miércoles, 7 de diciembre de 2016

ROLLING STONES, Blue & Lonesome: Rewind hasta el inicio...


¡Qué bueno es el nuevo disco de los Rolling Stones! Después de once años de espera, los maestros del rock n´roll aprietan rewind para regresar a sus inicios, a esa cuna del blues que los vio nacer. Eso es este sorpresivo Blue & Lonesome, doce clásicos de la más pura cepa. Una clase magistral dividida en doce lecciones del mejor blues, ese, el de Chicago, todos temazos que Jagger escucha aun hoy en su iPod. Y la verdad es que es un placer oír a los Stones tan despojados, como si hubiesen vuelto a ese sótano de Exile on Main Street (1972) o, mejor, a ese Londres de principios de los 60, cuando apenas eran unos tímidos adolescentes que se subían a tocar con ese maestro del blues británico que se llamaba Alexis Corner.

Ya no importa si van a volver a grabar nuevas canciones propias alguna vez. Sí lo hacen, genial, las escucharemos. Sin embargo, parece que en la última década –según las propias palabras de Jagger- apenas si alcanzaron a componer material para medio disco de temas nuevos… Por eso, que se hayan decidido volver a juntar en el estudio, al menos para regalarnos este discazo de covers, es un consuelo más que feliz. Y es que aquí los tenemos a los muchachos en su salsa, sacándole lustre al más de medio siglo de sapiencia blusera. El resultado es más que optimo, ya que prácticamente es imposible dejar de agitar la cabeza como un desquiciado con este nuevo (viejo) álbum. Con el bocón Mick y su gola intacta, y esa forma de tocar la armónica como nadie en el mundo rock. O las guitarras filosas de Richards y Wood, quienes se entienden en forma telepática. Y ese Charly Watts, interminable… Escuchándolo, hasta es posible imaginárselo con su cara de abuelo impasible pero feliz, dándole con precisión a esos parches mitológicos.


Según parece, la génesis del álbum tuvo lugar entre el 3 y el 16 de diciembre de 2015, cuando se pusieron a grabar en los estudios British Grove, de Mark Knopfler, ubicados en el West London. Bajo la coordinación y las sugerencias del gran productor Don Was, los Stones fueron grabando rápidamente, casi en una toma, estos bluesazos que iban saliendo uno tras otro, en forma impecable, quedando registrados para la posteridad. Y como si fuera poco, Eric Clapton (señores, ¡de pie!) vino de visita y grabó su viola en dos temas…

En la primera sesión, los músicos ya habían grabado cinco de los doce temas. Sin embargo, las mezclas finales fueron incomparablemente más largas y complejas, y llegaron hasta abril de este 2016, cuando el disco estuvo al fin terminado. Aun así, el sonido final buscaba preservar la autenticidad de todo el proceso, acorde la esencia misma del blues de raíz. Y lo que queda bien en evidencia es esa sonoridad fluida y natural que existe entre los integrantes de la banda. Desde el tema de apertura, Just Your Fool”, donde se puede escuchar el primero de los desbocados fraseos de Jagger con la armónica, hasta el track con el que se cierra la fiesta, un sanguíneo cover de  “I Can’t Quit You Baby, del inmortal Willie Dixon, en donde el bocazas más famoso de la historia del rock concluye una de sus demostraciones musicales más convincentes e irreprochables en términos discográficos de toda su carrera

Y no estoy exagerando ni un ápice. La performance de Jagger en este álbum es para sacarse el sombrero. Como pasa con los buenos vinos, a los 73 años, el veterano vocalista, con más de mil batallas sobre las espaldas, está cantando mejor que nunca. La enésima demostración de que su imán carismático no tiene parangón en la escena del rock. Porque al fin y al cabo, Mick Jagger es el gran protagonista de este magnífico disco, en donde también se destacan, aportando lo suyo, esos dos lujosos acompañantes de tantos años y con tantas millas recorridas junto a la banda más grande del mundo: Chuck Leavell (teclados) y Darryl Jones (bajo). Por supuesto, también hay que resaltar la participación de Matt Clifford (teclados) y el legendario Jim Keltner, quien toca percusión en “Hoo Doo Blues”.

EL REPERTORIO ELEGIDO
El disco comienza con “Just Your Fool”, una de las piezas más características de uno de los armoniquistas esenciales del blues, Little Walter, que encuentra en Jagger una majestuosa réplica. Son dos minutos dieciséis gustosos, en donde los Stones suenan afiladísimos y felices, como si los hubiésemos encontrado en una bodega, tocando para ellos solos. Un placer.

