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lunes, 26 de noviembre de 2018

YES, Fragile: De Frágil tan solo el nombre...


A comienzos de 1971, Yes hizo su primera gira norteamericana como numero soporte de Jethro Tull. Luego de este tour, comienzan a trabajar en la pre-producción de su cuarto álbum, cuando de repente, su tecladista Tony Kaye se va del grupo en agosto de 1971 para unirse al guitarrista Peter Banks en su nueva banda Flash. Por eso Kaye será reemplazado por el ex-Strawbs Rick Wakeman, quien haría sus primeras presentaciones junto a Yes en septiembre y octubre de 1971.

Pero el ingreso de Wakeman estuvo cerca de no producirse, según sus propias palabras: "Acababa de llegar de una larga sesión en los estudios con no sé quien, y ya era el tercer día que apenas si dormía, así que me metí en la cama dispuesto a dormir un buen montón de horas. En ese momento estaba cansado y reventado... y solo quería dormir. Se me cerraban los ojos cuando sonó el teléfono... atendió mi mujer Ros... el que hablaba con mi esposa insistía preguntando por mí, aunque ella le decía que yo ya estaba acostado... así que me levante furioso, le arranque el teléfono de las manos a Ros y grite: '¡¿Quién es!?'.Al otro lado de la línea una voz tranquila que me respondió: 'Oh, hola. Soy Chris Squire de Yes... hoy estaba pensando en vos. ¿Cómo estás?'. Cuando oí esto me quede como idiota, así que le respondí: 'Son las tres de la madrugada ¿y me llamás para preguntarme como estoy...?'. Entonces el tipo me dijo que me llamaba porque se habían quedado sin tecladista y me ofrecía el puesto a mí. Entonces, en un arrebato le grite un enorme '¡¡noooo!!' y colgué el teléfono… Cinco minutos después estaba (por fin) durmiendo. Después, por la mañana, ni me acordaba quien había llamado".

Por suerte, el representante de Yes, Brian Lane, le insistió al tecladista en que "por lo menos, probara tocando con el grupo una vez antes de decidir al respecto". Y fue en ese ensayo que todo salió tan bien que Rick se convenció al respecto, y decidió quedarse en el grupo porque se maravilló con la genial música que estaban haciendo.

Así, el grupo completó todo el material para su nuevo álbum, Fragile, en menos de dos meses, en parte porque necesitaban editar un nuevo disco rápidamente para cubrir los gastos del nuevo arsenal de teclados de Wakeman recién comprado. Una vez en la calle, esta histórica producción sería otro hito en la carrera de la banda al contener un par de gemas como "Roundabout", "The South Side of the Sky", "Heart of the Sunrise" y "Long Distance Runaround". Todos estos temas, salvo "Long Distance Runaround", rondaban los siete y trece minutos de duración y se encontraban rodeados por cinco piezas cortas en las que cada miembro del grupo encontraba lugar para lucirse en forma individual. Por este motivo, la voz de Jon Anderson aparecía sobregrabada múltiples veces en "We Have Heaven", mientras Chris Squire se lucía con su bajo en el instrumental "The Fish"; Steve Howe, por su parte, aportaba la deliciosa pieza acústica "Mood for a Day", hecha con una clásica guitarra española; en cambio, el baterista Bill Bruford entregaba su "Five Percent for Nothing", un tema de original entramado rítmico, y un título dedicado a un ex manager que cobraba una comisión del cinco por ciento por no hacer nada; y, finalmente, Wakeman hacía su particular "Cans and Brahms", una fantástica adaptación en teclados electrónicos de un movimiento de la Cuarta Sinfonía de Brahms.

Fragile, editado el 26 de noviembre de 1971, alcanzaría el número siete en Inglaterra y la cuarta posición en los rankings norteamericanos. El éxito del álbum se vio también respaldado por la edición en single de una versión reducida de "Roundabout", que sería el primer (y por más de una década) único hit masivo de la banda cuando llego al puesto 13 de los charts de Estados Unidos. Fragile también trajo como novedad la inclusión de una portada dibujada por el genial Roger Dean, un artista que gracias a su imaginería fantástica se convertiría en una figura de vital importancia en el entorno visual del grupo, tanto en lo que respecta a diseños de discos y logotipos como a lo que a escenografías de shows.

