sábado, 19 de mayo de 2018

LEÓN GIEGO: Mirando desde adentro (entrevista, abril de 1977)


En este nueva entrega de nuestra sección Decíamos Ayer, retrocedemos cuatro décadas, hasta 1977, para encontrarnos con la Revista Roll. Casi una hermana menor de la Pelo, editadas ambas por la editorial Magendra. Aunque duró tan solo once números, entre enero de 1977 y enero de 1978, Roll fue un proyecto editorial de lujo, que se destacó por su papel ilustración de muy buena calidad, además de una gran cantidad de fotos en color y entrevistas a grupos y solistas argentinos y extranjeros.

Allí nos encontramos con una muy recomendable entrevista a León Gieco, en donde el músico –en ese entonces con su disco clásico El Fantasma de Canterville recien editado- da su visión sobre la situación de los músicos y artistas argentinos durante esos años de plomo del Proceso, además de algunas definiciones interesantísimas sobre la fusión del rock con otros géneros y el devenir cultural argentino que –lamentablemente- no han perdido nada de actualidad a pesar del paso de los años.

¿Están listos? Allá vamos…

León Gieco: MIRANDO DESDE ADENTRO

León Gieco se puede tomar como ejemplo de esas personas que, firmes en sus convicciones, no cejan en sus intentos por lograr lo deseado. Llegado desde Santa Fe hace ya unos siete años, transitó el camino que le espera a todo iniciado cuya meta está mucho más arriba de lo que alcanzó hasta el momento. Por cierto que lo hizo en forma exitosa, ya que no solo logró el reconocimiento público en nuestro país sino que también trascendió al extranjero. Desde su posición actual habló sobre sus puntos de vista sobre el desenvolvimiento actual del movimiento, sus posibles falencias y su ubicación con respecto al rock del exterior.


ENTREVISTA: ¿Qué factores, en tu opinión, influyeron en la evolución del rock nacional?
Hay muchos factores que influyeron en esa evolución. La cosa ahora es más refinada, se trabaja con equipos mejores. Inclusive hay mayor apoyo monetario. También están los medios de difusión que aceptaron al movimiento como una cosa sana de la juventud. Entonces la gente comenzó a no perder pisada de lo que pasaba con esto. Ellos se acercaron y ya lo sienten con una música suya, de este país, que tiene su historia.

Personalmente, ¿en qué forma te fuiste integrando?
En la forma en que más o menos se fueron integrando todos: conociendo algún músico, haciéndose amigos por afinidades, tocando la guitarra con algún otro músico que te presenta a otro. Después te conectan con un tipo que hace recitales. La gente de Arco Iris me ayudó muchísimo, Gustavo (Santaolalla) me explicó perfectamente como era toda la historia del rock, cosa que yo, por ser del interior, no conocía. Había escuchado a Almendra, Los Gatos, Manal, Arco Iris, pero no conocía la historia del movimiento. Luego de un lapso de espera, saqué mi propia música grabada y editada. Argentina es uno de los pocos países en cuanto a este movimiento, con gente de aquí que compone temas sobre cosas que pasan aquí. Entonces existe una evolución natural que no se puede parar.

Desde ese punto de vista, ¿cómo ves al rock argentino con respecto al rock internacional?
Todas las diferencias están marcadas por los mismos países, no solo en el rock. Este movimiento ya no se maneja aparte del país. Sigue las pautas, reglas y sensaciones de aquí. Hubo, por supuesto, una penetración cultural musical desde hace muchos años, y recién en este momento hay algunos asomos de grupos que quieren viajar al exterior. Acá todo se maneja a pulmón. No existe el interés por parte de la grabadora de jugarse con un número en el exterior. Por falta de dinero, por falta de posibilidades… Si algún músico se va a Europa, como el caso de Aquelarre, se pagan ellos los pasajes y se tiran a la pileta allá en Europa. En Estados Unidos no hay problemas, porque allá hay mucha gente. Por ejemplo, Neil Young saca un long play y vende dos millones de placas; con el dinero que recauda puede viajar a cualquier parte del mundo y montar un buen espectáculo. Acá hay muchas insuficiencias económicas, no culturales porque hay grupos que pueden competir perfectamente, pero falta la otra parte.

En la parte musical, cultural, ¿notás que ha habido una evolución? ¿En qué forma ves que se han ido encarando las raíces telúricas, las raíces propias de nuestra música, aplicadas a la música contemporánea del rock?
Hay gente que, por su educación, está bastante prendida a las raíces telúricas argentinas. En mi caso personal, a los nueve años ya tenía un repertorio de casi ochenta canciones folclóricas argentinas. Una persona que haya nacido aquí en Buenos Aires, puede que esté más arraigada a la música de tango.

¿Cómo interpretás el hecho de que la incorporación de instrumentos no tradicionales del rock se haya producido recién en los últimos tres o cuatro años?
Siguen estando aún las influencias fuertes del rock extranjero. Lo que pasa es que ahora hay mucha más conciencia dentro del músico. Creo que había muchos prejuicios porque la cosa empezó con raíces muy bluseras y rockeras. Entonces el bandoneón o la quena no encajaban bien. Pero la gente de este país sabe cómo es la cosa. Si vos ponés una quena en un grupo de rock, y está bien tocada y armonizada, la gente lo va a aceptar, así como aceptaron a los bandoneones.

En tu caso, ¿cómo se desarrolló tu crecimiento musical?
Lo que más me influyó fue todo lo que sea folk, aún hoy. Siempre voy a admirar a Bob Dylan. Junto con el folk, las canciones del interior de Argentina. Nunca me sentí influido por el tango.

Ya sea en tu línea o utilizando raíces como la del bandoneón, ¿creés que con la música se puede hacer una revolución dentro de la juventud, como un medio de impulso para provocar un cambio?
Yo no creo que haya ninguna revolución a ningún nivel, acá. Se tildó de esa manera porque se dieron así las cosas. Por ejemplo, Piazzolla fue un tipo que se quiso acercar a la juventud. Venía planteando las cosas de una manera honesta, pero noté también una actitud especuladora. Hubo un reportaje en el que Piazzolla habló mal de los músicos de rock, y en declaraciones posteriores dijo que es la música que se va a escuchar en los próximos treinta años.
Pero, aparte de eso, él es un gran músico. Se fue acercando porque se dio cuenta de que la música nueva estaba en la música progresiva argentina. Yo creo que lo del bandoneón fue una cosa que se dio. Antes de tocar con el bandoneón, Alas venía haciendo una música totalmente porteña, a la que los bandoneones se acoplaron perfectamente.

¿Qué es lo que buscás con tu música? ¿Ves que estás logrando algo que no pensabas que ibas a lograr?
No te digo que improviso mis temas, pero sí que a lo mejor mañana puede salir un tema y gustarme, aunque hoy no tengo ninguna melodía. Espero que los temas aparezcan; los elaboro y quedan. Con respecto a los planes de tocar y que hacer, no tengo nada definido. Lo que veo que estoy logrando también es una cosa muy importante, que yo definiría como una “onda”, y es lograr tener una personalidad que haga que tu música sea única en el mundo, ya sea mala o buena, complicada o sencilla. O sea: si yo fuera a otro país me jugaría con las cosas que estoy haciendo aquí.

Entrevista publicada en la Revista Roll, número 4; abril de 1977.

  

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