jueves, 18 de abril de 2024

ROLANDO CASTELLO JUNIOR: "El disco de Aeroblus lo hicimos en dos días..."

Siempre es un placer hablar con Rolando Castello Junior, histórico baterista brasileño. En nuestro país es muy conocido por haber sido parte del histórico power trío Aeroblus, junto a Pappo y Alejandro Medina; pero la historia de Castello Junior en la música va mucho más allá de eso, habiendo participado en multiples proyectos musicales en los últimos 54 años. Ahora está de vuelta en Buenos Aires, en donde va a celebrar la música de Aeroblus el próximo viernes 19 de abril en Uniclub junto a una docena de músicos invitados. Un poco de todo eso hablamos en esta nota que hoy tenemos el placer de compartir…

ENTREVISTA> ¿Cómo fueron tus inicios en la música? ¿Qué bateristas te influenciaron?

El primer baterista que me influenció fue Ringo Starr, en los años 60. También Keith Moon de los Who, Charlie Watts de los Stones, John Bonham de Led Zeppelin, Mitch Mitchell de Jimi Hendrix Experience, Ginger Baker de Cream… Mucha gente.

¿Y por qué te decidiste a tocar la batería?

Porque no pude tocar la viola, no me salió. Yo quería tocar guitarra, no me salió y entonces me metí con la batería. El instrumento medio que te elige a vos, no vos al instrumento.

Profesionalmente, empezaste a tocar a los 13 años, ¿no?

No, lo primero que grabé fue en 1970, así que tardé cuatro años en profesionalizarme. Los primeros dos años los dediqué a aprender a tocar correctamente. Luego tenés que aprender a tocar con bandas. Es otra historia. Una historia es dominar más o menos el instrumento y luego pasás dos años para entender lo que es tocar con una banda.

En México empezaste profesionalmente, ¿no?

Sí. Ahí llegué a tocar con El Tri y toqué en muchas otras bandas. Me fui a México porque mi viejo se fue a laburar ahí, yo era chico y aún vivía con mis padres. Me pareció una pálida porque México para mí era una bosta… (risas) Lo bueno fue que cuando llegué allá me encontré un montón de información, porque en Brasil no salían los discos de rock y en México sí, porque están pegados a Estados Unidos. También tenían muy buenos equipos para tocar, cosa que acá no había. En Brasil no había nada importado, era todo nacional. Equipos de mierda…

Y ahí en Brasil, ¿qué había de rock en esa época?

Había bandas que hacían rock pero no eran conocidas. Después estaban Caetano Veloso y Gilberto Gil con el movimiento llamado Tropicalia. En ese movimiento tocaban Os Mutantes y había otras bandas que gravitaban alrededor de eso. Había ocho o diez bandas en todo el país. Había tres o cuatro bandas en San Pablo, dos o tres en Río y una en Río Grande del Sur y chau, no había más nada… Era un mercado muy chico. Aunque estuvo también la explosión de la Joven Guardia con Roberto Carlos, pero no le decían rock, le decían ye-yé… Es muy distinta la historia del rock en Brasil a la de México y Argentina.

Vos estabas copado con el rock argentino, ¿no?

Sí, porque tenía más rock, más blues, estaba muy copado con el disco de la oreja de Billy Bond [Se refiere al segundo álbum de Billy Bond y la Pesada del Rock and Roll]. Yo toco batería por el rock argentino, se puede decir.

¿Cómo era la banda Made In Brazil?

En esas primeras épocas del rock brasileño, a fines de los 60, esa banda fue una de las pioneras. Hacían covers de Hendrix, Cream, Iron Butterfly. Todas esas bandas las empezamos a conocer por ellos, no por las versiones originales. Made In Brazil fueron los primeros en firmar con una discográfica de las grandes, justo en la época en que yo fui a tocar.

¿Y de ahí te fuiste a tocar a Estados Unidos?

Exacto. Fui a tocar un poco y a ver si compraba una batería nueva y cuando volví pasó lo de Aeroblus en 1976.

¿Cómo hicieron ese sonido tan pesado de Aeroblus? Ahora se lo compara mucho con el sonido de las bandas stoner…

Sí, he escuchado eso. Ni idea, porque no conozco mucho de lo stoner, aunque grabé con Los Natas en Argentina. Pero la verdad es que no veo ningún paralelo entre Aeroblus y lo stoner. Lo stoner me hace acordar a Black Sabbath… No sé, no soy un especialista en eso.

¿Y el sonido de ustedes de dónde sale? ¿Cuáles fueron sus influencias?

Bueno, cuando yo me junté con ellos [Pappo y Alejandro Medina] ya tenían un par de temas. Ponele que el material de Aeroblus fueran 20 temas, ellos ya tenían unos cuatro o cinco temas terminados. Eso fue la semilla del laburo que hicimos. Lo que pasa es que hubo una química importante entre nosotros tres, que hizo que sonara así. Si Norberto hubiera tocado con otro bajista u otro baterista no hubiera sonado así, como nunca más nada sonó igual a Aeroblus. Cuando yo salí de Aeroblus, intentaron seguir con Gonzalo Farrugia, que era un muy buen baterista, pero no funcionó. No existe una formula, es la química entre los músicos. Algo que ocurre una vez en mil.

Al principio, Aeroblus fue criticado por la prensa…

Sin duda, porque hay que entender que en esa época se escuchaba mucho rock progresivo. Estaba La Máquina de Hacer Pájaros, Genesis, o dúos más tranquilos como Pastoral… Lo que sonaba más pesado del rock argentino era Crucis, pero ellos hacían rock progresivo pesado, nada que ver con la propuesta de Aeroblus. Por eso no la entendieron. Me acuerdo que tocamos junto a Crucis una vez en Argentina… Compartimos un programa de televisión, muy buena banda. Pensá que en esa época si había diez grupos de rock, nueve hacían rock progresivo… Igual no es una crítica mía, para nada. Porque a mí me gustaba como sonaba La Máquina en vivo, sonaban re pesados también… Pero no se podía comparar lo que hacían La Máquina y Crucis con el rock más visceral de Aeroblus. Resumiendo, nos decían: “Rock cuadrado de mierda”. Punto (risas).

Pero a vos te gustaba el rock progresivo y el jazz rock…

Sí, me gusta. Pero ojo, porque si escuchás en nuestro disco “Sofisticuatro” es un jazz rock, no es rock cuadrado. Es fusión. Incluso, hubo un par de temas que no entraron en el disco que eran bastante complicados, como hacían los Crucis. Pero lo nuestro siempre fue otro concepto. Las otras bandas tenían teclado, nosotros no. Aunque El Reloj tenía teclado también y hacían una música bien polenta, pesada. No nos olvidemos de El Reloj, una gran banda de los años 70. Lamentablemente, en ese momento en que yo viví en Argentina, en los años 76 y 77, las bandas tocaban muy poco, porque había una represión muy grande.

¿Cómo fue la grabación del disco de Aeroblus?

Muy rápida. Lo que recuerdo es que creo que en dos días grabamos todo, máximo tres días. El primer día, armamos todos los equipos, tocamos todas las músicas y grabamos al día siguiente. Y si hubo un día más fue lo máximo que hubo. Lo que pasa es que teníamos los temas muy bien ensayados. Entonces salió todo muy rápido. En un día grabamos casi unos 20 temas y en el disco entraron 10. Fue muy rápido todo y ni siquiera acompañamos la mezcla. Yo ni siquiera participé del armado de la tapa del disco, porque ya no estaba más en Argentina. Pero la mezcla no la acompañó ninguno de nosotros. Hoy en día eso es inconcebible. Pero bueno, en esa época fue así. Por suerte, el tipo que hizo la mezcla la hizo muy bien.

¿Cuándo se dieron cuenta que habían grabado un disco que iba camino a convertirse en un clásico de nuestro rock?

No sé, yo recibí el disco un año después que salió. Y me pasé años escuchando ese vinilo, pero no escuchaba el primer tema (“Vamos a buscar la luz”). Ponía la púa en el segundo tema, no escuchaba el primero. ¿Por qué? Porque hay una batería pinchada en ese tema. Le regalo un cd de una banda mía de Brasil a quien descubra en donde está pinchada la batería en ese tema… Tiene una batería pinchada y eso a mí no me gustaba, me molestaba. Y otra cosa, como Pappo y Medina siguieron haciendo sus cosas, para el 79 Aeroblus ya era una cosa muerta, que olía mal, ya estaba en el cementerio… Yo no sé en qué momento se volvió clásico. Acá a Brasil llegó con fuerza a finales de los años 90. En ese momento me di cuenta de lo que era Aeroblus porque venían chicos a mi casa y me preguntaban por la banda. Yo no entendía como conocían a Aeroblus en Brasil. Pero la ola venía desde ahí, y venía desde Japón, y venía de los melómanos que coleccionaban vinilos. Y después, por suerte, hicieron una edición en cd en Argentina. Pero fueron ediciones muy mal cuidadas. Incluso, ahora querés conseguir material de Aeroblus en Argentina y no encontrás en ningún lado. Por eso los vinilos de Aeroblus que salen a la venta valen una fortuna. Tanto que yo vendí dos vinilos de Aeroblus. Necesitaba la plata y los vendí. Si tuviera más ahora los vendía también… ¿Para qué los quiero? (risas)

¿Cómo sigue tu carrera luego de Aeroblus?

