martes, 20 de mayo de 2025

EL ARTE DEL MINIATURISMO, entrevista a Mariano Manza Esaín

Desde hace más de 30 años Mariano Manza Esaín viene haciendo recorridos plurales en la música. Dueño de una fina sensibilidad que ensambla cuidadosamente palabras y sonidos haciendo que la huella de su arte sea más precisa e intensa. La superficialidad reinante de los años 90 no impidió su paso por proyectos relevantes de la escena nacional, ya sea encabezando Menos que Cero, o participando de Martes Menta, la banda liderada por Ariel Minimal y apadrinada, nada más y nada menos, que por Soda Stereo.

En 2002 fue parte del prestigioso proyecto musical que lo reunió con Florencia Flopa Lestani y  Ariel Minimal. Producto de esta unión surge el tan único como ponderable álbum de Flopa, Manza y Minimal (2003), elegido en forma unánime como el Mejor del Rock Nacional de ese año. Casi en paralelo con ello formó, junto a su hermano Luciano -baterista de otros grupos notables como Acorazado Potemkin y Motorama- la banda Valle de Muñecas.

Ahora para Manza es tiempo de empezar a recorrer una nueva etapa solo, que a finales de 2023 coronó con el lanzamiento de Inventario, su primer álbum solista. Para hablar de ese disco y un par de cosas más nos juntamos con este gran laburante del rock, la producción y la canción experimental.

ENTREVISTA> ¿Cuál fue tu idea inicial cuando empezaste a planificar tu primer álbum solista, Inventario?

Cuando me propuse hacer algo solo sabía que no quería salir a tocar con una guitarra acústica y que quería un proyecto en el cual, por más que estuviese tocando solo, tuviese que ver con mi condición de sonidista, productor, persona que le interesa el sonido y no solo la estructura de la canción, armonía y la melodía. Empecé buscando que cada canción tuviera un timbre de guitarra distinto, que cada arreglo tuviera el sonido adecuado…

¿Y cómo hacés para que el disco tenga un sonido tan orgánico?

Fue todo un mismo proceso. Trabajé el disco como tres años, más o menos. Está lleno de procesos electrónicos, o llamémosle “no orgánicos”, y la gracia era que a pesar de eso sonora orgánico. Si yo hubiese tocado con otros sonidos u otros instrumentos serían como música electrónica, pero no deja de ser un disco de canciones y con muchísimas guitarras o sonidos que no son guitarras pero que lo parecen porque están pasados por equipos o por pedales, todo el tiempo busqué eso. Sabía que no quería un disco que sonara a banda, siempre lo imaginé como si yo fuese un cantante con orquesta, un crooner, pero que en vez de tener una orquesta atrás tenía un montón de ruidos y sonidos distorsionados que hacían de orquesta.

¿Y esa especie de miniatura o road movie estuvo presente desde el principio o se fue desarrollando?

Cuando empecé a trabajar las canciones, había algunas cosas que tenía en claro y otras que no. Todos los discos anteriores que hice –salvo el de Flopa Manza Minimal- partieron de una banda que ya existía, las canciones podían estar terminadas o casi terminadas  pero había un marco de referencia en la que ya sabíamos cuál era la instrumentación. En cambio, con estas canciones había un millón de caminos posibles. También era el disco en el que estaba buscando definir qué era lo que tenía para ofrecer solo. Entonces, algunos temas pasaron por un montón de versiones, pasaron por diferentes estados… Yo tenía claro que quería trabajar con sonidos distorsionados y con capas de cosas, con referencias a cosas que podían ser tanto My Bloody ValentineThe Jesus And Mary Chain como a Phil Spector y cosas de esa época en la que el pop rock se orquestaba, como por ejemplo la música de Scott Walker. Mi desafío era buscar hacerlo de esa manera y que no fuese con esos instrumentos. Yo no quería imitar una orquesta, pero quería esa sensación de “capas de cosas”, en donde no todo es demasiado claro o detectable y es mucho más importante el todo que cada instrumento en particular.

Pero el concepto de las canciones es el de viaje imaginario como concepto…

Sí. El otro día estaba escuchando la mezcla del disco sin las voces y todo parecía como música de películas. Es súper interesante lo que pasa instrumentalmente en cada canción. Por ahí, cuando uno escucha canciones, la atención se dirige a la voz especialmente. Yo siento que el disco tiene un montón de cosas que cuando uno escucha la voz van a pasar desapercibidas o que alguien las va a escuchar en la décima vez que lo escuche el disco. A mí me gusta en los discos en que pasa eso, que con las diferentes escuchas uno vaya escuchando diferentes detalles de la construcción de la obra en sí.

¿El proyecto del disco empezó en la pandemia?

En la pandemia creció, ya estaba en mi cabeza desde un tiempo antes. Yo había empezado a hacer los demos como un año antes, pero como estábamos metido en muchos proyectos con Valle de Muñecas, lo había dejado de lado. A mí nunca me dio la cabeza para llevar dos proyectos al mismo tiempo. Y en el verano anterior a la pandemia les dije a los chicos del grupo que tenía unas canciones que quería hacer solo y que me quería tomar el tiempo para eso. Les dije eso y justo vino la pandemia. Con Valle de Muñecas íbamos a hacer un par de shows en 2020 pero esto precipitó un poco las cosas. Yo había estado en enero y febrero de 2020 trabajando mucho en esto y después en marzo se cortó todo. Por eso en los primeros meses de la pandemia el proyecto avanzó mucho. Terminé de encontrar que era lo que estaba haciendo y para donde iba el proyecto.

¿Y por qué recién ahora un disco solista, después de 30 años de trayectoria?

Es que me di cuenta de que por primera vez tenía unas ideas musicales que no se tocaban con una banda como Valle de Muñecas. Me parecía ridículo llevarlos a ellos a tocar estas canciones que no pertenecían al terreno natural de la banda. Entonces, pensé que era algo que tenía que hacer solo.

Hay letras del disco que uno las interpreta como si estuviera metido en el medio de una película muy personal, con la que cualquiera se puede sentir reflejado. Son como historias de relaciones. Cuando vos componés las canciones, ¿son los sonidos los que te dictan las letras?

A mí me gustan las canciones que hablan sobre relaciones humanas y como estas a veces se sostienen aun pendiendo de un hilo o a veces se rompen por distintas razones. Las relaciones humanas pueden ser relaciones de pareja, relaciones de amistad, relaciones de compañeros de banda, etc. En mis discos anteriores hay un montón de canciones con esa temática. Siempre había una idea de confrontar esas letras más oscuras e introspectivas con una música más enérgica, más adrenalinica o más alegre, incluso. Cuando encaré este proyecto la idea fue querer decir eso que estaba diciendo con las palabras con música. No estaba seguro todavía que quería hacer canciones cantadas, quería que eso que antes expresaba con palabras ya estuviese dicho con la música. En algún momento decidí que quería hacer un disco que fuera de canciones, pero en el medio surgió “Miniaturismo”, que es una pieza que dura 13 minutos, contiene un video que es como una especie de cortometraje, y que comparte todos los timbres y los sonidos que están en el disco, pero no tiene una voz arriba. La música transmite cosas por sí misma, sino no existiría una tradición de música orquestal o de cámara, jazz o músicas instrumentales que existieron en la historia. Incluso, cuando escuchamos canciones en idiomas que no son el propio está priorizando la parte instrumental y la voz como un sonido, como si fuera un instrumento más.

Se nota el toque orgánico en el sonido. Puede parecer opresivo, pero también es sutil…

Yo creo que el disco tiene un montón de niveles de lectura. Si no te gustan los sonidos, igual le podés entrar por las canciones, las letras y por la voz. Y a aquel que le interesa lo tímbrico, lo raro o lo experimental puede ingresar al disco por otro camino. No es un disco de escucha inmediata, no es un disco que se puede poner de fondo en una reunión de amigos o mientras estás manejando el auto con gente al lado, menos en una fiesta… En esas situaciones te podría parecer que no tiene sentido. Es un disco para dedicarle el tiempo, sentarse a escucharlo, ponerse los auriculares, caminar o viajar en un micro y escucharlo durante el viaje. En estos tiempos en los que todo tiene que funcionar inmediatamente, y tiene que venir el estribillo rápido y lo tenés que escuchar mientras lavás los platos o cocinás, este disco no sirve para eso… Pero es el disco que yo tenía ganas de hacer, no pienso todo el tiempo que es lo que la época necesita por la manera en la que ahora la gente escucha la música. Por otra parte, me parece que en este disco están algunas de las letras que más me gustan de todas las que escribí.

¿Cómo cuáles?

“Inventario” y “Retrovisor” son letras que me gustan muchísimo. Me gusta mucho como quedó todo: la instrumentación, las letras, incluso la idea gráfica del arte de tapa. Me parece que cierra todo un concepto que yo venía pensando hacía bastante y que transmite lo que yo quería que transmitiera.

¿Las influencias por dónde fueron?

Hay un montón de influencias, muchas cosas que yo estaba escuchando en ese momento. Sigo pensando que el faro de todo lo que hice siguen siendo los discos de la Velvet Underground. Ahí están todos los elementos de la música que a mí me interesan, eso que viene de los primeros tiempos del rock sumado a la parte experimental, John Cale y esa idea de música para niños en “Sunday Morning” con ese uso de la celesta, en esa especie de canción de cuna. Las armonías simples que tenían. Me parece que ahí están todos esos elementos que a mí me gustan, como el ruido o los acoples; que luego influenciaron a un montón de grupos que a mí me gustan como My Bloody Valentine, The Jesus And Mary Chain, Sonic Youth, Yo La Tengo… Cuando estaba haciendo el disco estaba escuchando mucho a Broadcast, que es una banda inglesa que trabaja mucho con samples; Christian Fennesz, que es un guitarrista experimental austriaco que hace unos discos instrumentales que me gustan muchísimo; o cosas que hizo como solista Bradford Cox, el cantante de Deerhunter.

¿Qué te gusta de la música de la actualidad?

Hay un montón de discos nuevos que me interesan escuchar. Estoy buscando todo el tiempo cosas nuevas para escuchar. Para mí, escuchar música nueva puede ser escuchar música actual o escuchar música de hace 20, 50 o 150 años que no había escuchado nunca. Busco material que me produzca algo que no escuché antes. Básicamente, músicas que me gusten y me parezcan interesantes. Todas las semanas hago el mismo ejercicio. Por ejemplo, el último disco de The Smile, la banda que tienen Thom Yorke y Jonny Greenwood, me pareció un álbum increíble. Lo último de Yo La Tengo también es un gran disco… Incluso, me puse a escuchar varios discos de hip-hop que me gustan mucho, me gusta cómo están construidos, cierto tipo de beats o de cosas que tienen y que los convierten en una forma musical mínima, una especie de haiku. Suena un beat de ocho o dieciséis compases en lo que es el hip-hop, con cosas del género que me parecen zarpadas. Algunas cosas de Kendrick Lamar están muy buenas. Ojo, también me puedo poner a escuchar música para piano de Ravel, un compositor que no había abordado antes y al que estoy descubriendo. En resumen, trato todo el tiempo de que me entre información musical que me perdí o no me interesó en su momento porque no tuve tiempo. Siempre hay cosas por descubrir.

¿Cómo ves la cultura rock en la actualidad?

Me parece que el rock sigue produciendo buenos discos. Pero creo que ya es medio difícil que vuelva a ser la plataforma cultural que canalice las inquietudes de la gente de menos de veinte o veinticinco años, como lo fue durante muchísimas décadas, muchos más años de lo que se esperaba cuando el rock surgió. En lo que respecta a ser portavoz generacional, el rock tuvo muchos renaceres. Ahora ya hay shows de rock a los que van abuelos, padres e hijos; más de tres generaciones distintas. El rock pasó a ser música, no es más cultura adolescente. Quizás, termina teniendo una evolución parecida a la que tuvo el jazz en su momento. Si bien todavía el rock les llega a gente de veintipico de años, ya no forma parte del grueso de esa generación. O sea, la gente de veintipico que escucha rock son los menos. El rock va en camino a ser una música como forma de arte más que como cultura de masas.

¿Faltan grandes artistas u obras maestras en la actualidad?

No creo que el rock esté falto de grandes artistas, aunque a mí me gustan un montón de discos que no fueron hechos por grandes artistas, o discos que fueron hechos por grandes artistas que no necesariamente tienen grandes carreras. No sé si el rock es una forma musical de obras maestras, si bien las hay; por ejemplo, yo no estoy tan seguro que prefiera Sgt. Pepper´s a Please Please Me; hay días que prefiero uno y hay días que prefiero el otro. ¿Se entiende? Si buscase escuchar todo el tiempo obras maestras escucharía más a Wagner que a los Sex Pistols y es al revés. Por eso no sé si faltan en la actualidad grandes artistas u obras maestras, probablemente hay obras maestras que se están haciendo en este mismo momento y no están en las radios, hay que descubrirlas, o tal vez no las apreciamos nosotros porque ya escuchamos un montón de obras maestras y tenemos atrofiada la capacidad de escuchar obras maestras… [risas] Uno escucha tanta música, y le gusta escuchar tantos discos en profundidad, que podés terminar perdiendo la capacidad de sorpresa.

Entrevista: Emiliano Acevedo

Fotos: Martín Santoro




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