lunes, 16 de enero de 2017

SIEMPRE INNOVANDO EN EL MALDITO DESIERTO, entrevista a Michel Peyronel


Sábado a la mañana. Sin dudas, un día y horario inusuales como para entrevistar a un músico. Sin embargo, estoy acá, en el bello barrio de Acassuso, en el partido de San Isidro, tratando de localizar el domicilio en donde tengo pautada la nota. Llego a destino, toco el timbre, alguien abre una puerta e, inmediatamente, me salta encima un simpático schnauzer. Detrás de éste, aparece la figura de su dueño: Michel Peyronel.

Sí, el legendario baterista de Riff. Como sabrán, Michel siempre fue uno de los mayores gentleman del rock argentino. ¿Qué duda cabe? No por nada, fue uno de los primeros rockeros que le empezó a dar importancia al tema de la vestimenta y el look, cuando nadie (o casi nadie) reparaba en cuestiones estéticas: “Les daba igual salir a tocar en camiseta…”, nos dirá. También fue Peyronel el que bautizó como Palermo Hollywood a ese sector ahora tan cotizado del viejo barrio porteño. Bueno, estas son, apenas, algunas de las muchas anécdotas de su vida de novela, que incluye un paso por Liceo Naval, debido a que su abuela le había prometido una guitarra eléctrica si ingresaba a esa institución, pero, a pesar de su excelente desempeño académico, lo terminaron echando por mala conducta en cuarto año. Cuando cumplió quince años, como no la pegaba con la eléctrica,  le regalaron una batería, y más tarde, viviría casi una década en Europa, en donde estudió economía en la universidad y hasta pensó en largar la música.

Sin embargo, gracias al encuentro motivador con Pappo en Londres, emprende otro recorrido por el rock que lo lleva a convertirse en el baterista en una banda punk en Francia. En 1980, Peyronel vuelve al país y funda Riff, junto al Carpo, Vitico y Boff; y finales de la década será el factótum de FM Tango, una emisora de música ciudadana que rompió ratings y preconceptos, innovando en un género que parecía inmovil. Algunas de las facetas de este hombre de mundo que sigue a full, con un flamante disco nuevo bajo el brazo, impulsando la fusión del tango con el rock, con el que empezamos esta charla...

ENTREVISTA> El primer instrumento que estudiaste fue el piano, ¿no?
Sí, porque a mi viejo, que era marino, le había quedado la añoranza por aprender música, debido a que él –a diferencia de sus hermanos mayores- no había podido aprender a tocar ningún instrumento. Justo al lado de mi casa había un profesor de piano clásico con el que empecé a estudiar. En ese momento iba a un colegio bilingüe, mañana y tarde, y luego iba a mis clases de piano. Era una cosa media sacrificada, pero me sirvió para tener una primera formación musical…

¿Te enganchaste con el piano?
No, tampoco era que me volvía loco. Yo era chico y todavía no había ocurrido esa explosión de los Beatles, los Rolling Stones, etc. Cuando ocurrió eso me pareció práctico estar estudiando piano. De cualquier forma, no era tan evidente la relación con eso porque en esas bandas tampoco había un integrante fijo que se dedicara a tocar piano. Sin embargo, actualmente me viene fenómeno que mi viejo me haya mandado a aprender piano, porque los temas que escribo los pasó rápidamente en ese instrumento. No soy un virtuoso del piano, pero me puedo sentar a tocar y sé donde están los sonidos, las armonías. Por eso, siempre que se me ocurre alguna melodía, voy al piano y la encuentro ahí…

¿Y el amor por la batería, cuando surge?
Bueno, tampoco tanto amor… (risas) No es que tenga algún prurito por tocar la batería, lo que pasa es que siempre me interesó la música desde otro lado. Me interesa la música entera como arte. Por eso también escribo, soy productor de discos…

¿De pibe, te gustaba algún baterista de acá?
En la época en que iba al colegio me gustaba mucho (Luis) Gambolini. Me impactó su forma de tocar, pero luego desapareció. No sé qué carajo hizo después. Creo que se fue a vivir a Europa, a Suecia… Ese tipo tenía una pegada bárbara…

Sí, tocaba con La Pesada y también en la primera formación de Color Humano, cuando el grupo aún se llamaba Viento…
Creo que sí. Yo estaba flasheado con su estilo. Ojo, mí no me gustaban los bateristas argentinos, porque me parecía que estaban a años luz de los bateros europeos, los ingleses, y los americanos. También esa es una de las razones por las que me fui. Yo quería tener otra formación…

¿Cómo puliste tu estilo como baterista?
Bueno, en Francia estudié un poquito con un baterista norteamericano de jazz. Pero tampoco me interesó demasiado, porque la forma en que yo quería tocar la batería no requería tanta técnica. Evidentemente, yo soy un baterista de rock pesado, porque toco fuerte, pero -quizás por vivir en los 70 en Europa- mi forma de tocar la batería viene más del punk y la new wave. Es que yo fui parte de toda esa movida de fines de los 70. Por eso, cuando volví a Argentina, producir a Los Violadores fue algo natural para mí. A ellos yo les produje el primero y el tercer álbum. Aun hoy me llevo muy bien con Stuka.

