El
pasado 10 de septiembre el mayor violinista del rock argentino, Jorge
Pinchevsky, hubiera cumplido 75 años. Para mantener más que viva su memoria y
por ser uno de los artistas más sencillos, mágicos y bohemios de este suelo; recurrimos
a varios músicos que lo conocieron para que nos cuenten en primera persona cómo
los atravesó en su historia, su música y su actitud.
Por Javier Tucci
Hacía
poco tiempo que me había mudado a la ciudad de La Plata para comenzar a
estudiar periodismo y me alojaba en un monoambiente re oscuro, justo enfrente a
Plaza Italia. Un par de días antes del show que dieron los Redondos en el
estadio Monumental, el 15 de abril de 2000, los pibes del pueblo habían caído a
las diagonales para vibrar la previa. Y fue ahí, entre mate, viola criolla y
bongó, que de repente un chabón se nos vino encima y sacó de una mochila un
violín y se puso a improvisar sobre la base hippie que estábamos tocando. No
cruzamos más que un “¡Hola, cómo va, qué copado lo que salió!” Y se fue. Uno de
los pibes que estaba aquella tarde alrededor de la zapada era un compañero de
la facultad que jugaba de local, quien nos preguntó “¿Saben quién era ese
loco?” “Ni puta idea”, respondimos. Se trataba de Jorge Pinchevsky, rosarino de
nacimiento y platense por adopción. El mismo que un día, en la morada donde se
alojaban los cófrades de La Flor Solar conoció al negro Alejandro Medina y a
Billy Bond, para dejar de lado el sonido clásico de orquesta y conservatorio y
cambiarlo por el electrificado del rock (ver anécdota de Billy Bond (https://bit.ly/2Mv2LG1), aunque nunca se
apartaría de las raíces clásicas, folklóricas y tangueras.
De
ahí en más no paró de rockearla y formó parte de La Pesada del Rock and Roll,
grabó un disco solista bajo el título de Pinchevsky, Su Violín Mágico y La Pesada con
la participación de sus compañeros de La Pesada; con Sui Generis participó
del “Tema de Natalio” (https://bit.ly/2xKmtZw) del disco Pequeñas Anécdotas sobre las Instituciones;
y también estuvo en el álbum Cristo Rock
(https://bit.ly/2zArlBM) de
Raúl Porchetto y en la versión de La
Biblia por El Ensamble Musical Buenos Aires (https://bit.ly/2NO3Xtx).
Luego
emigró una temporada a Buzios y después a Europa, donde tocó a la gorra en el
Barrio Latino de Paris. Más tarde, tocó con la banda francesa Clearlight para
terminar formando parte de la banda anglo-francesa de rock progresivo Gong, que
por aquel entonces estaba producida por el batero de Pink Floyd, Nick Mason.
Con Gong grabó el discazo Shamal (https://bit.ly/2xx15Gc), donde metió destellos
de carnavalito, zamba y tango aplicados al sonido progresivo y psicodélico.
Y
si bien esta nota intenta ir por otro lado -adonde llegaremos en unas líneas
más- no está demás decir que Pin se
piró para Europa huyendo del clima de violencia que empezaba a despertarse en
1974, en la Argentina de la Triple A. Luego, en 1981, la revista Expreso
Imaginario publicó la noticia de su fallecimiento a partir de un rumor difundido
por Miguel Abuelo, quien también estuvo en Europa durante aquellos años. De
hecho, la madre de Pin murió creyendo
que su hijo había muerto.
En
1985, con la democracia recién inaugurada y en medio de los juicios a la junta
militar, Pinchevsky regresó al país y se instaló en Mendoza, donde tocó con la
banda de blues Alcohol Etílico. Para 1994 Charly García lo convocó para grabar
en el disco La hija
de la lágrima, hecho que revitalizó su carrera nuevamente y lo
llevó a grabar un año después su segundo disco solista junto a la Samovar
Blues Band.
