martes, 3 de octubre de 2017

DESDE EL ALMA: LA VOZ Y EL ARTE DE DEBORAH DIXON



Aunque parezca que llegó a la música casi sin quererlo, el canto fue siempre lo suyo. De ahí que tenga esa voz que la hace inconfundible. Ya sea cantando sola o acompañando a otros artistas, Deborah Dixon es siempre sinónimo de calidad y amor por brindar lo mejor que tiene. Haciendo versiones de jazz, blues -alma soulera también-, da cátedra de sobriedad, pasión y buen gusto, cada vez que canta, y por eso se convirtió en una de las mejores intérpretes de nuestro país, e, inevitablemente, una de las vocalistas más codiciadas y reconocidas por muchos colegas, que siempre la invitan a participar de sus trabajos.

Esta es la historia de una profesora de francés, que un día vino desde su Costa Rica natal, a vivir con su esposo argentino a nuestro país, y ya forma parte de nuestra cultura, de lo mejor de nuestra música popular. Desde aquellos primeros años en la década del 90, cuando comenzó, formando parte de las inolvidables Blacanblus –junto a Viviana Scaliza, Cristina Dall y Mona Freiman-, hasta la actualidad, en donde sigue a full, cantando y dando clases, enseñando un poco de su arte musical.

Tuvimos el placer de conocer a Deborah, no hace mucho, un lunes al mediodía, y nos fuimos a tomar un café con ella, a un barcito de las Cañitas, en Palermo, su barrio, y así charlar distendidamente sobre su carrera, sus sueños ya concretados y los que vendrán… Pasado, presente y futuro de esta artista única, resumidos en esta nota.


ENTREVISTA: ¿De chiquita ya te gustaba la música, y cantar?
Sí, pero no tenía una clara definición acerca de que eso era lo que iba a hacer más adelante. En mi casa siempre se escuchó mucha música, de todo un poco, jazz, etc.… Yo soy de Costa Rica, y ahí se escucha mucha música norteamericana, pero a su vez, también, música latina, a eso sumale los gustos particulares de mis padres; así que era una linda mezcla. Obviamente, luego comencé a comprarme mis primeros discos, y empecé con Jimi Hendrix. Después, me puse a cantar en guitarreadas en el colegio, pero nunca pensando en hacerlo profesionalmente, sino tipo hobby. Es más, empecé cantando canciones de protesta latinoamericanas, cualquier cosa… Pero cuando vine a la Argentina, me dieron ganas de hacer algo con eso, porque la gente que me conocía siempre me había alentado a que cantara, pero hasta ahí nunca les había dado bola…

¿Y en qué momento te animas a largarte a cantar?
Como mi marido es argentino, me vine a vivir a Argentina en 1984, y en el 90 decidí tomar clases de canto negro, y ahí conocí a las chicas con las que más adelante formaríamos las Blacanblus.

El grupo se formó rápidamente…
Así es, el debut como grupo fue en el 92 –si no recuerdo mal-, con Luis Robinson, en un boliche –que ya no existe más- que estaba en Córdoba y 9 de Julio y se llamaba The Loft. Ese fue nuestro primer concierto como Blacanblus; antes, habíamos incursionado haciendo (a fines del 91) un par de experiencias musicales con varios de los músicos de La Mississippi, tocando en un sótano en donde normalmente se hacían conciertos de tango. Así que La Mississippi –por medio de Luis Robinson- fueron nuestros padrinos musicales ya que con ellos, por primera vez, tocamos en frente a un público, haciendo un par de temas góspel, que no sabíamos cómo iban a ser recibidos pero por suerte a la gente le encantó. Luego, nos escuchó Pappo, le gustamos, y nos llevó a Obras…

¿Cómo fue eso?
Pappo era un divino, aparte estaba loco… (risas) Nos quería mucho, nos trató siempre bárbaro, y nosotras adorábamos trabajar junto a él. A mí me dolió muchísimo su muerte, me acuerdo que me avisó mi hija, contándome lo que había pasado, mientras yo estaba de vacaciones. Ahí empecé a acordarme de cosas que viví con él. Siempre me acuerdo mucho de una anécdota, de las primeras épocas que tocamos juntos. Un día que fuimos a ensayar, y él estaba acostado, con gripe; y mientras la mamá le llevaba un tecito, las cuatro –alrededor de él- nos quedamos sentadas en la cama, ensayando, trabajando nuevos temas para hacer juntos. Pappo era amoroso, por eso momentos como ese no me los voy a olvidar nunca… Qué sé yo, tengo millones de anécdotas, como lo de Obras, cuando nos presentó por primera vez. Pappo después nos contó, como fue que se enteró de nosotras, por medio de una novia que tenía que siempre le rompía las pelotas, insistiéndole acerca de unas chicas que cantaban, hasta que logró que escuchara nuestro disco, y le encantó, por eso nos llamó. En ese primer Obras, junto a él, hicimos dos o tres spirituals. Me acuerdo de que, antes de eso, paró el concierto, y le dijo a la gente: “Bueno, ahora voy a presentar a unas chicas, que me hicieron llorar” Como diciéndoles, presten atención, y nadie se vaya a zarpar porque los mato… (más risas)

