De muy pocos discos en la historia del rock mundial se puede decir que todas
(o casi todas) sus canciones han quedado en el recuerdo como hitos populares, a
pesar de no contar con mucha difusión en los medios masivos. Y este es el caso
de Confesiones de Invierno, el segundo álbum de Sui Géneris, editado en agosto de 1973, la producción que lanzó definitivamente a
la fama al dúo formado por Charly
García y Nito Mestre.
Sin dudas, Confesiones de Invierno fue
un álbum ambicioso, tanto en lo que respecta a su contenido como a su
realización. Nuevamente con la producción del genial y multifacético Billy
Bond, éste sería un disco mucho más pulido que Vida, ya que
fue registrado en ocho canales -todo un lujo para esa época- en los célebres
estudios de la RCA y en Phonalex. Más tarde, su éxito de ventas fue brutal
entre los jóvenes y adolescentes de aquellos años, sobrepasando las
expectativas más optimistas, hasta darle un matiz popular al rock argentino en aquellos primeros y
afiebrados años de un género musical que aún subsistía como un fenómeno
cultural under.
Y es que todas las canciones del disco, compuestas integralmente
por Charly, eran de una calidad superlativa. Empezando por “Cuando ya me
empiece a quedar solo”, el brillante relato en primera persona en donde un García
de tan solo 21 años, luego de darse cuenta que no iba a ser joven por
siempre, se imagina la posible vejez de un artista olvidado y sumergido en la
soledad. Sin dudas, una canción melancólica y triste, pero sumamente
apasionada, debido quizás a esa onda tanguera presente en sus primeras estrofas
–gracias al aporte del bandoneón de Rodolfo Mederos-, que terminaba
estallando en un poderoso y conmovedor estribillo bien rockeroy cancionero. En “Bienvenidos al tren” el dúo
hacía su propia declaración de principios, en clave folk, llamando a todos los que quisieran subirse a ese bohemio y
mágico tren musical que arrancaba con destino a un imaginario fogón en donde
todos podrían cantar, tocar la viola y ser felices.
“Un Hada, un Cisne” fue un tema curioso, porque
debido a su letra, casi de cuento infantil (y deprimente…), no muchos repararon
en su hermosa y fina melodía, en clave jazzera, en la que se destaca el dueto
instrumental de Mestre (flauta) y García (piano), potenciados por
la participación estelar del baterista Juan Rodríguez, quien luego se
convertiría en el batero full time y definitivo de Sui Géneris. Por su
parte, “Confesiones de Invierno” era una canción 100 % del mejor Charly
García íntimo y confesional, y quizás por ello el Bicolorhaya
decidido cantarla solo, acompañado por su guitarra. En este tema se narraba, en
primera persona, el derrotero desafortunado de un joven (que a la manera de
varios otros de aquellos años, como por ejemplo el malogrado Tanguito)
no puede ni quiere adaptarse a los dictámenes de una sociedad, que parece
dejarlo de lado, a la vez que reprime su derecho a la libertad por el uso de la
fuerza policial, hasta terminar internándolo en un neuropsiquiátrico.
El antiguo Lado Dos de este álbum editado por el
sello Talent-Microfón, arrancaba con ese otro himno de fogón intitulado
“Rasguña las piedras”, una de las canciones más populares de la historia del rock argentino, y –quizás- también la
más exitosa de la carrera de Charly García. Un verdadero clásico que
hablaba alegóricamente acerca del amor por la libertad, pero que, con el correr
de los años, suscitaría variadas interpretaciones entre el público,
llegando hasta el absurdo de vincular la inspiración de su letra a la posible
historia de una novia cataléptica de Charly, que habría sido enterrada
viva, o a la que, incluso, se le había caído una pared encima (!) Según su
autor, estas interpretaciones propias de la leyenda urbana no tenían nada que
ver con la realidad, ya que “la idea del tema era expresar las ganas que
tiene uno de sacarse de encima las lacras de la sociedad y también sus propias
debilidades, los empecinamientos o los clisés negativos que cada uno lleva
adentro”. En lo que respecta a lo instrumental, “Rasguña las piedras” se
grabó con el acompañamiento de una orquesta dirigida por Gustavo Beytelman,
un prestigioso conductor y arreglador de música clásica. Charly había
llamado a Beytelman para que lo ayudara a redondear el tema, debido a su
complicada polirrítmica parte central, que hacía que los músicos chocaran en el
momento de la interpretación.
“Lunes otra vez” era un tema folkalegre que,
paradójicamente, relataba el desosiego habitual del común de los mortales ante
la inminencia del peor día de la semana, ese que le pone punto final a esa esperanza
de escape, redención y ocio que es el fin de semana. Sin dudas, ese cuasi bluesintitulado “Aprendizaje”
fue otra leyenda de la música popular argentina, luego también reconvertido en
canción de fogón e interpretada mil veces. Su popularidad quizás se deba a que
enumeraba buena parte de los anhelos, miedos y esperanzas del imaginario de los
adolescentes de la clase media argentina de aquellos años. Nada que ver con el
rockazo “Mr. Jones”, un “sangriento” temaen donde se relataban los asesinatos en serie de una familia, a
quienes también se los podía relacionar con la “normalidad” de Los Locos
Adams.
Luego de esta canción, Confesiones de Invierno llegaba a su
fin con la pretenciosa “Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario
o no”, otro relato en primera persona, complejo y apasionado, en donde un
monarca caído en desgracia contaba como una revolución popular había arrasado a
su antigua corte y reinado, dejándolo en la ruina, por haber encabezado un
gobierno –sumergido en el lujo y la vanidad- ignorante de las penurias de su
pueblo. Sin dudas, una canción que ahora se podría emparentar, desde lo
musical, con el estilo ópera rock de Tommy, de los Who; y
con respecto a su letra con varios gobernantes inútiles y poco perspicaces de
la historia política mundial (como por ejemplo, el último zar ruso Nicolás II
o, incluso, nuestro inefable Fernando De la Rúa), cuyos inopinados mandatos no
tuvieron un final feliz.
En resumen, más allá de ser muchas veces criticado por su aparente estrechez de
miras, por ser muy “inocente” desde lo musical, o, incluso, “adolescente”
debido a las temática de sus letras, la calidad artística de Confesiones
de Invierno es incuestionable, y sigue sorprendiendo a propios y
ajenos, aun hoy, a más de 40 años de su lanzamiento. Y por eso seguirá
figurando en la lista de los álbumes imperdibles, y necesario rito de pasaje,
para miles de oyentes neófitos que se acercan por primera vez a lo mejor de la
música joven de este bendito país.
LA
PROGRESIVA ELECTRIFICACIÓN DE SUI GENERIS
A principios del 74, Sui Generis incorporó a
Juan Rodríguez, quien junto a Rinaldo Rafanelli (bajo) formarían
la sólida base musical que necesitaban las soberbias canciones que García empezaba
a componer. Recién luego de muchos meses de ensayo comenzaría la grabación de un nuevo álbum. Hacía poco que Charly había empezado a experimentar con modernos teclados y
sintetizadores (Mini Moog, ARP Solina String Ensemble, clavicordios Hohner, órganos Hammond,
piano Fender Rhodes, etc.) traídos especialmente por el productor Jorge
Álvarez desde Estados Unidos. Esta mixtura de registros sonoros dio al
disco un carácter más ecléctico y progresivo que haría desaparecer el sonido acústico
de los inicios del dúo. De movida, la producción iba a llevar por título Instituciones, aunque posteriormente
sería llamado (para alivianarlo) Pequeñas
anécdotas sobre las instituciones.
Por supuesto, el disco tuvo problemas de entrada con la censura. O, en este
caso, de autocensura, porque Jorge Álvarez
le sugirió a García que también alivianara un poco el contenido de las letras
de las canciones. Eso colocó a Charly en la tarea de revisar el modo de
expresar sus ideas.
Recordemos el contexto de época. Aquellos eran los días
en los que la sociedad aún se veía sacudida por la reciente muerte de Juan
Perón. El gobierno había recaído en manos de su viuda Isabel Martínez, mientras
que se verificaba un vacío institucional impresionante y, a la vez, se
intensificaba la lucha armada entre la guerrilla (Montoneros y ERP) en contra
del poder de extrema derecha enquistado en el gobierno de la mano del "brujo"
López Rega, el cual manejaba grupos paramilitares anticomunistas (la
tristemente célebre Triple A). Mientras tanto las Fuerzas Armadas, en las
sombras, iban encubando el huevo de la serpiente, comenzando a delinear su plan
represivo para la futura toma de gobierno, concretada finalmente el 24 de marzo
del 76 cuando se inició el sangriento Proceso de Reorganización Nacional.
Dentro de este contexto era seguro que un disco con
letras tan explicitas como Instituciones iba
a ser visto "con lupa", y era casi exponerse a un “suicidio en público”.
De esta forma, por temor a la censura y las represalias, el tema "Tango en
segunda" (a último momento) debió reemplazar al muy explícito "Juan
Represión" y el instrumental "Tema de Natalio" a "Botas
locas", éste último una crítica el servicio militar obligatorio. Mientras
que las letras de otros temas como "Instituciones", "Las
increíbles aventuras del Sr. Tijeras" y "Para quien canto yo
entonces"; fueron modificadas, alivianando su contenido. En lo que respecta
a lo musical, en este álbum también participaron varios músicos amigos invitados:
David Lebón en guitarra, León Gieco en armónica y el recordado
Jorge Pinchevsky en el violín.