LA DÉCADA DEL ROCK


¿Cómo ves, a la distancia, esos álbumes históricos que produjiste, para Los Violadores y Virus?
Me siguen gustando mucho. Esos deben ser los discos más importantes que hice en mi vida. Justamente, el otro día me encontré en una fiesta a Cachorro López, quien me contó lo bien que siempre hablan Julio y Marcelo Moura de mí. Eso es muy bueno, que bandas como Virus o Los Violadores, que hicieron propuestas artísticas tan interesantes, me tengan dentro de su historia como algo bueno que les pasó. Incluso, Attaque 77, a quienes les hice su primer disco. En este último caso, no fue nada fácil hacerlo, porque hubo momentos de mucha tensión.

Ahí te tuviste que poner firme con los pibes, para fueran más profesionales, ¿no?
No, era una cosa densa porque ellos tenían otra idea con respecto a algunas cosas, y yo me planté en la mía. Rara vez me pasa eso, porque siempre llegó a un acuerdo con las bandas que produzco. Bueno, al ser productor, es común que tengas momentos de choque con los músicos. Lo que pasa es que el productor es un elemento extraño que se mete dentro de la música del grupo.

¿Haciendo el primer disco de Los Violadores, rápidamente te diste cuenta de la trascendencia que iba a tener ese material?
Sí, por la calidad de las canciones. Bueno, de hecho, escribí muchos temas con ellos. Después, en mi disco solista también escribí varias canciones con Stuka. En Los Violadores era muy buena la forma que ellos tenían para escribir. Había buena pasta de composición. Eso para mí es esencial, y también pasaba en Riff o en Virus. Incluso en Attaque. Más adelante también produje a Pier, en un disco muy bueno de ellos.

Recién hablabas de tu primer disco solista (A Toda Mákina, 1984) ¿Qué recuerdos tenés de él?
Estuvo bien. Es más, me gustaría reeditarlo. Lo que pasó es que yo lo hice y rápidamente me fui a España, para que lo editaran allá. Acá solo hice una presentación de prensa y me fui a la mierda. Por eso la compañía de discos me quería comer el hígado… Después, como ya estaba enganchado con el proyecto de Tarzen, no me interesó darle más pelota al disco solista, porque era algo que ya había pasado. Sin embargo, aun hoy mucha gente lo recuerda…

Sos un hombre muy viajado, y que tiene intereses culturales no muy usuales en el mundo del rock. ¿Nunca te sentiste un bicho medio raro en ese ambiente?
No, porque siempre hice lo que se me cantó y nunca me importó lo que pudieran opinar de mí los demás. Puede ser que acá yo parecía un bicho raro, pero no era así en ámbito del rock en general. Porque a mí siempre me inspiraron tipos como Iggy Pop, Tom Verlaine, David Bowie, Jagger, Leonard Cohen, o Dylan. Todos artistas que –aunque puedan venir de una poesía distinta, como Cohen o Dylan-, indudablemente, son del palo del rock. Es más, si te tengo que sintetizar quien es para mí el mejor compositor de rock, ese es Iggy. Por ejemplo, cada vez que escucho temas como “The Passenger”, “Fall in Love With Me” o “Lust for Life”, no puedo creer como ese tipo compuso semejantes letras… Bueno, volviendo al tema de porque tengo tan poca afinidad con el rock de acá, pensá que yo vengo de otro palo, además de que me fui de la Argentina a los 21 años, y viví hasta los 28, 29 en Francia; viajando todo el tiempo a Londres y a otros lugares de Europa. A mí me chupaba un huevo todo lo que había pasado acá. Por eso, cuando volví tuve esa actitud tan renegada hacia la música que se había hecho en el país, porque no entendía como le llamaban “rock” a eso. Y Pappo coincidía conmigo. Por eso en Riff nosotros nos propusimos diferenciarnos de todo los demás, y decir que lo nuestro era el rock…

