entre enero de 1977 y enero de 1978, Roll fue un proyecto editorial de lujo, que se destacó por su papel ilustración de muy buena calidad, además de una gran cantidad de fotos en color y entrevistas a grupos y solistas argentinos y extranjeros.

Curiosamente, si bien el paso de Roll por el mercado editorial argentino fue fugaz, también fue editada por Daniel Ripoll en Brasil, y allí se sostuvo mucho más tiempo que en nuestro país, durando hasta bien entrados los años ochenta.

Yendo concretamente al primer número de la edición nacional de la publicación, nos encontramos allí con una muy recomendable entrevista a Charly García, intitulada Charly García: Decadencia y Renacimiento; en donde el músico –en ese entonces en La Máquina de Hacer Pájaros- daba un interesante repaso a su carrera hasta ese momento y los tópicos artísticos y musicales que más le interesaban.

¿Están listos para leerla? Allá vamos…

Charly García: DECADENCIA Y RENACIMIENTO

Aunque no ignora que desde las oscuras y húmedas actuaciones del teatro ABC hasta los conciertos del Luna Park muchas cosas han cambiado, Charly García sostiene que el reconocimiento y el éxito no han producido en él un cambio interior rotundo. Prefiere señalar que su transformación más ostensible se da en el plano creativo, y que a pesar de ello tampoco se siente diferente de cualquiera de su generación.

ENTREVISTA: Se supone que los artistas tienen grandes elucubraciones sobre temas como Dios, la vida y la muerte. ¿En cuáles pensás vos y que conclusiones obtenés?
A veces pienso en la muerte, pero no llego a nada. Es como si me metiera en un laberinto que no tiene fin. Creo que la “vivo” bien, pero cuando me detengo a pensar en ello no me conduce a ninguna respuesta.

¿Cómo empezaste tu carrera de músico, que te impulsó a serlo?
Recuerdo que cuando era muy chico teníamos en casa una mucama española, que siempre ponía discos españoles. Ese fue mi primer contacto con la música. Como vieron que a mí me gustaba mucho la música, un día mi abuelo me regaló un pianito de juguete. Tal fue mi entusiasmo que no pasó mucho tiempo antes de que me compraran uno de verdad. De allí en más ocurrió lo normal: empecé a ir al conservatorio y cursé toda la carrera.

¿Qué determina tu preferencia por el piano, aún ahora que tocás otros instrumentos como la guitarra y el bajo?
Bueno, hubo una época en que abandoné el piano. Creo que soy un tipo que pasó de haber estudiado una cosa técnica a algo más creativo. A veces escucho cosas grabadas de cuando iba al conservatorio, y compruebo que técnicamente son irreprochables, mucho mejores que lo que hago ahora. Pero las cosas se fueron transformando cada vez más en notas frías, y me costaba muchísimo no retenerlas. Eso fue hasta que escuché a Elvis Presley y los Beatles; entonces todo cambió y dejé de estudiar. Recién ahora he vuelto a leer música, y creo que lo asumo mucho mejor, como parte de una evolución natural. Una de las cosas más importantes de esta época es que los músicos se han dado cuenta de que la técnica y el sentimiento no son elementos antagónicos, sino que conducen al mismo destino.


A pesar de esas influencias que mencionabas y las que caracterizaron a los músicos de tu generación, ¿cómo definís tu manera de tocar el piano?
Me considero un buen pianista de Rock n´Roll; creo que tengo un estilo bastante “funky”. Pero reconozco limitaciones a nivel técnico. Eso me pasa porque últimamente cada vez que me siento ante un piano me pongo a componer, y me dejo llevar en las búsquedas y la experimentación. Todo eso te da un buen manejo creativo, pero quizás no demasiada técnica.

¿Buscás inspiración en la música clásica?
No, la música clásica es una cosa que está presente en mí en forma subconsciente, como una referencia. Es como los sueños que afloran de vez en cuando. Pero no tomo una obra y la escucho y la analizo rigurosamente.

