Mil novecientos setenta fue el año bisagra en la
historia del rock. Se acababan los queridos sesenta y empezaban a florecer los
diferentes grupos y estilos que poblarían a los setenta, la década más ecléctica
y prolifera de este género musical. Por si fuera poco, los Beatles se
separaban, en medio de esta vorágine creativa, social y cultural que se negaba
a detenerse. En la Argentina, el rock estaba dando sus primeros pasos, y será
en ese mismo año que nace una publicación que pasará a la historia: Pelo. En el primer número de esta mítica
revista apareció esta curiosa, entretenida e histórica entrevista a Los Gatos
que les compartimos hoy en nuestra sección Deciamos
Ayer…
LOS GATOS ESTÁN CANSADOS
Ellos
repiten lo mismo cada vez que se encuentran con gente amiga: “Hace tiempo que estamos luchando contra
distintas cosas que, al final, siempre son las mismas con distinto rótulo: el
prejuicio, la crítica ligera para cualquier cambio de mentalidad”.
Es
cierto, Los Gatos están cansados.
Cinco años atrás, cuando se iniciaron como Los
Gatos Salvajes, eran perseguidos porque usaban el pelo largo “como maricones”.
Los dudosos censores de la música nacional no comprendían “como estos cinco
locos pueden hacer música beat en castellano: ¿A dónde quieren ir?”.
Cuando
tuvieron éxito, y dejaron de vivir en hoteluchos de mala muerte y empezaron a
comer dos veces al día, corrían rumores de que gastaban fortunas en hoteles
lujosos, en excéntricos viajes en remise y que se permitían los caprichos más
delirantes. En septiembre de 1968 cuando viajaron, especialmente invitados al
Festival de Rio, arremetieron nuevamente los juicios: ¿quiénes eran ellos para
representar a la música nacional? (Un año después la Argentina era representada
en el mismo festival por Luis Aguilé:
un argentino que vive hace cinco años en España y que canta con un falso,
molesto, acento centroamericano).
En
febrero de 1969 decidieron separarse. Cuatro de los integrantes viajaron a
Estados Unidos. Nuevamente las críticas: “Claro, de esa manera agradecen el
éxito que les dio el público argentino: seguro se van a morir de hambre”.
Ahora
Los Gatos hace aproximadamente sesenta días que están nuevamente en Buenos
Aires, haciendo música para todo ese público que los consagró.
Pero
no importa. Los juicios siguen: “Vinieron –dicen- porque allá no pasaba nada y
Litto Nebbia se daba cuenta de que no podía estar solo”. “Eso no es nada
–suelen completar los detractores- se juntaron para hacer plata de los
carnavales y después vuelven a hacer el mismo chiste de la separación”.
Por
eso están cansados Los Gatos, porque desde hace muchos años, cuando ni siquiera
eran los que hoy son, todos criticaron sus actitudes y decisiones. Pocos, en
cambio, fueron los capaces (o capacitados) como para verter una opinión sobre
la música que producían.
Quizás
(muy quizás) gran parte de lo que aseguraron siempre los anti tuvo algo de
verídico. Más aún ¿y si lo fuera qué? ¿O acaso Los Gatos no produjeron cosas
importantes para la música nacional?
La
redacción de Pelo conversó hace algunas semanas, sobre estos temas con los
cinco integrantes del conjunto originalmente rosarino. Por primera vez Los
Gatos se disponen a responder muchas acusaciones. Con una aclaración previa: “Nosotros somos músicos y solo nos interesa
eso, del resto que digan lo que quieran”.
ENTREVISTA> Algunos periodistas, unos cuantos productores y varios músicos, dejaron
trascender opiniones no demasiado favorables para el conjunto después de
presenciar los primeros recitales. ¿Qué motivos creen ustedes que pueden haber
tenido?
Litto Nebbia: Es
muy fácil: cuando un artista es realmente eso y actúa o hace música (que es
nuestro caso) se muestra al desnudo en el escenario, porque brinda todo de sí,
virtudes y defectos. De esa manera nos exponemos sin tapujos a la crítica, pero
ojo: también tenemos el derecho de criticar.
¿Por
qué no utilizás ese derecho?
Litto: Qué
sé yo, no interesa; para qué vamos a hacer lo mismo que el resto, además…
Ciro Fogliatta: No.
No es así, Litto. Hace tiempo que estamos aceptando cosas que no son justas ni
reales. Es hora de que empecemos a aclarar las cosas nosotros mismos.
Alfredo Toth: Tiene
razón, el otro día vino un tipo del que no quiero dar el nombre, a un ensayo
nuestro. Escuchó algunas canciones y dijo: “Yo
creí que ustedes, después de la separación, tenían cosas más importantes que
decir…” y se fue.
