Ilustración: Ariel Tenorio (http://ccelrock.blogspot.com.ar) |
Mil novecientos sesenta y ocho fue el año
de las revueltas estudiantiles. Aquellas que sacudieron al París de De Gaulle
con su “imaginación al poder”, pero también las que tuvieron lugar en
México DF y que terminaron desencadenando una violenta represión estatal
durante la tristemente célebre Matanza de Tlatelolco. Por supuesto, también estuvo
la Primavera de Praga, rápidamente aplastada por los tanques de guerra rusos.
La guerra de Vietnam se volvía cada vez más sangrienta, mientras que en EEUU
eran asesinados Bobby Kennedy y Martin Luther King, antes de que el conservador
Nixon fuera elegido presidente. En la Argentina de facto gobernada por Onganía,
moría John William Cooke; mientras que el cine mundial se conmovía con el estreno de
2001: Odisea del Espacio, el inmortal film de ciencia ficción niezcheriano del genial Stanley
Kubrick. En el mundo de la música rock se separaba Cream, los Rolling Stones editaban Beggar’s
Banquet y los Beatles,
luego de su estadía en la India, volvían con una mochila repleta de canciones
que verían la luz en el magnífico doble homónimo del grupo, el popularmente conocido como White Album.
Pero no serían los fab four los
únicos que editarían un álbum doble en aquellos afiebrados días. Del otro lado
del Atlántico, Jimi Hendrix, cansado de ser considerado -por gran parte del público y la
crítica- tan sólo un fenómeno psicodélico, debido a su pop circense de guitarras llameantes y trucos variados, estaba a punto de
realizar uno de los discos más monumentales de la historia del rock: Electric Ladyland. Una producción
repleta de hallazgos experimentales, sonidos 3D que jugaban con la dinámica del
estéreo, improvisaciones tormentosas y climas variados. Grabado en los estudios
Record Plant de Nueva York, éste también sería el último álbum en estudio que
el guitarrista editaría en vida. Por otra parte constituyó el punto final del
trío que Hendrix formaba junto
al bajista Noel Redding y el
baterista Mitch Mitchell, The
Jimi Hendrix Experience. La separación final se daría a principios de 1969,
debido a las continuas peleas que Hendrix
tenía con Redding, y
también en parte debido al creciente interés de Jimi por trabajar con otros
músicos en su afán de improvisar hasta llegar a niveles musicales
insospechados.
Electric Ladyland comenzaba con “…And
the Gods Made Love”, un corto tema instrumental con nombre cuasi mitológico, realizado
a partir de efectos sonoros, ruidos y feedbacks.
El segundo corte del álbum era “Have You Ever Been (To Electric Ladyland)”, una
hermosa y sutil canción que empalmaba
con la frenética y desaforada “Crosstown Traffic”, sin lugar a dudas, uno de
los mayores clásicos de toda la carrera del guitarrista. Luego, en “Voodoo
Chile”, Hendrix realizaba una atractiva y extensa improvisación blusera
de más de diez minutos en donde participaban músicos invitados de lujo como Stevie
Winwood (de Traffic) en órgano y Jack Cassidy (de Jefferson
Airplane) en bajo. Así terminaba el lado uno del primer vinilo de Electric
Ladyland.
El lado dos se abría con “Little Miss
Strange”, un tema compuesto -y cantado- por Noel Redding, que el bajista
grabó junto a Mitch Mitchell, durante uno de los faltazos de Hendrix al
estudio de grabación. Más tarde Jimi le pondría una potente línea de guitarra
con sus clásicos furibundos solos. Esta canción, a pesar de su simpleza, era muy
interesante y no desentonaba con el resto del material.“Long Hot Summer Night” constituía otro
gran momento de Hendrix con sus guitarrazos típicos; mientras que en “Come
On” la Experience realizaba un muy buen cover del clásico tema de Earl
King. Así llegamos a “Gypsy Eye”, una imponente canción de claro sonido Hendrix,
en donde el guitarrista insinuaba lo que sería su labor posterior en la Band
of Gypsys (su posterior proyecto musical junto a Billy Cox y Buddy
Miles). A continuación llegaba el cierre de este primer vinilo de Electric
Ladyland con “Burning of the Midnight Lamp”, un impresionante temazo psicodélico
en donde encontrábamos una mortal combinación de reverberación sónica además de
un par de coros tremebundos que se mixturan con el magistral uso de Hendrix de
su clásica pedalera Wha-Wha Vox y
el sonido demencial de un clavicordio, que generaba una atmósfera musical única.
Escuchándola, se hace difícil poder creer que semejante canción haya podido ser
grabada hace más de cuarenta y cinco años. Inclusive, Hendrix era tan grande que se daba el
gusto de tocar este temazo en vivo, mientras que otros artistas rockeros de la época
se exiliaban de los escenarios por no poder reproducir en sus conciertos lo que
grababan en sus discos de estudio.
