domingo, 14 de junio de 2015

EL TIEMPO ELEGIDO, entrevista a Frank Ojstersek



Sábado a la noche. En un café de Caballito, los mozos van y vienen atendiendo los incesantes pedidos de los clientes. Familias enteras alrededor de la mesa, y también los seres taciturnos, solitarios, que miran por la ventana. Yo no estoy solo, me acompaña uno de los mejores bajistas del rock argentino de los ´80. Un tipo que se dio el lujo de tocar con los más grosos y un día, casi de repente, dejó de hacerlo. Durante muchos años, fue un enigma el destino de sus pasos. Hasta que un día lo encontré. Y le pregunté. Y de cada recuerdo salía una historia. Esa historia personal qué él (¿quizás siguiendo inconscientemente el influjo del Don Juan de Castaneda?) intentó borrar. Pero eso fue imposible. Nadie, ningún fanático del primer rock argentino se pudo olvidar jamás de su nombre: Frank Ojstersek. Sí, ese niño prodigio de las cuatro cuerdas, que arrancó tocando en la banda de Porchetto, a mediados de los ’70, cuando apenas finalizaba la adolescencia. Ese que luego pasaría por Porsuigiego, Reino de Munt, y Sr. Zutano, hasta llegar a la cumbre de la más exquisita fusión, de la mano del gran Luis Alberto y sus secuaces, en Spinetta Jade, entre 1980 y el 83. Esos eran tiempos de canciones excelsas, de sonido hermético pero cautivador, y complejas letras, a veces basadas en los libros de Castaneda, a veces en las teorías de Foucault, pero siempre dando cuenta de la impresionante visión musical presente en la mayor parte de la obra del Flaco más genial del rock nacional. Fue hace mucho, pero parece que fue ayer… Luego de eso, pareció que Ojstersek se perdió, salió del candelero y la mayoría no lo volvimos a ver más. Pero no fue tan así, en realidad, él nunca se fue. Tan solo, lo suyo discurrió por otros caminos. Quizás las que se lo llevaron hayan sido sus ansias por no dejar de aprender y esa vocación docente que le sale por los poros. Para desentrañar ese misterio está aquí hoy. Sigue siendo el mismo tipo alto y delgado, y con una calma tipo zen que sorprende. Nada delata sus jóvenes 59 años, ya que en sus ojos tímidos y vivaces aun se puede descubrir a ese pibe silencioso que la rompía atrás de un Fender Jazz Bass. Ok, basta de cháchara. Con ustedes, Francisco Ojstersek. Esta es su historia.

ENTREVISTA > ¿Cómo son tus inicios en la música?
Eso fue casi circunstancial, porque yo estudiaba un poco de guitarra, desde los 12 años, y luego –a los 16- tuve la posibilidad de entrar a tocar el bajo en un grupo formado con chicos que eran más grandes que yo. Lo curioso era que yo ni sabía tocar bajo aún. Después de eso, aunque el grupo se disolvió, yo me copé mucho con el instrumento, porque me gustaba mucho reunirme con otros músicos para ensayar, zapar y organizar shows para tocar. Luego de estar tocando, informalmente en varios proyectos que no se terminaron de desarrollar, me encuentro con Gustavo Bazterrica y empezamos a vernos más seguido y tocar juntos ocasionalmente. Así, en el ’74, a través de un conocido mío, nos surge la posibilidad de tocar junto a Raúl Porchetto, quien justo estaba tocando en una banda junto a Alejandro Lerner (teclados) y Horacio Josebachvilli (batería). Como Raúl necesitaba un guitarrista y un bajista, nos convoca a Gustavo y a mí para nos unamos a este proyecto. Finalmente, formamos este grupo que se llamó Reino de Munt.

Reino de Munt
¿Reino de Munt era un proyecto paralelo de Porchetto?
Bueno, su idea era dejar de tocar como solista para armar un grupo de rock progresivo, que no llevara su nombre. Finalmente, con Reino de Munt tocamos varias veces, y teníamos bastante apoyo del público y la prensa, pero no pudimos llegar a grabar porque a Raúl le seguía saliendo mucho laburo como solista, lo que hizo que no se pudiera desarrollar la banda. Al final pasó que se mezclaron los proyectos, y nos pasaba que a veces lo terminábamos acompañando como grupo soporte en sus shows como solista, y en el mismo show capaz que también tocábamos algunos temas del material de Reino de Munt. También en esa época surge el proyecto de Porsuigieco, en donde Raúl graba ese disco famoso con Sui Generis, León Gieco, María Rosa Yorio y un seleccionado de músicos amigos invitados…

