Nicolás Zalacaín es un joven músico y compositor de la Zona Oeste del
Gran Buenos Aires afincado en CABA, que lleva adelante un original proyecto
llamado Cicatrices. En él se originan experiencias vitales que se vuelven
canciones de prosapia punk, con sonidos bien rockeros que explotan en los
parlantes y letras que retratan lo que pasa en el contexto sociocultural
argentino. Cicatrices se conforma con el propio Zala (bajo y voz), Maxi Prez (batería) y Gastón Linyera Pérez (guitarra). En esta oportunidad hablamos sobre
el lanzamiento de Gaseados, su último álbum que ya está disponible en todas las plataformas.
ENTREVISTA> Hablemos un poco de este nuevo lanzamiento de Cicatrices. ¿Cómo lo cranearon?
Algunas
de las canciones las venimos tocando en vivo desde mitad del año pasado para
acá. En noviembre de 2024 hicimos una maqueta en la casa de Manolito, un amigo de la banda Dicotomía, que tiene unos micrófonos en
Morón, ahí grabamos nueve temas. De esos nueve temas elegimos los siete que más
o menos nos cerraban con el concepto del disco. Así, entramos a grabarlos en
julio en Haedo, pero hace un montón que los veníamos tocando en vivo. Dejamos
afuera dos temas que son un poco más pesados, más grunge. Fuimos derecho a los
que eran un poco más fuertes para darle una impronta más potente al disco. En
el medio de eso pasó algo muy copado que fue que empezamos a compartir fechas
con otra gente, por ejemplo, con Albano
Carbone en bandoneón y con Pablo
Ramos, que es saxofonista de Los Pérez
García.
Así incorporaron otros instrumentos al trío.
Sí, y unos instrumentos más atípicos para para una banda de nuestro estilo, aunque hay un montón de otros ejemplos similares. Yo tenía la idea en la cabeza y la verdad que salió todo muy bien. Mi cuñado Andy Da Grava grabó unos sintetizadores, entonces se armó algo bien groso. Ese fue un aporte instrumental exterior que le dio otro vuelo al disco.
¿Y las influencias por dónde vinieron esta vez a la hora de componer? ¿Son todos temas tuyos?
Sí, pero hay dos o tres composiciones escritas con los chicos, con Maxi y Linye. “Escalada de tensión” la armamos con Linye, también Maxi hizo arreglos. Ese tema también tiene bandoneón en el medio y unas chanchas medio tribales que yo metí al mismo tiempo que estábamos tocando con Maxi. Ahí la cosa fue un poco más repartida que las otras. O sea, hubo arreglos que se les ocurrieron a los chicos y eso me parece genial ya que inaugura una nueva etapa. En lo que se refiere a la composición, más allá que yo llevo el esqueleto, los pibes le ponen los músculos, el corazón, la cabeza y así se va armando. Después, la influencia absoluta del disco es Milei. Es que yo musicalmente te puedo hablar de ochenta cosas, pero el disco se llama Gaseados porque literalmente nos comimos gases lacrimógenos en distintas movilizaciones a las que fuimos.
Se ve en el arte de tapa…
Claro. La idea del osito roto también surgió como una cuestión vinculada a la represión. ¿Qué más van a reprimir? Le pegan a los jubilados, le pegan a los del Garrahan, le pegan a los laburantes… ¿A quién más? En un momento van a pegarle a los a los chicos y después a los ositos, porque también le habían pegado a una piba de 10 años. También está la idea de la inocencia y la ternura perdida y como nos están atacando desde varios frentes. Así surgió la idea de hacer un logo que identifique a la banda. Lo hizo Nahuel León, que es el chico que hizo la tapa, un ilustrador gráfico de la san puta. Manejamos el concepto con él. Así surgió la tapa de “No hacés pie”, que fue el single adelanto, la tapa del disco y el logo. Y ya tenemos cerrada la impronta de la banda por ese lado. Esa es la estética de la propuesta.
Recorramos el disco. El primer tema, “Evadiendo”, habla un poco de las clases altas, ¿no?
