martes, 18 de abril de 2017

LA DISCIPLINA DEL EXPLOSIVO SENTIMIENTO, entrevista a Diego Mizrahi

Como tantos otros músicos, a los que hemos tenido el placer de entrevistar en los últimos meses, el protagonista de esta nota comenzó -en su infancia- tocando folklore. Primero, con instrumentos autóctonos, como el pingullo, el sikus, la quena, el bombo legüero… Hasta que un día conoció la guitarra, y fue amor eterno a primera vista… Esos serían los primeros años de la laureada carrera de Diego Mizrahi, un multifacético músico que, además de gran instrumentista y compositor, se destaca por su labor didáctica, docente y como conductor de un prestigioso programa musical de TV dedicado a difusión y practica musical, un verdadero hallazgo, que –desde hace más de 10 años- le viene dando prestigio a nivel local e internacional.

Su CV nos dice que, a lo largo de los años, ha editado muchos libros, métodos de enseñanza, videos, CDs, dando centenares de clínicas de guitarra… Sin dudas, la suya es una vida dedicada y apasionada. Desde sus primeros experimentos rudimentarios, conectando la guitarra al parlante del Winco; pasando por todas, y cada una, de las clases de guitarra a la que asistió, su laborioso paso por los conservatorios y su llegada al M.I. (Musicians Institute) en EEUU. Luego llegarían los tiempos de su propia banda blusera: La Mizrahi Blues Band, para después sí lanzarse como solista, redondeando una interesantísima serie de discos: Pampalucha, Music from the Pampas (2002), Songs Of The Rings (2003), 18 Kilates (2004), Boomerang (2007) y Básico (2010). Dueño de una técnica envidiable y un virtuosismo sutil y pirotécnico para la guitarra, Diego también es un gran conversador, y por eso es un placer poder charlar con él, como lo hice en este reportaje realizado en su oficina, en su escuela de música situada en Palermo, un lunes al mediodía, en donde repasamos varias anécdotas de su carrera, sus proyectos, influencias, gustos y demás yerbas.

ENTREVISTA> ¿Por qué elegiste tocar la guitarra?
En verdad, la guitarra me eligió a mí, no yo a ella. Yo tuve la suerte de tener una madre que era artista plástica – en la época en que yo iba a la Escuela Primaria, de mañana-, que me impulsó para que yo hiciera algo ligado al arte, justamente ella había encontrado una escuela integral de arte, que integraba el teatro con la danza, la música, la literatura; era el Instituto Vocacional de Arte Labardén. En esa época yo vivía en Barracas y mi vieja nos mandó a mis hermanas y a mí a que estudiáramos en este Instituto, en la calle Garay, en Constitución. De esta forma, se podría decir que no tuve otra opción, y así empecé a hacer arte desde muy chiquito. A los 8 años cayó a mis manos mi primera guitarra porque en el Instituto también enseñaban guitarra. Al principio, estudiaba folklore, una música que amaba y sigo amando hoy. Me acuerdo, siendo chiquito, de subirme a una tarima y dar recitales para los chicos del barrio, era como que ya estaba en mí esa vocación… Para cuando entré a mi adolescencia, medio que dejé de tocar la guitarra porque ya estaba en otro plan, salir, conocer chicas, y demás… Pero ahí me di cuenta de que una buena manera de conseguir chicas era tocando la guitarra, y por eso volví… Y así, desde los 14, 15 años, no paré más de tocar. Luego, mi formación musical estuvo ligada a mi paso por Conservatorios, además de hacer todo tipo de cursos vinculados a la guitarra, los que existían y los que no existían, también… Amaba estudiar, era un estudiante crónico de la música, y me pasaba 8, 10 horas por día tocando sin parar…

¿Y que pasó, con tu vocación artística, cuando saliste de la secundaria?
Eso fue todo un tema, porque, más allá del apoyo de mi madre, pesaba mucho también el mandato familiar para que me decidiera a empezar una carrera universitaria. Ahí, medio que se me complicó, porque tenía mis dudas; a mí me gustaba mucho la carrera de Arquitectura, más que nada por su proceso creativo. De cualquier forma, decidí anotarme en el Conservatorio Manuel de Falla, para probar, a ver si eso era lo que quería hacer, y ni lo dudé… Al primer mes ya me di cuenta que eso era lo mío, sin ninguna duda…

En relación a tu formación, te diferencias de otros guitarristas que –a pesar de haber comenzado igual que vos, en lo relativo a su aproximación al instrumento-, no se les hubiese pasado por la cabeza seguir estudiando en el conservatorio…
Sí, como vos decís, hay gente que tiene una facilidad innata, y les sale mas en forma más natural, ese no es mi caso. Yo no era bueno tocando, no tenía la facilidad innata que tienen otros que agarran el instrumento –por primera vez- y la descosen. Yo tocaba mal, tenía mucho oído –eso sí- pero no tenía el virtuosismo, la destreza; y por eso tuve que luchar fuertemente contra eso, pero siempre desde el lugar del disfrute. Yo disfruté mucho todo el proceso educativo musical que tuve, mi formación. Fueron años de tocar horas y horas y horas, a veces, hasta 12 por día; mientras hacia la carrera…

El Conservatorio también era un ambiente bastante rígido en lo musical, ¿no?
Totalmente. Ahí no se aceptaba que se tocaran cosas que no estuvieran incluidas en el programa, así que olvidate de hacer blues, rock, o cualquier música de ese estilo. Por suerte, después me enteré que se iniciaba una carrera nueva que era el Conservatorio de música Popular (de Avellaneda), me anoté y estuve en la primera camada. Ahí había un nivel académico espectacular, con unos profesores de un primerísimo nivel. Ese lugar me abrió la cabeza.