CANCIÓN POR CANCIÓN

El primer tema de Fragile fue "Roundabout", que constituyó el primer gran éxito de Yes como single; un hecho inédito e inesperado para los propios integrantes del grupo. La inspiración sobre la letra e idea de la canción le surgieron al cantante Jon Anderson en medio de gira por Escocia, mientras viajaban desde la ciudad de Aberdeen hacia Glasgow. Fue así, que estando en la parte trasera de una van, comenzó a escribirlo junto al guitarrista Steve Howe, mientras veían el pintoresco paisaje, rodeado de valles y montañas. Parte de la letra fue inspirada por el hecho de que ese día estaba muy nublado y entonces parecía "que las montañas bajaban desde el cielo (y se quedaban ahí...)". Mientras que la parte en que dice: "...in around the lake (...alrededor del lago)", se refiere al famoso lago Ness, que se encuentra antes de llegar a Glasgow, y que fue el lugar en donde se generó la famosa leyenda del mitológico monstruo del lago conocido popularmente como "Nessie". Anderson recuerda que: "Habíamos estado en la ruta cerca de un mes y ahí me di cuenta que en un día podría reencontrarme con mi querida esposa Jennifer... de ahí salió la famosa parte que dice: ´en alrededor de 24 horas estaré con vos..."

"Cans and Brahms" (Brahms) fue arreglado por Wakeman, debido al hecho de que por problemas de contrato, no podía incluir composiciones propias dentro del disco. En ese momento, Rick ya tenía compuesto un tema propio llamado "Handle with care", que más tarde se transformó en "Catherine of Aragon"; un clásico de su primer disco solista.

En "We Have Heaven" (Anderson), Jon se encargó de todas las voces, las que se encuentran sobregrabadas varias veces en múltiples pistas. La letra es extraña y parece aludir (tanto) al misticismo como a la magia y a un surrealismo muy inglés, muy cercano a cosas escritas por Lewis Carroll en la época victoriana.



El extenso "South Side of the Sky" (Anderson/Squire) contenía una pretensiosa carga mística en su letra. Anderson dijo al respecto que: "Había leído que el sueño es la hermana menor de la muerte y pensé que esto era muy poético, ya que la mayoría de nosotros no sabe muy bien que es la muerte y siempre se la usa en un sentido muy negativo, tipo: 'uyy, que miedo... te vas a morir'. Entonces, yo pensé: si la vida es tan hermosa, porque la muerte no puede ser hermosa también". Por su parte, Howe comentó que incorporó dentro del tema un par de solos incluidos en un tema compuesto por su anterior grupo Bodast.

Un personaje llamado Roy Flynn inspiró a Bruford a la hora de ponerle un título al mini tema rítmico que abría el viejo lado 2 de la edición en vinilo. El título en cuestión, "Five Per Cent for Nothing", aludía al hecho de que Flynn era un viejo manager del grupo que cobraba esta cantidad como parte de la compensación recibida por dejar al grupo en las manos de Brian Lane.

Según Anderson, la inspiración para escribir "Long Distance Runaround" le vino de su propia búsqueda espiritual y como -mientras tanto- la religión "lo había confundido" mientras el "iba en círculos, buscando el sonido de la realidad, el sonido de Dios..."

En "The Fish (Schindleria Praematurus)", Squire se manda una impresionante exploración rítmica, para lo cual el bajista usó todos los 16 canales disponibles para la grabación. Por otra parte, "The Fish" era el sobrenombre que le habían puesto sus compañeros del grupo a Squire, por el hecho de prolongar en forma indefinida su estancia en la bañadera. Además, el signo zodiacal de Squire era (casualmente) Piscis.


Con respecto al hermoso instrumental acústico (y casi solista) de Howe, llamado "Mood for a Day", Steve dijo que "se trataba de una pieza casi flamenca inspirada por escuchar cosas de Sabicas y/o Carlos Montoya".

El final del disco llegaba con la épica "Heart of the Sunrise" (Anderson/Bruford/Squire). Fue justo este el primer tema que ensayaron Rick y el resto del grupo, la primera vez que se encontraron en una sala. Según Rick, Anderson no dejaba de fascinarse, haciendo alusión al excelente tema que habian compuesto. Según Anderson: "El corazón del amanecer era una energía increíble que surge del interior de nosotros, porque todos somos lo mismo: seres humanos funcionales con un alma única..."

E. A.



jueves, 31 de mayo de 2018

YES, Tormato: Mientras miro las nuevas olas...


Tormato fue el noveno álbum de Yes. Editado en septiembre de 1978, en plena decadencia del llamado rock sinfónico y auge de la new wave, alcanzó igualmente las listas de ventas entrando en el puesto 8 de los rankings británicos y el 10 en Estados Unidos. 

Este fue un disco en el que el vocalista Jon Anderson se bajó del caballo, luego de ser acusado como “dictador” o “pequeño Napoleón” por el resto del grupo, para dejar que los otros aporten más ideas en el nuevo material de la banda. Así se generó este Tormato, con canciones más cortas (aunque igual en la tónica progresiva) pero más eclécticas en la búsqueda musical, algunas con mejores resultados que otras. Quizás por eso, en la contratapa del disco, se ve a los integrantes del grupo con anteojos oscuros mirando en distintas direcciones... quizás el mayor punto negativo del álbum haya sido que el criterio de Yes por auto producirse no fue el más preciso, como bien lo señaló el guitarrista Steve Howe.


La tapa del disco –al igual que su antecesor, Going For The One- fue obra del grupo de diseñadores gráficos Hipgnosis y reproduce un montaje en cuyo fondo aparece el "Yes Tor", una formación rocosa en Okehampton (Devon, Reino Unido). Cuenta la leyenda que el tecladista Rick Wakeman le arrojó un tomate, debido a la frustración que sintió al considerar a la imagen como "poco expresiva". Finalmente, se decidió ajustar la tapa y contratapa dejando las manchas de tomate como parte de estas.

LADO A: 

1. FUTURE TIMES (Yes): Un muy buen tema dividido en dos partes (“Future Time” y “Rejoice”) que -según el baterista Alan White- sonaba mejor en vivo que la version que quedó en el disco.

2. DON'T KILL THE WHALE (Anderson, Squire): El himno “Greenpeace" de Yes nació -según Rick Wakeman- de una improvisación rockera del bajista Chris Squire que se parecía al estilo de Bo Diddley. Posteriormente, Jon Anderson le agregó una letra basada en una nota que había leído en el diario sobre una matanza de ballenas, y Wakeman unos ruidos del sintetizador Polymoog, que se parecían al ruido de unas ballenas, y así hicieron el tema.

3. MADRIGAL (Anderson, Wakeman): El grupo quería hacer un tema que se pareciera a la música folk o de madrigal, que se canta en las mesas de las familias inglesas después de la cena, así que Wakeman se sentó al clavicordio, Anderson le puso letra y así surgió "Madrigal”. Este tema tenía un video clip en el cual Wakeman personificaba a un músico de la corte, que vestido con ropas de época, se sentaba al clavicordio para tocar esta canción, mientras que la imagen del el resto del grupo aparecía superpuesta (por un efecto cromático propio de la época) sobre el primerísimo plano de los "fierritos" (cuerdas) del clavicordio, las teclas y el atril del mismo.


4. REALEASE, REALEASE (Anderson, White, Squire): Sin dudas, uno de los temas más recordados de este disco. Una canción con gran ritmo y potencia, que según Howe le gustó mucho a Ahmet Ethegun, el mandamás de Atlantic Records, quien les dijo: "Muchachos... estaría bien si hicieran siempre temas como este".

LADO B:

5. ARRIVING UFO (Anderson, Howe, Wakeman): Un tema que, según el grupo, estaba basado en la moda de 1978 acerca de los platos voladores y la película Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. Este tema tiene una soberbia actuación de Howe con el Wha-Wha, que hace "hablar" a la guitarra.

6. CIRCUS OF HEAVEN (Anderson): Un tema muy simple basado -según Anderson- en un libro de Ray Bradbury. Aquí Jon hace participar a su hijo Damion Anderson.

7. ONWARD (Squire): Tema que Chris empezó, improvisando sobre el piano, y que desarrolló con los arreglos de cuerdas que aportó Andrew Jackman, quien también había trabajado con el bajista en su disco solista Fish Out of Water.

8. ON THE SILENT WINGS OF FREEDOM (Anderson, Squire): Temazo nacido de una zapada de bajo y batería que terminó convirtiéndose en canción.



Como colofón podemos decir, para el que no lo sepa, que este disco le puso punto final a la formación “clásica” de Yes, quienes recién se volverían a juntar en 1995, para la grabación de Keys to Ascencion. Pero, por supuesto, esa ya es otra historia…

Emiliano Acevedo


viernes, 26 de enero de 2018

YES, Going for the One: Casi el final de una era...

