En
esta nota recorreremos las historias detrás de esta colección de canciones de la mano del frontman Joaquín Levinton
y el guitarrista Leandro Lopatín,
echaremos un vistazo a cómo fue la difícil tarea de darle
vida a este disco lleno de magia. Ellos nos contaron como lo compusieron y grabaron junto al resto de los integrantes del grupo, Carlos Tapia en bajo, Fernando
Caloia en batería y Nicolás
Ottavianelli en teclados; bajo la invaluable producción de Coti Sorokin. Un disco que la banda presentará en vivo el próximo
sábado 18 de mayo en Niceto para celebrar su aniversario.
ENTREVISTA> ¿Cuáles fueron los antecedentes de Siempre Libre?
Joaquín: Éramos
un grupo de amigos de 18, 19 años, que sacamos nuestro primer álbum, que se
llamó Una pila de vida. Luego, de la
nada, nos transformamos en un grupo de moda. Vendimos muchos discos, como 40
mil copias. Entonces nos pasó una cosa muy loca, propia de esa época, que ya no
sé si pasa… nos perseguían las chicas, nos golpeaban la camioneta… Sin embargo,
después nos echaron de la compañía discográfica en la que estábamos, porque
cambió el presidente y no había nadie allí que nos quisiera. Entonces, sin
compañía, y sin importarnos nada, hicimos un segundo disco que nos alejó de lo
que veníamos haciendo; que nos asustó capaz, no sé… O quizás fue, simplemente,
una reacción para llevar la contra.
Siempre Libre es un disco muy producido, con muchos arreglos… ¿Cómo lo pensaron?
Joaquín:
Lo pensamos en Valeria del Mar, en una casita que tiene mi vieja. Nos habíamos
quedado viviendo ahí como medio año. También veníamos de hacer un viaje
psicodélico como el de los Doors pero en El Valle de la Luna. Tomamos mucho ácido en Valeria del Mar, viajamos
por nuestra mente, leímos muchos libros. Todo tuvo un tinte medio
existencialista vinculado a esa época en la que uno tiene veinte años. Y así
salió. Un disco volado, con canciones progresivas… Lo produjo Coti (Sorokin). En resumen, el disco fue una búsqueda de hacer lo
contrario de lo que uno debería hacer.
Leandro:
Fue un largo periodo. Empezamos trabajando con un productor, después terminó
haciéndolo Coti. No fue fácil
grabarlo porque tenía muchos arreglos con cuerdas, trompetas… Seguramente
por todo eso ese disco se volvió tan misterioso, tan de culto…
Ahora
que hablan de música progresiva, justamente, una canción como “Siempre Libre”
me hace acordar a La Máquina de Hacer Pájaros…
Joaquín: Claro,
estábamos muy influenciados por eso. Escuchábamos Flaming Lips, La Máquina de Hacer Pájaros, Spinetta, Pescado Rabioso, mucho Artaud… Incluso ese tema empieza con un loop de
batería que era de Sui Generis.
Leandro:
Por otro lado, entre las influencias, también podría citar el disco Acme, de The John Spencer Blues
Explosion; La vida secreta de las
plantas, de Stevie Wonder; Clandestino, de Manu Chao; los Hollies, Martin Denny, King Tubby, The Beta Band…
El
disco empieza con el tema “Siempre Libre” y termina con “Siempre Libre II”,
pero ambos temas son musicalmente bien distintos entre sí. ¿Cómo los pensaron?
Joaquín:
Probablemente tenga que ver con que es un disco conceptual. Es una suerte de
principio y final, y de la forma circular del tiempo.
Leandro:
La primera “Siempre Libre” es como un himno, tal vez porque lleva el nombre del
disco o porque es como una declaración. “Siempre libre II” es el tema final, tiene
fantasía, un poco en onda “Disney”… Quizás influenciado por nuestras escuchas
de Mercury Rev.
¿Cuál
es el concepto del álbum?
Joaquín:
El concepto rueda a través de la libertad, habla de la libertad. La libertad
que sentíamos a los 20 años, la libertad que te da hacer lo que querés, tener
una banda de rocanrol… La libertad de pensamiento, la libre expresión…
“Me
haces sentir” es una canción que habla mucho sobre la experimentación y terminó siendo el hit del disco, prácticamente.
