martes, 24 de noviembre de 2015

QUEEN: A 40 años de A Night at the Opera, su obra maestra...



Queen afrontó en 1975 una transformación decisiva en numerosos aspectos, no solo estrictamente musicales. Esa transformación no fue fruto de la improvisacion sino de un arduo trabajo y la edición de tres álbumes previos que se fueron superando en calidad y sofisticación musical. Por supuesto, el reto era enorme para una banda con solo tres años de existencia a nivel discográfico, por lo que A Night at the Opera era mucho más que el siguiente álbum de Queen. Era, nada más y nada menos, que la prueba definitiva de su grandeza y su capacidad para comenzar a reinar en el panorama rockero internacional. Además, en este cuarto álbum del grupo, editado en noviembre de 1975, se estrenó el nuevo logo del grupo, diseñado por Freddie Mercury, en donde se fusionaban los símbolos de los signos del horóscopo de sus integrantes.

Esto es mucho más que la historia de un álbum, es la historia de una banda que supo utilizar con inteligencia todas sus armas musicales para sacar el máximo provecho de sus recursos. Con A Night at the Opera, Queen terminaría demostrando que los complicados arreglos barrocos, las voces cuidadosamente trabajadas y las producciones espectaculares no tenían secretos para ellos, al momento de hacer esta obra maestra que terminaría entrando en la historia.

LAS CANCIONES:

“Death on Two Legs” es el derecho al pataleo del vocalista Freddie Mercury en contra del ex manager del grupo, Norman Sheffield, quien estuvo a cargo de Queen entre 1972 y 1975. Incluso durante los shows de la banda, el cantante solía presentar el tema dedicándoselo a “un hijo de puta que conocí”; como  para no dejar lugar a dudas…

"Lazing on a Sunday Afternoon", también compuesto por Mercury, es un clásico tema de Queen que jocosamente suena parecido a los viejos standards del music hall británico. Aquí, la voz de Freddie fue registrada en el estudio y reproducida a través de unos parlantes que estaban en un balde de lata. Así se volvió a grabar para generar ese sonido tipo “megáfono”

“I´m in Love with My Car” es una de las canciones más famosas que el baterista Roger Taylor compuso jamás para Queen. Sin embargo, en un comienzo casi fue descartada, porque Brian May –luego de escuchar el demo- pensó que era, simplemente, una broma de Taylor y no una canción en serio. Obviamente, el batero se la dedicó a su auto, un Alfa Romeo, cuyo motor fue grabado en vivo para hacer los efectos de sonidos que aparecen al final del tema... Sin embargo, otras versiones dicen que fue compuesto pensando en el Triumph TR4 de Jonathan Harris, uno de los plomos del grupo. Por eso en el disco se incluyó una leyenda que dice que está dedicado al propio Harris, “un corredor hasta el fin”.

"You're My Best Friend" fue el primer single de Queen escrito por el bajista John Deacon. Curiosamente, él compuso esta canción mientras estaba aprendiendo a tocar el piano, y está dedicada a su esposa, Veronica Tetzlaff.

Por su parte, la letra de “39” relata una triste historia de ciencia ficción acerca de un grupo de exploradores del espacio que se embarcan en lo que, desde su perspectiva, era un viaje de un año de duración. Sin embargo, cuando regresan se dan cuenta de que han pasado 100 años, debido a la dilatación del tiempo, que es el fenómeno predicho por la Teoría de la Relatividad, de Albert Einstein; por lo que descubren que aquellos seres queridos, que dejaron al partir, ahora son muy viejos o están muertos. En la versión de estudio de este tema canta su autor, el guitarrista Brian May, con Mercury y Taylor haciendo coros. Sin embargo, durante las presentaciones en vivo de Queen, Freddie era el que se hacía cargo de la voz principal.

Por su parte, "Sweet Lady" es un rápido e inusual rock distorsionado en donde funciona de maravilla el complejo entramado polirítmico diseñado por May: un ritmo de 3/4 que se vuelve 4/4 en la parte media de la canción. Por algo Roger Taylor alguna vez declaró que esa fue la parte de batería más difícil que le tocó grabar en toda su carrera. 

"Seaside Rendezvous", es un temita muy simpático parecido al jazz de los años 20, escrito por Mercury, en donde éste y Taylor usan sus propias voces para imitar el sonido de varios instrumentos de viento como el clarinete, tubas y trompetas; utilizando, incluso, un kazoo.

Sin dudas, “The Prophet's Song” es uno de los temas más complejos, no solo de este disco, sino de toda la historia de Queen, además del más largo grabado por el grupo. Compuesto por Brian May incluye una sección de canon vocal en donde la voz de Mercury, multi trackeada, juega con el sonido estéreo, mediante el delay, armonizando con sí misma, mediante repeticiones continuas hasta llegar a un éxtasis sonoro que desemboca en una de las mejores performances instrumentales de rock progresivo que haya hecho jamás el grupo. Según May, la inspiración para el tema le vino en medio de un sueño, que tuvo durante un periodo en el que estuvo enfermo, acerca de una gran inundación, bastante parecida al diluvio universal bíblico.

La clásica balada "Love of My Life" fue escrita por Mercury a su novia (y posterior amiga de toda la vida) Mary Austin. Aquí, Freddie toca el piano, desarrollando una encantadora performance –casi de tintes melódicos y clásicos-, y May se luce en el arpa, la guitarra acústica y la eléctrica. Una canción que fue siempre muy bien recibida por el público en los shows del grupo, como, por ejemplo, cuando tocaron en Argentina, en el verano de 1981, en donde miles de personas la corearon al unísono, emocionando a los músicos.

"Good Company" es un corto tema escrito y cantado por May, quien, además, se luce en el ukulele. No está mal, pero no aporta demasiado.

Ahora bien, ¿qué se puede agregar de "Bohemian Rhapsody" que no se haya dicho ya? Es el mejor y más famoso tema que haya grabado Queen en toda su carrera, y uno de los más significantes de toda la historia del rock. Un exceso rapsódico de lirismo y música compuesto por Mercury. Sin dudas, la perfección hecha canción, con partes lentas, rápidas, coros operísticos, en bloques musicales sucesivos de impecable factura. Una canción que funciona como una excelente mixtura de todas las cualidades del grupo: un principio del tema que recaía sobre Freddie y su piano, con la aportación del resto en la parte central, para dar paso a una grabación que desarrollaba la parte operística, entrando el grupo al completo en el desenlace de la canción, con mucha fuerza rockera. 

Después de semejante despliegue no quedaba otra que cerrar el disco con otro himno: “God Save the Queen”, la canción patria británica. Una versión rock e instrumental que se vincula, inevitablemente, con la que había hecho Jimi Hendrix del himno norteamericano en Woodstock. Una gran demostración musical (y de principios) para finalizar el álbum –y todos los conciertos del grupo, de ahí en más…

En resumen, A Nigth at the Opera marcaría una tendencia evidente hacia lo pomposo y bombástico, que aumentaría la popularidad, el prestigio y los éxitos de la banda, pero que terminaría por meterlos en un auténtico pozo sin fondo del cual afortunadamente lograrían salir airosos con la edición posterior de álbumes menos pretenciosos y más directos como News of the World, Jazz o, especialmente, The Game, cuando ya despuntaban los 80. Así, como esta comercialidad aumentaría hasta extremos más radicales, esa vertiente más barroca y compleja de mediados de los 70 seguiría apareciendo en discos posteriores, pero ya no de forma exclusiva.

E. A.


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