jueves, 30 de octubre de 2025

SIN PREJUICIOS NI FRONTERAS, entrevista a Fernando Kabusacki

 


Versátil e incansable, el guitarrista y compositor Fernando Kabusacki es un artista todoterreno que ha recorrido el mundo, tocando con infinidad de artistas de primer nivel y dando a conocer su propia obra musical original e inclasificable. Reconocido en Argentina y en otros países por su impecable trayectoria de más de 30 años, también es miembro de la famosa The League Of Crafty Guitarists junto a su maestro, el reconocido Robert Fripp. Admirador profundo de los experimentos sonoros de Phil Manzanera y Brian Eno, Kabusacki es la mano derecha de Fripp, a quien conoció a fines de los años 80, partiendo directo desde Rosario hacia Londres, casi siguiendo un mandato innato. El año pasado, Fernando también grabó La Lógica del Escorpión, el último álbum de Charly García. Y hablando de García, Kabusacki además forma parte del grupo Los Instrumentales de Charly, un combo que recorre temas no tan conocidos de la obra del Bicolor, revalorizándolos y dándoles un sello distintivo. Una charla imperdible con un creador interminable.

ENTREVISTA> ¿Cómo ves la tarea sociocultural de ser artista en estos tiempos difíciles?

Yo creo que los músicos, o los artistas en general, tenemos la tarea muy ardua de ser un contrapeso para equilibrar un poco el mundo tan horrible en que vivimos hoy.

¿Y cómo te influencia este mundo tan atroz que vivimos a la hora de hacer música y seguir generando belleza?

Por un lado me genera angustia, miedo, asco, bronca, mucho enojo también, tristeza, pero por otro lado también me hace ser consciente de esa necesidad tan fuerte que hay de la existencia del arte en el mundo. Hablábamos con Charly, cuando empezó esta etapa política, acerca de que podíamos hacer ahora. Y él me dijo, bueno, lo mismo que hicimos siempre: aferrarnos a nuestros afectos y dedicarnos a seguir haciendo música, porque eso es lo que hace falta hoy. Eso se requiere de nosotros. Y en eso estamos. Haciendo la música lo mejor que podemos. En el caso de Los Instrumentales de Charly, el proyecto que llevamos adelante hace un tiempo y que tributa a su obra, siento que este es un momento en el que hace mucha falta esa música…

Claro, y aparte ustedes hacen un repertorio de Charly que no es el habitual, no son los hitazos que se escuchan en la radio, sino que tocan instrumentales o pasajes de temas que por ahí al público más popular se le escapan.

Sí, justamente el otro día le decía en joda a Charly: "Hacemos tus temas, pero los buenos." (risas) Hacemos los temas que, como vos decís, él nunca tocaba en público, y ahora tampoco los toca. Temas que nadie toca. Por ejemplo, “Marilyn, la Cenicienta y las mujeres”, “Bubulina”, los temas instrumentales de Pubis Angelical, que son hermosos y tienen esa onda de Erik Satie. También hacemos “A los jóvenes de ayer”, pero hacemos toda la introducción que es larga, y también hacemos cosas cantadas, como “Llorando en el espejo”. En general, son temas que instrumental y compositivamente no fueron tocados mucho, o sea, no son los hits, no son “Cerca de la revolución” o “Fanky”, temas que suelen tocarse más frecuentemente. Nosotros hacemos temas que están guardados, medio escondidos, pero son realmente maravillosos.

¿Y cómo son tus encuentros con Charly? ¿Qué hacen? ¿Escuchan música, hablan, filosofan acerca de la vida?

Sí, de todo un poco. También podemos no hablar. Él tiene un sentido del humor muy lindo. En eso también nos encontramos bastante, somos de reírnos un poco y escuchar música. Escuchamos cosas que en muchos casos yo no había escuchado nunca. Él realmente es una enciclopedia, como lo son los grandes iconos del rock argentino, como Andrés [Calamaro], que también sabe un montón y es otra enciclopedia de música, o León Gieco… Todos, son tipos que te enseñan un montón sobre música, por la música que hacen, y también porque me tiran un montón de información que yo muchas veces desconozco. El otro día estuve en la presentación del tema que hizo Charly con Sting, y me parece algo hermoso lo que sucedió con eso. En fin, cuando estoy con Charly son encuentros muy tranquilos, cero rockstar.

Volviendo a tus inicios en la música, las influencias, ¿por dónde venían? Porque vos hablaste mucho de todo lo que te marcaron Robert Fripp y Phil Manzanera. Pero cuando eras pibe, ¿qué escuchabas? ¿Qué fue lo primero que tocaste? Empezaste con la guitarra, ¿no?

Sí, empecé con la guitarra con cuerda en nylon de muy chico, a los cinco años. Yo vivía en Rosario, así que puedo decir que la música que me influenció fue la de esa zona. Mi viejo también escuchaba algo de tango, pero escuchaba más bien folclore, o sea, creo que por una cuestión geográfica el folclore y el rock, son lo que más me empezó a influenciar a la hora de tocar. Cuando hablo de folclore me refiero a la música del litoral. Tipos como Tránsito Cocomarola, esas músicas que acá en Buenos Aires no sé escuchaban. Incluso la cumbia colombiana, Los Wawancó, mi viejo los escuchaba mucho, Waldo de los Ríos, Julio Sosa, todo eso me fue influenciando un montón. Y después mi hermana escuchaba desde Kiss a los Carpenters, Elton John… Más tarde yo empecé con Elton John, los hermanos Johnny y Edgar Winter, los Who, que me empezaron a interesar muchísimo, y después todo el rock nacional. Empecé a juntarme con amigos a escuchar Crucis, Alas, Charly… Íbamos a los conciertos, fuimos a ver a La Máquina de Hacer Pájaros cuando tocaron en el Sportivo América de Rosario, también a Pastoral, todos esos grupos me encantaban. Y después descubrí varios artistas internacionales, porque empecé con el tema de la guitarra eléctrica, admirando mucho a todos los ejecutantes de la Gibson Les Paul, tipos como Peter Frampton, que me gustaba muchísimo. Me gustaba también el Santana de los viejos discos con Chepito Áreas, no el Santana estrella latina de ahora. Me gustaba mucho Weather Report. Otro de la Les Paul era Al Di Meola, que me volvía loco. Así empecé a escuchar a Return to Forever. Y como era adicto a la revista Pelo, empecé a consumir muchos de los grupos que conocía ahí. Y después me fui enterando de la música de Fripp, Brian Eno, Manzanera, todo ese mundo que algunos llaman “la vanguardia”, pero que no es tan vanguardia. Me fui abriendo para ese lado.

Te voló la cabeza Fripp…

Sí, me pareció que él hacía las cosas de una forma muy distinta a todos los demás. Yo escuchaba, por ejemplo, los solos de Fripp en Scary Monsters, el disco de Bowie, y era realmente de otro planeta. O sea, quería conocer a ese tipo y que me enseñe a tocar la guitarra.

