Desde hace más de 35 años, Jorge Garacotche viene trabajando en la fusión del rock urbano con la música ciudadana
rioplatense, desde la veta del rock progresivo. De ese interés surgió su grupo Canturbe,
un proyecto interesantísimo capaz de bucear en zonas muy poco exploradas, que
conjuga y da forma a las diversas ideas musicales de Garacotche. Un
artista que se anima a seguir experimentando, mientras viaja –solo o con su
grupo- actuando en los rincones más recónditos del país, atravesando su
geografía, conociendo distintos lugares y a su gente. De todo eso hablamos cuando nos
encontramos en una pizzería de Lanús con la excusa de hacer esta nota que
recorre, eso sí, buena parte de la carrera, el pasado, presente y futuro de
este talentoso cantante, guitarrista y compositor.
ENTREVISTA> ¿Cómo te iniciás en la música? ¿Cuáles son tus primeras influencias?
No empecé de chiquito, sino recién cuando estaba terminando de cursar primer año. En esa época era muy fanático de los Beatles, eso me impulsó a la música, a soñar con ser músico. Además, siempre me gustó mucho lo que hacía Litto Nebbia, desde que estaba en Los Gatos. Era chico y me partían la cabeza sus canciones. Después empecé a escuchar a Spinetta -el disco El Jardín de Los Presentes, de Invisible, me mató- , y también la música de Alas y Rodolfo Mederos. Todos esos artistas me inspiraron y me dieron ganas de ser músico, estudiar y tocar la guitarra. Obviamente, en los 70 me copé mucho con el rock progresivo inglés.
¿Cómo te formaste como músico?
Al principio con profesores de barrio, que me pasaban algo de folklore, algunas cosas de rock. Yo, de folklore sabía poco y nada, lo mío era más tanguero. También algún que otro profesor me mostraba algún disco copado de rock o de blues que yo no conocía, pero no había mucho más que eso. Hasta que un día, en el 76, entré a estudiar en la escuela de jazz de Walter Malosetti. A él lo tuve como maestro seis años, y ahí sí, directamente, empecé a conocer un montón de cosas que desconocía por completo. Con lo que aprendí con Walter, tuve un buen material como para ir a mi casa y ponerme a investigar acerca de lo que hacían los grupos que me gustaban mucho, como Genesis, los Beatles o Spinetta, porque al manejar otras armonías y acordes que antes desconocía, pude entrar a la música de estos tipos y ver como la hacían. Así empecé a crecer como músico, y después salió el proyecto de Canturbe. Incluso, fui el primer alumno de Malosetti en sacar un disco…
¿Había otros músicos luego conocidos tocando con él en ese momento?
No, en esa época no tenía muchos alumnos. Era como que la gente aún no había descubierto eso de pensar que queríamos tocar rock, pero para eso necesitábamos estudiar jazz. El lenguaje del jazz es tremendo, y en mi caso es como que yo necesitaba conocer esas armonías, esos acordes, la métrica, o el swing que tiene el género. Ahora, fijate que algo bueno que hice –aunque me la pase seis años estudiando jazz con Malosetti-, fue que nunca salí del rock. Recuerdo una cosa que me dijo Walter –y que es algo que demuestra lo gran maestro que es- cuando sacamos el primer disco de Canturbe, fue que él me decía que lo que le gustaba mucho del disco era que no tenía jazz. Se notaba que había acordes o armonías que él me había enseñado, pero el disco no dejaba de sonar rockero. Y eso era lo bueno de Malosetti, porque un buen maestro tiene que darles la posibilidad a sus alumnos de que mejoren lo que están haciendo y no cambiarles la cabeza. A mí me gustaba muchísimo el jazz, pero yo pertenecía al movimiento rockero.
¿Estudiando con Malosetti te empiezan a entrar ganas de hacerte músico profesional?
Claro. Cuando empecé a estudiar con él aún no tenía ningún grupo. Había participado en un par de dúos acústicos, pero el proyecto de Canturbe recién lo empezamos a delinear en el año 78, y en el 79 ya empezamos a tocar.
¿Y de dónde te surge la idea de formarlo?
Pasó porque justo estaba estudiando canto en el Sindicato de Músicos, y ahí con otras tres personas –una chica y dos pibes- empecé a tener una relación un poco más copada. A todos nos gustaba Litto Nebbia y varios artistas más del rock nacional. Y a partir de estas afinidades musicales, nos empezamos a reunir y armamos una banda en plan acústico, que no se llamaba Canturbe todavía. Con ese proyecto tocamos un par de veces, y en la segunda mitad del 79 ya arrancamos llamándonos Canturbe.
¿El nombre a quién se le ocurrió?
A mí. Ya en esa primera formación la mayoría de las canciones eran mías, y yo tenía una impronta muy urbana. Lo mío era una fusión del rock nacional con el tango, más otras cosas que uno escucha por ahí, ¿no? Entonces quise buscar una palabra que identificara la canción urbana, y así se me ocurre esta palabra, Canturbe, que no existe. Me acuerdo que me rompí la cabeza, pensando, porque ponerle el nombre a un grupo es una tarea muy complicada…
Y se largaron nomás…
Sí, empezamos a laburar mucho, y tuvimos la enorme suerte de que el hermano del bajista era amigo del Gordo Martínez, el primer manager de rock que hubo acá, el mismo que le consiguió a Los Gatos el contrato discográfico para grabar “La Balsa”. Un tipo que fue muy amigo de Tanguito, también. Bueno, el Gordo Martínez empezó a venir a nuestros ensayos, y le gustó lo que hacíamos. La nuestra era una música difícil para grabar, porque no tenía nada que ver con las cosas que estaban de onda en esa época. Así y todo, un día viene el Gordo y trae a un productor ligado a Polygram, y así pudimos empezar a grabar el disco.
Algo inédito…
Tal cual. Imaginate que ese primer cuarteto de Canturbe éramos todos pibes de barrio que nunca habían grabado. Ni teníamos noción de como se hacía. Me acuerdo del primer día que entramos a grabar en el estudio, y no sabíamos ni donde estábamos parados. Nos guiábamos por la intuición. Curiosamente, el único día de la grabación que estuvimos tranquilos, relajados, fue cuando vino Charly García a tocar. Porque era importantísimo para nosotros, al ser aún tan inexpertos, tener el respaldo de un tipo así. Era como para pensar que no estábamos haciendo las cosas tan mal, ¿no?