DE TONO NEGRO Y AZUL

Ahí llegan a la grabación del primer disco (Cuatro Mujeres y un Maldito Piano, 1994)…
Sí, también se dio muy rápido, y ahí nos ayudó mucho la Negra Poli (de los Redonditos), ella nos había visto en un recital de La Mississippi, y le gustó mucho lo que hacíamos, así que se convirtió en nuestra consejera y nos presenta a Gustavo Gauvry (de El Cielito Records). Con él hicimos nuestro primer disco, con una mitad del material en castellano y la otra en inglés, y fue un boom. Esto fue así porque, primero, no había un grupo así en Argentina, y segundo, le dieron muchísima manija todos en la Rock & Pop: Bobby Flores, el Ruso VereaBobby, incluso, nos puso en la cortina de (su programa) Guardias a Mí.

También coincidieron con el boom del blues
Tal cual, tuvimos esa suerte, también. Se conjugaron las dos cosas: por un lado, lo novedoso de nuestra propuesta, sumado a un entorno que favorecía nuestro desarrollo musical.

Después llega el segundo disco del grupo (Rituales, 1997), ya saliendo de ese auge del blues. ¿Cómo lo vivieron?
Bueno, ese segundo disco –con la producción de Alfredo Toth- salió con bombos y platillos, ya que la compañía gastó muchísimo dinero en esa grabación, y yo creo que es un álbum espectacular, pero no tuvo tanta repercusión. Me parece que se debió a que coincidió con una época de crisis del país y, además, nuestro grupo no era una cosa dedicada a un determinado target, no era un producto marketinero, para nada. Lo nuestro siempre se basó en el boca en boca, incluso, nosotras pegamos los carteles, los afiches en la calle… Creo que la compañía no le dio el suficiente apoyo, a nivel publicidad, y la crisis económica –que ya se avizoraba- nos tiró para abajo. Tampoco pudimos acceder a poder difundir lo nuestro internacionalmente. Después hicimos un disco en vivo (en 1998), pero no alcanzó… Así que, en fin, a pesar de grabar, luego, otro disco que está buenísimo (Suena en Mí, 2005) –como trío, después de que se fue Mona-, creo que toda la suerte que tuvimos al principio, después se diluyó. Quizás hubiésemos precisado tener algún manager groso, porque nosotras hacíamos todo a pulmón, hicimos lo que podíamos –y nos fue bastante bien-, pero, en esto siempre necesitás la mano de alguien que esté todo el tiempo craneando que hacer, donde y como.
Bueno, viste que ahora está la moda de los grupos que vuelven, por eso hasta en Facebook se forman grupos de fans pidiéndonos que nos juntemos. Creo que la gente jamás se olvidó de nosotras, y en especial de nuestro primer disco que gustó muchísimo; y por eso piden que volvamos. A mí me encantaba, y me sigue gustando, lo que hacíamos, por eso, si algún día se da una reunión del grupo, seguro que sería una gran emoción para todas nosotras, pero eso no es algo acerca de lo que estemos pensando ni tampoco especulando

Se podría dar, con el tiempo, de una manera natural…
Y… Eso nunca se sabe, nosotras nos llevamos muy bien, ahora que cada una está en lo suyo. Aparte, en su momento, cuando nos separamos –luego de estar como 15 años juntas- hubo como una necesidad de respirar y hacer, cada una, algo diferente. Yo siempre fui de salir del grupo y hacer colaboraciones, etcétera; pero quizás la Negra (Cristina Dall, que es la autora de la mayoría de las canciones), por ahí, veía un poquito reducida su parte creativa, compositiva, porque ella estaba circunscripta a lo que era el material de nuestro grupo y su estilo.

Componía en base al grupo…
Claro, ella venía y te decía: “Este tema lo hice pensando en vos, es para vos…” Obvio, que después lo trabajábamos entre todas, pero creo que ella necesitaba su propio espectro musical para explotar su creatividad sola. Creo que ahora ella ya está amigada con eso y sabe que puede hacer lo que quiera; porque es una diosa, una divina muy grosa. Y las demás, cada una de nosotras, estamos buscando nuestro camino… Nadie reniega de lo que hicimos, porque, claro, todos nos conocen por lo que hicimos en Las Blancablus.

