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jueves, 3 de marzo de 2016

CARPENTERS: No es otra canción de amor...



Aparecieron en 1969, el mismo año de la apoteosis hippie de Woodstock; pero estaban situados en las antípodas del ideario estético y musical del rock. Empezaron versionando una canción de los Beatles (“Ticket to Ride”), pero hoy viendo ese primer clip soso que filmaron en la nieve, a años luz de Help!, uno no puede menos que reírse... Ok, largaron con el pie izquierdo. Sin embargo, rápidamente pasaron al frente, redefiniendo buena parte de la música pop más exitosa de los 70. Carpenters, era el nombre del dúo del que estoy hablando hoy acá. El placer culposo de unos cuantos oyentes rockeros, entre los que me incluyo.

Ahora bien, ¿qué es lo que diferenciaba a estos dos hermanitos de otros números comerciales de dudosa calidad artística? Primero, las canciones. Porque, salvo algunos deslices (por ejemplo, “Jambalaya” o ”Ave María” (!), su repertorio siempre se nutrió de versiones de standards de calidad, o de las factorías de los mejores compositores pop, a los que Richard Carpenter –un músico de oficio y exquisito pianista- arreglaba imprimiéndoles el estilo Carpenters; por no hablar de sus deliciosas composiciones propias. La pregunta entonces es: ¿hubiesen sido tan populares, tan masivamente exitosos, si no hubiese sido por la inigualable voz de Karen Carpenter? Seguramente, no. Porque delante de todo siempre estuvo esta gigantesca cantante, una de las mejores voces de la historia del pop

Es muy difícil hablar de los Carpenters sin hacer hincapié en la figura de Karen. Su voz era única, de verdad. Tenía un tono contralto delicioso que nunca saturaba, y que funcionaba cual flautista de Hamelín, volviendo irresistibles a las canciones del dúo. En mi caso, al igual con lo que me ocurre con otras voces inolvidables como las de Lennon o Mercury, amo la voz de Karen. Porque es delicada pero fuerte. Nunca necesitó gritar para impactar, y eso es lo más llamativo: su fuerza intrínseca, su dulzura inmanente per se. Quizás no haya sido la mejor cantante de la historia, pero tenía ese tono singular y personalísimo que la situaba a años luz de otras voces femeninas. Porque –hay que decirlo-, sin dudas, varios melómanos del rock nunca soportaríamos escuchar más de dos temas seguidos de divas pop de la talla de Whitney Houston, Mariah Carey, Barbra Streisand o Celine Dion, sin que nos empiece a agarrar unas ganas inmensas de pegarnos un soberano balazo en las pelotas... Y esto es algo que tal vez, y en mi caso seguramente, no pasa con Karen

Ella tenía un no sé qué, ¿viste? Me gustan varias cantantes, y aquí te podría nombrar desde Janis Joplin hasta Grace Slick, pasando por Tina Turner, Joni Mitchell o Carole King... Ok, pero ninguna de ellas me generó jamás un efecto catártico similar al de la voz de Karen Carpenter. Punto. ¿Karen Carpenter?, preguntarás; ¿esa que se vestía como recién salida de una parroquia? Sí, tal cual. Porque volvemos al principio, parecían dos nenes de mamá, prolijitos, limpitos, naturalmente americanos y cristianos metodistas. Sin dudas, vendían una imagen situada en las antípodas del salvajismo de las tribus rockeras de los primeros 70. De un lado tipos que se drogaban a morir y cogían como conejos, mientras que un dúo como los Carpenters ejemplificaban todo lo políticamente correcto. Sin embargo, luego te enterabas que -detrás de esa imagen impoluta- a los Carpenters también se los deglutió las debilidades propias del show business. A Karen, víctima de los laxantes y las pastillas para adelgazar, debido a su anorexia nerviosa crónica; y en el caso de Richard, volviéndose adicto a los sedantes... 

Pero, la música... Ahhh, divina. Al principio no los escuchaba ni el loro, pero bastó con que grabaran en 1970 "Close to You", el clásico de Hal David y Burt Bacharach, para que su popularidad se disparara hasta la estratósfera, al mismo tiempo que los ejecutivos de la discográfica A&M iban corriendo al banco a contar los billetes. Efectivamente, los Carpenters eran la personificación del sueño musical de Bacharach. Y así comenzó una rutina que duraría una década repleta de giras, discos, simples, éxito mundial, y especiales de TV en donde veías fotos de ellos dos y pensabas: "Estos dos se van a quedar a vivir con los padres hasta los 50 años..." Tal cual, y aparte, ¿a quién se le hubiese ocurrido pensar en cogerse a una mina regalándole un disco de los Carpenters? Aunque, pensándolo bien, este precepto se ajustaría también a buena parte del material de varios números importantes del rock, ¿o no?

Ahora bien, una vez que te ponés a analizar el repertorio de este dúo rápidamente te das cuenta de que no todas las canciones eran sosas. Porque, si bien había himnos preciosos e inocentones como "Top of the World" o "Yesterday Once More", también tenían canciones descarnadas acerca del maltrato de una pareja en vías de separación como "Hurting Each Other", o la melancólica balada "Goodbye to Love", en donde se incluía un potente solo con fuzz de guitarra eléctrica -interpretado por Tony Peluso, mucho tiempo después, mano derecha del productor Gustavo Santaolalla- un solo demasiado ruidoso como para poner de fondo en una típica cena de acción de gracias... Sin embargo, algo del mito enfermizo de los hermanos era real, ya que Karen, celosa, le corría todas las minitas al pobre de Richard -que dicho sea de paso, recién cuando se murió su hermana se pudo casar y formar una familia-, y, a la vez, el propio Richard -de común acuerdo con los dueños de A&M- le negó a Karen la posibilidad de editar su disco solista, producido por Phil Ramone en 1980 y recién editado en 1996, por estar en contra del mensaje sexual explícito de algunas de las letras... Claro, después de todo, ¿quién se hubiese imaginado a Karen garchando? Una idea inaudita, contraria a cualquier pensamiento moral y cristiano... 

Carpenters: me quedan aún varias ideas y pensamientos con respecto a ellos... 

1. Acordarme del disco blanco con el logo troquelado que encontré una vez tirado en mi casa, que nunca supe de quién era, y que adentro traía un vinilo de... ¡Carlos Barocela
2. Esa preciosa canción llamada "Only Yesterday", que tenía un video clip en el que Karen y Richard se paseaban por un parque californiano igualito a nuestro Parque Japonés... 
3. Suponer que Karen era una gran baterista, y después corroborar asombrado en temas como "Please, Mr. Postman" que, efectivamente, era muy buena batera... 
4. Escuchar el disco recopilatorio Singles 1969-1973 -con los temas enganchados- una perfecta recorrida "conceptual" por la mejor etapa del dúo. 
5. "Calling Occupants of Interplanetary Craft". ¡Sí, señor! Un impresionante tema progresivo (original de los enigmáticos canadienses Klaatu), inclasificable y bizarro, en el que Karen canta a dúo con un marciano, en un plan tipo "Encuentros cercanos del tercer tipo".
6. Escuchar al coro infantil "a la Festilindo" que aparece en la versión de "Sing", la canción de Plaza Sésamo, y pensar que ahora, seguramente, deben ser un grupete importante de grandotes boludos. ¿Se seguirán reuniendo, aunque sea para comer un asado?
7. La impecable versión de “Superstar”, el precioso himno escrito por Leon Russell, que narraba el amor no correspondido de una groupie hacía su ídolo musical; y las de “We´ve Only Just Begun” y “Rainy Days and Mondays”, dos canciones del petiso Paul Williams, que Karen y Richard hacían suyas de manera magistral. 
8. Acordarme del tributo rockero de los 90, If a Were a Carpenter, que siempre vi en las bateas de saldos de las disquerías, pero que jamás compré... 
9. Mirar los últimos clips del dúo en los 80 -como "Touch me When We ´re Dancing"-, y no poder dejar de pensar, mientras miro la delgadez extrema de Karen, en lo devastadora que es la anorexia. 

Colofón, punto final. A-Dios. Efectivamente, un 4 de febrero de 1983, Karen cayó desmayada en la casa de sus padres, y su débil corazón dijo basta. Terminó así prematuramente la vida de una cantante sin par, y a la vez finalizó la trayectoria de uno de los mayores monstruos pop de la historia. Luego, la amplia cobertura periodística que se hizo de las circunstancias de su muerte incrementó la alerta social en EE. UU y el resto del mundo, y ayudaron a concientizar a la población sobre las consecuencias de los trastornos alimenticios, porque hasta ese momento, tanto la bulimia como la anorexia eran enfermedades raras y desconocidas, aunque ya causaban miles de muertes cada año. 

En fin, ya pasaron tres décadas, pero la música del dúo sigue presente, y, como siempre, embrujando a millones de personas alrededor del mundo... 

Como dijo una oyente, alguna vez, respondiendo a una consigna radial: "Si llego a ver a los Carpenters en un ascensor celestial, les pediría que vuelvan...

Emiliano Acevedo