viernes, 1 de diciembre de 2017

FUNK ARRABALERO, entrevista a Alejandro Giusti

La primera vez que vi a Alejandro Giusti, fue en un festival de jazz organizado por una empresa de telefonía celular en la Costanera Sur, en el verano de 2001, y me interesé mucho por la música de su grupo, la Giusti Funk Corp, una muy buena banda de funk que se decantaba por la fusión de ese género con otros de procedencia rioplatense y/o latina. El tiempo pasó, pero rápidamente Giusti se volvió un candidato obvio a la hora de pensar a que músicos queríamos entrevistar para nuestro blog, porque además de su valía como bajista y compositor, tiene una larga trayectoria en la docencia que incluye la publicación de dos libros de enseñanza musical. Por eso, la segunda vez que lo vi fue en su casa en el barrio de Flores, donde nos recibió con simpatía y realizamos este diálogo musical que hoy tenemos el placer de acercarles.

ENTREVISTA: ¿Cuáles fueron tus inicios en la música?
Me pasó la típica de cualquier chico de 9 años al que lo mandan a estudiar con el profesor de guitarra del barrio. No fue una decisión mía, me mandaron a estudiar dibujo y guitarra. Habré estado ahí estudiando un año, y llegué a tocar algunas piezas clásicas. Después, a los 14 años, dejé de ir y me volví a enganchar con la música –ahí sí porque yo quería-, nuevamente con la guitarra. Estudié guitarra en el Conservatorio Nacional de Música López Buchardo. Habré tocado guitarra desde los 14 a los 17 años, más o menos, y ahí empiezo con el bajo…

¿Qué grupos escuchabas en esa época?
Los inicios del rock nacional. En esos años, todo lo que me gustaba lo iba a ver. Desde muy chico, a los 10, 12 años empecé a ir a recitales. Antes no había tanto bardo en los conciertos, un pibe podía ir tranquilo porque no pasaba nada. Así, fui a un montón de shows, a ver a Pappo, Spinetta, etcétera. Todo lo que fuera rock era lo que yo escuchaba entonces.

¿Y de rock internacional?
Mucho Beatles, y después otras bandas que me encantaron como Genesis, Deep Purple, Hendrix… Y todo eso mechado con música clásica, porque al estar estudiando guitarra clásica hasta iba a ver conciertos al (Teatro) Colón. Era un bicho medio raro…

¿Por qué pasaste a tocar el bajo?
Medio de casualidad, porque a un amigo le faltaba un bajista en su banda de soul, y como había un bajo me propuso si quería ir a tocarlo. Así empecé y me gustó. También me gustó porque yo venía de tocar guitarra española, y el bajo también se podía tocar con los dedos a diferencia de la guitarra eléctrica que tocaba con púa. Aparte me gustó el lugar del bajo en un grupo, esa cualidad del instrumento de base melódica y rítmica. Después, estudié con Bucky Arcella –un capo del bajo-, y luego seguí en forma autodidacta. Saqué mucho mirando videos, sobre todo las técnicas de slap y tapping. A fines de los 80 y comienzos de los 90, no había nada acá, no había Internet ni nada parecido, y había que rebuscárselas para conseguir material del instrumento.


Igual, para esa época vos ya venías tocando el bajo…
Sí. Aunque primero me había agarrado “la fiebre Pastorius”-como a todos-, me encantaba como tocaba Jaco, y venía laburando ese estilo. Lo que me gustó mucho de Pastorius fue su sonido fretless, que tiene esa cosa melódica de instrumentos como el cello, que yo también había estudiado, anteriormente al bajo, durante poco tiempo. Luego empiezo a coparme mucho con el slap. Quería tocar así, porque me había copado mucho con lo que hacía Marcus Miller en el grupo de Miles Davis. Lo suyo era muy interesante, rítmicamente.

