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viernes, 18 de agosto de 2017

SUI GÉNERIS: Canciones de una época agridulce...




De muy pocos discos en la historia del rock mundial se puede decir que todas (o casi todas) sus canciones han quedado en el recuerdo como hitos populares, a pesar de no contar con mucha difusión en los medios masivos. Y este es el caso de Confesiones de Invierno, el segundo álbum de Sui Géneris, editado en agosto de 1973, la producción que lanzó definitivamente a la fama al dúo formado por Charly García y Nito Mestre.


Sin dudas, Confesiones de Invierno fue un álbum ambicioso, tanto en lo que respecta a su contenido como a su realización. Nuevamente con la producción del genial y multifacético Billy Bond, éste sería un disco mucho más pulido que Vida, ya que fue registrado en ocho canales -todo un lujo para esa época- en los célebres estudios de la RCA y en Phonalex. Más tarde, su éxito de ventas fue brutal entre los jóvenes y adolescentes de aquellos años, sobrepasando las expectativas más optimistas, hasta darle un matiz popular al rock argentino en aquellos primeros y afiebrados años de un género musical que aún subsistía como un fenómeno cultural under.

Y es que todas las canciones del disco, compuestas integralmente por Charly, eran de una calidad superlativa. Empezando por “Cuando ya me empiece a quedar solo”, el brillante relato en primera persona en donde un García de tan solo 21 años, luego de darse cuenta que no iba a ser joven por siempre, se imagina la posible vejez de un artista olvidado y sumergido en la soledad. Sin dudas, una canción melancólica y triste, pero sumamente apasionada, debido quizás a esa onda tanguera presente en sus primeras estrofas –gracias al aporte del bandoneón de Rodolfo Mederos-, que terminaba estallando en un poderoso y conmovedor estribillo bien rockero y cancionero. En “Bienvenidos al tren” el dúo hacía su propia declaración de principios, en clave folk, llamando a todos los que quisieran subirse a ese bohemio y mágico tren musical que arrancaba con destino a un imaginario fogón en donde todos podrían cantar, tocar la viola y ser felices.

“Un Hada, un Cisne” fue un tema curioso, porque debido a su letra, casi de cuento infantil (y deprimente…), no muchos repararon en su hermosa y fina melodía, en clave jazzera, en la que se destaca el dueto instrumental de Mestre (flauta) y García (piano), potenciados por la participación estelar del baterista Juan Rodríguez, quien luego se convertiría en el batero full time y definitivo de Sui Géneris. Por su parte, “Confesiones de Invierno” era una canción 100 % del mejor Charly García íntimo y confesional, y quizás por ello el Bicolor haya decidido cantarla solo, acompañado por su guitarra. En este tema se narraba, en primera persona, el derrotero desafortunado de un joven (que a la manera de varios otros de aquellos años, como por ejemplo el malogrado Tanguito) no puede ni quiere adaptarse a los dictámenes de una sociedad, que parece dejarlo de lado, a la vez que reprime su derecho a la libertad por el uso de la fuerza policial, hasta terminar internándolo en un neuropsiquiátrico.

El antiguo Lado Dos de este álbum editado por el sello Talent-Microfón, arrancaba con ese otro himno de fogón intitulado “Rasguña las piedras”, una de las canciones más populares de la historia del rock argentino, y –quizás- también la más exitosa de la carrera de Charly García. Un verdadero clásico que hablaba alegóricamente acerca del amor por la libertad, pero que, con el correr de los años,  suscitaría variadas interpretaciones entre el público, llegando hasta el absurdo de vincular la inspiración de su letra a la posible historia de una novia cataléptica de Charly, que habría sido enterrada viva, o a la que, incluso, se le había caído una pared encima (!) Según su autor, estas interpretaciones propias de la leyenda urbana no tenían nada que ver con la realidad, ya que “la idea del tema era expresar las ganas que tiene uno de sacarse de encima las lacras de la sociedad y también sus propias debilidades, los empecinamientos o los clisés negativos que cada uno lleva adentro”. En lo que respecta a lo instrumental, “Rasguña las piedras” se grabó con el acompañamiento de una orquesta dirigida por Gustavo Beytelman, un prestigioso conductor y arreglador de música clásica. Charly había llamado a Beytelman para que lo ayudara a redondear el tema, debido a su complicada polirrítmica parte central, que hacía que los músicos chocaran en el momento de la interpretación.

