¡Rick Wakeman vuelve a Yes! Esa era la noticia
principal del mundo del rock en diciembre de 1976. Sí, luego de casi tres años,
el rubio tecladista se juntaba con Jon
Anderson, Chris Squire, Steve Howe y Alan
White. Así, uno de los más grandes dinosaurios del rock sinfónico estaba de
nuevo en carrera, poniéndole el pecho al ya latente y amenazador punk. Este
parecía un final feliz luego de varios momentos aciagos. Y es que Wakeman venía
de pasarla muy mal. Paradojicamente, su derrotero comenzó luego de haber
alcanzado en forma inesperada el éxito masivo a nivel internacional con los
álbumes Journey to the Center of the Earth (1974) y Myths
and Legends of King Arthur (1975), cuando sus finanzas quedaron al
borde del colapso por el alto costo de sus pretenciosas giras, que incluían
coro, orquesta y una delirante puesta escénica enorme (¡sobre el hielo!). De cualquier forma, más allá de los excesos
escenográficos, lo más preocupante en la vida de Wakeman fueron sus graves
problemas de salud, principalmente debido al stress que debió atravesar,
lo que le ocasionaría un infarto antes de cumplir 26 años.
Por ese motivo, el mago de los
teclados decidió no hacer más extravaganzas musicales por un
tiempo, abandonando esa pomposidad que casi lo llevó al desastre. Por eso
eligió que en su siguiente álbum iba a contar solo con una banda de
acompañantes denominados como The English Rock Ensemble, con los
que a principios de 1976 entró a grabar en los famosos estudios del castillo de
d' Herouville en Francia, pero sin la ambición desmedida de sus
proyectos anteriores. El resultado final sería muy llamativo, ya que Wakeman
-que se había ido de Yes debido a su desacuerdo con el
"metafísico" álbum Tales From Topographic Oceans (1973)-,
paradójicamente, terminaría haciendo su propio disco “metafísico”: No
Eartly Connection
ACTIVIDAD PARANORMAL
"Toda la música", según contaba
Rick en una nota incluida en la tapa del disco, "está basada en
una mirada futurística y autobiográfica...” Por eso este No
Eartly Connection hablaba claramente de los misterios extra terrenales,
así como del destino de un hombre que perdió su “alma musical”. Wakeman
había elucubrado el concepto que regía la historia del álbum luego de
presenciar un fenómeno celeste, cuando una estrella cayó del
firmamento. Entonces, compró libros para estudiar dicho fenómeno y
terminó interesándose también un poco por la astrología. Y todo
esta mescolanza terminaría ligada a misterios como el de las ruinas de
Stonehenge, los platos voladores, la Atlántida y el Triangulo de las
Bermudas.
Para hablar de este álbum, así como de su
regreso a Yes, en la edición número 82 de la revista Pelo, publicada en enero
de 1977, se incluía una entrevista a Wakeman, intitulada “Re –
Conexión”, en la que el músico explicaba el concepto de su nueva producción: “Hay
una parte del disco que es de ficción y otra que no; en general, esta
obra está basada en cosas que todo el mundo saben que existen, pero no saben cómo
ni porque. (…) Cuando un músico muere, su alma musical se reencarna
en otra persona... y aunque el personaje de mi disco es ficticio, es una
especie de autobiografía dividida en cinco partes: la primera se
llama ´The Warning´, en la que el niño nace y su corazón empieza a
nacer, el niño no puede tomar ninguna decisión por sí mismo. La
segunda parte, ´The Maker´, es acerca de cuándo los chicos entran en la
adolescencia y empiezan a hacerse preguntas. Después viene
un periodo en el cual la gente tiende a auto destruirse y preguntarse
para que sirven, de esto trata ´The Spaceman´. Más adelante uno hace el balance
de la vida y todo lo que hizo bien, mal o directamente no hizo, este tema se
llama ´The Realization´. El último tema llamado ´The Reaper´ trata sobre el
momento en que la muerte viene a buscarlo".
Wakeman en la Pelo |
Esta historia incluía además
pasajes musicales reiterados a lo largo del disco. Dichos fragmentos, que van
pasando sucesivamente de un canal a otro, son como la típica frase
hecha como de estar "viendo pasar toda nuestra vida delante de nuestros
ojos", antes del estertor final, la muerte. Wakeman decía que
ese ciclo vital “se repetía indefinidamente”.
Luego de esta primera parte conceptual del
álbum, el antiguo lado 2 del vinilo traía un par de composiciones cortas: "Hay
un tema llamado ´The Prisoner´ que habla de un hombre que es castigado
y después viene ´The Maker´, en donde el sujeto se encuentra con Dios
que le dice que ya no sirve, ni ahí ni en ningún otro lado.
El mensaje es que, cuando uno ha hecho el mal, está condenado a vagar eternamente
por los planos del espacio y tiempo. La ultima banda, ´The Lost Cycle´, es
sobre la gran brecha que se ha producido en la evolución del
hombre", enumeraba Wakeman en esta entrevista de Pelo.