Pero cuando te anotaste en el Manuel de Falla, vos que querías ser, ¿maestro de música o concertista?
Y… A pesar de que –en algún momento- evalué esa posibilidad (incluso, la de hacer dirección orquestal), yo sabía que era muy complicado, porque ser concertista es una carrera de mierda, verdaderamente; ya que tenés que tener muchísima disciplina, tocando todo el día, todos los días, sin descanso, y al haber tan poco espacio, es una carrera salvajemente competitiva. Por eso, no quería hacer eso, a pesar que –debido a la formación clásica que estaba teniendo- cada vez me estaba interesando más por la música clásica. Además, tené en cuenta que el periodo clásico en el que se empiezan a escribir obras para guitarra empieza en el siglo XVIII, con los autores españoles; de ahí para atrás, no hay nada, tan sólo adaptaciones de los compositores clásicos –tipo Bach- a la guitarra, pero no obras originales compuestas espacialmente para el instrumento. Con lo cual, no hay muchos conciertos. Fijate en una agenda del Teatro Colón y vas a ver que hay pocos guitarristas. Eso me frenaba, no quería ser un erudito que tocara 20 mil horas por día, para dar un concierto cada tanto, dar clases en el Conservatorio y chau. Eso iba a ser muy frustrante para mí, y además, bueno, me gustaba el rock…

¿Terminaste el Conservatorio?
No. Llegué hasta sexto año y dije “basta, no lo aguanto más…”. Y me fui, buscando seguir formándome en otros lugares.

AMPLIFICADORES HUMEANTES

¿De donde sale tu interés por la música rock?
Por los Beatles, paralelamente también empecé a escuchar Pescado Rabioso, Deep Purple, Yes… Antes de eso, para mí, el rock era “Lunita Tucumana”, “Zamba del Olvido”, los temas folklóricos que hacía. No sabía aun que existía una cosa llamada “rock”. Cuando escuché a los Beatles, por primera vez a los 12 años, me estalló la cabeza. Luego, seguí escuchando mucho rock británico: Genesis, Jethro Tull, Led Zeppelin… Después de muchos años, cuando empiezo a tocar, descubrí la música negra y me meto con todo en esa, y comienzo a escuchar mucho blues… Luego, a mediados de los 80, pasé por muchas bandas, como todo adolescente.

¿Ya tenias guitarristas preferidos como tus referentes?
Un mouton: Ritchie Blackmore, Jimmy Page, Steve Howe, Pat Metheny... Después empecé a escuchar a Eric Clapton y de ahí, sin escalas, pasé a Johnny Winter y me quemó la cabeza. A los 17, 18 años, cuando descubrí a Winter, dije: “Esto quiero para mí”. Ahí formé lo que pasó a ser, para mí, la santísima trinidad: BB King, Eric Clapton y Johnny Winter. Después, como todos, me mandé a escuchar a Van Halen, Joe Satriani –que es mi máximo referente en la guitarra-, Steve Vai Con Hendrix me pasó que lo descubrí en dos etapas, al principio –cuando era chico-, lo escuchaba y su música me parecía espantosa, desafinada, abominable; hasta que lo volví a escuchar de grande, lo entendí, y ahí sí me di cuenta de que Jimi Hendrix es lo más grande que hay en la guitarra, lejos. Es el tipo que inventó la guitarra eléctrica. A mí me gustan los guitarristas que tienen sentimientos, que con su música transmiten eso. No me gustan los guitarristas aburridos o los que no dicen nada. Por ejemplo, cuando era chico estaba fascinado con el virtuosismo del trío de Al Di Meola, John McLaughin y Paco De Lucia. Al Di Meola y McLaughin no me gustan, me parecen dos violeros fríos, cuya música no me dice nada; pero Paco De Lucia es un tipo que me vuelve loco, parece como que tuviera fuego en las venas. El que más me gusta, como te decía antes, es Joe Satriani. Cada vez que saca un disco, estoy esperándolo para ir corriendo a comprarlo y escuchar, analizar que está haciendo….

¿Qué sentiste cuando lo conociste en persona?
Eso fue tocar el cielo con las manos…


¿Cómo se dio ese encuentro?
Porque la gente de (la productora) PopArt se copó y le hicieron escuchar a él mi material para que le diera el okay, y así fue… Imaginate lo que fue para mí abrir para Satriani, para ese maestro…

¿Cómo siguió tu formación musical después de estudiar en el Conservatorio de Música Popular de Avellaneda?
Después busqué una formación en jazz, para eso me puse a estudiar con Daniel Pellegrini. Antes, de pibe, a los 14, 15 años había ido a estudiar con Walter Malosetti, un genio, y aprendí mucho ahí, todos los conceptos de jazz. Tomaba clases particulares –muy entretenidas- con Walter, y capaz que te daba clases que duraban 10 minutos como otras 3 horas. Ahí hice el método Berkley. Después fui a estudiar con Guillermo Palazzolo, quien me preguntó si había hecho el método. Cuando se lo mostré me dijo que lo había hecho para el orto… En total terminé haciendo tres veces al método Berkley. Después estudié con Lito Epumer –un gran maestro-, también un par de clases con Francisco Rivero –un genio total-, y después tomé una decisión importante en mi vida que fue la de irme a estudiar a Los Angeles, en el Musicians Institute. Esa sería una experiencia que cambió mi vida porque me abrió la cabeza en muchos sentidos. Estudiando en el Institute sentía que estaba en el lugar en donde sucedían las cosas a nivel mundial. Imaginate que era re común estar sentado en el auditorio y que al lado tuyo estuviera Steve Vai, o Al Di Meola… Es una experiencia que jamás olvidaré.