¿Sos un tipo conformista con las cosas que vas elaborando?
Para nada. Creo que ese es uno de los caracteres más definidos de mi personalidad, el no conformarme con nada de lo que hago. Por ejemplo: tuve una época muy folk, en que la música me salía muy dentro de ese estilo. Esa etapa le gustó mucho al público, pero yo me di cuenta de que no era mi sonido. Creo que recién ahora, con La Máquina de Hacer Pájaros, se está delineando mi personalidad, mi real aporte a la música moderna.

¿Qué música escuchás?
Una de las cosas que más me interesan es un grupo de Nueva York, que se llama Steely Dan. El último álbum que escuché me dio la pauta de que lograron un equilibrio casi perfecto entre las palabras y la música. Otro que me gusta muchísimo es Chick Corea, una especie de Hendrix que  ha reivindicado la música latinoamericana y el jazz con una fuerza y una imaginación asombrosa. También escucho a los grupos más conocidos como Led Zeppelin.

¿Qué dirección está tomando la música, y todo el arte contemporáneo?
Pienso que la música, y todo el arte en general, se ha ido corrompiendo, avanzando hacia una decadencia. Creo que de allí puede salir lo realmente nuevo y puro, porque de las cosas que se pudren también pueden nacer cosas frescas. El arte en general ha mostrado con toda claridad el proceso de decadencia de la sociedad contemporánea, como otra forma de exponer su dinámica, su capacidad de cambio. Por eso vendrá algo nuevo otra vez.

Nota publicada en Revista Roll, número 1. Enero de 1977.



miércoles, 31 de enero de 2018

LA MÁQUINA DE HACER PÁJAROS, Péliculas: ¿Qué se puede hacer salvo escucharlos?

Películas (1977), álbum grabado en los míticos estudios Ion, fue la segunda producción de La Máquina de Hacer Pájaros, el súper grupo de rock sinfónico formado por Charly García (teclados y voces), Carlos Cutaia (piano), Gustavo Bazterrica (guitarra), José Luis Fernández (bajo) y Oscar Moro (batería). Cinco músicos descomunales al servicio de un proyecto genial que puso patas para arriba al rock argentino en el bienio 1976-77, junto a Crucis y Alas. En lo que respecta a su segundo álbum, La Máquina elabora una producción repleta de momentos musicales de gran factura, en donde sus músicos mixturan el rock progresivo con el jazz rock o, incluso, la música ciudadana. Esto se advierte en "Obertura 777" (Charly García / José Luis Fernández / Oscar Moro), un tema instrumental con melodías y arreglos casi tangueros.

"Marilyn, la cenicienta y las mujeres" (Charly García) es otra historia. Partiendo de una letanía hacia Marilyn Monroe y su muerte, la letra pasaba por la historia del clásico cuento infantil, para terminar encontrando como García sintetizaba su propia visión acerca del género femenino y de cómo los hombres nos relacionamos con las mujeres. Un muy buen tema que recuerda, en cierta forma, los mejores momentos de Instituciones, el celebrado tercer álbum de la Sui Generis. Esta canción está dividida en tres partes enfocadas en los caracteres del título, desembocando en un final, en el cual un coro de niños se une a la música del grupo.

Por su parte, "No te dejes desanimar" (Charly García / Carlos Cutaia) es, seguramente, el mayor clásico del disco, una canción no tan progresiva, pero con buenas armonías vocales y cambios rítmicos. Su temática está centrada en los duros tiempos que corrían en esos primeros años de la última dictadura militar y el desánimo que vivía gran parte de la juventud de entonces. Una tónica que se relaciona con la letra de "Que se puede hacer salvo ver películas"
(Charly García / José Luis Fernández), un tema que, desde su título, hace referencia a esta misma problemática. Una canción muy elaborada que da cuenta del carácter escapista predominante en gran parte de la sociedad durante aquellos años de plomo.

El lado B del vinilo empezaba con "Hipercandombe" (Charly García), una soberbia mixtura de rock progresivo y candombe. El resultado es un tema delicioso y muy rítmico, con una letra hiperrealista e irónica, que habla de que "ya no hay más esperanza en la ciudad" y que quizá no quede otra escapatoria más que emigrar hacia ese país "espectacular" que se encuentra "lejos de acá". Humor, paranoia y un relato descarnado en las líricas, mientras la música nos envuelve con su ritmo frenético. Sin dudas, uno de los puntos más altos de la fusión musical alcanzada por La Máquina de Hacer Pájaros.

