martes, 22 de agosto de 2017

IMPRESIONES JAZZERAS, entrevista a Ricardo Nolé



El espacio DAIN Usina Cultural, ubicado en el barrio de Palermo, es un lugar ideal para deleitarse con un buen show de jazz mientras se cena con amigos, o con la pareja, o mientras se ojea algún ejemplar del impresionante catálogo de su librería. Así, entre amigos, tragos y lecturas, se puede disfrutar de momentos mágicos en donde se dan cita uno o más músicos de excepción, a dar alguna clínica de instrumento o a juntarse en una magistral performance.
Eso fue lo que ocurrió el viernes 11 de mayo de 2012, cuando Ricardo Nolé (piano), Alejandro Herrera (bajo) y Horacio López (batería) deleitaron a la audiencia con un exquisito repertorio que incluyó gloriosos temas propios, así como impecables versiones del material de Coltrane, Herbie Hancock o los Beatles. Ahí también estuvo presente Intersticio, por eso, luego de finalizada su actuación –mientras la gente se iba retirando, los músicos desarmaban y guardaban sus equipos, y los mozos acomodaban las sillas y mesas- compartimos una interesante charla con uno de los protagonistas de la velada: Ricardo Nolé. Un pianista exquisito con un impresionante currículum y una dilatada trayectoria en el universo jazzístico. Obvio, tocó con todos. Un poco de eso, del pasado, pero también mucho del presente musical de este género, así como de su trayectoria personal, hablamos con este artista, quién nos dejó estas interesantísimas impresiones que hoy les brindamos en esta apasionante entrevista.
¿Cómo te iniciaste en la música? 
A los seis años me sentaron en el piano y me obligaron a estudiar, sino no hubiera estudiado nunca. Así de simple. Lo que pasa es que yo vengo de una familia de músicos. Mi padre (Panchito Nolé) es músico, mi abuelo también lo fue, mi tío y mis primos también son músicos...
¿Y cuáles fueron los primeros músicos que te impactaron, de chico? 
Yo quería ser pianista clásico, por eso empecé estudiando música clásica. Esa idea mía de ser pianista de música clásica duró hasta que, a los 14, 15 años, escuché por primera vez al Quinteto de Miles (Davis), en el que estaban (John) Coltrane, Red Garland, Paul Chambers y Philly Joe Jones; y a un trío brasileño que hacía bossanova. Bueno, estos fueron los grupos que me marcaron y me hicieron tomar la orientación musical que sigo hasta el día de hoy.
¿Ya ahí empezaste a entusiasmarte con la fusión? 
Sí, porque me encantaba como tocaban los brasileños, como fusionaban la samba con el jazz. Yo después empecé a hacer lo mismo con el candombe, fusionándolo con el jazz.
En la actualidad, ¿qué espacio ocupa la música clásica en tu vida? 
Un lugar muy importante. Es más, debido a eso ahora tengo un dúo de música de cámara con una chica que toca trompeta y piano. Amo la música de Chopin, me gusta Beethoven... Bueno, me gustan todos...
Hace poco, en una entrevista que le hicimos a Ricardo Lew, él recordaba con mucho cariño la época en que formaron parte de la banda de Rubén Rada, ¿qué recordás vos de aquellos tiempos? 
Sí, los diez años que estuve tocando con Rada fueron impresionantes. Antes de eso, yo estaba viviendo en Europa. En resumen, volví acá de paseo, porque no tenía pensado quedarme. Sin embargo, llegué en enero del 82, y a los pocos días -en febrero de ese mismo año-, ya me enganché con la banda de Rada; y me quedé viviendo acá hasta hoy... Lo que pasó es que (Rubén) justo estaba armando su banda nueva. Ahí me sumo yo, como pianista y arreglador; y también entró (Osvaldo) Fattoruso (batería). También estaban Beto Satragni (bajo) y Lew (guitarra). Ese sería el grupo que acompañaría al Negro durante años. Esa fue una experiencia en la que nos divertíamos mucho. Era otra época, también. Había más trabajo... Era otro momento, otra era... (risas