Sí, fue lo que hiciste a fines de los 80. Te mandaste de caradura a Inglaterra a encontrarte a Fripp, nomás...

Sí. Totalmente. Eso fue increíble, ir a conocer a este tipo y que me enseñe a tocar la guitarra. Porque fue lo que hice. Fui a Inglaterra, pasé por la oficina de la discográfica varias veces, hasta que conseguí algunos contactos y después, cuando llegué finalmente a su casa, Robert me dijo: “¿Qué puedo hacer por vos?” Yo le había aparecido imprevistamente, medio de sorpresa. Entonces le dije, "Necesito que me enseñes a tocar la guitarra." Esa fue mi primera declaración hacia él.

Y fue un buen profesor. Aparte lo loco es que vos venías sin ningún tipo de background, sin haber pasado previamente por un conservatorio o algo así, sino que eras un tipo abierto a todo lo que él te podía dar en ese momento.

Sí. Pobre, tuvo una tarea bastante difícil. Yo había estudiado en Rosario con Claudio Zemp, que fue uno de mis grandes maestros. Después vine a Buenos Aires un par de veces a tomar algunas clases con Rick Anna, que es un guitarrista que había tenido un contacto con Fripp a fines de los 70, pero después directamente me fui a buscarlo a él a Inglaterra. Como vos decís, por suerte, no tengo background de conservatorio, y no tener esa formación finalmente terminó siendo una ventaja para mí. El hecho de no estar tan formateado. Tenía la apertura total de ser versátil, y eso al final me jugó a favor.

 ¿Y cómo es Fripp como profesor? Porque uno se lo imagina como una persona muy profunda. ¿Es accesible? ¿Qué es lo que enseña que lo hace diferente a otros profesores de guitarra?

Una cosa que aprendí de él, además de todos los aspectos técnicos de cómo tocar la guitarra, fue cómo desarrollar una relación con la música, con el instrumento. Después, cuando hacía menos de un año que estaba estudiando con él, me di cuenta que me estaba enseñando que yo necesitaba encontrar mi propio camino. Me enseñó a no seguir el camino de él, ni seguir el camino de nadie, ni seguir un camino previamente trazado. Con él me di cuenta que yo no tenía que tocar como Pat Metheny, o como George Harrison, o como Clapton, o como los que tocan guitarra de música clásica. Me di cuenta que tenía que encontrar mi camino. Ese fue un momento muy fuerte porque eso es difícil. Es como ir construyendo un puente mientras lo vas cruzando, y la verdad que uno no sabe para dónde ir. El viento y la intuición te van llevando. Así empieza una especie de combo en donde uno va yendo a donde puede ir y a veces no puede ir a donde quiere. En un momento estuve por ir a estudiar al Musicians Institute en Los Ángeles, también por sugerencia de Fripp. Entonces, empecé a flirtear con ese esa idea de ir a estudiar ahí, pero no fui, volví a Argentina y empecé a desarrollar una carrera acá. Empecé a desarrollar mis relaciones con músicos como Fernando Samalea, María Gabriela Epumer, Juana Molina, Santiago Vázquez, Charly... Entonces, empecé a darme cuenta que el lugar donde hacía más falta era en Argentina, y a pesar de que había un montón de guitarristas realmente increíbles de todos los estilos, yo sentía que tal vez podía llegar a aportar humildemente lo mío. Por eso me quedé acá.

Y también porque vos tocabas cosas que otros guitarristas no hacían en nuestro país…

Sí, exacto.

Además, nunca te copó el mainstream y siempre hiciste tu propia búsqueda musical.

No, igual yo soy fan de Bowie, por ejemplo, que podríamos decir que es mainstream, incluso uno de mis guitarristas favoritos es Nile Rodgers, que también es mainstream. Pero eso nunca fue mi fuerte. A veces siento que juego en la B [risas]. Pero siempre me cruce con músicos que hacen cosas increíbles. Una cosa que resalto, y es una de más hermosas de mi vida musical, es que siempre tropecé y terminé tocando con músicos que admiré muchísimo. O sea, con María Gabriela, con Charly, con Flopa, también Liliana Herrero. Y también es el caso, por ejemplo, de Exposure, porque estamos haciendo un proyecto en vivo basado en el disco homónimo de Fripp y ahí toco con Terre Roche, que es una de The Roches, que fue un trío de hermanas fantástico, que si no la escucharon, escúchenlas porque son impresionantes. Tienen dos discos producidos por Fripp en los años 70, que están entre mis músicas favoritas de todo el mundo. Es muy lindo tocar con gente que uno admira. Nunca identifiqué a la música como un laburo. Es amor.

Aparte, lo que se da con personajes como Phil Manzanera o Fripp es que parecen inaccesibles y al final terminan siendo re copados y súper generosos.

Sí, es que ambos se dieron cuenta que mi genuino interés por acercarme a ellos era por la música, no es que iba de fan o de monitor. Cuando lo conocí a Manzanera le mostré que yo sabía tocar todos sus temas, todos sus solos, y él no podía creer que hubiera un tipo en Argentina que le gustara y resonara tanto con su música. Lo mismo me pasó con Fripp, él vio que era en serio mi solicitud de que necesitaba que me enseñe a tocar la guitarra. iba muy en serio, era de verdad genuino y de corazón. En el caso de Manzanera, él tiene una cosa con la que me siento muy identificado acerca de cómo conjuga su raíz folclórica y latinoamericana, en su caso la cuestión colombiana, venezolana y todo eso, con el rock y la vanguardia de la música contemporánea, todo lo referido a la obra de La Monte Young y Terry Riley. El concepto o la idea de que la música es toda la misma, ¿no? Que una vidala en el Altiplano es lo mismo que un raga de la India.

Vos hace un rato decías que te largaste solo a realizar tu propio camino. ¿Y cómo lo fuiste puliendo? ¿Cómo desarrollaste un toque propio en la guitarra? Porque tu estilo de tocar con loops y tantas capas de violas era algo que acá no se veía por ningún lado…

Fui haciendo lo que podía, a veces mirando que hacían otros. Veía los aparatos que compraban otros guitarristas. Por ejemplo, si Fripp o Manzanera usaban un sintetizador de guitarra, iba a comprar uno a ver qué onda, entonces hacía lo que podía con eso. Después el tema de los loops me parece una cosa maravillosa, porque es como convertirse en un pintor sonoro, ya que tenés una especie de tela o lienzo y le vas tirando pinceladas y esas pinceladas van quedando suspendidas sobre el aire, sonando, y vas agregando más pinceladas y cosas. Me parece realmente maravilloso lo que Fripp y Brian Eno lograron en los comienzos de lo que se llamó los Frippertronics. Inspirados también por minimalistas como Terry Riley, a quien tuve la suerte de conocer en Japón, que empezó a hacer los primeros experimentos con tape loops y demás. Insisto, uno no tiene que ser el descubridor ni ser primero en usar eso, porque también Fripp y Eno lo sacaron de Terry Riley y todos los músicos contemporáneos norteamericanos, que ya estaban haciendo experimentos con cintas. Después, la cuestión de la repetitividad viene también de los minimalistas americanos de los años 70: Steve Reich, La Monte Young, Terry Riley o Philip Glass, que quizás sea más conocido porque fue más comercial, pero también están las músicas de la India, el concepto del mantra, lo repetitivo. Todo se nutre y se retroalimenta. No es que alguien le robó a otro, ya que se podría decir que todos nos inspiramos, nos nutrimos y vamos siguiendo caminos que otros por ahí abrieron antes, tomando ideas para después hacer las propias o modificándolas para ir haciendo lo que uno puede. Por ejemplo, Sonic Youth también me encanta y a veces hago un poco de eso, sin pretender ser Lee Ranaldo o hacer un muro de sonido. Lo mismo me pasa con los guitarristas japoneses, con los que suelo tocar y se podría decir que hacen ruido con la guitarra, a veces yo también lo hago porque me parece que está bueno como elemento, como herramienta.

Llegado a este punto, a la hora de cranear tu música, ¿cómo pensás tus trabajos? ¿Hay alguna idea acerca previa acerca de si vas a ir por un lado o por otro?

El único disco en el tuve muy claro ese disparador fue Deeper Man [2022], ya que tenía una visión o idea de hacer un álbum usando solo guitarras y delays, ninguna otra cosa, y salió re lindo. De hecho, estoy pensando hacer una segunda parte. Y después, en el último disco que saqué, The Legendary Landscapes [2023], la idea fue usar muchas máquinas de ritmo, arpegiadores, mucha electrónica, Pitchshifter [cambiadores de tono] y esas cosas. Usar esos instrumentos. Yo tenía un poco en la cabeza el sonido de Kraftwerk, Manuel Göttsching, hasta los viejos trabajos de Vangelis o Tangerine Dream. Pensaba en eso, así que empecé a comprar máquinas de ritmo, sintetizadores que tengan esos arpegiadores. Entonces fue un disco que surgió a partir de una idea, pero en general mi guía se rige en base a donde la guitarra me lleve. Empiezo a tocar cosas, conectar pedales, girar perillas, por eso me gustan mucho los aparatos que tienen botones para girar. No me gusta entrar al sistema a apretar “enter”, yo soy más físico, empiezo a conectar cosas, me sorprendo con lo que va pasando y me dejo llevar. No tengo una idea determinada. Después cuando tengo un montón de cosas grabadas, empiezo a ser selectivo y a pulir algunos de los cascotes que fui encontrando en el camino.

¿Cuál es tu relación con las guitarras? ¿Te gustan algunas marcas determinadas? Me hablabas recién de las Gibson, ¿no?

Sí, pero Gibson tengo una sola. Después, todas las guitarras que tengo son las japonesas Tokai. Yo tengo una relación muy linda con Japón, me gusta mucho estar ahí y me siento como en mi casa. Extrañamente, porque no hablo japonés. Pero me gustan mucho los instrumentos que ellos fabrican: las guitarras Tokai, los pedales y la electrónica de Roland, los Vox, todo eso me gusta mucho. Así que soy muy fan de las guitarras Tokai. Para mí son mejores que cualquier Gibson que pueda llegar a comprar. Obviamente que si estuviera 20 mil dólares para comprar una Gibson de tope de gama, seguramente sería mejor que una de mis Tokai, pero las Tokai japonesas son muy buenos instrumentos. No soy tan fan de volverme loco y pagar cualquier plata por una guitarra determinada. Siempre tengo guitarras que se podría decir que son accesibles y con eso me arreglo.

¿Cómo es hacer música con Charly, con una persona tan musical? ¿Cómo es interactuar con él a la hora de desarrollar algo? ¿Cómo es ese ese proceso?

Es un proceso hermoso realmente, como vos decís, él es música y es realmente un maestro con mayúsculas, es un genio. Y estar trabajando, entre comillas, o, mejor, haciendo música al lado de él es realmente un lujo y una bendición, es realmente maravilloso. Lo que sí llegué a entender es que ninguno de los que estamos con él nunca vamos a entender lo que él ve, lo que piensa, cómo entiende las cosas, simplemente hacemos lo que él nos sugiere, nos propone o nos deja y vamos haciendo y acompañándolo de la mejor manera que podemos. Sin embargo, muchas veces creo que ninguno de los que estamos ahí entendemos a dónde va. Es el famoso “Charly está loco o qué sé yo”, que se dice tan seguido. No sabés qué está haciendo o por qué te hace hacer eso, pero después lo entendés. O sea, muchas veces te hace grabar una cosa, grabar otra cosa, grabar un montón de pistas y vos no sabés adónde va con eso, pero después organiza todo de una forma que realmente no se te había ocurrido y es asombroso. A veces siento que él ve las cosas desde arriba, como si estuviera en un dron, y nosotros estamos abajo preguntándonos cómo será el mapa. Me pasó en La lógica del escorpión, con él siempre súper afilado, siempre escuchando cada detalle, cada sonido, cada cosita que estás haciendo, cada cosa que va pasando y te dice: "No, mirá, esta es la segunda vuelta, esta nota es más cortita…” No se le pasa una, por decirlo, así hablando en criollo.

Ahora que el disco ya está editado y es reconocido como una obra maestra de las últimas que hizo Charly. ¿Cómo fue el proceso de grabar La lógica del escorpión? Porque es un disco que rompe un poco con el paradigma de lo que es la música en la actualidad.

Creo que él siempre fue así. En la época cuando hacía música muy compleja, en Serú Girán y qué sé yo, después salió con Clics modernos y toda la gente decía, "¿Esto que es?" Porque salía con los zapatitos de leopardo y nadie entendía nada. Siempre rompió con todo y se reinventó todo el tiempo y en este caso también. Lo que sí recuerdo es ir al estudio sin tener la menor idea con qué me iba a encontrar y tener una gran sorpresa, cuando me dijeron que conecte la guitarra, enchufé los pedales, pusieron Rec y sonó “La pelicana y el androide”, con la voz de Luis. Yo no lo podía creer, no sé, lloraba de la emoción mientras tocaba. Todo era siempre impredecible. Por supuesto, yo no participé de la grabación de discos como Parte de la religión o Clics modernos, pero me imagino que siempre fue así, que los músicos estaban maravillados,  sorprendidos, y que cada cosa que Charly planteaba sucedía en el estudio. En este caso fue así. No podíamos creer lo que iba pasando. Por otro lado, hablo de La lógica de escorpión, siempre fueron encuentros muy amorosos, muy cálidos, con buena onda, muy de amigos, no era un laburo. Era encontrarnos a charlar, contar historias, incluso haciendo chistes, pasándola bien, comiendo medialunas. Eran encuentros de un grupito de amigos que tocábamos juntos.