Puntualmente es una analogía entre los ricos que evaden impuestos y nosotros, los laburantes, que en vez de poner el foco los quilombos que tenemos nos terminamos evadiendo con falopa, alcohol, drogas y excesos. Es una autocrítica. Ese es el juego que tiene el asunto. Eso va por el lado de la de la letra. Musicalmente, el tema lo pensé en una mezcla entre Motörhead e influencias del free jazz de Ornette Coleman, por eso tiene saxofón. Eso lo grabamos con Pablo, que es un fuera de serie, es increíble cómo toca. Fui a grabar al estudio de él, armamos el concepto y yo le decía: "Poné ansiedad y llevalo para el lado de cómo te sentís vos con esto”. Por eso tiene una bajada de los saxos muy emparentados con un Mingus muy sacado…
Cercano a la fusión…
Claro. Algo jazzero en un contexto de rock and roll más vinculado a Motörhead, con la intro, el bajo con distorsión… Esa es más o menos la idea de “Evadiendo”.
Le sigue “Leyes con sangre”, ¿a qué hace referencia?
Ese
es un tango pesado, con una melodía que tiene los bandoneones de Albano
Carbone, otro crack al que conocimos compartiendo fecha en Palomar con Rosa Luxemburgo, mi otro grupo. Albano vino a la sala, escuchó los temas y se
metió de lleno en el concepto del disco. Este es un tema con un estribillo más
en la onda Sex Pistols. Un estilo
claro de punk rock clásico del 77, 78. Pero la parte cantada también incluye
una tos porque tiene que ver con estar gaseados por las represiones en las
movilizaciones. Y la letra es muy explícita. Empieza como una especie de
discurso pro milico, cuando dice: "Soy la reacción y ya pudimos controlar
la subversión.” Lo demás es hacer referencia explícitamente a lo que está pasando
ahora con Estados Unidos, con la entrega de los recursos naturales y que no
quede nada para nosotros. Es la explotación que viene desde la minera, el
petróleo y demás, que obviamente hay que exportarlo, pero el tema es cuánto le queda
al país. Tiene un concepto económico, una lectura para ese lado. Y cuando digo en
la letra “Elon Musk” era porque Elon
Musk, antes de pelearse con Trump, tenía
metida la idea de entrar en Jujuy con la minera, de traer una empresa y toda
esa poronga. Entonces, ese tema fue hecho más o menos en ese contexto. Ahora en
vivo no voy decir más “Elon Musk” sino “Donald Trump”, directamente, o “Scott Bessent”.
Se actualiza la letra…
Claro. Este este país se actualiza todo el tiempo, pero a la vez no, es un loop constante.
¿Cómo es lo de tu militancia? ¿Vos respondés a algún partido en particular, o te surge movilizarte en forma personal?
Estuve metido en movidas de partidos, en el MT de Grabois en 2021, estuve en una olla popular de Nuevo Encuentro en Morón, pero siempre por afuera, no me afilié directamente. Tuve una militancia artística toda mi vida, porque siento que es algo que acompaña procesos políticos y que la pata artística es muy importante. Esa terminó siendo mi trinchera por elección y un poco también porque la vida política o la vida militante requieren una entrega total, prácticamente. Yo hice lo que pude en su momento. Di talleres de percusión en González Catán, estuve en una olla popular en Morón y demás. He ido a dos millones de movilizaciones, he ido con ATE cuando estaba trabajando en el Instituto del Cáncer. Pero no, no me terminé de afiliar directo porque se me dio la cuestión por el lado de tocar y siento que es necesario que haya también propuestas musicales más relacionadas con una lectura sobre lo social. Porque no abundan, creo yo, no sé si coincidís.
No, en el rock actual es más frívolo todo ¿no? Es raro ver posicionamientos muy radicalizados que digamos.
Sí,
yo tampoco lo veo. Conozco un par, pero vienen más relacionados más al
hardcore, o alguna que otra banda de punk, pero en el rock puntualmente, más
allá que nosotros mezclamos un poco, creo que no hay. Como que nuestra
trinchera terminó siendo artística. Pero eso no quita que no estemos metidos en
movilizaciones, porque también nos juntamos con gente, etcétera… Capaz
inorgánicamente por ese lado, pero orgánicamente del lado artístico.