“Lunes otra vez” era un tema folk alegre que, paradójicamente, relataba el desosiego habitual del común de los mortales ante la inminencia del peor día de la semana, ese que le pone punto final a esa esperanza de escape, redención y ocio que es el fin de semana. Sin dudas, ese cuasi blues intitulado “Aprendizaje” fue otra leyenda de la música popular argentina, luego también reconvertido en canción de fogón e interpretada mil veces. Su popularidad quizás se deba a que enumeraba buena parte de los anhelos, miedos y esperanzas del imaginario de los adolescentes de la clase media argentina de aquellos años. Nada que ver con el rockazo “Mr. Jones”, un “sangriento” tema en donde se relataban los asesinatos en serie de una familia, a quienes también se los podía relacionar con la “normalidad” de Los Locos Adams

Luego de esta canción,  Confesiones de Invierno llegaba a su fin con la pretenciosa “Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario o no”, otro relato en primera persona, complejo y apasionado, en donde un monarca caído en desgracia contaba como una revolución popular había arrasado a su antigua corte y reinado, dejándolo en la ruina, por haber encabezado un gobierno –sumergido en el lujo y la vanidad- ignorante de las penurias de su pueblo. Sin dudas, una canción que ahora se podría emparentar, desde lo musical, con el estilo ópera rock de Tommy, de los Who; y con respecto a su letra con varios gobernantes inútiles y poco perspicaces de la historia política mundial (como por ejemplo, el último zar ruso Nicolás II o, incluso, nuestro inefable Fernando De la Rúa), cuyos inopinados mandatos no tuvieron un final feliz.

En resumen, más allá de ser muchas veces criticado por su aparente estrechez de miras, por ser muy “inocente” desde lo musical, o, incluso, “adolescente” debido a las temática de sus letras, la calidad artística de Confesiones de Invierno es incuestionable, y sigue sorprendiendo a propios y ajenos, aun hoy, a más de 40 años de su lanzamiento. Y por eso seguirá figurando en la lista de los álbumes imperdibles, y necesario rito de pasaje, para miles de oyentes neófitos que se acercan por primera vez a lo mejor de la música joven de este bendito país.

LA PROGRESIVA ELECTRIFICACIÓN DE SUI GENERIS

A principios del 74, Sui Generis incorporó a Juan Rodríguez, quien junto a Rinaldo Rafanelli (bajo) formarían la sólida base musical que necesitaban las soberbias canciones que García empezaba a componer. Recién luego de muchos meses de ensayo comenzaría la grabación de un nuevo álbum. Hacía poco que Charly había empezado  a experimentar con modernos teclados y sintetizadores (Mini Moog, ARP Solina String Ensemble, clavicordios Hohner, órganos Hammond, piano Fender Rhodes, etc.) traídos especialmente por el productor Jorge Álvarez desde Estados Unidos. Esta mixtura de registros sonoros dio al disco un carácter más ecléctico y progresivo que haría desaparecer el sonido acústico de los inicios del dúo. De movida, la producción iba a llevar por título Instituciones, aunque posteriormente sería llamado (para alivianarlo) Pequeñas anécdotas sobre las instituciones. Por supuesto, el disco tuvo problemas de entrada con la censura. O, en este caso, de autocensura, porque Jorge Álvarez le sugirió a García que también alivianara un poco el contenido de las letras de las canciones. Eso colocó a Charly en la tarea de revisar el modo de expresar sus ideas.

Recordemos el contexto de época. Aquellos eran los días en los que la sociedad aún se veía sacudida por la reciente muerte de Juan Perón. El gobierno había recaído en manos de su viuda Isabel Martínez, mientras que se verificaba un vacío institucional impresionante y, a la vez, se intensificaba la lucha armada entre la guerrilla (Montoneros y ERP) en contra del poder de extrema derecha enquistado en el gobierno de la mano del "brujo" López Rega, el cual manejaba grupos paramilitares anticomunistas (la tristemente célebre Triple A). Mientras tanto las Fuerzas Armadas, en las sombras, iban encubando el huevo de la serpiente, comenzando a delinear su plan represivo para la futura toma de gobierno, concretada finalmente el 24 de marzo del 76 cuando se inició el sangriento Proceso de Reorganización Nacional.

Dentro de este contexto era seguro que un disco con letras tan explicitas como Instituciones  iba a ser visto "con lupa", y era casi exponerse a un “suicidio en público”. De esta forma, por temor a la censura y las represalias, el tema "Tango en segunda" (a último momento) debió reemplazar al muy explícito "Juan Represión" y el instrumental "Tema de Natalio" a "Botas locas", éste último una crítica el servicio militar obligatorio. Mientras que las letras de otros temas como "Instituciones", "Las increíbles aventuras del Sr. Tijeras" y "Para quien canto yo entonces"; fueron modificadas, alivianando su contenido. En lo que respecta a lo musical, en este álbum también participaron varios músicos amigos invitados: David Lebón en guitarra, León Gieco en armónica y el recordado Jorge Pinchevsky en el violín.