¿Qué sucedió cuando terminaste esos estudios?
No los completé, yo nunca completo nada… (risas) No, en realidad, pasó que me estaba quedando sin plata; así que conseguí un laburo tocando salsa con el piano en un lugar de música latina, eso lo hice un tiempito; y luego me salió la posibilidad de irme a tocar a Las Vegas e instalarme ahí. Pero no quise porque yo había ido a EEUU a estudiar música y no a terminar tocando top forty en Las Vegas, así que decidí estudiar lo máximo posible el tiempo que me quedaba para luego pegarme la vuelta a Argentina, porque –además- había empezado a extrañar. A mí me cuesta mucho estar lejos de mi gente, de mi lugar…

Entonces, viniste y formás tu proyecto musical acá…
Sí, me vine e hice mi propia banda. Bueno, en realidad, antes de eso, apenas regresé viví una experiencia, que no muchos saben y que yo pocas veces conté… En esa época, principios de los 90, yo estaba enloquecido mal con el rap y el hip hop, y justo se da la casualidad que conozco a un rapero argentino, que había nacido en Nueva York, y le propongo hacer un dúo de rap, con mi viola eléctrica bien marcada. Entonces, empezamos a tocar, hacíamos un dúo tipo Run DMC, y pegamos un contrato muy groso con la productora Abraxas, pero, yo me doy cuenta de que era un invento, porque nos iban a hacer un producto masticable, descartable, exprimiéndonos al máximo para luego desecharnos, sin que ganáramos ni un centavo.... Me acuerdo que teníamos reuniones con los directivos de la productora, reuniones no artísticas, en donde sólo se hablaba del vestuario que íbamos a usar o las coreografías, mientras que yo lo quería era tocar la guitarra… Hasta que un día nos dicen que querían que armemos una banda con todos tipos carilindos, en donde no importaran si tocaban o no. Ahí renunció al proyecto y pedí que me devolvieran el contrato, no quise seguir. Tuve un quilombo legal bastante grande, pero lo pudimos solucionar; y luego que yo me abro, los directivos de la productora agarran a Jazzy Mel, y él tomó ese lugar en ese delirio que habían ideado para nosotros…

ALMA BLUSERA

Ahí encaras, sí, el proyecto de tu banda, la Mizrahi Blues Band…
Sí, ese fue un paso intermedio hasta llegar a mi carrera solista. Yo tenía entonces 26, 27 años, y ahí me doy cuenta de que la música que mejor me calzaba era el blues, me había vuelto un fanático total del genero, y por eso decido armar una banda de blues original, no de raíz; yo no quería hacer ni blues de Chicago, de Missisippi o Texas, si no blues, a secas… Y capaz que de ahí, mixturaba, y salía rap, funk o temas jazzeros. Sin dudas, fue una etapa muy creativa de mi carrera, 10 años a full, con mucho laburo, hicimos muchos shows, giras (nacionales e internacionales) –incluso, tocando en EEUU, con el hermano de Jimi Hendrix-, grabamos algunos discos, participamos también del primer compilado, la primera colección de rock nacional que se vendió, y me acuerdo que hasta cambié el auto con la guita que hicimos con la venta del primer CD en el que aparecimos nosotros, que había vendido 250.000 copias. Estábamos en el mainstream del rock nacional de ese momento.

Aparte, coincidió con el momento de auge del blues en Argentina…
Tal cual, y fue de pedo, porque no era así cuando empezamos el proyecto. Con esa banda, en un momento dado, decidimos abandonar un poco el circuito de shows locales e inicial una carrera en EEUU. Ahora no sé si esa fue una decisión acertada porque acá nos estaba yendo muy bien pero lo descuidamos, y allá –cuando nos empezaba a ir bien, luego de muchos shows, también lo abandonamos. Con lo cual, por supuesto, quedaron muchas cosas por hacer, pero, en un momento dado, me dieron ganas de hacer rock instrumental, así que decido largarme como solista, suspendiendo lo de la banda. Yo siempre soy un tipo muy inquieto dispuesto a embarcarme en nuevos proyectos musicales. Siempre hay algún loco que me pregunta cuando se vuelve a juntar La Mizrahi Blues Band, pero no, ya fue. Pasó mucho tiempo y volvernos a juntar seria lucrar. Para mí, por lo general, las reuniones de los grupos están vinculadas al negocio, y se dan cuando se acaban las ideas, y a mí, por suerte, todo el tiempo me fluyen nuevas ideas acerca de lo que quiero hacer.

VAMOS QUE VENIMOS: LUZ, CAMARA… ¡MIZRAHI!

En paralelo a tu lanzamiento como solista, también comenzás como conductor de TV, ¿no?
Ese fue un punto de quiebre. Cuando aparece la posibilidad de hacer el programa, les propuse a los integrantes de La Mizrahi Blues Band –a su última formación-, unos pibes súper talentosos y virtuosos que luego hicieron muy buena carrera, que fueran la banda estable de mi programa, pero me dijeron que no. Yo no entendía nada… Así que mandé todo al carajo, armé una banda de músicos sesionistas, y como yo no cantaba, empezamos a hacer temas instrumentales; así, una cosa llevó a la otra, luego empecé a viajar por todos lados, con la guitarra, dando clínicas del instrumento por toda Latinoamérica… Entonces, cuando tuve varios temas compuestos, me armé un disco solista para probar. Con los dos primeros discos que grabé como solista me fue bárbaro, el tercero no tanto, pero fue porque ya la venta de CD había muerto, prácticamente…

Te debe haber sorprendido la posterior repercusión del programa…
Sí, y el proyecto, en verdad, se originó de pura casualidad, y me pasó por pajero, porque me gustan mucho las mujeres… Recuerdo que me habían invitado a la inauguración del canal (Music Country), y yo no quería ir porque, en ese momento dado, no salía, no tocaba, quería quedarme en casa con mi familia. Pero un periodista (Ezequiel Abalos) me insistió un montón para que fuera a la fiesta de inauguración, y yo me seguía negando, hasta que me dijo que al lado inauguraba el Canal Venus, en donde iban a estar un montón de minas, y cuando escuché eso dije: “¡Vamos!”. Me acuerdo que esa inauguración fue un lugar en Puerto Madero, creo que El Divino. Fui derecho a Venus, y me rebotaron… Entonces dije, “bueno, vamos a Music Country…”, y así fue. Ahí me surge la idea de hacer el programa, y así, una cosa llevó a la otra, y a la otra… Y se terminó haciendo una bola de nieve impresionante.

