El día que murió Dios. Sí, nadie podrá
olvidar ese aciago lunes 28 de diciembre de 2015, cuando el corazón coraza de Lemmy Kilmister dijo basta y plantó el STOP final. Parecía
mentira, pero el líder de Motörhead, uno de los
personajes más singulares e irrepetibles de la historia del rock, había pasado
a la inmortalidad, y esta vez no fue una broma por el día de los inocentes. Si
bien sus problemas de salud eran de larga data, nadie se podría haber imaginado
que apenas cuatro días después de cumplir los 70 años, Lemmy se iba a morir. Pero,
¿cómo fueron los últimos momentos de este personaje legendario?
Según se cuenta
en la nota escrita por Steve Appleford,
y publicada en la página web de la Rolling
Stone estadounidense; el 13 de diciembre, dos semanas antes de su muerte,
Lemmy estuvo tocando en un club del Sunset Strip, en Los Angeles. Como siempre,
Kilmister se prendía con entusiasmo a la hora de zapar un rato largo con su
bajo tremebundo, y en este caso la excusa perfecta era su inminente cumpleaños número
70. Ese día, el bajista y cantante de Motörhead, como de costumbre, apareció
con su indestructible chaqueta de cuero negra, y fue saludado en los camarines por
colegas como Slash, Billy Idol,
Sebastian Bach, y otras estrellas rockeras que habían terminado de ver su
show. Incluso un Zakk Wylde, sorprendido
por la vitalidad derrochada en vivo por Kilmister, se animó a bromear: “¿Qué clase de mundo le vamos a dejar a Lemmy y Keith Richards?"
Kilmister había llegado el día anterior desde Europa, y aunque tenía problemas en una de sus rodillas y temblores en su mano derecha, parecía que solamente necesitaría descansar un par de días para recuperarse. Por eso su súbita muerte por cáncer el último lunes fue un shock a nivel mundial, tanto para los fans así como para toda la comunidad musical que admiraba al icónico bajista. Solo habían pasado poco más de dos semanas de su último concierto en Berlín, el 11 de diciembre. Según se cuenta, Lemmy pensaba volver a Europa con Motörhead en enero.
Kilmister había llegado el día anterior desde Europa, y aunque tenía problemas en una de sus rodillas y temblores en su mano derecha, parecía que solamente necesitaría descansar un par de días para recuperarse. Por eso su súbita muerte por cáncer el último lunes fue un shock a nivel mundial, tanto para los fans así como para toda la comunidad musical que admiraba al icónico bajista. Solo habían pasado poco más de dos semanas de su último concierto en Berlín, el 11 de diciembre. Según se cuenta, Lemmy pensaba volver a Europa con Motörhead en enero.
Lamentablemente,
eso ya no podrá ser. Uno de los vozarrones más inconfundibles del rock se ha
apagado. ¿Pero por qué? Se sabía que Lemmy tenía una salud delicada desde hacía
dos años. Empezando por su diabetes y arritmia cardíaca. Por eso fue operado en
2013. Quizás hubiese necesitado tomarse un descanso más prolongado, pero
rápidamente volvió a la ruta, para hacer dos shows muy recordados en el
Festival de Coachella en 2014, a lo que siguió una nueva gira mundial, y la
edición de un nuevo álbum, Bad Magic, editado a mediados de este 2015.
Sin embargo,
Lemmy había cambiado sus hábitos en los últimos tiempos: dejó de fumar sus dos
paquetes diarios de cigarrillos para pasar a fumar solo uno a la semana. Y
después de más de 40 años de tomar 1 litro y medio del whisky Jack Daniel´s diariamente,
había pasado a tomar vodka con jugo de naranja, y solo cuatro o cinco
tragos por día. Sin embargo, nunca renunció a su consumo diario de Speed.
Según cuenta
Todd Singerman, manager de Motörhead desde hace 24 años, Kilmister
había decaído mucho en las últimas semanas: “Ya
no quería hacer más pruebas de sonido, no podía dar más entrevistas. No podía
hacer nada (…) Seguramente lo sostuvo su coraje, su fuerza de voluntad. Él se
estaba muriendo. No lo sabía, pero su cuerpo debe habérselo hecho sentir…”
Por otro
lado, la reciente muerte de su amigo Phil
"Philthy Animal" Taylor, el primer baterista de Motörhead, el 11
de noviembre pasado, fue un golpe muy fuerte en lo anímico para Lemmy. Singerman
sospecha que esto minó aún más la pobre salud de Kilmister.
Justamente,
el 23 de diciembre Lemmy empezó a sufrir un fuerte dolor en el pecho y se dirigió
a la sala de emergencia de un hospital cercano a su hogar, pero recién fue
internado al día siguiente. Allí, los doctores le dijeron que no se trataba de
problemas cardiacos. Sin embargo, los allegados al músico decidieron que se le
hiciera una tomografía cerebral, porque tenía dificultades para hablar. En ese
estudio se le detectó una mancha en el cerebro y su cuello. Dos días después,
un doctor visitó a Kilmister en su casa y le dio el resultado de los estudios. Le
dijo que solo le quedaban de dos a seis meses de vida. Era un cáncer terminal,
no había nada que hacer. Lemmy lo tomó con calma. Singerman decidió entonces,
de común acuerdo con el músico, hacer un comunicado de prensa para dar a
conocer el diagnóstico médico, solo luego de informar a los amigos más cercanos
y la familia. Se contrataron enfermeras para cuidar a Lemmy y se compró kits de
morfina para aliviar su dolor. Además, desde el legendario Rainbow Bar
(el preferido de Kilmister), le enviaron a la casa su consola de video juego favorito, el mismo que Lemmy acostumbraba a utilizar siempre que se daba una vuelta por el
bar (como se pudo apreciar en el espléndido documental Lemmy, de 2010).
Un doctor lo
visitó el lunes 28 por la mañana. Ozzy
Osboune pensaba pasar a visitarlo ese mismo día o el siguiente. Lemmy pasó
las horas jugando en la consola, hasta que Mikael Maglieri, el dueño del
Rainbow, fue a verlo. Entonces Lemmy cabeceó y nunca más volvió a
despertarse.
“Mikael dijo: ´Mi Dios, se murió justo enfrente mío”, declaró Singerman.
LEMMY KILMISTER (1945-2015) QEPD |
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