Además, Rada, en su momento de mayor auge, les daba lugar para que ustedes se lucieran... 
Sí, porque en esa época tocábamos mucho en pubs, y además de hacer los temas que estaban de moda, también hacíamos el otro repertorio de Rada que tenía más que ver con el candombe-jazz fusión. Alternábamos los temas más comerciales con ese otro material.
¿Pero porque decías antes que aquellos tiempos de la banda de Rada era “otra época”? 
Porque ahora Rada está muy comercial. Claro, le ha ido bien, ha ganado mucho dinero; pero la diferencia es que -aunque en esa época también hacíamos cosas comerciales- también hacíamos esa otra música suya, más cercana al tipo de material que se podría presentar en un festival de jazz, a diferencia de un material más popular, digamos...

Claro, pero yo pensé que cuando vos te referías a que esa era otra época, en los 80, quería decir que el circuito del género jazzístico en esos años era otro... 
No, yo qué sé, era distinto. Cada época tiene sus pros y sus contras. Ahora hay una movida jazzística muy grande que en aquellos años no había, y eso es algo que juega a favor. Lo que pasa es que en aquella época la situación del músico estaba un poco mejor, había más trabajo, se cobraba más... La diferencia con lo que pasa en la actualidad es que ahora hay oferta a granel, y todo el mundo graba discos. Antes, eso no era tan fácil...
¿Cuál es la diferencia entre trabajar en temas propios, trabajar arreglando temas de otros, versionar? 
A veces, arreglar temas de otros puede ser más fácil que componer temas propios, porque estás trabajando en un tema que ya está hecho, y al que agarrás y arreglas a tu estilo. Cuando componés estás haciendo las dos cosas: componer y arreglar.
¿Cómo ves en la actualidad todo lo referente al candombe y la fusión? 
En verdad, en el medio jazzístico en el que yo me manejo, la fusión no está pasando por un buen momento. Lamentablemente, yo soy el único que toca jazz-candombe. Estaría buenísimo que hubiera más grupos tocando eso, pero no hay; porque la estética de jazz está dedicada toda hacia un estilo determinado, y todos los músicos están orientados hacía eso. Eso no es ni mejor ni peor. Simplemente, es una estética que está orientada hacía un punto determinado y no se mueve demasiado de eso.
¿Qué pianistas argentinos te gustan? 
Me gusta mucho lo que hace Hernán Jacinto, también Guillermo Romero, y los tangueros me gustan todos. Hay varios pianistas de tango que son impresionantes, por ejemplo Nicolás Ledesma. También hay una señora que toca folklore, Hilda Herrera, que tiene como ochenta y pico de años, que es increíble. ¡Qué tremendo lo que hace esta señora, no se puede creer lo que toca! 

¿Qué tema de otro te hubiese gustado componer a vos? 
Uno que tocamos hoy: “Actual Proof”. Este es uno de mis temas preferidos, es de Herbie Hancock.
En lo que referente a la docencia, ¿qué es lo que más le inculcás a tus alumnos?
Básicamente, que estudien bien el instrumento: darles técnica, que traten de tocar una obra clásica. Siempre les recuerdo a mis alumnos que todos los pianistas que a ellos les gustan tienen una buena formación, que han estudiado clásico. Lo que pasa es que el pianista de jazz de nuestro medio es muy renuente a eso. En cambio, el pianista de tango no. Por eso tienen mejor formación que los pianistas de jazz. Todos los pianistas de tango tocan muy bien música clásica...
¿Y por qué pasa eso? 
Porque en el jazz pasa que cualquier tipo que tiene condiciones para improvisar ya sale a tocar, y en el tango, a diferencia, la mayor parte de las veces tenés que tocar partituras ya escritas. Para mí, la base de un buen pianista pasa por la formación clásica.
¿Cuáles son tus proyectos actuales? 
Tengo mi sexteto de jazz-candombe, tengo proyectos como este, con amigos como Herrera y López, y toco mucho, en todos los lugares donde puedo hacerlo. También tengo pensado grabar un disco con mi sexteto a principios del año que viene.

Emiliano Acevedo


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