¿Lo de tu programa de TV, lo fuiste aminorando porque te cansaste?
Sí, en un momento dado, me cansé. La televisión te destruye. Cuando terminé el ciclo en 2007, estaba totalmente enajenado, loco. Necesitaba una larga temporada de descanso, y así fue. Paramos 3, 4 años y ahora volvimos con todo. Desde hace unos meses, estoy en un programa de media hora, con una propuesta muy interesante, muy polenta. Me asocié a una productora y está bueno. Pero la tele te morfa, te chupa… Es muy estresante.

Igual, en tu espacio vos tenías total libertad, ¿no?
Sí, porque no es un programa “estilo Canal 13”. Es un programa con un nicho muy segmentado que funciona muy bien dentro de eso pero no sale de ahí. Entonces no es tan nocivo como estar en un canal de aire. No obstante, me quemó el cerebro porque terminé siendo el productor de mi propio programa, y eso era una locura. Había mucha gente laburando, mucha guita puesta en juego… Conducía, lo dirigía y producía. Ahora ya no es más así, porque me asocié con Gustavo Brukman, un gran músico y batero que se dedica a la televisión y tiene una productora muy copada. Entonces ambos unimos esfuerzos desde la música y desde la televisión porque perseguimos objetivos muy parecidos y funcionamos bien. Este es el único formato, de este tipo de programa, que existe, existió y existirá en la televisión. ¡Ya Llevamos 10 años en el aire!

¿Qué es lo más fructífero que te da el trabajar en la TV?
Todo. Dejando de lado la vorágine, el resto es ganancia. Es una experiencia reconfortable y placentera porque la principal excusa del programa era tocar con mis ídolos. Yo, a través del programa, me di el gusto de zapar con todos. El otro día vino Lito Nebbia y para mí fue increíble haber tocado con el padre del rock, el tipo que escribió esos temas fundacionales que yo escuchaba cuando era chiquito.

Y en el mismo sentido, ¿te pasó de saber de chicos a los que tu programa inspiró a que se decidieran a estudiar música?
Sí, todo el tiempo. Hay un feedback muy lindo. Además, el programa está teniendo un rating tremendo -siempre teniendo en cuenta de que hablamos del cable y que este es un producto segmentado-, quiero decir, que el programa lo miren 400 mil personas por mes es una cifra contundente, es un promedio de 100 mil personas por emisión. Además, ahora el programa está online también, y lo podés ver cuando quieras

DE AHORA EN MÁS, LO ESENCIAL

¿Cómo fue grabar el último disco (Básico, 2010), cómo se te ocurrió largarte a cantar, y enfocarte en esa temática asociada a lo masculino, al hombre común?
Fue un álbum muy marcado por las perdidas que sufrí de dos mujeres muy importantes en mi vida. Una fue mi vieja –que falleció en medio del proceso del disco-, y la otra está relacionada con mi mujer de toda la vida, de la que me separé. Era mi necesidad de querer contar esto que sentía en primera persona, y no que venga otro a contarlo. Por eso, hice el gran esfuerzo de cantar yo. Hoy por hoy siento que progresé mucho, no como cantante, sino cantando. Porque yo soy un violero que se acompaña con la voz, no un cantante. Ahora soy afinado, cosa que antes no era. Porque tuve que lucharla mucho para lograrlo, porque yo produje muy buenos cantantes, y tengo el oído muy afinado. Por eso, cuando me escuchaba en vivo, por dentro me decía: “Diego, sos un hijo de puta. Desafinás como la concha de tu hermana…” (risas) Por ahí la gente no se daba cuenta, pero yo no me la bancaba. Ahora siento que estoy cantando mucho mejor. Además, creo que mi próximo disco, que ya estoy haciendo, va a ser explosivo y creo que va a ser mi mejor disco en años. Estoy trabajando con un productor que se llama José Moyano, que es re grosso y entendió mi música.

¿Por qué considerás que tu próximo disco será explosivo?
Por la composición, por lo arreglos, porque es un disco donde voy a ser yo 100 % desde la guitarra, las melodías, las letras, la voz… Algunas de las letras son más poéticas que otras, más directas. Va a ser un disco tremendo, totalmente auto referencial, moderno, fresco, virtuoso, guitarrero, y que espero tener listo antes de fin de año.

¿Qué discos o artistas que estés escuchando ahora, recomendarías?
A mí me gusta de todo. Por ejemplo, Nirvana, y lo que vino después, sus desprendimientos: Foo Fighters, Sound Garden… Ahora estoy escuchando mucho a Sinatra, él es mi artista de cabecera, lo escucho todo el día. El nuevo disco de Jaime Cullum, un pianista de jazz que me encanta. Es difícil que yo vuelva para atrás, no tengo esa cosa melancólica, de regresar y ponerme a escuchar discos que escuchaba en otros momentos. Lo que no significa que no tenga discos que he gastado. Por ejemplo, al de disco de Norah Jones - Feels Like Home (2004), me cansé de escucharlo, y lo sigo poniendo siempre porque es un disco que me relaja mucho. Escucho mucho también el Quinteto de Miles Davis. Los discos de Satriani, de Hendrix los vuelvo a escuchar, nunca me cansan. Qué se yo, un montón, seguro que debe haber muchos más que ahora no me acuerdo…

¿Y que te gusta del rock nacional?
Spinetta es uno de los que más me gusta, de chico escuchaba mucho Pescado Rabioso; después me copé mucho con Spinetta Jade y lo que hizo después. De Charly me gustó mucho La Maquina de Hacer Pájaros, Serú Giran… Antes, también me había copado con Manal y los grupos de la primera época del rock nacional. Pero no necesariamente uno tiene que ir a los 60 o 70, aunque de esas décadas escuché y me gusta todo. En los 80 me gustaban Soda Stereo, Virus... Y ahora me gusta un banda nueva que se llama Ella Es Tan Cargosa, el nuevo disco de Chucky De Ipola, el disco solista de (Andrés) Ciro, y lo que sigue haciendo Andrés Calamaro, que es un gran compositor popular.