La canción siguiente, intitulada "El vendedor de las chicas de plástico" (Charly García / Gustavo Bazterrica), en clave humorística enfoca un tema casi tabú para la pacata sociedad argentina de entonces. Pero atención porque, a pesar de su título, la letra no hace referencia sólo al comercio de muñecas de goma para la mera auto satisfacción sexual, ya que, además, se centra en el machismo retrogrado de muchos hombres hacía las mujeres, las conquistas ocasionales o prostibularias. No por nada, el protagonista de la canción llega a la conclusión, irónicamente, de "que no hay nada mejor que una nena de goma".

"Ruta perdedora" (Charly García / José Luis Fernández) es una hermosa canción de rock sinfónico (con influencias del Genesis más pastoral) que se divide en dos partes bastante diferenciadas. La primera, con una lírica melancólica y en clave "de bajón", que recuerda a buena parte del viejo repertorio de Sui Generis; y un superlativo final instrumental y progresivo. A continuación, el disco se cierra con "En las calles de Costa Rica" (Gustavo Bazterrica), un atractivo tema instrumental, en el que el Vasco se luce  en la guitarra. Incluso, citando un fragmento de uno de los solos, plenos de jazz rock, del gran Al di Meola en el clásico Romantic Warrior, de Return to Forever.

Sin dudas, un disco para no cansarse nunca de escucharlo. Desafortunadamente, ésta sería la última producción del grupo. ¡Nos quedamos con tantas ganas de más!

Emiliano Acevedo



miércoles, 12 de octubre de 2016

TRABAJO E IDEALISMO ROCKERO…, entrevista a José Luis Fernández



Un jueves a la tarde, no hace mucho tiempo, nos trasladamos hasta Caballito para encontrarnos con José Luis Fernández, un rockero argentino, hecho y derecho, de la vieja guardia. 

Carismático y amable, con simpatía nos comentó algunas de sus muchas anécdotas recogidas en casi 45 años de trayectoria. Y es que empezó muy chico su carrera musical. Ya a los 8 años ingresó a la escuela del Teatro Colón, donde estudió armonía y canto coral. No mucho tiempo después, influenciado por rock y el pop, participó en diversos grupos escolares hasta la formación de Consiguiendo Vida, (a la postre) el origen de Crucis, banda legendaria del rock progresivo sinfónico argentino
Luego, José Luis se volvería inseparable de Charly García, quien lo llevaría a grabar como bajista y guitarrista en el álbum de Porsuigieco (proyecto liderado por el propio Charly, Nito Mestre, León Gieco, Raúl Porchetto y María Rosa Yorio), participando como sesionista en “El fantasma de Canterville”, “La Mamá de Jimmy” y “Quiero Ver, Quiero Ser, Quiero Entrar”, entre muchos clásicos. 

Pasada la experiencia de Porsuigieco, llegaría el momento de La Máquina de Hacer Pájaros, un proyecto que se vería plasmado en la edición de dos discos legendarios. Luego de dejar de tocar junto a Charly, Fernández se va a Estados Unidos, pero luego de un par de años regresa para iniciar una carrera solista que llega hasta nuestros días, en una búsqueda intermitente, pero sin concesiones, para mostrar su ideario musical. 

En los 80, vuelve a irse, esta vez a Europa, un tanto decepcionado con la escena musical argentina, en el viejo continente se dedicó a la docencia, fue integrante de varios grupos y se presentó incluso como solista. Instalado definitivamente en Buenos Aires desde 2003, en la actualidad José Luis está abocado a mil proyectos, que incluyen tanto su labor como productor y cantautor, que lo encuentra ahora grabando un nuevo álbum solista.