El disco abría con Instituciones, un tema que mostraba el notable avance que había tenido García en lo instrumental y en la composición de letras más adultas, no tan adolescentes. Letras que, por el contrario, ya comenzaban a "meter el dedo, ahí en donde duele..." como dijo, alguna vez, el propio Rafanelli. El tema reflejaba la opresión que las instituciones ponían sobre la juventud: "Los magos, los acróbatas, los clowns... Oye niño las cosas están de este modo... tenés sábados, hembras y televisores...no preguntes más!!!".

"Tango en Segunda" era Charly metiendo su cabeza dentro de la música ciudadana y su fusión con el rock progresivo (en auge en esa época). La canción incluía el derecho al pataleo del dúo en contra de su manager Jorge Álvarez: "A mí no me gusta tu cara, ni me gusta tu olor...". Sobre el final, la canción presenta, por primera vez, un leitmotiv melódico que sería usado nuevamente por García en producciones posteriores (en el disco Películas, de la Máquina de Hacer Pájaros y en La Grasa de las Capitales, de Serú Girán).

"El Show de los muertos", es uno de los temas más particulares del disco, con sus letras metafóricas y su música tenebrosa y encantadora por igual. Este tema incluye un solo de saxo sintetizado, el cual genera un clima casi "Floydiano" totalmente inédito en la música del dúo. Inmediatamente después se escuchan los rápidos tijeretazos (en estéreo, pasando de un canal al otro) del Señor Tijeras, el personaje central de una genial fábula basada en la historia de un famoso censor de la época: Miguel Paulino Tato, un oscuro funcionario a cargo del Ente de Calificación Cinematográfica, un verdadero inquisidor que decidía que podían ver o no los espectadores en el cine. El tema en cuestión se llama "Las increíbles Aventuras del Sr. Tijeras" y contiene climas cambiantes así como un armado melódico bastante interesante, que incluye un crescendo imponente y perturbador, cuando la locura del Sr. Tijeras lo lleva a confundir realidad con ficción, asesinando a su esposa, de la misma forma que “asesinaba” la libertad de expresión, a tijeretazo limpio. En lo musical, rock progresivo de primera calidad, en la veta del rock sinfónico italiano, como el de Premiata Forneria Marconi o Banco del Mutuo Soccorso; y en lo lirico, con unos versos tan cómicos como brutalmente sintonizados con la época. Eran las primeras pinceladas del García como compositor de canciones que reflejaban como nadie en el rock, y con humor, la difícil realidad de la sociedad argentina. Como en esa parte de la letra que dice: "Te veré en 20 años en televisión... cortada y aburrida, a todo color...", algo que pasó en la realidad con varias de las películas prohibidas por Tato, como fue el caso de El Último Tango En Paris, de Bernardo Bertolucci, por ejemplo.

"Pequeñas delicias de la vida conyugal" abría el antiguo Lado 2 de la edición en vinilo de esta obra. Esta canción era otra típica página adolescente de Sui Generis, pero, a diferencia de los discos anteriores, su sonido es muy progresivo. "El tuerto y los ciegos" es, en cambio, una pequeña página "folk",  que cuenta con una gran performance de Pinchevsky en violín, y una muy bella letra de Charly. Más tarde llegaba "Música de Fondo para Cualquier Fiesta Animada", una genial metáfora de la realidad argentina de la época. Un tema con mensajes lamentablemente atemporales que serían proféticos, muy poco tiempo después. La siguiente es una página instrumental llamada "Tema de Natalio", compuesto (de apuro, como decíamos antes) por García y Rafanelli. Supuestamente inspirado en la “música que escucharía Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris”, este tema, a pesar de sus buenas intenciones y su matiz progresivo, quizás sea el punto más bajo en este superlativo disco.

La última canción, de la edición original, era "Para quien canto yo entonces". Un gran cierre y quizás la primera autorreflexión de Charly García en público sobre su condición de artista dentro de una sociedad tan controvertida como la argentina.

Recién en 1994, se agregarían, como Bonus Tracks, los dos temas auto censurados (según Charly, nuevamente por idea de Álvarez): "Juan Represión" (dedicado, casi con seguridad, a López Rega y Cía.) y la inefable (y a la postre profética, con respecto al Caso Carrasco, que le puso fin a la Colimba) "Botas Locas" .


COLOFÓN

A pesar de la meritoria búsqueda sonora y lírica de este nuevo Sui Géneris, y ante el fracasado proyecto de grabar un nuevo álbum llamado Ácido, la banda no pudo desandar sus pasos en el callejón sin salida que estaban transitando. Las baladas perdían peso ante el abrumador avance del rock progresivo, y, a la vez, los temas de Instituciones poco tenían que ver con el espíritu adolescente que le dio popularidad y éxito al dúo en su inicio. Cansado de luchar para imponer sus nuevas canciones, y ante la perspectiva de alcanzar nuevos horizontes musicales, Charly, de común acuerdo con Nito, decidió ponerle punto final a esta historia. Por eso, a mediados del 75 ambos anunciaron que Sui Generis se disolvía. A pesar del enojo inicial de Álvarez, que incrédulo veía como su número principal se separaba en su mejor momento, se organizó una velada de despedida a todo trapo en el Luna Park, con el nombre de Adiós Sui Géneris, emulando al Goodbye Cream, del power trio inglés. La fecha elegida sería el viernes 5 de septiembre de 1975. Como la demanda de entradas superó todas las expectativas, hubo que agregar otra función para la misma noche. Ambas convocaron a más de 30 mil espectadores. Una cifra inédita en esa primera década del rock argentino, para un único grupo. Había terminado una historia y nacía la leyenda…

Emiliano Acevedo

martes, 7 de junio de 2016

THE BEATLES, Please, Please Me: El primer capítulo de la leyenda...



Cada vez que hablamos de los Beatles se enciende el piloto automático y brotan muchas frases hechas escuchadas hasta el cansancio: “fenómeno cultural indescriptible”, “el grupo emblemático de la década prodigiosa”, “el mayor grupo pop de la historia”, “la música clásica de hoy”, etc., etc. Su carrera es la más deslumbrante en términos creativos del rock, y han dejado una obra incomparable, tanto en calidad como en cantidad. Sí, eran John + Paul + George + Ringo; la fórmula perfecta. Impresionantes, geniales, únicos, nada faltaba en esa baraja: Lennon era el rebelde con inquietudes y genio creativo; McCartney, el bello burgués, un tipo con vocación cancionera; Harrison, el beatle invisible, luchando por mostrar lo suyo en medio de la imparable competencia compositiva de los otros dos; y Ringo, feo y gracioso, impecable baterista, era el chistoso del grupo.
Tenían una química increíble y parecían haber nacido para revolucionar al mundo, reinventándose todo el tiempo, a lo largo de 13 álbumes, en sólo siete años de carrera discográfica. Sin embargo, la biografía de la banda es también una parábola perfecta que muestra cómo alcanzar el triunfo no significa poder esquivar sus peligros. Porque, finalmente, ese monstruo que crearon se los comió; y, tras la dolorosa ruptura de la banda en 1970, ninguno de sus cuatro integrantes pudieron librarse de la etiqueta de ser un beatle. Los meritorios logros posteriores como solistas siempre fueron eclipsados por las hazañas del grupo.
ÉRASE UNA VEZ…

Esta es una historia que comienza en 1962, con la edición de los simples “Love me Do” y “Please Please Me”, pero será recién con la salida de su primer álbum, Please Please Me, el 22 de marzo de 1963, cuando la popularidad del grupo se disparará hacia la estratosfera. Sin embargo, les costó mucho llegar al estrellato a estos jóvenes provincianos ingleses, oriundos de Liverpool. Es más, si no hubiese sido por el tesón y entusiasmo de su manager, Brian Epstein, quizás nada de esto hubiese ocurrido. Epstein había tomado las riendas del grupo luego de verlos actuar en The Cavern, a fines de 1961, y se propuso imperiosamente conseguir que estos muchachos, que hacía 4 años venían batallando arriba de un escenario, pudieran triunfar con su música. Para eso, Epstein no cejó en su empeño y comenzó a mover sus influencias para que algún sello discográfico se interesara en los Beatles.

Así, Brian viajó a Londres y consiguió que Decca les tomara una prueba a sus pupilos. Fue el 1ro de enero de 1962, pero no tuvieron suerte. Luego, también serían rechazados por Pye, Columbia y HMV; hasta que consiguen que les den una oportunidad en Parlophone, una pequeña subsidiaria de EMI. El jefe de Artistas y Repertorios de Parlophone era George Martin, en adelante el productor del grupo, y un personaje que tendría una importancia central en el desarrollo creativo y musical posterior de los Beatles, a lo largo de toda su carrera discográfica.