EL PESO DE LA LEYENDA


¿Qué es para vos Riff?
Mirá, algunos pseudos periodistas la definen como “una banda más de Pappo”, cuando no tiene nada que ver con eso. Riff fue una banda muy grande, un grupo con un peso específico grosísimo, que trascendía mucho más allá de lo que hacía Pappo solo. Era una cosa distinta: Riff fue una banda, no “el grupo de Pappo”. Fue un grupo en donde se encontraron cuatro tipos muy distintos -que, quizás, no se hubiesen encontrado nunca en otras circunstancias- y terminaron creando algo nuevo. Ocurrió porque tenía que ocurrir. Simplemente, porque teníamos algo en común: la música. Y eso también es lo hermoso del rock: derribar cualquier clase social. Porque Pappo era de la Paternal, mientras que Vitico y yo éramos de Barrio Norte, y, sin embargo, nos juntamos y escribimos tantos temas juntos. Fíjate una muy buena frase que dijo Vitico: “No sé si somos los mejores amigos, pero nacimos para tocar juntos”. Mira que lindo eso. Sin dudas, fue una unión en un proyecto común que nunca tuvo nada de forzado.

¿Cómo te inspirabas para componer esos temas del grupo que ahora ya son clásicos del rock?
No sé. De alguna manera los temas están por ahí y te llegan…

De cualquier forma, temas como “Pantalla de un mundo nuevo” tienen letras bien futuristas, que recuerdan la trama de la novela 1984, ¿no?
Sí, tiene mucho de eso. Es que hace muchos años leo ciencia ficción. Desde la época en que estaba en el Liceo Naval, un lugar muy denso y estricto, cuando me interesé mucho por la literatura, como una forma de escaparme de ese ambiente. Allí, un profesor de Literatura me hizo descubrir a Bradbury, Philip K. Dick, y un montón de escritores más. Esas lecturas fueron mi refugio en ese momento, porque todo el tiempo me ponían preso por hacer quilombo. Sin embargo, a pesar de mi amor por la ciencia ficción, también leía otras cosas como las obras de Ionesco o Jean Paul Sartre. Aun hoy sigo leyendo un montón de cosas. Por ejemplo, a John Irving, Kurt Vonnegut Jr., y, últimamente, a Stefano Benni. Bueno, de esa fascinación por la ciencia ficción me vino la inspiración para “Pantalla de un mundo nuevo”, es decir, la posibilidad de escribir sobre otros mundos posibles. Ese tema empecé a escribirlo en Francia y lo terminé un día, viajando en un bondi, yendo a producir el primer disco de Los Violadores. Me acuerdo muy bien de ese momento, sentado en el último asiento, cuando redondee toda la historia de la letra. Más tarde se lo mostré a Pappo, y como era muy larga la letra, le dije que sacáramos algo, pero él me convenció de que no sacara nada porque le pareció buenísima así. Hoy la veo muy actual, de alguna manera. Pero, aun no sé cómo me viene a la cabeza la inspiración para esas historias…

Lo mismo que "Macadam"...
Claro. Esa le encantaba a Pappo, quien siempre me decía: "Qué carajo es el macadam?" Bueno, yo recordaba esa palabra, mágica para mí, desde muy chiquito, ya que mi vieja siempre nos decía, a mi hermano y a mí: "No crucen el macadam..." Porque macadam era otra forma de decir asfalto. Bueno, lo mismo, siempre hacía temas de ciencia ficción, ¿no? Canciones que hablaban de tribus imaginarias del futuro...

¿Cómo era la escena rock de los 80 en la que estaban metidos, había tanto descontrol como parece?

Mira, no sé si era tan así. Por ejemplo, (en Riff) no tomábamos merca ni nada por el estilo. De hecho, nuestra gran joda pasaba por ir a comer después de tocar. Eran tan intensos nuestros shows que terminábamos sin espíritu de nada, ni siquiera de romper hoteles durante las giras… (risas) Sin embargo, el público quedaba tan excitado, que después del concierto terminaban armando unos quilombos de aquellos. Claro, eran los años 81, 82 –cuando todavía estaban los militares-, y nuestros shows funcionaban como una válvula de escape para la gente que nos iba a ver. Recordá que, en esa época, mientras todos los demás grupos cantaban cancioncitas de paz, nosotros fuimos los que más nos plantamos en contra de la situación reinante, y por eso todas las personas que estaban con los huevos llenos venían a ver nuestros shows. Lo nuestro era la esencia del rock convertida en un grito de rebelión.

