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domingo, 19 de julio de 2015

Una velada con SALGADO & ASOCIADOS, en vivo en Roseti



Camino, largo camino. Es sábado a la noche, y parece que es imposible llegar al show de Salgado & Asociados en el Centro Cultural Roseti. Mañana hay un acto eleccionario y por eso este concierto hoy arranca temprano. Pero la ciudad es un infierno, y los medios de transporte parecen conjugarse en contra de este redactor, que lo único que desea es sentarse a escuchar la música de este grupo inusual. Un combo de jóvenes y talentosos músicos dispuestos a romper con cualquier límite rítmico y sonoro, en ese complicado arte sin igual de la improvisación.

Por fin, llegamos. Roseti queda en la calle ídem a metros de Federico Lacroze, en pleno barrio de Chacarita. Desde afuera parece una puerta más, pero un timbre no da lugar a engaños, estamos aquí listos para el show. Adentro, mucha gente cool se distiende tomando tragos y charlando, quizás apurando un vaso de cerveza, mientras aguardan los primeros sonidos de la noche. Espíritus sensibles, desperdigados en un amplio salón repleto de sillas, mesitas, almohadones, cómodos sillones, sofás y cojines. Un mobiliario variopinto de diferentes décadas y lugares de procedencia. Mientras tanto, una iluminación modesta, proyectada a través de varias lentes y prismas, atraviesa gelatinas de colores diversos, alumbrando el fondo de la escena y los músicos que van ocupando sus lugares. Sin dudas, el marco ideal para este concierto de Salgado & Asociados que está a punto de empezar. Una psicodelia de claroscuros, rojos y azules, que hacen que los espectadores se sientan teletransportados a uno de esos clubes londinenses de la escena contracultural de fines de los ´60. Ni más, ni menos. Un viaje sensorial de luces y sonidos.


Como ya dijimos en nuestra introducción a la entrevista que le dio a este blog, Francisco Salgado es un músico talentoso e inquieto, un artista que sabe bien como deformar sonidos, creando un repertorio de composiciones propias extrañas y originalísimas. Y la música de su grupo… ¿Es blues? ¿Es jazz? Es y no es, a la vez, ambos géneros; o mejor, su música no es más que la perfecta hibridación de la herencia negra de los ritmos afroamericanos, mixturados con la vanguardia europea, se podría decir… Bueh, ni yo lo sé bien, para que te voy a camelear. Y es que, como ya sabemos, todo lo referente a la experiencia musical es intransferible en palabras, por lo que tratar de describir la música de Salgado & Asociados parece ser una tarea tan vana como poco probable. Porque solamente asistiendo en vivo a esta experiencia se podría captar como esos sonidos te van carcomiendo el cerebelo, y como eso que al principio parecía disonante, termina convirtiéndose en el sonido más armónico del mundo. Por supuesto, para realizar esta operación audio sensorial es necesario estar desnudo de cualquier complejo, y tener los oídos bien abiertos, más allá del cuadrado sonido FM. Porque solo algunos privilegiados serian capaces de percibir los grandes detalles de este arte, así como la grandeza sutil y profunda de lo que significa la improvisación musical. Una práctica que pone a prueba nuestra capacidad espiritual, intelectual y nuestro arco sensible porque se trata de cuestiones que, partiendo desde el alma y la mente de aquellos que lo inventan, llegan a lo más profundo de nuestra existencia sensorial.


Y es que, indudablemente, Francisco Salgado es un joven portador de un sonido sumamente revolucionario y extremo. Pienso, por ejemplo, en “Tren”, el primer tema de la noche, que arranca –valga la redundancia- como un viejo convoy a punto de la defunción, en medio de esos sonidos de armónica y saxos que van encontrando su lugar de a poco. Sin mediar palabra, estos músicos arrancaron con un trio ensamblado de vientos que fue una locomotora de potencia libre y soberana, en donde Salgado tomó la escena y la hizo suya desde el primer berrido de su armónica hasta el último acorde soplado por este conjunto en esta comunión de dos géneros que representa un código que parece pertenecer solo a uno. La música suena lúgubre, como si fuera el acompañamiento de un entierro en el lejano oeste. Sin embargo, presentimos que esta calma aparente no va a durar… y teníamos razón, porque de repente todo explota, y esa bola hipersónica hace saltar por el aire a más de un distraído, con una intensidad  soberbia, un agudo ronco que te remueve el esfínter y te provoca un aullido contenido de placer e instintos profundos. Una aplanadora que te golpea brutalmente directo en el mentón. Un concatenamiento de ritmos y sonidos extraños pero poderosos. El ritmo va creciendo en intensidad hasta acabar en un desmayo. Y algo nos dice que este “tren” del título va llegando a su destino final. Fantasmales sonidos van apagándose con la armónica de Salgado en ese solo definitivo, que, a la vez, prepara el camino para lo que vendrá. Sin dudas, este primer número fue un despliegue de potencia musical insólita.