Una prueba más del descaro musical de Hendrix
es la versión de “Burning of the Midnight Lamp” que aparecía en el
compilado Live at the BBC. Sí, tocada en vivo en la radio, pero ¡en
1967!, un año antes de la versión de estudio. Otra razón más como para pensar que este tipo
era un extraterrestre. Y es que Hendrix deslumbró a todo el mundo, desde el primer día en que aterrizó en Londres, la
capital indiscutida del rock en los ‘60. Toda la primera división de los
músicos ingleses lo admiraba. Personajes como Paul McCartney, Eric
Clapton, Brian Jones, Jeff Beck o Pete Townshend lo
elogiaban sin parar. Otros, como Mick Jagger, envidiaban su carisma y
sensualidad escénica. Nadie daba crédito a lo que veía. Sin lugar a dudas, Hendrix
fue el primer negro pop. Eclipsó a gran parte de la escena musical
de aquella época, ganándole a los blancos en su propio terreno. Nadie entendía
nada…
Porque, ¿de dónde había salido este negro, zurdo e insolente, que
extraía los más insólitos sonidos de su guitarra?
La misma pregunta que nos podemos hacer
mientras escuchamos “Rainy Day, Dream Away”, una canción imponente en la que Hendrix
empezaba a plasmar la idea conceptual de la primera mitad del segundo vinilo de
este álbum doble. Mientras que en el último tema del primer disco el personaje
protagonista se encontraba "quemando la lámpara nocturna", aquí ya
comienza a quedarse dormido y empieza a sumergirse en ese mundo subacuático
de ensueño de “1983 (A Merman I Should Turn to Be”). Así comenzaba esta fantasía
que tenía lugar en el fondo del mar. Jimi sueña con que es un tritón
(una criatura mitad hombre, mitad pez). En esta fantástica historia sobre una
ciudad símil Atlántida, Hendrix daba forma a su concepto acerca de hacer
música “bajo el agua”, o, mejor, de sonar como si estuviera sumergido. Un
concepto ya vislumbrado en “La Música Acuática” del compositor barroco Händel,
durante el siglo XVIII, y
que obsesionaba al guitarrista mestizo. No por nada, poco después de grabar
este disco, Hendrix comenzaría la instalación de su propio estudio de grabación Electric Lady, el cual está ubicado por encima del río Hudson en Nueva
York. “De allí su famoso sonido”, como dijo alguna vez Charly García, refiriéndose acerca de esta mitológica sala de grabación, en donde se grabaron
discos legendarios como Horses de Pattie Smith,
Sandinista
de los Clash y Songs
in A Minor de Alicia Keys. Por supuesto, el propio García también
se daría el gusto de grabar en Electric Lady su exitosísimo Clics Modernos
en un 1983, paradójicamente, bastante diferente al imaginado 15 años antes por Hendrix.
Ironía del destino, Jimi casi ni tuvo tiempo de disfrutar de su estudio
de grabación -que le había costado un dineral-, ya que moriría pocas semanas
después de su inauguración.
Siguiendo con esta recorrida de Electric
Ladyland es momento de referirnos a “Moon, Turn the Tides”, un
tema con ruidos de campanas acuáticas, marítimas y terrestres; las cuales iban
“despertando” al protagonista de esta fantasía onírica. Este era el final del
lado uno del segundo vinilo de esta obra. Ya de vuelta en la actividad diurna,
la última parte de este álbum doble arrancaba con “Still Raining, Still
Dreaming”. Aquí teníamos nuevamente a Hendrix dando cátedra de wha
wha, mientras hacía estallar el leitmotiv inicial de este tramo conceptual del disco, con una fusión con clara reminiscencia jazzera. Así llegamos a “House
Burning Down”, en donde Jimi realizaba experimentos polirrítmicos,
rompiendo con el tradicional 4/4 rockero, para terminar derivando en un
insólito 2/4 que sonaba casi tanguero (!) Lo seguía “All Along the Watchtower”,
una canción que era de Bob Dylan hasta que Hendrix se
la apropiara aquí con esta versión inmortal en donde realizaría uno de los
solos de guitarra más espectaculares de la historia del rock. Pero, como si
todo lo precedente no fuera suficiente, este álbum doble culminaba con “Voodoo
Child”, un apasionante tour de force embrujado hecho canción que recorría varias
de las antiguas tradiciones rituales de hechicería africanas. Este tema contenía
además uno de los riffs de guitarra más famosos del universo. ¿Existirá algún
fanático del rock que no conozca los primeros compases de esta canción?
Difícil…
Punto final para este disco de otro planeta
que noqueó a propios y extraños. Y como si su contenido musical no fuera más que elocuente, tampoco iba a ser fácil de olvidar la ahora icónica tapa de la
edición británica de Electric Ladyland, que traía una
foto con una veintena de mujeres desnudas, varias de las cuales aceptaron a
posar creyendo que iban a conocer en persona al astro de la guitarra. Sin
embargo, Jimi odió esta tapa escandalosa, que puso colorado a más de un
alma puritana en aquellos días, en los cuales aún se creía que los discos de
rock podían ser revulsivas obras de arte.
Emiliano
Acevedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario