martes, 2 de mayo de 2017

NEXUS, En el comienzo del Topos Uranos: Un disco actual de Mente Progresiva



El nuevo álbum de Nexus (En el comienzo del Topos Uranos), editado el pasado 4 de abril, es un extraordinario álbum instrumental de rock progresivo clásico, de la vieja escuela sinfónica. Como resultado de esto ha tenido un éxito rotundo, ya que se ha agotado la primera tanda de la edición en vinilo, a pocos días de salir a la calle. También hay una edición en cd, con tres bonus tracks, editada por Record Runner, y distribuida en Argentina por Melopea Discos.

Nexus es un grupo de rock progresivo argentino, formado a mediados de los 70 en Morón, en el Oeste del Gran Buenos Aires, y que, desde fines de los noventa ha desarrollado una discografía sostenida y consecuente con el clásico rock progresivo, con influencias que van desde Emerson, Lake & Palmer hasta el recordado grupo argentino Crucis, todo matizado en álbumes conceptuales que dan cuenta de un profundo mensaje que apunta al conocimiento holístico de la experiencia humana, la mente, el aprendizaje y la superación. Ahora, en este 2017, a más de cuatro décadas de empezar a tocar, Nexus sigue adelante con sus tres miembros originales de siempre –Luis Nakamura (batería), Lalo Huber (teclados) y Carlos Lucena (guitarras)- junto al bajista Jorge Mariño Martínez. Estos son los músicos que llevaron adelante la grabación de este octavo álbum del grupo (el primero editado en vinilo). Una producción de Rock Progresivo con mayúsculas, sin añadidos ni fusiones electrónicas superfluas, de aquel que no necesita etiquetas infantiles como “verdadero” o “tradicional”, ni mucho menos coritos de enanitos eunucos o cantantes neurasténicos…  Rock Progresivo de verdad, ese que desde comienzos de los setentas hasta mediados de esa década tuvo su máximo esplendor, marcando el pulso del rock concebido como arte a nivel mundial.

En esta nota, Lalo Huber nos cuenta algunas de las claves de En el comienzo del Topos Uranos. 

ENTREVISTA> ¿Cómo fue para ustedes sacar su primer álbum editado en vinilo?
Es el desafío máximo que teníamos con Nexus, desde hace tres años. El vinilo es un formato ideal para un grupo de rock progresivo como el nuestro, porque es sabido que tiene mayor fidelidad, además de tener la ventaja de que -al ser mucho más grande la tapa que en el cd- el arte de las portadas pasa a ser fundamental. Siempre recuerdo que mis comienzos con la música fueron escuchando vinilos, y gran parte de ese ritual de la escucha pasaba por mirar las tapas, leer las letras de las canciones –que, aparte, se leen mejor que en un cd- y demás. Todo eso es muy valioso para los melómanos, y, además, si realmente el formato vinilo vuelve a tener vigencia, éste será un regreso a la industria discográfica, porque el vinilo no se puede bajar, hay que comprarlo. Y es un objeto más tangible, tanto en música como en arte, en dibujo y poesía.

¿Cómo es el estilo de música que incluyeron en este disco?
La música de este nuevo álbum es instrumental. Nuestra idea era volver a la esencia de nuestra música, a nuestros inicios, con temas bien progresivos, a un estilo que creo que aún no habíamos grabado en ninguno de nuestros discos previos. Estamos volviendo a un estilo progresivo más loco, más libre; es como volver a las fuentes. Incluso, el nombre, En el Comienzo del Topos Uranos, trata de resumir esa idea. Básicamente, nuestra música busca excitar emociones, generar emociones variables. Que es distinto a lo que pasa con la música estándar. La música popular estándar se caracteriza porque cada canción es una emoción. Una canción puede ser alegre, triste o melancólica; es un blues o una balada o es romántica o bailable; pero toda la canción es igual. Es como que toda canción tiene un único color. Y eso hace que toda la música popular sea más fácil de procesar. En cambio, nuestra música –como la del rock progresivo en general- busca la variación emocional. O sea, un viaje emocional. Similar al que ocurría en la música clásica o con los temas en los álbumes clásicos de Yes o Genesis.