¿Y cómo se llevaban con el hecho de ser catalogados por la prensa como un grupo que promovía la violencia?
No tenía nada que ver con eso, porque nosotros nunca incitamos a la violencia. Incluso, yo lo he visto varias veces a Pappo diciéndole al público que por favor no rompiera nada. Lamentablemente, las cosas se nos iban de las manos y la gente, muchas veces, terminaba haciendo bardo, tirando las sillas al escenario, y demás. De hecho, cuando quisimos corregir esta situación violenta del público, organizando el concierto Riff, termina el año sin cadenas; a fines de 1983, en la cancha de Ferro, terminó para el orto, porque la gente hizo mierda todo, hasta se afanaron los fuegos artificiales.

¿Por qué se separa Riff en el 84?
Por desgaste. Habían pasado cuatro años muy intensos. En el grupo convivían tres personalidades muy fuertes –Pappo, Vitico y yo-, y eso desgasta mucho. Además, ya habíamos hecho tres discos -como Contenidos (1982), que para mí es el mejor de todos-, y era como que no sabíamos para dónde ir, como seguir evolucionando. Bueno, después volvimos varias veces, a través de los años.

¿Cómo era trabajar con Pappo?
A veces era más tratable, a veces menos. Qué sé yo. Hay cosas que son difíciles de explicar, en esa incoherencia que siempre fue el grupo, porque Pappo era mucho de apretar el Panic Button (el botón del pánico), apenas parecía que a Riff le iba a ir bárbaro. A veces creo que hasta tenía celos de sí mismo, como si no pudiera hacer esa música que él quería porque no era blues, y por eso uno siempre tenía que andar recordándole que ésta también era su banda… De cualquier forma, era un tipo muy divertido. Siempre tuvimos una relación cálida. Recuerdo la época cuando, poco antes de morir, venía mucho a verme a un campito que yo tenía en Baradero. Justo estábamos empezando a vislumbrar la posibilidad de grabar otro disco de Riff, cuando se mató. No sé si éramos amigos, porque es muy difícil de definir el tema de las relaciones, ya que en un punto era un amistad y en otro no tenía nada que ver con eso.

¿Pappo era una especie de nene grande, siempre sorprendiéndote con algo nuevo?
Tal cual, siempre sorprendiéndote con algún delirio, y también con alguna cosa fea. Era un pibe bravo.

MALDITO DESIERTO


¿Cómo ves el panorama del rock internacional actual?
Parecería que no hay gran cosa. Es duro decirlo, pero es como que el concepto “rock” ya fue. Si vos comparas al rock actual con lo que se hacía en los 70 –cuando había bandas impresionantes como Led Zeppelin y millones más-, no tiene nada que ver. Me pregunto: ¿Qué hay ahora? ¿Qué es ser una estrella de rock? La verdad, no tengo ni idea de porque pasa esto. Quizás por eso, fui mutando mi centro de atención hacía otras músicas, más allá del rock. Por ejemplo, la fusión. Que en mi caso se da con esta mixtura con el tango que estoy haciendo ahora.

¿Y del rock nacional actual, que opinas? Vos siempre fuiste muy crítico con el género…
Lo que pasa es que la palabra “rock” no pega con “nacional”. Porque siempre lo más lindo que tuvo el rock es esa cosa internacional que le es propio. Para mí los países son barrios. Creo que la división geográfica es una antigüedad, porque el pensamiento debería ser universal.

¿Pero qué opinas de la movida actual del rock acá?
Creo que es muy bueno para el país que se haga mucha música. Sin embargo, con Héroes del Asfalto –la banda que formé junto a mi hijo-, me di cuenta que hoy se hace muy duro mostrar lo tuyo cuando sos un grupo nuevo que empieza de cero.

APOCALIPTICO E INTEGRADO


¿Te gusta el tango electrónico?
Me encanta. Es más, tengo un compilado de tango electrónico que escucho todo el tiempo.

¿El futuro del tango lo ves por ese lado?
Sí, totalmente. El nu tango. Si no, pregúntale a Gotan Proyect. ¿Acaso no vendió cinco millones de copias en todo el mundo? Se ve que es una música que aún le interesa a un montón de gente.

Aunque haya algunos puristas a los que eso no les parece tango…
Bah, me cago en los puristas, nunca les di bola a ninguno. Además, ¿a quién carajo le importa algo lo que digan esos tipos? Fueron también los puristas los que en su momento criticaban a Piazzolla. Sin dudas, Astor fue nuestro Gershwin. Porque fue un tipo que se formó acá e hizo una música increíblemente maravillosa. Sin embargo, los llamados “puristas” lo vivían criticando…
Creo que el tango es una música única en el mundo, y por eso es un orgullo que se haya originado en nuestro país. También me gustaría que con el tango pasase lo mismo que ocurre con la bosanova en Brasil, que se pudiera mezclar con otras músicas. Con respecto a lo de Gotan Proyect, la suya es una música nueva basada en el tango. A mí me chupa un huevo que me vengan a decir si eso es tango o no. Porque, quiérase o no, es algo fantástico y nació acá. Luego, se mezcló con otro barrio, el de la música electrónica de los franceses, y salió algo maravilloso.