Cuando Please Please Me fue editado el mercado discográfico de la música pop inglesa aún estaba en pañales. Todavía la música de los adolescentes estaba centrada en la venta de singles y por eso la mayor parte de los artistas del rock n´roll norteamericano –idolatrados por los Beatles- no podían triunfar en los charts de los discos larga duración, dominados por sofisticados cantantes como Paul Anka, Bobby Darin o Neil Sedaka, los discos instrumentales de las orquestas easy listening o las bandas sonoras de las comedias musicales hollywoodenses. En este punto, la llegada de los Beatles fue una tabla rasa que movió, literalmente, los cimientos de la industria discográfica mundial, reformateando todo lo existente. Nada fue igual después de aquel primer disco, porque los fab four demostraron todo el potencial artístico y comercial que podía tener un grupo pop

LA COCINA DEL ÁLBUM

Paradójicamente, el proceso de grabación de Please Please Me fue muy corto. Habiendo grabado dos simples durante 1962, los Beatles hicieron su primera visita a los estudios de EMI, en Abbey Road, el lunes 11 de febrero de 1963 para grabar las restantes canciones que necesitaban para editar su primer larga duración. Así, en solo 9.45 horas, y utilizando 7 horas y media netas de cinta grabada, pudieron completar 11 canciones, que se sumaron a las cuatro que el grupo había registrado con anterioridad en sus dos primeros singles. La única canción que no se usó de las que grabaron en esa sesión fue “Hold me Tight”, que sería regrabada para ser incluida 7 meses después en el segundo álbum del grupo. En resumen, durante las tres sesiones de aquel día -cada una de tres horas, aproximadamente- los Beatles reprodujeron lo que era el sonido del grupo en el vivo del Cavern Club –con composiciones propias más covers de otros artistas-, porque no contaban con la posibilidad de realizar sobregrabaciones ni editajes en las canciones destinadas para el álbum.

La primera sesión de ese día tan productivo comenzó a las 10 de la mañana con la grabación de “There´s a Place”, con Lennon en la voz principal y McCartney haciendo las armonías vocales. Después de 10 tomas, la grabación prosiguió con “I Saw Her Standing There”, y para las 13.00 el grupo ya tenía las bases listas de las dos canciones, para ser completadas a la tarde. Tres canciones más (“A Taste of Honey”, “Do You Want to Know a Secret” –ésta, el estreno de George como vocalista- y “Misery”) fueron grabadas entre las 14.30 y las 18, y, luego de un break, a las 19.30 comenzaría una sesión nocturna de 3.45 horas en la que el grupo completaría la grabación de nada menos que seis canciones más (en su mayoría, versiones de temas de otros artistas, como “Anna, Go to Him”, de Arthur Alexander; o “Boys”, de las Shirelles, cantada por Ringo), terminando la jornada de grabación con “Twist and Shout”. Esta canción tuvo que grabarse en último lugar, por culpa de un catarro que afectaba a la voz de John Lennon. La decisión fue tomada por George Martin, que temió que dicha afección pudiese arruinar las sesiones de grabación de aquel día si “Twist and Shout” hubiese sido una de las primeras canciones en ser interpretada por John. El tema había sido un pequeño éxito en los Estados Unidos, interpretado por los Isley Brothers, pero, sin dudas, la versión de los Beatles terminó siendo casi la definitiva de la canción (tanto es así que no poca gente cree que ésta es una composición propia del conjunto inglés). En total, Please Please Me tuvo un módico costo de producción de 400 libras y requirió menos de 25 horas en ser grabado, editado y mezclado. Luego, cuando los álbumes siguientes de los Beatles se hicieron cada vez más complejos, a veces ese terminó siendo el tiempo requerido para grabar una única canción…
  
UNA FIEBRE IMPARABLE

Es inevitable que los contemporáneos de aquella locura que terminaron dedicados al mundo de la música no recuerden tamaña ruptura: Corría el año 64, y yo tenía 12 o 13 años. En los asaltos, en donde las chicas llevaban la comida y los chicos la bebida, poníamos un Winco en la terraza para bailar. Hasta que un día vino un pibe con un simple de los Beatles que traía “Please, Please me” y “Love me do”. Me acuerdo que estábamos boludeando con las chicas cuando, de pronto, escuché ese simple y me dije: “¿Qué es eso?” Pensaba: “¿Estos serán los Pickles, de los que se habla tanto en la televisión, en las revistas? ¿Estos son los melenudos?” Te juro que en ese momento me paso algo místico, algo que creo no me pasó en la mente, sino más adentro, e hizo que me olvidara de las chicas, y me sentara al lado del Winco para poner el disco una y otra vez, aunque me empezaron a cagar a pedos, diciéndome: “¡Pará!” Pero, ¡¿Qué mierda vas a poner, después de escuchar por primera vez a los Beatles?! ¡¿A Paul Anka?! En resumen, me quedé obsesionado con su música..." (Rinaldo Rafanelli)

Por supuesto, la repercusión del álbum fue casi inmediata, dando comienzo a lo que luego se llamaría beatlemania, un fenómeno de popularidad nunca visto en la música joven. Esto se empezó a corroborar cuando Please Please Me llegó al puesto número 1 el día 11 de mayo de 1963, permaneciendo en ese puesto durante 30 semanas hasta el 7 de diciembre de 1963, fecha en la que fue sustituido en la primera posición por el segundo LP del grupo, With the Beatles.
  
