Mostrando entradas con la etiqueta ESENCIALES. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ESENCIALES. Mostrar todas las entradas

lunes, 26 de mayo de 2025

BREVE HISTORIA DE YES...

 

Jon Anderson había comenzado su labor como cantante en una banda llamada The Warriors, quienes grabaron para Decca en 1964; más tarde, Jon se fue a The Gun e incluso grabo un single como solista en 1967 para Parlophone. Luego de estas experiencias, no del todo lucrativas, consiguió trabajo en un club londinense llamado La Chasse en junio de 1968, como cantante y ordenanza del lugar a la vez. Un día en el bar, Jon conoce al bajista y vocalista Chris Squire, un ex miembro de The Syn, una banda que había grabado para Deram, una subsidiaria de Decca.

Apenas se conocieron, Jon y Chris comenzaron una amistad basada en sus intereses musicales comunes y una reciproca pasión por las armonías de The Hollies, The Byrds, Simon & Garfunkel, y (por supuesto) los Beatles. En seguida comenzaron a tocar y componer temas juntos.

En esas primeras épocas tenían ganas de comenzar un proyecto que se acercara a la temática psicodélica/pop/soul de The Fifth Dimension, uno de los grupos favoritos de Squire. Para eso reclutan al tecladista Tony Kaye, un ex miembro de The Federals; el guitarrista Peter Banks, otro ex-The Syn; y el baterista Bill Bruford, un ex-Savoy Brown. El nombre Yes fue elegido para denominar al nuevo grupo porque era positivo, corto, directo y memorable.

De movida tuvieron suerte ya que fueron elegidos como teloneros en el  concierto despedida de Cream (el 26 de noviembre de 1968) en el famoso Royal Albert Hall. Esta aparición los lleva, más tarde, a tocar en el Marquee Club y a aparecer en John Peel's Top Gear, un famoso programa radial de la BBC.

Más tarde, fueron teloneros en la presentación de Janis Joplin en el mismo Royal Albert Hall en abril del 69, y consiguieron un contrato con Atlantic Records. El single debut de Yes sería una composición de Anderson y Squire titulada "Sweetness", un tema dedicado a la mujer de Squire (Nikki) y que fue el primero que compusieron juntos, apenas se conocieron en la casa de Chris. El primer larga duración del grupo, Yes, seria editado en noviembre de 1969. Este debut discográfico incluiría algunos de los elementos que posteriormente serian característicos de la banda: impecables armonías, impresionantes incursiones instrumentales, y una música que tomaba elementos tanto del rock, pop, R&B, folk como de la música clásica. También se incluyeron unas extrañas y originales versiones de temas de los Beatles y los Byrds, así como una incursión en el llamado Space Rock con la composición original llamada "Beyond and Before". Ya de movida se convirtieron en característicos del sonido "yes" los falsetes de Anderson, la fineza de Banks en la guitarra, el sonido único y potente de Squire con su bajo y las complejas estructuras rítmicas de Bruford. Kaye era, quizás, el que menos se destacaba, pero sin embargo obtenía unos sonidos muy melódicos y personales en el órgano Hammond.

En febrero del 70, Yes toca como numero de apertura para The Nice en un show en el Royal Albert Hall, mientras preparaban el material que sería incluido en su segundo álbum, Time and a Word. Para la época en que salió esta nueva producción (junio de 1970) Peter Banks abandona el grupo, siendo reemplazado por Steve Howe, un ex miembro de The Syndicats, Tomorrow y Bodast. Howe aparece en la foto de la segunda portada de Time and a Word, luego que el surrealista dibujo de la portada original fuera censurado. En realidad es Banks quien toca en este álbum. Este segundo disco fue más sofisticado que su predecesor porque incluyó la participación de una orquesta en algunos temas. También, los elementos cósmicos, místicos y superrealistas de sus letras se hacían más evidentes en este Time And A Word. Después de aparecer el disco, la fama del grupo aumentó en Inglaterra, en especial luego de abrir una presentación de Iron Butterfly que fue vista por millones de televidentes.

Esto coincidió con la edición de The Yes Album, en abril de 1971, la primera obra maestra sin discusión del grupo. Un disco, que incluía por vez primera solo composiciones originales, así como múltiples estructuras armónicas; lujosos pasajes instrumentales; potentes performances monstruosas de guitarra y bajo, llenas de virtuosismo; bellos y melódicos entramados rítmicos; y algunos pasajes de órgano y piano bastantes interesantes. Además de un éxito moderado con el single de difusión "Your Move" (que llego al puesto 40 de los charts norteamericanos). Otro tema memorable del disco era "Starship Trooper" (con un título sacado de una novela de Robert Heinlein) que reforzó la imagen y status del grupo en lo que se refiere a la creación de fantásticos, cósmicos y surrealistas cuentos sonoros que hacían imaginar mundos que no tenían nada que ver con la realidad cotidiana. Mientras tanto, en "All Good People", Howe, Squire y Bruford se daban el lujo de tocar extensos pasajes musicales de tremenda factura. Fue tan grande la importancia que tuvo este tercer disco para el grupo que aun hoy "Starship Trooper", "I've Seen All Good People", "The Clap" o "Yours Is No Disgrace" son números obligados en los conciertos de Yes.

Sin dudas, The Yes Album abrió una nueva etapa en la historia del grupo. A partir de aquí, llegaría una serie continuada de obras que se dedicarían a inspirar e incentivar a la imaginación del público. En lo que a rankings respecta, The Yes Album fue número siete en Inglaterra y número 40 en Norteamérica en la primavera (boreal) de 1971.

A comienzos de 1971, Yes hace su primer tour norteamericano como numero soporte de Jethro Tull. Luego, comienzan a trabajar con vistas a editar una nueva producción, cuando de repente Tony Kaye se va en agosto de 1971 para unirse a Peter Banks en su nuevo grupo Flash. Kaye sería reemplazado por (el ex-Strawbs) Rick Wakeman, quien haría sus primeras presentaciones junto a Yes en septiembre y octubre de 1971. Wakeman era por lejos un músico más destacado, hábil y espectacular que Kaye, no solo en lo que respecta al número de teclados que usaba en escena, sino también por la majestuosa y personal forma en que los usaba, sacándoles sonidos únicos e inimitables. Además, mientras Kaye usaba en vivo apenas tres teclados, Wakeman llego a usar en las presentaciones una docena de instrumentos, que incluían mellotrones, varios sintetizadores, órganos, dos o más pianos y clavicordios eléctricos... y una admirable colección de capas de satín y purpurina que le daban un propicio toque "glam" a la estética visual del grupo. Pero fue el toque musical, y tan particular de "Wackie", el que hizo avanzar al grupo en un nivel aun mayor al que había logrado con la crucial inclusión de Howe.

De esta forma, Yes conseguía su más histórica y celebrada formación de todas las épocas: Anderson, Bruford, Howe, Squire y Wakeman; cinco genios dedicados a llevar a la música hasta la estratósfera. A pesar de su gran fama, esta encarnación de Yes solo duro poco más de un año (entre agosto de 1971 y fines de agosto de 1972).

Más tarde, el grupo completó todo el material para su nuevo álbum, Fragile, en menos de dos meses, en parte porque necesitaba editar un nuevo álbum rápidamente para cubrir los gastos del nuevo arsenal de teclados de Wakeman recién comprado. Una vez en la calle, este histórico disco seria otro hito en la carrera del grupo al contener un par de gemas como "Roundabout", "The South Side of the Sky", "Heart of the Sunrise" y "Long Distance Runaround". Todos estos temas, salvo "Long Distance Runaround", rondaban los siete y 13 minutos de duración y se encontraban rodeados por cinco piezas cortas en las que cada miembro del grupo encontraba lugar para lucirse en forma individual. Es así, que tenemos a la voz de Anderson sobregrabada múltiples veces en "We Have Heaven", mientras Squire se luce con el bajo en el instrumental "The Fish"; Howe, por su parte, entrega la deliciosa pieza acústica "Mood for a Day", hecha con una clásica guitarra española; en cambio, Bruford se lucía en "Five Percent for Nothing", una pieza de original entramado rítmico, con un título dedicado a un ex manager que cobraba una comisión del cinco por ciento por no hacer nada; y, finalmente, Wakeman entregaba su particular "Cans and Brahms", una fantástica adaptación en teclados electrónicos de un movimiento de la Cuarta Sinfonía de Brahms.

Fragile, editado en diciembre de 1971, alcanzo el número siete en Inglaterra y la cuarta posición en los rankings norteamericanos. El éxito del álbum se vio también respaldado por la edición en single de una versión reducida de "Roundabout", que sería el primer (y por más de una década) único hit masivo de la banda cuando llego al puesto 13 de los charts de los Estados Unidos. Fragile también trajo como novedad la inclusión de una portada dibujada por el genial Roger Dean, un artista que gracias a su imaginería fantástica se convertiría en una figura de vital importancia en el entorno visual del grupo, tanto en lo que respecta a diseños de discos y logotipos como a lo que a escenografías de shows.

Pero sería con Close to the Edge, grabado en el final de la primavera boreal de 1972 y editado en septiembre de ese año, el álbum que marcaría (según críticos y publico) la cumbre artística y creativa del grupo. El disco traía solo tres temas, ¡pero qué temas!: "Siberian Khatru" era casi una adaptación de “La Consagración de la Primavera” de Stravinski mezclado con furibundos riff de guitarra a lo Hendrix; por su parte, "And You and I" llevaba el estilo de temas como "Your Move" a un nuevo nivel cósmico, emotivo y brillante. Con el tiempo "And You and I" se convertiría en pieza imprescindible en los shows del grupo, así como en el tema preferido de Jon Anderson junto a la futura "Awaken" (de 1977).

Pero la pieza más aclamada del quinto disco del grupo fue, sin dudas, la extensa "suite" "Close to the Edge", que cubría en su totalidad el antiguo lado "uno" del álbum. Esta barbaridad de tema estaba compuesto por increíbles cambios rítmicos y climáticos; bellas melodías y armonías; impresionantes y complejos pasajes de teclados; una espectacular, melódica pero poderosa ejecución en la guitarra y una "tela de araña" rítmica de bajo y batería que sostenía a la estructura en forma increíblemente inaudita y precisa a la vez. El público no fue ajeno a tamaña obra de arte y es por eso que el álbum llego al puesto número cuatro en los rankings ingleses y al número tres en los norteamericanos. Así como una versión resumida de "And You and I" trepó hasta el 42 en Norteamérica.

En la misma época en que se editaba Close To The Edge, Bill Bruford decide dejar la banda para unirse a King Crimson, y es reemplazado por Alan White, un sesionista de la batería que antes había tocado con figuras como John Lennon, Eric Clapton, Yoko Ono o George Harrison. Con White ya instalado, el grupo comienza un exitoso tour mundial que marcó uno de los puntos máximos de toda su historia, en lo que a popularidad se refiere. Buena parte de las excelentes presentaciones de esa época quedaron reflejadas en el soberbio álbum triple en vivo Yessongs (editado en mayo de 1973) que contenía lo mejor del material de los últimos tres discos más algún lucimiento particular de Wakeman haciendo su clásico solo que contenía fragmentos de The Six Wives of Henry VIII, su primer álbum solista editado en febrero de 1973. Yessongs alcanzaría el puesto número siete en Inglaterra y el doce en los Estados Unidos.

Más tarde, el grupo se pasaría la segunda parte de 1973 grabando su nueva producción. El álbum resultante sería un disco doble titulado Tales From Topographic Oceans, que fue editado en las navidades de 1973, con altas expectativas del público puestas en él, lo que determinó su llegada al oro antes que sus predecesores. Sin embargo, Tales From Topographic Oceans rompió el romance entre la banda y los críticos especializados, ya que estos últimos destrozaron al álbum acusándolo de "inútilmente pretencioso e inconsistente". El disco, en sí, estaba compuesto por cuatro temas que rondaban los 20 minutos de duración y que pretendían analizar la historia y el legado espiritual de las antiguas civilizaciones que poblaron nuestro planeta en tiempos inmemoriales. La historia que había inspirado este particular álbum salió del mismísimo Jon Anderson, cuando éste estuvo leyendo la Biografía de Un Yogi durante un tour por Australia, así como por su interés por las antiguas escrituras shantricas. Esto generaría un álbum de belleza sublime, e inmensas partes llenas de alto virtuosismo y originalidad. Por eso, esta producción contenía una serie de pasajes musicales calmos y de excepcional calidad instrumental así como de momentos muy densos pero llenos de complejos elementos muy interesantes que ahondaban en la estética superrealista, fantástica y espiritual del grupo. A pesar de las malas críticas, Tales From Topographic Oceans llego al tope en los charts británicos y al número seis en el suelo norteamericano, esto debido en gran parte a los pedidos por anticipado que se hicieron, debido a la tremenda expectativa despertada por el grupo después de sus exitosos discos precedentes. El grupo presentaría en un tour la mayoría de Topographic Oceans a comienzos de 1974.

Después de esta gira, se anunció que cada miembro del grupo lanzaría su propio disco solista. Pero la noticia "bomba" cayó en junio, cuando Wakeman anunciaba que dejaba Yes, luego de editar su segundo álbum solista, Journey to the Center of the Earth, aparecido en mayo de 1974. En efecto, el rubio tecladista declaraba que no estaba muy feliz con el concepto musical de Tales From Topographic Oceans, un disco del que decía que "no le gustaba ni entendía nada". A pesar del tremendo golpe que le significaba a Yes la salida de Wakeman, en lo que a popularidad se refiere, ellos salieron airosos del problema con la inclusión (en agosto del 74) del tecladista suizo Patrick Moraz, un ex-miembro del súper trio progresivo Refugee. Tres meses después, editan Relayer, otro impresionante álbum que llevaba de nuevo al grupo a la cima de su creatividad. Relayer contenía tres piezas muy poderosas pero de gran factura e ingenio, además de incluir una descollante performance por parte de Steve Howe (quien directamente se "robaba" el centro de la atención). Moraz, por su parte, probó ser un adecuado reemplazante de Wakeman, pero era cierto que en vivo se extrañaba toda la magia y extravagancia de su predecesor. Relayer llegaría al cuarto lugar en los rankings ingleses y al puesto cinco en Estados Unidos. Con posterioridad al lanzamiento del álbum, Yes presentaría en vivo a Relayer, pero no grabarían ningún disco más durante dos años y medio. Es aquí, que Atlantic edita un compilado (en marzo de 1975) para compensar la ausencia de nuevo material. Esta colección de temas viejos llamada Yesterdays, contenía lo mejor de sus dos primeros álbumes y dos singles casi inéditos. Comercialmente no le fue tan mal para ser un "refrito" ya que llego al puesto 27 en Inglaterra y al número 17 en Norteamérica. También salió un film intitulado Yessongs, que mostraba al grupo en sus actuaciones de la gira de 1973. La película recibió críticas muy pobres pero fue bastante popular entre los fans de la banda.

Durante este periodo de silencio, otras bandas comenzaron a imitar el sonido y la estética que hicieron famoso a Yes. El caso más notable se dio con Starcastle, una banda de rock progresiva contratada por Epic Records, quienes grabaron su homónimo álbum debut en 1976. Pero no fue el único caso, otras bandas nuevas como Welcome o Fireballet también intentaron emular la magia del quinteto británico con suerte dispar.