El disco abría con Instituciones, un tema
que mostraba el notable avance que había tenido García en lo
instrumental y en la composición de letras más adultas, no tan adolescentes.
Letras que, por el contrario, ya comenzaban a "meter el dedo, ahí en
donde duele..." como dijo, alguna vez, el propio Rafanelli. El
tema reflejaba la opresión que las instituciones ponían sobre la juventud:
"Los magos, los acróbatas, los clowns... Oye niño las cosas están de
este modo... tenés sábados, hembras y televisores...no preguntes más!!!".
"Tango en Segunda" era Charly metiendo
su cabeza dentro de la música ciudadana y su fusión con el rock progresivo (en auge en esa época).
La canción incluía el derecho al pataleo del dúo en contra de su manager Jorge
Álvarez: "A mí no me gusta tu cara, ni me gusta tu olor...".
Sobre el final, la canción presenta, por primera vez, un leitmotiv melódico que
sería usado nuevamente por García en producciones posteriores (en el
disco Películas, de la Máquina de Hacer Pájaros y
en La Grasa de las Capitales, de
Serú Girán).
"El Show de los muertos", es uno de los temas
más particulares del disco, con sus letras metafóricas y su música tenebrosa y
encantadora por igual. Este tema incluye un solo de saxo sintetizado, el cual
genera un clima casi "Floydiano" totalmente inédito en la
música del dúo. Inmediatamente después se escuchan los rápidos tijeretazos (en estéreo,
pasando de un canal al otro) del Señor Tijeras, el personaje central de una
genial fábula basada en la historia de un famoso censor de la época: Miguel
Paulino Tato, un oscuro funcionario a cargo del Ente de Calificación Cinematográfica, un verdadero inquisidor que decidía que podían ver o no los
espectadores en el cine. El tema en cuestión se llama "Las increíbles
Aventuras del Sr. Tijeras" y contiene climas cambiantes así como un armado
melódico bastante interesante, que incluye un crescendo imponente y perturbador,
cuando la locura del Sr. Tijeras lo lleva a confundir realidad con ficción, asesinando a su esposa, de la misma forma que “asesinaba” la libertad de
expresión, a tijeretazo limpio. En lo musical, rock progresivo de primera
calidad, en la veta del rock sinfónico italiano, como el de Premiata Forneria
Marconi o Banco del Mutuo Soccorso; y en lo lirico, con unos versos tan cómicos como brutalmente
sintonizados con la época. Eran las primeras pinceladas del García como
compositor de canciones que reflejaban como nadie en el rock, y con humor, la difícil
realidad de la sociedad argentina. Como en esa parte de la letra que dice:
"Te veré en 20 años en televisión... cortada y aburrida, a todo
color...", algo que pasó en la realidad con varias de las películas
prohibidas por Tato, como fue el caso deEl Último Tango En Paris, de Bernardo Bertolucci, por
ejemplo.
"Pequeñas delicias de la vida conyugal"
abría el antiguo Lado 2 de la edición en vinilo de esta obra. Esta canción era
otra típica página adolescente de Sui Generis, pero, a diferencia de los
discos anteriores, su sonido es muy progresivo. "El tuerto y los ciegos"
es, en cambio, una pequeña página "folk", que
cuenta con una gran performance de Pinchevsky en violín, y una muy bella
letra de Charly. Más tarde llegaba "Música de Fondo para Cualquier
Fiesta Animada", una genial metáfora de la realidad argentina de la época.
Un tema con mensajes lamentablemente atemporales que serían proféticos, muy
poco tiempo después. La siguiente es una página instrumental llamada "Tema
de Natalio", compuesto (de apuro, como decíamos antes) por García y Rafanelli.
Supuestamente inspirado en la “música que escucharía Natalio Ruiz, el
hombrecito del sombrero gris”, este tema, a pesar de sus buenas intenciones y
su matiz progresivo, quizás sea el punto más bajo en este superlativo disco.
La última canción, de la edición original, era
"Para quien canto yo entonces". Un gran cierre y quizás la primera
autorreflexión de Charly García en público sobre su condición de artista
dentro de una sociedad tan controvertida como la argentina.
Recién en 1994, se agregarían, como Bonus Tracks, los dos temas auto censurados (según Charly, nuevamente por idea de
Álvarez): "Juan Represión" (dedicado, casi con
seguridad, a López Rega y Cía.) y la inefable (y a la postre profética, con respecto al Caso Carrasco, que le puso fin a la Colimba)
"Botas Locas" .