JAMÁS PODRÍAMOS EVITARLO

¿Cómo te surge la idea de formar la Giusti Funk Corp.?
Estaba tocando en una banda soul, y justo entró a tocar Pablo Rovner –luego, guitarrista de la Giusti-, y ahí nos conocemos. Pablo venía de estudiar en el Musicians Institute y me comenta que conocía un batero que había estudiado con él y tocaba muy bien, el Pipi Piazzolla, y me propone que toquemos juntos. Así, nos juntamos un día a tocar, hicimos una zapada de 20 minutos, y fue impresionante lo que pasó. La famosa “química”, viste. A partir de ahí comenzamos a ensayar tres veces por semana, en un plan súper metódico. A los dos meses ya estábamos tocando casi todos los fines de semana. Así fue como arranqué con ese proyecto. Al principio nuestro trío se llamaba La Cara de Dios. Con ese nombre estuvimos tocando algo más de un año e, incluso, grabamos tres temas, más un video clip, hasta que se terminó desarmando el trío. La idea de hacer la Giusti Funk Corp. surge de una charla que tuve con Pipi, quien me dijo: “Vos tenés que armar tu banda solista”. “Ok”, le dije, “¿y vos serías el batero?” Y él aceptó, y al final, buscando un violero, terminé llamando de nuevo a Rovner, porque la verdad era difícil encontrar demasiados violeros que manejaban tan bien las rítmicas como él. Así surge la idea de grabar, luego de hacer un demo.

¿Para ese momento ya dabas clases?
Sí, desde los 17 años. Al principio me ofrecieron dar clases de folklore en guitarra en un colegio nocturno, ahí también arranqué con un par de alumnos particulares. La docencia me gusta mucho.

¿Cómo fue que te empezaste a copar con el funk?
Porque a mí me encantaba mucho lo que hacía Miles Davis, en discos como Tutu o Amandla, en ese momento que los editó, a mediados de los 80. Esas obras se me revelaron como un camino musical muy interesante y poco explorado hasta ese momento. También me gustaba mucho el tema percusivo, esa posibilidad que da el bajo como instrumento de ser bajista y percusionista al mismo tiempo. Así escuché un montón de la movida, por ejemplo discos de James Brown o Earth, Wind & Fire. Sin olvidarme de Stanley Clarke, también, ya que a partir de él empezó toda la movida del bajo virtuoso, se podría decir.

¿Cómo sigue la historia de Giusti Funk Corp.?
Como te había dicho, habíamos ido a un estudio a grabar un demo de cuatro temas, y al final grabamos seis temas. A eso le sumamos tres temas más que teníamos de la época del trío. Luego tocamos en (la exposición) Buenos Aires No Duerme, y grabamos ahí otro tema. Así quedaron grabados todos los temas del primer cd Barrio Funk (1997).

¿Ahí surge la idea de publicar tu libro?
Sí. Justo habíamos grabado Barrio Funk y yo me había puesto a hablar con la gente de la Editorial Ricordi –que ahora se llama Melos-, y les propuse de hacer un método para aprender slap, porque me di cuenta de que acá no había un método de enseñanza del slap. Eso fue en el año 1998. Lo grabé y tardó como dos años en salir. Luego, hace un par de años, saqué otro libro de bases de candombe, que grabé con unos amigos míos que tienen una banda de candombe. También estuve escribiendo en las revistas El Musiquero y Record Play durante una época.

¿Y tu gusto por el candombe de dónde viene?
Lo que pasa es que a mí el candombe es un género que me parece, rítmicamente, muy interesante. Además me llega mucho por ser un ritmo rioplatense. También me surgió lo de tocar junto a esa banda porque me habían preguntado por si les recomendaba a un bajista, y directamente me ofrecí yo, ya que me interesaba mucho la idea de tocar con una cuerda de tambores.

