martes, 16 de agosto de 2016

LA UNIFICACIÓN DE LA CONCIENCIA HARD ROCKERA, entrevista a Eduardo Frezza


Jueves a la noche en Rivadavia y Nazca, pleno barrio de Flores. En esa esquina porteña me espera Eduardo Frezza, el histórico bajista y cantante de El Reloj, uno de los grupos que inventaron el hard rock argentino, nada menos. Campera negra, melena intacta y esa pinta de rockero que le sale por los poros. Hay un espíritu juvenil en su mirada y en su andar, como desmintiendo sus 65 años de existencia vital y bien llevada, como si aún fuera ese pibe rosarino de fines de los sesenta, que atrapado por sus ansias de tocar rock n´ roll, se vino a esta gran ciudad, la maldita Buenos Aires, esa en donde atiende Dios... y el Diablo también… Más de 45 años de carrera, y de rutas rockeras transitadas, para encontrármelo aquí, en la mesa de una pizzería, dispuesto a charlar. A dialogar sobre su carrera, su historia en la música, y también sobre el lado misterioso de la vida, los pasajes interdimensionales y el largo aprendizaje del existir. Filosofía, metafísica y rock, muchísimo rock. Y una charla imperdible con un pionero que ya mismo empezamos a desgranar…

ENTREVISTA> ¿Cuáles fueron tus inicios en la música?
En Rosario, mi ciudad natal. Ahí había una movida aun no muy grande, pero bastante interesante. Creo que, como a la mayoría de los músicos de mi generación, la primera influencia fuerte que tuve fueron los Beatles. En realidad, empecé estudiando música clásica, cuando tenía 10 años, porque como mi vieja era muy buena pianista, me mandó a estudiar con una profesora rusa muy estricta. El tema es que nunca me gustó la parte teórica, sino la practica; así que en esas clases sacaba todo de oído, y no leía un carajo las partituras que me ponía la rusa para que practicara. Hasta que un día se avivó la profesora, y se armó un despelote impresionante con mi vieja. Después de eso no fui más a estudiar. Así que seguí tocando solo en el piano de mi casa…

Hasta que un día dejaste la música clásica por los Beatles…
Sí, y empecé a volver loco a mi viejo para que me compre una guitarra. Una vez que la tuve, armé una bandita bien rockera en el colegio. Había aprendido a tocar la viola a partir de la formación clásica que había tenido en el piano. Como en la banda éramos tres guitarristas, y teníamos un único equipito para tocar, para que no se separara el grupo, decidí pasarme al bajo. Así fue que, casi de casualidad, me hice bajista, pero me encantó, y desde entonces seguí tocando ese instrumento. Después, cuando se terminó ese grupo de colegio, pasé a tocar en una banda que se llamaba Los Átomos. De ahí pasé a The Adam´s Group. A ese grupo le cambié el nombre, le puse Lágrimas, y lo hice más rockero. Al final, terminamos siendo unas de las mejores bandas de Rosario, junto con otra que se llamaba Los Ángeles Salvajes.

Ya era el momento de pegar el salto, ¿no?
Claro, justamente, en ese momento tocó el Trio Galleta en Rosario. Esta era una banda soulera muy buena que venía de Buenos Aires. Uno de los plomos de ellos nos hizo el verso, diciéndonos que era productor, y nos entusiasmó con la posibilidad de traernos a Buenos Aires a tocar. Al final, resultó un chanta, porque cuando nos trajo a Buenos Aires nos afanó un equipo, un Fender Twin Reberv que le habíamos comparado a Los Barbaros, un grupo italiano. Pero, como era muy boludo, se lo terminó malvendiendo al Trio Galleta por dos mangos. Por supuesto, el cantante de ellos, (Carlos) Iturbide, sospechó que era un equipo robado. Entonces, cuando fuimos a preguntarle si lo habían visto, él nos lo devolvió. En verdad, fue un gesto muy noble de su parte que nunca voy a olvidar. Así que, una vez que ese chanta del productor nos abandonó, la pasamos bastante difícil en Buenos Aires, cagándonos de hambre durante un tiempo, porque tuvimos que seguir solos… Pero nos quedamos, aunque éramos unos pendejos de 17 años, dispuestos a lucharla contra viento y marea.