ENTREVISTA> ¿Qué música se escuchaba en tu casa durante tu infancia?
Se escuchaba de todo. Mi viejo tenía una guitarra y aunque no era músico fue quien me estimuló a tocarla. En casa sonaban Gardel y muchos cantantes flamencos de los años 40 y 50, pero fue a través de mi hermano mayor que empecé a escuchar blues y soul. Él tenía muchos discos de la onda Motown y me acuerdo que quedé fascinado la primera vez que escuché a Otis Reading...

¿Ahí empezaste a entusiasmarte con tocar?
Tal cual, empecé cuando era muy chico. Un día, mi hermano mayor trajo un disco de los Beatles a mi casa -en 1963, cuando yo tenía 6 años- y eso me hizo dejar la pelota, los juguetes… Me deslumbré. El escuchar a los Beatles fue lo que despertó el interés por la música en mí. Empecé a tocar la guitarra española y rápidamente, creo que a los 7 años, ya agarré la guitarra eléctrica.

¿Cuál es tu formación como músico? ¿Estudiaste algún instrumento?
No, estudié canto. Hice la carrera de canto en el Teatro Colón a los 9 años. Nada más, sólo eso. No estudié ningún instrumento en el conservatorio. Nunca me interesó ser concertista. Soy guitarrista, pero, más que nada, me considero, simplemente, un músico compositor. Después, eso sí, con el tiempo, como me encantaba el tema de hacer arreglos musicales, he estudiado armonía y composición por mi cuenta.

¿Por qué te dicen “hormiga”, cuándo salió ese apodo?
Es una broma que me hacían cuando era chico, porque yo era muy flaquito y cuando íbamos a tocar llevaba la guitarra en un estuche que era más grande que yo, y una vez alguien dijo que me parecía al dibujo de la hormiga viajera (risas). Solo unas pocas personas que me conocen desde esa época me llaman así. 

¿Te gustaba el rock nacional en sus inicios?
Sí, me acuerdo cuando mi madrina me regaló el segundo LP de Los Gatos. Y mirá lo que son las vueltas de la vida que después terminé tocando (en La Máquina) con Moro, haciendo la base rítmica… Luego quedé amigo para siempre con Oscar.

¿Cómo siguió tu afición por la música?
Lo típico de pibe, tocar en los actos de colegio y demás. Después armamos un grupo con Gustavo Montesano, Pino Marrone y Guillermo Comte, que se llamó Consiguiendo Vida. Ahí ya componíamos nuestros primeros temas, y creo que todo lo posterior surgió a partir de ese grupo. Nos marcó muchísimo. Después cambiamos el nombre de la banda y armamos Crucis. Ahí sucedió una cosa extraña, porque primero armamos Crucis sin Pino, después cambiamos el baterista, después yo me fui y quedó Pino… Siempre lo mismo, éramos los mismos amigos que siempre tocábamos juntos, pero continuamente nos estábamos peleando por cosas de pibes. Esta experiencia grupal empezó en el 69 y duró cuatro o cinco años, hasta que se arma Crucis.

Crucis arranca como tal en el 74, ¿no?
Sí, hace poco estuve con Gustavo y tenemos una duda con respecto al origen del nombre del grupo. Yo creo que se me ocurrió a mí, pero Gustavo cree que el nombre Crucis se le ocurrió a Daniel Oil, el tecladista de ese momento. Lo que es seguro es que el nombre Crucis surgió porque habíamos cambiado el baterista y empezamos a ensayar un jueves santo. El tema fue que mientras estábamos ensayando, en la sala de Flores, un vecino llamó a la cana, denunciándonos por ruidos molestos. Casi nos llevan en cana porque decían que “cómo era semana santa no se podía hacer música”, y que sé yo cuantas cosas más… Entonces empezamos a delirar un montón de nombres religiosos tipo “Crucis”, “Vía Crucis”, etc.… Al final, quedó Crucis. Por supuesto que no le dimos bola a nadie y seguimos tocando durante toda esa Semana Santa…

¿Qué grupos escuchaban y los influenciaban en ese momento?
Cada uno de nosotros tenía gustos diferentes pero lo que más escuchábamos eran los grupos de rock sinfónico. Yo escuchaba a King Crimson, Gentle Giant, Yes, Genesis… Además fue un cambio radical para nosotros empezar a escuchar todos estos grupos porque veníamos del rock más tradicional, cosas como Johnny Winter, Jimi Hendrix… Y cuando apareció el rock sinfónico, no nos conformamos con Genesis o Yes, nos fuimos a buscar cosas más raras. Crimson nunca me dejó de gustar.