¿Y cómo es trabajar con artistas como Francisco Bochatón o Lisandro Aristimuño, que también tienen su propio universo sonoro?

Lo mismo que me pasa siempre, la sorpresa y el agradecimiento de poder tocar con esos músicos, hacer cosas con ellos porque son realmente los más grandes cantautores vivos que hay acá en Argentina, o sea, al nivel de Nebbia, ¿entendés?, al nivel de Charly o León Gieco. Bochatón no es tan reconocido, como que es más del indie, Aristimuño sí, Lisandro es más mainstream y es un músico fuera de serie. Es finísimo y no tengo palabras para definirlo. Ambos son realmente increíbles. Los respeto, los admiro, los aprecio muchísimo. Siempre me siento un privilegiado de poder hacer cosas con ellos.

¿Por qué te copaste tanto con tocar en Japón? ¿Qué es lo que te atrae tanto de su cultura y su público?

La primera vez fuimos con Juana Molina, hicimos una gira muy linda. Ahí descubrieron a los músicos argentinos. Esa vez conocí a unos músicos japoneses maravillosos que son los que nos llevaron. También me di cuenta que eran mis hermanos. Si bien no podía hablar mucho con ellos porque mi japonés es totalmente nulo, de cualquier manera veíamos la música de la misma manera. Y a partir de entonces fui 14 veces. Voy casi todos los años, a veces año por medio, a tocar con quienes siento que son mi familia. No sé, es misterioso, no entiendo por qué, pero una cosa que podría decir es que el público es muy respetuoso, muy abierto y muy culto musicalmente hablando. O sea, han escuchado muchísimas cosas que acá en Argentina no se escuchan. La gran diferencia, que me animo a generalizar, es que hay mucha falta de cultura musical en Argentina. Muchísima, y eso a veces me asusta. Ahora no, pero las veces que he dado clases de guitarra, he tenido algún alumno que tocaba guitarra rock y al mencionarle a Pete Townshend, me decía: "Ah, no sé, nunca escuché los Who." ¿Entendés? Realmente es así. Hacé una especie de consulta y te vas a dar cuenta que mucha gente no escuchó ni a los Who, ni siquiera tienen una noción, o no saben mucho de Zeppelin, no saben de Television, no saben quién fue Ian Dury, hay un montón de cosas que no saben y vos decís, ¿cómo puede ser? Y eso que menciono nombres mainstream, pero hay una falta de cultura aterradora, porque son músicos muy valiosos y eso me sorprende. En cambio en Japón la gente ha tenido y tiene acceso a muchas más músicas que acá…

Acceso y un interés más amplio…

Sí, porque ellos escuchan hasta música de Mongolia, música de Egipto, hasta conocen toda la discografía de Bob Dylan. Han escuchado de todo, por ejemplo Orquesta Gamelán de Indonesia, han escuchado un montón de cosas que acá no llegan. Por eso me aterra a veces esa falta de cultura y más ahora. Porque creo que sin cultura no hay manera de salir, es muy difícil crecer.

¿Y por qué crees que pasa eso acá?

A veces siento que la gente está dormida, que está demasiado estereotipada, demasiado formateada y también siento que mantener al pueblo sin cultura, mantenerlos un poco idiotas, sirve para dominarlos. No me quiero poner político en mis canciones o hacer temas de protesta, pero tengo en claro que un pueblo que no tiene cultura no sale adelante. Cuando hablo de cultura, no te digo que hay que leer cosas muy sofisticadas, sino acerca de escuchar más variedad de música, algo que podés escuchar en YouTube, en cualquier lugar. Gratis. No es necesario tener plata para comprarte unos libros rarísimos, simplemente escuchar cosas de otros lugares. Hablo de las músicas que no son las que el algoritmo te quiere vender, ¿no? Creo que un poco eso, hay una especie de interés en algunas clases gobernantes de que seamos todos idiotas.

Te dedicaste mucho a musicalizar películas mudas. ¿Cómo se hace? Porque me imagino que es un salto al vacío ponerle música a una película en vivo…

Sí, ese proyecto lo empezamos en el año 92, hace un montón, con Fernando Martín Peña y en su momento con Pablo Rodríguez Jáuregui. Y la idea es que la gente pueda apreciar una parte de la historia del cine, que normalmente no se puede apreciar mucho porque no había quien hiciese eso de musicalizar en vivo las películas mudas. Así se nos ocurrió ese proyecto que tampoco fue un invento porque las películas mudas siempre tenían alguien que tocaba el piano o algo así en el cine en donde las proyectaban desde el año 1920. Esos pianistas en general improvisaban y eso es un poco lo que hacemos acá. Leemos la película como si fuera una partitura, no es una zapada, sino que vamos viendo como la película nos va diciendo que tocar, si es que la sabemos leer. Así lo hacemos con músicos como Matías Mango, o el Mono Fontana, Charly ha venido varias veces también. Incluso Fito Páez vino una vez a tocar Metrópolis con nosotros. Con esos músicos vamos tocando lo que nos parece que la película necesita en cada momento. La idea es tratar de evitar resaltar por encima de la película, sino que la gente vaya a ver la película y nosotros solamente brindarles un soporte para que se haga más transitable.

¿Te gusta algo de la música actual?

Sí, me parece maravilloso lo que hacen Ca7riel y Paco Amoroso. Curiosamente, me parece que muy hermoso lo que mucha gente está haciendo en ese mundo sonoro. Es gente joven. Después, de afuera, me gustan mucho las Lambrini Girls, de Inglaterra; de Japón me gusta OOIOO, un cuarteto fundado por Yoshimi P-We. De acá me gusta muchísimo mi amiga querida Marina Fages, también Lucy Patané. Hay un montón de gente maravillosa en la Argentina, no menciono muchos más porque seguramente me vaya a olvidar de unos cuantos que también hacen cosas buenísimas. Salgamos todos a escuchar música y descubrir artistas.

¿Seguís escuchando discos como melómano o el hecho de hacer tanta música va limitando ese ritual de ponerte a escuchar un disco?

Lo hago, pero un poco por investigación, siempre volviendo a abrevar la obra de Bob Dylan, uno de los músicos que más amo. Escucho usualmente muchas cosas de él y me nutro un montón. Disfruto muchísimo escuchar a Dylan. También estoy escuchando mucho a Muddy Waters, sus primeras grabaciones. Soy de escuchar muchas veces el mismo disco. Agarro un vinilo y lo doy vuelta una y otra vez.

¿Cuáles son tus proyectos más inmediatos?