ESTADO DEL ARTE: SUS CANCIONES

En sí, a pesar de tener la primera de una larga serie de tapas icónicas debido a esa fotografía –obra del galés Angus McBean- con el grupo posando en las oficinas londinenses de la EMI, Please Please Me nunca fue una joya invalorable y está bastante lejos de lo mejor de la producción de los fab four. Inclusive, hoy, 50 años después, sus canciones hasta pueden sonar un tanto ingenuas, pero jamás perdieron esa frescura que evidencia cómo era la música del grupo en sus comienzos. Sin embargo, hay temas de ese primer repertorio que envejecieron mejor que otros, y esos fueron, en su mayoría, las composiciones propias sobre las versiones de temas ajenos, mostrando así hasta qué punto estábamos en presencia de un grupo peculiar, centrado –y mucho más en ese comienzo- en esa dupla compositiva imbatible formada por Lennon y McCartney

Una de esas primeras composiciones incluidas en este disco que pasaría a la historia fue “Love me Do”, el primer simple editado por el grupo. Era una vieja canción, compuesta principalmente por Paul, entre 1958 y 1959. Empezaba con la característica armónica tocaba por Lennon, agregándose Lennon y McCartney con las voces principales, cantando en forma simultánea. Algo que no muchos saben es que este tema fue grabado en varias ocasiones con tres bateristas diferentes. La primera vez, los Beatles la hicieron con Pete Best –su primer batero-, el 6 de junio de 1962, como parte de la audición para la EMI. Luego, el 4 de septiembre, la grabaron de nuevo para editar el simple, cuando Best ya –por pedido de George Martin- había sido echado del grupo y reemplazado por Ringo Starr. La tercera versión de la canción –que sería la finalmente incluida en Please Please Me- fue grabada una semana después, pero con el baterista de sesión Andy White, ya que George Martin no había quedado muy satisfecho con la interpretación de Ringo, quien en esta versión quedó relegado a tocar solamente la pandereta. 

Siempre me pregunté quien cantaba en “Love me Do”, porque las voces están en quintas (intervalos). Eso me quedó como una tara: la eliminación de la tercera. La tercera es la del medio, la que define si un acorde es mayor o menor. Y aquí cantan un re y un sol, pero se olvidaron del sí, o no lo pusieron a propósito para que uno haga la voz ahí, armonizando con ellos. Ese es el gancho. ¿Viste que siempre te dan ganas de cantar con los Beatles? Esa cosa tipo “flautista de Hamelin” que tiene su música. Andá a saber de dónde sacaron eso, como se les ocurrió. Porque eso de usar dos melodías al mismo tiempo es de la música clásica.” (Charly García)

En lo que respecta a “Misery”, era una canción coescrita por John y Paul, y se convertiría en la primera canción de los Beatles en ser versionada por otro artista, cuando la grabó el cantante y actor Kenny Lynch, poco después, en ese mismo 1963. En realidad, este tema había sido compuesto para la cantante Helen Shapiro, quien los acompañaba en las giras, pero la canción fue rechazada por su productor. En esa época, Shapiro era la cantante femenina de mayor éxito en las listas británicas. Según la visión del escritor Ian McDonald, “Misery” no es más que “un retrato cómico de la auto-compasión de los adolescentes”, ya que no era una canción triste, ni mucho menos, sino un tema con mucho ritmo (una tendencia que luego sería marca registrada del catálogo beatle: las canciones alegres con letras tristes, como por ejemplo el caso de “I´m Down”).

Como dijimos, “Anna (Go to Him)” era un balada soul de Arthur Alexander, y una de las preferidas de John Lennon, por lo que se convirtió en un cover habitual en los shows de los Beatles en esa época. En este punto, la apasionada versión beatlesca se destacaba de la original de Alexander por la emotividad dolorosa que la voz de John le agregaba a la canción. 