Que tanto el blues como el jazz sigan evolucionando sin perder su mística sigue pareciendo un milagro que ocurre frente a nuestras narices, de la mano de Francisco Salgado y sus secuaces. Y es que nada en esta noche son escalas habituales, ni estándares convencionales; todo es intenso, rugoso y anárquico. Y yo, espectador impávido, nunca me esperé un arranque con semejante potencia, con un vuelo musical que tan solo algunos afortunados pueden percibir. Una expresión humana pura y salvaje, silvestre, arrancando desde el alma y las mentes brillantes de los que pueden, los que saben y los que quieren. Y que esta noche estos seres tienen nombre y apellido: Francisco Salgado (trombón y armónica),  Bárbara Togander  (voz), Wenchi Lazo (guitarra), Pablo Moser (saxo barítono y soprano), Hernán Samá (saxo tenor), Guillermo Roldán (bajo) y Sebastián Groshaus (batería).

Imagine estar viendo a Frank Zappa y Captain Beefheart en el Filmore East, a principios de los ´70; o haber sido uno de los santificados espectadores que asistieron a alguna de las primeras presentaciones de King Crimson. Bueno, ese nivel de Knock Out Sonoro es el que exhibe Francisco Salgado y su agrupación en esta noche de mayo. Ahora es el turno de "Hoochie Coochie Woman",  un tema que empieza sigiloso, y va aumentando en intensidad, mientras Bárbara Togander canta, en forma sexy y demencial, unos versos en donde parece que su alma ha sido poseída por los espíritus de legendarios bluseros del Mississippi.  Y este segundo tema, sin dudas, es otra composición que también cuenta con solos de una base rítmica y armónica de alta categoría y verdad pura.


Si, alguna vez, alguien le pregunta cómo suena "Blues Invocado", dígale: “es como estar chapoteando en un pantano”. Un pantano bien verde, de aguas podridas, en donde se aprecia ese embrujo de blues invocado por la armónica y el trombón de Salgado y el saxo de Pablo Moser. Un conjunto de que aquí rozó lo indescifrable; y es que semejantes sonidos soplados desde un saxo soprano no recuerdo haber escuchado antes… Una dupla de lujo, esta de Salgado y Moser, a los que acompañan esa máquina de tirar notas que es el bajista Guille Roldan y el incansable Sebastián Groshaus en la batería. Wenchi Lazo, como casi toda la noche, se destaca en la viola no por ser un exhibicionista de las seis cuerdas, sino por tocar exactamente lo que le pide cada sección de los diferentes temas, ni más ni menos.

"Klaus Shuffle" comienza con un largo solo de armónica de Salgado, que es el preámbulo a un impromptu desbocado de todos los músicos, quienes construyen, destruyen y vuelven a construir catedrales sónicas, sobre una base de groove impresionante. Un gran tema que se presta para el lucimiento de todos los músicos, en especial Wenchi Lazo, con su guitarra filosa como navaja. Mientras que en "Trátala bien", el necesario bis final de la noche, ese sonido  potente y constante de este ensamble de jazz-blues satánico, toca con dulzura una balada, rompiendo la música en mil diferentes posibilidades de sonido que escapan a la imaginación más fértil, como si estuvieran grabando un disco en vivo delante de nuestro ojos, eso que Salgado & Asociados suele hacer, como en su primer opus registrado en Thelonius en diciembre de 2013. Una música vivaz, en constante transformación, que tiene que ser grabada en vivo, como ya nos explicó Francisco, en la entrevista que le hicimos alguna vez.  


Pero volvamos nomás a este bis, “Trátala bien”.  Con su apertura lánguida y melancólica, en donde los tambores se conjugan brillantemente con el trio de vientos, se abre este tema sutil en donde Wenchi Lazo te estruja el cuore con el conmovedor sonido de su guitarra. Con un encadenamiento de solos muy sentidos pero sin nada  de sentimentalismo al dope, sino emoción en estado puro, que –paulatinamente- va dando paso al lucimiento de Guillermo Roldan, quien demuestra  –una vez más- que es un bajista preciso y con buen gusto. Al final, el tema se va como empezó, cerrando ese perfecto círculo de sonidos, melodías y ritmos varios que nos acompañaron en esta velada.

En resumen, llegué a Roseti pensando que en los años sesenta de la contracultura psicodélica inglesa del Swinging London hubiéramos estado viendo a Pink Floyd, Family o Traffic en el mítico Club UFO, y no tardé demasiado en darme cuenta que la música contracultural, free, y experimental está intacta en grupos porteños como Salgado & Asociados  y otros.

Curiosa noche, una vez más, ojalá se repita…

E. A.



miércoles, 25 de febrero de 2015

MÚSICA DE CALIDAD ASOCIADA, entrevista a Francisco Salgado



Estamos en un bar de Caballito. Afuera el verano se derrite en las veredas. Adentro, Francisco Salgado (36) apura un vaso de cerveza antes de recordar la época en que fue locutor: “Sí, me recibí en el COSAL. Ejercí desde el 2001 hasta el 2007, aproximadamente. Trabajé en distintos rubros de radio. Incluso, en un momento, tuve un programa de radio de blues que se llamaba Blues en Blanco y Negro, en FM Urquiza. Haciendo ese programa entrevisté a un montón de músicos, como Ricardo Tapia, Claudia Puyó o Botafogo. También, pasábamos música, y venían a tocar algunas bandas. Aún hoy doy clases de radio en dos escuelas y espero poder armar una radio online para poder difundir músicas varias.”

Y es que éste es un hombre polifacético. Sin embargo, en la actualidad su prolífera actividad musical como compositor e instrumentista de armónica y trombón le ganó a su labor radial. Como si esto fuera poco, arrancó como profesor de armónica a los 19 años, y ahora ejerce como docente de música en colegios secundarios, enseñando a sus alumnos que la música es un oficio y no un arte para privilegiados.

Como es de esperar, luego de casi 20 años de trayectoria como instrumentista, Francisco ha venido tocando en infinidad de proyectos, y/o acompañando a otros músicos. Pero nos cuenta que: “Hasta que un día me cansé de tocar otras propuestas, y me di cuenta de que tenía que tocar lo mío”

Seguramente, su temprana curiosidad y eclecticismo estilístico debe ser lo que lo impulsa a tocar en tantos lados a la vez. De hecho en la actualidad podemos ver a este músico hiperactivo en varios proyectos simultáneos entre las que podemos subrayar su participación en la singular Orquesta Errante de Valentín Reiners, junto a músicos de distintas partes del país o en el grupo de la saxofonista Ingrid Feniger.

Sin embargo, sus proyectos principales son El Underground Mafia, un trio de jazz ahora devenido en cuarteto; y, especialmente, Salgado y Asociados, una formación itinerante, para nada atada a los convencionalismos de géneros y estilos. Justamente, en el último año, con el primer álbum de este grupo, grabado en vivo en diciembre de 2013, Francisco generó elogios del público y la crítica debido a esa sonoridad que realmente parece de otro planeta, y a un repertorio avasallante y cautivador no apto para oídos solo acostumbrados al sonido FM. Sin dudas, en la propuesta de Salgado y Asociados, este músico pudo dar rienda suelta a toda su imaginería e idealismo musical, acompañado por colegas de la talla de Pablo Moser (saxo barítono y soprano), Wenchi Lazo (guitarra), Guillermo Roldán (bajo), y Sebastián Groshaus (batería). Además de la participación como invitados de Bárbara Togander (voz) y Enrique Norris (corneta).  

ENTREVISTA > ¿De dónde surge la idea de fundar un grupo que lleve tu nombre?
Bueno, sí, se llama Salgado y Asociados, y es el primer grupo al que le puse mi nombre, pero esto tiene que ver con el manejo del proyecto. Yo traté de pensar un contexto en el que los músicos puedan estar o no, ir pasando, ser más o ser menos… En sí, asociarme con otros músicos para cada situación musical. Por suerte, vengo manteniendo la misma formación inicial, a la que fui ampliando un poco.