El tercer tema es “No hacés pie”, ese habla de los jubilados, ¿no?
Sí, también es bastante explícita: “Una piba piensa en su techo de chapa y otro pibe piensa en el colegio sin gas de los privilegios mano dura…” Porque, ¿cuál es el privilegio que tiene alguien con esos problemas estructurales para que le peguen en la calle? Y eso después lo llevé a la continuación que era la represión a los jubilados todos los miércoles, que ya es costumbre, lamentablemente. Yo estuve en la recordada represión de ese miércoles cuando se movilizaron las hinchadas de los clubes. Y fue terrible. Metido en medio de los gases pimienta, gases lacrimógenos, ayudando a gente mayor a la que le habían pegado, yendo a farmacias a pedir que nos den cosas porque había gente herida, en el medio de eso uno también tosiendo. La canción tiene que ver con eso, con el contexto.
Tal cual. Una situación complicada y, además, esas movilizaciones en las que parece que a la mayor parte de la sociedad le pasan por el costado, ¿no? Casi nadie se solidariza con los más oprimidos.
No, al contrario, lo justifican, lo cual a mí me parece más peligroso. Dicen que a los manifestantes los mandan, que es gente que por algo está ahí, con algún interés. Cuando, en realidad, es gente que cobra la mínima. Y que no está pudiendo ni comprarse los medicamentos porque les fueron recortando la cobertura del PAMI, los remedios oncológicos, esos son casos que conozco de primera mano. Yo no pongo C5N y me pongo para escribir letras. A mí no me baja línea Gustavo Sylvestre. Porque, cuidado, como existe la cuestión sectaria de derecha, tampoco hay que ser boludo, no hay que comprar todo el paquete que viene de la oposición. Por más que uno defienda o apoye, yo trato de escribir sobre lo que observo, lo que me pasa, lo que me entero y lo que charlo con gente que conozco que están en esas situaciones. Después, musicalmente, en ese tema pasó algo muy lindo con Juan Diego Arano, el muchacho que mezcló el disco y es de La Casona de Haedo, el estudio de grabación. Cuando hicimos el tema incluimos un riff muy influenciado por MC5, Rose Tattoo, los Pistols, pero que tiene algo medio Guns. Como que está en ese mundo. Por eso lo elegimos para que sea el single, porque era el tema más rockero, más ganchero por así decirlo. A Juan le encantan los hits y me dijo: "Qué bueno que me trajiste un tema así porque lo quiero mezclar teniendo a The Spaghetti [Incident?] como referencia.” Claro, porque ese disco de los Guns es una bomba como suena. Ese fue un detalle de color que estuvo lindo…
Un sonido clásico…
Sí, conectamos por ese lado. La referencia es “Down on the Farm”, de UK Subs, pero la versión de los Guns, que tiene algo más de sonido típico de los 90 justamente.
¿Y “Pascua”?
El riff de “Pascua” está tomado prestado de una canción de Public Image Limited que se llama “Socialist”. Yo lo modifiqué un poco. Y la letra es una analogía entre la rosca de pascua y la rosca de la cabeza. Es un doble sentido. Después tomó otro cariz más relacionado a la rosca política. Como me cerró también por ese lado.
”Escalada de tensión” habla un poco del ajuste que vivimos diariamente desde hace bastante tiempo, ¿no?
Sí, mantiene un poco la temática. Aquí la cadencia está traída de Piazzolla, el famoso 3/3/2 de Astor al que alteramos un poco. En este tema el bandoneón se despega un poco de esa impronta y le aporta tensión. En el medio se queda sola la batería y el bandoneón se va sumando de a poquito, generando algo medio climático. Luego el bandoneón pasa a tener un sonido medio noise para terminar con una explosión, porque tiene que ver con el contexto de lo que sucede en las represiones, con las marchas y con los palos. El concepto de “Escalada de tensión” es reflexionar acerca de hasta dónde nos van a empujar con este quilombo. Porque en algún momento se va a pudrir. Por eso decimos: “Escalada de tensión. Sin lamento no hay acción, tiroteando sin esperar el ajuste soportar…” También la letra hace referencia a cuestiones más relacionadas con las redes sociales, en la parte que dice: "Con las redes y TikTok nos educaron en el amor." Yo siento eso está pasando bastante con las generaciones nuevas y no tan nuevas. Como que la vida pasa por un reel o por un TikTok.