Joaquín: Justamente,
el disco era mucho más loco aún. Una vez terminado lo escuchó (Carlos) Ohanian,
que había empezado a representarnos, y dijo que le parecía un disparate porque no había
forma de que eso sonara en la radio. Lo dijo bien, no nos presionó ni lo quiso
modificar. Probablemente lo hizo con el deseo de que nos vaya bien. Así
que, como nosotros tenemos facilidad para hacer canciones, hicimos
un par que tuvieran una
estructura más convencional. De cualquier forma, “Me haces sentir” también tiene que
ver con cosas que nos gustaba mucho escuchar a nosotros, grupos como los Stone Roses y demás.
¿”El
jugador” está basada en la novela de Dostoievski o es, simplemente, un reflejo
de la época en que salió el disco?
Joaquín: Está basada
en la novela. Y también es una forma de crítica a ese tipo de personas como
las que se describen ahí.
“Aterrizar”
tiene una frase final muy linda: “La nada está en todas partes, la mediocridad
que no te deja ser, nos hace olvidar los sueños y las fantasías de nuestra
niñez, para controlar las mentes, sembrar el vacío y tener más poder…”; ¿de dónde surgió?
Joaquín: De
cualquier lado. Uno muchas veces construye cosas, a través de pensamientos que
están en tu mente. Sin querer copiar, ni robar, ni nada, capaz que tu mente
rebota contra algo que absorbiste en tu vida y lo terminas escribiendo.
Sí,
aparte es una frase que te deja pensando en las cosas a las que te obliga el
vivir en sociedad, directrices que te hacen olvidar todos los sueños que uno
tenía de chico…
Joaquín: Tal
cual. Eso es real. Por eso hay que estar muy firme con lo que uno cree y con lo
que uno sueña porque a la primera de cambio, te rompen el orto… (risas)
Lea,
¿cómo compusiste el instrumental “Valle de la luna”?
Leandro: No
me acuerdo puntualmente. Sí sé que ese viaje al Valle de la luna, después de un
show de nuestra primera época en San Juan, nos partió la cabeza. Es el mejor lugar
del mundo. Y esa música, me parece que la hice en Valeria del Mar. Yo tenía una
parte y después Ríspico (Nicolás Ottavianelli) me ayudó con el resto. Además, ese tema es como la intro de “Esa Luz”; y, para mí,
ese tramo del disco es de lo mejorcito: “Valle de la luna” seguida por “Esa Luz” ¡tremendo! Todo coronado por la participación de Charly… Increíble.
“Esa
luz” es un tema muy glam, ¿cómo lo hicieron?
Joaquín: Antes
que nada, cabe destacar también que es un disco que habla del amor, no solo de
la libertad. Tiene canciones de amor, del estado de enamoramiento.
Generalmente, las canciones de desamor son más comunes dentro del rock. Y este es un disco de amor. “Esa luz” habla
del amor que vos podés ver en la otra persona. Es una canción que hice en El
Valle de la Luna.
¿Y
lo de Charly cómo se dio?
Joaquín: Charly García está todo el tiempo cerca de Turf,
no sé porqué. Imaginate que él grabó su último disco, Random, en
nuestro estudio. Su participación fue divertida
y linda. Es muy difícil sincronizarse con Charly, porque él maneja sus tiempos
y sus maneras… Es genial eso, porque no le podés imponer ni hacerle hacer nada
que él no quiera. A él no le importa la guita, no le importa un carajo nada. Es
el único artista que conocí en mi vida que ni siquiera sabe usar un teléfono.
No sabe ni lo que es la internet… Y ni le importa. Es un genio, es bárbaro…
Bueno, la cuestión es que la parte de Charly García la grabamos en
casete, con mi portaestudio en su casa.
Leandro: Tal cual. Fuimos a la casa de Charly con Joaquín.
Lo grabamos con Charly tirado en la cama. Portaestudio, auriculares, y así
grabó el solo de “Esa Luz”, que después doblamos nosotros en el estudio con
violines y cuerdas. Sin dudas, Charly la rompió. Y al final del tema se puso a
tocar Gershwin, “Rapsodia en Blue”. Increíble.
¿Cómo
hicieron los arreglos de cuerdas en “Piolines”?
Joaquín: Ese
es uno de los temas más progresivos y más locos del disco. Además, es una
canción de amor preciosa, salió muy bien. Uno de los temas más lindos que puedo
reconocer de todos los que hicimos porque tiene lindos momentos musicales… Se fue haciendo muy de a poquito,
jugando con la música; dejando que fluya, sin tener la necesidad de poner
estrofas, estribillo y todas esas cosas que tienen las canciones
convencionales. Dejar que la música fluya es algo que nos salía mucho en
Valeria del Mar. Nos quedábamos toda la noche, comprábamos damajuanas de
vino y fumábamos mucha marihuana, quedando de la cabeza… Ah, me acuerdo que lo
empezamos a tocar, tocar, tocar, tocar hasta que algunos nos empezábamos a
quedar dormidos sentados o acostados. La participación musical terminaba al llegar el estado de ensueño…
algo fantástico. No puede haber nada mejor que tocar hasta que te quedás dormido.