Estaban siguiendo el ejemplo de Los Gatos…
Tal cual. Sí, la misma trayectoria, y muy poco tiempo después de que ellos habían salido de Rosario. En fin, la seguimos peleando y gracias a un primo de nuestro tecladista, que trabajaba en EMI Odeón,  conseguimos que nos llamaran para hacer una prueba en la discográfica. Nosotros, en Lágrimas hacíamos un estilo bastante parecido al de Los Gatos, con órgano Hammond y todo, y se ve que esto los entusiasmó a los de la compañía, quienes nos llamaron para hacer un (disco de) acetato, para difundirnos. Lamentablemente, el guitarrista quiso pasarnos por arriba, en beneficio propio, para que Odeón contratara a su banda en lugar nuestro. Así que lo echamos, y ahí entra a tocar en el grupo el Bocón Frascino. El Bocón tocó un tiempito con nosotros, pero se termina yendo con el Flaco Spinetta, cuando éste lo llama para armar Pescado Rabioso. Ahí entra a reemplazarlo Willy Gardi, quien, rápidamente, se entusiasmó, armó todos los temas y se quedó tocando en el grupo.

Eso fue el germen de El Reloj…
Sí, porque a los otros integrantes del grupo les tocó hacer la colimba, así que me quedé solo en la banda con Willy. Por suerte, él trajo a tocar a tres tipos que conocía de la Zona Oeste, en La Matanza, y ahí se arma El Reloj.

A esa altura, ¿cómo habías desarrollado tu técnica de bajo?
En realidad, siempre fui autodidacta. Me gustaba escuchar a Jack Bruce en Cream. Después vino Yes y ahí me volví loco con Chris Squire, y el sonido del Rickembaker. Así que fui corriendo a comprarme uno. Ese es un bajo que me emociona, porque tiene un sonido explosivo. A diferencia de otros bajos, en el Rickembaker, tanto las notas graves como las agudas tienen la misma potencia.

¿Y cómo fue que se te ocurrió cantar?
Durante la época de Lágrimas aun no cantaba, pero como componía los temas, se los pasaba directo al cantante, cantándolos yo mismo. Lo curioso es que a los demás integrantes les gustaba más como los cantaba yo que el otro. Así que un día me preguntaron si no quería cantar yo también un par de temas. Entonces empecé a cantar, paulatinamente, uno o dos temas; hasta que terminé cantando casi todo yo. Como al cantante no le gustó esa nueva situación, se terminó yendo. Fue así. No es que me propuse cantar. A mí me gustaba cantar, pero no me daba cuenta. Curiosamente, algunos me conocen más como cantante que como bajista…

¿En el estilo de que cantantes te inspiraste?
Y, lo mío está cercano a Zeppelin, a la forma de cantar de Robert Plant.

¿Cómo fueron puliendo el sonido de El Reloj?
Creo que el primer simple está bastante influenciado por el sonido de Deep Purple. Esa es la onda que tiene, por ejemplo, “El mandato”, uno de nuestros primeros temas, y, a la postre, uno de los más conocidos que hicimos. Ese simple, justamente, tenía en el lado B “Vuelve a reinar”, un tema mío. En sí, todo ese primer material es bien hard rock, con unas letras que hablan de la búsqueda interior del ser humano. Como preguntándonos acerca del porque estamos en este mundo.

¿De dónde salía la inspiración para escribir las letras?
Naturalmente, por nuestra propia búsqueda vital. Creo que, muchas veces, algunos no nos entendieron, tratándonos de sectarios. Porque éramos cinco tipos muy metidos en lo nuestro, en desarrollar y mejorar nuestra música, en los ensayos y componiendo. El tema es que cuando uno se mete tan adentro del propio ser, como lo hacíamos nosotros, descubre cosas interiores que nos dan mucha alegría. Y eso se transluce en el tipo de música que componés. Estábamos todo el tiempo haciendo música. Por eso algunos dicen que El Reloj marcó un cierto cambio musical. Por supuesto, también teníamos la influencia de varios grupos de afuera, pero en virtud de entender cuál era la música que queríamos hacer.

Decías que Purple los había influenciado bastante, ¿no?
Sí, pero en “El Mandato”, más que nada. Fijate que “Vuelve a reinar” es otra historia, con una influencia muy marcada de Led Zeppelin, porque a mí me gustaba más que Deep Purple. Por supuesto, más adelante empezamos a recibir una influencia significativa de grupos como Emerson, Lake & Palmer o Yes

¿Y porque tardaron casi dos años (luego de firmar contrato con RCA) para sacar el primer disco, en 1975?
Lo que pasaba es que no estaban acostumbrados a trabajar con grupos de rock. Eran tipos muy reacios, desconfiados de tratar con tipos de pelo largo, y por eso te daban bola recién cuando empezabas a vender muchos discos. En RCA también hacían las cosas muy lentas. Además, tuvimos muchos problemas con el tema de la tapa del disco, porque hicieron un desastre con el dibujo que había hecho Espósito. Es más, también fue muy difícil grabarlo, porque el técnico de grabación de RCA no entendía un carajo como registrar la música de El Reloj. Así que no nos quedó otra que ir y meter mano en la consola. Lamentablemente, por nuestra inexperiencia, muchos sonidos no fueron grabados en forma óptima. Por eso creo que ese primer trabajo no alcanza a reflejar en su totalidad nuestro sonido. Aunque tuvimos muchas horas disponibles en el estudio, fue un bardo grabarlo.

¿Por qué algunos temas, como “El Blues del Atardecer”, los grabaron dos veces?
Porque no estábamos del todo conformes con la primera versión. Éramos muy perfeccionistas, y como teníamos la posibilidad, los grabábamos de nuevo. Eso que decís acerca de “El Blues del atardecer” fue porque un día llegamos a la RCA y había un piano Stenway y un Mellotrón, y Valenti se puso como loco cuando lo empezó a tocar. Se entusiasmó tanto que quiso grabar de nuevo el tema con esos instrumentos…

¿De dónde salió la letra de “Tocando Blues y Jazz”?
De mi experiencia personal, cuando era pibe y aún vivía en Rosario. Ahí soy yo hablándole a mi mamá. Ella estaba muy preocupada con que yo me dedique a la música. La música es de Willy, con arreglos de bajo míos…

¿Y “El Viejo Serafín”?
Esa habla de un ángel que se transformó en una persona común que vivía en la calle. Y está inspirada en una persona real que se llamaba, justamente, Serafín. El tipo era feliz divirtiendo a la gente, sin juzgar a nadie. Todo el mundo lo gastaba, lo cargaban; hasta que se murió. En ese momento, se dieron cuenta de que ese viejo era importante. Se terminaron dando cuenta de que ese tipo era igual a ellos.

¿Y qué situaciones te inspiraban la composición de “Blues del Atardecer”?
A simple vista parece la historia de un tipo al que lo dejó la mina, ¿no? Sin embargo, en esa letra se habla de algo más: la intención de Unidad. El tipo se peleó con la mina, pero se da cuenta de que la tarde está gris, igual que él. Ahí hay algo, no está solo. “Estoy aquí, con mi tarde triste y gris”, ese es el sentido.

Es como el disco de Yes: “Yendo por la unidad…” (Going for the One), ¿no?
Es esa onda. Es lo que nos salva en este presente híper teologizado, lleno de cables, teléfonos celulares, aparatos electrónicos, la televisión y un montón de cosas que te llenan de una energía negativa, que no está buena. Entonces, ¿Cuál es la onda? La búsqueda interior, una implosión para adentro del corazón, la meditación, unirte a la tierra, al planeta. Es una luz interior, estar en equilibrio, conectado a todo. Unirte al sol y al centro del universo. Por supuesto que no es una tarea sencilla, porque la mente tiende a sacarte de eso.

Pero temas como “Vuelve a Reinar” hablan de lo contrario, ¿no?
Es una esperanza. “Vuelve el día a reinar”, es la historia de un tipo que estuvo viviendo el vértigo de la noche y que ve el sol llegar y tiene la oportunidad de vivir un nuevo día. Estuvo como loco, no encontró a la mina, no encontró un carajo, y cuando se quiso acordar ya era de día de vuelta. Esa letra habla de la experiencia de los pibes cuando llega el fin de semana y salen a la calle, y quieren encontrar algo, ya sea una mujer, una experiencia, un momento. Es como una especie de código, algo de tribu, ¿no? Encontrarse para decir, “ya llega el viernes, vamos a descontrolar, a chuparnos todo…” Claro, entre la juventud de los 70 también pasaba algo parecido, pero estaba muy reprimido por una realidad político social muy dura, que hacía que los pibes no pudieran joder mucho en la calle.  Por eso tenían que encerrarse en un lugar para hacer lo mismo que ahora los chicos hacen afuera…

En “El triángulo” también hablaban de lo que me decías recién sobre la Unidad…
Sí, por supuesto, tiene mucho que ver con la meditación. Nosotros tenemos dos energías adentro, en el cerebro y el corazón: una masculina y otra femenina. Fijate la Estrella de David hebrea, por ejemplo, que simboliza dos triángulos cruzados, dos energías entrelazadas, girando. Transportado al cerebro, ahí tenés dos lados: uno masculino (el derecho) y otro femenino (el izquierdo). Justamente, cuando en la letra digo: “Ventana espacial, déjame mirar, de que en tiempo estoy en la eternidad…”; estoy hablando de las tres glándulas que tenemos en la cabeza (la pineal, la pituitaria, y la del Tercer Ojo), ahí tenés el Triángulo. Es una ventana espacial, y la tenemos en la cabeza. Cuando uno enciende esas tres luces que tenemos en el cerebro, se conecta con todo, al activar esa ventana espacial. Sería, dicho mal y pronto, como tener un teléfono celular que te conecta multidimensionalmente. Llegar a ese estado de la conciencia es estar en la gloria, realmente. Y de ahí también viene la creatividad.

¿Cómo se les ocurrió “Egolatría”?
Esa es una zapada. La sacamos en el estudio, de una. Es media jazzera. Ahí no hay canción, letra ni nada. Era la oportunidad para que cada uno se luciera como músico. Por eso le pusimos “egolatría”, porque terminábamos tocando lo que a cada uno se le cantaba las pelotas…

Esa búsqueda musical que les llevaba hasta utilizar otros instrumentos, ampliando el entramado sonoro. Como por ejemplo, el violín en “La Ciudad Desconocida”…
Y sí. Ese es un tema de Willy, muy bueno. Él se copaba mucho con el violín, porque lo estudiaba por la madre, que era profesora de piano y violín. Fíjate que terminó siendo un capo del instrumento. Siempre en nuestros recitales había un momento en que aparecía Willy tocando el violín como los dioses. La onda del tema “La Ciudad Desconocida”, según me contó el propio Gardi, se relaciona con la ciudad que uno encuentra cuando deja esta existencia, cuando se muere. Cuando dejamos esta vida, encontramos una ciudad interior, desconocida para todo el mundo, pero en donde te encontrás con algo maravilloso.

¿Cómo fue eso que se les ocurrió ir a estudiar a un conservatorio?
Sí, tal cual, así fue. Empezamos a estudiar los cinco en el Julián Aguirre de Banfield, a partir del 76, porque queríamos perfeccionar la onda sinfónica. Yo estudiaba violonchelo y contrabajo, Willy (Gardi) guitarra y violín, (Osvaldo) Zabala guitarra, (Luis) Valenti piano, y Juancito (Espósito) timbales y los instrumentos percusivos de orquesta. Este paso por la música académica, además de las escuchas de los discos de Yes o Emerson, Lake & Palmer –que nos encantaban- influenciaría mucho la composición de nuestro segundo álbum, cuyo sonido se  relaciona directamente con la de estos grupos ingleses de rock progresivos.

Claro. Vos sabés que, aunque son posteriores a El Reloj, el sonido del primer Iron Maiden siempre me resultó similar a la música que hacían ustedes, a ese mismo estilo de hard progresivo…
Por supuesto, ahí no hay ninguna copia de ninguno de los dos, pero es verdad que se parecen. Hasta a nosotros mismos nos sorprendían esas similitudes. Eso tiene que ver con ese espíritu musical, una red energética planetaria, podríamos decir, que hace que tipos que viven en diferentes latitudes estén conectados en la misma sintonía.

En este segundo álbum también se tomaron revancha con el tema de la tapa, con ese dibujazo de Horacio Fontova, ¿no?
Sí, porque le rompimos las pelotas a RCA para que no volvieran a cagarnos la tapa, como lo hicieron en el primer disco. Justamente, Fontova era amigo de Willy, y le regaló el dibujo para que la pusiéramos en la tapa. De cualquier forma, esa ilustración no había sido hecha especialmente para nuestro disco, porque el Negro, que es un dibujante de la puta madre, siempre estaba haciendo ese tipo de trabajos en las tapas de Expreso Imaginario, por ejemplo. Fue Willy quien se volvió loco con esa imagen, y se la trajo porque tenía que ver con el material que estábamos haciendo. Ahí tenías un tipo, ni joven ni viejo, o ambas cosas a la vez, colgando en el tiempo y el espacio. Una ilustración espectacular.

También hay un salto importante en el sonido, en relación con el disco anterior…
Y sí, porque en el primero los técnicos no entendían un carajo la música que hacíamos, y nosotros empezamos a meter mano, todos a la vez, y no terminó quedando todo lo bien que podría haber sido. Una vez, incluso, Valenti me revoleó un zapato a mí y se lo encajó a un técnico, y se armó un quilombo terrible, porque le abrió un tajo en la cabeza y el tipo empezó a sangrar… También en el segundo álbum nos peleamos mucho en el estudio. Es más, una vez me agarré a trompadas con Willy, por esa cuestión.

¿Cómo fue eso?
Fue la primera vez que nos peleamos en la vida. Willy estaba jodiendo, y yo le dije: “Che, déjate de romper las pelotas, ¿no ves que estamos perdiendo el tiempo?” Se ve que no le gustó un carajo lo que le dije, y vino corriendo y nos agarramos a trompadas. Yo terminé con el tabique nasal sangrando y él con la mano derecha enyesada. Por suerte pudo seguir tocando porque le quedaron los dedos de la mano libres para agarrar la púa… (risas) Igual, indirectamente, nos salió bien la jodita. Porque debido a esta pelea, la RCA nos echó de sus estudios por peligrosos, y terminamos en los estudios del Nono Pugliese, el tipo que hacía las publicidades de los cigarrillos L&M con (la modelo) Claudia Sánchez, y ahí pudimos grabar con un técnico muy bueno. Por eso el segundo disco suena tan bien.

¿Cómo los afectó el contexto de esa época de represión, censura y violencia, como fue la que se vivía en la Argentina de esos años?
En esa época vivimos el Proceso Militar muchas veces en carne propia, en camino hacia nuestros shows. Nos detenían  muchas veces, en el medio de la ruta, con pistola en mano, y nos revisaban los instrumentos, haciéndonos bajar todos los equipos para luego volverlos a subir. Además, nos cerraron recitales llenos, donde ya se había cobrado la entrada, con toda la gente ya dentro del recinto. Por ejemplo, uno cerca de la Quinta de Olivos, donde se dictó estado de sitio, luego de haber hecho nosotros todas las promociones, la pegatina de afiches y demás; una suspensión que nos hizo perder mucha guita, por supuesto. Aparte de eso, un productor, que no quiero nombrar pero muy importante en esa época, cuando vio que venían los milicos, le dio el dinero de la recaudación a un agente de prensa allegado a la banda, para que lo llevara en una valija hacia su casa. Éste lo hizo, y nos mintieron, diciéndonos que le habían devuelto a la gente el valor de las entradas, luego de que el público fuera desalojado del lugar por los milicos...

Que buen tipo ¿no?
Ja. Sí… Hace un par de años lo volví a encontrar al agente de prensa, y recién ahora me contó la verdad de lo ocurrido. Es de esperar lo que yo sentí por dentro, así que me alejé de esta persona… Pensá que los militares en ese recital, llegaron a entrar al cine, apuntando a la gente con sus (fusiles de asalto) FAL, y se metieron adentro del telón, mientras nosotros estábamos recién probando sonido, con el cine lleno. A mí un milico me empujó en la espalda con su arma, y luego, como si fuéramos delincuentes, nos bajaron del escenario y con las manos contra la pared, frente al público, nos palparon de armas. También nos hicieron abrir los estuches, me acuerdo que la gente ni respiraba viendo esto. Al final se llevaron 15 personas detenidas, que supongo que le habrán hallado algo que considerarían sospechoso. Es el día de hoy que siento mucha pena cuando pienso en estas personas, al no saber que les sucedió…

¿Era habitual el maltrato en conciertos de rock en la época?
En otros recitales, en estos mismos casos, la Policía se ponía difícil, en especial en el cine de Flores. Siempre atacaban a la gente en la cola, incluso si movían sus pies, al ritmo del sonido de la música que se escuchaba adentro. Aun hoy algunos muchachos de esa época me cuentan de las veces que, por solo ir a ver tocar a El Reloj, terminaban durmiendo en la comisaria. Nosotros mismos fuimos detenidos una vez en la Comisaria de San Telmo, luego de que detuvieran nuestro auto, y estuvimos toda la noche adentro de la celda hasta que nos vinieron a sacar. Esta situación era muy común. En realidad, nuestras letras no eran muy entendibles, porque tenían un perfil, digamos, casi místico, que ellos nunca tomaron como peligrosas. Lo que pasaba era que consideraban a todo el movimiento del rock casi subversivo. Mirá lo que le pasaba a los artistas que hacían letras más sociales, rebeldes y directas, que ellos temían. Los músicos de rock de esa época solo queríamos cambiar las cosas y elevar las conciencias nubladas y no estábamos completamente conscientes de lo que sucedía en el otro lado del velo… Es por esa represión que se vivía que muchos terminaron exiliados en España, Brasil, México y otros países.

¿Por qué se termina separando El Reloj?
Creo que nos faltó percepción para entender todo lo que nos venía pasando como grupo y hacia donde nos dirigíamos. Éramos muy jóvenes y todo fue muy vertiginoso. Estábamos muy acelerados y ese desgaste hizo que en el 78 el grupo se termine separando. Teníamos material como para hacer diez discos más, pero no pudimos seguir. Hubo un montón de material ya escrito, de Willy y mío, que no se grabó, y era una maravilla. El loco era una máquina de hacer música, componía unas cosas hermosas en el piano, parecía Lalo Schiffrin. Es una pena que no lo pudimos registrar, pero estábamos muy cansados de tantos shows y ensayos. Estábamos muy tensos, hasta que un día Willy y Valenti se pelearon muy mal, y se fue todo al carajo. Por ejemplo, Willy le dedicó  “Alguien más en quien confiar” a Valenti. Ellos dos siempre se llevaron para el orto, eran de discutir mucho, pero esa pelea final fue fatal para la continuidad del grupo.

¿Cómo era Willy?
Un tipo sin freno. Un tipo que tenía un vértigo interno, todo el tiempo, con una fuerza que arrastraba todo. Nunca discriminó entre el bien y el mal. Para él todo era una experiencia posible. Por eso, a veces, se metía en algunos bolonquis tan terribles que yo lo tenía que andar parando… (risas) Pero era muy noble, un gran tipo, de gran corazón. Era muy jodón, muy alegre. Tenía una personalidad muy atractiva, que hacía que fuera muy querible.

¿Cómo se da la vuelta de El Reloj en los 90?
Simple, me encontré con Willy, fuimos a buscar a los otros tres, todos dijeron que sí, y lo hicimos. Si bien todos ya estábamos en una situación personal bastante diferente a la de 17 años atrás, la esencia era la misma. Teníamos guardado en el cajón un montón de material para hacer.

Con un sonido más heavy, ¿no?
Lo que pasa es que volvimos justo en una época heavy metal, pero no es que nosotros éramos “heavy”. Yo siempre lo aclaro: El Reloj no es heavy, es hard rock y rock sinfónico, y paremos de contar… Por ahí metíamos alguna balada blusera, pero siempre en clave hard rock. Nos encasillaron como “heavy” porque el Tano Juan (Espósito) tocaba la batería con dos bombos, pero, a mi entender, el heavy es otra cosa, es un estilo más constante, más lineal, no tiene tanta melodía como la que tenía nuestra música.

¿Cómo fue la grabación del álbum del regreso, Santos y verdugos (1994)?
Ese disco lo grabamos en El Cielito Records, con Gustavo Gauvry, un técnico de puta madre. Ahí está “Un Camino”, un tema mío en donde se toca todo Zabala, demostrando toda su calidad musical; y el Tano, ni hablar, impresionante como le pega a la batería en ese disco; para mí él siempre fue uno de los mejores bateristas del país, no tengo dudas…

¿Y te gusta cómo quedó?
Sí. Es un álbum muy bien grabado, con mucha carga, muchas regrabaciones, nos zarpamos regrabando instrumentos. ¡Ciento cincuenta horas de grabación tiene ese álbum! Los temas son muy pesados, buenos… Como te decía antes, teníamos que hacer un material heavy porque había mucho rechazo en esa época, si no aggiornabas el sonido te trataban de “viejo”. Una cagada, porque, por supuesto, la música nunca es vieja; pero te trataban así porque en esa época estaba el rock bastante encasillado…

¿Y por qué no pudieron seguir juntos?
Fue un ciclo y estaba cumplido. Porque los males volvieron, y se terminó pudriendo todo de vuelta. Así que chau, me fui a hacer la mía. Es más, cuando se desarmó por segunda vez El Reloj, llamé al Tano Claudio Marciello para armar un power trio con él, y justo ya había aceptado la proposición de Iorio para hacer Almafuerte, así que no pudo ser. Hubiese estado buenísimo tocar con el Tano.

¿Cómo sigue tu historia musical luego de la ruptura de El Reloj?
Fue jodido, porque después de vivir de la música, después de tanto sacrificio por lograr ese sueño, se terminó eso que estaba haciendo y tuve que enfrentarme con el mundo y tener que laburar de cualquier cosa. Así fue que en los 80 me dediqué a la cerámica y puse un taller en mi casa; también estuve haciendo muchas cosas en madera, porque siempre me gustó mucho la carpintería. Por supuesto, también seguí investigando sobre temas filosóficos, espirituales y de la mente, en los que me venía metiendo desde la época de El Reloj. Tuve un par de cambios muy grosos en todo aspecto en mi vida. Me alejé de la música, me dediqué a mi familia, porque mis hijos eran muy chicos y quería dedicarles más tiempo. Hasta que me empezó a picar el bichito de nuevo, y armé una banda con un par de amigos artistas muy talentosos del barrio. Del material que hacía en ese grupo, luego sale el repertorio de lo que sería la grabación de mi primer álbum solista, Profundo. Luego de que finalizó esa experiencia, me fui a vivir a Mendoza. Allá estuve trabajando en la producción de un programa de televisión regional por cable, junto a mis hijos. Recién volví en 2005 a Buenos Aires. Ahí entré a cantar en la banda del Bocón Frascino y grabamos el disco Conservando la Especie.

Luego de eso te vas para armar tu propio proyecto…
Sí, pero no porque me haya peleado con el Bocón, ni nada parecido. Él siempre fue mi amigo y jamás tuvimos un problema, lo que pasó es que me dieron ganas de empezar a hacer toda esa música que había acumulado durante tanto tiempo en un proyecto que fuera mío. Así empiezo a armar el embrión de Cronología, mi grupo actual. Con la primera formación de esta banda grabé un disco, Profundo, pero poco después nos separamos. Ahora ya tengo una nueva formación de músicos que me acompañan, y estoy grabando un nuevo álbum, qué ya está listo, solo falta poder editarlo. Con esta nueva formación ya tocamos en un montón de lados, es como que –ahora sí- “me activé”… (risas)

¿De qué se trata este último trabajo que grabaste, La Quinta Conciencia?
La Quinta Conciencia es la que corresponde a la Quinta Dimensión, que es la dimensión que viene, ya nos estamos acercando a ella, desde la Tercera (dimensión) –en donde estamos ahora. Todo el sistema solar se está acelerando, pasando de una octava a la otra, cada vez más cerca de la Quinta Dimensión. Esto es algo que ya está pasando ahora, el ADN de todos los seres humanos se está acelerando, mutando, al unísono con la aceleración de nuestro sistema solar. Una vez que se estabilice esta aceleración, ese vaivén de frecuencias, cuando ya pasemos a la próxima octava, el ser humano se va a transformar por completo. Quizás, no les haga falta ni hablar a estos seres humanos con su mente en la Quinta Dimensión, van a estar mucho más tranquilos con su ser. Los que mantengan su mente en la Tercera Dimensión, en la corrupción, en los vicios, van a estar sonados… Es una evolución espiritual que todavía está en proceso, puede tardar 150 o 200 años más… 

De todos los álbumes que grabaste, ¿cuál es tu preferido?
Todos los he vivido intensamente, pero el primer Long Play es como el primer amor. Además, es un disco muy hard rock, también fusionado con el jazz y el blues, con música sinfónica y progresiva. Si le querés buscar un rotulo, ese combo sería la música ideal para mí. Por su parte, el segundo álbum de El Reloj fue una gran experiencia para todos nosotros, y es muy lindo escucharlo aún hoy, pero complicado para pasárselo a otros músicos a la hora de tocar ese material en vivo. Sin embargo, en este disco también hay temas como “La ciudad desconocida” que es más del estilo Zeppelin y accesible. Con respecto al material de mi banda actual Cronología, me gusta mucho escucharlo, porque las canciones hablan de temáticas que me interesan mucho, como eso que te decía acerca de la Quinta Conciencia. Por eso no veo la hora que sea editado. Estoy muy conforme como salieron los temas, como fueron grabados. La primera experiencia que tuve como solista estuvo muy buena también, pero fue como soltar el lastre, dejar ir toda una época, luego de separarme de El Reloj. Creo que recién ahora estoy totalmente satisfecho con la música que estoy haciendo.

Para terminar, una pregunta que le hacemos a casi todos los músicos que entrevistamos: ¿Qué tema de otro te hubiese gustado componer a vos?
Hay varios temas de Crucis que son muy buenos en el disco Los Delirios del Mariscal. “No me separen de mí”, por ejemplo, que es un tema impresionante, circular. Va creciendo de a poco, como un amanecer, volviendo siempre a la misma melodía, en forma de círculo… Crucis es una banda que siempre me gustó muchísimo ir a ver. Era muy amigo de su baterista, Gonzalo Farrugia. Incluso, intentamos tocar juntos, luego de las separaciones de El Reloj y Crucis, pero no funcionó, lamentablemente…

¿Y tus proyectos a futuro, cuáles son?
Seguir tocando en todos lados, en donde pueda, siempre tratando de mostrar lo mío. Eso es lo más importante para mí, como camino de la realización, y así poder volcar nuevas experiencias, para no dejar nada en el tintero antes de volar de esta existencia, toda esta vida que llega cuando estás inspirado.

Emiliano Acevedo



5 comentarios:

  1. MUY BUENA LA NOTA EMILIANO,Y OBVIO AL MASTER EDUARDO FREZZA.

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  2. El álbum "La quinta conciencia" se grabó parte en el estudio "Alma Grabaciones" perteneciente a Alex Antonelli y parte en "El Ministudio" perteneciente a Hugo Antonelli.Participaron: Junnior Sic en bateria ,Alex Antonelli en teclados y Hugo Antonelli en guitarras,obviamente Eduardo Frezza en Bajo y voz,el cual omitió mencionar a los integrantes y colaboradores en este maravilloso álbum..... "Un admirador de la banda"

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  3. QUERIDO ADMIRADOR , LA NOTA DE INTERTÍSIO VA DIRIGIDA A MI CARRERA MUSICAL , NO ERA RELEVANTE NOMBRAR A INTEGRANTES Y ESTUDIOS DE GRABACIÓN , COMO NO LO HICE TAMPOCO CON LA PRIMERA FORMACIÓN DE CRONOLOGÍA DEL CD "PROFUNDO" Y SUS INTEGRANTES Y ESTUDIO QUE APARECEN EN EL DISCO , DADO QUE LA INFORMACIÓN DE CRONOLOGIA SALDRÁ, EN EL MOMENTO DE LA EDICIÓN DEL CD LA QUINTA CONCIENCIA ,CON TODOS LOS DATOS COMO SE PLANIFICÓ ,ADEMAS CABE DECIR QUE EN ESTA FORMACIÓN 2DA , A SUS INTEGRANTES NO LES QUEDABA TIEMPO PARA SACAR NUEVOS TEMAS DE MI AUTORÍA, Y PERDIÉNDOSE ASÍ LA SINERGIA , POR SUS PROYECTOS PERSONALES,ANTE ESTA SITUACIÓN TOME UN RUMBO DE PROYECTOS NUEVOS!!!!!!EDUARDO FREZZA ,

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  4. Excelente Nota,de lo Mejor, Emiliano/////

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  5. Excelente nota al maestro Eduardo Frezza...escuché el primer álbum de El Reloj a los 15 años y su sonido me marcó para siempre. Los vi en vivo en 1994 en Arpegios cuando volvieron, guardo con mucha emoción el volante de difusión y el ticket como en trofeo musical. Que bueno que Zaballa- Frezza sigan recreando aquel Reloj....el primero, el que dejó esa huella para siempre...y como dice la canción....el reloj jamás podrá parar....!!!!

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