Pero
adentrémonos a lo que fuimos a buscar, que no es otra cosa que los testimonios
de una generación de jóvenes -y no tanto- que compartieron momentos con el
viejo, ya sea en los años 80, finales de los 90 y principios del nuevo milenio.
Entre ellos, Nachito Bruno (ex cantante y armoniquista de La Jaula del Rey
Elvira y Narvales); Yamil Salvador (guitarrista actual en los Gardelitos;
tecladista y saxo en Negusa Negast; saxo en Guapo y tecladista en los
Guasones); Juampi Medrano (guitarrista y cantante en Botellas Vacías y Los
Corazones Destruidos); Toby Villa (bandoneonista y ex cantante y guitarrista de
la Flower Power) y el compositor y violinista platense, Sergio
Poli. Además, encontrarán
algunas de las voces de violinistas rockeros, entre ellos las de Edu Schmidt
(ex Árbol) y Fede Terranova (Fútbol), quienes se coparon en contar en primera
persona cómo era y cómo los atravesó el viejo Pin.
Nacho Bruno, quien además de
músico es el secretario general de la Juventud Sindical de La Plata, Berisso y
Ensenada, contó cómo fue conocer, tocar y hasta compartir pieza con Pinchevsky,
en su regreso a La Plata en los años 1999 y 2000: “Con la Jaula éramos muy
amigos de Diego Pinchevsky, el hijo del comandante intergaláctico, quien tenía
un kiosco frente a donde ensayábamos. Un día nos cruzamos y nos dice ‘vuelve mi
viejo’… imagínate nosotros, nos pusimos re eufóricos y, además, le había dicho
a Diego que nos quería conocer. De hecho el primer contacto que Pin tiene con
músicos al regresar a las diagonales es con La Jaula y así empezamos a ensayar.
El loco estaba sin casa donde parar y fue ahí que lo invité a quedarse un par
de días a mi casa, justo cuando mi viejo había salido de viaje a visitar a unos
familiares. Cuando regresó le digo: ‘Che papá tengo un amigo que se está
quedando unos días en casa’. Y el viejo me preguntó: ‘¿Quién es?’. ‘Se llama
Pinchevsky, capaz que lo conocés’. Al instante, mi viejo abrió los ojos como
dos huevos fritos y dijo: ‘¿Pinchevsky, el violinista? ‘Sí, le contesté’… a lo
que retrucó medio en chiste, medio en serio: ‘Estás re loco, sácalo ya de acá’. Y
claro, mi viejo lo conocía, era un músico de su época.
Fue
así que comenzamos a hacer un show en Gitana como Jorge
Pinchevsky y La Jaula, y tocó nuestros temas. Nosotros ya
veníamos tocando “Luciana”, un tema suyo, y flasheó cuando se enteró que lo
hacíamos, imagínate lo que fue interpretarlo con él en el violín. Recuerdo que
ese día tuvimos un encontronazo con Pin, porque terminamos de tocar y muy
amablemente cargué algunos instrumentos, entre ellos su violín, bagayo que fue
cargado en un taxi para que fuera directo a la sala. Y en un momento sale Pin
diciendo: ´me robaron el violín, dónde está mi violín’, hasta que le digo:
‘tranquilo, que lo cargamos con todos los instrumentos y está al resguardo en
la sala de ensayo’. Se agarró tal bronca que me salió a correr, pero a los
metros terminamos juntos yendo a buscar su instrumento a la sala, algo que nos
depositó en una zapada que se extendió hasta la mañana siguiente, en un estado
etílico considerable.
Luego
de esa travesía con La Jaula, el viejo empezó a formar Jorge
Pinchevsky y Los Hongos Mutantes (formación
que tuvo con Tobi Villa, Yamil Salvador, etcétera), un proyecto que luego terminaría
siendo la Flower Power, y me invitó a tocar la armónica en las primeras fechas
que se realizaron en el café de los poetas. Fue muy emocionante transitar esos
dos años de la vida con él. Además, mi paso por la música no habría sido el
mismo si no lo hubiera conocido. Indudablemente el violín del rock es y será el
del viejo Pin”.