¿Y cómo te decantás por la vía de la fusión, por esto de generar una nueva música a partir de géneros tan disimiles como el jazz, el funk, el tango o el candombe?
Mirá, eso es algo no planeado que forma parte de las influencias personales. Era como te decía acerca de que a mí me gustaba toda esa movida de Miles Davis, pero es como que uno siempre quiere darle como un “gusto local” a esa cosa. Y, además, como me gusta el candombe, me gusta la chacarera, y muchas cosas del tango, también; y, a veces, pasa que me salen temas por ese lado. Por eso en mis discos de la Giusti Funk Corp. hay varios tangos o folklores. Por ejemplo, en mi primer disco estaba “Chacarera Virtual” que era un solo de bajo que yo fui agrandando hasta que se convirtió en un tema con melodía y todo.


¿Cómo fue salir a tocar con una propuesta musical como la de la Giusti en los 90?
Se podía tocar mucho más, ahora está muy complicado para tocar. Antes del 2000 era mucho más fácil llenar un boliche, y esto es algo que le pasa a todo el mundo. Antes tocábamos y hasta quedaba gente afuera. Pero, bueno, cambió el país. Luego de los 90 se cerraron como cien mil pymes, vino (el gobierno de) De La Rúa, pasó lo de Cromañón, se puso todo más duro para tocar… Ahora no queda otra que hacerte tu lugar. Sin embargo, ya no hay tantos lugares para tocar. Obvio, hay varios lugares para tocar rock, pero con respecto a lo que yo hago, que es música instrumental, está bastante más acotado. Igual, por suerte sigue habiendo algunos lugares. Por eso la idea es usar el ingenio y salir adelante. De hecho, estoy planeando grabar un nuevo disco con el material que estamos tocando ahora en vivo.

JUNTARSE UN POCO MUCHO

A la hora de grabar un disco, ¿cómo lo pensás?
Cuando tengo una determinada cantidad de temas como para armar un disco lo saco a la cancha. Voy componiendo sin una planificación. Siempre hay tango, funkies, temas latinos… El hilo conductor es la banda misma, y también como uno hace cada uno de los arreglos de los temas. Ahora, para el próximo disco se me ocurrió meter un par de temas cantados, como para darle una vuelta de tuerca a la cosa. También tengo la idea de versionar un par de temas. Como, por ejemplo, “Jugo de Tomate Frio”, que lo venimos tocando ya hace un tiempo en versión funky, así como “Purple Haze”, el clásico de Jimi Hendrix. Por eso, ya vino a cantar con nosotros, un par de veces, Claudio Ledda, el ex cantante de La Groovisima. A veces canto yo también, aunque la idea es hacerlo con una lista de cantantes invitados, como Mavi Díaz –quien ya cantó un par de veces con nosotros- o Claudita Puyó

Luego de Barrio Funk, grabaste otros tres discos (Arrabal Eléctrico, 1999; Plan C, 2004; y Grande de Fuzza, 2008) ¿Qué balance hacés de la trayectoria de la Giusti Funk Corp.?
En definitiva, en este proyecto hago lo que a mí me gusta, todo lo que grabé fue aquel material que más me gusta y con el que más me siento cómodo. Siempre fui siguiendo ese camino y, por otro lado, es lo que me sale.

¿Qué bajistas argentinos te gustan?
Un montón son buenísimos. Por ejemplo, Guille Vadalá, que es un capo muy groso, un tipo que toca re bien slap o fretless, es muy versátil; después, por supuesto, Javier Malosetti es una maza, y me gusta mucho verlo en vivo; el Gordo Maza es genial, me encanta; otro que es muy buen bajista es Alejandro Herrera; y también Gustavo Giles, otro capo…

¿Pedro Aznar?
Sí, por supuesto. Aznar es un prócer, ya a los 18 años era un genio, se tocaba la vida. Me había olvidado de nombrarlo porque ahora está mucho tocando la guitarra y cantando, pero claro que es un referente ineludible del bajo.