El 7 de julio de 1977 es editado Going For the One, el primer disco de Yes luego de un párate de casi dos años y medio. Durante todo ese tiempo, los integrantes del grupo se dedicaron a la grabación y edición de sendos álbumes solistas. La sorpresa de este nuevo álbum era el regreso de Rick Wakeman a la banda, luego de tres años de ausencia; así como también un retorno a la composición de canciones más cortas, después de la fantástica experimentación musical desarrollada en  Close to the Edge (1972), el polémico doble Tales from Topographic Oceans (1973) y Relayer (1974). Otras de las novedades de este nuevo álbum del grupo, era que se dejaba de lado las ilustraciones de tapa del genial Roger Dean (que habían caracterizado todos los trabajos previos de Yes desde Fragile) para pasar a la imaginería descarnada del grupo de artistas Hipgnosis: en este caso, la imagen de espaldas de un hombre desnudo ante unos rascacielos. Casi un manifiesto anti-urbano y anti-corporativo.

En lo estrictamente musical, Going for the One podría ser considerado como el sucesor de Fragile (1972), el cuarto disco de Yes y el primero con Wakeman como tecladista. El propio cantante Jon Anderson lo veía así: “La única manera de avanzar era hacía atrás, a al menos tratar de reavivar algo de la vida y la espontaneidad que había caracterizado, digamos, a The Yes Album (1971); aquella energía de rock apabullante que inconscientemente había sido echada por la puerta del estudio de grabación mientras las producciones a escala sinfónica incursionaban cada vez más lejos en territorios inexplorados.”

Así las cosas, los cinco números musicales de este nuevo álbum del 77 incluían letras imaginativas y abstractas, mientras que la música alcanzaba una calidad que rozaba la perfección melódica. En Going for the One, además, las armonías vocales estaban perfectamente balanceadas por el magistral trabajo instrumental realizado por Steve Howe en guitarras y el propio Rick Wakeman en teclados. Mientras que Alan White y Chris Squire se mostraban muy sólidos elaborando eficientes bases rítmicas que apuntalaban la estructura melódica. 

LA GÉNESIS: CHAU MORAZ, HOLA WAKEMAN

Going for the One fue grabado (por motivos impositivos) en Montreaux, Suiza; a partir de noviembre de 1976. Allí, luego de un mes de ensayos, quedó más que claro que la química musical del grupo con el tecladista suizo Patrick Moraz (que había grabado con Yes el formidable Relayer) no funcionaba mas y la banda le pidió que se fuera. Entonces, Brian Lane, el manager del grupo, contrató a Wakeman en calidad de sesionista. Cuando Rick se juntó de nuevo con sus ex compañeros, le gustó mucho la música que estaban ensayando y no pasó mucho tiempo para que se integrara a Yes en calidad "full-time"; debido a las insistencias del mismo Lane y de Chris Squire. Al respecto, en ese entonces, Squire declaró: "Rick nunca debió haberse ido, en primer lugar. Debió haber seguido con sus cosas solistas y también con la banda, pero él también tenía su ego. Sus primeros álbumes solistas fueron un éxito de ventas y (a él) no le gustaba nada el material de Tales From Topographic Oceans. Tal vez el hecho de que éramos bastante jóvenes en aquel momento hizo que las cosas no se hablaran como era debido, pero yo no soy nadie para hablar... porque yo también tenia demasiados problemas." 

A fines de diciembre del 1976, Wakeman decía: "Cuando me fui de Yes no fue porque tuviera problemas con los otros, sino porque, simplemente, sentía la necesidad de buscar nuevas sendas musicales por mi cuenta, de experimentar con algunas cosas que no iban en el grupo. Yes es un grupo que tiene muy claros sus alcances, sus fines, sus intenciones, lo que quiere hacer, hasta donde quiere llegar, y, con respecto a esto, es un poco estricto. Cuando decidí separarme, lo hice porque no me sentía plenamente satisfecho con esas pautas: quería establecer las mías propias, y tener (de paso) mas libertad para 'inventar' y explayarme en cualquier dirección. Ahora que completé ese circulo, volver a Yes es algo casi lógico, natural. Ellos se entienden bien conmigo y yo con ellos. No se -y creo que aunque lo supiera no soy yo quien debe decirlo- cuales fueron las razones de la ida de Moraz, pero no creo que haya sido una situación de violencia entre el resto del grupo y el; probablemente quiera seguir con sus trabajos individuales, no sé. Lo único que puedo decir es que el grupo y yo nos pusimos en contacto y (casi sin darnos cuenta) llegamos a la conclusión de que estábamos de acuerdo en trabajar juntos otra vez. Tal vez dentro de un mes nos separaremos nuevamente, no puedo saber que va a pasar en el futuro, pero pienso que, a pesar de todo lo que hemos hecho separados en este tiempo que transcurrió, seguiremos entendiéndonos tan bien como siempre." 