COLOFÓN
A pesar de la meritoria búsqueda sonora y lírica de
este nuevo Sui Géneris, y ante el fracasado proyecto de grabar un nuevo álbum llamado
Ácido, la banda no pudo desandar sus
pasos en el callejón sin salida que estaban transitando. Las baladas perdían peso
ante el abrumador avance del rock progresivo, y, a la vez, los temas de Instituciones poco tenían que ver con el
espíritu adolescente que le dio popularidad y éxito al dúo en su inicio.
Cansado de luchar para imponer sus nuevas canciones, y ante la perspectiva de
alcanzar nuevos horizontes musicales, Charly, de común acuerdo con Nito,
decidió ponerle punto final a esta historia. Por eso, a mediados del 75 ambos
anunciaron que Sui Generis se disolvía. A pesar del enojo inicial de Álvarez, que incrédulo
veía como su número principal se separaba en su mejor momento, se organizó una
velada de despedida a todo trapo en el Luna Park, con el nombre de Adiós Sui Géneris, emulando al Goodbye Cream, del power trio inglés. La
fecha elegida sería el viernes 5 de septiembre de 1975. Como la demanda de
entradas superó todas las expectativas, hubo que agregar otra función para la misma
noche. Ambas convocaron a más de 30 mil espectadores. Una cifra inédita en esa
primera década del rock argentino, para un único grupo. Había terminado una
historia y nacía la leyenda…
Cada vez que hablamos de los Beatlesse enciende
el piloto automático y brotan muchas frases hechas escuchadas hasta el
cansancio: “fenómeno cultural
indescriptible”, “el grupo
emblemático de la década prodigiosa”, “el mayor grupo pop de la historia”, “la música clásica de hoy”, etc., etc. Su carrera es la más
deslumbrante en términos creativos del rock,
y han dejado una obra incomparable, tanto en calidad como en cantidad. Sí, eran
John + Paul + George + Ringo; la fórmula perfecta. Impresionantes,
geniales, únicos, nada faltaba en esa baraja: Lennonera el rebelde con inquietudes y genio creativo; McCartney, el bello burgués, un tipo con vocación
cancionera; Harrison, el beatle invisible, luchando por mostrar
lo suyo en medio de la imparable competencia compositiva de los otros dos; y Ringo, feo y gracioso, impecable baterista, era el
chistoso del grupo.
Tenían una química increíble y parecían haber
nacido para revolucionar al mundo, reinventándose todo el tiempo, a lo largo de
13 álbumes, en sólo siete años de carrera discográfica. Sin embargo, la
biografía de la banda es también una parábola perfecta que muestra cómo
alcanzar el triunfo no significa poder esquivar sus peligros. Porque,
finalmente, ese monstruo que crearon se los comió; y, tras la dolorosa ruptura
de la banda en 1970, ninguno de sus cuatro integrantes pudieron librarse de la
etiqueta de ser un beatle. Los
meritorios logros posteriores como solistas siempre fueron eclipsados por las
hazañas del grupo.
ÉRASE UNA VEZ…
Esta es una historia que comienza en 1962, con la
edición de los simples “Love me Do” y “Please Please Me”, pero será recién con
la salida de su primer álbum, Please Please Me, el 22 de marzo de
1963, cuando la popularidad del grupo se disparará hacia la estratosfera. Sin
embargo, les costó mucho llegar al estrellato a estos jóvenes provincianos
ingleses, oriundos de Liverpool. Es más, si no hubiese sido por el tesón y
entusiasmo de su manager, Brian Epstein, quizás nada de esto hubiese
ocurrido. Epstein había tomado las riendas del grupo luego de verlos
actuar en The Cavern, a fines de 1961, y se propuso imperiosamente conseguir
que estos muchachos, que hacía 4 años venían batallando arriba de un escenario,
pudieran triunfar con su música. Para eso, Epstein no cejó en su empeño
y comenzó a mover sus influencias para que algún sello discográfico se
interesara en los Beatles.
Así, Brian viajó a Londres y consiguió que Decca
les tomara una prueba a sus pupilos. Fue el 1ro de enero de 1962, pero no
tuvieron suerte. Luego, también serían rechazados por Pye, Columbia y HMV;
hasta que consiguen que les den una oportunidad en Parlophone, una pequeña
subsidiaria de EMI. El jefe de Artistas y Repertorios de Parlophone era George
Martin, en adelante el productor del grupo, y un personaje que tendría una
importancia central en el desarrollo creativo y musical posterior de los Beatles,
a lo largo de toda su carrera discográfica.