Finalmente, en noviembre de 1975, Chris Squire edita su excelente opus solista Fish Out of Water y Steve Howe se descuelga con su Beginnings.

Ambas producciones rondaron los puestos 60 de los rankings norteamericanos. El disco de Squire era el más complejo de los dos. Aquí el bajista exploraba nuevos terrenos y texturas instrumentales que incluían la participación de una orquesta y de músicos de la talla de Bruford o Moraz. También con este disco, Squire influenciaría mucho el futuro musical del Yes posterior a 1977. Por su parte, el disco de Howe era incuestionable en lo musical, pero sus liricas eran endebles y, además, la vocalización de Steve distaba mucho de ser aceptable. Luego, en marzo de 1976, Alan White editó un álbum de calipso y blues llamado Ramshackled y Moraz una producción denominada como The Story of I. Pero, quizás, la más exitosa de todas estas producciones individuales llegaría en julio de 1976, cuando Jon Anderson edita Olias of Sunhillow, un particular cuento fantástico y épico, que aunque era pobre en lo instrumental compensaba esto con la típica imaginación cósmica "andersoniana" y apropiadas melodías "low-profile" casi en la veta "New Age". En lo que a rankings respecta, Olias llego al puesto ocho en Inglaterra y al número 47 en Estados Unidos

Luego de estas experiencias solistas, el grupo se reúne para componer en vistas a la edición un nuevo disco de Yes, pero poco después de los primeros ensayos Moraz es dejado de lado. Es aquí que se produce el regreso de Wakeman, a fines de noviembre de 1976. Al principio, Wakeman fue llamado como "músico invitado" para asistir al grupo en Suiza durante la grabación del nuevo disco, pero las sesiones fueron tan productivas que el rubio tecladista decidió reintegrarse de forma "full time" a Yes. El nuevo álbum resultante, Going for the One, editado en agosto de 1977, representaría una bocanada de aire puro para los puristas que estaban hartos de tanto punk rock. El disco era, en esencia, más austero que el material clásico de Yes, ya que entregaba un estilo algo más básico de rock y en su mayoría canciones cortas; pero incluía una de los temas largos más espectaculares e inspirados de toda la historia del grupo: "Awaken", que cerraba en forman magistral el álbum. El disco fue todo un éxito y esto se pudo apreciar cuando llego al tope de los charts británicos y a un muy decoroso octavo lugar del otro lado del Atlántico. Por su parte, los singles "Wonderous Stories" y "Going for the One" llegaron hasta los números 7 y 24, respectivamente.

Luego de este éxito, el grupo se embarcó en una nueva gira mundial que incluyó las más espectaculares y exitosas presentaciones de Yes en los Estados Unidos cuando tocaron ante audiencias masivas en la Costa Este del país. Más tarde, Tormato (editado en octubre de 1978) mostró a unos Yes más básicos en lo musical y con liricas novedosas, como la incluida en el moderado hit "Don't Kill the Whale", que era la primera canción con un tópico de mensaje (en este caso ecológico), un hecho inédito en la historia del grupo. Tormato no fue tan exitoso como Going For The One pero igual fue Top Ten en ambas orillas del Atlántico en el otoño (boreal) de 1978. Una vez más, luego de terminar la gira presentación de esta producción, los miembros de Yes se dedicaron a trabajar en sus propios proyectos solistas.

Por eso en 1979 se edita el exquisito The Steve Howe Album y el paupérrimo Rapsodies de Wakeman. También en esa época Yes intenta grabar al sucesor de Tormato en París, pero las sesiones fracasan y el proyecto es dejado de lado. Luego en 1980, Jon Anderson se une a su viejo amigo Vangelis para realizar un álbum, a dúo, titulado Short Stories, y un single "I Hear You"; ambos editados a principios del 80. Esta nueva experiencia fue fructífera ya que tanto el single como el álbum ingresaron en el Top Ten británico. Jon & Vangelis, como se denominaron a sí mismos, habían comenzado una productiva labor conjunta que no terminaría aquí ni mucho menos.

Pero la bomba del año cayó en marzo del 80, cuando colapsa Yes con la salida conjunta de Wakeman y Anderson. El primero porque vivía en Suiza y no se encontraba ligado más, ni espiritual ni logísticamente, con el grupo; mientras que Jon se iba harto de discutir con Howe y Squire sobre la veta musical que debía tomar el grupo. Mientras Anderson insistía en realizar un estilo más lirico y "suave", los otros tres miembros se burlaban (literalmente) de él, a la vez que optaban por un sonido más potente y lanzado que no tenía nada que ver con lo que proponía Jon. Dos meses después, llegan dos ex-Buggles: Trevor Horn (voces) y Geoff Downes (teclados) quienes se unen a Steve Howe, Chris Squire y Alan White. Esta nueva formación graba un poderoso y espectacular álbum llamado Drama, editado en agosto de 1980. A este disco le fue mucho mejor en Inglaterra, en donde llego al puesto número dos, que en los Estados Unidos, donde apenas alcanzó la posición 18 del ranking. Sin embargo, alcanzaron a tocar con éxito durante varias noches en el legendario Madison Square Garden de Nueva York.

Esta nueva formación de Yes solo duró un año porque, si bien sonaban muy bien, el viejo Yes permanecía en el corazón de los viejos fans del grupo y esta era una situación que los músicos conocían mejor que nadie. Quizás también debido a esto, en enero de 1981 Atlantic Records edita Yesshows, un álbum doble en vivo que contenía grabaciones extraídas de shows realizados por la banda en el periodo 1976 - 1978. Este disco llegaría al número 22 en Inglaterra y al 43 en Norteamérica. Finalmente, en abril de 1981, se anuncia la separación de Yes. Geoff Downes formaría Asia junto a Steve Howe; Horn se convertiría en un

exitoso y cotizado productor discográfico, con realizaciones que incluyen a artistas de la talla de Frankie Goes to Hollywood, los mismísimos Yes, Rod Stewart, las rusas del dúo T.A.T.U., etc.; y por su parte, Squire y White graban el single navideño "Run With The Fox" en la onda Yes e intentan un frustrado proyecto de grupo nuevo con Jimmy Page en XYZ.

Luego de trabajar con Page, y aun estando en Los Angeles, Chris Squire y Alan White anuncian la formación de un nuevo grupo llamado Cinema, con el tecladista original de Yes Tony Kaye y el guitarrista sudafricano Trevor Rabin. Al principio intentaron poner a cantar a Horn, pero este estaba harto y no quería saber nada con hacer de nuevo esa función, por eso Squire invito a Jon Anderson a cantar en algunos temas. Como Anderson encajó muy bien se decidió dejar de lado el nombre Cinema y revivir a Yes. A fines de 1983, esta nueva formación de Yes, junto a Trevor Horn como productor, editó el álbum 90125, que contenía un inesperado hit, número uno en los Estados Unidos durante dos semanas en enero de 1984: "Owner of a Lonely Heart", una canción que encajaba muy bien en la moda pop de esos años y que tenía poco que ver con lo que había hecho el grupo en el pasado. Luego del éxito de 90125 (su disco más vendido), Yes se dedicó a girar por todo el mundo, incluyendo una participación en el monstruoso Rock in Rio '85, en enero de 1985.

Después de esto, en 1987 editan Big Generator, un muy buen disco de sonido A.O.R. que ahondaba la estética sonora de 90125. Sin embargo, Big Generator no tuvo tanto éxito como su antecesor. Mientras tanto, en 1986, Steve Howe regresa como miembro del quinteto GTR, junto al ex Genesis Steve Hackett, quienes editan un álbum homónimo bastante exitoso en los Estados Unidos en donde llegó al número 11 de los charts.

Luego del final de GTR, Howe se juntó con Anderson, quien se había ido de Yes harto de sus peleas con Rabin y Squire. Entonces, Jon y Steve llaman a Wakeman, que venía de fracasar con su adaptación de los Evangelios, y "engañan" a Bruford, proponiéndole participar de un inexistente álbum solista nuevo de Anderson. El resultado de la unión de estos músicos sería un nuevo grupo llamado Anderson Bruford Wakeman Howe, ya que no se podían llamar asimismo "Yes" por qué el nombre era propiedad de Squire, al ser el único tipo que no se había ido nunca del grupo. De cualquier forma, el disco homónimo editado por ABWH era bastante bueno y tuvo éxito ya que llego al Top 40 en los Estados Unidos y al Top 20 en Inglaterra, obteniendo una victoria aplastante sobre el Yes "norteamericano" de Squire y Rabin que aún se encontraba en pañales, al no conseguir un cantante fijo que reemplace a Anderson para poder salir a la palestra de nuevo. ABWH realizó también una gira titulada An Evening of Yes Music, en donde presentaron el clásico repertorio de la legendaria banda con mucha repercusión, incluyendo un par de actuaciones en 1990 en el Madison Square Garden.

Las peleas legales a cara de perro entre los dos Yes terminaron con la "brillante" idea de juntar a todos los músicos y formar una súper reencarnación de Yes como octeto en la primavera (boreal) de 1991. Este "mega Yes" estaba formado por Anderson, Howe, Wakeman, Squire, Kaye, White, Rabin y Bruford, quienes se embarcaron en un soberbio world tour que nos traía de nuevo el viejo escenario circular y móvil de la presentación de Going For The One en los 70. Esta gira coincidió con la edición de un video documental que repasaba la historia de la banda, Yesyears: The Video. También se editó una caja de cuatro CD llamada Yesyears, que incluía todos los éxitos más casi una hora de material inédito. No debemos olvidar tampoco a Union, el nuevo disco del grupo, un polémico hibrido emparchado en donde metió mano todo el mundo, desde Anderson y el productor Jonathan Elias hasta los ejecutivos de Arista Records. A pesar de su naturaleza bastarda e inaudita, Union (apoyado por una tapa dibujada otra vez por Dean) llegó al número siete en los rankings británicos y al número 15 en Norteamérica.

En 1993, de la mano de Bruford se realiza un proyecto en el que se editan nuevas versiones orquestadas de los clásicos del grupo bajo el nombre de Symphonic Music Of Yes, en este disco también participaron Anderson y Howe. En 1994, se reúne la formación de 90125 para grabar un nuevo álbum pop llamado Talk, que no estaba tan mal pero que fue un fracaso en lo que a repercusión respecta. Después de esto, se van Rabin y Kaye y vuelven Howe y Wakeman. En 1995, empiezan a grabar material nuevo, editado junto a un show de 1996 en los dos álbumes dobles Keys to Ascension de 1996 y 1997.

Las nuevas canciones de Keys to Ascension eran muy buenas y suponían un regreso a la tradición progresiva de Yes, pero la caótica situación interna del grupo y el hecho de no tener un contrato discográfico ni managers atinados hizo que mucha gente ni se enterara de lo bien que sonaban las nuevas composiciones, que quedaron sepultadas en el olvido por un insólito error de marketing, al ser editadas como “bonus” de los clásicos en vivo grabados en San Luis Obispo en un show de 1996. En medio de esta anarquía, Wakeman se pudre y se va antes de la grabación y edición de un descocado disco llamado Open Your Eyes, que contaba con la inclusión en de un viejo colaborador de la banda llamado Billy Sherwood en guitarra rítmica y teclados.

Luego de la edición de Open Your Eyes llaman al talentoso tecladista ruso Igor Khoroshev para que ocupe el lugar de Wakeman, y bajo la producción del malogrado Bruce Fairbairn graban un nuevo disco titulado The Ladder en 1999. Este disco era bastante bueno y era el primero en años que contaba un productor adecuado. A pesar del relativo éxito de The Ladder, a fines de 2000 Khoroshev y Sherwood se van y Yes queda reducido a cuarteto: Anderson, Howe, Squire y White. Esta formación graba en 2001 Magnification, un muy buen disco con participación de orquesta sinfónica y todo.

En 2002 vuelve Wakeman y la formación clásica se reúne con éxito hasta 2004. En 2008 Jon Anderson es reemplazado por el vocalista canadiense Benoit David, con él se edita Fly From Here en 2011, otra vez con Geoff Downes en teclados y con la producción de Trevor Horn

No obstante, el pobre desempeño de Benoit David sobre el escenario, termina con la salida de este al finalizar la gira europea en diciembre del 2011, siendo reemplazado por cantante Jon Davison en febrero de 2012.  En el año 2014, se publica el disco Heaven and Earth, el último con Chris Squire, quien falleció el 27 de junio de 2015. De esta forma Yes queda sin miembros originales en su formación, siendo tras la muerte de Squire (quien también fuera el dueño del nombre de la banda) Steve Howe el miembro más antiguo.

El 7 de abril de 2017, Yes entra en el Salón de la Fama del Rock and Roll. Esto da ocasión para ver nuevamente a la formación clásica de Yes, más Rabin, unida y tocando, a pesar de no estar ya Squire. El 1 de octubre de 2021, Yes lanza su vigésimo segundo álbum de estudio, titulado The Quest. El 26 de mayo de 2022, el baterista Alan White falleció por causas naturales y es reemplazado por Jay Schellen. La formación liderada por Steve Howe con Davison, Downes, Sherwood y Schellen continúa tocando hasta la actualidad

CONCLUSIÓN

A partir de los últimos años se ha revalorizado a muchos grupos denostados en los 80 y uno de ellos es Yes. Es por eso que aparecen músicos que se animan a decir que les gusta Yes, como el guitarrista John Frusciante (de Red Hot Chili Peppers), que define a la música del grupo como "única, majestuosa e inimitable", agregando que Yes "(en su tiempo) rompió todos los esquemas establecidos". Tampoco llama la atención ver que un personaje de la serie Friends aparezca con una remera con el clásico logo diseñado por Roger Dean en la época de Close To The Edge, lo mismo que hace Lady Gaga en una escena de Nace una Estrella, o que la música del grupo suene en películas como Buffalo 66 o Almost Famous, apelando a la moda retro que lleva a gente a apasionarse por la estética de los 70, una década en donde Yes fue uno de los grupos más importantes del mundo. Quizás esta revalorización no alcance, pero aunque sea mínima es un indicio de lo grande que fue Yes. Sin duda uno de los grupos más originales y monumentales de la historia de la música rock y uno de los estandartes más importantes a la hora de analizar ese fenómeno, originado a fines de los 60, que se llamó Rock Progresivo y Sinfónico.

BIBLIOGRAFIA: Gracias a B. Eder, A. Rosso, C. Kleiman, P. Lernoud, A. de Miguel, "Yesyears", Billboard, NME, Melody Maker, The Enemy, C. Crowe, Revista Pelo, Diario La Nación, Music Country, Claxxon, M. Grinberg, M. Bitar y M. Memory.

Nacho Melgarejo

martes, 4 de marzo de 2025

CINCUENTA AÑOS DE EL RELOJ: Una recorrida por la historia de sus mejores discos junto a Eduardo Frezza


Leyenda total del hard rock de la zona oeste del Gran Buenos Aires y del partido de La Matanza en particular, El Reloj es una banda de culto para todos los que amamos este género. Una historia que comenzó hace cincuenta años y dio álbumes míticos. Justamente, en esta nota hablamos con el gran Eduardo Frezza (bajo y voz líder) para recorrer tres de aquellos grandes discos: El Reloj (1975), El Reloj II (1976) y Santos y Verdugos (1994); las tres obras que fueron grabadas por el quinteto original del grupo. Fue Frezza, junto al mítico Willy Gardi (guitarra, voz y violín), Osvaldo Zabala (guitarra), Luis Valenti (teclados, sintetizadores y voz) y el genial Juan “Locomotora” Espósito (batería), los que nos legaron semejantes discos [sin olvidar la participación de Carlitos Mira (guitarra) en El Reloj II]. Una nota en las que recorremos los tres discos canción a canción. Imperdible. Que la disfruten…

ENTREVISTA> ¿Por qué tardaron casi dos años (luego de firmar contrato con RCA) para sacar el primer disco, en 1975?

Lo que pasaba es que no estaban acostumbrados a trabajar con grupos de rock. Eran tipos muy reacios, desconfiados de tratar con tipos de pelo largo, y por eso te daban bola recién cuando empezabas a vender muchos discos. En RCA también hacían las cosas muy lentas. Además, tuvimos muchos problemas con el tema de la tapa del disco, porque hicieron un desastre con el dibujo que había hecho Espósito. Es más, también fue muy difícil grabarlo, porque el técnico de grabación de RCA no entendía un carajo como registrar la música de El Reloj. Así que no nos quedó otra que ir y meter mano en la consola. Lamentablemente, por nuestra inexperiencia, muchos sonidos no fueron grabados en forma óptima. Por eso creo que ese primer trabajo no alcanza a reflejar en su totalidad nuestro sonido. Aunque tuvimos muchas horas disponibles en el estudio, fue un bardo grabarlo.

El primer disco de El Reloj empieza con “Obertura”, ¿qué te acordás de esa improvisación anterior a “El Viejo Serafín”?

Cuando fuimos al estudio de la RCA a grabar, ahí había un piano Steinway. Así que lo vimos y nos agarró una emoción grande porque un piano así no lo encontrás en cualquier parte de la Argentina. El Steinway es un piano espectacular, tiene una afinación única y suena increíble. Como estaba abierta la tapa, se nos ocurrió golpear las cuerdas gruesas, lo que generaba un sonido tenebroso. Eso nos llamó la atención. Así empezamos a hacer sonidos, con la púa de la guitarra, con los dedos en el piano. Y así comenzamos a crear cosas e incluimos un cono con agua y soplamos con una pajita y salía el sonido de las burbujas. Se formó una onda musical bastante tenebrosa, a tal punto que un grupo evangelista nos acusaban de hacer pactos con el Demonio… Una pavada total. El tema es como si fueran dos dimensiones, una que te muestra como si estuviera naciendo un monstruo bastante raro, la otra dimensión te muestra a un arcángel que se llama Serafín, que nace como un mendigo de la calle que hace reír a la gente contando cuentos. La letra habla de eso. Así se pasa de una cosa a la otra: primero la parte tenebrosa y después un ser de luz como era Serafín. Te muestra que acá en la tierra la gente tiene la posibilidad de reformar su vida, a modificar el carácter y formas que tenemos de pensar y demás, a través de los ejemplos de cierta gente que es más avanzada que nosotros. Es un tema que muestra lo bueno y lo malo.

¿Y cómo fue compuesto “El Viejo Serafín”?

Me acuerdo que estaba en la casa de Willy y me dice que estaba componiendo un tema y que quería que lo viéramos. Empezamos a sacarlo, porque el tema es de él, y yo aporté algo de bajo. Fue muy interesante porque la canción tiene muchas partes bien diferenciadas. Esa habla de un ángel que se transformó en una persona común que vivía en la calle. Y está inspirada en una persona real que se llamaba, justamente, Serafín. El tipo era feliz divirtiendo a la gente, sin juzgar a nadie. Todo el mundo lo gastaba, lo cargaban; hasta que se murió. En ese momento, se dieron cuenta de que ese viejo era importante. Se terminaron dando cuenta de que ese tipo era igual a ellos.

¿Qué te acordás de “Más fuerte que el hombre”?

La onda es sobre la desesperación de una persona que está trabajando en la calle y está apurado porque quiere llegar a su casa pero llega a su casa cuando su pareja ya se fue. Es un tipo que no llega a tiempo. Es una de nuestras canciones que hace hincapié en el tema del tiempo, que es muy sagrado para la gente. El tiempo es “más fuerte que el hombre”. Vos podés aprovechar o desaprovechar el tiempo, tenés que hacer una elección. A través del trabajo mucha gente se esclaviza, porque vos podés tener tiempo para disfrutar y tiempo para trabajar. El tiempo es sagrado. Generalmente, las personas mayores empiezan a darse cuenta tarde de esto cuando les quedan pocos años de vida.

¿De qué habla “Hijos del Sol y la Tierra”?

Ese habla del espíritu humano que viene naciendo en diferentes estadios de vidas. Todos los estadios que va recorriendo el espíritu, a través de nacer – morir, nacer – morir, y siempre es el mismo espíritu de libertad. Por eso se llama “Hijos del Sol y la Tierra”. Va al Sol, hacia la luz, y vuelve a la Tierra, a aprender algunas lecciones sobre la vida pero también viene con un espíritu de libertad. Ser un ser libre. La letra te lo dice todo. Es una letra hecha por la madre de Willy y a nosotros nos impactó bastante por lo que comunicaba. Está todo ahí, habla de la libertad espiritual, nada menos.

El lado B del disco se abría con “Alguien más en quien confiar”. ¿Cuál es la historia de ese tema?

Es una historia común que se convirtió en clásico. Willy Gardi tenía mucha inspiración, era un tipo muy creativo. Él tuvo una competencia intelectual con Luis Valenti, para ver quién era el más rápido mentalmente. Estaban siempre compitiendo para ver quién era el que hacía el chiste más rápido y demás, hasta que un día se agarraron de los pelos. Entonces Willy se fue a su casa y quedó todo mal en la banda, casi se desarma el grupo en ese momento. Fue un lio bastante grande. Ahí, Willy para solucionar el problema, compuso el tema. Lo llamó a Valenti por teléfono y le dijo que tenía un tema nuevo y nos reunió a todos para ensayar. Y quedó todo bien después de eso. La letra te lo dice todo: “Mañana iré a buscarte, igual que todos los días, quiero hablarte una vez más…”

¿Cuál era la relación grupal, eran muy competitivos entre todos? ¿Era una relación tensa o más o menos?

Se puede decir que sí. Competitivos en el sentido de que éramos todos hermanos que nos queríamos mucho, pero, lamentablemente, todos éramos de un signo diferente. Y había que combinar los diferentes rasgos de carácter de cada uno. Tenías a un taurino, a un acuariano, sagitariano, librano, escorpiano, ariano… Vos fijate, éramos todos diferentes… Y esos cinco miembros originales éramos muy diferentes uno con respecto al otro. Yo soy signo de fuego y Willy Gardi era signo de aire, el signo de aire empuja al de fuego, lo alimenta; por eso estábamos siempre juntos. Nos llevábamos bárbaro en el sentido de que cada vez que nos juntábamos era una explosión creativa. Y después estaban los otros tres, que eran tres signos diferentes: Escorpio, Tauro y Acuario. Ellos tres se combinaban muy bien, porque cuando nosotros les traíamos un tema, lo agarraban en dos minutos y rápidamente le empezaban a poner arreglos de manera individual y ya salía todo. No teníamos que trabajar mucho. Eso es importante. Pero también había una competencia para ver que se dejaba en el tema y de qué manera, porque también eso podía desvirtuar la composición original. Ahí es donde se arman los despelotes en las bandas. Porque todos quieren aportar cosas pero hay que ver que se aporta, porque si no queda un “chorizo musical” y eso no está bueno. Una canción tiene que tener principio, estribillo y final; no se puede agregar cualquier cosa “porque queda lindo”. Hay bandas en las que todos los integrantes son virtuosos pero pasa esto que te estoy diciendo: en lo creativo son un desastre. Hay que tener virtuosismo pero también hay que saber el armado de las cosas. Porque si no la música se vuelve muy monótona.