¿Cómo viviste esta experiencia de participar en la grabación de ese disco?
Casi que no me di cuenta, porque todo pasó bastante rápido. Por supuesto que fue muy groso para mí estar ahí, en un estudio de grabación, laburando con Charly García, León y con tantos otros músicos grosos. Por ejemplo estaba Pino Marrone, que ya era un violero genial y con el cual yo tenía un trato muy bueno, o Rinaldo Rafanelli, otro músico híper talentoso y con la mejor onda…

¿Y qué recordás de la grabación de “Las Puertas de Acuario”, el tema de Porchetto en el que participaste vos?
Ese era un tema que no teníamos del todo desarrollado y que casi no habíamos tocado en Reino de Munt, por eso Porchetto lo lleva a este disco de Porsuigieco. Como nosotros ya lo veníamos tocando, a pesar de que lo pudo haber grabado con otros músicos, Raúl prefirió que lo acompañáramos nosotros en la grabación de la canción. Fue un gesto muy generoso de Raúl hacia nosotros. Creo que salió muy bien, porque el grupo ya estaba bastante aceitado para ese momento. Justamente, lo escuché de nuevo hace poco en internet, porque no tengo ese disco…  

¿Cómo siguió la historia de Reino de Munt luego del proyecto de Porsuigieco?
Bueno, el grupo tuvo bastantes cambios, porque Gustavo se fue a tocar con Charly en La Máquina de Hacer Pájaros, y ahí entra Lito Epumer a reemplazarlo en la viola. Luego Lito se fue y entró Luis Borda; y tuvimos varios cambios de bateristas y tecladistas también… Bueno, como te decía, al final no pudimos desarrollar ese proyecto y quedó ahí.

Ojstersek, Juan Del Barrio, Pomo, Lito Epumer
¿Cómo sigue tu carrera luego de la separación de Reino de Munt?
Bueno, como Lito (Epumer) ya era amigo mío desde antes, seguimos encontrándonos para tocar, y así surge la idea de armar un grupo junto a Pomo, quien justo venía de la separación de Invisible. Bueno, así fue que fuimos preparando un par de cosas, y como a Pomo le gustaba mucho lo que iba saliendo, fuimos armando este nuevo grupo, más en la onda jazz rock, que se llamó Sr. Zutano. Al final, lo craneamos, ensayamos un montón y todo, pero habremos tocado solamente tres o cuatro veces. Por ejemplo, tocamos en el Teatro Estrellas, que tenía seis salas muy lindas en su edificio de la calle Riobamba –en donde ahora está Crónica TV-, cuyo dueño era Héctor Ricardo García; luego también tocamos en el Teatro Lasalle… Por suerte, tuvimos la suerte de llenar siempre que tocamos, porque Pomo ya tenía un prestigio ganado como músico. Pero, en fin, era un poco difícil hacer música en ese momento, en el final de la década del 70, porque la escena del rock vivía una etapa muy mala, con pocos lugares para tocar, muchos músicos ya exiliados, y una contracción casi total del mercado discográfico. Por suerte, nos dieron una mano muy grande en un par de revistas, que promocionaban nuestra propuesta. En ese momento, esa era casi la única manera de promocionar adonde ibas a tocar y lo que estabas haciendo, porque casi que ni teníamos guita para imprimir y salir a pegar afiches…

¿Y cómo te arreglabas para vivir de la música en esa época?
Por ejemplo, en forma paralela a lo Sr. Zutano, estuve tocando junto a Pastoral. Bueno, también seguía en contacto con Porchetto, con quien luego grabé Chico Cósmico. Lo que pasaba era que no conseguía una continuidad de trabajo. De cualquier forma, siempre iban surgiendo nuevos proyectos. En ese sentido, en ningún momento estuve parado, siempre estaba metido en algún nuevo proyecto musical, por suerte.

En Sr. Zutano te animaste a cantar, ¿no?
Sí… (risas) Pero, en realidad fue como si todos hubiesen dado un paso hacia atrás, al momento de elegir quien iba a cantar, y quedé yo adelante. Al menos, en ese momento lo sentí así. Porque nadie quería cantar…

¿Las letras eran de Pomo?
Sí, y estaban muy buenas. Pero más que nada eran una mera excusa para no abrumar a la gente con una música que fuera solamente instrumental, como para hacer un poco más accesible lo que hacíamos. 