Con respecto a la grabación de Going For The One, Jon Anderson declaró en aquel momento: "El álbum fue una especie de celebración. En los últimos dos o tres años estuvimos experimentando un montón, y estamos felices de poder concretar eso en un disco que es mas suelto y relajado que los anteriores." Alan White también guarda lindos recuerdos al respecto de la grabación de este disco, ya que según el "estaban felices con la vuelta de Rick... y además él estaba tocando mejor que nunca..." 

En sí, Going for the One representaría una bocanada de aire puro para los puristas del rock sinfónico, que estaban hartos de la avasallante invasión del punk rock. Porque, si bien este nuevo disco de Yes era, en esencia, mas austero que su  material clásico -ya que entregaba un estilo algo mas básico de rock progresivo con un repertorio de canciones cortas-, también incluía uno de los temas largos mas espectaculares e inspirados de toda la historia del grupo: "Awaken", que cerraba en forman magistral el álbum. En su momento, Steve Howe opinó al respecto: “El regreso de Rick fue genial, y el disco Going for the One ayudó a reorganizar la dirección de Yes”.

También el baterista Alan White se sintió muy complacido con la grabación: “En encantó hacer ese álbum. Nos divertimos mucho y fue una época muy feliz en la historia del grupo. Cuando Rick regresó tocaba maravillosamente, y fue una época muy creativa para todo el grupo. Todos congeniamos y nos divertimos mucho a partir de la felicidad que trajo el regreso de Wakeman”.

LAS CANCIONES:


El disco abría, justamente, con el tema homónimo "Going for the One" (En busca del Elegido), de la mano de un "irónico" riff de guitarra de Howe, más cercano al estilo de Jimmy Page en Led Zeppelin que al del Yes. Pero no solo esto hizo Howe aquí, ya que su trabajo en el steel guitar fue soberbio. De acuerdo a Jon Anderson, el autor de esta canción, ésta "trata acerca del mundo de los deportes y las competencias. Parte del tema, habla de las carreras de caballos; pero también me inspiro una película que vi acerca de unos deportistas que atraviesan el Río del Gran Cañón del Colorado, en una de esas balsas de goma... aunque tampoco me olvidé de mencionar a la "mente cósmica", en una parte de la letra." 

Con respecto a "Turn of the Century" (“Cambio de Siglo”), Jon Anderson dijo que pensó "en la historia de un escultor que quiere hacer una estatua de piedra dedicada a su amada, fallecida en invierno. La inspiración primigenia me vino de la opera La Boheme y, obviamente, de la historia (mitológica) del Pigmalión. El punto culminante de este cuento es que el escultor pone todo su amor en esta estatua, y ella finalmente cobra vida." 
En lo musical, este es un tema inusualmente bello, en especial en ciertos pasajes instrumentales, en los que la dupla Wakeman – Howe desarrolla extrañas fusiones rítmicas que recuerdan –incluso- a la obra tanguera de Piazzolla, por decir algo. Muy interesante.


"Parallels" era una pomposa canción con la cual la banda abriría los conciertos en los años posteriores. En ella, Wakeman tocaba en un órgano auténtico de iglesia, que fue grabado en St. Martin's Church, en Vevey, Suiza. En parte, "Parallels" es (casi) una prima lejana de la vieja "Roundabout", en lo a que ritmo e intención respecta, aunque (obvio) sin la trascendencia de aquel viejo clásico. Con respecto a la composición del tema, su autor, Chris Squire decía: “Se trata de un amor espiritual. Un tema que ofrece un mensaje de esperanza. En algún momento pudo haber integrado mi primer álbum solista (Fish Out of Water), pero lo pensé mejor y lo reserve para un futuro disco de Yes. También, en este tema, hay una superposición de dos estilos: por un lado esta el riff de blues de mi bajo y, por el otro, el órgano de la catedral; todo sonando al mismo tiempo..." 