¿A Charly quién lo trae de invitado?
Yo, porque lo conocía. Le había hablado una vez en una casa de música en donde trabajaba el Negro García López. Esto fue en el mismo momento en que estábamos por firmar el contrato. Le conté que estábamos por grabar y que le propuse que participara como invitado, y Charly, con la mejor onda, me dio su teléfono para que lo llamara y me invitó ir a su casa a charlar. Me había dicho que le llevara un tema grabado para ver cómo era la cosa. Así que voy a su casa y le hago escuchar uno de los temas, y le encantó. Me acuerdo que se reía, diciéndome que se parecía más a Spinetta Jade que a Serú Girán. Y vino a grabar. En el disco figuraba con su nombre completo: Carlos Alberto García Moreno, porque su compañía no había autorizado su participación, y por eso no podíamos poner “Charly García”. Nunca llegué a ser gran amigo de él, pero lo he visto varias veces con el correr del tiempo, cada vez que sacaba un disco se lo mostraba, y él me comentaba cosas de lo que escuchaba, me tiraba ideas. La verdad, es un tipo extraordinario…
¿El título El Vuelo de los Olvidados,
hacía referencia a los
desaparecidos?
No, aunque la canción habla de muertos, el mensaje viene por el lado de la metáfora. Sin embargo, sabía que había gente a la que se la chupaba la tierra. Pero en esa época había que ser muy pillo para escribir sobre algunas cosas que pasaban porque no se podía. Por ejemplo, en SADAIC te daban un papel en el que había una serie de palabras que vos no podías utilizar. Además, estaba al tanto de la censura que había, entonces escribía pensando en que no se entienda mucho el mensaje. Yo quería contar el tema de los desaparecidos, pero la palabra no existía. Ya había visto dos secuestros de personas en el 77, y estaba al tanto de la cosa, pero no sabía que había campos de concentración. Por eso intenté hacer un tema que más o menos insinuara eso que estaba pasando.
Pero vos ni sabías entonces que había vuelos de la muerte, fue una casualidad…
No, no, la verdad que no sabía. El otro día en una radio me dijeron lo mismo, pero no, y sería feo si mintiera. “El vuelo de los olvidados” hace referencia a que “vuelan y se van”, es un poco como intuyendo no tanto los vuelos sino la desaparición de las personas. Pero, bueno, al final me terminaron citando y me dicen que el disco no se podía llamar así, que le tenía que poner otro nombre, etc. Me lo dijeron medio de mala manera, porque pensaban que yo los quería pasar por alto, y eso no era tan así, sino que yo era un pibe y, desde una posición rockera de resistencia, me paraba oponiéndome a eso que pasaba. Bueno, me piden que le ponga un título alternativo al disco, y yo no tenía ninguno, y por eso sale editado como Canturbe, en octubre del 80. Sé que es un disco que habla mucho de la soledad. Luego, cuando fue reditado en cd, lo escuchaban muchos pibes, que me decían que “sonaba muy melancólico”. Y claro, ¿cómo podía ser de otra manera? Habría que ponerse en mi lugar: en esa época no tenía expectativas de nada. Me acuerdo de que estudiaba jazz con Walter Malosetti, re contento con todo lo que estaba aprendiendo, hasta que salía a la calle y me amargaba, diciendo “¿Dónde voy a poder mostrar todo esto que el tipo me está explicando?”
¿Por qué? ¿No había lugares donde tocar?
No, porque se tocaba poco, se sacaban pocos discos. Te doy un dato al respecto, cuando nosotros surgimos, me había tomado el trabajo de contar cuantas bandas nuevas habían aparecido, y de 65 grupos nuevos que habían surgido, tan solo tres llegamos a grabar: un trío que se llamaba Atonal, Raíces –el grupo de Beto Satragni-, y nosotros. Era una cifra fatal, bajísima. Muy pocas bandas podían grabar, no existía la producción independiente, era muy difícil…
Además, con las discográficas prestándole atención más que nada a la música comercial…
Y, como pasó siempre. En esa época Julio Iglesias era Gardel, viste. Las boludeces venían con todo. Incluso, el mismo Spinetta estuvo sin grabar casi tres años, y recién pudo volver a editar cuando saca Alma de Diamante, el disco de Spinetta Jade. Sí, fue una época dura y complicada.
Era como que El Proceso buscaba distraer apostando a lo trivial, pero censurando toda aquella obra artística profunda o contestataria…
Sí, es más, cuando me dijeron que le cambiara el título al disco fue como que me bajaron de un hondazo. Hasta ahí yo había estado tranquilo, y de pronto me choqué con la realidad. Hubo autocensura, también. Teníamos algunas letras que nosotros en vivo las cantábamos de una manera y que para grabarlas las tuvimos que modificar. Por ejemplo, el primer tema del disco, “Lección de Sangre”, que en el final decía “ahora aprendí que el aislamiento es un policía en la sangre”, pero que en el disco tuve que cambiarlo por “el aislamiento es un asesino en la sangre”. Después, en otro que se llamaba “De Toros los Inventos”, yo hablaba que me revolcaba en la cama de lo cansado que estaba cuando llegaba a mi casa, y un productor me dijo que le cambiara la letra porque con eso de “revolcarse en la cama” podía haber quilombo por tener algún significado sexual. Ahora que te censuraran eso parece una pavada, porque incluso se lo cuento a algunos pibes que me entrevistan y no lo pueden creer, pero en esa época las cosas eran así.
¿Cómo siguió la historia de Canturbe?