Por supuesto, en “Commit a Crime”, de Howlin' Wolf, aparecen Richards y Wood llevándose el tema puesto en una impresionante exhibición instrumental. Este es un clásico del blues, viejísimo, pero que aquí suena actual y potente.

Y el “Blue and Lonesome” que sigue, además de darle título al álbum, es otra gema de Little Walter. Una canción emotiva que Jagger desgrana con entregada convicción, sutileza y oficio. Emociona desde la primera hasta la última nota. ¡Y esa armónica! Por Dios, es impactante… No sé de dónde sacaron su nueva sangre estos vampiros del rock y el blues, pero espero que me hayan guardado un poco a mí.

“All your love”, de Magic Sam, es otro tema que permite permite a Richards y Wood exhibir su versatilidad. Con buenísimos solos de piano y el ritmo preciso y consistente de ese relojito llamado Charlie Watts. Y con ese sonido sucio pero hermoso, como si estuviese saliendo de un parlante roto. Emocionante, sin dudas.

Con su ritmo casi de tabla de lavar, “I Gotta Go” es otra pieza de Little Walter. Un temazo proto rockero traído hasta aquí casi desde el mismo inicio de los tiempos. Otra vez nos encontramos a los Stones, como en todo el disco, sonando crudísimos y con mucha soltura. Para escuchar y volver a escuchar. Hace rato que no se los apreciaba así, tan frescos en un disco de estudio.

“Everybody Knows About my Good Thing” fue un éxito de Little Johnny Taylor, compuesto en 1971, y aquí brilla como una pequeña maravilla de soul sureño. Es fácil imaginarse al rubio Duane Allman agitando su rubia melena en alguna nube, mientras su amigazo Eric Clapton dibuja maravillas otra vez con su inmortal viola slide, acompañando a sus amigos piedras rodantes. Otra canción que te pondrá los pelos de punta y la piel de pollo.

Sigue ese rompedero de cráneos, que es la versión de “Ride ‘Em on Down”, original de Eddie Taylor, en donde Richards y Wood parecen estar manejando dos Fórmula Uno, por la forma en que se desplazan por esta pista del blues, ejecutando dolientes riffs y punteos impactantes.

En “Hate to See You Go”, el tema de Little Walter, Jagger canta como si aún fuera ese joven hambriento de los 60, tomando el aire, entre cada verso de la canción, cargando sus pulmones para exhalar maravillosas notas por su armónica. Sin dudas, uno de los mejores momentos del disco.

Y otro gran momento se da en la hipnótica “Hoo Doo Blues”, un clásico firmado originalmente por Lightnin’ Slim, que la voz de Jagger llena de energía.

Por su parte, en “Little Rain”, de Jimmy Reed, Richards se luce nuevamente, como en los viejos tiempos, haciéndonos temblar eléctricamente de forma magistral.

Luego es el turno de la versión de “Just Like I Treat You”, un clásico de Dixon que el incendiario guitarrista Howlin’ Wolf convirtió en un blues enronquecido, y que aquí los Stones preservan en esa misma tesitura.

Y para el final del disco dejan, nada menos, “I Can’t Quit You Baby”. Otra maravilla de Willie Dixon aunque los Stones reelaboran la versión del guitarrista Otis Rush. Por supuesto, ésta no tiene nada que ver con el clásico cover de Led Zeppelin en su primer álbum homónimo de 1969. En la versión de los Stones nos encontramos a un Jagger que eriza los pelos con sus temibles aullidos, y con el slide de Clapton, quien la descose con otro solo antológico, indescriptible. Los mismos adjetivos que le caben a este soberbio disco.

Datos curiosos: es el primer disco de los Stones desde Dirty Work (1986) en donde Jagger no toca la guitarra en ninguna canción, y es el primero, desde It´s Only Rock n´Roll (1974), en donde Richards no canta en ninguno de los temas. Parece paradójico, pero no lo es tan así. Simplemente, volvieron a las fuentes, como si estuvieran grabando su primer álbum, en aquel lejano 1963, en donde aún no sabían ni como se componía un tema y eran felices como chicos (y es que lo eran…). Los Glimmer Twins inmortales, inoxidables, junto a Charly y Ronnie, haciéndonos felices nuevamente con otro disco que está en las antípodas de sus giras y monstruosos shows, cuando ya no esperamos volverlos a escuchar así… 


E.A.

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