La canción “Chains” había sido escrita para las Cookies, por la exitosa dupla creativa formada por Gerry Goffin y Carole King, también marido y mujer. Luego, a partir de los 70, Carole –ya separada de Goffin- se convertiría inesperadamente en una super estrella del pop por derecho propio con la edición del clásico álbum Tapestry (1971), con un repertorio enteramente compuesto e interpretado por ella misma. Con respecto a la versión de los Beatles, Ian Mac Donald la criticó negativamente, escribiendo que estaba “ligeramente fuera de sintonía y carecía de espontaneidad”. Algo que no estaba demasiado lejos de la realidad, ya que “Chains” -cantada por George Harrison- sin dudas, era uno de los puntos más flojos de Please Please Me

“A Taste of Honey” era una canción escrita por Bobby Scott y Ric Marlow, y, originalmente, una pieza instrumental que funcionaba como leitmotiv en la versión musical de Broadway de una obra teatral titulada A Taste of Honey, luego también llevada al cine. Los Beatles habían empezado a interpretar esta canción en sus shows a partir de 1962, pero modificando un poco la letra.

“Boys” había sido un tema compuesto por Luther Dixon y Wes Farrell e interpretado originalmente por las Shirelles. En la versión de los Beatles, como dijimos, cantaba Ringo, quien hacía una interpretación jocosa con su voz desafinada, que luego sería marca registrada en varias canciones futuras del grupo como “Yellow Submarine” o “With a Little Help for My Friends”. En lo que respecta a la sesión del 11 de febrero de 1963, los Beatles grabaron “Boys” en una sola toma, pero esta no sería la única canción de las Shirelles en este primer álbum, ya que también incluirían una versión de “Baby It´s You”, ésta última escrita por el gran Burt Bacharach y Luther Dixon

Volviendo a los temas propios, “Ask Me Why” era otro impecable rock alegre, escrito a principios de 1962, principalmente por John, con un estilo que parecía emular al grupo norteamericano The Miracles; y “P.S. I Love You” era una gran canción de amor compuesta por Lennon y McCartney, en la línea de composiciones de Buddy Holly como “Peggy Sue”.

Cuenta la leyenda que “Do You Want to Know a Secret”, compuesta principalmente por Lennon, pero cantada por George Harrison, estuvo inspirada en el tema “I'm Wishing” -una canción de 1937 de la película animada de Walt Disney, Blancanieves y los Siete Enanitos, que la madre de Lennon, Julia, le cantaba cuando era niño. Justamente, las dos primeras líneas de la canción en la película (“Want to know a secret? Promise not to tell?” “¿Quieres saber un secreto? ¿Prometes no decirlo?”) aparecían en el tema de los Beatles. Según contó un jocoso Lennon, en una entrevista realizada muchos años después, se había elegido a Harrison para que cantara esta canción porque sólo había tres notas en ella y él no era precisamente el mejor cantante del mundo. Ha mejorado mucho desde entonces…

En “There's a Place”, Lennon y McCartney compartían la voz principal mientras que Harrison hacía coros. El título de esta canción había sido inspirado por “Somewhere”, una de las piezas del repertorio de la clásica película musical West Side Story, compuesto por Bernstein y Sondheim. Justamente, “Somewhere” contenía una línea que decía: “somewhere there's a place for us” (“en algún sitio hay un lugar para nosotros”). Según McCartney el título se le ocurrió luego de comprar la banda sonora de West Side Story, que luego sería el punto de partida en la composición de esta canción claramente influenciada por el estilo de la Motown, la interminable factoría negra de éxitos pop de Detroit. 

“Please Please Me” fue el segundo simple editado por el grupo, el 11 de enero de 1963. Originalmente, fue compuesta por John Lennon como un lento blues, como dijo su propio autor: Fue un intento de crear una canción al estilo Roy Orbison. Yo había escrito una balada sufrida mientras escuchaba a Orbison en la casa de mi tía Mimi, pero George Martin me sugirió que sonaría mejor con un ritmo más rápido. Finalmente, el grupo quedó tan contento con el resultado que quisieron grabarla lo más rápidamente posible. Ya en esos primeros tiempos, Lennon estaba interesado por los juegos de palabra, y en este caso la palabra “please” se prestaba a ser utilizada tanto como “por favor” como “compláceme”. Por tal motivo no fueron pocos los que pensaban que el significado de la letra de la canción tenía una connotación sexual. Incluso, un crítico de música la llamó “la primera canción pop sobre el sexo oral”. Sin embargo, aunque Lennon luego habría de deslizar a menudo insinuaciones sexuales en sus canciones posteriores, esta canción no parece ser un ejemplo de eso, o no fue hecho de forma voluntaria. Sin embargo, la mayor anécdota sobre “Please Please Me” no está vinculada a ese presunto significado sexual sino al vaticinio del propio George Martin, quien, al momento en que se volvió a interpretar en el estudio, el 26 de noviembre de 1962, afirmó que la canción que acababan de grabar sería el primer número uno de la banda. No se equivocó…