Cuando Please
Please Me fue editado el mercado discográfico de la música pop
inglesa aún estaba en pañales. Todavía la música de los adolescentes estaba
centrada en la venta de singles y por eso la mayor parte de los artistas del rock n´roll norteamericano
–idolatrados por los Beatles- no podían triunfar en los charts de los
discos larga duración, dominados por sofisticados cantantes como Paul Anka,
Bobby Darin o Neil Sedaka, los discos instrumentales de las
orquestas easy listening o las bandas sonoras de las comedias musicales
hollywoodenses. En este punto, la llegada de los Beatles fue una tabla
rasa que movió, literalmente, los cimientos de la industria discográfica
mundial, reformateando todo lo existente. Nada fue igual después de aquel
primer disco, porque losfab four
demostraron todo el potencial artístico y comercial que podía tener un grupo pop.
LA COCINA DEL ÁLBUM
Paradójicamente, el proceso de grabación dePlease Please Me fue muy corto. Habiendo grabado dos simples
durante 1962, los Beatles hicieron su primera visita a los estudios de
EMI, en Abbey Road, el lunes 11 de febrero de 1963 para grabar las restantes
canciones que necesitaban para editar su primer larga duración. Así, en solo
9.45 horas, y utilizando 7 horas y media netas de cinta grabada, pudieron
completar 11 canciones, que se sumaron a las cuatro que el grupo había
registrado con anterioridad en sus dos primeros singles. La única canción que
no se usó de las que grabaron en esa sesión fue “Hold me Tight”, que sería
regrabada para ser incluida 7 meses después en el segundo álbum del grupo. En
resumen, durante las tres sesiones de aquel día -cada una de tres horas,
aproximadamente- los Beatles reprodujeron lo que era el sonido del grupo
en el vivo del Cavern Club –con composiciones propias más covers de otros
artistas-, porque no contaban con la posibilidad de realizar sobregrabaciones
ni editajes en las canciones destinadas para el álbum.
La primera sesión de ese día tan productivo comenzó
a las 10 de la mañana con la grabación de “There´s a Place”, con Lennon en
la voz principal y McCartney haciendo las armonías vocales. Después de
10 tomas, la grabación prosiguió con “I Saw Her Standing There”, y para las 13.00
el grupo ya tenía las bases listas de las dos canciones, para ser completadas a
la tarde. Tres canciones más (“A Taste of Honey”, “Do You Want to Know a
Secret” –ésta, el estreno de George como vocalista- y “Misery”) fueron
grabadas entre las 14.30 y las 18, y, luego de un break, a las 19.30 comenzaría
una sesión nocturna de 3.45 horas en la que el grupo completaría la grabación
de nada menos que seis canciones más (en su mayoría, versiones de temas de
otros artistas, como “Anna, Go to Him”, de Arthur Alexander; o “Boys”, de las
Shirelles, cantada por Ringo), terminando la jornada de grabación con
“Twist and Shout”. Esta canción tuvo que grabarse en último lugar, por culpa de
un catarro que afectaba a la voz de John Lennon. La decisión fue tomada
por George Martin, que temió que dicha afección pudiese arruinar las
sesiones de grabación de aquel día si “Twist and Shout” hubiese sido una de las
primeras canciones en ser interpretada por John. El tema había sido un
pequeño éxito en los Estados Unidos, interpretado por los Isley Brothers,
pero, sin dudas, la versión de los Beatles terminó siendo casi la
definitiva de la canción (tanto es así que no poca gente cree que ésta es una
composición propia del conjunto inglés). En total, Please Please Me tuvo un módico costo de producción de 400
libras y requirió menos de 25 horas en ser grabado, editado y mezclado. Luego,
cuando los álbumes siguientes de los Beatles se hicieron cada vez más
complejos, a veces ese terminó siendo el tiempo requerido para grabar una única
canción…
UNA FIEBRE IMPARABLE
Es inevitable que los contemporáneos de aquella
locura que terminaron dedicados al mundo de la música no recuerden tamaña
ruptura: “Corría el año 64, y yo tenía 12 o 13 años. En los asaltos, en donde las
chicas llevaban la comida y los chicos la bebida, poníamos un Winco en la
terraza para bailar. Hasta que un día vino un pibe con un simple de los Beatles
que traía “Please, Please me” y “Love me do”. Me acuerdo que estábamos boludeando
con las chicas cuando, de pronto, escuché ese simple y me dije: “¿Qué es eso?”
Pensaba: “¿Estos serán los Pickles, de los que se habla tanto en la televisión,
en las revistas? ¿Estos son los melenudos?” Te juro que en ese momento me paso
algo místico, algo que creo no me pasó en la mente, sino más adentro, e hizo
que me olvidara de las chicas, y me sentara al lado del Winco para poner el
disco una y otra vez, aunque me empezaron a cagar a pedos, diciéndome: “¡Pará!”
Pero, ¡¿Qué mierda vas a poner, después de escuchar por primera vez a los Beatles?!
¡¿A Paul Anka?! En resumen, me quedé obsesionado con su música..."(Rinaldo Rafanelli)
Por supuesto, la repercusión del álbum fue casi
inmediata, dando comienzo a lo que luego se llamaría beatlemania, un
fenómeno de popularidad nunca visto en la música joven. Esto se empezó a
corroborar cuando Please Please Me
llegó al puesto número 1 el día 11 de mayo de 1963, permaneciendo en ese puesto
durante 30 semanas hasta el 7 de diciembre de 1963, fecha en la que fue
sustituido en la primera posición por el segundo LP del grupo, With the Beatles.
ESTADO DEL ARTE: SUS CANCIONES
En sí, a pesar de tener la primera de una larga
serie de tapas icónicas debido a esa fotografía –obra del galés Angus McBean- con el grupo posando en
las oficinas londinenses de la EMI, Please
Please Me nunca fue una joya invalorable y está bastante lejos de lo
mejor de la producción de los fab four.
Inclusive, hoy, 50 años después, sus canciones hasta pueden sonar un tanto
ingenuas, pero jamás perdieron esa frescura que evidencia cómo era la música
del grupo en sus comienzos. Sin embargo, hay temas de ese primer repertorio que
envejecieron mejor que otros, y esos fueron, en su mayoría, las composiciones
propias sobre las versiones de temas ajenos, mostrando así hasta qué punto
estábamos en presencia de un grupo peculiar, centrado –y mucho más en ese
comienzo- en esa dupla compositiva imbatible formada por Lennon y McCartney.
Una de esas primeras composiciones incluidas en este disco que pasaría a la
historia fue “Love me Do”, el primer simple editado por el grupo. Era una vieja
canción, compuesta principalmente por Paul, entre 1958 y 1959. Empezaba
con la característica armónica tocaba por Lennon, agregándose Lennon y
McCartney con las voces principales, cantando en forma simultánea. Algo
que no muchos saben es que este tema fue grabado en varias ocasiones con tres
bateristas diferentes. La primera vez, los Beatles la hicieron con Pete
Best –su primer batero-, el 6 de junio de 1962, como parte de la audición
para la EMI. Luego, el 4 de septiembre, la grabaron de nuevo para editar el
simple, cuando Best ya –por pedido de George Martin- había sido
echado del grupo y reemplazado por Ringo Starr. La tercera versión de la
canción –que sería la finalmente incluida en Please Please Me- fue grabada una semana después, pero con el
baterista de sesión Andy White, ya que George Martin no había
quedado muy satisfecho con la interpretación de Ringo, quien en esta
versión quedó relegado a tocar solamente la pandereta.
“Siempre me pregunté quien
cantaba en “Love me Do”, porque las voces están en quintas (intervalos). Eso me quedó como una tara: la eliminación
de la tercera. La tercera es la del medio, la que define si un acorde es mayor
o menor. Y aquí cantan un re y un sol, pero se olvidaron del sí, o no lo pusieron
a propósito para que uno haga la voz ahí, armonizando con ellos. Ese es el
gancho. ¿Viste que siempre te dan ganas de cantar con los Beatles? Esa
cosa tipo “flautista de Hamelin” que tiene su música. Andá a saber de dónde
sacaron eso, como se les ocurrió. Porque eso de usar dos melodías al mismo
tiempo es de la música clásica.” (Charly
García)
En lo que respecta a “Misery”, era una canción coescrita
por John y Paul, y se convertiría en la primera canción de los Beatles
en ser versionada por otro artista, cuando la grabó el cantante y actor Kenny
Lynch, poco después, en ese mismo 1963. En realidad, este tema había sido
compuesto para la cantante Helen Shapiro, quien los acompañaba en las
giras, pero la canción fue rechazada por su productor. En esa época, Shapiro
era la cantante femenina de mayor éxito en las listas británicas. Según la
visión del escritor Ian McDonald, “Misery” no es más que “un retrato cómico de
la auto-compasión de los adolescentes”, ya que no era una canción triste, ni
mucho menos, sino un tema con mucho ritmo (una tendencia que luego sería marca
registrada del catálogo beatle: las canciones alegres con letras
tristes, como por ejemplo el caso de “I´m Down”).
Como dijimos, “Anna (Go to Him)” era un balada soul de Arthur Alexander, y
una de las preferidas de John Lennon, por lo que se convirtió en un
cover habitual en los shows de los Beatles en esa época. En este punto,
la apasionada versión beatlesca se destacaba de la original de Alexander
por la emotividad dolorosa que la voz de John le agregaba a la
canción.