Por
su parte, Juampi
Medrano cuenta cómo fue compartir una fecha con el viejo y la
camaradería de una jornada álgida en el almanaque de la historia reciente (20
de diciembre de 2001), en la localidad bonaerense de Las Flores, cuando tocaba
en Botellas Vacías: “Llegó como un duende con su pelo blanco empapado, en una
tardecita de pueblo algo alborotado por el diluvio. Nosotros estábamos en unas
incansables jornadas de ensayo cuando de repente desde un violín algo fatigado
salió una melodía que hasta entonces desconocíamos: “Un ángel”. Así cayó nomás,
como un espíritu sin tiempo y así nomás comenzó a compartir su música con
nosotros, unos chicos de un arrabal lejano sin mucho conocimiento de su obra y,
para colmo de males, algo desafinados. Estuvo tres días en la ciudad de Las
Flores, días que parecieron eternos, un poco por lo nada que pasaba en esa
época y otro poco por su incansable andar que nos sacaba de la rutina
pueblerina.
Una
noche tocó sólo, en otra fuimos su banda estable y en la última lo hizo en
solitario con Botellas Vacías, con la luna y con las estrellas. En su
despedida, unos amigos lo dejaron en la desolada terminal de ómnibus con los
pasajes en mano, pero su sueño pudo más, aunque siempre sospechamos que en
silencio decidió no irse nunca más.
Como
todo en esta vida y sobre todo a esa temprana edad por la que transcurríamos,
no supimos dimensionar su paso, solo el tiempo, las historias y su magia nos
dibuja una sonrisa cada vez que lo nombran o vibran en el aire sus cuerdas”.
En
tanto, Edu Schmidt, uno
de los multinstrumentistas más completos de la escena rock local -pero sobre
todo violinista desde pibe-, se animó a narrar una anécdota de cuándo tenía
doce años y se escapó de su casa en Ramos Mejía para llegar al Samovar de Rasputín
en el barrio de la Boca, donde tocaba Pinchevsky: “Recuerdo que hace treinta
años su personaje me resultaba algo misterioso, porque si bien había grabado
algunos discos, no se sabía mucho y era difícil seguirle el rastro. Un día me
entero que tocaba en el Samovar, un lugar de zapadas, donde iban todos los
bluseros y donde caía gente del rock todos los jueves. Con doce años me tomé
varios colectivos para llegar desde Ramos Mejía a la Boca. Llegué temprano, me
daba un poco de miedo todo porque estaba solo y había gente muy grande tomando
vino y comiendo fideos. En alguna mesa por ahí estaban Alejandro Medina y Willy
Crook y de un momento a otro comienza a tocar Pinchevsky… para mí fue una
emoción muy fuerte porque desde los nueve años venía tocando música clásica con
el violín, pero de a poquito me estaba metiendo en el rock.
Lo
que más me acuerdo de aquella noche es que se trataba de un personaje muy
bohemio, que tenía un violín acústico, o sea de caja -no me acuerdo si tenía un
micrófono incorporado o incluso lo microfoneaban con uno de aire- pero tenía
rota la tapa de arriba y él, mientras improvisaba y fumaba, tiraba las cenizas
del pucho en la caja del violín. Más allá de la escala en la que toque el
músico o el virtuosismo, saber que un tipo que estuvo en las mejores orquestas
del país o en formaciones grosísimas como Gong, agarre el violín y se ponga a
improvisar un blues y lo use de cenicero, eso fue una señal de lo que significa
descontracturar todo y dar vuelta la historia de la música, una actitud ante la
vida”.
Asimismo,
el compositor y violinista platense, Sergio Poli, rememora cuando Pin todavía no era
Pin, cuando todavía no se había topado con el rock y sobre un encuentro en los 80:
“El señor que solía ver cuando mi viejo (Roberto Poli, contrabajista) me
llevaba a algún ensayo de la Orquesta del Teatro Argentino o de la Orquesta de
Cámara de la Municipalidad de La Plata, de pelo corto y corbatita, poco y nada
tenía que ver con aquel personaje que vi fascinado años después con una gorra
amarilla al lado de Billy Bond y La Pesada, poniendo su violín eléctrico en “Tontos”,
en esa inolvidable película llamada Rock
hasta que se ponga el sol.
Recuerdo
haber visto su firma en algún documento que firmaba toda la Orquesta de Cámara
en pie de guerra, cuando el intendente del onganiato, Franco Icazatti, intentó
borrar del mapa a la Orquesta (casi cincuenta años después la tarea sería
completada por el Intendente de la Alianza Cambiemos, Julio Garro).
La
única vez que lo vi, a su regreso, fue en un boliche de 5 y 46. Cambiamos muy
pocas palabras, se emocionó cuando le dije que era el hijo de Roberto y
quedamos en algún día hacer algo juntos, pero no pudo ser. Jorge nos dejó la
impronta del violín rocker en nuestro país, fue el primero y ese rótulo no se
lo puede quitar nadie”.
Por
su parte, el talentosísimo violinista de la banda Fútbol, Federico
Terranova, quien reconfigura lo mejor del violín de Pin, se adentra
como fan de esas vibraciones que todavía sobrevuelan en el rock de acá: “Antes
que nada soy muy fan de Pin, no sólo por el instrumento sino por todo lo
musical que se ve reflejado en todo lo que hizo. Es más, me compré el
disco La Hija de la lágrima, de
Charly, sólo porque toca él (https://bit.ly/2N396bH),
y así como ese hay varios que fui persiguiendo como En el 2000 también,
de Pajarito Zaguri,
donde hace un solo increíble. Por otro lado, la vida que tuvo es una gran
novela, el tipo es todo una obra, no sólo por lo que tocó o con quiénes tocó,
sino cómo vivió y cómo terminó sus días también.
Además
me pega por otro lado más cercano a él, porque durante seis años toqué con
Alejandro Medina en la Medinight y Ale siempre me tiró la onda de un montón de
yeites. Aprendí muchísimo en esa época, sobre todo cuando nos poníamos a hacer
dúo de guitarra y violín (ver a partir del minuto 3:33 https://youtu.be/31iiuj7eowM?t=213), algo que
Alejandro había hecho con Pinchevsky en los 90, imagínate. Le pregunté mucho
por el viejo y Ale siempre accedió a contarme cosas que nunca salieron a la luz
en ninguna entrevista. Si Pappo es la guitarra del rock de acá, si Ale es el
bajo, Pinchevsky es el violinista del rock”.
En
medio de una gira patagónica, Tobi Villa, ex
cantante de la Flower Power, proyecto que nació en el 2003 como legado de
Pinchevsky, relató cómo fue conocer al viejo en una noche de bar platense que
casi termina todo mal, cómo fue grabar con él y sobre su despedida en el
cementerio de Berisso, donde decenas de músicos tocaron hasta altas horas de la
madrugada: “Luego de enterarnos por el diario que el Pin tenía un ciclo los
jueves en el Café de los Poetas (en la calle 7 entre 39 y 40), y teniendo en
cuenta que a muchos de nosotros -éramos como diez del barrio, todos
musiqueros- nos re cabía La Pesada del Rock & Roll, la Samovar y todo lo
que hizo, le caímos. Así llegamos al bar, un lugar donde no se cobraba entrada,
pero tenías que consumir algo. Nos paramos atrás y entramos a sacar un par de
vinos y cuando el loco del lugar nos quiere cobrar le dijimos que no teníamos
guita, medio que lo sacamos cagando. Al terminar la primera mitad del show, el
tipo del bar le cuenta la secuencia a Pin quien se nos acerca re caliente y nos
dice: ´¿Quiénes se piensan que son ustedes, que se van a venir a colar?…’. Y
todos nos quedamos mirándolo y nadie decía nada, hasta que yo le dije: ´Mire,
maestro, disculpe, nosotros no tenemos ni un centavo pero venga…´ y saco una
piedra de faso que tenía y la parto a la mitad y le digo: ´Le pagamos con esto’.