Después llega “Boca del lobo”, un tema más electrónico con sintetizadores, inmerso en otra búsqueda sonora.
Sí, “Boca del lobo” es la parte B de “Al parador”, un tema anterior que hablaba explícitamente de la gente en situación de calle. Yo vivo en Capital y veo esta realidad cotidianamente. También lo veo en Zona Oeste, porque tengo también mucha raíz allá. Y “Boca del lobo” es algo que capté de charlas que tuve con gente de mi barrio, particularmente con una muchacha, a la que no voy a nombrar, que me decía que cuando iban a los paradores recibían todo tipo de violencia. Después de eso vi en la tele a Waldo Wolff y justamente “Wolf” quiere decir lobo en inglés. Me acuerdo de verlo a Wolff decir que la gente no se podía quejar de los paradores porque eran un lujo… Yo lo escuchaba y pensaba, este es un hijo de puta. Para él era un “lujo” que alguien esté en los paradores, cuando les chorean cosas, los faquean, no pueden dormir… O sea, me pareció de un fascismo, de un cinismo terrible. De Wolff me salió lo de lobo, es como que ir al parador es meterse en la boca del lobo. Por eso, como es la continuación de “Al parador”, este nuevo tema tiene una característica similar desde el riff. Algo que oscila entre la electrónica kraut-rockera, post punk o lo que vos quieras, todo eso está en ese universo musical. Acá mi cuñado grabó los sintetizadores y esto le dio a la canción una onda más Devo, ¿los conocés?, Bowie era muy fan de ellos. Los arpegios del sintetizador se van tornando bastantes oscuros. Eso termina por cerrar el concepto del tema, con un estribillo que dice: "No dormís por miedo y a ellos les chupa un huevo." Claro, porque la gente no duerme porque les van a chorear, los van a faquear, les van a robar las cosas, las pertenencias. “Boca de lobo” tiene esa impronta.
El disco termina con “Droga capital”. ¿De este tema que podés decir?
Creo que cierra el círculo que se abre con “Evadiendo”, pero ahora directamente dice basta, loco. A mí, en 20 años que llevo en movida underground, marginal, siempre me trataron de conservador por decir, chicos, todo bien con la falopa y qué sé yo, pero no se dan cuenta que le estás comprando al transa, que el transa responde al narco, que el narco responde a la policía, el policía responde al fiscal y que hay un entramado del poder económico para que vos te drogués, boludo… No hay nada romántico en esto, no es una onda “Londres 77” ni “New York 81”, ¿entendés? Eso no existe. Se veía cool en esos lados porque te lo vendían así. Por eso hablo de “Droga capital” porque se hacen los decadentes como si fueran Sid Vicious, y la decadencia está en la guardia del hospital, hermano. Y lo de “capital” es por el capital financiero. Por eso, reitero, hay un espíritu de autocrítica y denuncia para que todos abramos un poco los ojos… El mensaje que queremos transmitir es que no hay casarse con esta idea de romantizar la decadencia. Por supuesto, hay gente que lamentablemente no puede salir porque las adicciones son una enfermedad, yo no estoy negando eso, lo que estoy problematizando es esta cosa de comprar los paquetes culturales y no ponerles la impronta de donde estás parado. Yo nací en Morón, en el hospital de Morón, no nací en Long Island, ¿entendés? Por eso creo que lo importante no es no consumir de la cultura gringa, sino apropiársela como hizo, por ejemplo, muy bien Spinetta, Charly o Fito. Hasta incluso Celeste Carballo. Es decir, apropiársela, porque de ahí es donde se enriquece, porque sale algo más fresco. Cuando uno puede hacer una síntesis de eso con cómo se siente y en qué momento está parado en el contexto histórico que nos toca vivir.