TODO DE MÍ

¿Cómo es colaborar con otros músicos?
Como te decía, eso se me empezó a dar estando aun en el grupo. Desde ese momento, ya elegíamos con que artista colaborar, porque si no corríamos el riesgo de convertirnos en “el coro de todo el mundo”, y eso no nos interesaba. Yo siempre tuve la suerte de que me llamara mucha gente para participar de sus discos –no solo haciendo coros, sino también como artista invitada-, en trabajos muy variadas en lo estilístico, y eso es algo que me gusta mucho porque no me gusta encasillarme. Por ejemplo, grabar con el Indio Solari, porque me encanta lo que hace y tiene muy buena onda, por eso es muy groso conocerlo y participar en lo que hace. Así como mucha gente –con la que colaboro-, de la que nunca olvidaré que alguna vez me ayudó, y por eso está muy bueno ser agradecida con ellos…

¿Cómo fue esa colaboración con el Indio?
De movida, él te dice exactamente lo que quiere que hagas. Una vez que sacó lo que esperaba, ahí sí te dice: “Hacé lo que quieras”. En un tema como “La Piba del Blockbuster”, él elige las tomas que le parecen mejores, o las mezclas que quiere hacer; y en lo que tiene que ver con los coros puntuales, te hace laburar hasta que obtiene la sonoridad que está buscando. El Indio es un tipo que la tiene clarísima, y el trabajar así (como lo hace él) está buenísimo, porque, aunque a mí me encanta improvisar -y lo hago siempre-, me encanta que me dirijan para hacer un trabajo específico, porque si no pasa lo que ocurre en un montón de grabaciones, en las cuales termina sonando todo igual…

Ahora estás trabajando con Patán Vidal…
Entre un montón de proyectos… Sí, con Patán, nos presentamos a dúo o con una banda que armamos, en la que incluimos batería, guitarra. A veces, tocan con nosotros Baltasar Comotto en guitarra y Gustavo Cámara en saxo; prácticamente siempre está Mauro Cevielo en bajo, y a veces nos acompaña mi hijo Alejandro en batería, o El Bolsa (Gustavo González). Con este grupo tocamos en el Festival de jazz que se hizo en La Recoleta (en donde fuimos el único grupo que hizo blues), y estuvo buenísimo. También trabajo con Willy Crook, en su banda; y suelo colaborar bastante con Dancing Mood y con un pianista de jazz muy groso que se llama Ángel Sucheras. Me invitan de muchos lados. Aparte doy clases de canto, así que tengo mucha actividad, por suerte… 

Deborah y Angel Sucheras


¿Qué cantantes femeninas te gustan?
De acá, amo a Celeste Carballo, Claudita Puyó... En tango, a la única que conozco y me gusta es Adriana Varela; y también hay en el folklore mucha gente que hace cosas buenísimas, aunque no conozco sus nombres porque no soy una especialista en ese género. Hay una chica rosarina que se llama Sandra Corizzo, y es una talentosísima pianista y cantante. En el jazz, me encanta Barbie Martínez, una pendejita que se canta la vida; y me gusta mucho Paula Shocron, también. Y amo a Roxana Amed. Ella tiene un estilo distinto, hace de todo y todo bien; Roxana tiene una voz y una onda increíble. De afuera me gusta Amy Winehouse, en donde también era casi una copia de Billy Holiday-, me encantaba todo lo que hacía, tenía una onda buenísima para hacer soul. Joss Stone me gustaba mucho –en especial en su primer disco- pero luego medio que me aburrió. Por otro lado, me gustan mucho Erykah Badu, Beyoncé; y, obvio, Aretha Franklin… Y también Diana Krall, que, aunque no posee una voz enorme, tiene un swing para tocar el piano y cantar de una forma mortal; y Alicia Keys y Sandra Wilson también me fascinan…

¿Cuáles son tus proyectos actuales?
Tengo varias posibilidades hacia dónde dirigirme artísticamente, puedo hacer un disco de blues, de jazz, un disco con temas en castellano… Todo el mundo me insiste en que haga tal cosa o tal otra, pero ahora me calmé un poco porque si me la paso dándole bola a todos los que me aconsejan me pongo loca. Me pasa que mucha gente se me acerca en los shows y me preguntan si tengo editado un disco mío, y no hay nada. Por eso sé que tengo que hacer un disco solista, y también lo deseo, porque no quiero pasar y no dejar una huella, un registro mío; aunque el disco como formato se haya devaluado tanto en los últimos tiempos. Creo que seguramente sería una producción que incluya blues, soul, alguna cosa del jazz, funk; toda esa mezcla, y después que salga lo que quiera…

¿Te gustaría hacerlo sola o con banda?
Me gustaría hacerlo con banda, aunque hay algunas cosas que me gustaría hacer, a dúo, con Patán, solos.

Siempre versiones…
Sí, porque yo no tengo temas míos, y Patán tampoco. A veces, él se sienta al piano y toca algunas cosas propias buenísimas, y yo le digo “grabalas, por favor…” Yo he compuesto en Las Blancanblus algunas cosas, un par de temitas, pero eso no era lo mío. Por ahí, musicalmente, me gusta componer, pero no sé cómo escribir letras, si me sale algo se da porque sí. Por eso, de grabar algo, tendrían que ser versiones de temas de otros, esa es mi idea.

(Esta entrevista se realizó en agosto de 2011. En octubre de 2012 editó un disco a dúo con el pianista Ángel Sucheras, registrado en vivo.)

Emiliano Acevedo y Leandro Ruano

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