
Ahora bien, ¿qué
es lo que diferenciaba a estos dos hermanitos de otros números comerciales de
dudosa calidad artística? Primero, las canciones. Porque, salvo algunos
deslices (por ejemplo, “Jambalaya” o ”Ave María” (!), su repertorio siempre se
nutrió de versiones de standards de calidad, o de las factorías de los
mejores compositores pop, a los
que Richard Carpenter –un
músico de oficio y exquisito pianista- arreglaba imprimiéndoles el estilo Carpenters;
por no hablar de sus deliciosas composiciones propias. La
pregunta entonces es: ¿hubiesen sido tan populares, tan masivamente
exitosos, si no hubiese sido por la inigualable voz de Karen Carpenter? Seguramente, no. Porque
delante de todo siempre estuvo esta gigantesca cantante, una de las mejores
voces de la historia del pop.
Es muy difícil
hablar de los Carpenters sin hacer hincapié en la figura de Karen. Su voz era única, de verdad.
Tenía un tono contralto delicioso que nunca saturaba, y que funcionaba cual
flautista de Hamelín, volviendo irresistibles a las canciones del dúo. En mi
caso, al igual con lo que me ocurre con otras voces inolvidables como las de Lennon
o Mercury, amo la voz de Karen. Porque es delicada pero
fuerte. Nunca necesitó gritar para impactar, y eso es lo más llamativo: su
fuerza intrínseca, su dulzura inmanente per se. Quizás no haya sido la mejor cantante
de la historia, pero tenía ese tono singular y personalísimo que la situaba a
años luz de otras voces femeninas. Porque –hay que decirlo-, sin dudas, varios
melómanos del rock nunca
soportaríamos escuchar más de dos temas seguidos de divas pop de la talla de Whitney
Houston, Mariah Carey, Barbra Streisand o Celine Dion, sin que nos
empiece a agarrar unas ganas inmensas de pegarnos un soberano balazo en las
pelotas... Y esto es algo que tal vez, y en mi caso seguramente, no pasa con Karen.


Ahora bien, una
vez que te ponés a analizar el repertorio de este dúo rápidamente te das cuenta
de que no todas las canciones eran sosas. Porque, si bien había himnos
preciosos e inocentones como "Top of the World" o "Yesterday
Once More", también tenían canciones descarnadas acerca del maltrato de
una pareja en vías de separación como "Hurting Each Other", o la
melancólica balada "Goodbye to Love", en donde se incluía un potente
solo con fuzz de guitarra eléctrica -interpretado por Tony Peluso,
mucho tiempo después, mano derecha del productor Gustavo Santaolalla- un
solo demasiado ruidoso como para poner de fondo en una típica cena de acción de
gracias... Sin embargo, algo del mito enfermizo de los hermanos era real, ya
que Karen, celosa, le corría todas las minitas al pobre de Richard -que
dicho sea de paso, recién cuando se murió su hermana se pudo casar y formar una
familia-, y, a la vez, el propio Richard -de común acuerdo con los
dueños de A&M- le negó a Karen la posibilidad de editar su disco
solista, producido por Phil Ramone
en 1980 y recién editado en 1996, por estar en contra del mensaje sexual
explícito de algunas de las letras... Claro, después de todo, ¿quién se hubiese
imaginado a Karen garchando? Una idea inaudita, contraria a cualquier
pensamiento moral y cristiano...
1. Acordarme del
disco blanco con el logo troquelado que encontré una vez tirado en mi casa, que
nunca supe de quién era, y que adentro traía un vinilo de... ¡Carlos
Barocela!
2. Esa preciosa
canción llamada "Only Yesterday", que tenía un video clip en el que Karen
y Richard se paseaban por un parque californiano igualito a nuestro
Parque Japonés...
3. Suponer que Karen
era una gran baterista, y después corroborar asombrado en temas como
"Please, Mr. Postman" que, efectivamente, era muy buena
batera...
4. Escuchar el
disco recopilatorio Singles 1969-1973 -con los temas enganchados-
una perfecta recorrida "conceptual" por la mejor etapa del dúo.
5. "Calling Occupants of Interplanetary
Craft". ¡Sí, señor! Un impresionante tema progresivo (original de los enigmáticos canadienses Klaatu),
inclasificable y bizarro, en el que Karen canta a dúo con un marciano,
en un plan tipo "Encuentros cercanos del tercer tipo".
6. Escuchar al
coro infantil "a la Festilindo" que aparece en la versión de
"Sing", la canción de Plaza Sésamo, y pensar que ahora, seguramente,
deben ser un grupete importante de grandotes boludos. ¿Se seguirán reuniendo,
aunque sea para comer un asado?
7. La impecable
versión de “Superstar”, el precioso himno escrito por Leon Russell, que
narraba el amor no correspondido de una groupie hacía su ídolo musical; y las
de “We´ve Only Just Begun” y “Rainy Days and Mondays”, dos canciones del petiso
Paul Williams, que Karen y Richard hacían suyas de manera
magistral.
8. Acordarme del
tributo rockero de los 90, If a
Were a Carpenter, que siempre vi en las bateas de saldos de las
disquerías, pero que jamás compré...
9. Mirar los
últimos clips del dúo en los 80 -como "Touch me When We ´re
Dancing"-, y no poder dejar de pensar, mientras miro la delgadez extrema
de Karen, en lo devastadora que es la anorexia.

En fin, ya
pasaron tres décadas, pero la música del dúo sigue presente, y, como siempre,
embrujando a millones de personas alrededor del mundo...
Como dijo una
oyente, alguna vez, respondiendo a una consigna radial: "Si llego a ver
a los Carpenters en un ascensor celestial, les pediría que vuelvan..."
Emiliano Acevedo