Litto: ¿Qué
es lo importante? Estoy seguro que es una persona que ni está enterado de lo
que nosotros pretendemos como músicos. ¿Pero qué esperaban? ¿Qué después de
ocho o nueve meses de separación hiciéramos algo genial o nunca visto? No,
nosotros seguimos siendo los mismos de antes. Aprendimos mucho en este tiempo,
pero nuestra evolución es medida, lógica.
Ciro: Por
ejemplo, ahora que hay tres o cuatro conjuntos que hacen camelo con el
distorsionador y la guitarra ya dicen que nosotros hacemos música comercial,
pero…
Vayamos
por partes. ¿Qué problema hay si ustedes hacen música comercial?
Oscar Moro: Es
una pavada que ya se viene repitiendo con mucha gente, no solo con nosotros.
Todo es música comercial desde el momento en que el disco sale de una grabadora
y se vende.
Litto: La
música comercial no existe; hay buena y mala música y se acabó.
Ciro: El
problema está muchas veces en el público, que no puede diferenciar bien las
cosas que realmente tienen calidad. La mayoría de los programas de radio, a mi
juicio, pasan música mala, nacional y extranjera, entonces no hay posibilidades
de comparar. Y el público consume una sola cosa, lo que hay; eso es lo bueno
para ellos.
¿Y
ustedes que música hacen, mala o buena?
Litto: Seguramente
vas a pensar que siempre responderíamos que es buena. Sin embargo no es tan
así. Yo como compositor y ellos como músicos creo que hasta el momento no nos
arrepentimos de ningún tema que grabamos o interpretamos en vivo, pero
consideramos que nos fuimos superando con el tiempo y que algunas canciones
están mejor hechas que otras.
Tomemos
el caso de “La Balsa”, a pesar de que el público la pedía a gritos. Y te
explico por qué: nosotros tenemos otros temas que consideramos tan buenos (o
mejor) que los que llegaron a ser hits, y queremos mostrarle al público cuáles
son, que arreglos tienen y con qué ganas los tocamos.
Pappo: Yo
mucho no puedo opinar porque para ese momento ni soñaba con integrarme a Los
Gatos, pero lo que ocurre es que el público prefiere el tema que escuchó en la
radio y el que bailó el domingo pasado, y entonces identifica al conjunto con
eso; y es difícil demostrarle a la gente que un conjunto tiene algo más de dos
o tres éxitos para tocar.
Si
ustedes tienen todos esos problemas, críticas irreales, incomunicación con el
público, rótulos falsos para la música que hacen ¿para qué volvieron a unirse?
Ciro: Principalmente
porque confiamos en una pequeña parte del público argentino que sabe, y
comparte, lo que nosotros queremos. Quizás sea una minoría, pero eso no nos
interesa. Cuando empezamos los que nos escuchaban eran muchos menos.
¿Pero
ustedes no creen que algunos programas radiales estén ocupando demasiado al
público con otro tipo de música que no es precisamente la mejor?
Litto: Es
cierto, en estos momentos hay muchos temas y conjuntos evidentemente dirigidos
a una cuestión determinada que, supongo, no es la que le interesa a un músico
normal. Es demasiado sospechoso que se insista en caminar por las calles de
Buenos Aires, viajar a Bariloche o veranear en Mar del Plata.
Ciro: Todo
ese tipo es lo contraproducente porque no contiene nada nuevo ni progreso
musical. Es lo mismo que la época de la nueva ola pero con guitarra
distorsionada y pelo largo. ¿Es que el público no se da cuenta que es todo
prefabricado?
Litto: Yo
haría una proposición: que cada persona cuando va a sacar su dinero para
comprar un disco piense si el tema que le dan está a la altura de lo que él es
como persona y si tiene la estatura musical y cultural que se merece.
Alfredo: Aquí
en Argentina todavía tenemos una gran posibilidad. En Nueva York donde todo
está regido por una sociedad de números los discos se compran en sobres
cerrados; no hay posibilidades de escucharlos. Claro, que está la radio para
difundirlos. Pero en el momento de la compra no quedan posibilidades.
Ciro: Tienen
razón. Vos sabés que el último long play de los Beatles, Abbey Road, en
todas las disquerías de Nueva York lo vendían igual: invariablemente había una
pila al lado de la caja y los despachaban como si fueran cigarrillos.
El
primer long play que lanzan ustedes al mercado desde que están juntos de nuevo
se llama Los
Gatos Beat N°1. Sin embargo ustedes no
están de acuerdo con la denominación beat…
Litto: Existe
un gran problema de identificación entre los que escuchan y hablan de música en
la Argentina. Por ejemplo, como vos decís, se habla de música beat, pero esa
denominación no existe. No encierra ningún ritmo determinado ni comprende
ningún estilo en especial.
Pappo: Una
de las grandes soluciones para hacer música libremente, sin etiquetas, es que
se termine con los rótulos.