¿Es jazz? ¿Es blues? ¿Es fusión? ¿Cómo explicarías la música que hace Salgado y Asociados?
Bueno, yo empecé a tocar la armónica a los 14 años y siempre me gustó el blues y el rock. Es decir, son géneros que vengo tocando desde siempre. Por supuesto, en un momento me interesó empezar a practicar más seriamente la improvisación, y así fue como me volqué al jazz, y a tocar el trombón también; y de todo eso, sale la música de este disco. Explicar la música con palabras va a ser un poco más complicado, pero, resumiendo, es todo esto: una música que tiene elementos de lo que a mí más me divierte. Y es eléctrico…

¿Qué se escuchaba en tu casa cuando eras chico?
Recuerdo que mis viejos tenían los discos de los Plateros, y yo empecé a darles bola cuando tenía 8 o 9 años. También tenían discos de Violeta Parra, Quilapayún, y Les Luthiers. Quizás, el haber conocido tan de chico, artistas con tanta calidad como éstos, me haya terminado influenciado ideológicamente, qué sé yo… Pero, sí, fíjate si no lo que es la música de Violeta. ¡Impresionante!  Al lado de ella, todos somos unos perejiles importantes….

¿Y cómo se te dio por tocar armónica?
Porque de pibe escuché Blues Local, de Pappo, apenas salió, y me encantó. Además, me volvió loco como sonaba la armónica de Luis Robinson en ese disco. Luego, me contacté con el que tipo que tocaba la armónica en la Mississippi, y empecé a estudiar con él.  Después empecé a escuchar los discos de Hugo Díaz, y ya no pude nunca más dejar de tocar el instrumento… Si bien, cuando me puse a estudiar trombón dejé de tocarlo un poco, ahora –con la música de Salgado y Asociados- es como que volví a tocar armónica.

La armónica se asocia con tu temprana afición de pibe por el blues, ¿aprender trombón fue para vos acercarte a una música más académica?
Creo que empecé a estudiar trombón buscando aprender mucho más acerca de cómo funciona la música, y acerca de los distintos ensambles musicales que se pueden hacer entre los instrumentos de viento, por ejemplo. Por suerte, lo fui logrando. De hecho, aun hoy sigo estudiando trombón en el conservatorio.

¿Cuánto decís que hay de jazz y cuánto de blues en la música de tu grupo?
Es un híbrido. La música está toda interconectada, los nombres se los ponen los tipos que tienen que poner los discos en las bateas. Para mí, es todo blues. Después, hay rítmicas, formas, fraseos; que sí tienen que ver con la fusión; si se quiere… Pero, todo viene del blues. Por ejemplo, escuchá cualquier disco de blues tradicional de Bukka White o Leadbelly, y te vas a dar cuenta que la idea de la improvisación es parte fundamental, y no tocaban necesariamente ese blues de 12 compases que después se institucionalizó como la forma en que había que tocar blues. Por lo cual, si yo escucho a cualquiera de ellos dos, o Ornette Coleman, hay diferencias en la utilización de los instrumentos. En fin, sería muy difícil ponerme a diferenciar, en forma exacta, cuantos kilos de cada género, sea jazz, sea blues, dejo caer en mi música…

A mí me sonó un poco parecido a los primeros discos de Zappa…
Sí, bueno, ¿sabés quien me dijo lo mismo? Ricardo Tapia, el cantante de la Mississippi. Yo de Zappa tengo escuchados varios discos, y siempre me gustó; pero no te podría decir que mi música viene de ahí, porque no es un tipo al que tenga como referente musical. Igual, buenísimo que alguien pueda encontrar a mi música parecida a lo que hacía él, porque era un tipo que hacía cosas buenísimas, además de ser muy idealista y tener un gran sentido del humor… De cualquier forma, esa manera de tocar, ese nervio medio desafinado de esta música, es algo propio del rock, pero también del blues tradicional y del jazz…