Leandro:
“Piolines” es uno de mis temas favoritos. Los primeros acordes del tema fueron
idea mía. Después el tema fue mutando, pasando
por todos lados… Hasta incluye un fragmento de “Desconfío” de Pappo. Tiene una coda tremenda, me
encanta. Ahora lo estamos tocando de nuevo en la sala de ensayo y flasheo, no
lo puedo creer. Toda esa onda que tiene de música progresiva con mil partes
diferentes.
“Tusam”
es un homenaje a un personaje popular de nuestra infancia…
Joaquín: Claro.
Lo hicimos poco después de su muerte. Bueno, ese es un tema bien loco, ¿no?
Porque es como si fuese una suerte de jazz. Lo que tiene “Tusam” es que habla
de las personas que están hipnotizadas. Cuando se está hipnotizado no se puede
mentir. Entonces, la metáfora
es que, con la muerte de Tusam, la mentira va a terminar
gobernando. También es una crítica existencialista típica del disco.
Joaquín,
antes me decías que este era un disco de amor, sin embargo, también tiene “Más
loca que yo”, una canción cuyo mensaje es todo lo contrario, ¿no?
Joaquín: No
sé porqué sucede eso al final de una relación. El tema habla de una novia mía que estaba más loca que nadie pero, también, es una canción sobre todas las locuras que hace uno por
amor. Todo eso es el amor pero igual vas para adelante.
“Fuera
del mundo” es un tema bien movido…
Joaquín: Estábamos
medio Stone Roses, de ahí sale la
inspiración, creo… Los escuchábamos mucho en esa época. Hay influencias de
muchas cosas pero procesadas por nosotros hacen que no tengan nada que ver con
nada.
¿La
letra de “Miniturismo” de dónde salió? ¿De algún libro, de alguna película?
Joaquín: Es
un cuento para niños, un musicuento basado en una película, creo que se llamaba Atlantis. Era, también, una manera poética de contar una
historia sobre gente que se escapaba del mundo. Y es que en todo el disco se repite ese mensaje: alejarse del mundo…
¿Qué
recordas de “Valeria del mal”?
Leandro:
Ese tema parte de un riff. Tiene una onda y un sampleo de King Tubby al principio. Otro tema hecho en Valeria del Mar.
El
final del disco, con “Siempre Libre II” es apoteósico…
Joaquín: ¡Tremendamente apoteósico! De hecho, tiene timbales, y termina de una forma en
donde parece que la orquesta no quiere parar de tocar.
¿Qué
significa la tapa del disco? ¿Cómo la hicieron?
Leandro: No
tiene ningún significado en particular. No me acuerdo en dónde surgió la idea
de hacerla en el Tigre. Estábamos medios hippies en esa época, quiero decir
hippies en el sentido de que queríamos hacerla fuera de la ciudad. Y el
Tigre era un lugar con mucho verde, así que supongo que vino por ahí la
cosa. Fue una sesión de fotos con Nora
Lezano. Estábamos bastante locos porque habíamos tomado ácido y medio que
se descontroló la cosa. Fue bastante caótico todo. Lo más lindo del arte es el
interior del disco, que es una foto alargadísima con todos nosotros entre los árboles.
Estaría
bueno que se reedite, ¿no?
Joaquín: Eso
no es tan fácil, ya que casi ni se editan cds. Pero ahora salió en Spotify, en
una versión remasterizada. Así que, de alguna forma va a estar…
¿Cómo
lo ven al disco después de 20 años? ¿Qué balance hacen?
Joaquín: Yo
lo veo hermoso, cada día mejor. Realmente. Es un disco que ahora nos toca
celebrarlo y nos encanta volver a tener que tocarlo. La verdad que es un lujo.
Leandro:
Definitivamente, es todo muy positivo. Un disco del que estoy orgulloso. Flasheo tocándolo en los ensayos. Creo que es un álbum que envejeció muy
bien.
Emiliano
Acevedo
FerFonte, ¡en el comentario me refería a esta nota! https://youtu.be/FernT2VcyYU
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