Litto: Es
totalmente cierto lo que dice Pappo, nosotros no hacemos música beat ni nada
que se le parezca. Lo que Los Gatos componen e interpretan es música popular.
¿Y
entonces por qué se llama el long play
Beat N°1?
Litto: Bueno,
eso fue una confusión en la grabadora: los muchachos de RCA, que es nuestro
sello, para colaborar con nosotros hicieron todo en muy poco tiempo, se mataron
trabajando, y no tuvimos tiempo de explicarles cual era nuestra intención sobre
el título. Ellos lo hicieron con la mejor de las intenciones.
En
realidad, ¿ustedes creen que existe en la Argentina una verdadera música
popular?
Ciro: Es
un poco difícil determinarlo. En otros países, al menos., los jóvenes (te estoy
hablando de menores de 30 años) tienen una música que los representa y que
ellos contribuyen a elevar: es el caso de Inglaterra y el más cercano de
Brasil; donde la nueva generación rescató del folclore de sus padres la bossa
nova.
Litto: Hay
una pauta que demuestra la poca calidad a nivel popular de la música argentina,
los discos comprados se escuchan y se bailan dos semanas, después se tiran. Si al
público realmente le gustara un tema no haría eso. Lo que ocurre es que no hay
cosas de calidad. ¿Qué disco se puede escuchar nuevamente con gusto de cinco
años a esta parte?
¿Pero entonces existe o no la música popular
argentina?
Litto: En
otros ordenes: tango, folclore, sí, pero casi a nivel histórico. En el nuestro recién
se está gestando.
Desde
que Los Gatos regresaron de Nueva York se nota en ellos un cambio de imagen: en
el pelo, en la ropa. Antes parecían ser más cuidados con el aspecto exterior.
¿A qué se debe?
Ciro: Lo
que ocurre es que estamos cansados del pelito bien planchado, los sacos
floreados y todo eso. Ahora cada uno de nosotros se muestra en público como es
y con la ropa que a cada cual le gusta ponerse. Es como estar más libres, como
si no tuviéramos nada que ocultar: ¿sabés qué importante es eso para un músico?
Pero
ocurre que algunos críticos opinan que ustedes se disfrazan para actuar. ¿Qué piensan
sobre eso?
Ciro: A
esta altura de las cosas es difícil determinar quién está disfrazado y quién
no. Hay disfraces muy difundidos como el de los bancarios, oficinistas o
empleados de comercio. Por supuesto, hay otros menores: como las modas que
duran tres meses.
¿Y
ustedes cómo se catalogarían?
Moro: Nosotros
nos ponemos lo que se nos da la gana y lo que realmente nos gusta. No hay que
buscarle otras vueltas. Como dijo Ciro, ahora nos sentimos más liberados, mucho
más auténticos.
Encarrilados
nuevamente en la vorágine de los shows y las grabaciones, Los Gatos vuelven a
revivir antiguos proyectos que abandonaron abruptamente hace exactamente un
año. Los más interesantes y cercanos son las nuevas ideas sobre grabación. Los flamantes
equipos más la experiencia acumulada en todo este año de receso, los ponen en
condiciones de encarar nuevos rumbos. “Antes –confiesa Ciro- teníamos una mediana
base musical. Todos los temas y long plays que ya tenemos nos sirven de mucho. En
el nuevo álbum que ya empezamos a grabar estamos haciendo cosas distintas”.
Esas
“cosas distintas” son, por ejemplo, Ciro
interpretando varias flautas, Pappo
tratando de robar sonidos diferentes a una guitarra de doce cuerdas, Moro experimentando con dos bombos y
una nueva manera de componer: “Tuve que
cambiar mi forma de armar las canciones –dice Litto-: los temas son más rítmicos
y mucho más fuertes”.
Otro
de los proyectos del conjunto es producir, ellos mismos a diferentes grupos “para
formar –dicen- una línea honesta y con reales valores dentro de la música popular”.
Ya
no se puede decir si Los Gatos son los mejores, o los numero uno de la
Argentina, porque ellos mismos se oponen: “Se
tiene que terminar eso del mejor conjunto o el mejor tema –explican- los auténticos músicos hacen cosas
diferentes, no mejores que las de los otros”.
Tienen
razón. Pero todavía hay algo que ni ellos mismos ni nadie puede dejar de
reconocer: Los Gatos fueron los precursores de esta diferente música popular. Y
en esta segunda etapa después de la separación, todavía tienen muchas cosas
para dar, a pesar de que seguramente siempre tendrán opiniones en contra. Pero no
hay problema: eso siempre les pasa a los que hacen cosas diferentes.
Entrevista aparecida en el número 1 de
la revista Pelo. Febrero de 1970.
Excelente entrevista, muy honestos y fieles a su estilo, en verdad fueron los precursores de la nueva musica popular argentina.
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