La canción “Chains” había sido escrita para las Cookies,
por la exitosa dupla creativa formada por Gerry Goffin y Carole King,
también marido y mujer. Luego, a partir de los 70, Carole –ya separada
de Goffin- se convertiría inesperadamente en una super estrella del pop por derecho propio con la edición
del clásico álbum Tapestry(1971), con un repertorio
enteramente compuesto e interpretado por ella misma. Con respecto a la versión
de los Beatles, Ian Mac Donald la criticó negativamente, escribiendo que
estaba “ligeramente fuera de sintonía
y carecía de espontaneidad”. Algo que no estaba demasiado lejos de la
realidad, ya que “Chains” -cantada por George Harrison- sin dudas, era
uno de los puntos más flojos de Please
Please Me.
“A Taste of Honey” era una canción escrita por Bobby
Scott y Ric Marlow, y, originalmente, una pieza instrumental que
funcionaba como leitmotiv en la versión musical de Broadway de una obra teatral
titulada A Taste of Honey,
luego también llevada al cine. Los Beatles habían empezado a interpretar
esta canción en sus shows a partir de 1962, pero modificando un poco la letra.
“Boys” había sido un tema compuesto por Luther
Dixon y Wes Farrell e interpretado originalmente por las Shirelles.
En la versión de los Beatles, como dijimos, cantaba Ringo, quien
hacía una interpretación jocosa con su voz desafinada, que luego sería marca
registrada en varias canciones futuras del grupo como “Yellow Submarine” o
“With a Little Help for My Friends”. En lo que respecta a la sesión del 11 de
febrero de 1963, los Beatles grabaron “Boys” en una sola toma, pero esta
no sería la única canción de las Shirelles en este primer álbum, ya que
también incluirían una versión de “Baby It´s You”, ésta última escrita por el
gran Burt Bacharach y Luther Dixon.
Volviendo a los temas propios, “Ask Me Why” era
otro impecable rock alegre, escrito a principios de 1962, principalmente por John,
con un estilo que parecía emular al grupo norteamericano The Miracles; y
“P.S. I Love You” era una gran canción de amor compuesta por Lennon y McCartney,
en la línea de composiciones de Buddy Holly como “Peggy Sue”.
Cuenta la leyenda que “Do You Want to Know a
Secret”, compuesta principalmente por Lennon, pero cantada por George
Harrison, estuvo inspirada en el tema “I'm Wishing” -una canción de 1937 de
la película animada de Walt Disney, Blancanieves y los Siete Enanitos, que la madre de Lennon,
Julia, le cantaba cuando era niño. Justamente, las dos primeras líneas de la
canción en la película (“Want to know
a secret? Promise not to tell?” “¿Quieres saber un secreto? ¿Prometes no
decirlo?”) aparecían en el tema de los Beatles. Según contó un
jocoso Lennon, en una entrevista realizada muchos años después, se había
elegido a Harrison para que cantara esta canción porque “sólo había tres notas en ella y él no era
precisamente el mejor cantante del mundo. Ha mejorado mucho desde entonces…”
En “There's a Place”, Lennon y McCartney compartían
la voz principal mientras que Harrison hacía coros. El título de esta
canción había sido inspirado por “Somewhere”, una de las piezas del repertorio
de la clásica película musical West
Side Story, compuesto por Bernstein y Sondheim.
Justamente, “Somewhere” contenía una línea que decía: “somewhere there's a place for us” (“en algún sitio hay un lugar para
nosotros”). Según McCartney el título se le ocurrió luego de
comprar la banda sonora de West Side
Story, que
luego sería el punto de partida en la composición de esta canción claramente
influenciada por el estilo de la Motown, la interminable factoría negra de
éxitos pop de Detroit.
“Please Please Me” fue el segundo simple editado
por el grupo, el 11 de enero de 1963. Originalmente, fue compuesta por John
Lennon como un lento blues,
como dijo su propio autor: “Fue un
intento de crear una canción al estilo Roy Orbison. Yo había escrito una
balada sufrida mientras escuchaba a Orbison en la casa de mi tía Mimi,
pero George Martin me sugirió que sonaría mejor con un ritmo más rápido”.
Finalmente, el grupo quedó tan contento con el resultado que quisieron grabarla
lo más rápidamente posible. Ya en esos primeros tiempos, Lennon estaba
interesado por los juegos de palabra, y en este caso la palabra “please” se
prestaba a ser utilizada tanto como “por favor” como “compláceme”. Por tal
motivo no fueron pocos los que pensaban que el significado de la letra de la
canción tenía una connotación sexual. Incluso, un crítico de música la llamó “la primera canción pop sobre el sexo oral”.
Sin embargo, aunque Lennon luego habría de deslizar a menudo
insinuaciones sexuales en sus canciones posteriores, esta canción no parece ser
un ejemplo de eso, o no fue hecho de forma voluntaria. Sin embargo, la mayor
anécdota sobre “Please Please Me” no está vinculada a ese presunto significado
sexual sino al vaticinio del propio George Martin, quien, al momento en
que se volvió a interpretar en el estudio, el 26 de noviembre de 1962, afirmó
que la canción que acababan de grabar sería el primer número uno de la banda.
