martes, 6 de septiembre de 2016

ALSINA AL 400...



Una vez me dijeron: “¿Conocés el bar del Suizo?” Y la verdad que nunca lo había escuchado. Sabemos que Buenos Aires es grande. Y también pequeña cuando se trata de códigos urbanos. Así que fui, dejé que la curiosidad actúe. Al llegar a San Telmo y caminar por la calle Alsina, lo primero que vi fue la casa de Luca Prodan. Una puerta de madera con leyendas escritas a mano, algunas decían: "Brilla tu luz para mí"; "Sumo", "Luca Vive". Arriba al costado, un farol que iluminaba hasta las almas. Luego una persiana y otra puerta, pero de vidrio. Era de un local. Ahí resultó ser el bar del suizo. Pasé muchas veces, sin saberlo. Esta vez entré. El olor a humedad era intenso. Tenía presencia. Las paredes dejaban ver los ladrillos descoloridos, pero con fuerza para sostener algunos adornos cubiertos de polvo. Una barra, varias botellas de bebidas, una mesa de pool más mesas de madera con sillas. Y música sonando. Recuerdo que el Suizo hablaba del Pelado, Pipo Cipolatti hasta contó anécdotas de la rubia tarada. Según él, vivía frente a la pensión. Una noche sonó una banda. Se llenó de gente. Y las energías parecían danzar. Ahora ya no están más ni el bar ni el Suizo, pero la puerta de madera tiene más leyendas, más nombres, más amor. Y una escalera de mármol que te invita a subir y descubrir la casa de Luca. Y cerrar los ojos y escuchar las voces que giran en al aire, repitiendo: El gris se convierte en oro, justo cuando el día se estaba poniendo viejo. Brilla esa luz para mí…

Carol Calcagno 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario