Buenos
Aires no podía dejar de ser una ciudad contemplada en la gira/festejo de La Tabaré Riverock Banda (anche La
Tabaré Milongón Banda), no solo por el amor que le tenemos los que estamos de
este lado del Río de la Plata sino porque hay como un jugo de cocción que nos
mezcla, en el mismo lodo arrabalero, a uruguayos y argentinos. De esta manera, viernes
21 y sábado 22 de agosto fueron las fechas en el Salón Pueyrredón y el domingo
23, en El Galpón de Hurlingham junto a bandas locales.
En
la primera fecha programada, algunos, que no ocultamos la ansiedad, y llegamos
temprano al mítico Salón Pueyrredón.
Un espacio reabierto en abril de este año luego de padecer, como tantos otros universos
under, la embestida de políticas
macristas que tiñen la “gestión cultural” con el pigmento indeleble del
mercado. Un detalle que no es menor y que hace juego con la vuelta de esta
banda de culto, justamente, por su impronta anti-sistema, anti-mainstream,
anti-starsystem. De hecho, el Salón (cuando aún se ubicaba en la calle Pueyrredón)
fue uno de los primeros escenarios argentinos que albergó a Tabaré Taba Rivero (58) y compañía.
En
esta oportunidad, el querido grupo uruguayo nos citó allí, para festejar sus 30
años con el rock. Y sí, señores, justamente, por fuera de todos los cánones y márgenes
que el negocio fue configurando, desde 1985, año en que Taba fundó la banda, y ya
desde su primer long play en el 87’, esto: Sigue
siendo rock and roll.
Antes
que nada actor, Taba, apuestó al rock en el contexto de auge que propició un
renacer artístico post-dictadura. Pero en aquel momento pensaba que iba a ser un
proyecto a corto plazo. “La Tabaré Riverock Banda apoyándose en el humor, en la
diversión por la diversión, en el nihilismo de no creer en nada, y de decir que
todo era una mierda, prendió bien en la gente. Esto último no era exclusivo de
Tabaré: él mismo veía un estilo similar en los Redondos y en Sumo, las dos
famosas bandas del otro lado del Plata, y la revista argentina Cerdos & Peces estaba en una
sintonía semejante, En todos se manifestaba un cierto asco por la sociedad… y
cuando Tabaré lo manifestaba en sus propias canciones provocaba a la gente con
humor y esos funcionaba” (Libro: La Culpa
es mía. Biografía inconclusa de Tabaré Rivero, escrito por Federico
Ivanier)
Y
así, a pesar de los incontables cambios de formación por los que pasaron, el
espíritu de Rivero hizo que está banda siempre suene joven. Hoy, 30 años
después, en la actual formación eso se nota en sus integrantes, grandes
exponentes de su arte, que rondan los veinte y pico: Enzo Spadoni (trombón),
Lucía Lucha Ferreira (voz), Leo
Lacava (guitarra), Martín García (bajo) y Marcelo Lacava (batería).
El
rock vale la pena para este músico que se la jugó entre lo que “hay que hacer”
y lo que uno quiere. En una entrevista que le realizaron en Radio La Tribu el
mismo día de esta primera presentación, Tabaré Rivero, dice: “El rock, en su
totalidad, más allá de lo político, es una música impuesta por los
anglosajones, entonces lo que debía hacer era cuidarme de eso. Pero lo que más
me gustaba hacer era rock. Entonces siempre estuve entre la espada y la pared.
Hasta que al final asumí que la manera de hacer rock es dignificarlo. ¿De qué
manera? Siendo honesto (…) Todo estilo tiene su lado comercial, y lo que yo
quiero rescatar, por lo menos para mí, es tratar de buscar el rock más sincero,
más experimental y volver a la raíz del rock: cortar con lo que todo el mundo
quiere escuchar, hacer algo que de alguna manera incomode. Yo estoy en la
búsqueda de eso. Hoy por hoy, incomodar es a veces un poco absurdo, ya no
incomodamos a nadie con nada pero trato de ser lo más honesto que puedo (…) En
los 80 y parte de los 90 yo quería gritar y volarle la cabeza a todo Uruguay.