Después llegaba la hermosa balada "Wonderous Stories", a la que Steve Howe describió como "parte del periodo renacentista de Jon Anderson... Es por eso que a esta balada la recorre un sentimiento de música clásica". El tema se compuso en Suiza y Anderson recordó que: "Era un hermoso día. Uno de esos momentos que uno recuerda por muchos años y, de repente, la letra de "Wonderous Stories" me vino a la mente. Es una canción exuberante que habla de las alegrías de la vida. Una secuencia de ensueño que recorre historias del pasado y del futuro". 


El álbum concluye con "Awaken", un espectacular tema largo –que comienza con un impresionante solo de piano de Wakeman- que se colocaría entre los mayores clásicos de la historia del grupo. Según señaló  Jon Anderson: "Awaken" fue "lo mas grande que hicimos jamás". Aquí, otra vez, las letras son surrealistas, cósmicas y místicas al extremo. Por eso, tanto Anderson como Squire cantan como si fueran auténticos espíritus “que pasaron al otro lado", y evocan las visiones extraordinarias y  superterrenales que están viviendo. El clímax instrumental final, luego de una parte media experimental, es simplemente demoledor y emocionante, y uno de los momentos más gloriosos que haya grabado Yes en toda su historia. Aquí se subraya el carácter místico del tema, cuando se evoca (respectivamente) a los maestros de las imágenes, del alma, de la luz, y del tiempo. Con respecto a la composición del tema, Anderson dijo: "Estando en Suiza, tuve la oportunidad de leer un libro llamado The Singer (El Cantante), que trataba acerca de un himno antiguo. También fui influenciado por otra lectura, acerca de la vida del pintor holandés Rembrandt..."
Alan White cuenta que "el tema fue dividido en diferentes secciones, para su grabación; pero nosotros tuvimos siempre la totalidad del tema en mente, el modo en que tenia que quedar la composición final". Dijo, además, que en ese final monumental de "Awaken", "Rick Wakeman estaba tocando el órgano de iglesia en una iglesia que estaba a 16 kilómetros de distancia y nos comunicábamos con él a través de cables telefónicos”.
Anderson agrega al respecto de esta suite: “Awaken” es  una pieza hermosa en estructura y forma. Tiene todo lo que deseo de un grupo de músicos actuales. Antes de eso, todo parecía muy gris. Luego de tres años grises con Relayer, grabamos un bello disco llamado Going for the One”.

EL ÉXITO OTRA VEZ, PERO, SIN EMBARGO…

Una vez editado, el álbum muy pronto alcanzó el primer lugar de los rankings ingleses y la octava colocación en los Estados Unidos. Sin dudas, marcando que el regreso de Yes había sido todo un éxito. Al mismo tiempo, el grupo conseguía un triunfo inesperado en el mercado de singles, cuando, en septiembre del 77, el tema "Wonderous Stories" trepó hasta el séptimo lugar en Inglaterra; y el single “Going to the One” llegó al puesto 24. 

Todo parecía muy diáfano en esta nueva etapa del grupo, pero…

Según apunta el crítico y ensayista argentino Norberto Cambiasso, en su formidable libro Vendiendo Inglaterra por una libra: Una historia social del rock progresivo británico: “Cuando Going for the One vio la luz en julio de 1977, el disco se parecía menos a una confirmación que a una despedida. En pleno verano caliente del punk, los fans lo impulsaron directo a lo alto de los charts y la crítica se deshizo en elogios, celebrándolo como un regreso a las fuentes (…) Sin embargo, Yes oscilaba entre una suerte de incomprensible (en ellos) power pop y la lasitud barata de sus piezas acústicas (…) En su afán excesivo por ponerse a la altura de los tiempos cambiados, Going for the One hipotecaba una identidad trabajosamente construida.”

Estos males de los que adolecía GFTO se debían, según Cambiasso, a que “era como si el universo sonoro de Yes, que con esfuerzo fanático tanto habían procurado expandir y enriquecer durante el último lustro, se hubiese adelgazado en un santiamén. Acaso se debiera al mayor de los males que aquejaba al disco: la ausencia de Eddie Offord en la consola de producción. Sin él, Yes empezaba a asimilarse a tantas otras bandas del montón. Howe, (en 1981) al menos, lo sospechaba: “Relayer fue hecho con mucha rapidez, y pienso que es un álbum razonable, mientras (que) Going for the One tardó una eternidad, y honestamente no creo que fuera tan bueno”.