Sabemos que te gusta leer biografías. ¿Eso te inspira en el momento de la composición?
En realidad es algo que tengo que superar, porque, aunque es verdad que leo mucho y tengo mucha imaginación, en el momento de escribir una canción me cuesta. No me es fácil encontrar las palabras para ese momento justo. Entonces, las letras todavía son un padecimiento, las sufro. Después, cuando las escucho, me gustan, pero aun siento que esa es una pared que tengo que romper.

¿Cómo es tu proceso compositivo en sí?
Mi método se basa en hacer demos con la guitarra criolla, agarrar el celular, lo grabo y lo canto; y ya está: “toma 1”. Sigo así hasta que llego a 200 (grabaciones), más o menos, como me pasó ahora, que tengo 200 grabadas, entonces llega un momento cuando de esas 200 saco, digamos, cuatro y hago un tema. Así es como compongo. Después, otra es: tengo una idea por un lado, y otra por el otro, si se juntan, bien; si no, de cada una de esas ideas saco un tema. En definitiva, compongo cuando estoy inspirado. Después viene todo lo que se refiere a arreglos y orquestación.

¿Cuándo te das cuenta de que un tema no va a ser instrumental sino cantado?
Hay temas en que está clarísimo que son instrumentales y otros que están ahí, están en el medio… Es difícil. Pero ahora, justamente, tengo la cabeza puesta en un disco de canciones, y todo lo que me surge va por el lado de las canciones. Ya, en algún momento, volveré a sacar un disco instrumental como solista.

¿Y qué criterios adoptas a la hora de elegir un tema de otro para versionar?
Para los covers, yo generalmente elijo temas que estén en las antípodas de mis gustos, que no tengan nada que ver conmigo. Entonces, ahí el gran desafío es hacer “que sea mío”, apropiármelo, que alguien lo escuche, escuche mi guitarra, y reconozca que es mi sonido. así me pasó con el bolero “Bésame Mucho”, ahora mismo estoy haciendo el tema “La Distancia”, de Roberto Carlos, que lo escuchas, y con los arreglos que le pongo, termina pareciendo un tema mío. Laburo mucho el tema de la versión, elijo nota por nota. Por ejemplo, si el tema, en su melodía, tiene un SI, elijo muy bien en que parte de la guitarra tocarlo, porque no es lo mismo el SI de la segunda cuerda que el de la tercera o el de la cuarta; la altura es la misma, pero el timbre es distinto, así como son distintos el sonido y el sustain. Laburo mucho la melodía, y hasta me puedo pasar meses, hasta que encuentro de que manera interpretarla y que suene como algo personal.

¿Qué otros proyectos tenés o querés hacer en un mediano plazo?
Bueno, la televisión que me morfa la vida, me consume mucho tiempo… Pienso seguir tocando muchísimo como ahora. Continuar con mis giras internacionales, hacer una gira en el verano por la Costa (el verano pasado hice 40 shows). También, quiero seguir jugando al tenis, corriendo dos o tres veces por semana… Mi meta es hacer un disco por año, porque tengo mucha música acumulada que quiero plasmar porque ese va a ser el legado que uno va a dejar de por vida.

(Entrevista realizada en noviembre de 2011)


Fotografía: Estudio Farbone

Emiliano Acevedo



lunes, 17 de abril de 2017

McCartney, el primer álbum solista de Paul: Aprendiendo a caminar solo...



Luego de un período depresivo, en los meses posteriores a la edición de Abbey Road, en donde no le quedó otra que asumir que los Beatles ya no existían como grupo, y como si hubiese querido exorcizar un poco sus miedos, Paul McCartney se dispuso a grabar, a fines de 1969, su primer álbum solista; el cual terminaría siendo editado el 17 de abril de 1970. El disco, en sí, sería visto por el público como la declaración definitiva de que los fab four ya no iban a estar juntos nunca más. Este disco fue grabado por Paul en su granja ubicada en Escocia. Aquí, Macca improvisa efectos de sonidos, llegando incluso a grabar en el baño o en la sala de estar para lograr diferentes efectos reverberantes. En algunas canciones hasta se alcanza a oír cuando alguien cierra la puerta o a los niños jugando en el cuarto contiguo.

McCartney comienza con “The Lovely Linda”, una pequeña oda acústica de Paul a su mujer que nos recuerda a lo peor del Álbum Blanco. “That Would be Something” es un lindo folk, sin demasiados matices dignos de ser comentados. “Valentine Day” es la primera improvisación en clave rock de disco. Un interesante aporte de Paul, como diciendo: Ojo, que yo también soy vanguardista. Lo sigue “Every Night”, uno de los temas más recordados del álbum, una balada optimista de gran elaboración. Un tema 100 % McCartney. “Hot as Sun/Glasses” es otra historia, ya que se trata de una improvisación, apenas cantada, con comienzo casi naif que desencadena en un final minimalista y un poco salvaje. “Junk” es otro clásico, que Paul había compuesto antes de la separación del cuarteto de Liverpool, más precisamente durante su estadía en el centro de meditación del Maharishi en la India, a principios de 1968. Incluso se lo puede escuchar en el tercer volumen del Anthology, de los Beatles, (aparecido en 1996), o en varios piratas, ya que fue un tema que se quedó afuera del Album Blanco y que también fue ensayado por la banda durante las sesiones de Get Back, pero nunca plasmado en forma definitiva por el grupo. 