Estuvimos hasta hace poco con Los Instrumentales de Charly, tocando todos los lunes de octubre en Bebop Club. Ahora estoy grabando la música para una obra de teatro de Maricel Álvarez. Ya estoy terminando un disco que va ser una banda sonora de un documental de Santiago Loza. Y después estamos armando un disco de trío con Tomás Hepner y mi hija Uma Kabusacki. Tommy es un crack de la de la electrónica, la producción y la ingeniería. Y vamos a tocar en La Fábrica, un lugar muy lindo en la calle Fitz Roy, el 1 y 12 de noviembre, también con la Kabusacki Band. Ese lugar en Fitz Roy era la sala de ensayo de Charly, ahora la renovaron, está hermoso. Hicieron un lugar para tocar, ahí es donde recientemente presentaron el tema de Charly con Sting. El 13 de noviembre hacemos música en vivo para cine mudo en el Malba y el 15 toco en Córdoba tocamos en vivo con Kabusacki – Romero – Surcos. Así que bueno, se vienen un montón de cosas… Quiero grabar un disco nuevo. También está lo de Exposure Live, que esperamos poder traer en algún momento a Argentina y Chile. Después con Fripp también tenemos unas cosas para hacer en Europa el año que viene. Seguiré tocando con Bochatón, que, insisto, es uno de los mejores cantautores que hay en vivo en el país. También, estamos haciendo un proyecto con material de León Giego con Luis Gurevich, quien trabajó mucho tiempo con León.

Sos muy amigo de León, ¿no?

Sí, lo quiero y lo respeto muchísimo, lo admiro. Es un ser realmente maravilloso. Muy generoso. Súper generoso… Vayan ya mismo a escuchar los primeros discos de León. No se pueden creer. Pero escuchen los discos enteros…

Hay una pregunta que me gusta hacerle casi todos los compositores: ¿Qué tema de otro te hubiese gustado que fuera tuyo?

Uy, hay tantos. El primero que se me viene a la mente es una versión muy linda de Keith Jarrett de un tema de G. I. Gurdieff que se llama “La historia de la resurrección de Cristo” y está en Himnos Sagrados, un disco de 1980. Es hermoso. Es un tema que tiene una melodía en la que me pasa eso que vos decís. Ese es un disco de Keith Jarrett solo con el piano.

Emiliano Acevedo




domingo, 19 de octubre de 2025

ARIEL MINIMAL: "De Buenos Aires es un Moby Dick de canciones..."

 

De Buenos Aires es el nuevo álbum de Pez, el número 22 en estudio de la banda liderada desde hace casi 32 años por el guitarrista y cantautor Ariel Minimal. El sucesor del formidable Ion (2023) contiene siete canciones, algunas de ellas ya conocidas, como “Para las almas sensibles”, el clásico en vivo del grupo desde hace veinte años, ahora sí en su versión de estudio, y la particular carta de despedida llamada “Adiós mundo cruel”. Estos dos temas, junto a cuatro más, forman parte del lado B del vinilo. 

Pero lo llamativo, en esta época de fugacidad virtual, es el tema homónimo que abre el disco, cuya duración es de casi 20 minutos y abarca todo el lado A. Un soberbio “Moby Dick de canciones” (Minimal dixit), una rapsodia ciudadana que nos prepara para una escucha más atenta. Casi una mini ópera rock dedicada a la Reina del Plata. “De Buenos Aires” está dividida en ocho secciones, que se abren con una secuencia rítmica de un hi-hat altamente filtrado que da paso a una pieza instrumentalmente espectacular, súper progresiva, como hacía rato que Pez no realizaba. En sintonía con aquellos temas largos (suites) del rock sinfónico de los años 70, con sintetizadores y pianos eléctricos a cargo del excelso Pepo Limeres, cuyo regreso al grupo revitaliza altamente la paleta sonora de Pez. Sin dudas, un temazo que describe la ciudad y los personajes que la habitan, la nostalgia, las sensaciones que trasmiten los aromas y la experiencia vital de andar por las calles porteñas. Un tema con tiempos irregulares y métricas tangueras, que se apoyan en la participación de grandes músicos invitados como Pablo Puntoriero (viejo integrante de Pez, en saxofón) y Manu Barrios (de La Fernández Fierro, en bandoneón). 

El arte de tapa (un Obelisco de donde sale un enigmático humo rojo de la ventana cercana a la cúspide) vuelve a caer en manos de Alejandro Leonelli, viejo colaborador de la banda, quien posee un enfoque minimalista. En el mismo sentido, se publicó en YouTube un videoclip de "De Buenos Aires" que acompaña el lanzamiento del álbum, dirigido por Ezequiel Muñoz, con imágenes subjetivas en blanco y negro de la ciudad, sus calles, sus barrios y su gente. 

La formación de Pez se completa con Franco Salvador en batería, percusión y coros; Fósforo García en bajo y coros, y Hernán Espejo en guitarra. De Buenos Aires fue grabado, mezclado y masterizado entre enero de 2024 y mayo de 2025 por Mauro Taranto y será presentado en vivo el próximo viernes 7 de noviembre en Niceto Club.

Para saber más acerca de la grabación y composición de los temas que lo integran charlamos con Ariel Minimal.

ENTREVISTA> ¿Cómo cranearon el disco? ¿Cuánto tiempo llevó componerlo y grabarlo?

El lado B del disco se fue grabando a lo largo del año 2024 en tres sesiones diferentes en los estudios Santa Marta y La cocina de Beti en la  ciudad de Buenos Aires por nuestro técnico de siempre, Mauro Taranto. Y en mayo de este año grabamos la canción “De Buenos Aires” que ocupa el lado A del disco.

¿Cuál es la historia detrás de esta idea de grabar un tema de casi veinte minutos?

La canción de casi veinte minutos que ocupa todo el lado A y le da nombre al disco puede funcionar como una síntesis de todo lo hecho por la banda en más de treinta años. Rock progresivo, tango, canción y rabiosa poesía ciudadana. La banda de sonido ideal para una Buenos Aires que está fuera del tiempo.

Como los viejos álbumes conceptuales de los setenta…

No sé si todo el disco tiene un concepto detrás... Así es la canción que le da nombre al disco, que es una especie de oda a la ciudad en la que vivimos. “De Buenos Aires” es un aglomerado de pequeñas canciones que unen sus encantos para darle forma a algo más grande y abarcativo. Es una especie de viaje circular musical en donde el final se abraza con el comienzo.

Escuchándola, “De Buenos Aires”, con sus giros tangueros, me recuerda el viejo material de Alas o del Spinetta de los 70…

No. No nos influenciaron en lo más mínimo. Yo creo que a esta altura la mayor influencia de Pez es simplemente Pez, nuestra propia historia. Me parece que hay más tango en el repertorio de Pez del que hubo en el repertorio de Spinetta. Alas no conozco, disculpas.

¿Cómo se hizo el video del tema?