¿Y con que disco se conectaría más con eso que vos hacés?
Mirá, hay un disco de Muddy Waters llamado Electric Mud (1968) que escuché millones de veces mientras hacía la música de Salgado y Asociados, porque tiene una mezcla que está buenísima. Me gusta todo: como están pensadas las guitarras, los instrumentos que tocan determinados riffs, las bases, la sección rítmica… Y Muddy cantando en forma maravillosa arriba de toda esa música del carajo. En fin, es un disco genial. La intensidad de esos tipos tocando, es la que después los grupos de rock imitaron en un montón de sentidos, viste. Yo creo que  Salgado y Asociados se enmarca en esa misma búsqueda por hacer una música que tuviera ese mismo nivel de intensidad y energía que estos ejemplos que te nombro. A mí me pasa que me divierte tocar un ragtime, y también me divierte tocar un swing o tocar un second line, o tocar blues… O sea, toque lo que toque, básicamente, siempre hago la música que me divierte.

Bueno, justamente, ahora venís de tocar en el Festival Internacional Buenos Aires Jazz…
Claro, y sí, pero también pasa algo que es medio jodido con eso. Porque yo estoy haciendo una música que viene de distintos géneros, y es muy fácil que te metan en determinados contextos, y de ahí luego no te puedas mover más, porque te encasillan en un género determinado. A mí me viene bárbaro tocar en el Festival de Jazz, porque está buenísimo, y me sirvió para que me vea un montón de gente, pero yo quiero tocar en un Festival de rock, también. La música de mi grupo no está hecha para quedarse en un determinado reducto y nada más. Fijate que lo que más le llama la atención a los periodistas y a los músicos que la escucharon es la mezcla que tiene. Por ejemplo, si le mostrás este disco a un tipo que toca jazz, te dice que esto es “rock fusión”; si se lo mostrás a un tipo que hace rock, te va decir que es un disco de jazz, porque “está todo improvisado”; y si se lo mostrás a un blusero, te va a decir que es un disco “de free”… y así, van pasando, viste. Pero eso está bueno porque quiere decir que hice algo distinto.  Ok, entonces, si puede ser todo eso a la vez, toquemos en todos lados…

¿Y por dónde estuvieron tocando con Salgado y Asociados hasta ahora?
Dentro del circuito del jazz, ya tocamos en Thelonious –en donde grabamos el disco-, en Onix, en la Jam de martes, en Virasoro… Pero mi idea también es contactarme con otros gruposcon los que me gustaría tocar para que lo nuestro pueda apreciarse también en otros contextos. Yo apunto a eso. Sin embargo, sé que también cada género tiene sus códigos, y no es fácil insertarse en otros ámbitos, además de que el mercado musical aprieta por todos lados…

¿Otra herramienta para poder llegar a tocar en esos otros ámbitos no podría ser la difusión de tu música por Internet?
Mirá, si bien Internet te genera una serie de posibilidades concretas, con respecto a la difusión de lo que hacés, igual no dejás de estar en un medio que también está saturado. Por otra parte, después de lo de Cromañón, a todo el mundo se le complicó tocar en vivo, debido a determinadas cuestiones vinculadas con las habilitaciones de los boliches y/o centros culturales. También, se redujo bastante la posibilidad de acceder a tocar en lugares con mayor visibilidad, como sería, por ejemplo, un teatro de rock tipo Vorterix. Es obvio que si uno pudiese acceder a tocar en esos lugares, el nivel de exposición de esos contextos haría que se acercara más gente a ver lo que hacés, un público que, de otra forma, no te conocería. Pero no es tan fácil acceder a esos lugares, porque la prioridad está centrada en gente que tiene determinado nivel adquisitivo, o determinados contactos… Si fulano o mengano se copa con la música que vos hacés, vos tenés visibilidad, y si no… El que vos accedas depende de un tercero, y eso es muy jodido.


Hablando de rock, ahora hay un montón de grupos tocando, dentro de eso, ¿como ves el futuro de la música rock?
Esto es algo que vengo investigando desde hace poco tiempo. Yo estuve al margen de la movida un tiempo, por estar muy metido en tocar jazz y demás. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que hay un abanico de artistas muy creativos, muy copados, que hacen muchas cosas con muchísima iniciativa, como es el caso del Circuito Cínico con sus Festicínicos. Hay mucha movida entre los artistas independientes, y eso me parece bárbaro. Por ejemplo, hay un grupo llamado Gualicho Turbio, que hacen una música super original y que está buenísima. Me interesan mucho propuestas como las de estos pibes, porque me siento bastante identificado con su búsqueda musical.