Lamentablemente, no quedó ningún registro de eso…
No, teníamos algunas cosas registradas en casete; pero se nos hizo muy difícil grabar un disco, por la difícil situación del rock de esos años, que te comenté antes. Muy poca gente podía acceder a grabar un disco de rock.

Spinetta Jade en 1981.
¿Cómo se da tu entrada a Spinetta Jade?
Luis (Alberto Spinetta) me convoca a fines del ´80, porque ya me conocía de haberme visto tocando junto a Pomo y Gustavo (Bazterrica). Al principio, en un punto, la estructura de Jade era bastante informal. Por ejemplo, en un comienzo estaba Lito Vitale en teclados y Pedro Aznar de invitado. Luego Lito se va y Luis llama a Juan (Del Barrio) y a Diego (Rapoport) para que tocaran teclados. Incluso, empezaron tocando el bajo Beto (Satragni) y Pedro (Aznar), y aunque luego solo Beto termina participando de la grabación del primer disco del grupo (Alma de Diamante), él tampoco era un bajista fijo. El único integrante que estuvo fijo de entrada junto a Luis, fue Pomo en la batería. Bueno, yo ingreso al grupo luego de que ellos graban Alma de Diamante, creo que fue el propio Pomo quien le sugirió mi nombre como posible bajista.

En Jade eran de ensayar mucho para hacer ese material tan complejo, ¿no?
Sí, al principio ensayábamos cuatro veces por semana, y eran ensayos formales de cuatro horas, no de dos horas. A veces se extendían más tiempo. Sin dudas, eran ensayos muy intensos.

¿Qué recordás de Los niños que escriben en el cielo (1981)?
Hace poco que volví a escuchar esos temas, porque tampoco tengo ese disco… (risas) Bueno, es un material que tiene mucha frescura, yo lo siento así. Fue una época muy linda, en la que experimentamos un montón de cosas mientras íbamos desarrollando los temas. Pensá que tardamos nueve meses en redondear ese repertorio. Creo que Los niños que escriben en el cielo es un álbum un poco más abierto, más accesible en lo musical que Alma de Diamante, que era un disco más hermético, muy marcado por las letras basadas en los libros de Castaneda. Quizás el material de este álbum no era tan enmarañado, tan difícil como el del primer disco del grupo, pero igual eran todos temazos increíbles.

Estando en Spinetta Jade, participaste de las dos únicas películas del rock argentino de esos primeros años ´80: Prima Rock (documental del Festival del Día de la Primavera de 1981, llevado a cabo en Ezeiza); y Buenos Aires Rock (el film del Festival BaRock 1982). ¿Qué recordás de esas experiencias?
De Prima Rock me sorprendió el nivel de violencia que tenía la gente hacía los grupos nuevos. Fue un bajón ver semejante falta de respeto de la gente hacía los artistas, como si los estuvieran desacreditando totalmente. Como nosotros cerrábamos el Festival, recién tocábamos bien tarde a la noche, y como habíamos llegado temprano, pude ver todo y se me hizo medio interminable. Otra cosa que me acuerdo es el frio insoportable que hacía cuando salimos a tocar... porque, si bien ya era primavera, a la noche bajaba muchísimo la temperatura. Antes de eso, hubo tal nivel de agresión del público ante algunos artistas, que no se sabía si nosotros llegábamos a tocar nuestro set o si se suspendía todo. En realidad, gran parte de la gente estaba ahí para verlo tocar a Luis, por eso él tuvo que salir antes al escenario para decirle al público que no tirase más cosas al escenario… Me acuerdo que cuando, finalmente, subimos a tocar no se podía pisar en ningún lado porque el piso estaba lleno de todo tipo de cosas que habían tirado… En fin, fue una experiencia que no disfruté para nada. En general, yo no disfrutaba tocar en ese tipo de lugares, prefería mil veces la experiencia de tocar en teatros. Bueno, con respecto al film del BaRock, aparecemos en un video clip muy lindo de “Maribel se durmió”, ideado por Renata Schussheim. Estuvo muy bueno hacerlo, porque era una experiencia inusual para nosotros. Por supuesto, estuvo craneado por Renata y Luis casi a la par, ellos dos fueron los que decidieron que tipos de imágenes iban a acompañar a la música, y creo que quedó muy bien.