Lo hizo Ezequiel Muñoz, videasta y fotógrafo amigo de la banda desde tiempos inmemorables. Él salió con su teléfono a registrar la ciudad en riguroso blanco y negro. El centro y los barrios. La ciudad y su gente.

¿Cómo cambió el sonido del grupo con la reincorporación de Pepo?

Se enriqueció. Pepo es un improvisador nato y se mezcla bien con el resto de la banda. El sonido del piano eléctrico Rhodes es a esta altura un condimento esperado en la receta del audio de Pez.

¿Cómo se les ocurrió hacer una nueva versión de “Para las almas sensibles"?

Esa canción nunca la habíamos grabado en estudio y sin embargo está presente en casi todos los shows de la banda desde hace veinte años, nos pareció un buen momento para grabarla y quedó muy bien.

¿De dónde viene la inspiración para componer “Del Festival de la vergüenza ajena”?

De la soledad que yace detrás de los falsos encuentros que promueven las redes sociales que, lejos de socializarnos, sólo nos enredan.

“No somos hormigas bajo la lupa de un nene malo” empieza funkero pero se va desarrollando hacía otros caminos musicales. ¿Cómo lo escribieron?

No sabemos tocar ritmos funk, nuestro swing es medio polaco... Por ahí me hace acordar a ciertas rítmicas del Crimson de los 80, pero no tan bien tocado, obvio.

“Adiós mundo cruel” es más pop, pero muy bien desarrollado. ¿De dónde viene esa idea de hacer una letra desesperada con música alegre?

Eso es algo que hicieron muy bien The Smiths, ¿no? De todos modos, nadie que dice que se "va a suicidar" en una canción termina suicidándose. Si tengo que señalar unan influencia para el sonido y la composición de esta canción puedo mencionar a Squeeze, con quienes me obsesioné durante el comienzo del año pasado.

“Todo es un delirio” es un espejo de la realidad socio política argentina. ¿Cómo ven la situación cultural y de los grupos de rock en medio de la crisis actual?

Pasarla para la mierda siempre fue un buen caldo de cultivo para el rocanrol. Ninguna banda grosa salió de un barrio cerrado en un country.

“Pude haber dicho que no” cita la vieja frase “elige tu propia aventura” que es una toma de posición muy clara ante la vida, y se linkea con otros temas de Pez. ¿Cómo es haber elegido seguir la autogestión en medio de un panorama de la música cada vez más vinculada a los negocios empresariales?

Te lo defino con una sola palabra: Duro.

¿Cuáles son los proyectos más inmediatos del grupo?

Concretamente, los nueve conciertos que tenemos de acá a fin de año. Veremos cómo sigue todo el año que viene.

Emiliano Acevedo

 


viernes, 17 de octubre de 2025

MARCELO FILIPPO: "Componer una canción es un milagro..."

 

El compositor, productor y multiinstrumentista Marcelo Filippo, también conocido como El Boxitracio en YouTube por su gran archivo musical audiovisual, ha desarrollado una trayectoria versátil que lo llevó a trabajar con grandes artistas de la escena. El pasado 19 de septiembre de 2025 lanzó Sordos en la discoteca, su nuevo trabajo enraizado en el rock nacional, con arreglos y armonías que evocan la tradición de nuestra música, pero con un aire renovador. Las letras proponen una mezcla entre poética y mirada humanista, sosteniendo un audio cuidadosamente trabajado para resaltar cada detalle. Para hablar de su carrera y de este disco nuevo nos juntamos con Marcelo, quien amablemente respondió a nuestras preguntas en esta charla. Sordos en la discoteca será presentado en concierto el próximo viernes 24 de octubre en Rondeman, en el barrio de Abasto.

ENTREVISTA> Contame un poco cómo te iniciaste en la música, porque sos un tipo medio renacentista, ¿no? Lutier, difusor cultural, coleccionista de archivos audiovisuales, músico. La verdad que sos muy completo...

Sí, lo que me di cuenta un día es que todo tenía que ver con la música, pero siempre me costó salir. A veces uno duda acerca de lo que tiene para mostrar, si está bueno o no. Lo mío siempre va por lo que tiene que ver con la música, con los instrumentos. En mi familia todos pintan, en realidad, pero yo me enganché con la música. Desde hace unos años encaré esto por el lado creativo. Me pasó lo mismo que a muchos músicos con esa obsesión acerca de que radio tiene el mango de la Stratocaster, ¿entendés? O si la Telecaster del 52 viene con un pick de determinado color. A mí me gusta el tema de las maderas, pero también me interesa la parte creativa. He inventado algunas guitarras de viaje. O sea, existe algo parecido, pero yo me hice mi modelo. Mi vida es eso.

¿Hacés solo música y lutería o te dedicás a otras cosas también? 

Tengo varios kioscos en el mundo de la música con la lutería, hago instrumentos o arreglo. Después también hago una gran variedad de producciones musicales para otros artistas, algunos son profesionales, otros no. O sea, toda mi vida me he dedicado a la canción y toco todos los instrumentos, también tengo estudio en casa. Entonces empecé a hacer eso con gente que tenía canciones y yo las sé cómo arreglar y grabar. Porque hay gente que no es profesional y por ahí tiene canciones y quiere grabarlas. Entonces, nos juntábamos, yo armó un poco los arreglos, todo. Lo vamos armando entre los dos o según con el proyecto que sea. Ahora estoy trabajando con un músico de Río Grande. Entonces, lo hacemos a distancia. También trabajé en algunos proyectos más grandes. Hace poco produje una canción para Cucuza Castiello y la otra vez también trabajé con un artista que es argentino y vive en Suiza, que vino acá a grabar y grabamos en los Estudios Panda.

¿Cómo empieza la música en tu vida? Porque yo sé que eras muy fan de grabar a otros músicos con la videocasetera y demás, pero cómo surge esa pasión que te lleva a ser multiinstrumentista.

La música me gustó siempre. En mi casa se escuchaba mucha música. Mi hermana que es un poco más grande que yo me llevaba a recitales cuando yo era muy chico. Así tuve la suerte de ver a Serú Girán cuando estaba en el colegio primario. Eso era bastante raro porque nadie conocía el rock nacional en las escuelas a principios de los 80. Así, yendo a conciertos, empecé a escuchar un poco de música internacional, rock de afuera o un poco el mainstream. Mi hermana también tocaba instrumentos, pero a mí me daba fiaca, hasta que un día agarré la guitarra y después no pude parar, empecé a tocar guitarra, piano, todo. Quería tocar todo y ahí empecé a intentar componer. Son esas cosas que vas intentando, armando cosas con tus amigos. Al principio ninguno tocaba, pero yo les conseguía instrumentos, armábamos grupos en la adolescencia.