Cuando salió el primer disco tuvo un buen apoyo de la prensa, sobre todo de la gente de la revista Expreso Imaginario. Hablaban maravillas de disco, nos hacían notas. Eso nos dio un impulso bárbaro. También Graciela Mancuso, que tenía un programa en la radio, y León Gieco. León, que nos conocía porque Charly le había mostrado nuestro material, me dio una mano grande en lo que tenía que ver con la promoción del grupo en el interior del país, recomendándonos, para que nos pasaran en las radios de otras provincias. Porque, hasta ahí, solamente veníamos tocando en teatros de Buenos Aires y el conurbano, con alguna escapada puntual a lugares como Tandil o Chacabuco, pero aún no habíamos realizado giras por el interior. Recién con esta iniciativa de León empezamos a pensar en esta posibilidad, y pasó porque León –al igual que Charly- es un tipo re solidario. En esa época había mucha solidaridad entre los artistas de rock. Bueno, después viene la Guerra de Malvinas y nuestro disco empieza a sonar en un montón de radios. Fue un golpe de suerte porque no había nada organizado, por supuesto.
No, aunque la canción habla de muertos, el mensaje viene por el lado de la metáfora. Sin embargo, sabía que había gente a la que se la chupaba la tierra. Pero en esa época había que ser muy pillo para escribir sobre algunas cosas que pasaban porque no se podía. Por ejemplo, en SADAIC te daban un papel en el que había una serie de palabras que vos no podías utilizar. Además, estaba al tanto de la censura que había, entonces escribía pensando en que no se entienda mucho el mensaje. Yo quería contar el tema de los desaparecidos, pero la palabra no existía. Ya había visto dos secuestros de personas en el 77, y estaba al tanto de la cosa, pero no sabía que había campos de concentración. Por eso intenté hacer un tema que más o menos insinuara eso que estaba pasando.
Pero vos ni sabías entonces que había vuelos de la muerte, fue una casualidad…
No, no, la verdad que no sabía. El otro día en una radio me dijeron lo mismo, pero no, y sería feo si mintiera. “El vuelo de los olvidados” hace referencia a que “vuelan y se van”, es un poco como intuyendo no tanto los vuelos sino la desaparición de las personas. Pero, bueno, al final me terminaron citando y me dicen que el disco no se podía llamar así, que le tenía que poner otro nombre, etc. Me lo dijeron medio de mala manera, porque pensaban que yo los quería pasar por alto, y eso no era tan así, sino que yo era un pibe y, desde una posición rockera de resistencia, me paraba oponiéndome a eso que pasaba. Bueno, me piden que le ponga un título alternativo al disco, y yo no tenía ninguno, y por eso sale editado como Canturbe, en octubre del 80. Sé que es un disco que habla mucho de la soledad. Luego, cuando fue reditado en cd, lo escuchaban muchos pibes, que me decían que “sonaba muy melancólico”. Y claro, ¿cómo podía ser de otra manera? Habría que ponerse en mi lugar: en esa época no tenía expectativas de nada. Me acuerdo de que estudiaba jazz con Walter Malosetti, re contento con todo lo que estaba aprendiendo, hasta que salía a la calle y me amargaba, diciendo “¿Dónde voy a poder mostrar todo esto que el tipo me está explicando?”
¿Por qué? ¿No había lugares donde tocar?
No, porque se tocaba poco, se sacaban pocos discos. Te doy un dato al respecto, cuando nosotros surgimos, me había tomado el trabajo de contar cuantas bandas nuevas habían aparecido, y de 65 grupos nuevos que habían surgido, tan solo tres llegamos a grabar: un trío que se llamaba Atonal, Raíces –el grupo de Beto Satragni-, y nosotros. Era una cifra fatal, bajísima. Muy pocas bandas podían grabar, no existía la producción independiente, era muy difícil…
Además, con las discográficas prestándole atención más que nada a la música comercial…
Y, como pasó siempre. En esa época Julio Iglesias era Gardel, viste. Las boludeces venían con todo. Incluso, el mismo Spinetta estuvo sin grabar casi tres años, y recién pudo volver a editar cuando saca Alma de Diamante, el disco de Spinetta Jade. Sí, fue una época dura y complicada.
Era como que El Proceso buscaba distraer apostando a lo trivial, pero censurando toda aquella obra artística profunda o contestataria…
Sí, es más, cuando me dijeron que le cambiara el título al disco fue como que me bajaron de un hondazo. Hasta ahí yo había estado tranquilo, y de pronto me choqué con la realidad. Hubo autocensura, también. Teníamos algunas letras que nosotros en vivo las cantábamos de una manera y que para grabarlas las tuvimos que modificar. Por ejemplo, el primer tema del disco, “Lección de Sangre”, que en el final decía “ahora aprendí que el aislamiento es un policía en la sangre”, pero que en el disco tuve que cambiarlo por “el aislamiento es un asesino en la sangre”. Después, en otro que se llamaba “De Toros los Inventos”, yo hablaba que me revolcaba en la cama de lo cansado que estaba cuando llegaba a mi casa, y un productor me dijo que le cambiara la letra porque con eso de “revolcarse en la cama” podía haber quilombo por tener algún significado sexual. Ahora que te censuraran eso parece una pavada, porque incluso se lo cuento a algunos pibes que me entrevistan y no lo pueden creer, pero en esa época las cosas eran así.
¿Cómo siguió la historia de Canturbe?
Cuando salió el primer disco tuvo un buen apoyo de la prensa, sobre todo de la gente de la revista Expreso Imaginario. Hablaban maravillas de disco, nos hacían notas. Eso nos dio un impulso bárbaro. También Graciela Mancuso, que tenía un programa en la radio, y León Gieco. León, que nos conocía porque Charly le había mostrado nuestro material, me dio una mano grande en lo que tenía que ver con la promoción del grupo en el interior del país, recomendándonos, para que nos pasaran en las radios de otras provincias. Porque, hasta ahí, solamente veníamos tocando en teatros de Buenos Aires y el conurbano, con alguna escapada puntual a lugares como Tandil o Chacabuco, pero aún no habíamos realizado giras por el interior. Recién con esta iniciativa de León empezamos a pensar en esta posibilidad, y pasó porque León –al igual que Charly- es un tipo re solidario. En esa época había mucha solidaridad entre los artistas de rock. Bueno, después viene la Guerra de Malvinas y nuestro disco empieza a sonar en un montón de radios. Fue un golpe de suerte porque no había nada organizado, por supuesto.
¿Ustedes ya venían pensando en grabar otro disco?