¿Cuál es el show que más recordás de los que hiciste estando en Spinetta Jade?
El que dimos en el Teatro Premier, en la época de la Guerra de las Malvinas. Esos recitales fueron impresionantes. Aunque era una época muy difícil, de crisis económica y social, en donde la gente no iba a ver casi ningún espectáculo, nosotros tuvimos tres conciertos con el teatro lleno, con gente afuera, con gente en los pasillos… Se vendieron todas las entradas. En ese momento estábamos atravesando un gran momento en el grupo, teníamos un estado de ánimo muy bueno y terminaron saliendo unos conciertos muy lindos. Me acuerdo que una vez hasta subió Pappo a tocar con nosotros, como invitado en la parte final de “Digital Ayatollah”, en donde el Carpo improvisó unos solos buenísimos de viola.

¿Y por qué, a pesar de ese buen momento, se termina esa formación de Spinetta Jade?
Bueno, aunque la idea era consolidar el grupo a futuro, y Luis estaba muy conforme con todo, pasó que Diego se fue, y eso cambió mucho la estructura interna…

¿Y él porque se fue de Jade?
Diego se va porque pensaba que ya había cumplido su ciclo en el grupo. Bueno, él era una persona muy especial, increíble a nivel humano, al que no lo seducía demasiado formar parte de una banda de renombre, o estar tan expuesto. Fijate que, incluso, Luis lo tuvo que ir a buscar especialmente para convencerlo de que formara parte de Spinetta Jade, porque Diego vivía en el sur del país, y era muy feliz viviendo allá, en donde él había encontrado su lugar en el mundo.

Tapa de Expreso Imaginario, enero 1982.
Antes, ya se había ido Juan Del Barrio, quien fue reemplazado por Leo Sujatovich. Con la ida de Rapoport Jade pasa a ser cuarteto. Se ve que se les hacía difícil sostener una formación estable, ¿no?
Quizás fue así porque Jade era un grupo que te exigía un montón. Luis era un tipo de una exigencia tremenda; él no paraba, capaz que vos estabas tirado en el piso y él aún tenía cuerda para seguir laburando…. En Jade esa exigencia terminaba convirtiéndose en hábito, en un trabajo de todos los días. En mi caso, yo lo disfrutaba mucho, pero puedo entender que semejante nivel de exigencia podría llegar a ser insoportable para otros. Lo que pasaba era que Luis tenía una capacidad de creación monstruosa, un talento fuera de lo común, quizás inentendible para el resto de los mortales… Él era capaz de componer un tema luego de estar laburando horas, cuando cualquier tipo podría estar quemado y él no. Por ejemplo, hubo temas que surgieron en los mismos ensayos, después de estar cuatro o cinco horas tocando todo el material que teníamos una vez. O sea que vos llegabas al ensayo y ya sabias que de movida tenías que tocar todo el material, canción por canción. Y si nos estábamos preparando para un show, había que ensayar el material entero no una, sino dos veces. Y todo tenía que salir con la misma onda, con el mismo nivel. No era joda, era un laburo muy intenso…

Y en tu caso, ¿cuándo empezaste a pensar en irte del grupo?
Es que cuando Diego se va, yo hablé mucho con él, y de repente empecé a sentir algo parecido a lo que sentía él con respecto al grupo. Como que algo había cambiado y que yo no entendía ni podía procesar bien. Porque había cambiado la forma de trabajar los temas, con respecto a Los niños que escriben en el cielo, y con tantas presentaciones yo sentía que no teníamos suficiente tiempo para pulir el nuevo material. Además, sentía que, en mi caso personal, a pesar de que estaba tocando cosas muy complicadas, debía tener más espacio para ponerme a estudiar y continuar desarrollándome como instrumentista…

Entonces, le comunicás a Luis que te querías ir del grupo. Debió ser muy difícil decidirte y decírselo…
Sí, porque aparte el grupo estaba en un momento bárbaro. Justo ya habíamos ido a conocer el estudio en donde íbamos a grabar el siguiente disco, y estaban saliendo muchas fechas para tocar. Tanto es así que, desde mi anuncio de que me iba hasta el momento efectivo en que me fui, tuve que seguir tocando con el grupo para cumplir shows que ya estaban pautados, porque si me iba al toque los hubiese re cagado… Pero, sí, para mí fue durísimo dejar el grupo. Lo hice convencido, pero no fui consciente de lo que venía después. Tal vez, recién ahora me doy cuenta que podría haberlo procesado de otra manera. Sin embargo, en esa época yo no vi otra posibilidad que la de irme. Algo que finalmente se dio cuando el grupo consiguió a César Franov como reemplazante mío. Por supuesto, yo siempre mantuve mi afecto y agradecimiento hacia Luis, y nunca dejé de verlo.