Una cultura musical independiente que estalla en los Intersticios…
(risas) Sí, más vale. Pero eso fue así siempre. Por ejemplo, en el jazz y en el blues pasa lo mismo: es como si el mercado funcionara por un lado, en líneas generales, y la propuesta artística y creativa, por otro. Sin embargo, aún tengo esperanzas de que cada artista pueda, desde su propio intersticio, lentamente, ir convirtiéndolo en un lugar, no en un accidente geográfico… Poder, como artista independiente, crearse un lugar en donde se generen y pasen cosas y que la música esté buena, y vos puedas tocar en tal o cual contexto, y los músicos que te acompañen sean bien tratados, y cobren una guita que está buena por su trabajo; un lugar en donde la gente que te va a ver tocar sea bien tratada… En fin. Pero todo eso no es fácil de conseguir. De cualquier forma, no dejo de creer que eso se puede lograr, porque si no lo otro sería resignarse a que te dejen por siempre en ese margen, y el margen son dos líneas en una nota publicada, y chau, cagaste… Eso sería otro lugar como las góndolas de discos, y uno no hace música para que le digan que es un marginal, y que “si no estás en tal góndola, no existís…”

Conseguir eso sería poder conjugar el ideal de “no venderse” al mercado sin resignar, al mismo tiempo, poder tener la máxima llegada posible al público…
Claro. Obviamente, el tema de la autogestión tampoco es fácil. Lo que estoy aprendiendo de a poco es para que yo hago determinadas cosas. Entonces, en donde aparece algo que no tiene “un para que” que a mí me sirva, no lo hago y listo. Lo más importante es la música, eso siempre va a ser así. Siempre y cuando yo pueda tocar lo que quiero tocar, todo lo demás no importa…

¿Por qué elegiste que el primer disco de Salgado y Asociados sea en vivo?
Porque es una música para que se registre en vivo. Mi idea es que la música del grupo tiene que ser “en vivo”. En el vivo está la energía y la forma del grupo, su esencia. Tocar esto mismo en un estudio no creo que hubiese estado bueno. Porque, como en la música del grupo no hay demasiados arreglos, lo que prima es una comunicación permanente entre los músicos, en donde yo voy dirigiendo determinadas situaciones que van pasando. Pero las dirijo de acuerdo a como las siento en el mismo momento en que las voy escuchando.

Entonces, la idea va a ser seguir grabando en vivo…
Claro, esa es la idea. Voy a ver si puedo volver a grabar en mayo o junio próximo. Espero llegar a hacerlo. Yo ya tengo pensada la música del segundo disco, la tengo toda anotada en los azulejos de mi cocina, ahora me tengo que sentar a escribirla. Después quedará conseguir que me den una fecha para tocar, y coordinar la grabación con el ingeniero de sonido, y todo el resto de la movida, que es algo que lleva su tiempo…

En sí, ¿cómo es el proceso de composición de tu material?
Yo tengo un concepto –por ejemplo, “quiero que esto sea un second line”- , luego lo escribo, y con eso, le voy proponiendo disparadores al grupo para tocar. Hay partes escritas y partes improvisadas. Obviamente, lo que se improvisa está en relación con lo que está escrito. Por ejemplo, eso que te decía acerca de la composición del segundo álbum. Yo anoto la idea de lo que quiero hacer, y determinados referentes musicales que me hacen acordar lo que quiero hacer entre determinadas partes del tema. En sí, todo parte de un concepto que quiero hacer. Te doy un ejemplo puntual: ahora estoy haciendo un tema que se llama “Boogie del diablo”, que quiero que esté entre la música del armoniquista William Clarke y la de Anthony Braxton. Cosas que escuché de los dos que me permiten hacer lo mío. Después me pongo a digerir eso y ver qué me va saliendo a mí. En resumen, esa idea inicial luego es seguida por el laburo de las horas en las que me siento a tocar.

¿Y cuándo te das cuenta de que temas son para trombón y cuáles para armónica?
Muchos temas los escribo en el piano, pero cuando los voy escribiendo ya tengo definido para que instrumento va a ser. Sobre todo porque son dos instrumentos muy diferentes, y, por supuesto, a uno no le puedo pedir lo que hace el otro.