Hoy por hoy creo que lo que incomoda es hacer las cosas bien. Si un tipo ensaya
y se esmera por mostrar una música elaborada y respetuosa por el público, eso
molesta porque estamos acostumbrados a la falta de respeto”.
La
última vez que hice fila para ver a la banda fue hace casi 6 años en la puerta de La Trastienda. Hoy, estoy parada delante
de la puerta negra que nos lleva al primer piso de una casona antigua, de un espacio
de participación, donde no solo el público sino también las bandas salen
siempre ganado. Este fue el marco de una verdadera fiesta. Tal vez, porque la
espera fue larguísima, tal vez porque la persona de Taba nuclea un amplio abanico
de expresión artística (canta-actor de puño y letra poeta/dramatúrgico, y una composición
musical audaz, inconforme con la ortodoxia conceptual del rock), lo cierto, es
que la euforia nos unió en una verdadero orgasmo colectivo.
Desde
el primer tema, “Contracrisis (Sociedad Alternativa)”,
donde con voz monocorde y potente gritamos “Viva, viva, viva la sociedad
alternativa”, se respiraba una atmósfera de sincero encuentro.
Después
vinieron algunos (¡es que son muchos!) de los temas más importantes:
“Crua chan”
Aunque
Taba aclara que este tema lo hacía aún antes de cruzar el charco, puede ser
considerado una especie de homenaje a los argentinos, porque Luca, casi que terminó
siéndolo, y porque la versión en
español, de La Tabaré, nos permite gritar con más fuerza “Somos la mugre de
Escocia/somos tus ratas joven Crua Chan”. Este sí, que fue un momento de máxima
liberación.
Lucha Ferreira se lució en estas dos
canciones viscerales, de trinchera, de libertad y agobio, donde la fémina
desesperación hace hormonal hasta al varón más varonil. Impecable es su dicción
y entonación, potente, en el duelo con la electricidad de la viola; brillante y
fresca, en su performance solista, Lucía cosechó el aplauso caluroso de todos
los presentes.
“El kafkarudo”
Un
clásico, entre muchos, mezcla rara de ska y último tango, que saltamos con
gusto, y en el que la marea humana nos oleó metamorfoseándonos, como en el
relato de Kafka, de Gregorio Samsa, figura de la experiencia individualista, a
una comunión corporal de mil patas, sudores, voces y brazos ondulantes.
“Las raíces
desteñidas”
Cuando
vuelven para el primer bis, ganamos la pulseada y Taba, aunque pareció que no
lo tenía en sus planes, tuvo que arrancar con “Las raíces”. Una canción que
quizá sea la que más explica nuestra hermandad argento-charrúa. Y entonces,
cantamos este malambete eléctrico: “¿Cuál será nuestra cultura?/ ¿Cuál será
nuestra cultura si fuimos colonizados?/Somos nietos de emigrados/hijos de una
dictadura/es decir: somos basura/sin futuro ni pasado”.
No
podía faltar, la que considero, la canción del flâneur baudeleriano, “caballero que pasea por las calles de la
ciudad”, y que Walter Benjamin utilizó para explicar al espectador moderno de
las grandes metrópolis. En esa actitud de vagar por las calles sin rumbo ni
objetivo se hace evidente la apertura a las vicisitudes imprevistas. Así, como
la ciudad se intuye, se deconstruye y se
vuelve a construir a través de “La alegría de los vagabundos/que traspasan este
mundo/ sin entrar en el/los inútiles si referencia/los de sin buena presencia
como yo/los que detestamos el cuartel”
Tanto
en este tema y en “Caos en R.O.U”,
la banda se banca el silencio en un recital (!) Es decir, hacen literalmente una
pausa y quedan como detenidos en el
tiempo. Este “juego” propuesto desde el escenario – que se podría asemejar al gesto vanguardista
de la pieza 4′33″, de John Cage - no solo mide al público sino a ellos mismos.