Luego de escuchar lo que fue el disco siguiente, Bajo Belgrano -uno de los mejores de Spinetta de esa época, cuyo repertorio incluía temas como “Maribel” y otros, que vos habías llegado a tocar- ¿no te arrepentiste un poco de no haber llegado a participar de esa grabación?
No, porque ya estaba dedicado intensamente a estudiar música. Así que hice lo que había dicho que iba a hacer. Por eso en ningún momento me arrepentí de mi decisión, aunque, por supuesto, el cambio fue muy grande.

¿Y qué te pusiste a estudiar?
Estudié guitarra, un instrumento que hasta ahí no me había puesto a estudiar nunca en forma seria. Estudiar guitarra me sirvió mucho para entender mucho más sobre armonía musical, y así llegué a comprender en profundidad la música que hacíamos en Jade. Ahora recién, después de haberme puesto a estudiar guitarra, puedo tocar las violas que hacía Luis en el grupo. En ese momento no lo podía hacer, aunque parezca mentira, porque estaba abocado en forma exclusiva a tocar el bajo. Aún hoy me sorprende el nivel técnico que hay que tener para tocar la música que hacíamos en esa época en Jade.

Y eso que Luis no tuvo una educación musical formal o “académica”, si se quiere…
Tal cual, pero tenía un talento y una personalidad para tocar que lo situaban a años luz de distancia de tipos que teníamos una formación musical similar. Luis tenía una capacidad única para absorber y procesar elementos musicales que iba encontrando, y generar una música increíble, que solo a él se le podía ocurrir. Demás está decir que era un tipo muy intuitivo, creativo y genial. Su extensa obra es una constancia de eso, ¿no? Tocáramos lo que tocáramos, él le ponía una musicalidad impresionante a todo lo que hacía. El loco tenía una capacidad impresionante para improvisar o para sugerirte arreglos. Por eso conocerlo me hizo aprender un montón y darme cuenta de que me tenía que replantear varias cosas, para no quedarme atrás; por ejemplo, que debía estudiar música más en profundidad…

Luego de tu partida de Spinetta Jade, ¿a qué te dedicás?
Paulatinamente, me fui dedicando a la docencia, a dar clases de instrumento y demás. Luego, he tocado, ocasionalmente, como sesionista en algunos trabajos musicales a los que me han llamado, y he tenido un montón de propuestas más para ingresar a varios proyectos, pero yo no estaba con ánimo de tocar y volverme a meter en esa dinámica y dedicación casi exclusiva que te exige el formar parte de una banda.

¿Y por qué crees que se te fueron las ganas de volver a estar en un grupo?
Creo que, en parte, porque yo quería volver a ese nivel de introspección que me gusta y que tiene que ver conmigo. Quizás sea porque al estar en un grupo tan expuesto yo sentí que me faltaba eso. Por otro lado, me di cuenta de que nada en lo que tocara iba a ser tan intenso como lo que había vivido con Luis. No es que solo había tocado en su grupo y chau, él fue mi amigo, y con todo el grupo vivimos una etapa muy linda que yo creía que era difícil de recrear con otra gente. Entonces, para tocar en cualquier grupo porque sí, prefería no hacerlo, porque para eso me hubiese quedado en Jade.