El gran guitarrista Ricardo Lew declara: Por supuesto, uno de los mayores impactos de mi vida fue cuando aparecen los Beatles, cuando yo ya tenía 15, 16 años. Al principio, yo había sido muy descreído con ellos, porque desconfiaba de que fueran gran cosa al verlos con esa onda del flequillo y los trajecitos en las fotos… Pero, la primera vez que escuché en la radio “I Saw Standing There”, creí que me moría… Quedé dado vuelta, no lo podía creer. Todo el tema de las voces, el solo de Harrison, que era diferente a todo lo que hasta ahí se había visto, y el bajo infernal de Paul… Bueno, una cosa demencial. Así que quedé loco con su música, pero, como a mí me gustaba el jazz, a partir de ahí empiezo a hacer una doble vida con estas dos pasiones musicales: tocaba el jazz con tipos más grandes, y después me juntaba a tocar con pibes rockeros…” 

“I Saw Standing There” era un rock genial que tenía un ritmo irresistible. Sin dudas, era como la música de Buddy Holly y sus Crickets, pero mucho más ruidosa. La historia del tema dice que, después de escribir el primer verso, “She was just seventeen, she had never been a beauty queen (Ella tenía solo 17 años, nunca había sido reina de belleza”) Paul quería evitar completar la rima con “beauty queen”. El y John se habían dado cuenta de que debían buscar algo mejor que rimara con seventeen porque, según McCartney, debíamos detenernos en esos versos berretas porque íbamos a terminar escribiendo canciones malas. Continuamos buscando palabras en el alfabeto, como between, clean, lean, mean… Así, con la frase “you know what I mean (vos sabés lo que quiero decir)”, pude terminar la canción y la gente captó después el significado implícito...

Como ya dijimos, la sesión del 11 de febrero terminó con la grabación de “Twist and Shout”, una canción compuesta por Phil Medley y Bill Russell Aquel día Lennon mostró signos de un persistente refriado por lo cual se la había pasado bebiendo leche y tomando caramelos para suavizar su garganta. Sin embargo, al final del día los efectos de la tos en su voz ya se hacían indisimulables. Por tal motivo, Lennon se jugó todo lo poco que le quedaba de voz en esa interpretación final de “Twist and Shout”, realizando una performance genial. No obstante, luego de finalizar la grabación de esa primera interpretación, George Martin quiso hacer una segunda, para luego elegir con cuál de las dos se quedaba. Según el productor: “Traté de hacer una segunda grabación (...) pero John se había quedado sin voz”. 

Sin dudas, Nito Mestre, como miles alrededor del planeta, atesora un buen recuerdo de esta canción: Me acuerdo de estar ojeando Long Plays en una disquería, junto a mi amigo y compañero de colegio Mario Carlos Piegari, y en ese momento nos topamos con Please Please Me. Nosotros habíamos ido a comprar un disco de Rita Pavone, pero cuando vimos la portada de estos cuatro tipos asomados a un balcón, compramos este disco y nos fuimos a la casa de él y pusimos “Twist and Shout” como diez veces seguidas…

MENSURANDO EL MITO

Cada vez que escuchamos ese final tan característico de “Twist and Shout”, sabemos que llegamos nuevamente al colofón del álbum, que, a la vez, es el comienzo de todo. ¿Podemos ser capaces, con ese único acto de la escucha, de poder medir la importancia de este disco y de lo que vino después en la carrera de este grupo? Alguna vez, el mismísimo Mick Jagger dijo: Los Beatles eran tan grandes que para la gente que no vivió aquella época es difícil darse cuenta de hasta qué punto fueron importantes. No se los podría comparar con ninguno de los grupos de ahora. Supongo que el fenómeno que más se les acerco fue el de Michael Jackson, en cierto momento, pero así y todo no fue exactamente lo mismo ni por asomo. Eran tan grandes que competir con ellos era imposible. En términos de discos, giras y todo eso. Eran inmensos”.

¿Queda algo más para decir? Reformulando la definición del cantante de los Stones tal vez sólo podamos agregar que los Beatles eran (son) más grandes que la vida. Como siempre, John, Paul, George y Ringo; marcando el camino, hacía el infinito y más allá…

Emiliano Acevedo

(Textuales: Charly Garcia, Mick Jagger y John Lennon, Revista Rolling Stone; George Martin y Nito Mestre, Wikipedia; Paul McCartney, biografía Hace Muchos Años, de Barry Miles; Rinaldo Rafanelli y Ricardo Lew, archivo Intersticio)