Sí, teníamos algunos planes, pero nada concreto, porque ya se había terminado nuestro contrato con Polygram. Hasta que un día aparece un productor que nos propone grabar el disco en forma independiente para que él después lo negociara con las compañías. Así fue que acuerda con RCA, y ahí editamos Bonpland (1983). Ese fue un disco que se editó en Uruguay, Paraguay, Colombia, y, por primera vez, es lanzado en simultáneo en todas las provincias argentinas. Sonaba mucho en las radios, estaba en todas las disquerías.
Y en lo musical, ¿en qué se diferenciaba del primer álbum?
Para empezar, RCA nos puso a un productor artístico muy groso: Enrique Langlais, lo que supuso un salto de calidad importante. En sí, la diferencia principal es que el primer disco es más progresivo, mientras que en Bonpland me tiré más a lo rioplatense, ya estaba escuchando otras cosas, muy interesado por la percusión –algo que no estaba en el primer disco-, trajimos al Negro Rada para que cante en un tema, también toca Norberto Minichilo, un batero muy groso de jazz; y ya me inclino más decididamente por la veta tanguera, compongo mi primer tango (“Juan y lo viejo”) y también grabamos una versión del tango “Soledad”, de Gardel. Incluso, luego -por una investigación que hicieron unos pibes en 2007, que fue publicada en un libro-, me enteré que nosotros fuimos el primer grupo de rock argentino que grabó un tango. No fue algo intencional, salió así; además en ese disco hay una murga, hay candombe en el tema “Bonpland”. Lo que tiene este segundo disco es más experimentación con la música de la ciudad.
Sí, teníamos algunos planes, pero nada concreto, porque ya se había terminado nuestro contrato con Polygram. Hasta que un día aparece un productor que nos propone grabar el disco en forma independiente para que él después lo negociara con las compañías. Así fue que acuerda con RCA, y ahí editamos Bonpland (1983). Ese fue un disco que se editó en Uruguay, Paraguay, Colombia, y, por primera vez, es lanzado en simultáneo en todas las provincias argentinas. Sonaba mucho en las radios, estaba en todas las disquerías.
Y en lo musical, ¿en qué se diferenciaba del primer álbum?
Para empezar, RCA nos puso a un productor artístico muy groso: Enrique Langlais, lo que supuso un salto de calidad importante. En sí, la diferencia principal es que el primer disco es más progresivo, mientras que en Bonpland me tiré más a lo rioplatense, ya estaba escuchando otras cosas, muy interesado por la percusión –algo que no estaba en el primer disco-, trajimos al Negro Rada para que cante en un tema, también toca Norberto Minichilo, un batero muy groso de jazz; y ya me inclino más decididamente por la veta tanguera, compongo mi primer tango (“Juan y lo viejo”) y también grabamos una versión del tango “Soledad”, de Gardel. Incluso, luego -por una investigación que hicieron unos pibes en 2007, que fue publicada en un libro-, me enteré que nosotros fuimos el primer grupo de rock argentino que grabó un tango. No fue algo intencional, salió así; además en ese disco hay una murga, hay candombe en el tema “Bonpland”. Lo que tiene este segundo disco es más experimentación con la música de la ciudad.
¿El disco
se llamó así por la calle?
Sí, porque yo soy de Villa Crespo y había una casa en esa calle en donde nos juntábamos un grupo de pibes rockeros. Eso pasaba durante la Dictadura, en la misma época que sale el primer disco de Canturbe, y, entre el 79 y el 83, pasé mucho tiempo en esa casa, hacíamos reuniones, había una movida cultural importante allí.
¿Luego de Bonpland cómo sigue tu carrera?
Mi tercer disco, Clandestino (1986), sale como una producción independiente, y con este álbum me recorrí casi todo el país. Ya había desarmado el grupo y me iba solo a tocar con la guitarra acústica, a veces me acompañaban músicos locales… En esa época, yo tenía relación con mucha gente, por la revista Cantarock, en donde me habían dado una gran mano promocionando mi trabajo, haciéndome notas. Cantarock estaba integrada por tipos muy grosos como Claudio Kleiman, Alfredo Rosso, Miguel Grinberg y Pipo Lernoud, que apreciaban mucho lo que hacía yo, y además por traer tablaturas de canciones de rock era una publicación muy popular en el interior del país. Así me mantuve tres o cuatro años tocando en forma permanente en muchas ciudades de varias provincias. Incluso, he tocado en pueblitos insólitos en donde cualquiera creería que no te iba a ver nadie y sin embargo se llenaba. Fue una experiencia genial.
Fue tu propio Ushuaia a La Quiaca, casi…
Sí, yo había leído lo que había hecho León y quise ver si podía hacer algo parecido. Me facilitaba la cosa el hecho de que fuera solo a tocar, porque movilizar a un grupo por todo el país, a ver qué pasaba, sin nada pautado, hubiese sido imposible. Me recorrí todos los pueblitos de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Chaco, Misiones, Córdoba, Jujuy… Cuando recorrés el país te das cuenta que en las provincias hay mucho rock, la gente es bárbara. Uno, cuando recorre el país, percibe muchas cosas que, como porteño, te sirven de lección. Hablo de lo que pasaba en esa época, cuando me creía que el rock solo pasaba en Buenos Aires, hasta que empecé a viajar y conocí un montón de tipos tan conocedores del género como los porteños, y hasta, a veces, más. Muchos tipos del palo, viste. Porque si vos haces un programa de rock en una radio del interior, no lo hacés por la guita –como hacían algunos acá- sino por un amor legítimo hacia esta música.
¿Al mismo tiempo que hacías estas presentaciones en el interior, dabas clases de música?
Sí, y luego, con una guita que me traje de un viaje a Bolivia pude grabar mi cuarto disco (Del Mágico Mundo, 1989). Yo había ido a tocar allá, pensando en quedarme un mes, y al final me quedé siete meses. Toqué mucho en Bolivia, ellos tienen mucho respeto por toda la música argentina en general, y por el rock en particular.
Sí, porque yo soy de Villa Crespo y había una casa en esa calle en donde nos juntábamos un grupo de pibes rockeros. Eso pasaba durante la Dictadura, en la misma época que sale el primer disco de Canturbe, y, entre el 79 y el 83, pasé mucho tiempo en esa casa, hacíamos reuniones, había una movida cultural importante allí.
¿Luego de Bonpland cómo sigue tu carrera?
