Justo cuando los multicolores 60 terminaban y se
transformaban en los problemáticos 70, casi al mismo tiempo que se separaban
los Beatles, llegaba a su fin la trayectoria de un dúo emblemático de la
música folk rock norteamericana: Simon & Garfunkel. Sí, se separaba la sociedad musical ideada por estos dos jovencitos de los suburbios de Nueva York, quienes habían encontrado el
éxito recién con Sound of Silence (1965),
luego de intentarlo infructuosamente durante largos años. Un suceso luego
capitalizado por la realización de varios albumes clásicos como Parsley, Sage, Rosemary & Thyme
(1966) y Bookends (1968),
además de la banda sonora de la película El
Graduado (1967). Sin embargo, nada evitaría que la comunión artística
entre estos dos amigos se empezara a resquebrajar, y que finalmente el telón
cayera luego de Bridge Over Troubled Water (1970), su quinto y último álbum de estudio.
Por un lado, estaba presente el nuevo viraje
artístico / ideológico de Simon –genio creativo y compositor de todos
los temas del dúo-, quién ya empezaba a interesarse por explorar los diferentes
sonidos provenientes de las culturas de los países subdesarrollados, como los
de Latinoamérica y Africa; además de darse cuenta de que el formato de dúo le
quedaba corto. Por el otro, Garfunkel quería apostar a una carrera como
cantante solista, a la vez de cultivar su hobbie como actor (cristalizado, más
tarde, en sendas interpretaciones en películas como Catch 22 o Conocimiento
Carnal). En resumen, he aquí dos visiones artísticas contrastantes que
chocaban permanentemente a la hora de producir un nuevo álbum.
Un ejemplo de esto sería el proceso de grabación de
su última producción conjunta, cuando Garfunkel no le dio el visto bueno
a una canción de protesta de Simon llamada “Cuba Sí, Nixon No”; y éste a
su vez rechazó la idea de Garfunkel de que el dúo realizara una versión
libre de un coral de Bach. A pesar de todo, estas desavenencias no
conspiraron contra la realización de Bridge
Over Troubled Water. Un disco lujoso y complejo, que demandaría más de
800 horas de grabación, pero que una vez editado se convertiría en un hit de ventas,
hasta llegar a la cifra -hoy inconcebible- de más de 25 millones de copias
vendidas en todo el mundo.
Bridge Over Trouble Water arrancaba con el tema homónimo, una de las canciones más reconocibles y
recordadas de la música popular del último siglo. Sin lugar a dudas, un
comienzo con tutti en donde Garfunkel
realiza la mejor perfomance vocal de su carrera, sobre un fondo símil
gospel que empieza con un simple acompañamiento de piano que luego estalla
cuando entra una orquesta, en uno de los finales más apoteósicos que haya tenido
jamás una canción pop. No por nada, muchas veces, hasta el mismísimo Simon dijo
que se arrepintió de no haberla cantado él, porque sin lugar a dudas esta debe
ser, junto a “Sound of Silence”, la composición más paradigmática de su
carrera, y un verdadero tributo a su “turbulenta” amistad con Garfunkel.
Luego de un comienzo tan prominente no quedaba otra
que seguir por esta veta grandiosa. Por eso, la segunda canción del disco es la
versión del clásico del Antiplano (y
de cualquier músico callejero...) “El Cóndor Pasa” (rebautizado aquí como “If I
Could”), quizás la primera incursión de Simon en la world music.
Este cover incluye una grabación original del grupo Los Incas, dirigido
por el argentino Jorge Milchberg. El tercer tema era otro caramelo popular:
“Cecilia”, una explosiva canción acústica, casi de fogón; con frenético ritmo.
Inolvidable, hasta aquí, el disco no da respiro con este arrebatador comienzo
que desembocaba en la impresionante “Keep the Custumer Satisfied”, una canción
que mixtura el folk rock del
dúo con el soul de la Motown
e incluye un wall of sound
formado por una multitud de bronces y percusiones. “So Long, Frank Lloyd
Wright”, por el contrario, era una hermosa bosanova, mansa y tranquila, que evocaba la figura de uno de los
mayores arquitectos del siglo XX. Luego, llegaba la inmortal “The Boxer”, con
sus líricas repleta de ironía y dolor; terminaría siendo una de las canciones
del dúo que más versiones tuvo, incluido una de Bob Dylan. “The Only
Living Boy in New York” es un tema raro, con una rítmica que semeja casi un
proto reggae. De ahí pasamos a
“Why Don´t You Write Me”, otra canción desbocadamente alegre; “Bye Bye Love”,
un cover dedicado a sus ídolos y maestros inspiradores Los Everly Brothers;
y el final del álbum con la delicada “Song for Asking”.
Punto final para una época, y para una propuesta
artística que se volvería histórica con el paso de los años. Quizás por eso –y
por haber intentado en vano escapar del legado de esta obra inicial-, luego, Simon
y Garfunkel se reunirían en varias oportunidades. Comenzando por su
histórico concierto multitudinario celebrado al aire libre en Nueva York en
septiembre de 1981 -en un Central Park todavía conmocionado por el reciente
asesinato de John Lennon-, cuya grabación daría lugar a la edición de un
exitoso álbum doble en vivo. Para luego volverse a reunir en 1983 (en un
intento frustrado de grabar un nuevo álbum), 1993, y en 2003... Quien sabe,
quizá ahora estén pensando volvernos a deleitar con sus viejas melodías de
juventud, antes de que se cumplan las profecías, y este viejo y podrido mundo
empiece a caerse a pedazos...
Emiliano Acevedo
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