¿Cómo es llevar adelante una banda under en la actualidad?
Está muy difícil por la saturación que hay en todo sentido. O sea, uno tira una gota en un océano, y es muy difícil entrar en la dinámica de generar contenidos para las redes sociales. A mí por lo menos me cuesta. No tenemos dinero para pagar un community manager, entonces se hace lo que se puede con lo que se tiene. Nos costó un huevo grabar, porque grabar en buena calidad sale muy caro. Pero seguimos apostando al audio de alta calidad, porque tenemos que nivelar para arriba, no para abajo. Y se está haciendo muy difícil conseguir lugares para tocar en donde haya reciprocidad con otras bandas, como que en algunos casos se puso todo muy sectario. Los heavies con los heavies, los punk con los punk, los alternativos con los alternativos, los indies con los indies y a mí me chupa un huevo eso, yo quiero tocar en todos lados y me gusta toda la música.
A ustedes les va mejor en el Oeste, ¿no?
Mis raíces están en Zona Oeste, eso me permite tener más conexiones con la gente de allá y que me abran muchas más puertas que lo que me pasa en Capital Federal, sinceramente. Es complicado. Porque como todo, cuando el mango aprieta, enseguida vienen y te preguntan, “¿y vos quién sos y a cuánta gente traés?” “¿Y cuánta plata vas a dejar?” Y así empieza a suceder eso.
¿Cómo es la respuesta del público?
En Capital hemos tocado en lugares muy pequeños, nos ha ido bien y nos ha ido mal. Eso es innegable, no voy a vender humo. Después, cuando tocamos en Zona Oeste nos ha ido mucho mejor porque hay muchos colegas que van a nuestras fechas y porque nuestro mejor público está allá. Igualmente, apostamos a tocar en Capital porque dos de los tres integrantes vivimos acá y queremos meternos en este circuito para ofrecer una alternativa a lo que hay. Por más que yo lleve tocando 20 años, esta banda empezó hace solo dos y hay que patear las calles. Pero bueno, vamos a ver, yo siento que este nuevo disco puede ser un abre puertas interesante. Creo que puede tener esa capacidad de generar algún tipo de adhesión sin mirar tanto el interés. Va más allá del ¿qué me das?, ¿qué no te doy?, etc.; sino que puede llegar a ser algo más colaborativo. Pero eso lo dirá el tiempo. Hay que ir armando de a poco.
¿Cómo ves el rock en la actualidad? Recién hablábamos que no hay propuestas como la de ustedes, por lo menos masivamente.
Yo veo que hay una renovación en las bandas de rock de chicos más jóvenes, lo cual celebro profundamente. He ido a ver varias. Lógicamente, son bandas que surgen de su época. A mi modesto entender, si vos tenías 16 años durante la pandemia, en 2020, 2021 y estabas encerrado mirando el techo, vas a escribir sobre esa experiencia porque es justamente la que te tocó vivir. Quizás, no haya una mirada más social porque lo social no estaba presente en la mente de casi nadie en esa época. Por eso siento que las bandas agarraron una cuestión estética, alguna cuestión sonora, pero no dicen demasiado en sus letras. A mí me sucede eso. Capaz que sea porque tengo 35 años y ya estoy grande. Lo únicas que se diferencian son las bandas asociadas al punk o el hardcore, que tienen letras más combativas. Como que el género te lleva a decir algo mal y pronto, pero después las bandas más rockeras pasan por cuestiones más existenciales que las llevan a estar muy metidas para dentro por la angustia que les generó la cuestión pandémica y por lo que está pasando ahora. También creo que la renovación que vino de la mano de las bandas de pibas me parece lo más interesante, porque creo que tienen muchísimas más cosas para decir. Desde mi óptica, siempre hay booms de dos o tres años, quizás cuatro, y después se va pinchando la cosa. Es como que ahora los grupos están relacionados a su contexto que es un poco la apolítica, un poco la vida en la red social y la angustia que generó crecer en medio del encierro.