Junto a Machi, Malosetti, Franov, Dourge y Torres (2012)
Hace muchos años que dejaste de tocar en Spinetta Jade, pero el público del Flaco nunca te olvidó. Incluso se te nombra mucho aún hoy en comentarios que ponen en sitios de internet, o en las redes sociales y demás. ¿Qué sentís al respecto?
A veces me sorprendo también de eso. Bueno, tanto cuando ocurrió la triste noticia de la muerte de Luis o durante la muestra dedicada a su vida que se hizo en la Biblioteca Nacional (Los Libros de la Buena Memoria, 2012), en donde participé de la charla dedicada a los bajistas de Spinetta, me empezaron a llegar cientos de nuevas solicitudes a mi perfil de Facebook. También me sorprende cuando algún fan me para en la calle, porque pasó mucho tiempo. Pero, claro, es que esa gente aún mantiene en el corazón todo su cariño hacía determinadas músicas y momentos que marcaron su vida, y si vos participaste, de alguna forma en eso, siempre te lo harán sentir. A mí lo que más me sorprende es que haya tipos que aún se acuerden de mi cara… (risas) Justo, el otro día me pasó que un tipo se me acercó en una calle oscura, al costado de una vía, en Belgrano, ¡y me reconoció! (más risas) Yo medio que me pegué un cagazo porque había salido de la nada.  Fue directo a mí y me dijo: “¿Pero vos no sos Frank, el que tocaba con Spinetta…?” Y luego se quedó charlando un rato conmigo. Por supuesto, esas cosas son muy lindas.

¿Cómo viviste el show de las Bandas Eternas, que fue una celebración de la carrera musical de Luis? Vos no participaste del concierto pero él te nombró esa noche sobre el escenario…
Yo le agradezco muchísimo que me haya nombrado, junto a los otros músicos que no participamos del concierto. Es más, después que pasó el show, una vez nos encontramos y Spinetta me explicó porque no había estado yo en el concierto. Sin dudas, él era un tipo muy considerado hacía las otras personas, y por eso me lo quiso explicar, aunque yo ni le había preguntado nada al respecto. Él me dijo que Jade era imposible de armar. Es entendible. Pensá que habían pasado tantos músicos por el grupo que ¿con que formación hubiese tocado? Se tocaron un par de temas de la etapa de Jade, pero estaba claro que era imposible hacer una síntesis que diera cuenta de todas las distintas formaciones que tuvo el grupo. Si hubiese sido por Luis, él hubiese organizado un show en el que hubiesen estado todos los músicos que lo acompañaron. Y todos los músicos hubiésemos querido participar, pero no se podía hacer. Es más, mismo en el comienzo, este proyecto era una cosa aún más restringida. Al principio, la idea, creo que fue la de armar solamente los grupos básicos. Si se hubiese implementado esto, el concierto hubiese durado dos horas y media. Pero luego se fue ampliando, paulatinamente. Imagínate que el show terminó durando, aproximadamente, cinco horas y veinte… Y, viéndolo desde afuera, no tengo dudas de que fue un concierto impresionante, uno de los mejores de toda su historia, y eso que yo lo fui a ver tocar siempre, en todas sus épocas desde Pescado Rabioso.

¿Qué es lo que más extrañás de Luis?
En lo personal, conocerlo fue lo máximo, porque era uno de mis ídolos musicales. Fue un antes y un después en mi vida. Seguramente, fue el músico más grande del rock argentino, pero, por otra parte, yo también tuve la fortuna de ver el otro lado del músico, de conocer a la persona. En ese punto jamás olvidaré nuestras charlas, de como él te clarificaba todo con un concepto, con un par de palabras. Era un tipo sensible, muy gracioso y genial. Un gran amigo…

¿En tu tiempo libre sos de ponerte a escuchar música?
No soy de escuchar mucha música. Quizás sí escuche algo de fusión. En realidad, ahora me gusta más mirar grupos y solistas en internet, que estar poniendo un disco. Por supuesto, siempre estoy muy atento a todo lo que hace Javier Malosetti, porque me gusta mucho lo suyo; también Lito Vitale, el Mono (Fontana), Lito Epumer… En fin, siempre los estoy escuchando a ellos, más que nada, en lo que respecta al panorama musical de acá. Y de afuera, los de siempre: Keith Jarrett –a quien vi tocar en vivo hace poco, cuando vino acá-, Chick Corea, Stanley Clarke, Yellowjackets, George Benson… No es que los escucho constantemente, pero siempre están por ahí. Por ejemplo, la otra vez me dieron ganas de escuchar y ver cosas de Steve Vai, y me pasé todo un fin de semana escuchando solo eso.

En lo que tiene que ver con tu parte docente, ¿das clases particulares o en algún instituto?
Doy clases de bajo y guitarra. Durante varios años di clases particulares, y ahora doy clases en una escuela de formación musical, que tengo junto a otras personas y se llama Crescendo. Llevar adelante este emprendimiento es algo que me pone muy contento, porque me da libertad para seguir enseñando música de la forma que más me gusta.

(Para más información:http://www.frankojstersek.com.ar)

Emiliano Acevedo 


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