¿Y hoy que música preferís escuchar?
Depende de mi estado de ánimo, viste. Sigo escuchando alguna de las cosas viejas que escuchaba cuando era un pibe. Tengo mis épocas… A veces se me ocurre hacerme una panzada escuchando todo Beatles, o llego y me pongo tres discos seguidos de (Dave) Holland, el famoso contrabajista. Escucho de todo, incluso cosas que me traen mis alumnos. Siempre me intereso mucho por los bajistas. Por ejemplo, me gusta mucho lo que está haciendo Victor Wooten o Marcus Miller, a quienes siempre está bueno verlos porque es lo que está sucediendo ahora. Pero bueno, uno se vuelve ecléctico, y capaz de escuchar a Marcus Miller paso a escuchar uno de Joni Mitchell, también. Lo que pasa es que con las posibilidades que da el Mp3 uno se termina armando varios listados de temas. También, en música clásica, yo soy muy fanático de (Johann Sebastián) Bach, un compositor descomunal…


¿Qué recordás de tu paso por la revista Music Expert?
Escribir en esa revista me posibilitó estar en el programa de televisión que fue como la escuela ideal para todo músico. Me encantaba grabar ese programa. Nos juntábamos desde la una de la tarde hasta las ocho de la noche para grabar y hacíamos dos o tres programas. O sea que eran dos o tres semanas juntas en una misma tarde. Tocábamos con varios músicos. Venía un pianista francés, podía estar Ricardo Mollo o Luis Salinas. Estaba bueno porque tocábamos rock, jazz…

¿Ensayaban o se resolvían sobre la marcha los temas?
No, excepcionalmente ensayábamos el mismo día. Sino lo hacíamos en el momento. Por ejemplo, el día que vino (Rubén) Rada me dieron el tema que iba a hacer a la mañana para que lo tenga para la tarde. O me acuerdo de una vez vino (Adrián) Barilari y sacamos “Oh, Darling” de los Beatles de una semana a la otra.

¿Por qué no siguió?
Duró muchos años pese al maneje socio-económico del contexto. En total, duramos cuatro años en total, algo que en ese medio es mucho. Además estuvo bueno porque iba por (el canal) Music Country, que era una alternativa. Hoy por hoy, por ejemplo, los canales de música sabemos que están manejados por las grandes compañías discográficas multinacionales, pero ese era otro paradigma. Ese era un canal donde veías un concierto de Jimi Hendrix, documentales de Yes o de los Stones, pasaban cosas rarísimas.

¿Alguna vez te buscaron de una banda muy conocida?
No. Lo que yo hago es lo que me gusta hacer, desde que tengo 14 años, cuando agarré por primera vez este instrumento. Por eso, en algún punto, no estoy defraudando ese deseo que tenía cuando era chico, y sigo haciendo lo que me gusta en música. Igual, si se da para tocar en alguna situación con alguien, está todo bien, se podría llegar a hacer.

¿Qué preferís en la música instrumental, el virtuosismo, la simpleza, o un equilibrio entre ambos mundos?
En mi caso, siempre en mis discos trato de buscar un equilibrio. Por ejemplo, si escuchas un disco mío vas a ver que está lleno de solos de bajo, pero también hay solos de los otros músicos. A veces, arrancamos con todo, luego bajamos un poco, como que le buscamos una “curva” a la cosa para no aburrir –tanto en las composiciones como en los arreglos- haciéndolo de una forma que sea interesante, además de tener su cuota sofisticada, claro…

¿Además de grabar un nuevo disco, cuáles son tus otros proyectos a futuro?
Aparte de la Giusti Funk Corp. estoy con la idea de grabar un disco de tango. Porque ya tengo unos cuantos tangos grabados y un par más sin grabar. Ya veré como sale. Serían tangos, en su mayoría instrumentales, y algunos más con letra. Mi idea sería hacer tango pero con un enfoque parecido a lo que hago en la Giusti, con batería e instrumentos eléctricos. También tengo ganas de armar algún tipo de enseñanza virtual de música por internet. Por eso ya estuve hablando con un par de personas que se dedican a eso, pero vamos tranquilos proyectando el futuro.

(Entrevista realizada en diciembre de 2012)


Emiliano Acevedo



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