El disco de Crucis salió muy rápido…
Sí, y fue así porque, mucho antes –en un impasse del grupo, en el verano del 72-, me fui a Mar del Plata con el primer baterista que tuvimos en Consiguiendo Vida y con otro chico a tocar en un trío de rock. Éramos pibes, teníamos 15 años. Ahí, caemos en un teatrito que se llamaba Teatro de la Comedia Marplatense, en donde tocábamos junto a Pedro y Pablo y Sui Generis. A Sui todavía no lo conocía nadie… Tocando ese verano junto a ellos, me hice muy amigote de Charly y Nito, y nos seguimos viendo bastante seguido. Pasó el tiempo y en el 75, luego de volver de un viaje a España que hice junto a mis viejos, Charly (que se estaba separando de Sui Generis) me llamó a mi casa y me dijo que quería armar un grupo conmigo. Yo no estaba seguro de hacerlo, entonces fui y lo hablé con mis amigos de Crucis y me dijeron que no fuera boludo y lo hiciera… Ahí Gustavo se pasó al bajo y siguió la historia del grupo. Mientras tanto, yo me voy a ensayar con Charly y Moro, en la primera versión trío de La Máquina de Hacer Pájaros. Después, Charly y yo llevamos a Jorge Álvarez al Teatro Astral para que viera a Crucis. A Álvarez le encantó la música del grupo y ahí nomás los contrató…

En esa época también participaste de la grabación del álbum de Porsuigieco…
Claro. Como yo era amigo de Charly, en cada cosa que surgía él me llamaba para que fuera a tocar.

¿Y cómo sigue la historia de La Máquina?
Como te contaba, empezamos como trío. Ahí se vivía una situación complicada porque Charly traía toda la producción de Sui Generis encima. Él le debía un disco a la compañía, pero su propuesta era la de hacer un nuevo grupo; entonces fue una cosa medio jodida de manejar. Todavía estaba muy caliente todo lo que había pasado con lo de Sui. Aparte era una situación muy fuerte para nosotros, llamaban a nuestra oficina de producción de todos lados -también de países limítrofes- porque querían contratar a Sui Generis y en la oficina les decían que no, que no existía más Sui Generis, que Charly estaba haciendo un grupo nuevo que se llamaba La Máquina… Pero a los promotores no les importaba, con tal de que estuviera Charly. Entonces conseguimos una cantidad infernal de trabajo. Lo que pasó es que con La Máquina tardamos mucho en grabar, porque Charly, Moro y yo queríamos hacer este grupo nuevo y la producción se empecinaba en vender los shows como de “Charly”, como “Sui Generis” -porque les pedían eso-, y Charly les dijo que no quería hacer eso ni ahí. Charly fue muy honesto con eso, porque podría haber hecho cualquier cosa en ese momento. Podría haber llamado a unos músicos de sesión y lanzarse como solista; y, sin embargo, me llamó a mí –que no me conocía nadie- y a Moro, que tampoco era una estrella, a pesar de ser bastante conocido… Y sin embargo el loco de Charly se la jugó por armar este grupo, en el cual todo el mundo aportara algo. Me acuerdo de que cuando ya empezamos a ensayar siendo un quinteto, con Bazterrica y Cutaia, agarramos un lugar, en el Centro, que se llamaba La Bola Loca (un reducto de Maipú y Córdoba) y tocamos ahí 48 noches seguidas, 48 recitales para afianzar al grupo. A la vez, no podríamos parar de hacer las giras porque los productores no querían perderse la popularidad que había cosechado Charly con Sui.

¿Cómo surgió el estilo musical que desarrollaron en La Máquina de Hacer Pájaros?
Creo que nuestra música tenía todo tipo de influencias, todo lo que era bueno estaba, y se mezclaba de una forma interesante. En cada uno de nuestros temas había riqueza, elementos del tango, del jazz o propios del rock, mixturados. Pero era muy difícil llevarnos bien, era muy difícil congeniar… Éramos cinco tipos muy heavies -musicalmente y como personas-, todos teníamos influencias muy marcadas, teníamos una competencia constante para ver quien tocaba más rápido, para ver quien tocaba más difícil, ¿viste? Y todo eso te hacía estudiar más, componer más, etcétera. Además estaban las influencias musicales de cada uno, a alguno le gustaba más el jazz rock que a otro, a alguno le gustaba más el tango… Había mucha riqueza y mucha variedad en el grupo. Pero, claro, lo que pasaba era que esa variedad de personalidades, gustos y destrezas también hacía difícil mantener al grupo unido…

Y terminaron haciendo terapia grupal, como Les Luthiers…
Sí. Es más, no era que íbamos al psicoanalista si no que teníamos a uno que venía con nosotros en las giras -a veces, incluso, venía a los ensayos y todo- porque si no nos matábamos a golpes… El tema de los egos era muy complicado. Y después los productores, cuando hacían las cuentas, nos descontaban un montón de dinero, por todas esas boludeces de psicoanalistas y demás…

¿Qué recordás de la composición del tema “Ruta Perdedora” para la Máquina?
No mucho. Yo hice la música y Charly la letra. Al principio me pareció que era un poco bajoneante y se lo dije a Charly, pero después quedó bien. La música modula constantemente para provocar una especie de sin fin. Cuando lo grabamos llevamos una moto de 1300 cc, que era de nuestro productor, para grabar el ruido del motor que se escucha al principio.  

Al final, de tantos roces, se terminaron separando, ¿no?
Mirá, el final de La Máquina fue porque Charly no quería tocar más con Bazterrica, esa es la realidad. Ellos dos tenían problemas y por eso, en los últimos shows que tuvimos, Charly ya ni lo quería a Bazterrica ahí. En realidad, la ruptura de La Máquina era para que se vaya Bazterrica porque, de hecho, la propuesta de Charly era hacer Serú Girán con el resto. Cutaia le dijo que no se prendía, pero tanto Moro como yo empezamos a hacer el proyecto de Serú Girán, con Charly y David (Lebón). Cuando estábamos empezando a armar lo de Serú, viene un tipo y nos ofrece un dinero para hacer El Festival del Amor, y si vos te fijas bien, la base que está tocando junto a Charly durante todo el show somos nosotros tres. Ya estábamos haciendo el tema “Eitileda” de Serú Girán, no en el disco en que quedó registrado ese concierto (Música del Alma), pero sí formaba parte del material que estábamos preparando, ensayando.

Sin embargo, en vez de seguir en ese proyecto, te vas a Estados Unidos…
Cuando se separa La Máquina, y empezamos a hacer lo de Serú, también se separa Crucis. Ahí hubo un “contraespionaje” y alguien tiró la idea de que yo volviera a Crucis. Se hablaba de que había posibilidades de reunir a Crucis para que vayamos a tocar a Estados Unidos, cuando aún el proyecto de Serú no estaba sólido y yo no sabía bien que iba a pasar. De cualquier forma, los chicos de Crucis siempre fueron mis amigos y nunca dejamos de mantenernos en contacto. Entonces, le dije a Charly: Mirá, perdóname, pero voy a aceptar la propuesta. En verdad, nunca hubiese dejado a La Máquina para irme a Crucis… Pero también tuvo que ver con que me había enojado con Charly, porque él había desarmado el grupo en un momento bárbaro. La Máquina acababa de hacer Películas, y ese disco era un caso serio, sacudió a nuestro público. Ya en esa época, La Máquina era una aplanadora en vivo, era alucinante lo que hacíamos. Así que, bueno, no seguí tocando con Charly, pero le recomendé a Pedro Aznar para que ocupara mi lugar. Entonces me fui a Estados Unidos con Pino Marrone y Aníbal Kerpel. Tampoco te olvidés que esa era una época muy jodida del país, con el Proceso en su momento más terrible, había mucha persecución… Por eso después Charly, en el primer disco de Serú, compuso ese tema (“Autos, Jets, Aviones”) que decía eso de que se estaba yendo todo el mundo… Se empezó a ir un montón de gente, Crucis, Arco Iris ya se habían ido, León Gieco… Después empezamos a volver todos, sólo se quedaron Santaolalla y Aníbal Kerpel, y ahí los tenés…