No se equivocó…
El gran guitarrista Ricardo Lew declara: “Por
supuesto, uno de los mayores impactos de mi vida fue cuando aparecen los Beatles,
cuando yo ya tenía 15, 16 años. Al principio, yo había sido muy descreído con
ellos, porque desconfiaba de que fueran gran cosa al verlos con esa onda del
flequillo y los trajecitos en las fotos… Pero, la primera vez que escuché en la
radio “I Saw Standing There”, creí que me moría… Quedé dado vuelta, no lo podía
creer. Todo el tema de las voces, el solo de Harrison, que era diferente
a todo lo que hasta ahí se había visto, y el bajo infernal de Paul…
Bueno, una cosa demencial. Así que quedé loco con su música, pero, como a mí me
gustaba el jazz, a partir de ahí empiezo a hacer una doble vida con estas dos
pasiones musicales: tocaba el jazz con tipos más grandes, y después me juntaba
a tocar con pibes rockeros…”
“I Saw Standing There” era un rock genial que tenía un ritmo
irresistible. Sin dudas, era como la música de Buddy Holly y sus Crickets,
pero mucho más ruidosa. La historia del tema dice que, después de escribir el
primer verso, “She was just seventeen,
she had never been a beauty queen (Ella tenía solo 17 años, nunca había sido
reina de belleza”) Paul quería evitar completar la rima con
“beauty queen”. El y John se habían dado cuenta de que debían buscar
algo mejor que rimara con seventeen
porque, según McCartney, “debíamos
detenernos en esos versos berretas porque íbamos a terminar escribiendo
canciones malas. Continuamos buscando palabras en el alfabeto, como between,
clean, lean, mean… Así, con la frase “you know what I mean (vos sabés lo que
quiero decir)”, pude terminar la canción y la gente captó después el
significado implícito...”
Como ya dijimos, la sesión del 11 de febrero
terminó con la grabación de “Twist and Shout”, una canción compuesta por Phil
Medley y Bill Russell Aquel día Lennon mostró signos de un
persistente refriado por lo cual se la había pasado bebiendo leche y tomando
caramelos para suavizar su garganta. Sin embargo, al final del día los efectos
de la tos en su voz ya se hacían indisimulables. Por tal motivo, Lennon se
jugó todo lo poco que le quedaba de voz en esa interpretación final de “Twist
and Shout”, realizando una performance genial. No obstante, luego de finalizar
la grabación de esa primera interpretación, George Martin quiso hacer
una segunda, para luego elegir con cuál de las dos se quedaba. Según el
productor: “Traté de hacer una segunda
grabación (...) pero John se había quedado sin voz”.
Sin dudas, Nito Mestre, como miles alrededor del planeta, atesora un
buen recuerdo de esta canción: “Me acuerdo de estar ojeando Long Plays en una disquería, junto a mi
amigo y compañero de colegio Mario
Carlos Piegari, y en ese momento nos topamos con Please Please Me. Nosotros habíamos
ido a comprar un disco de Rita Pavone, pero cuando vimos la portada de
estos cuatro tipos asomados a un balcón, compramos este disco y nos fuimos a la
casa de él y pusimos “Twist and Shout” como diez veces seguidas…"
MENSURANDO EL MITO
Cada vez que escuchamos ese final tan
característico de “Twist and Shout”, sabemos que llegamos nuevamente al colofón
del álbum, que, a la vez, es el comienzo de todo. ¿Podemos ser capaces, con ese
único acto de la escucha, de poder medir la importancia de este disco y de lo
que vino después en la carrera de este grupo? Alguna vez, el mismísimo Mick
Jagger dijo: “Los Beatles eran tan grandes que para la gente que no vivió
aquella época es difícil darse cuenta de hasta qué punto fueron importantes. No
se los podría comparar con ninguno de los grupos de ahora. Supongo que el
fenómeno que más se les acerco fue el de Michael Jackson, en cierto
momento, pero así y todo no fue exactamente lo mismo ni por asomo. Eran tan
grandes que competir con ellos era imposible. En términos de discos, giras y
todo eso. Eran inmensos”.
¿Queda algo más para decir? Reformulando la
definición del cantante de los Stones tal vez sólo podamos agregar que los Beatles eran
(son) más grandes que la vida. Como siempre, John, Paul, George y
Ringo; marcando el camino, hacía el infinito y más allá…
Emiliano Acevedo
(Textuales: Charly Garcia, Mick Jagger y John
Lennon, Revista Rolling Stone;
George Martin y Nito Mestre, Wikipedia;
Paul McCartney, biografía Hace
Muchos Años, de Barry Miles; Rinaldo Rafanelli y Ricardo
Lew, archivo Intersticio)