¿Qué discos estás escuchando actualmente?
Enrique (Norris) me pasó un par de discos de la orquesta del saxofonista David Murray que me encantaron; también estoy escuchando mucho Treat Her Right, una de las bandas que tenía Mark Sandman, el cantante de Morphine. También me gusta mucho escuchar un disco genial de Sonny Boy Williamson, que me mandó una pareja de músicos amigos que están viviendo en Holanda, ¡no se puede creer lo bueno que es ese disco! Por supuesto, hay grupos clásicos que siempre voy a escuchar como Creedence, o Zeppelin, porque, en líneas generales, siempre vuelvo a escuchar rock. También soy de escuchar determinados discos de Bob Marley o Peter Tosh.

¿Qué tema de todos estos artistas que nombrás te hubiese gustado componer a vos?
Cualquier tema de Morphine, con esos riffs de barítono y bajo que tienen. A mí me llama mucho la atención esos tipos que descubren en la simpleza algo que es diferente. Mark Sandman era un tipo que tenía eso. El loco tocaba con slide un bajo de dos cuerdas, y se le ocurrió hacer un grupo con batería, y chau. Inclusive, el otro grupo que él tenía, Treat Her Right, también era un grupo con una formación bastante rara. Eso que te decía, que hace que la música de personajes como él sea diferente, es lo que más me interesa a mí, porque creo que a partir de esa forma de hacer música luego sale un estilo. Un estilo en donde los temas son compuestos de determinada manera, en función del timbre que estos artistas tienen en sus grupos. Qué se yo, hay infinidad de música genial. Otro artista que inventó su estilo es (Charles) Mingus, haciendo temas que son de otro planeta, totalmente increíbles…

¿Qué estrategias utilizás para difundir y que escuchen tu música instrumental en esta época actual en la que parece primar la escucha distraída, aleatoria del mp3 y otros formatos digitales?
Bueno, yo la digitalizo, la dejo ahí en YouTube y vos escuchá lo que quieras… Creo que cada vez más las casas empiezan a estar invadidas por pantallas. Tenés, mínimo, tres o cuatro pantallas en cada vivienda, ya sean celulares, computadoras, tablets, o televisores; y entonces, claro, el tiempo de ocio de la gente empieza a pasar por otro lado. Quizás muchos terminen viendo, en la pantalla de un celular del carajo, una selección de videos, uno más boludo que el otro, y se conformen solo con eso… Sin embargo, mismo esa dispersión va a cambiar, y se va a convertir en otra cosa. Creo que hay que acomodarse a esta situación y aguantar. Me parece que desde hace un tiempo largo, el disco pasó a ser un acto de romanticismo, por eso yo haría los discos por internet, salvo porque aún hay un montón de gente a la que le sigue gustando tener un disco en la mano. De cualquier forma, yo soy un convencido de que los formatos cambian, porque vos también podés tener un disco digital con un hermoso arte de tapa. Sin embargo, fíjate que, al mismo tiempo, todo el mundo lo quiere piratear, nadie quiere comprarlo. Entonces, lo ideal sería poder hacer las dos cosas; mantener la idea de seguir editando en formato físico para que la prensa, la crítica se entere de los lanzamientos, además de que le llegue a los tipos que aún quieren tener su copia en las manos; y, al mismo tiempo, hacer un disco digital para todos aquellos que quieran escucharlo en su i-phone. En resumen, hay que combatir en todos los frentes.

¿Cuáles son tus proyectos a futuro con Salgado y Asociados?
Ok, proyectos. Quiero laburar un poco más determinadas sonoridades con los caños. Justamente, un par de materias que tuve que hacer en el conservatorio este año tienen que ver con eso. Me gustaría trabajar mucho eso en el grupo, porque tengo muy buenos saxofonistas, y se puede dar una mezcla que esté buena. Lo que no quiero es que la música del grupo pierda el impulso y la energía, ni tampoco quiero escribir nada que haga que el resto de los músicos se sientan incómodos. Este primer álbum que pasó fue, simplemente, el primer paso de un camino. Hay cosas que quiero reelaborar. Me gustaría que algunas estructuras sean más versátiles, pero manteniendo la identidad de la propuesta de cada tema. Quizás, luego hagamos temas más largos. No sé, ya se verá.

Emiliano Acevedo