También el sálvese quien pueda…
Es que hay que salir a la calle y la informalidad nos está atravesando a todos con los laburos en negro. Creo que se está cocinando algo que puede llegar a llevar al rock a un entramado, no sé si llamarlo de protesta o contestatario, pero un poco más social. Ese es mi humilde punto de vista. Después, obviamente, a mí hay bandas que me gustan. Me gusta mucho Menta Granizada, una banda de Merlo; me gusta Ice Delivery; me gusta la banda de Pamela Scanio, la bajista de mi grupo Rosa Luxemburgo, ella es mujer, sale al frente y escribe cosas recopadas. Últimamente, esta dicotomía también oscila un poco entre cuestiones más sociales, existenciales, más de la cabeza y en donde está en juego la salud mental. Y las letras apuntan a eso, en mi caso también. Como vengo de una escuela más punky capaz le meta otra cosa también. Sintetizando, creo que hay una renovación propia de su contexto. Hay rock, sí, pero no un rock que me atraviese mucho. Siento que le falta la parte lírica, la pluma. Falta lo visceral. Está todo muy calculado.
¿Y
a futuro cómo ves la música rock argentina en el mainstream? Porque si hablamos
de los 70, en esa década todavía había una posibilidad de que en el mainstream
hubiera crítica y un rock contestatario, que inclusive se vendía y mucho. Ahora
está tapado, parece que es prácticamente imposible que esos haya alguna brecha
para que esos artistas se puedan meter.
Coincido con vos. No lo dejarían subir. Pero esto no es solamente inherente al rock, porque tampoco hay un Silvio Rodríguez en la actualidad. Y si hubiera un Silvio Rodríguez estaría tocando en un pubcito a las 3 de la mañana. Creo que la estructura de los medios de comunicación argentinos es muy monopólica. Ponen artistas a dedo dentro de un contexto mainstream e invierten en ellos. Entonces, en las radios suenan cosas que manejan tres o cuatro sellos discográficos, que tienen cinco o diez dueños. Ponele que son veinte dueños porque son sociedades. Y no van a permitir en este contexto de liberalismo crudo en el que estamos metidos que haya ese tipo de manifestaciones artísticas porque no conviene. ¿Podrían llegar a vender? Sí, porque en los 90 hubo un Rage Against The Machine en Estados Unidos durante el gobierno demócrata de Clinton y explotó. Andá a saber que pensaba el capo de Sony en ese momento, capaz que era republicano y dijo: "Che, mandale rosca a estos boludos así le pegan a Clinton…” Porque, así como hay un grupo económico que apoya una cosa, después hay otro que puede apoyar otra. Sin embargo, no veo que haya una salida por ese lado en absoluto. Pero esto hace muchos años que viene pasando. ¿Cuál fue la última banda contestataria que se puede decir que “la pegó”?
¿Acá en Argentina? No sé. 2 Minutos puede ser, con algunos temas, grabando en EMI…
Ok, 2 Minutos la pegan en el 94 con “Ya no sos igual”, que es un tema bien de barrio que habla de la Policía, o con “Canción de amor” que hablaba de la cerveza. Pero fue en 1994, hace casi 32 años. Después, ponele que Massacre, pero Massacre también tiene otro mambo, no son contestatarios. Ahora está Marilina Bertoldi, que capaz que baja alguna que otra línea, particularmente a mí no me gusta, pero ponele que saca un vericueto de crítica hacia la cultura pop. Después… ¿De las bandas de las camadas nuevas? No hay nada…
Eruca Sativa un poco con el feminismo, ¿no? Pero hasta ahí, un poco lavado.
Sí, y se entiende porque es un producto. Tenés que vender el producto y lo tiene que consumir gente porque si no está todo mal. En eso soy re consciente que tampoco aspiro a llenar Niceto porque sé que mi música es explicita, va al frente, y eso capaz que choca un poco. Pero, más allá de que sea algo marginal, siento que eso es necesario para generar una cultura de la resistencia comunitaria en espacios chiquititos, que es donde uno se tiene que aferrar para no terminar de hacerse mierda.
Emiliano
Acevedo





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