Porque es impredecible saber cuánto durará ese silencio, ni cuánto se soportará.
Pero sucede, y desde hace años, luego de los primeros segundos de incomodidad, es
llenado por nuestra arenga maradoniana: “Olé, olé, olé, La Tabaré”
“Putrefashion”
Como
en otras oportunidades la velada se cierra con esta canción “Porque todo debe tener un final”. Luego, de dos horas, con un mínimo break de 10
minutos, en las que estos artistas dieron todo de sí para que nosotros, en
cambio, quedáramos repletos de energía, coreamos nuestro más grande
presentimiento: “Hay una forma mejor de vivir/ Hay, la estamos buscando/Hay un
futuro para compartir/Hay, lo estamos buscando”.
Para
ir cerrando e intentar explicar la textura de esta experiencia me permito
transcribir íntegra una de las más certeras Misceláneas de Rivero, donde nos
declara lo que podemos definir como la verdad más verdadera, la suya. Y en todos
estos años pude dar fe de ello:
Juro haber transitado
el pentagrama, sin la mínima noción de semifusas ni confusas corcheas, ni de
claves; la mano vino de rock, habiendo podido ser sólo de rabia; con los
parlantes al mango y nuestro desencajado corazón a ritmo, el amor crudo y las
caricias, viceversa; pegando un cambio porque había que pegar, sobre el tambor
percutiendo la cabeza, y ese aburridísimo _reef_ que se repite; lo demás fue de
esperanza, de balas como notas desquiciadas, bemoles en pos de justicia,
explosivas redondas terroristas, insumisas notas haciéndolo todo, y la canción
en guardia. Así hubo que pararse en los pedales como acróbatas del ruido,
tratando de turbodistorcionar la vida, buscando otra vez el codo a codo en un
síndrome de pogo solitario; lo demás fue de esperanza, una especie de fe ciega
en el nihilismo, un NO gigante a las costumbres, un NO gritado, un NO bien
decidido, un desafinado ¡NO!, y desencajado de las reglas que como canciones,
NO, y la canción en guardia. Se nos pasaron los acordes como relojes en años,
mutando modas, ritmos y enemigos entre silencios de negra y algún que otro
balazo, y la canción subsiste. Siempre habrá un guerrillero de guitarra por
cada verso vencido, y su cantor, suicidado, negociado. . . Siempre quedará un
poema haciendo peso plomo en la balanza.
Finalmente,
aunque sea difícil entender una experiencia ajena, déjenme decirles que de
vuelta a casa, con las vibraciones aún en el cuerpo y la mirada perdida por la
ciudad pensé que mientras haya artistas como estos “la magia va por acá”.
Fotos del show: Diego Pintos
Lista de temas, show del viernes 21-08:
Lista de temas, show del viernes 21-08:
Sigue siendo
Rocanrol (1987)
El
tacho de basura
MonTELEvideo
me mata.
Poema
desde el ascensor
Rocanroll del
arrabal (1989)
Excepto
Placeres del
Sadomusiquismo (1992)
Fixionario
La
raíces desteñidas
Apunten…Fuego
(1994)
Contracrisis
(Sociedad Alternativa)
Yoganarquía (1997)
Caos
en R.O.U
Espantapájaros
Alegris
Apología
de los vagos
Ojalá
Fuckin’
soneto
Lulú
me dijo
Putrefashion
Sopita de Gansos
(2002)
La
enemistad
Flan
del rock
Golpe
de suerte/Platinada
Chapa - pintura -
lifting (2006)
El
Kafkarudo
Zona
(Lucía)
El
tacho
Crua
chan (Sumo)
Epitafio
(anteúltima canción) Volvió he hizo las raíces y Putrefashion
Cabarute (2008)
Zooledades
– de la Sinphoneta infinita
¡Estoy
bien!
Qué revienten los
artistas (2014)
Tuercas
nada
Aquel
cuplé
Silvia Tapia
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