Luces y sombras de un disco que es signo de su tiempo, como uno de los últimos estertores de un gigante que comenzaba a devorarse a sí mismo: el clásico rock sinfónico de los 70. No, no lo mató el punk; quizás se murió de muerte natural cuando se agotaron las propuestas artísticas de los grupos principales de este estilo, a partir de 1975. No por nada, lo mejor de Emerson, Lake & Palmer, los propios Yes o Genesis (hasta incluso Pink Floyd, por qué no) está en la primera parte de los setenta, la época dorada de la música rock. Luego, la década de los 80 los encontrará con el paso cambiado, tratando de adaptarse a los nuevos aires y propuestas del rock como negocio, para sobrevivir y seguir sacando nuevas producciones y realizando giras. A veces, incluso, con un inusitado éxito comercial, como el del Genesis trío liderado por Phil Collins, las primeras épocas del supergrupo Asia o el nuevo Yes del álbum 90125.

Con respecto a si Going for the One fue un disco bello y maravilloso, como aseguran los fans más acérrimos del grupo (además de Anderson, Wakeman y White) o apenas una engañifa para disimular la caída pronunciada (en términos artísticos y creativos) que empezaría a atravesar Yes de aquí en más (opinión avalada por varios críticos y ensayistas); la última palabra siempre la tendrán los oyentes. Todos y cada uno de los seres que quieran saber, alguna vez, que significaba eso de “ir por la unidad”…

(Bibliografía: Notas de Alfredo Rosso, R. Boissoneau; Revistas Pelo y Cantarock; y entrevistas a los músicos de Yes en el documental Yesyears, 1991) 

Investigación: Emiliano M. Acevedo 


miércoles, 17 de enero de 2018

La entrevista a Rick Wakeman en la Expreso Imaginario

En 1981 no era tan usual ver artistas internacionales de rock tocando en nuestro país. Por eso, cada vez que se producía la visita de una estrella de primera línea, era todo un acontecimiento para los fans argentinos. Ese fue el caso de Rick Wakeman, quien llegó a la Argentina en septiembre de ese año, para tocar durante cuatro noches en el Luna Park. En esa oportunidad, en su primera visita al país, Wakie vino a presentar 1984, su reciente álbum editado, basado parcialmente en la obra literaria homónima de George Orwell. Por supuesto, el rubio tecladista también interpretó lo más destacado de su obra solista, incluyendo temas de su primer disco Las Seis Esposas de Enrique VIII, además del mega exitoso Viaje al Centro de la Tierra y de Mitos y Leyendas del Rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda.


En general, los conciertos efectuados por Wakeman el 18, 19, 20 y 21 de septiembre del 81, fueron shows inolvidables para los fans autóctonos del rock progresivo, que gozaron con la posibilidad de ver de cerca a una de las máximas estrellas de este estilo. Aunque Rick y su grupo tuvieron que enfrentarse a esa ruidosa caja de resonancia estrepitosa, que tantas veces fue el Luna, lo que hizo que en varias partes del concierto, el sonido dejara bastante que desear. Por otra parte, si bien el ex Yes contaba en su grupo a muy buenos músicos, como su eterno colaborador Anthony Fernández en la batería y Stephen Barnacle en el bajo; los puntos bajos fueron las performances del flojo guitarrista rítmico Timothy Stone y, especialmente, la cantante Corín Matas Josías, cuya generosa anatomía fue festejada por la platea masculina, pero no así su irritante voz mezzosoprano, a mitad de camino entre Kate Bush y Pat Benatar, lo que no parecía ser la mejor elección para entonar las partes cantadas del repertorio de Wakeman.

Esto fue parte de lo que se mencionó en la cobertura del concierto, realizada por la recordada revista Expreso Imaginario, en su número 63 de octubre de 1981. En esa misma edición, tres cronistas de la publicación, entre los que se encontraba su director (el aun no mediático ni saxofonista de Sumo) Roberto Pettinato, entrevistaron a Rick Wakeman. Y esa entrevista es, justamente, la que hoy les ofrecemos recordar, en este nuevo rescate emotivo de nuestra sección Decíamos Ayer…


RICK WAKEMAN NOS DEJÓ KNOCK OUT

Viajes al centro de la tierra, conciertos ampulosos, canciones grandilocuentes, teclados en Yes. Todos esperábamos encontrarnos con un vanidoso tecnicista dispuesto a contestar lo más seca y complicadamente posible cada una de las preguntas que teníamos preparadas.
Para nuestra sorpresa, nos encontramos con un extraordinario ser humano, dispuesto al diálogo franco y sin ocultamientos. Wakeman es una persona que ama la música, un hombre común y corriente, sin delirios de estrella, que confesó que lo que más le gusta es “cocinar, el futbol, los días de sol y pasar el tiempo con su familia” (sic).
¿Es eso lo que uno espera de un músico de rock sinfónico?