¿Cómo germinó la idea de esta nueva obra?
El origen de la idea surge luego de haber editado Aire y Magna Fabulis, nuestros dos últimos álbumes. Aire (editado en 2012 por Fonocal en Argentina y Record Runner en el resto del mundo) era un disco de nueva música y canciones compuestas específicamente para el trabajo, mientras que Magna Fabulis (2012, Record Runner) reunía, a modo de compilado, las colaboraciones que la banda había realizado para las ediciones del sello Musea, de Francia, quienes junto a la revista finlandesa Colossus, se encargaban de armar álbumes de varios artistas progresivos, basados en grandes obras de la literatura universal. Los discos se vendieron bien, a pesar del cambio de paradigma, respecto de cómo la gente busca, encuentra, recibe y consigue la música, que sin dudas influye en el mundo de las ediciones discográficas. La respuesta del público fue la esperada y ambos trabajos nos dejaron muy conformes. Ahora, luego de siete álbumes, nos tocaba pensar en el próximo, por lo cual comenzamos temprano con la idea de crear nueva música, aunque sabíamos que queríamos encontrarle una vuelta de tuerca al tema de la edición de un nuevo disco. Comenzamos a grabar zapadas en el estudio en el invierno de 2014 (largas improvisaciones sin estructurar, como solemos hacer en algunos ensayos, pero que esta vez iban a ser registradas para su posterior escucha y evaluación) y la práctica se extendió hasta fines de ese año. Generalmente se trataba de zapadas de teclados y batería, algunas de ellas con guitarras, en las cuales una idea disparaba a la otra sin pensar aun en canciones. Muchas de las ideas fueron determinadas por la búsqueda rítmica en las baterías, y de ahí continuábamos con el agregado de riffs y armonías con absoluta libertad. Las melodías aparecieron bastante tiempo después. Sabíamos lo que buscábamos, pero no teníamos idea de cómo llegar al objetivo. Componer un álbum lleva mucho tiempo. Aprender los temas, estructurarlos, arreglarlos y ensayarlos para luego plasmarlos en la grabación, es un trabajo descomunal que muchas veces desvirtúa la idea inspiracional original. Por eso esta vez buscábamos más frescura y dejarnos sorprender por la música misma. Después de todo, las ideas pertenecerían a las mismas personas, pero trabajando desde otras aristas. Con una modalidad diferente y más librada al azar. Esas zapadas fueron guardadas sin escuchar durante la primera mitad del 2015 y en junio de ese año, comenzamos a escuchar los resultados. Nos sorprendimos porque había un álbum (o más, en realidad, pero debíamos pensar en sólo uno en ese momento) escondido entre toda esa música casual y espontánea. Ahí es cuando aparece Alberto Vanasco, de Record Runner, nuestro productor discográfico y quien llevó a Nexus hasta rincones que jamás hubiéramos imaginado (tanto en discos como personalmente y en vivo), con la idea de hacer un vinilo. Él había realizado los contactos pertinentes para que un sello europeo se interesara en editar los anteriores discos de la banda en vinilo (algunos de ellos, deberían ser dobles, por su duración), pero como condición nos pedían un nuevo álbum de música original. Ya tenía sentido lo que estábamos haciendo y la vuelta de tuerca o la idea no tardó en llegar. Nos pareció una idea divertida y diferente, por lo cual nos pusimos a trabajar en la preproducción específica de ese nuevo disco. A diferencia de los álbumes anteriores, el formato nos limitaba respecto del tiempo esta vez, pero consideramos que sería una buena movida tener que condensar la idea en los 40 / 45 minutos que permite un vinilo para sonar con buena calidad. Además de la duración nos asaltó otra inquietud. Sabíamos de mucha gente que estaba editando en formato vinilo, pero ¿qué sentido tendría grabar digitalmente (como se estila en los últimos años) para luego editar en un formato analógico? Si bien al principio nos pareció una idea algo alocada, decidimos jugarnos la carta de grabar el nuevo álbum de manera absolutamente analógica, como deber ser realmente para editar luego en vinilo. Sin ningún proceso de digitalización ni edición en post producción. Directo a la cinta y de ahí a la mezcla y mastering en el mismo formato. De ese modo comienza este viaje.

¿Con qué equipos lo grabaron?
Ok, el equipamiento de grabación… Si bien el primer álbum de Nexus (Detrás del Umbral, 1997) fue grabado en cinta, mezclado a Dat y masterizado digitalmente, resultaba extraño prescindir del mundo digital en esta oportunidad. Nada de secuenciadores ni ediciones, ningún monitor de computadora en el cual «mirar» la música. Sólo sonido saliendo de los monitores y la consola frente a nosotros, como en los buenos viejos tiempos. Y tomas más directas, tocando para que sea definitivo, lo cual requiere mucha concentración en los músicos, pero conserva la espontaneidad de la interpretación real. Era extraño pero gratificante para una banda con tantos años de carrera, porque significaba un nuevo e interesante desafío de volver a las fuentes y confiar únicamente en el aire en movimiento. Teníamos en el estudio un grabador Fostex de ocho canales, aunque consideramos que no sería suficiente. Intentamos comprar una máquina más grande, pero no había en el mercado en ese momento nada disponible que funcionara perfectamente. De ese modo, la opción valedera era alquilar equipamiento de grabación analógico. Nos decantamos por un grabador multipista Otari MX80 de 24 canales en dos pulgadas para las tomas y overdubs y un Studer A 807 para bajar la mezcla y luego hacer el master, el cual sería enviado en cinta a la compañía discográfica, junto a una masterización digital para ser distribuida a través de internet. El proceso de mastering para vinilo difiere notoriamente del que se realiza para obtener un master digital. Por lo tanto, ese trabajo debería hacerse dos veces. Conseguimos varias cintas sin usar de la marca Maxell y 3M, gracias a un amigo que vive hace años en Europa. Utilizamos una consola analógica Yamaha GA32/12 y algunos pre externos Avalon (se usaron bastante los pre de la misma consola), compresores Alesis, DBX y AudioLogic, ecualizadores, reverbs y delays de rack.
Para realizar las tomas y sesiones de grabación,  tomamos (ocupamos) el estudio de Morón Norte, el cual dejó de usarse para producir otros artistas, con el único fin de plasmar los discos de la banda y diferentes proyectos de los integrantes. Las tomas de bases se realizaron con todos los músicos tocando en vivo (la única manera de lograr la dinámica de ensayo), con la batería microfoneada en la cabina (overheads, bombo, snare top, hi hat, tres toms, room, apenas nueve micrófonos) y los demás músicos tocando las referencias en el control.  La grabación completa se extendió por el término de cuatro meses y, al tratarse de un álbum instrumental, la mezcla se presentaba como una tarea mucho más fácil de llevar que en situaciones anteriores, debido a que las tomas elegidas fueron las más satisfactorias a nivel ejecución (se grabaron como máximo tres tomas por tema).