Empiezo con Patrulha do Espaço [Patrulla del Espacio]. Muy poco tiempo después de Aeroblus. Cuando Pappo se casó y se fue de luna de miel, yo me vine a mi casa. Ahí me llegó una invitación para tocar en Patrulha y acepté porque estaba un poco harto del clima represivo que se vivía en Buenos Aires.

¿Cómo definirías la música de Patrulha a la gente que no la haya escuchado acá en Argentina?

Es difícil. Pero es rock pesado clásico, cuadrado. No llega a ser heavy, aunque también tenemos temas pesados. Del 2000 al 2004 hicimos rock progresivo con teclados, órgano, Moog; parecido a lo que acá hacían Crucis y El Reloj.

¿Cómo fue la grabación que hiciste con Pappo en los 80?

La hicimos a finales del 84, principios del 85. Lo fui a rescatar a Norberto a Río, porque estaba ahí, con un manager totalmente amateur que no le iba a conseguir ningún laburo. Así que lo traje a mi casa, en donde yo tenía una sala y terminamos tocando. Así que le dije que iba a buscar a un bajista para el proyecto, porque en ese momento no estaba haciendo nada con Patrulha. Ahí empezamos a laburar esos temas, como “Ojo Animal”, “Dios Devorador”, “Mujer Fácil”… Incluso, material antiguo de Pappo más material antiguo nuestro. Así, fuimos a grabar, por suerte, sino no habría ese documento. Grabamos y fue lo mismo que pasó con Aeroblus, antes que saliera el disco ya no existía la banda. Pappo se volvió a Buenos Aires y yo empecé a tocar en mi proyecto de Inox. El disco salió en 1985 y tardó diez, quince años en volverse un clásico. Hoy esos temas son hits, se volvieron clásicos.

¿Cuál es tu opinión acerca del rock de hoy?

Es complicado. Yo te puedo hablar tanto del rock brasileño como del argentino, porque estoy mucho en ambos países. Es muy distinto el movimiento de rock en Brasil que en Argentina. Lo que pasa es que hay generaciones de bandas nuevas. Son todas bandas chicas, hoy en día no existen las bandas grandes. Esas bandas chicas nunca se van a volver grandes. Hay que entender que ya no existen las discográficas. Por otro lado, no se vende más nada, no se venden cds, no se venden vinilos… Ahora joden con la vuelta del vinilo, pero se venden mil vinilos como mucho… Antiguamente se vendían 100 mil. No existen las ventas actuales. Hoy hay mucho de todo, tenés miles de radios web en Argentina, pero no hay más revistas; el mercado es una bosta, no existe… ¿Por qué te digo esto? Porque hay un montón de bandas chicas buenísimas y no las juna nadie. Hoy en día hacés una banda y podés tocar en todo el planeta: en Barcelona, Tokio, en donde quieras… Pero no se gana un mango porque el mercado es una bosta. Hay un movimiento muy bueno de rock muy bonito, romántico, creativo a nivel mundial pero se acabaron las épocas de los grandes estadios, los teatros, etc. Son bandas que terminan tocando en barcitos de Burzaco o de Ramos Mejía para 100 boludos. Bandas medianas, cada vez hay menos, y grandes, ni hablar… ¿Dónde están las bandas de rock pesado en Argentina? No existen, loco… Rata Blanca es la única que llena y puede meter 8000 personas. Es un panorama muy complicado.

¿Y por qué pasa esto? ¿Otras músicas le coparon la parada al rock?

Sí, obvio que sí. Si antes había 10 mil chicos a los que les gustaba el rock en Floresta, Flores y Caballito; ahora son solo 1000. Y de esos 1000, 100 tienen plata para ir a un recital. Y de esos 100, solo 10 tienen plata para comprar un cd, una remera o un vinilo. Por eso digo que lo del gusto musical es una cuestión socioeconómica. El rock en Brasil y en Argentina es muy distinto del rock que hay en Europa, Estados Unidos o en Canadá. Allá el rock es una cuestión cultural. En Argentina la cultura rock es mayor que la brasileña. Lo que pasa es que acá los músicos de rock zafamos porque hay más población que en Argentina. Lamentablemente las bandas que tienen capacidad de recitales grandes en Argentina se cuentan con los dedos de una mano: La Renga y un par más… Ellos solos pueden tocar para 20 mil personas. Imaginate las bandas chicas. Nadie gana lo suficiente como músico. Entonces el movimiento de rock es por el amor a la música, no por el negocio. Antes había la posibilidad de que el movimiento cruzara el camino hacia el negocio, pero hoy en día no creo que eso suceda…  

Emiliano Acevedo



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