REVISTAS Y PERIODISMO

Wakeman: Realmente los felicito por la revista que tienen. Aunque parezca mentira, en Europa no hay revistas de rock como ésta. Es decir, aquí veo información variada, fotos, artículos. En Europa no traen nada de eso. Podés estar feliz si traen más de un artículo por número. Es ridículo. Ojalá pudiese leer en castellano para poder enterarme de todo lo que está pasando acá.

¿Qué opinás de los críticos de rock?
Que son muy importantes. Sin los medios de comunicación los músicos no podríamos hacer nada.

¿No creés que hay una onda en contra del rock sinfónico?
Sí, puede ser. Los críticos ingleses suelen escribir más para ellos mismos que para la música. No espero que siempre se hable bien de todo lo que hago, pero en realidad me duele mucho leer una mala crónica. A pesar de que lo que haya hecho sea realmente malo, me duele mucho leerlo. Yo soy mi mejor crítico. Yo sé cuándo no toco bien y cuándo no grabo algo bueno. El último álbum, por ejemplo, pienso que es lo mejor que hecho. Esa es mi opinión personal. Realmente me siento orgulloso de él. Por eso si alguien viene y me dice que no le gusta, yo lo acepto pero le digo que estuve dos años trabando en él y que yo sé que es lo máximo que puedo brindar. Un par de periódicos ingleses dijeron que 1984 es la clase de álbum que uno debe derretir para usarlo de florero. Lo curioso es que después les gustó el concierto (el mismo que voy a presentar acá) que por supuesto incluye material del álbum. ¿Cómo puede ser? Yo no lo entiendo. Y luego están esos que te dicen “Oh, vamos, has estado en esto 13 años, nada te puede doler”. (risas)
De cualquier modo, todos odiamos hacernos enemigos y no tiene ningún sentido que los músicos nos peleemos con el periodismo.

Y ya que vivís en Francia, ¿qué opinás de los críticos europeos?
Que son los peores del mundo. Realmente son malísimos. No es que quiera quedar bien con ustedes, pero tanto en esta gira como cuando estuve hace unos años en Brasil, descubrí que los periodistas sudamericanos son muy inteligentes y están muy bien informados. Además me encanta esto de estar conversando, como ahora. En Norteamérica y en Europa es todo pregunta-respuesta-pregunta-respuesta. Cuando leo un artículo o una crítica que comienza con “los temas son tal-tal-y-tal, los músicos son tal-tal-y-tal, fue grabado en tal estudio, etcétera…” me da muy mala impresión. Todos esos datos son importantes, pero cuando constituyen el centro de la crítica da la impresión de que el que la hizo se limitó a leer la contratapa de, por ejemplo, el disco y nada más. Eso ocurre mucho allá.

1985

Dijiste que 1984 es tu mejor álbum y, por ende, tu favorito. Sin embargo, la novela original se caracteriza por su clima opresivo y pesimista y tu álbum es todo lo contrario. ¿Cuál es la conexión entre la música y la historia?
En realidad, no me gusta la historia original con la gente robotizada y el estado totalitario regulando todo. Quise que el disco sea optimista. No quiero hacer política. Mi política es la música, porque el arte es una de las pocas cosas que no está afectada por la política.

¿Es pura casualidad que el último álbum de Anthony Phillips se llame también 1984?
En verdad, no lo sé. Pero tengo que confesar que lo que realmente me gusta es el título, no el tema de la historia. Si hubiese  sabido que me iba a traer estos inconvenientes lo habría intitulado 1985. (risas)

¿Y qué otros álbumes de los de tu producción son tus favoritos?
Me gustan 1984, Criminal Record, No Earthly Connection, que compuse en Brasil… en realidad, el único que no me gusta es Rhapsodies. La compañía grabadora me obligó a grabarlo. Por eso lo hice.


Entrevista realizada por Marcelo Gasió, Ricardo Messina y Roberto Pettinato. Fotos: Carlos Nava. Redacción: Marcelo Gasió.