Jorge Luis Napoleone sobre la barra del El Samovar de Rasputín |
Por: Mauro Feola
Primer sábado de Febrero. Al fin se siente el canto
estridular de las chicharras y el calor al que nos tenían acostumbrados
aquellas tardes del siglo pasado. Se encienden las bohemias alarmas y el
llamado nos convoca desde el sur de la ciudad, sentenciando que vuelven
los blues por la tarde a la República de La Boca.
En pleno Caminito, dentro
de la fauna edilicia que habita su alegre berretín de corso, y mezclado con el
repicar de tumbadoras que celebran el ritmo africano sobre la calle Iberlucea,
encontramos El Samovar de Rasputín, una suerte de páramo, parecido a un bodegón,
aunque mejor: pionero anticuario, museo, o más bien Partenón de los dioses del
blues local y sus cercanos derivados.
Durante los 90 y gran parte del 2000 fue la segunda
o primera casa, literalmente, de muchos artistas de culto: Pajarito Zaguri, Jorge Pinchevsky,
Javier Martínez, Moris, Alejandro Medina, Norberto Napolitano, Skay, Willy
Crook, Melingo, La Mississippi, los Memphis, Quique Weimann, Los Enfermeros de
Charly, Los Redondos (sin el Pelado), y hasta un lugar de
recorrido obligado para bluesmen como Taj Majal, James Cotton, Magic Slim,
Hubert Sumlin, Tony Coleman… Sin dejar de recordar la temprana
visita (1987) de Luciano Pavarotti junto al
quíntuple Juan Manuel Fangio.
Haciendo un poco de antropología blusera, nos
situamos en 1970, año en que ya existía el Samovar a cargo
de un anticuario ruso llamado Rasputín,
personaje de La Boca, a quien el joven Jorge Luis Napo Napoleone le
compró el fondo de comercio. En 1987, Napo comienza sus primeras experiencias, armando
el bar en el fondo del local de clima intimista, donde tocaban entre uno o dos
solistas por noche, mientras que adelante seguía manteniendo la casa de
antigüedades. Pero hubo señales que signaron a este místico de urbe, blues y
radio para instalar los cimientos del Samovar,
ahora sí, como la catedral del blues en los 90. Hasta que, evocando las
palabras de sus amigos, decide final y felizmente avanzar con el inicio de uno
de los estandartes del blues,
lo que llamamos entre sus feligreses, La Catedral.
Napo junto a Keith Richards en la Rock And Pop donde hacía su columna de blues |
La
histórica primera fecha del Samovar fue un jueves (Napo sabe que
inventó los Jueves de Rocanrol en vivo cuando éstos no existían)
bautizada “Banquete de Blues”,
en donde zaparon Pappo junto a Emilio Villanueva (Memphis
La Blusera) y León Vanella (Dulces
16). Como se puede ver en la imagen, también se encontraba Black Amaya,
que no pudo tocar ya que esa noche no llegó la batería prometida.
LA NUEVA GENERACIÓN
Esta vez nos convoca una jam en medio de Caminito, donde tantas veces hemos
visto a Napo ejercer otra de
sus destrezas: la gastronomía. Blues, bebidas y morfi no van a faltar.
Cerveza tirada y, en su mayoría, sofisticados sanguches con
opción vegetariana, junto al flamante y bien ponderado, hace ya 3 años y
contando, MMLPQTP. Verdadera declaración de principios.
Napo y su última creación |
El horario de las 16 horas es ideal y se lo puede
considerar de dos formas. La salida familiar/turística o la previa extra-large para los más
resistentes. En esta suerte de tercer renacimiento y para amenizar la
velada, comenzó a tocar Fernando Gatillo Ortega (elegido por Sandro para cantar en Los de Fuego y que también compartió escenarios con Moris, Martínez, Pajarito Zaguri, Willy Crook y Charly García ) con Gatillo y los Fáciles, secundado por
los bajistas Diego Piraña Arnal y Patricio
Furfori, tocando clásicos del blues y
el rock and roll, para luego dar paso a diferentes artistas como La Dock Rock Band, a cargo de Adriana Velázquez y Hugo Kamocha, haciendo “29 Ways” (Coco Taylor), “Stop Messin’ Around” (Fleetwood Mac) o “Bobby McGee” (Janis Joplin); los cantantes Juan Adrián Bogado y Marcelo Coco
Basile cantando “El Viejo” (Pappo).
Para ir cerrando, y a pedido de la fervorosa
hinchada, el emblemático parrillero se subió al escenario, era Napo tocando temas como “Sniff
Blues/Nunca Haberte Amado” (Alejandro Medina) “La Flaca” (Pau Donés) y “Chamuyando los Blues” (de Pajarito Zaguri), entre otros gloriosos
clásicos.
Es una gran emoción volver a un lugar tan típico,
característico e histórico. Vaya desde aquí nuestra invitación a
participar de esta posibilidad que se abre nuevamente en el barrio y
encontrarnos con el blues y
el rock en
estado natural, en manos de los grandes artistas que han pasado y seguirán pasando,
todos los sábados y domingos a partir de las 16:30 horas, siempre y cuando Boca
no juegue de local…
La dirección es: Del Valle Iberlucea 1251 y es gratis.
La dirección es: Del Valle Iberlucea 1251 y es gratis.
Quiero cerrar con las palabras más acertadas,
emotivas y autorizadas que el querido amigo Alejandro García de UNDER BLUES,
(director de cine en 12N, Una película de
Blues, fotógrafo y presentador oficial de los festivales más importantes y
australes de blues, nacionales e internacionales) explayó sobre este día, con
sentimiento genuino de la hermandad blusera en el siguiente manifiesto:
VOLVER A
CASA
Sus paredes guardan los secretos de otros tiempos y dan cobijo a las almas de los amigos que ya no están. En mi corazón todavía resuena la voz ronca de Adrián cuando decía ¨A dónde van los hombres solos, los hombres tristes, los desesperados, para no morirse, para no aburrirse… Al Samovaaar¨.
Gardel decía que veinte años no es nada, pero volver a entrar, después de dos décadas, fue demasiado intenso, fue un sentimiento difícil de explicar.
No es fácil encontrar la palabra exacta para describirte esa sensación, mezcla de alegría y de tristeza, de libertad y de pasión. Por sus baldosas caminaron los más grandes, fundidos y confundidos en una amalgama con los ignotos parroquianos que pasábamos las noches acompañando cada canción, con aplausos y aullidos de alegría incontenible.
Fue abrir los ojos y encontrarse con amigos de sienes platinadas por el tiempo y caras con arrugas que la vida te dibuja. Fue abrir el corazón y verlos cantar al Pájaro y a Pinchevsky haciendo lagrimear a su violín. Fue verlos al gordo Emilio soplar nuevamente su caño y a Adrián canturreando unos versos. Fue verlos al Carpo tocando sentado en una silla y a Claudito Rodríguez acompañando. Fue verlos a Anetta golpeando la bata y a Mona con su voz de terciopelo.
¿Cómo te explico el sentimiento de ver al Napo dedicarle un tema a Zaguri?
¿Cómo te explico el sentimiento y la sensación de volver a casa, después de tanto tiempo? A esa casa en donde todos éramos familia y estábamos juntos, no había ricos, ni pobres. Volver a saludar a Alexandra, a Silvina, a Gatillo y a los otros, que como hermanos de la vida, fuimos recalando entre sus cuatro paredes, como refugiados del destino.
Sigo sin encontrar la palabra exacta para describirte ese sentimiento y te digo que hay que ser muy guapo para no llorar con tantos recuerdos, con tantas pasiones. Y yo, que no soy guapo, así nomás de disimulado, me sequé un par de lágrimas que se me escaparon sin aviso. Esas lágrimas que se te piantan cuando el alma está plena.
El Samo abrió sus puertas y de a poquito todos volvimos a esa casa que nos abrigó en las noches de invierno.
Y ahora sí, mi querida lectora, mi querido lector, pude al fin encontrar la palabra justa para describirte ese sentimiento. Ese sentimiento se llama BLUES!!!
Un lugar inolvidable !!!
ResponderEliminarTambién tuvo un hermano,era el mozo,mi ex marido,Juan José Napoleone.Fallecido en el 2012
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