UN
SUPER GRUPO QUE NO FUE
Con No
Earthly Connection bajo el brazo, Wakeman
daría una gira inglesa y otra europea durante abril, mayo y junio de 1976;
después, en agosto, disuelve su English Rock Emsemble para grabar la música de
la banda sonora de White Rock, un
documental sobre los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Innsbruck,
Austria. Concluido ese trabajo, a principios de noviembre de 1976, se anuncia
la formación de un supergrupo con Rick
Wakeman en teclados, su amigo Bill
Bruford en batería y el bajista John
Wetton. Había mucha expectativa en la prensa mundial acerca de las
maravillas que podían llegar a componer dos ex King Crimson con Wakeman, pero duró poco el entusiasmo ya que por
incompatibilidades técnicas el proyecto se deshace, luego de un par de semanas.
Según explicó luego Rick, todo esto no fue más que “una magnificación de la prensa. Bruford, Wetton y yo habíamos hecho
planes para hacer algo juntos, pero eran solamente planes. No sé cómo alguien
se enteró, y al día siguiente todo el mundo estaba hablando del nuevo Emerson,
Lake & Palmer. Si nosotros no quisimos hacer declaraciones, fue porque no
estábamos seguros, y ya ven los que pasó…”
Rick de nuevo en Yes |
YENDO POR LA UNIDAD
Pero volvamos a diciembre del 76. Estamos
en el paradisiaco Montreux, Suiza. Allí, escapando del impiadoso sistema
impositivo británico, Yes está grabando Going
for the One, su primer álbum desde Relayer
(1974). Sin embargo, están en problemas. Y es que la química con el tecladista Patrick Moraz parece ya no funcionar.
Por eso, luego de la partida del suizo, buscan un viejo conocido como
reemplazante: Rick Wakeman. Al principio el rubio se integra como músico
invitado, pero debido a la insistencia del manager Brian Lane y ese mastodonte del bajo llamado Chris Squire, Wakeman acepta
reingresar al grupo como miembro full time. Así lo explicaba Rick: “Cuando me fui de Yes no fue porque tuviera
problemas con los otros, sino porque, simplemente, sentía la necesidad de
buscar nuevas sendas por mi cuenta, de experimentar con algunas cosas que no
iban con el grupo. Yes es un grupo que tiene muy claros sus alcances, sus
fines, sus intenciones, lo que quiere hacer, hasta dónde quiere llegar, y, con
respecto a eso, es un poco estricto. Cuando decidí separarme, lo hice porque no
me sentía plenamente satisfecho con esas pautas: quería establecer las mías
propias, y tener mar libertad para inventar y explayarme en cualquier
dirección. Ahora que completé en cierta manera, ese círculo, volver a Yes es
algo casi lógico, natural.”
Amigos: Wakeman y Chris Squire |
AGARRANDO EL MARTILLO DE LA LEY
¿Y cómo podía continuar su carrera Rick Wakeman
luego de su regreso a Yes?
Nada menos que editando un álbum en donde el concepto viniera por el
lado de la aplicación de la justicia contra el crimen. El disco del
que estamos hablando, editado en noviembre de 1977, sería Criminal
Record. Este álbum contenía seis
temas instrumentales que trataban sobre casos de “villanía,
violencia y crimen (históricos y de ficción)”. Por otro lado, hay
que destacar en este trabajo la labor de dos de sus compañeros de Yes: Chris
Squire (bajo) y Alan White (batería), quiénes brindan una sólida
base musical a los exhibicionismos instrumentales de Rick. Esto hace que
el disco tenga bastante éxito, alcanzando el Top 30 en el Reino
Unido -antes del fin de año del 77-, y el Top 100 en Estados Unidos. Sin
dudas, era otro soberbio trabajo en donde Wakeman se lucía muy
especialmente, hilvanando una combinación de momentos musicales
oscuros y alegres, con gran versatilidad. Por ejemplo, en el impresionante tema
"Judas Iscariot" –considerado por muchos como el mejor de toda su
carrera-, Rick se lucía llevando su música –interpretada en un órgano de
iglesia- hasta el paroxismo, al mismo tiempo que es acompañado por un
coro suizo de iglesia, que logra darle un tono muy ceremonial, pastoral y
católico –casi de misa- a esta pieza dedicada al más grande traidor de la
historia, aquel del beso de la muerte…
Pero esto no terminaba ahí, ya que Criminal
Record también incluía poderosos temas como "Crime
of Passion", que también estaba relacionado con ese sentimiento encarnado
en la relación disonante entre el bien y el mal. En sí, los temas del álbum abarcaban
diferentes tonalidades, pasando de lo duro a lo liviano, y de lo oscuro a lo luminoso.
Por ejemplo, en "Chamber of Horrors" teníamos a Wakeman
haciendo grandes pericias instrumentales, influidas por el
rock, mientras que "Birdman of Alcatraz" era todo lo
contrario, simplemente una muy bella composición clásica romántica de solo piano, que completa
otro trabajo muy recomendable.
E.A.
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