¿Cuánto estuviste viviendo allá?
Yo me quedé dos años en Estados Unidos, y después me volví. No me banqué vivir ahí, la verdad, no me gustaba… Luego de volver al país, hice un disco solista y después no trabajé más, por muchos años, en Argentina.

¿Y cómo fue eso que una vez no te dejaron registrar un tema en SADAIC?
En 1982, hice mi disco solista Mira Hacia el Futuro, que tenía un tema que había intitulado “El Pantano”. Cuando fui a registrarlo, en SADAIC había un tipo –un facho- que se llamaba Pantano y no me dejó ponerle ese nombre. Yo le había llevado 10 o 12 planillas de temas, y cuando vio que uno de ellos se llamaba “El Pantano”, me dijo: “pibe, esto no te lo registro”, y me lo rompió en la cara… No podía sacar el disco porque no me registraban el tema, al final le tuvimos que poner “A Través del Oscuro Pantano”. Tuve que esperar a que al tipo lo echaran para poder publicar el disco. Como cuatro meses estuvo detenida la edición por ese capricho, una locura… Me ayudó mucho una nota que hizo la divina de Gloria Guerrero en una revista, hablando de este tema, ya que gracias a ella, se pudo ir destrabando la cuestión, porque a mí no me daban bola en SADAIC.

ROCK PRIMORDIAL

¿Cómo ves el panorama actual del rock local?
Me parece que está muy bueno, en la apertura que hay de sonidos y ritmos. Tuvimos unos años funestos de bailanta y ahora se empieza a achicar eso. La bailanta está bien que exista, pero no estaba bueno que copara todo. Lamentablemente sigue habiendo una especie de cumbia con guitarra procesada que te venden como “rock”.  Mmmm… algunas cosas están bien en el mainstream, pero todas las bandas suenan muy parecidas. 
Antes la Argentina era una pálida porque siempre estuvo todo bien marcado: o eras rockero o eras punk… Esas antinomias tampoco me gustaban. Ahora me parece que es todo lo contrario, creo que vamos en camino a que todo eso se equilibre un poco y que ahí podamos encontrar una cosa un poquito más definida y más linda. Lo que sí, cuidado, no mezclemos la cumbia con el rock.

¿Cuáles son tus proyectos en la actualidad?
Yo siempre toqué música, y lo voy a seguir haciendo. No me fijo en lo que se usa y en lo que no se usa. Bueno, por eso mismo, como soy un bicho raro voy a concentrarme en realizar mi propia música. Por eso trato de no copiar nada –que es una cosa muy difícil-, trato de seguir en la misma búsqueda que en la generación de los 70, donde los músicos buscaban hacer algo nuevo…

Experimentar…
Sí, experimentar, pero sin hacerlo difícil, al dope, como se hacía antes. Y como decía, no voy a copiar a nadie. No es mi intención encender la radio, y decir: “Vamos a tratar que suene a Divididos, vamos a tratar que suene a Catupecu”, no quiero que suene parecido a nada… Vamos a ver qué pasa, loco; por ahí me sale algo lindo… no sé, la gente lo dirá.

¿Y qué te gusta escuchar?
No sé, música bien hecha. Afuera están proliferando muchas mujeres que componen cosas interesantes. La otra vez escuché a Regina Spektor y me pareció genial. De los grupos nuevos, encuentro cosas, cositas buenas en varios. Me gustan algunas cosas de Muse, qué sé yo, pero ya no soy un tipo que se pueda identificar con algún grupo, como me pasó en el pasado, al nivel de eso que te decía de Crimson… Hoy eso no me pasa con ningún grupo. Y creo que a la Argentina le está pasando eso en muchos aspectos, a lo mejor es hora de que seamos nosotros mismos, alguna vez…

¿Qué música estás escuchando últimamente?
Por lo general escucho cosas que no tienen nada que ver con lo que estoy tocando en ese momento, eso me refresca el bocho. Escucho bastante jazz rock.  Algún disco de la Mahavishnu Orchestra siempre suena, Zappa, y últimamente escucho mucho a Django Reinhart a ver si puedo entender cómo se toca la guitarra (risas)…

Ahora estás grabando un disco. ¿Cómo fue la composición de los nuevos temas, que estilos te inspiraron?
Como el disco anterior (Cool, 2013) fue una licencia que me tomé para grabar algunos temas que tenía por ahí, más eclécticos algunos inclusive, solo con la guitarra y la voz; en este último vuelvo al rock mas original de guitarra bajo y batería y con temas que cuentan historias de personajes mas urbanos, mas marginales. Creo que tienen una onda de rock sureño tipo Allman Brothers, ZZ Top, etcétera…

¿Cómo componés, primero la letra y luego la música o viceversa?
De las dos maneras.  No tengo un método preestablecido pero generalmente las mejores canciones son las que surgen de una. Odio el método que se utiliza tanto últimamente de “copiar y pegar”, creo que eso no es hacer música aunque lo parezca. ¡La verdad compongo como puedo! (risas)

¿Con quién estás grabando este nuevo disco?
Hacía rato que quería tocar con Juanito (Moro), así que nos metimos en el estudio y empezamos a armar las bases. Después sobre grabé algunas guitarras y vino Ian Apkiewick a tocar órgano Hammond,  Alejandro Santos tocó el saxo y Nico Smoljan la armónica. También hay un blues donde canta Claudia Puyó.

¿Cómo pensaste el álbum?
La verdad lo pensé en inglés, después hice las letras, adaptándolas a nuestro precioso idioma. Quería hacer un disco de rock puro, es decir, que las letras y la música fuera un todo. No podes llamarle rock a un tema solo porque tenga una guitarra eléctrica distorsionada. El rock es una forma de vida. Tenés que ponerle el pecho a la calle, a la sociedad, a la injusticia. El rock no puede ser afín a ningún gobierno, ¡¡sino deja de ser rock!!  Por ejemplo, en el álbum va a haber un track que lo explica muy bien. Se llama “No pregunten por mí”.

¿Qué diferencia entre este nuevo álbum y tus dos anteriores?
Piedra por cristal (2007) fue un álbum menos personal en cuanto a las letras. Tuvo mucho trabajo de estudio y un montón de playbacks y teclados. Va del pop al sinfónico. Cool es más ecléctico en cuanto a estilos y está grabado “in the face”, a veces solo con la guitarra enfrente a un micrófono y otras con la banda tocando en vivo a altas horas de la madrugada. El nuevo, Sacro Rock (que así se va a llamar) es mas conceptual y definido en cuanto a estilo.

¿Cómo fue que craneaste ese medley que hacés en vivo con temas de La Máquina de Hacer Pájaros? Suena bien tanguero, ¿coincidís?
Ese medley lo armé por que cuando iba a tocar siempre me pedían temas de La Máquina, y yo no sabía muy bien cual hacer, entonces pensé en armar un tema que contuviera varios temas en uno. No fue fácil, porque quería respetar las tonalidades originales de cada canción,  así que fue como hacer una nueva composición para que todo ensamblara. Una buena parte del medley contiene fragmentos de “Hipercandombe”, así que no es de extrañar que tenga algún sabor tanguero.

¿Vas a estar tocando en vivo?
Estamos justo en el cambio de repertorio para presentar oficialmente este disco. Iba a ser antes de fin de año, pero como vienen las cosas, a lo mejor será después del verano. Mientras tanto seguiremos con los shows para afianzar a la banda.

¿Cuáles son tus actividades vinculadas a la música aparte de tu trabajo solista?
Quiero tocar mucho en vivo este nuevo material. Me encanta seguir tocando y aprendiendo.  También disfruto mucho en el estudio grabando y produciendo para otros músicos.  Creo que es algo que voy a hacer cada vez más.

Emiliano Acevedo y Leandro Ruano