“Man We Was Lonely” no aporta demasiado, pero que nos da una visión de lo que hará luego Macca, en el resto de los 70, en los Wings. “Oo You” es otro tema en clave rock poco interesante. Así llegamos a “Momma Miss America”, otra improvisación rock en la línea del anterior. Si hay algo que destacar es que Paul tocó todos los instrumentos en este disco y la verdad es que, sin ser un virtuoso, se defiende bastante bien tanto en piano, guitarra eléctrica o batería. “Teddy Boy” es un lindo tema infantil que McCartney venía haciendo en los últimos tiempos Beatles, incluso también tiene una proto versión en el Anthology 3, en donde es acompañado en un dueto vocal por un jocoso John Lennon. Por su parte, “Singalong Junk” retoma la línea melódica de “Junk”, en forma instrumental, con resultados muy interesantes y atractivos. Muchos años más tarde, ambos temas formarían parte de la banda sonora de Jerry Maguire, la película de Cameron Crowe. Este director, ex redactor de la Rolling Stone y fanático del rock de los 60 y 70; más tarde llamaría a Paul para que le componga (en 2001) el tema principal de Vanilla Sky

Siguiendo con el recorrido de McCartney, llegamos así a “Maybe I'm Amazed”, uno de los mejores temas de toda su trayectoria solista. Una canción de amor, que si estuviese incluida en Abbey Road, Let It Be, o en cualquier otro álbum Beatle, sería más apreciada y conocida por el público. Sin dudas, es el momento cumbre de este debut solista. Aquí, McCartney da una muestra acabada de cómo influenció a compositores como Elton John o Billy Joel, cantando como nunca mientras toca el piano sin exhibicionismo pero con mucha contundencia, mostrando que no hace falta tocar mil notas, o mil escalas, para emocionar; que con poco también se puede. Mucho más aún cuando se es un inmenso intérprete y compositor. Sin dudas, una canción para el recuerdo. El disco termina con “Kreen-Akrore”, otro tema instrumental que no aporta demasiado aunque contiene un par de cortes melódicos con coros interesantes.

La tapa de McCartney exhibía unas cerezas volcadas de un recipiente, mientras que en la contratapa venía una foto con un Paul barbudo acompañado por su hijita recién nacida, Mary. En las primeras ediciones, también se incluía un auto reportaje de Macca, en donde éste daba a entender que los Beatles se separaban para siempre. Una acción considerada en su momento como egoísta y vanidosa y que le causo no pocas críticas. Lo que está en claro es que, a pesar de su carácter irregular y humilde (o quizá justo por eso), este disco sigue siendo muy disfrutable. Uno de los mejores momentos de la carrera solista del gran Paul McCartney.

Emiliano Acevedo

viernes, 14 de abril de 2017

...y un día Yes entró en el Rock and Roll Hall of Fame...



El viernes 7 de abril de 2017, finalmente, Yes entró en el Salón de la Fama del Rock & Roll, durante la 32 ceremonia anual de inducción celebrada en el Barclays Center en Brooklyn, Nueva York. A pesar de haber estado en condiciones para ser inducido desde el año 1994, cuando se cumplieron 25 años de la edición de su primer álbum, recién ahora, estos pioneros del rock progresivo consiguieron este galardón y reconocimiento de la asociación-museo que representa el establishment del panteón del rock clásico. Más allá de sí vale la pena ahora, después de tantos años, y luego de la muerte de dos miembros fundadores, como el bajista Chris Squire y el guitarrista Peter Banks, fue muy bueno poder ver nuevamente a la formación clásica de Yes, más el guitarrista Trevor Rabin, unida y tocando, a casi cinco décadas del origen de la banda, a pesar de no estar ya Squire. Vale la pena recordar que actualmente hay dos “versiones” del grupo. Una, la “oficial” liderada por Steve Howe y Alan White; mientras que, desde hace un tiempo, también los ex miembros Jon Anderson, Rick Wakeman y Trevor Rabin están tocando el repertorio clásico del grupo, denominándose a sí mismos YES Featuring ARW.

Como ocurre con estas premiaciones a bandas que han cambiado varias veces de integrantes a lo largo de su existencia, en este caso los galardonados del grupo por este premio fueron: el baterista Alan White, el guitarrista Steve Howe, Chris Squire, el vocalista Jon Anderson, el baterista Bill Bruford, el tecladista Tony Kaye, el tecladista Rick Wakeman y Trevor Rabin. Es decir, la famosa formación del octeto que tocó durante la gira de 1991 y 92 denominada Union. Quedaron sin premiar los músicos que entraron en Yes después de Rabin, más estos cuatro: Patrick Moraz, Trevor Horn, Geoff Downes y Peter Banks. De los premiados, los únicos que faltaron a la gala fueron Tony Kaye y Chris Squire (por razones obvias, este último). Y aunque Bill Bruford sí recogió su premio, luego no tocó con el grupo en la fiesta, ya que afirmó estar retirado de la música. Además, Bruford fue el único que no dio un discurso de agradecimiento por la inducción del grupo al Salón de la Fama.


Las canciones que interpretaron fueron “Roundabout” y “Owner of a Lonely Heart”, quizás, sus dos mayores clásicos, de los 70 y 80, respectivamente. En la primera canción, junto a Howe, Rabin, Anderson, White y Wakeman, subió a tocar de invitado Geddy Lee, legendario bajista de Rush, quien minutos antes le había dado una conmovedora bienvenida a Yes con un discurso muy emotivo. Luego, en “Owner…”, Steve Howe asumió el inédito rol de bajista, mientras, como de costumbre –cuando tocan junto a Anderson en la gira de ARW- Trevor Rabin y Rick Wakeman se bajaron del escenario para terminar tocando entre el público (Rabin con su guitarra y Wakeman con su famosa "guitarra-teclado").

Hasta Joan Baez se levantó para aplaudirlos...

LOS DISCURSOS

Como decíamos, los encargados de darle la bienvenida a Yes al Rock and Roll Hall of Fame fueron Geddy Lee y Alex Lifeson, ambos integrantes de Rush. Habían pasado cuatro años desde la –también tardía- entrada del legendario trío canadiense a este parnaso rockero, y ahora les tocaba el turno de recibir a sus colegas. Para eso, estas leyendas del rock canadiense dejaron de lado el típico bla, bla, bla de los discursos de este tipo, concentrándose en todos los recuerdos y vivencias que tuvieron en su vida en relación al grupo británico.