Contanos algo sobre este nuevo disco que acabas de lanzar.
Se llama Club Atlético de Mutantes, y es un álbum en el que estoy tratando de cantar de una manera distinta a la que lo hice hasta ahora. Por eso lo siento como si fuera mi primer disco solista, porque es un trabajo mucho más intenso que el que hice en 1984. Como siempre está presente mi pasión por la ciencia ficción en estos temas extraños que fusionan rock y tango, en medio de una situación medio apocalíptica, de la que hablan las letras –como pasaba en “Pantalla de un mundo nuevo”. Es un álbum en el que estuve escribiendo mucho sobre esa temática del fin del mundo. Por ejemplo, un tema del disco se llama “Bailando el Apocalypso”, y otro “Apocalipsis sin final”. En total son 16 temas, con 5 cantados en francés. Es un disco en el que hay lugar para la exploración y fusionar múltiples estilos. También, una de las razones por las que hice este disco es homenajear a un entrañable amigo mío, Jean Robert Jovenet, fallecido en 2011, quien –junto a Pappo- fue uno de mis mayores maestros en la música. Con él toqué en los 70 en la banda punk francesa Extrabelle. Jean Robert es el responsable que yo haya empezado a escribir música de la forma en que lo hago ahora.

¿Quiénes te acompañan en este nuevo álbum?
En este álbum me acompaña una banda muy grosa de tango fusión, llamada La 303, que ya han venido tocando en varios países de Europa. La conforman Hernán Valencia (piano y teclado), Jerry Solnie (batería). Todos unos músicos del carajo, excelentes. Otro músico muy importante en el álbum es Pablo Mainetti, quien es uno de los cinco mejores bandoneonístas del mundo. También participó, mi hijo, Jean-Jacques Peyronel, quien toca guitarra y bajo; y el Tano Marciello, guitarrista de Almafuerte, quien tocó en una versión hip hop de “Pantalla del mundo nuevo”, y en “Club Atlético de Mutantes”, donde se manda un solo re complejo de guitarra, que se parece a Steely Dan. El Tano es un músico increíble.

¿De dónde sale el nombre Club Atlético de Mutantes?
Es una metáfora de como yo veo a toda la clase política argentina. Me parece increíble todo lo que ocurre con la política en el país, y me sorprende que la gente le crea tanto a los políticos, porque ¡son de terror!

¿Cómo sigue este proyecto?
Estamos a full con el desarrollo de Club Atlético de Mutantes. Tenemos un equipo que nos está vendiendo en todo el interior y también vamos a hacer algunos lugares chicos pero refinados en Capital. Estoy convencido que el tango-rock es una opción muy rica con algo nuevo y diferente para proponer al mundo entero. Es mucho más que una fusión, es una evolución, una mutación del rock y del tango que va camino a ser una bisagra en la música nacional con pretensiones globales. Siento que encontramos un sonido sensual y moderno que puede aspirar a un público muy amplio sin perder por ello un ápice de autenticidad. Estoy incluso escribiendo los temas del próximo CD y adaptando unos temas a éste nuevo estilo. Creo que hay un gran futuro con el tango-rock que proponemos, y la gente nos lo hizo saber en el show que dimos en el Samsung Studio el 31 de mayo pasado. Es una propuesta que cae bien y suena muy natural, como algo que hace rato debería haber existido.

(Entrevista realizada en enero de 2013)

Emiliano Acevedo



2 comentarios:

  1. espectacular.... Buena nota. Gran figura MP.

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  2. tratando de hacerlo breve,algo casi imposible por el rico anecdotario q tiene,me llamo la atencion la mutua admiracion q se tenian Pappo y Peyronel,era como si se nutrieran uno con el otro,por eso salian los temas como salian.el hecho q hayan compuesto tantos temas tambien es significativo,y su largo recorrido con los mejores grupos q habia.Virus Los Violadores .Attaque 77,claro q Peyronel tenia una trayectoria importante de estudios y formacion cultural,de la cual muchos de nuestros musicos no tenian acceso.creo sinceramente q es una de las personas con las q me encantaria conversar ,seria de una riqueza enorme para mi

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