Mi tercer disco, Clandestino (1986), sale como una producción independiente, y con este álbum me recorrí casi todo el país. Ya había desarmado el grupo y me iba solo a tocar con la guitarra acústica, a veces me acompañaban músicos locales… En esa época, yo tenía relación con mucha gente, por la revista Cantarock, en donde me habían dado una gran mano promocionando mi trabajo, haciéndome notas. Cantarock estaba integrada por tipos muy grosos como Claudio Kleiman, Alfredo Rosso, Miguel Grinberg y Pipo Lernoud, que apreciaban mucho lo que hacía yo, y además por traer tablaturas de canciones de rock era una publicación muy popular en el interior del país. Así me mantuve tres o cuatro años tocando en forma permanente en muchas ciudades de varias provincias. Incluso, he tocado en pueblitos insólitos en donde cualquiera creería que no te iba a ver nadie y sin embargo se llenaba. Fue una experiencia genial.
Fue tu propio Ushuaia a La Quiaca, casi…
Sí, yo había leído lo que había hecho León y quise ver si podía hacer algo parecido. Me facilitaba la cosa el hecho de que fuera solo a tocar, porque movilizar a un grupo por todo el país, a ver qué pasaba, sin nada pautado, hubiese sido imposible. Me recorrí todos los pueblitos de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Chaco, Misiones, Córdoba, Jujuy… Cuando recorrés el país te das cuenta que en las provincias hay mucho rock, la gente es bárbara. Uno, cuando recorre el país, percibe muchas cosas que, como porteño, te sirven de lección. Hablo de lo que pasaba en esa época, cuando me creía que el rock solo pasaba en Buenos Aires, hasta que empecé a viajar y conocí un montón de tipos tan conocedores del género como los porteños, y hasta, a veces, más. Muchos tipos del palo, viste. Porque si vos haces un programa de rock en una radio del interior, no lo hacés por la guita –como hacían algunos acá- sino por un amor legítimo hacia esta música.
¿Al mismo tiempo que hacías estas presentaciones en el interior, dabas clases de música?
Sí, y luego, con una guita que me traje de un viaje a Bolivia pude grabar mi cuarto disco (Del Mágico Mundo, 1989). Yo había ido a tocar allá, pensando en quedarme un mes, y al final me quedé siete meses. Toqué mucho en Bolivia, ellos tienen mucho respeto por toda la música argentina en general, y por el rock en particular.
¿En ese momento tocabas con el nombre
Canturbe?
No, en los discos ponía “Jorge Garacotche y Canturbe”. Lo hice por una piolada comercial, porque el nombre de Canturbe era más conocido entre el público que el mío. Canturbe se podía encontrar más fácilmente en las revistas, viste. Aparte, yo lo tenía registrado a mi nombre. Bueno, mi cuarto disco lo vuelvo a grabar con músicos invitados, y con el quinto regreso a una discográfica, Che Discos, un sello mexicano. Con mi cuarto disco tuve muchos problemas porque había sido una producción independiente y había salido justo en la época de la hiperinflación. El presupuesto se había incrementado tres veces durante toda la grabación del disco, y eso, económicamente, me mató. Luego de eso, me quedé en Buenos Aires y volví a armar la banda. Con ellos hago el quinto álbum de Canturbe, En Venta, en donde tocan como invitados Litto Nebbia y María José Cantilo.
¿Cuál era el estilo del grupo en esa época?
Otra vez estaba la cosa rioplatense, lo tanguero. Tanto en mi tercer como el cuarto disco había hecho una cosa mucho más rockera, pero con En Venta (1991) volví al tango, a la fusión. Durante esos años –desde el 90 al 93- laburamos un montón con esa formación de Canturbe. Laburábamos mucho con la Municipalidad de Buenos Aires, nos llamaban mucho para tocar en cárceles, en parques, plazas… Luego, cuando se separa esta formación del grupo en el 93, hay un impasse en Canturbe, durante un par de años, en los que pasa nada con la banda.
No, en los discos ponía “Jorge Garacotche y Canturbe”. Lo hice por una piolada comercial, porque el nombre de Canturbe era más conocido entre el público que el mío. Canturbe se podía encontrar más fácilmente en las revistas, viste. Aparte, yo lo tenía registrado a mi nombre. Bueno, mi cuarto disco lo vuelvo a grabar con músicos invitados, y con el quinto regreso a una discográfica, Che Discos, un sello mexicano. Con mi cuarto disco tuve muchos problemas porque había sido una producción independiente y había salido justo en la época de la hiperinflación. El presupuesto se había incrementado tres veces durante toda la grabación del disco, y eso, económicamente, me mató. Luego de eso, me quedé en Buenos Aires y volví a armar la banda. Con ellos hago el quinto álbum de Canturbe, En Venta, en donde tocan como invitados Litto Nebbia y María José Cantilo.
¿Cuál era el estilo del grupo en esa época?
Otra vez estaba la cosa rioplatense, lo tanguero. Tanto en mi tercer como el cuarto disco había hecho una cosa mucho más rockera, pero con En Venta (1991) volví al tango, a la fusión. Durante esos años –desde el 90 al 93- laburamos un montón con esa formación de Canturbe. Laburábamos mucho con la Municipalidad de Buenos Aires, nos llamaban mucho para tocar en cárceles, en parques, plazas… Luego, cuando se separa esta formación del grupo en el 93, hay un impasse en Canturbe, durante un par de años, en los que pasa nada con la banda.
Cuando hacés el proyecto de Lacaja…
Sí, a partir del 95, arrancamos con ese grupo, y en el 96 tuvimos la suerte de que nos contratara EMI, y hacemos el primer álbum homónimo enfocado en un formato rock & pop. El segundo disco de Lacaja (El Baile de los Fósiles, 1999) es un pop más rockero, y el tercero (El Faro, 2004) es otra cosa, un trabajo más cercano al material que yo hacía en Canturbe. Aparecían otra vez los fuelles, una onda bien tanguera. Y sí, yo tenía ganas de volver a hacer ese estilo, pero no me animaba a ponerle el nombre Canturbe…
¿Cuál es el balance que hacés de Lacaja?
Tuvo poca repercusión, porque al hacer un grupo más rockero el grupo era más de lo mismo, no llamaba mucho la atención. El primer disco tuvo mucha repercusión porque lo sacó EMI, y sonó en muchos lugares, incluso en la televisión. Tuvo repercusión en los medios, pero no pudimos armar un grupo sólido en el vivo. No pensamos bien el grupo, no tocamos tanto como hubiésemos debido para poder explotar mejor la cosa.
Sí, a partir del 95, arrancamos con ese grupo, y en el 96 tuvimos la suerte de que nos contratara EMI, y hacemos el primer álbum homónimo enfocado en un formato rock & pop. El segundo disco de Lacaja (El Baile de los Fósiles, 1999) es un pop más rockero, y el tercero (El Faro, 2004) es otra cosa, un trabajo más cercano al material que yo hacía en Canturbe. Aparecían otra vez los fuelles, una onda bien tanguera. Y sí, yo tenía ganas de volver a hacer ese estilo, pero no me animaba a ponerle el nombre Canturbe…
¿Cuál es el balance que hacés de Lacaja?
Tuvo poca repercusión, porque al hacer un grupo más rockero el grupo era más de lo mismo, no llamaba mucho la atención. El primer disco tuvo mucha repercusión porque lo sacó EMI, y sonó en muchos lugares, incluso en la televisión. Tuvo repercusión en los medios, pero no pudimos armar un grupo sólido en el vivo. No pensamos bien el grupo, no tocamos tanto como hubiésemos debido para poder explotar mejor la cosa.
Y así llegás de nuevo a Canturbe…
Sí, en donde la cosa cambia bastante porque aparece esta posibilidad, inédita para mí, de publicar discos en el extranjero. Por ejemplo, de mi disco Tangos en Espera (2011) apareció un comentario en Japón. Nos ayuda mucho Internet, en especial, las redes sociales (Facebook, YouTube) que hacen que nuestro material se pueda difundir. Esa fue una cosa que me sorprendió. Esta última etapa de Canturbe se inicia en 2003, cuando aparece Felipe Surkan –el dueño del sello Viajero Inmóvil- que re edita mi primer disco y me dice que hay un nuevo interés por la música de Canturbe, que le piden mucho nuestros discos en el exterior, en España, Francia, Japón, Corea, Rusia, Estados Unidos, Canadá… Es decir, que dentro de lo que es el rock progresivo tenemos una repercusión importante. Así decido rearmar el grupo, y hacemos un nuevo disco, Sociedad Secreta de Melancólicos (2009), y ahí arranqué de nuevo con el proyecto de Canturbe, que llega hasta la actualidad con los álbumes Tangos en Espera y Reversionismo Histórico. Luego de eso, en 2014 y 2015, estuvimos presentando en vivo material de estos discos, más algunos temas de la primera etapa de la banda en los ochenta.
Sí, en donde la cosa cambia bastante porque aparece esta posibilidad, inédita para mí, de publicar discos en el extranjero. Por ejemplo, de mi disco Tangos en Espera (2011) apareció un comentario en Japón. Nos ayuda mucho Internet, en especial, las redes sociales (Facebook, YouTube) que hacen que nuestro material se pueda difundir. Esa fue una cosa que me sorprendió. Esta última etapa de Canturbe se inicia en 2003, cuando aparece Felipe Surkan –el dueño del sello Viajero Inmóvil- que re edita mi primer disco y me dice que hay un nuevo interés por la música de Canturbe, que le piden mucho nuestros discos en el exterior, en España, Francia, Japón, Corea, Rusia, Estados Unidos, Canadá… Es decir, que dentro de lo que es el rock progresivo tenemos una repercusión importante. Así decido rearmar el grupo, y hacemos un nuevo disco, Sociedad Secreta de Melancólicos (2009), y ahí arranqué de nuevo con el proyecto de Canturbe, que llega hasta la actualidad con los álbumes Tangos en Espera y Reversionismo Histórico. Luego de eso, en 2014 y 2015, estuvimos presentando en vivo material de estos discos, más algunos temas de la primera etapa de la banda en los ochenta.
¿Cuál es tu balance de esta última
etapa de Canturbe?
Estoy muy contento porque el hecho de poder volver, y que los discos sean editados y comentados, es notable para mí, que soy un tipo que viene batallando en esto desde hace tantos años. Por suerte, estoy tocando mucho y en varios lados. Además venimos muy bien difundiendo nuestro material en el interior. Algo que no es nada fácil cuando sos un artista independiente.
Estoy muy contento porque el hecho de poder volver, y que los discos sean editados y comentados, es notable para mí, que soy un tipo que viene batallando en esto desde hace tantos años. Por suerte, estoy tocando mucho y en varios lados. Además venimos muy bien difundiendo nuestro material en el interior. Algo que no es nada fácil cuando sos un artista independiente.
¿Ahora estás grabando material nuevo?
Sí, ya grabamos tres temas y estamos preparando
otra tanda, vamos de a poco.
¿De qué se va a tratar este nuevo material?
Es un mix de lo que venimos laburando en esta
etapa, o sea, un toque progresivo y otro tanguero. Con la lírica de siempre, un
enfoque desde la ciudad, desde el barrio. La perspectiva del que observa desde
ese lugar.
¿Cómo
pensás los discos?
A veces tenés 15 canciones y elegís 10 que tienen más que ver con un concepto determinado. Lo más importante para mí en un disco es tener un concepto. A veces te lo da un tema determinado del disco, y voy detrás de ese concepto, componiendo el resto del material. Yo siempre estoy componiendo, pero, de vez en cuando, aparecen canciones que te marcan un rumbo a seguir…
A veces tenés 15 canciones y elegís 10 que tienen más que ver con un concepto determinado. Lo más importante para mí en un disco es tener un concepto. A veces te lo da un tema determinado del disco, y voy detrás de ese concepto, componiendo el resto del material. Yo siempre estoy componiendo, pero, de vez en cuando, aparecen canciones que te marcan un rumbo a seguir…
¿Va a ser un disco de canciones independientes
entre sí o conceptual?
La idea es agrupar canciones que pinten lo que
estamos sintiendo en este momento, lo conceptual quizá esté más en el plano
musical, pero en la lírica siempre fuimos abiertos, como es el vivir en una
gran ciudad, donde suceden muchas cosas diferentes, y uno, a pesar de que
mantiene cierta coherencia, más o menos está parado ideológicamente en los
mismos lugares: la crítica al sistema, algo histórico del tango y luego
recogida por el rock; la soledad que se vive y las diversas situaciones que
padecen los que vivimos en las grandes ciudades, aunque algunas cosas creo que
a esta altura se han movido hacia todas partes, no creo que estas canciones le
suenen extrañas a quien vive en un pueblito.
¿Hacés
otras actividades vinculadas a la música?
Sí, he producido varios discos de grupos y solistas. Hago producción artística y trabajo también como arreglador. Me encanta hacer ese laburo. Lo que pasa es que yo soy un investigador de la música, me he comprado muchos libros, a lo largo de estos años, y me gusta mucho todo lo concerniente a la composición, los arreglos. Me gusta mucho desentrañar como están armados los temas de otra gente.
¿Tenés guitarras preferidas?
Yo tengo hace muchos años una Fender Telecaster del ´69, una guitarra que me encanta. Tiene un sonido particular. Últimamente estoy usando una modelo 335, que me hizo el lutier Arístides Gracia, una guitarra de caja con unos lindos micrófonos; tiene un sonido muy cálido. También tengo una guitarra acústica Avalon buenísima. Me gustan mucho las guitarras criollas.
¿Qué música te gusta escuchar?
Me gusta mucho Radiohead, también sigo escuchando todo lo que hace Peter Gabriel, y después escucho cosas de todas las épocas. Me gusta la música electrónica, por ejemplo, en Tangos en Espera también hay un par de cosas electrónicas. Me gusta muchísimo el Gotan Proyect, lo que hace Bajo Fondo, (Luciano) Superville; tengo una muy buena relación con la música electrónica desde ese lado. Me encanta Air, también.
Sí, he producido varios discos de grupos y solistas. Hago producción artística y trabajo también como arreglador. Me encanta hacer ese laburo. Lo que pasa es que yo soy un investigador de la música, me he comprado muchos libros, a lo largo de estos años, y me gusta mucho todo lo concerniente a la composición, los arreglos. Me gusta mucho desentrañar como están armados los temas de otra gente.
¿Tenés guitarras preferidas?
Yo tengo hace muchos años una Fender Telecaster del ´69, una guitarra que me encanta. Tiene un sonido particular. Últimamente estoy usando una modelo 335, que me hizo el lutier Arístides Gracia, una guitarra de caja con unos lindos micrófonos; tiene un sonido muy cálido. También tengo una guitarra acústica Avalon buenísima. Me gustan mucho las guitarras criollas.
¿Qué música te gusta escuchar?
Me gusta mucho Radiohead, también sigo escuchando todo lo que hace Peter Gabriel, y después escucho cosas de todas las épocas. Me gusta la música electrónica, por ejemplo, en Tangos en Espera también hay un par de cosas electrónicas. Me gusta muchísimo el Gotan Proyect, lo que hace Bajo Fondo, (Luciano) Superville; tengo una muy buena relación con la música electrónica desde ese lado. Me encanta Air, también.
Decinos unas palabras con respecto a las muertes de
Chris Squire y Keith Emerson, ¿cómo te conmovieron los fallecimientos de estos
referentes e ídolos del prog? ¿Cuál es para vos el legado que nos dejan?
Mirá, las dos muertes me han pegado muy mal, he
escuchado mucho a Yes y a Emerson, Like & Palmer, he visto en
vivo a Yes y fue una experiencia que jamás voy a olvidar. Tanto Emerson como Squire han sido exquisitos revolucionarios desde que aparecieron,
nos han sorprendido siempre. Squire dejó líneas de bajo maravillosas, un sonido
inconfundible, creo que debe haber sido, durante mucho tiempo el ideal del
bajista de rock progresivo virtuoso y loco, mágico y extraño. Por el lado de
Emerson creo que le podemos endilgar casi la invención del Moog, jajaja, le ha
sacado lustre, lo que hizo en el álbum Trilogy
ha quedado en la historia, fue dueño de un virtuosismo único, un tipo muy
amplio que llegó hasta husmear en la obra de nuestro Ginastera.
¿Qué otras muertes de las recientes de músicos de
rock, nacionales o internacionales, te conmovieron?
Muchos, lamentablemente en estos últimos años hemos
perdido a muchos referentes, muchos faros, como ocurrió aquí con la partida de Spinetta. Cada año que pasa siento el
golpe de la muerte en la pérdida de músicos que me han llenado de obras de
arte, que me han acompañado desde los equipos de música, libros y revistas, que
me formaron y me informaron.
¿Fuiste a ver shows de grupos y solistas de rock
últimamente? ¿Quiénes y que te parecieron?
Lo último grande que vi fue a Yes presentando Close to the
Edge y The Yes Album, una noche
maravillosa, para la sorpresa constante y para el agradecimiento de haber
tenido la suerte, en la vida, de conocer a esos tipos y abrazar algo hermoso
como es el rock progresivo.
¿Cuál es tu opinión del rock progresivo, puede concebirse a este estilo en la actualidad?
En el rock progresivo actual tenés tipos que hacen cosas muy buenas, muy locas; y por otro lado, muchos grupos que lo único que hacen es imitar a los grupos clásicos, y eso no me gusta. Por ejemplo, yo soy fanático de Genesis, conozco mucho su música, pero jamás se me hubiese ocurrido hacer de Canturbe una banda que sonara como Genesis.
¿Y del rock nacional actual?