¿No es un poco jugado hacer en la actualidad un disco todo instrumental, pensando que ahora hay mucha menos gente que se sienta a escuchar un disco entero, como ocurría en décadas anteriores?
Sí, es bastante jugado. Pero siempre nuestro criterio fue hacer la música que teníamos ganas de hacer. Eso es algo que hicimos toda la vida. Incluso, si querés, hasta se podría decir que nuestra historia es un tanto enfermiza. Porque nosotros empezamos a tocar en el año 1974 y grabamos nuestro primer disco recién en 1997. O sea que pasamos 23 años, tocando y tocando, pero sin grabar nada, y sin ninguna necesidad, porque podríamos haber grabado. Teníamos los medios –a pesar de que ninguno de nosotros es millonario, ni mucho menos-, pero no lo hicimos. De hecho, muchos de los temas de la primera etapa de Nexus quedaron en la nebulosa de los tiempos, porque no los grabamos y no los recordamos. Es increíble cómo no se nos pasó antes por la cabeza grabar un disco. Empezar antes nuestra carrera discográfica. Para nosotros, entonces, todo era ensayar y tocar en vivo, nada más. Pero, bueno, esa fue siempre nuestra filosofía de la música. Es decir, hacer música por el placer mismo de hacerla, sin perseguir el lado económico del asunto. Nunca pusimos el foco en eso, pero sí siempre pusimos el foco en la parte artística y en explorar. Es como que aún hoy, en este álbum nuevo todo instrumental, estamos manteniendo ese criterio “infantil”, digamos.

¿Este nuevo álbum recibió influencias del material clásico del rock progresivo?
No, tiene influencias propias de nuestra música. De los siete temas que incluimos en el vinilo, hay algunos bien elaborados, en el estilo de Metanoia (1999), nuestro segundo álbum. Esa sería una buena referencia acerca de la música que tienen un par de temas de este nuevo álbum. En resumen: tratamos de hacer lo que más nos gusta. Es decir, delirar instrumentalmente. Sacando uno o dos temas que son más armónicos, o más clásicos. Hay uno que es todo en piano, casi de música clásica, una especie de “Claro de luna”, pero los otros temas son más enérgicos. Hay un tema medio “cruciano” (sic), en un estilo similar al de Crucis. Y después, claro, las influencias de la música que nos gusta de toda la vida: Emerson, Lake & Palmer, y algo del Genesis más sinfónico. Pero todo procesado por el filtro de nuestra propia música. Además, utilizamos todos instrumentos vintage, utilizando todos elementos lo más analógicos posibles, grabando en cinta, como se hacía antes. Por ejemplo, la batería está grabada como antes, o sea, sin 83 micrófonos, sino una batería grabada al natural. Utilizamos muchos órganos Hammond, mellotrones, etc. Todos sonidos clásicos. Nuestro objetivo era que no apareciera ningún sonido polifónico digital, tipo DX7 y todos los que vinieron después. Teclados que no tienen ni la décima parte de un sintetizador clásico monofónico, como los Minimoog o los ARP. Por eso siempre me interesó no apartarme de ese sonido clásico que siempre admiré, el de los sintetizadores clásicos de los 70, que te volaban la cabeza. Eso es algo que en Nexus nunca perdimos. 
  
En la actualidad, ¿Cómo es la venta de discos para un grupo progresivo como ustedes?
Hoy en día se venden muy pocos cds. Ahora ya estamos vendiendo de manera digital. Por eso hacemos tiradas chicas, de 1000, 1500, 2000 cds; que después ya quedan en el mundo digital. En ese momento pasa a venderse por canción, por streaming, etcétera. Lo importante, más allá del rédito económico, es dejar obra que quede para la posteridad, que es lo que más nos interesa. De hecho, si hoy nos muriésemos todos, los discos nos van a sobrevivir, y van a poder ser escuchados de por vida por quien quiera.

Emiliano Acevedo

  

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