Lifeson: Estamos honrados de estar esta noche aquí haciendo esto. Es algo realmente grande. En mi caso particular, mi viaje con Yes comenzó siendo aún un adolescente, cuando descubrí The Yes Album, totalmente shockeado por esa cabeza sin cuerpo que se veía en su tapa. Sin dudas, Yes fue mi puerta de entrada en muchos sentidos. Y cuando Yes sonaba en mi cuarto, yo también tocaba al unísono. Me pasé un montón de horas tratando de sacar canciones como "Starship Trooper" y "Yours Is No Disgrace". ¿No es maravilloso ese remolino de sonidos con el que termina "Starship Trooper"? Lo debo haber escuchado un millón de veces. Yo amaba esa música. Aún más, me ensenaron a hacer lo mío… como nunca lo había hecho. Creo que nunca le hice justicia como se lo merecían, pero aun los amo. Yes me dio el regalo de la música, que es todo, como ustedes ya saben. Ellos me hicieron querer ser un mejor músico, y me otorgaron algo de esa determinación que hace que hoy pueda estar acá, en este escenario, para darle este tributo a esta banda asombrosa.  
Los dejo con esta reflexión: las elecciones musicales que hacemos en nuestra juventud nos ayudan a moldear eso en lo que luego nos convertimos. Elegí la intro de guitarra de "Going for the One." Elegí aprender como tocar "Starship Trooper" en una guitarra barata de segunda mano. Elegí el asombroso sonido de bajo de Chris Squire. Elegí la voz etérea de Jon Anderson. Elegí Fragile. Elegí usar una capa antes de que Rick Wakeman lo haga. Elegí estar afuera de tu casa toda la noche para ver a tu banda favorita. Elegí "Roundabout". Elegí el glorioso trabajo de guitarra en "Owner of a Lonely Heart". Tan hermoso. Elegí el Rock and Roll Hall of Fame. Y definitivamente, elegí Yes. 

Lee: Me gustaría que el Rock and Roll Hall of Fame me dé un par de minutos para contar acerca de algunas de mis experiencias personales con Yes, la banda. Imaginen esto: en los primeros setentas, me pasé de uno a tres años en el secundario, sentado en el fondo de la clase junto a mi amigo Oscar (…) Aun puedo recordar el día en que nos rateamos del colegio y nos fuimos a la casa de Oscar a escuchar música. Recuerdo como nos sentábamos con las piernas cruzadas en el piso de su cuarto, y como allí él me hizo conocer un álbum llamado Time and a Word de una banda que se llamaba Yes. Aun tiemblo con la parte de bajo en "No Opportunity Necessary, No Experience Needed", de la misma forma que lo hice la primera vez que la escuché. Por años la gente me pregunta porque elegí tocar en un bajo  Rickenbacker, y mi respuesta se centra en ese álbum, en esa canción. Luego Oscar me hizo escuchar "Yours Is No Disgrace" y después "I've Seen All Good People". En ese momento, sentados allí, con esas canciones sentíamos como nuestros mundos musicales, todo lo que habíamos escuchado hasta ahí, era desplazado, cayendo desde su eje. Yo podría haber sido apenas un joven músico que terminara tocando en un sótano en Toronto, pero a través de Yes, me introduje en un amplio mundo musical lleno de posibilidades. Un lugar en donde la música parecía no tener limitaciones.
Fue una noche de 1972, cuando Oscar y yo, además de este tipo que está hoy aquí al lado mío, Alex Lifeson, pudimos ir a ver en vivo a Yes en Toronto. El cielo parecía un alto domo de estrellas, y me acuerdo que Alex fue a comprarnos un par de bebidas. Aun puedo cerrar mis ojos y volver a ese momento, como si estuviera sucediendo ahora mismo. Intelectualmente, visualmente, visceralmente sentado en esa fila 10. Fue algo que yo no había visto o experimentado jamás. Fue en verdad profundo. No hace falta decir que cambió para siempre la manera en que yo tocaba o escuchaba la música. Y ahora estamos aquí, décadas después, y la música de Yes aún se me presenta como un continuo en mi vida. De parte de Oscar, mi buen amigo, y de Leo, el amigo de Alex, quienes no están aquí esta noche, además del propio Alex y de mí, quisiera darle las gracias a Yes. Es un grandísimo privilegio para nosotros honrar y corregir una total equivocación, para finalmente dar la bienvenida a Yes al Rock and Roll Hall of Fame.

Luego de estos emotivos discursos de inducción dados por Geddy Lee y Alex Lifeson, los miembros supervivientes de Yes entraron juntos al escenario, por primera vez desde el final de la gira Union, a principios de 1992. Esto fue lo que dijeron (prestar especial atención al hilarante discurso de Rick Wakeman).


Jon Anderson: En verdad, ¡esto es para todos los fans de Yes! (aplausos) Esto es curioso, porque recuerdo cuando estuve en el Hall of Fame, hace tres años, con mi hermosa esposa, Janey. Justo allí está ella. Y caminé por el Hall of Fame, en donde estaban todos mis héroes. Cada uno de ellos… Desde… Little Richard… No puedo creerlo, muchachos. Están tan hermosos. ¡Mírense! ¡Todos tan hermosos! ¡Wow! ¡Bill Haley! Bill Haley y sus Cometas. Stevie Wonder. Miren a todos esos grandes… Nosotros nos estamos uniendo a ellos. No puedo creerlo. Es en verdad asombroso. Yo tuve mucha suerte, como ustedes saben. Esta noche se cumplen 49 años de la noche en que conocí a Chris Squire en un bar. Fue en abril de 1968. Fue un momento mágico cuando conocí a Chris. Aún recuerdo cuando fui y le dije: “Hola, Chris. ¿Cómo te va?” ¡Él era tan alto! No podía creerlo.
De cualquier forma, fundamos la banda. Y tuvimos un guitarrista llamado Peter Banks. También tuvimos un baterista llamado Bill Bruford. ¡Oh, aquí está! Mr. Bill Bruford. Está justo detrás de mí. (risas) Pero Chris está en el cielo ahora. Y Peter Banks también está en el cielo y en espíritu. Ellos están aquí con nosotros esta noche. Eso es seguro.
No sé qué más decir. Amo estar aquí. ¡Muchachos, son hermosos! ¡Wow! ¡Hermosos! ¡Escuchen como gritan mis hijos, Damien, Deborah y Jade! No puedo creer que ya tenga nietos. Es asombroso. (risas) La vida me pasó tan rápido. No lo puedo creer. Estoy muy contento de que estemos en Yes. Yes significa rock para mí. ¡Aquí los dejo con el señor Trevor Rabin!


Trevor Rabin: Hola a todos. Esto es un increíble honor. Y está buenísimo ingresar a este Salón de la Fama junto a mis amigos y Neil y Jonathan y todos. Y además de todos los que han ingresado, me gustaría agradecerles a mi esposa, Shelley, y mi extremadamente talentoso hijo, Ryan. Por supuesto, también a Brian Lane, Larry Magid. Muchas gracias por todo, y les dejo a Rick Wakeman. Perdón, Alan White.

Alan White: Hola a todos. Gracias. Es genial verlos a todos aquí. Este ha sido un largo camino. Ante que nada, me gustaría agradecer al Rock and Roll Hall of Fame por este ingreso de nuestro grupo. Segundo, me gustaría agradecer a mi esposa y a mi familia por estar aquí conmigo esta noche. Y también, a todos y cada uno de nuestros fans alrededor del mundo. Por último, me gustaría nombrar a Chris Squire. He trabajado con él durante 43 años, y fue uno de mis mejores amigos. Y tuvimos una relación como ninguna. Y… gracias a todos por este premio. Gracias. 


Steve Howe: Okay, soy Steve Howe. Me voy a tomar solamente unos minutos, pero por supuesto nos encantaría agradecer a todos nuestros fans por no dejar de creer todos estos años que nos merecíamos ingresar en el Rock and Roll Hall of Fame [aplausos] La fama hace vacilar a mucha gente, y algunos se terminan quemando en su gloria. Otros, meramente, intentan ganar notoriedad por sus empeños musicales. Por eso, cada vez que suena nuestra música, aún mucho tiempo después de haber sido creada, esto ya es una paga para todos aquellos que la hicieron y un reconocimiento a aquellos que ya no están con nosotros. Permitiendo a éstos permanecer, iluminando a quienes contribuyeron en estas grandes ideas y melodías y letras y arreglos y dirección de la música de Yes.
Nada puede apartarnos de la responsabilidad que han puesto en nosotros nuestros fans, quienes, obviamente, tienen un oído diferente al de los amantes de la música en general, afortunadamente, para nosotros. Ellos son capaces de distinguir las texturas y las armonías y las disonancias y la dinámica de lo dramático y lo humilde, o de lo suave de un coro amoroso. Y como Bill solía decir, cada vez que le preguntaban, “¿Qué es la música de Yes?” Bill decía, simplemente, “Algo de ella es rápida y algo de ella es lenta”.
Quisiera robarles otro minuto para agradecer a mi maravillosa esposa y a nuestra maravillosa familia, quienes han estado detrás de nosotros durante los altos y los bajos. Los amamos mucho. Seguiremos adelante, para dar a conocer nuevos trabajos de Yes. Muchas gracias a todos (aplausos).


Rick Wakeman: ¿Esto se puede subir? (señalando al micrófono) La historia de mi vida. (risas) Ah, olvídenlo. Estoy muy contento de estar aquí por un montón de razones, ser incluido en este Salón de la Fama. Una de ellas es, en efecto, ser parte de Yes y haber sido incluido en el Rock and Roll Hall of Fame y la otra es algo que probablemente no debería decirles, pero a menos de una milla y media de este edificio es donde tuve mi primera experiencia sexual significativa. (aplausos) No. No. No. Por favor. Tampoco fue tan buena. (risas) De cualquier forma, como decía Steve, cuando le agradecía a su esposa, yo quisiera agradecerle a la mía. Desafortunadamente, ella no está aquí esta noche. Cuando la dejé esta mañana, creí que en realidad estaba en coma… el sexo aun es el mismo, pero la ropa para lavar se sigue acumulando.
Me gustaría agradecer, aparte de todos los muchachos de Yes con los que he trabajado, a mi padre, a quien le debo gran parte de mi carrera. En mi familia, a lo largo de los años, todos nosotros estuvimos metidos en la industria del espectáculo. Generalmente, éramos muy, pero muy pobres. Mi padre era imitador de Elvis. Pero no lo llamaban mucho para que hiciera ese papel en 1947. (risas) El me enseñó un montón. Aún recuerdo una vez que me sentó y me dijo. “Hijo”, él dijo, “No vayas a ninguno de esos baratos, sucios, desagradables y deprimentes clubes de desnudistas, porque si lo haces, seguramente veras algo que no deberías.” Así fue, por supuesto, cuando fui a uno de ellos y lo vi allí a mi papá. (risas)
Me gustaría agradecer un montón al Rock and Roll Hall of Fame por haber hecho ingresar a Yes. Quiero contarles, que estoy feliz que estemos en la tercera edad porque una vez que empiezas a envejecer, las cosas viejas como la próstata se ponen un poco en acción. Por eso me gustaría decirles cual importante es no dejar de hacerse el examen periódico de próstata, lo que en efecto me hice el lunes. A las damas presentes, ustedes no saben, lo duro que es. Te ponen en la vieja posición fetal, y escuchas el ruido del viejo guante de plástico cuando sale o el del guante de goma. Y entonces es como si tuvieras una ardilla adentro tuyo de vacaciones. Una vez que concluyó mi examinación, el doctor me dijo: “Mr. Wakeman, no hay nada de embarazoso en esto. No es inusual tener una erección con esta clase de procedimiento.” A lo que yo respondí: “No he tenido una erección”. Y él dijo: “Lo sé, pero yo sí”.

Traducción: Emiliano Acevedo