Después llega “Blues del Atardecer”, otro clásico del grupo…

La melodía la hice en Rosario, mucho antes, en el año 67, 68, por ahí. Yo estaba en una plaza con unos amigos y de golpe empiezo a tocar los tonos de la canción, la melodía del tema. Y empecé a cantarla en un inglés improvisado. Después, cuando vine a Buenos Aires y conocí a Willy y los demás chicos de El Reloj, formamos la banda, y nos metíamos en la casa de Willy a componer los temas. Un día me dice Willy: “Está bueno ese tema, vamos a sacarlo…” La melodía era en una sola tonalidad, estaba en La, entonces Willy la sube a Si menor, y así hace una subida que la verdad mata. Aparte, cuando fuimos a ensayar, Juancito le metió un solo de batería alucinante. Así fue que le hicimos un arreglo que es explosivo. Hasta el día de hoy es un tema que lo seguimos tocando porque a la gente le encanta. ¿Por qué? Porque tiene todo lo que te estoy explicando: melodía, armonía, estribillo, final, punteo, solo de teclado… ¿Qué más se puede pedir? Se volvió un clásico el tema. Mirá hasta donde llegó, más de 50 años después. Agrego otra anécdota, el tema tenía otra letra que le había hecho yo, pero Willy trajo otra y entonces tuvimos una disputa acerca de que letra poníamos. Ahí dijimos, vamos al ensayo y tocamos el tema con todas las de la ley, ninguno la toca más o menos por una cuestión de conveniencia, vamos a tocarla… Y vos sabés que la letra salió sola. Cuando cantamos la letra de Willy nos dimos cuenta que tenía que ser esa. Pegaba la letra con el tema…

¿Y qué situaciones te inspiraban la composición de “Blues del Atardecer”?

A simple vista parece la historia de un tipo al que lo dejó la mina, ¿no? Sin embargo, en esa letra se habla de algo más: la intención de Unidad. El tipo se peleó con la mina, pero se da cuenta de que la tarde está gris, igual que él. Ahí hay algo, no está solo. “Estoy aquí, con mi tarde triste y gris”, ese es el sentido.

El disco se cierra con “Haciendo Blues y Jazz”…

Bueno, ese es un tema de Willy, pero la intención primaria la entonó en una zapada Horacio “Tucata” Suárez, que fue el primer guitarrista que tocó con Willy en El Reloj. Horacio era un violero muy zapador. No le gustaban los temas estructurados. Entonces, un día empezó a tocar en ritmo de jazz. A Willy le encantó eso y nos incentivó a arreglarlo. Le dije que sí y nos fuimos a su casa y ahí saqué una letra que tenía de la época en que había llegado de Rosario a Buenos Aires y que le había dedicado a mi mamá. Yo era muy chico, tendría 17 años y le decía: “Mamá, quedate tranquila, tu hijo está haciendo blues y jazz…” porque mi vieja estaba asustada, por el tema de la droga y demás, por el hecho de que yo estuviera en Buenos Aires. “El placer que tendrás, sin límite será…”, ¿entendés?, todo se lo decía a mi vieja para que se quedase tranquila. A Willy le gustó la letra y la metimos, así salió el tema. Es un tema simple, con una buena melodía de jazz. Todavía lo seguimos tocando en vivo. Tiene dinámica, tiene zapada, en el que cada uno de los músicos se puede lucir individualmente. Por supuesto, tiene una estructura. Porque sin estructura no podés hacer un edificio, se viene abajo.


EL RELOJ II (1976)

En este segundo álbum también se tomaron revancha con el tema de la tapa, con ese dibujazo de Horacio Fontova, ¿no?

Sí, porque le rompimos las pelotas a RCA para que no volvieran a cagarnos la tapa, como lo hicieron en el primer disco. Justamente, Fontova era amigo de Willy, y le regaló el dibujo para que la pusiéramos en la tapa. De cualquier forma, esa ilustración no había sido hecha especialmente para nuestro disco, porque el Negro, que fue un dibujante de la puta madre, siempre estaba haciendo ese tipo de trabajos en las tapas de Expreso Imaginario, por ejemplo. Fue Willy quien se volvió loco con esa imagen, y se la trajo porque tenía que ver con el material que estábamos haciendo. Ahí tenías un tipo, ni joven ni viejo, o ambas cosas a la vez, colgando en el tiempo y el espacio. Una ilustración espectacular.

También hay un salto importante en el sonido, en relación con el disco anterior…

Y sí, porque en el primero los técnicos no entendían un carajo la música que hacíamos, y nosotros empezamos a meter mano, todos a la vez, y no terminó quedando todo lo bien que podría haber sido. Una vez, incluso, Valenti me revoleó un zapato a mí y se lo encajó a un técnico, y se armó un quilombo terrible, porque le abrió un tajo en la cabeza y el tipo empezó a sangrar… También en el segundo álbum nos peleamos mucho en el estudio. Es más, una vez me agarré a trompadas con Willy, por esa cuestión.

¿Cómo fue eso?

Fue la primera vez que nos peleamos en la vida. Willy estaba jodiendo, y yo le dije: “Che, déjate de romper las pelotas, ¿no ves que estamos perdiendo el tiempo?” Se ve que no le gustó un carajo lo que le dije, y vino corriendo y nos agarramos a trompadas. Yo terminé con el tabique nasal sangrando y él con la mano derecha enyesada. Por suerte pudo seguir tocando porque le quedaron los dedos de la mano libres para agarrar la púa… [risas] Igual, indirectamente, nos salió bien la jodita. Porque debido a esta pelea, la RCA nos echó de sus estudios por peligrosos, y terminamos en los estudios del Nono Pugliese, el tipo que hacía las publicidades de los cigarrillos L&M con (la modelo) Claudia Sánchez, y ahí pudimos grabar con un técnico muy bueno. Por eso el segundo disco suena tan bien.

El segundo álbum de El Reloj empieza con “Al borde del abismo”, ¿qué te acordás de ese tema?

Es un tema instrumental, muy bien hecho y muy difícil de tocar. La letra tiene que ver con todo lo que ya hablamos. Ahí el personaje cuenta que la vida tiene su tiempo y sabe muy bien que en algún momento se va a morir. En conclusión, siempre estamos hablando del tiempo. Hay que aprovechar el tiempo que tenemos. No hay que desaprovechar ni un minuto y vivir a cuerpo presente todo.

Sigue “Tema triste”…

Ese directamente es instrumental, porque prácticamente es un canto tipo coro. Es un tema potente y pesado. Es muy bueno. Un día de estos vamos a tener que sacarlo de nuevo para poder tocarlo con la banda actual. Me gusta mucho, tiene una onda a Led Zeppelin.

Este segundo disco, a diferencia del primer álbum de la banda, es más sinfónico, más progresivo…

Tal cual. Del hard rock pasamos al rock sinfónico. Y el rock sinfónico es más instrumental que cantado. Yo tuve que resignar la parte cantada, cantar lo mínimo indispensable y empezar a darle más potencia a lo que hacía en el bajo. Esa justo era la época de Emerson, Lake & Palmer, Yes, etc.; y nosotros estábamos en la vanguardia para ver que podíamos aportar en lo sinfónico en Argentina. Así empezamos a estudiar en el conservatorio Julián Aguirre, en Banfield. Fue una experiencia muy piola que nos vino bien. Empezamos a tratar de ver qué carajo estábamos tocando. Porque habíamos hecho una música sinfónica bastante complicada, entonces queríamos saber qué era lo que estábamos haciendo musicalmente. Fuimos dos años al conservatorio. Yo estudiaba violonchelo y contrabajo, Willy guitarra y violín, Zabala guitarra, Valenti piano, y Juancito timbales y los instrumentos percusivos de orquesta.

El último tema del Lado A es “La Ciudad Desconocida”. ¿Qué recordás de esa canción?

Es un tema muy de Gardi y muy especial para todos nosotros. Lo admiramos mucho a Willy y nos encanta tocarlo, aunque el tono del canto es bastante elevado, a veces tengo que llegar a notas muy altas. Lo que tiene de bueno es la letra, que es muy especial. La ciudad desconocida es el corazón, el lugar en donde tenemos toda la energía de la vida. Una energía que no se pierde nunca, porque cuando te morís, morís como cuerpo físico, pero esa energía va a estar siempre en el universo y va a ir a la ciudad desconocida. Es lo mismo que si vos tirás una gota de agua en el mar. La gota no se pierde, se convierte en el agua del mar. Desde el punto de vista espiritual, cuando nos morimos vamos a parar al mar del universo. La letra explica todo eso.

Aparte tiene una intro de violín de Willy que es impresionante…

Sí, porque la madre era profesora de piano y de violín. Es una introducción elogiada por maestros de violín, incluso. Por ejemplo, el violinista de la sinfónica que tocaba con nosotros nos dijo que ese punteo de Willy era muy difícil de tocar y excelente. Mirá como será para que lo diga el músico de una sinfónica. Y cuando lo tuvieron que sacar ellos con la orquesta, les costó bastante. Porque no es un punteo simple. Está escrito de una manera, que solamente a Willy se le podía ocurrir. Nosotros le decíamos “el Paganini de El Reloj”. Era un músico genial. Le decíamos así, porque incluso se parecía físicamente a Paganini. Recuerdo mucho el concierto que dimos en el Luna Park, cuando tocamos con El Reloj, en donde Willy tocó con un violín todo pintado de blanco. Se apagaban todas las luces en su solo y una luz lo enfocaba a él, que estaba vestido todo de negro como Ritchie Blackmore en Deep Purple. En ese momento hubo un silencio en el público que fue alucinante, todos expectantes de lo que hacía él con el violín, hasta que arrancó la banda y ahí explotaron todos. También fue muy importante el aporte de Valenti en los teclados. La cuestión es que fue un show espectacular, que aún recuerdan todos los que estuvieron ahí. Fue inolvidable. Es una lástima que muchos de los recitales de El Reloj no se hayan podido filmar o grabar. Imaginate que nosotros llegamos a tocar en la cancha de All Boys, con 30 mil personas, ¿sabés lo que era eso? Era un verdadero hervidero, como si fuera un partido de fútbol. Se me ponía la piel de gallina, y cada vez estábamos tocando mejor, me temblaban las piernas.

¿Qué te acordás de “Aquel Triángulo”?

Lo hice yo y habla del centro que tenemos en el cerebro: la glándula pineal. Esa glándula, chiquita como una piña, cuando se enciende tiene unos pequeños cristales que reflejan una especie de arcoíris que se transforma en luz, que se conecta con la luz universal. De ahí viene la creatividad del hombre. Así nos conectamos con el universo mediante ese teléfono que es la glándula pineal. Al mismo tiempo, valga la redundancia, el tiempo no existe. Somos nosotros los que estamos viviendo y tenemos un parámetro que usamos para medir el tiempo. Es algo impresionante eso. Y son cosas que me vienen a la cabeza cada vez que hago un tema. Ya soy así, lamentablemente… [risas] Nací con esa impronta. Muchas preguntas que me hago, ¿para qué estamos acá?, ¿qué tipo de personas tenemos que ser?, etc… Creo que si vivís en el tiempo presente, en donde está el alma, el espíritu, ya no tenés más problemas, ni con el futuro ni con el pasado. Muchos de los recuerdos del pasado te trastornan, si estás en el tiempo presente y soltás esa carga del pasado, podés ser feliz. Porque, además, el futuro todavía es incierto, todavía no vino.

Luego llega “Harto y confundido”.

Tiene que ver con las personas que se drogan. El tipo está harto y confundido porque la droga es confusión. Llega un punto en que el tipo está tan harto que no le importa más vivir, lo único que le importa es drogarse. El personaje de la letra de la canción, se droga y empieza a ver figuras que no existen, tiene delirium tremens, le pasa de todo. Es un poco lo que le pasa a los jóvenes que se drogan aún hoy. No quiero decir que nosotros hayamos sido unos santos, pasamos por esa etapa y la pudimos superar, gracias a Dios; no sé si todos, pero la mayoría de nosotros. La droga deja muchas secuelas en el individuo y su familia, es un desastre. Este tema habla de eso, igual que “El Mandato”. Pero en “El Mandato” se da una opción a elegir: “Estoy harto de luchar, solo me quiero mandar…” Yo luego le cambié el final, porque era controvertido, le puse “solo me quiero amar”. Porque “mandar” se puede interpretar de muchas formas: “me quiero clavar una aguja y mandarme un líquido”, o como “me mando a mí mismo y me transformo”. O sea que va a la interpretación, a la mentalidad del que lo escucha. Cambié mandar por amar porque la cambié por el lado bueno, cambiar la droga por la vida.

¿"Aquella dulce victoria"?

Es totalmente instrumental. Una vez lo tocamos en el [teatro] Gran Rivadavia con una banda sinfónica de 25 músicos. Tener una sinfónica atrás es como tener un metrónomo, está buenísimo.

El disco termina con “Egolatría”, que es una zapada, ¿no?

Tal cual. Allí, cada uno de nosotros muestra un poco lo que sabía tocar. A esta altura de la nota, ya te habrás dado cuenta que los temas de El Reloj, desde el principio hasta el fin, tienen un sentido. Un sentido no mesiánico, porque ninguno de nosotros era mesías de nada. Pero sí tiene un sentido de búsqueda espiritual. O mejor, de búsqueda de un estado interior más consciente, más elevado. Porque la palabra “espiritual” está muy manoseada por las religiones y los cultos.


SANTOS Y VERDUGOS (1994)

¿Cómo se da la vuelta de El Reloj en los 90?

Simple, me encontré con Willy, fuimos a buscar a los otros tres, todos dijeron que sí, y lo hicimos. Si bien todos ya estábamos en una situación personal bastante diferente a la de 17 años atrás, la esencia era la misma. Teníamos guardado en el cajón un montón de material para hacer.

Con un sonido más heavy, ¿no?

Lo que pasa es que volvimos justo en una época heavy metal, pero no es que nosotros éramos “heavy”. Yo siempre lo aclaro: El Reloj no es heavy, es hard rock y rock sinfónico, y paremos de contar… Por ahí metíamos alguna balada blusera, pero siempre en clave hard rock. Nos encasillaron como “heavy” porque Juan tocaba la batería con dos bombos, pero, a mi entender, el heavy es otra cosa, es un estilo más constante, más lineal, no tiene tanta melodía como la que tenía nuestra música.

¿Cómo fue la grabación del álbum del regreso, Santos y verdugos?

Ese disco lo grabamos en El Cielito Records, con Gustavo Gauvry, un técnico de puta madre. Ahí está “Un Camino”, un tema mío en donde se toca todo Zabala, demostrando toda su calidad musical; y el Tano, ni hablar, impresionante como le pega a la batería en ese disco; para mí él siempre fue uno de los mejores bateristas del país, no tengo dudas…

¿Y te gusta cómo quedó?

Sí. Es un álbum muy bien grabado, con mucha carga, muchas regrabaciones, nos zarpamos regrabando instrumentos. ¡Ciento cincuenta horas de grabación tiene ese álbum! Los temas son muy pesados, buenos… Como te decía antes, teníamos que hacer un material heavy porque había mucho rechazo en esa época, si no aggiornabas el sonido te trataban de “viejo”. Una cagada, porque, por supuesto, la música nunca es vieja; pero te trataban así porque en esa época estaba el rock bastante encasillado…

¿Cómo era la relación entre ustedes en esa época?