Después te fuiste metiendo en el ambiente de los músicos…

Durante mucho tiempo estuve haciendo música solo, hasta que en un momento empecé a darme cuenta que era importantísimo juntarse con otros músicos, tener esa experiencia enriquecedora. Todo lo que vos podés dar y también lo que los otros te dan a vos. En general todos somos distintos, porque tu manera de tocar la guitarra es distinta a la del otro y la manera de cantar de otro también te va sumando. También tuve la suerte de poder tocar con Cucuza Castiello y él arma eventos a los que van muchos músicos de diferentes estilos. Ahí empecé a cruzarme con otros músicos y al conocer músicos vas conociendo a otros y así. En las grabaciones, en un momento, me di cuenta que ese cruce era fundamental. Porque te ibas cruzando con otros, ya sea en una grabación o en el vivo, después en la pandemia también. En esa época, justo estaba con muchas ganas de salir a tocar. Vino la pandemia y empecé a hacer cosas desde mi casa. Y el disco anterior, Las mañanas, lo hice en mi casa en la pandemia, en su mayor parte, y también llamando músicos que tocaban desde sus casas. Es lo que me pasó con Sebastián Schachtel, por ejemplo, el tecladista de Las Pelotas, a quien me había cruzado en algunas fiestas y justo le mostré unas canciones. "Che, ¿lo quieres tocar?" "Sí, bueno." Y me mandó teclados, pero me mandó como 40 tracks de teclados. Estuvo buenísimo. Entonces lo fui armando así.

¿Cuáles son las músicas que te influencian a la hora de componer lo tuyo?

Cuando empecé a escuchar música escuchaba cosas muy ricas en la armonía. Si bien la música siempre tuvo un lado comercial, me parece que lo que movía la cosa en los 70 era que los grupos se peleaban por ver quién hacía el mejor disco no por quien vendía más. Me gusta esa idea. Como que hubo un momento en el cual, quizás, más que las copias vendidas o el dinero que se ganaba lo que importaba era ver quién revolucionaba más la música. Quien hacía el disco más completo, como que había otra cosa. Por supuesto que eso pasó porque la vida va pasando y a todos nos van influyendo también la época en la que vivimos. Pero yo creo que aprendí que a la canción hay que enriquecerla, ya sea en letra y música. No es que siempre tenés que ponerle el mismo ritmo. Ahora hay estilos musicales, algunos me gustan más, otros menos, pero tienen un patrón rítmico igual, no sé, como el caso del reguetón. Es el mismo ritmo, en cambio los discos con los que yo aprendí eran otra cosa. Por ejemplo, Invisible, en donde todos los temas eran muy diferentes, o Serú Girán. Por supuesto que, vuelvo a repetirte, la vida pasa y otras influencias aparecen y también la vida es otra y es más rápida, pero me parece que eso me marcó y eso es lo que lo que de alguna manera siempre está. Después, a mí me gusta mucho el soul y funk de los 70, de los 60. Siempre escucho mucho de los discos de la Motown, que me encantan. Luego me di cuenta que Charly también escuchaba mucho esa música. También me parece importante el tener un groove, que los músicos tengan groove, eso es un plus, algo directo y a mí me gustan mucho las armonías. Desde hace algunos años también pienso eso. Porque más allá de que no hagas música negra, el groove es especial.

Ir grooveando con la canción, como quien dice…

Claro, eso es lo mejor que te puede pasar. Cuando vos te montas encima de la canción. No estás como peleando. Ese es el concepto. Me encanta ir surfeando la ola. No importa el estilo que sea, si es rock and roll, si es soul, cumbia, o lo que sea. Me parece que ese fluir siempre lo busco en las canciones cuando compongo. Yo tengo una especie de ideas en mi cabeza que las uso cuando compongo. Siempre me imagino cual es el ideal de una canción cuando voy a escucharla, me preocupo si parece que es así y no puede ser de otra manera. Por supuesto que eso es muy muy rebatible, ¿no? Pero es algo que me sirve a mí cuando compongo, como que esa cosa no esté forzada, sino que la canción parezca que te va llevando a un lugar, aunque vaya cambiando, pero que vos sientas esa fluidez. Que la canción sea esa historia que te van contando, que crece, que baja, y te lleva al destino, ese es el fluir que me más me interesa de la canción.

¿Cuándo te largaste a tocar tu material?

Yo creo que quería ser músico para escribir canciones y que esas canciones le produzcan a alguien lo mismo que a mí me producían las canciones que yo escuchaba y que me llegaban al corazón. No sé, estar solo en mi pieza escuchando las canciones y emocionarme. Yo creo que había algo de eso, entonces veo que siempre quise componer, siempre aprendiendo, claro está. Ya a los 15 intenté componer algo y no me salía. Después, a los 20, ya tuve mi primer grupo donde yo tocaba mis canciones y fue importante en mi vida. Cuando terminás un grupo vas a otro y hay algo que me gusta a mí que es poder jugar en distintos puestos, como si fuera un equipo de fútbol. Cuando sos solista, como me pasa ahora, ya sos el capitán del proyecto. Por supuesto, también juego a veces en otros proyectos en los cuales soy guitarrista, segunda guitarra, etc. Por ejemplo, cuando toco con el Cuino Scornik, un reconocido compositor, y ahí soy director musical, pero es el proyecto de él. Así vas colaborando pero más como un ocho que va y viene. Entonces, me parece que también eso es importante, porque te saca un poco del ego, ¿no? Salir del centro de la escena es bueno porque estar en el costado mirando qué pasa en el medio te lleva a aprender y así vas creciendo.

¿Por qué Sordos en la discoteca? ¿Qué invoca ese título?

Lo que más me gustó del título fue que cada uno puede imaginar algo diferente al respecto. Lo que me pasó es que hay una canción del disco que dice esa frase y las dos primeras veces que se la mostré a otras personas me señalaron esa frase. Ahí sentí que era una frase potente y además me gustaba porque me parece que yo la escribí por algo. Era como estar en una discoteca pero no poder escuchar nada, o sea, ver gente bailando y no entender qué pasa, o sea, esa era la idea. Otros músicos y yo lo vemos como una especie de crítica, ¿no? Que en la discoteca te quedás sordo porque toda la música suena al palo y es una música punchi punchi.

¿Cómo craneaste este nuevo disco?