Creo que se ven dos cosas muy diferenciadas: en los grupos que suenan en los medios veo mucho marketing y poca creatividad, una lírica pobre; en tanto que en lo under, en lo alternativo, veo mucha polenta, compromiso, mayor estilo, mucho más cuidado de todo lo que hace a lo artístico, desde el arte de tapa hasta las canciones y una calidad que me apasiona. En el rock nacional hay de todo, pero creo no está pasando por un buen momento, como te decía antes, hay un montón de grupos muy parecidos. Además no aparecen letras elaboradas. Hay mucho marketing, y pareciera que muchos artistas de rock se confundieran, componiendo sus temas en función de cuánto va a vender. Yo sigo pensando que se puede negociar con el sistema, no podemos, como artistas de rock, ir a preguntar todo el tiempo a ver qué tipo de canciones tenemos que hacer. El espíritu del rock no es así. Mirá el caso de Fito Páez, un pibe que la rompió cuando apareció en los 80. Bueno, yo no he visto aparecer a ningún “Fito Páez” en estos últimos años. Es una situación muy pobre. Sin embargo, es cierto que también hay dos niveles: uno en el que están los grupos que aparecen en los medios, y otro que está en la movida under, donde hay gente haciendo cosas muy interesantes. Gente que está haciendo un material muy importante, investiga, se arriesgan a la fusión; pero que no están en la primera línea, y no suenan en la radio. En esa investigación, en ese no miedo a arriesgarse a hacer cosas nuevas sí está presente lo que yo llamo el espíritu del rock. Qué sé yo, te podría nombrar a Pez, María Eva Albistur, Juana Molina, Kabusacki, Aristimuño; también algunas letras de Las Pastillas, Los Natas, Carajo. Por supuesto, siempre tengo presente a tipos como Fito Páez, El Indio, Skay, Divididos, y extraño mucho a Spinetta, con su partida quedó un enorme agujero que será imposible llenar.
¿Cuál es tu opinión del rock progresivo, puede concebirse a este estilo en la actualidad?
En el rock progresivo actual tenés tipos que hacen cosas muy buenas, muy locas; y por otro lado, muchos grupos que lo único que hacen es imitar a los grupos clásicos, y eso no me gusta. Por ejemplo, yo soy fanático de Genesis, conozco mucho su música, pero jamás se me hubiese ocurrido hacer de Canturbe una banda que sonara como Genesis.
¿Y del rock nacional actual?
Creo que se ven dos cosas muy diferenciadas: en los grupos que suenan en los medios veo mucho marketing y poca creatividad, una lírica pobre; en tanto que en lo under, en lo alternativo, veo mucha polenta, compromiso, mayor estilo, mucho más cuidado de todo lo que hace a lo artístico, desde el arte de tapa hasta las canciones y una calidad que me apasiona. En el rock nacional hay de todo, pero creo no está pasando por un buen momento, como te decía antes, hay un montón de grupos muy parecidos. Además no aparecen letras elaboradas. Hay mucho marketing, y pareciera que muchos artistas de rock se confundieran, componiendo sus temas en función de cuánto va a vender. Yo sigo pensando que se puede negociar con el sistema, no podemos, como artistas de rock, ir a preguntar todo el tiempo a ver qué tipo de canciones tenemos que hacer. El espíritu del rock no es así. Mirá el caso de Fito Páez, un pibe que la rompió cuando apareció en los 80. Bueno, yo no he visto aparecer a ningún “Fito Páez” en estos últimos años. Es una situación muy pobre. Sin embargo, es cierto que también hay dos niveles: uno en el que están los grupos que aparecen en los medios, y otro que está en la movida under, donde hay gente haciendo cosas muy interesantes. Gente que está haciendo un material muy importante, investiga, se arriesgan a la fusión; pero que no están en la primera línea, y no suenan en la radio. En esa investigación, en ese no miedo a arriesgarse a hacer cosas nuevas sí está presente lo que yo llamo el espíritu del rock. Qué sé yo, te podría nombrar a Pez, María Eva Albistur, Juana Molina, Kabusacki, Aristimuño; también algunas letras de Las Pastillas, Los Natas, Carajo. Por supuesto, siempre tengo presente a tipos como Fito Páez, El Indio, Skay, Divididos, y extraño mucho a Spinetta, con su partida quedó un enorme agujero que será imposible llenar.
¿Cómo ves que viene el rock de fusión en Argentina?
¿Se sigue avanzando en la fusión con el tango y otros ritmos autóctonos, o está
un poco anquilosado eso?
Sí, veo mucha gente joven fusionando con el tango,
muchos con el folclore que me parecen brillantes. Creo que hay una corriente de
pibes que estudian mucho y fusionan y eso enriquece mucho al músico y a lo que
se hace y suena, contagia. Creo que la fusión siempre fue algo muy sano para
crecer en varias direcciones, sobre todo viviendo en un país tan ecléctico como
Argentina, por suerte nos tocó nacer en un país en donde las culturas han
hecho, y hacen, un enorme laburo creativo porque se reinventan a cada rato. Nos
pasa, cada vez que publicamos una nota sobre rock progresivo, que la gente se
copa mucho, como que sigue habiendo muchas ganas de leer material escrito que
hable de este estilo.
Con respecto a esto, ¿avisorás de aquí a poco un
reverdecimiento del rock progresivo en lo que respecta a una difusión más
masiva, como la del pasado, o seguirá siendo un estilo de culto?
Mirá, escucho y me hacen llegar muchos proyectos de
rock progresivo que me confirman que el género está vivito y coleando, hay un
mundo chico pero que persiste, que es fiel a sí mismo, se cuida, se protege del
tironeo del mercado y cuenta con espacios y sellos propios. Me da una gran
tranquilidad que el progresivo siga vivo, creo que todavía tiene mucho para
decir y los músicos tienen mucho para crecer dentro de un género tan rico, tan
amplio, que tiene detrás una de las más grandes epopeyas forzada por bandas y
músicos que son un lujo, que nos han hecho la vida más feliz.
Para terminar, una pregunta que le hacemos a todos
nuestros entrevistados: ¿Qué tema de otro artista te hubiese gustado componer a
vos?
Cualquier canción de The Beatles y si me pedís una: “Strawberry Fields Forever”. También “Elementales Leches”, de Invisible;
“Pequeñas Anécdotas de la Vida Conyugal” o “Tango en Segunda”, de Sui
Generis; “Promesas Sobre el Bidet”, de Charly. También muchos
tangos, obvio.
¿Qué artistas de los que estás escuchando
recomendás a nuestros lectores?
Últimamente tengo un vicio de escuchar mucho The Beatles, Piazzolla, Troilo, Spinetta,
Genesis y King Crimson, no sé
qué me agarró, pero estoy como atrapado entre ellos y con muy pocas ganas de
soltarme… al menos por ahora.
Emiliano Acevedo
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