Ya estábamos más viejitos, más asentados, viviendo en familia, criando hijos. Pudimos encontrarnos todos de nuevo para hacer algo nuevo. Dejémonos de joder, que ya tenemos una edad, basta de tantas diferencias entre nosotros… en fin, eso. Me acuerdo que vino Willy a mi casa, agarramos mi carpeta de música que había hecho, él tenía otra carpeta más, entonces nos pusimos seleccionar temas con la guitarra en mano para ver como los arreglábamos después. Así nace el disco, que lo ensayamos durante fácil tres meses, porque eran temas difíciles, bastante jodidos para tocar. Ahí hay temas muy buenos.

¿Los repasamos? ¿Qué te parece? Empecemos por “Amistad universal”.

Ese tema habla de que estamos arriba de un planeta que circula por el espacio a mucha velocidad, y que lleva una perfección y armonía tal que ninguno de nosotros sale despedido al espacio. El tema habla de valorar nuestra casa, el planeta Tierra. A lo último te dice que si supiéramos mirar lo importante que es el planeta, estaríamos más felices todos. La amistad que tenés que tener con el planeta y el universo.

¿Willy era muy lector de ciencia ficción? ¿De dónde salían esas letras?

No, salían del corazón. Interpretaba algo que tenía en su interior y lo compartía con los demás.

Otra de sus letras muy importantes es “Fabula del Hombre y el Ratón”…

Eso trata del camino de la evolución del hombre. Habla primero de un ser común, que se cansa de toda su vida miserable y en un momento se raya tanto que le pide a Dios cosas, al Universo… Y el Universo se las concede: pasar de ser un ratón a ser hombre. Pero cuando se convierte en hombre se da cuenta que sigue siendo igual de miserable que un ratón, entonces le vuelve a pedir a Dios ser únicamente luz. Entonces ahí llega a lo más elevado de la montaña y cambia. Pasar de vivir en forma miserable y en el mal a una forma más elevada.

¿”Oh, realidad”?

Ese tema te muestra una realidad cruel que viven las personas, que le piden a esa realidad que les expliquen porque están pasando ciertas pruebas que no entienden. Es un tipo encerrado en una torre de pruebas de la que no puede salir… Después, el tema te muestra que hay una luz que le indica que se puede salir del pozo, solo es necesario subir para salir de la oscuridad.

Luego llega un tema tuyo, “El sol del corazón”. ¿Cómo lo hiciste?

El tema habla de que hay una diferencia muy grande entre el cerebro y el corazón, entre lo que pensamos y lo que sentimos. Hay una lucha entre ambos. Si vos te ponés a pensar, la energía del corazón es magnética: atrae, es como un imán; mientras que la energía del cerebro es eléctrica. Si vos estas utilizando mal tu pensamiento atraes el mal en tu corazón. Estás desaprovechando la energía que te da tu corazón para pensar cualquier cosa que no tiene sentido. Entonces después no esperés que en la vida te vaya bien, que atraiga lo mejor, etc. Si estás pensando cualquier cosa, vas a atraer cualquier cosa a tu vida, porque el corazón te da lo que vos pedís. Hay que cambiar todo el pensamiento negativo que tenemos adentro. Y eso no es sencillo, es un camino de evolución…

Justamente, el tema que viene también es tuyo y se llama “Un camino”

Ese te explica como un tipo va pasando de religión en religión hasta que encuentra el amor, pero el amor que encuentra no es el amor correcto sino que es el amor superficial, el amor físico. Hasta que por fin encuentra el verdadero amor, que sería encontrarse a sí mismo y lograr una evolución espiritual como debe ser. Pero es todo un camino en el que vas a los saltos, vas a los golpes, hasta que tu consciencia empieza a iluminarse.

Es un blues ese, ¿no?

Es una balada blues. Tiene una onda Gary Moore.

La letra me hace acordar al libro Siddhartha, ¿no?

Sí, ahí tenés un buen ejemplo. Buda, Siddhartha… El tipo era un príncipe que vivía en un reino y estaba tan aislado por su familia que no sabía lo que pasaba afuera. Un día se escapa, se disfraza de hombre común y ahí ve la realidad de lo que es la pobreza de la gente que no es como él. Y ahí empezó el camino del Buda. Empezó a meditar para adentro y llegó a la conclusión de todo lo que estamos hablando en esta nota. Ahí en el corazón está la fuerza. Y si vos meditas y aquietás los pensamientos… Mejor dicho, más que aquietarlos, los observas. Te tenés que mirar a vos mismo. El Buda lo que hace cuando medita, no es eliminar pensamientos sino transformarlos. Transmuta los pensamientos en luz. Los convierte en otro tipo de energía espiritual.

Luego llega “No venimos solos”, ¿qué te acordás de ese tema?

Otro temazo de Willy Gardi, que tiene una letra tremenda. También habla del tiempo, en el cual cada momento es fugaz. Fijate que estamos hablando de lo mismo que decíamos antes en otro formato. Si desaprovechás el tiempo, pasás una vida entera en la que no hiciste nada y te morís… Te agarra el atardecer de la vida y no hiciste nada, las plantas son mejor que vos… [risas] Habla de no perder el tiempo

Justamente, él que vivió tan poco y dejó tanta obra…

Lo que pasa es que era un tipo hiperactivo. Él vivía el presente a full. El no discriminaba. Tenía una personalidad muy fuerte y había que seguirle el paso, no era joda. Tenía un espíritu de líder. Eso que tenía Willy yo lo tengo invertido. Yo tengo más pasividad, más introspección; Willy era más extrovertido. Esa diferencia nuestra generaba la atracción aire – fuego. Eso hacía que se agrande la creatividad de cada uno.  

Luego llega “El inmigrante”…

Ese tema habla de los inmigrantes que vinieron a nuestro país. Es un tema que hizo Juancito con Valenti y Zabala. Es muy buen tema. Ellos tres hablan un poco de sus antepasados familiares en la canción.

“La esencia es la misma” es otro tema de Willy…

Sí, era una máquina de hacer temas… Ese habla de que cuando uno nace y muere varias veces, el espíritu es el mismo siempre, lo que pasa es que vos te olvidás de todas las vidas anteriores. Tenés la oportunidad nueva de hacer tu vida. Es como que el universo te da una oportunidad de resarcir todo lo malo que hiciste anteriormente…

”Tu mente busca” lo hiciste con Willy, ¿no?

No, la música hicimos con Willy nomás, pero la letra la hizo un amigo mío de Rosario. Me la regaló una vez y yo la tenía anotada en un cuaderno. Me parecía muy linda porque habla del amor, de cómo se forma una pareja, del entendimiento, como queda embarazada la mujer y de la alegría de poder tener un hijo. Todo eso está en la letra. La leímos con Willy, nos gustó y le pusimos música. Un tema que tiene una fuerza bárbara y que hay que cantarlo rápido. Es un tema muy veloz.

El disco se cierra con “Balada del Potrero”…

Otro tema exclusivo de Willy que habla del lugar al que iban a jugar a la pelota cuando eran chicos y todo lo que vivían allí, desde la perspectiva de un adulto. La letra muestra que el adulto es un niño con edad. Lo que cuenta la letra es eso: nunca hay que perder la esencia del niño, la esencia de jugar, de estar alegre, de ser feliz. De chicos jugamos, tenemos alegría.

Muy lindo tema y acústico…

Sí, está bueno. Es muy explicativo de eso que estábamos hablando. Está buenísimo. Me di el gusto de cantarlo en el Auditorio Belgrano con la orquesta cuando se cumplieron 50 años de El Reloj. La sala llena. Muy lindo momento. El disco en vivo ya está editado y es muy bueno.

Emiliano Acevedo