Este disco lo hice como si fuera una banda, porque lo armé con Piedra, Papel y Tijera, en donde somos tres músicos, así lo fuimos armando en equipo, junto a Luis Volkoff y Pablo Viotti. Yo llevé las canciones y las arreglamos entre los tres, las producimos y también se modificaron mucho. Hay canciones en las que yo llevé una idea y se fueron modificando tanto que les volví a componer otra parte, es un proceso de ida y vuelta. Entonces, es un disco, no sé si llamarlo de banda, ni tampoco solista, en el sentido de que participan mucho ellos, sobre todo en el arreglo de la producción, cómo lo fuimos montando. Eso es muy importante. Lo elaboramos mucho nosotros tres y también está Lautaro Cottet en batería. Hay muchos músicos más, pero básicamente esa fue la formación. En unos temas está invitado Fernando Cabrera, que es un gran cantautor uruguayo, un referente para los cantautores. Eso estuvo genial porque le dio un peso increíble a la canción. La canción ya estaba de antes pero después de su participación casi que me cuesta cantarla porque su voz es desgarradora a veces. También nos dimos el gusto de tocar dos temas con un trío de cuerdas y hay un arreglo de cuatro vientos en otro tema y eso se hizo gracias al aporte de la gente que me sigue en las redes, ya que inventé algo que se llama la boxi-moneda, que es como una especie de criptomoneda, pero un poco haciendo un juego, ¿no? Como si fuera un juego en donde, en realidad, uno invertía en felicidad. O sea, que invertías en algo que te iba a dar un retorno emocional, no es que ibas a ganar plata porque es muy difícil que sea un disco que se venda y poder ganar mucha plata ya que es una producción independiente, pero así lo financiamos.

Escuchándolo, noté un poco de influencia beatle, ¿no? Es un pop elegante también con psicodelia. Los teclados me hicieron acordar, por momentos, a lo que hicieron los Shakers en su último disco. Onda Fattoruso y demás. ¿Cómo lo ves vos?

Sí, obviamente, yo escuché a los Beatles y me volví muy fanático en los 90. Ahora la verdad que los escucho muy poco, pero por una cuestión de que ya los escuché tanto. Por supuesto, que te marcan a la hora de componer. Son referentes, sobre todo porque los Beatles pusieron un sello. Algunas cosas hay en lo que hago yo, ese estilo Beatles en esto, en el final de algún tema. Como cosas de la guitarra que recuerdan a Harrison, o el mellotrón de “Strawberry Fields Forever”, como que usamos mucho eso. Junto con los otros dos músicos que te contaba que me ayudaron a armar el disco, a los tres nos gusta mucho la música. Pablo, el tecladista, es un melómano, sabe de todo y seguramente te va a hablar de los discos de los Shakers. Porque él es un tipo que absorbe todo, que sabe mucho, siendo muy joven. Y obviamente que me gusta mucho la música de fines de los 60, los 70, que para mí tiene un nivel muy alto de musicalidad. Por supuesto, también somos muy fanáticos de Beach Boys. Y toda la época psicodélica también me encanta.

¿Cómo desarrollás las letras de cada canción?

En general, para mí componer una canción es un milagro. Que tenga un valor en sí mismo, no sé cómo llamarlo, pero para que genere algo tiene que haber un motor profundo. Hay algo que te nace adentro y es muy fuerte. Creo que todas las canciones tienen alguna cosa, alguna historia, algo atrás. Por ejemplo, hay una de este disco que se llama “Una explosión” y la hice en diciembre de 2023, cuando asumió la extrema derecha en nuestro país. Era una situación muy fuerte y me surgió una canción de protesta, una canción rebelde porque yo sentía que todo esto tenía que ver con algo muy inhumano. Porque yo creía, sentía, que esta gente no quería a nadie. No quieren a la gente. Entonces la hice para mí, porque quizás alguien que la escucha no va a entender eso. Pero ese fue el motor, un poco una idea medio hippie, medio Mayo Francés, que se me vino a la cabeza. Fue como decir que quiero una explosión de imaginación, como que había algo que tenía que nacer desde un lugar del amor, desde un lugar de resistencia. Como de bronca, pero al revés, como que un amor potenciando, pero no solamente como una cuestión del amor y los  pajaritos, ¿no? No me interesaba el amor tonto, sino un amor potente que nos iba a mantener en pie en estos tiempos duros y es lo que nos iba a dar el sustento para poder cambiar la situación. Después hay una que se llama “Cantar canciones” en la que se me ocurrió hacer una especie de oda al cantar por cantar, al cantar para sentirse bien, cantar con otro, cantar en reuniones, ¿no? Por eso se me ocurrió que podía estar bueno que se junten en ella diferentes músicos. Así, se armó algo lindo porque ahí están desde Manu Quieto, de La Mancha de Rolando, a Edu Schmidt, de Árbol, hasta vecinos míos, ¿entendés? Todos cantando como una especie de cruzada socialista, ¿por qué no? Como si fuera un acto político. O sea, todos mancomunados para para cantar.

“Como antes” me parece el tema más hitero del disco, ¿vos cómo lo ves?

En ese tema me quise dar un gustito personal. Porque hablaba de cuando mi hijo comenzó a crecer, mientras estábamos en pandemia, y me pidió de cambiar de habitación. Fue como decir, bueno, cambiemos, saquemos todas estas cosas de niño. Así lo ayudé, empecé a arrancar las cositas, unos stickers que no salían de Monsters Inc. Y empecé a sentir que se estaba yendo el niño. Ese niño que tanto había disfrutado y me agarró una especie de angustia tremenda. Escribí la canción en base a eso, como diciendo, "No te vayas”, como si uno pudiera retener el tiempo, que se quede un poco más ese niño que se estaba yendo porque la vida es así, va a pasar a ser un adolescente.

En un video decías que estas eran las canciones que no sabías que tenías que escuchar, ¿no?

Claro, sí. Como si fuera un plan de marketing… [risas]

¿Qué le dirías a los que no te conocen? ¿Por qué tendrían que escuchar este disco o por qué tendrían que escucharte a vos? ¿Qué van a encontrar en tu música?

La idea es que hay mucha gente a la que le gusta el rock argentino y yo creo que este disco tiene mucho de eso, pero a su vez también no apuesta solo a lo retro, sino que de alguna manera es como poner palabras y cosas a algo que estamos viviendo ahora, pero con esa tradición, si se quiere con esas ideas, pero llevadas al hoy. Cada uno puede tener una idea de futurismo distinto, yo tengo la mía, me parece bárbara esa tradición que tiene que ver con eso que me gustaba en los 80, 90, pero a su vez que tenga que tenga vínculos con lo que pasa en la actualidad. Con las cosas que nos afligen o nos dan alegría el corazón.

¿Qué te gusta del rock actual?

Me gustan algunos discos, algunas canciones. Bandalos Chinos me encanta. Creo que es el que más me gusta de todos los grupos nuevos. También me gusta mucho Martín Buscaglia, que es uruguayo. Después, ¿qué más?, no sé. Yo voy y vengo por el pasado, presente y futuro. Porque a veces escucho cosas muy viejas que nunca escuché. Hay mucha música buena, el problema es que no se difunde.

Hay una pregunta vicio que me gusta hacerle a casi todos los compositores: ¿Qué canción de otro te hubiese gustado componer a vos?

La primera que se me viene a cabeza es “Strawberry Fields Forever”. También alguna de Charly, como “Inconsciente colectivo”, esa me parece que es muy redonda.

Emiliano Acevedo