Al segundo, el viejo la agarra y nos dice: ‘A partir de ahora ustedes son mis
nuevos amigos’ (risas) A partir de ahí fuimos todos los jueves hasta que
terminamos tocando con él. Siendo sus nuevos amigos lo invitamos a grabar a mi
casa y salió este disco al que llamamos Pinchevsky
en La Cumbre, que
data de los años 2002 y 2003 (https://bit.ly/2Nid2dE).
Ese laburo lo presentamos en el bar Caetano (47 E/ 10 y 11), que si quieren ver
y escuchar lo pueden encontrar en YouTube, así como Pinchevsky en La Cumbre. A
los quince días de esas presentaciones el viejo fallece. Recuerdo que su
velorio fue súper alegre, como él lo había pedido, tocando la viola, cantando,
chupando y fumando hasta que lo enterramos en el cementerio de Berisso, en
donde nos quedamos guitarreando hasta el otro día”.
En
tanto, el músico y productor Yamil Salvador contó
una anécdota con Pin que lo marcará por el resto de sus días: “A Pinchevsky lo
conocí en el 2001. Yo tenía un amigo en la facultad -Tobi Villa- que tocaba con
él y a los dos minutos de conocerlo me invitó a tocar. Tuve la suerte de patear
con él durante sus últimos dos años de vida, de hecho le produjimos el último
disco con Tobi, en su estudio ubicado en La Cumbre (La Plata).
Teníamos
un ciclo en un lugar que se llamaba La Oveja Negra, que estaba en 122 y 56, un
lugar bastante tenebroso. Ya en los camarines el viejo hace la lista de temas
con veinte canciones y al salir al lugar nos encontramos con dos personas, un
matrimonio que estaba sentado en un rinconcito. Entonces lo miro al viejo como
diciéndole ¿Vamos a tocar? Y me dice ‘por supuesto que vamos a tocar, así haya
diez mil personas o una, es lo mismo. Porque tiene el mismo derecho esa pareja
que está ahí, como si el boliche estuviera lleno’. Así que salimos e hicimos el
show completo con los veinte temas. Tenía esas cosas el viejo. De paso me
enseñó la lección de que todo el mundo por igual tiene el mismo derecho a
disfrutar de un show, por más que sea uno solo. A partir de ahí nunca más me
asusté cuando tuve que tocar y había poca gente en el salón”.
Pin: “El rock debe ser siempre un reflejo de la sociedad” |
Durante
el tiempo que duró la construcción de este delirio testimonial para seguir
recordando a Jorge Pinchevsky me topé con un montón de violinistas tocando en
las calles y en los subtes, como si algo de él estuviera sobrevolando en el
ambiente diciendo: “Hay violines por todos lados y son rockeros, loco”. Es más,
a horas de entregar esta nota al editor, en el subte línea H me crucé con
Agustina, una violinista que estaba tocando para juntar la guita necesaria para
mandarse a mudar de la ciudad, porque días atrás la habían echado del
departamento donde vivía por no poder pagar el mes en tiempo y forma. Pero ahí
estaba, firme, poniéndole la mejor jeta para yugarla en medio de toda la mierda
que generaron estos chetos que gobiernan. Me estaba yendo y le conté el
trasfondo de lo que ustedes ahora leen, y me contestó: “Qué grande Pinchevsky,
un ser libre. Me parece que levanto un poco de guita, me dejo atravesar por su
espíritu y me compro un pasaje a donde sea, como hizo él… y después vuelvo,
obvio”.
Quizá
estas voces, las más anónimas, estaban ahí para contar esos momentos donde él
siempre estuvo para crear magia.
El viejo Pin ... un genio !!!
ResponderEliminarGrande el pin !!!
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